LILY'S BOY

By jenifersiza

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Antes de que comience su tercer año en Hogwarts, Harry se enfrenta a tres semanas enteras de tiempo sin super... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92
Capítulo 93
Capítulo 94
Capítulo 95
Capítulo 96
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 99
Capítulo 100
Capítulo 101
Capítulo 102
Capítulo 103
Capítulo 104
Capítulo 105
Capítulo 106
Capítulo 107
Capítulo 108
Capítulo 109

Capítulo 33

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By jenifersiza

Harry entró en la siguiente reunión de herederos con inquietud, sabiendo que tendrían tres miembros más. El grupo más numeroso de Slytherins ya estaba allí cuando él llegó, Parkinson y Bulstrode con los brazos cruzados sobre el pecho y expresiones recelosas en sus rostros mientras observaban al resto de la sala. Draco tenía las manos en los bolsillos y se balanceaba en su silla, como un pura sangre sin esfuerzo. Eso hizo que Harry sonriera. -Perdona, Malfoy, ¿tienes otro sitio donde estar? Pareces un poco aburrido-.

Draco le sonrió. -De hecho, prometí que ayudaría a un idiota de Gryffindor con una redacción de Pociones. Pero llegó tarde-. Su mirada se volvió puntiaguda, y Harry rodeó la mesa para reclamar la silla vacía a su lado.

-Intenta alejarte de la maldita Hermione Granger cuando esté en uno de sus estados de ánimo-, replicó Harry, dándole un codazo a Draco de modo que sólo un rápido hechizo hizo que su silla volviera a su sitio en lugar de mandarlo a volar hacia atrás. -No deberías sentarte así, ¿sabes? Te abrirás la cabeza-. Apoyó su rodilla en la de Draco por debajo de la mesa en una muestra de apoyo silencioso, sabiendo que el rubio estaba mucho más nervioso de lo que dejaba entrever.

-Agradezco tu preocupación-, respondió Draco con ironía. -Ahora, ¿te importaría explicar a las chicas por qué insististe en que Blaise nos arrastrara hasta aquí?-.

Harry levantó la vista, viendo que los rostros alrededor de la habitación se habían vuelto todos de diferentes tonos de desconcierto. Neville era el único que parecía divertido, sentado entre Parvati y Sullivan. -Claro, sí-. Harry se puso de pie, volviéndose hacia las dos chicas de Slytherin, y se inclinó con las palmas abiertas. -Buenas noches, heredera Parkinson, heredera Bulstrode-, saludó. -Permitanme que les presente a... sinceramente, la mayoría de los herederos nombrados de los actuales titulares del Wizengamot. Sólo nos falta un puñado-.

-¿Vas a ocupar el puesto de Potter?- soltó Bulstrode, cuyos modales de sangre pura desaparecieron ante semejante sorpresa. -Creíamos que no querías saber nada de eso-.

-No sabía que existía hasta el verano anterior a tercer año-, le dijo Harry. -Criado por muggles, mantenido en la ignorancia por Dumbledore-.

-Harry, ten cuidado con lo que les cuentas-, advirtió Susan. Harry la despidió con un gesto, volviendo a sentarse.

-Draco confía en ellos-, le recordó. -Eso es suficiente para mí. Además, si tenemos alguna esperanza de convencerlos de que confíen en nosotros, tienen que saber que no estamos aliados con él-.

-Duras palabras del chico de oro de Gryffindor-, se burló Parkinson, inclinándose hacia delante en su silla de forma que dejaba ver su escote donde tenía la camisa desabrochada por varios botones. Harry no miró ni un segundo.

-Hacía tiempo que no estaba tan dorado-, contestó uniformemente. -Nadie en esta sala sirve a Albus Dumbledore. Y sé que tú tampoco quieres servir a Voldemort-. Parkinson se estremeció.

-El Señor Oscuro está muerto-.

-¿Lo está?- Harry se encontró con sus ojos con una mirada cómplice. Parkinson vaciló. -Sabes tan bien como el resto de nosotros que es sólo cuestión de tiempo. Draco me ha dicho que ninguna de ustedes quiere seguir a sus padres. Aquí nadie las obligará. Cassius está aquí por la misma razón. Pero tampoco vamos a decirles que vayan a pedirle ayuda a Dumbledore-.

-Entonces, ¿cuáles son nuestras opciones?- Bulstrode interrumpió bruscamente. -¿Tú?-.

-Si quieres-, aceptó Harry. -Por varias razones, no voy a poder quedarme sentado en esta guerra. Pero aunque pudiera, no creo que quisiera hacerlo. Ninguno de los dos bandos tiene un manifiesto político especialmente fantástico, y en esta sala pensamos ofrecer... llamémoslo un tercer bando-. No había sido tan audaz al afirmarlo antes, pero los demás debían saber que era hacia donde se dirigía. -Somos el futuro del gobierno, siempre y cuando logremos sacar las garras de Dumbledore del Wizengamot y la locura de Voldemort de la sociedad por completo. Si quieres unirte a nosotros, agradeceremos con gusto los números extra. Si quieres dar la vuelta y mantener la boca cerrada y esperar a que Voldemort vuelva, está bien. La oferta de ayuda se mantiene independientemente de lo que hagas a partir de ahora; si tú y los que te importan necesitan alguna vez un lugar para evitar cualquiera de los bandos de la guerra, tienes mi palabra de que la Noble y Ancestral Casa Potter estará dispuesta a ayudar-.

Los ojos de las dos chicas se abrieron un poco más ante la magia que acompañaba a su promesa. -Vas realmente en serio con esto-, murmuró Bulstrode. Harry asintió.

-Tengo que serlo-.

-No vamos a dejar que el mundo mágico languidezca como lo ha hecho durante el último siglo-, dijo Susan, sin inmutarse mientras miraba a los Slytherin. -Y desde luego no vamos a dejar que siga en manos de Dumbledore. Sabemos que podemos ser mejores. Pero lo haremos con todas las personas mágicas como iguales. Purasangres, mestizos, muggles, incluso aquellos con sangre de criatura; todos ellos tienen tanto derecho a estar aquí como cualquier otro. Si tienes un problema con eso, puedes irte ahora-.

-No quiero que los nacidos de muggles mueran-, resopló Parkinson, -sólo quiero que dejen de traer sus sucios hábitos y costumbres a nuestro mundo. Si no tenemos cuidado, el Estatuto se romperá y volverán a ser los Juicios de las Brujas-.

-Si llevan la magia en la sangre, tienen derecho a usarla-, convino Draco. -Pero también tenemos derecho a enseñarles a ser como nosotros, en lugar de esperar que se conviertan en ellos-.

-Eso es justo-, murmuró Anthony, relajándose un poco. Evidentemente, algunos de los herederos habían esperado una perorata sobre la pureza de sangre. Harry sonrió para sí mismo, deseando poder tomar la mano de Draco por debajo de la mesa. Una reunión no cambiaría los años de animosidad acumulados en el grupo, pero... era un comienzo.

-Tendremos mucho tiempo para hablar de política en el futuro-, dijo Harry, metiendo la mano en su mochila. -Pero realmente necesito terminar esta redacción-. Dejó su libro de Pociones sobre la mesa y buscó una pluma y la redacción a medio escribir. -Si Hermione intenta ayudarme una vez más, voy a gritar-.

-Bueno, eso no podía pasar-, dijo Draco con ligereza. -Veamos lo que tienes hasta ahora-. Le robó la pluma a Harry, poniéndose a leer la redacción inacabada con un leve ceño en los labios. Harry deseó que estuvieran solos, para poder besar al rubio en la cara.

-No es de extrañar que tu nota haya mejorado este año-, reflexionó Parkinson, y Harry se rió.

-No es del todo obra suya-, insistió. -He estado prestando más atención. Pero no tener a este imbécil tirando cosas a mi caldero ayuda-. Draco le dio un codazo en el costado sin levantar la vista del ensayo. -¡Oye! ¿Ahora quién es el bárbaro?-.

-Sigues siendo tú-, aseguró Draco. -Tú también eres una terrible influencia-.

Harry sonrió descaradamente. -Alguien tiene que mantenerte humilde-.

Los estaban mirando fijamente, pero él se negaba a dejar de incitar a Draco, queriendo que todo el mundo viera que no iban a empezar a hechizarse mutuamente. Que se podía confiar en Draco.

Sería lento, pero lo conseguiría.

Harry no pensó mucho en el correo extra que Hermione había estado recibiendo en los días posteriores al artículo del Semanario de la Bruja. Ginny también tenía algunos, pero ni de lejos al nivel que recibía Hermione. Ginny quemaba los suyos sin siquiera abrirlos, pero Hermione insistía en leerlos todos. -Quiero saber qué dicen de mí-, dijo, alcanzando la carta que estaba en la parte superior de la pila.

-¿Por qué? Son todo tonterías-, señaló Harry, recogiendo una carta desechada. -'Harry Potter es un joven demasiado bueno para que tú le tomes el pelo, ramera'-.

-¿Así que tú eres demasiado bueno, pero yo estoy bien?- preguntó Viktor, dejándose caer en un asiento vacío al otro lado de Hermione. Le sonrió, inclinándose para besarla en la mejilla; desde la segunda tarea, parecía más audaz en sus afectos. Era dulce, si Harry no pensaba demasiado en lo falsa que era Hermione.

-Quiero decir, mírame-, dijo Harry, haciendo una pose falsa. Ginny le dio un golpe en la nuca al pasar, sin romper su conversación con Luna. -¡Grosero!-.

Gritó de repente Hermione, poniéndose en pie de un salto y dejando caer la carta que sostenía. La varita de Harry estaba en su mano antes de que pudiera pensar en ello. Sus manos estaban cubiertas de un líquido verde amarillento que olía fuertemente a gasolina, y estaba haciendo aparecer enormes forúnculos en su piel.

-¡Pus de Bubotuber!- exclamó Viktor, deslizándose por el banco para evitar el desagradable líquido. Las manos de Hermione ya estaban completamente cubiertas de forúnculos y se mordió el labio para evitar un gemido de dolor. -Ven, te llevaré a tu médico-.

-Yo limpiaré esto-, prometió Harry, ya desvaneciendo todo el pus que podía ver. Viktor colocó un brazo alrededor de los hombros de Hermione, sacándola a toda prisa del pasillo.

-Le advertí que no se metiera con Skeeter-, murmuró Ron, que seguía comiendo a pesar del caos. -Probablemente esto sea sólo el principio-.

-Esto ha ido demasiado lejos-, murmuró Harry, frunciendo el ceño. Una cosa era cuando los artículos no eran más que una pequeña molestia de la que podía reírse; si la gente salía realmente herida por las cosas que Rita escribía sobre él, eso era demasiado.

-¿Qué vas a hacer? ¿Dar una entrevista a Skeeter?- preguntó Ron. -Probablemente dejará de hacerlo si le dices a quién te besaste en el Baile de Navidad-.

Eso le dio una idea a Harry.

Se puso en pie de un salto, recorriendo a toda prisa las mesas hasta estar junto a Ginny y Luna en la mesa de Ravenclaw. -Hola-, saludó, poniéndose en cuclillas para estar a su altura. -Luna, tu padre dirige una revista, ¿verdad? ¿El Quisquilloso?- Estaba seguro de que ella le había hablado de eso antes. La chica rubia asintió, sonriendo. -¿Estaría dispuesto a publicar un artículo para mí?-.

-Tendría que comprobar cuál es su agenda para el próximo número- se supone que va a salir un artículo fantástico sobre el Blibbering Humdinger, -pero estoy segura de que estaría encantado de publicarte. ¿Vas a decirle a la gente que deje en paz a Hermione?- preguntó Luna con curiosidad. La sonrisa de Harry como respuesta fue puramente Slytherin.

-No del todo. Voy a darle la primicia que Rita Skeeter desearía tener-.

A Harry le bastó una noche para escribir un artículo con el que estaba satisfecho, y se lo llevó a Luna a la mañana siguiente, entregándole el pergamino enrollado. Ella lo desenrolló, leyendo rápidamente, sus pálidas cejas se alzaban con cada línea. -Es muy valiente por tu parte, Harry-, comentó una vez que terminó. Harry se encogió de hombros, agachando la cabeza incómodo.

-Si la gente quiere enfadarse, más vale que les dé algo verdadero por lo que enfadarse-, razonó. Y entonces tendrían que enfadarse con él, y no con la gente que le rodeaba. Podía soportar el correo de odio.

-Estoy seguro de que papá estará encantado de publicarlo; se lo enviaré ahora mismo. Aunque no sé cuándo saldrá el próximo número-.

-Está bien. Muchas gracias por esto, Luna. Y dale las gracias a tu padre también. Te lo agradezco mucho-. Esta era la única manera de estar seguro de que sus palabras irían a la imprenta exactamente como las había escrito. Luna sonrió.

-Cualquier cosa por un amigo, Harry-. Guardó el pergamino en su túnica.

Harry volvió a la mesa de Gryffindor y se sentó junto a Neville. -¿Qué fue todo eso?- preguntó el chico más alto, y Harry le lanzó una rápida sonrisa.

-Sólo le di a Rita Skeeter algo de lo que quejarse de verdad-, respondió vagamente. Volvió a mirar a Luna, y entonces su mirada captó algo que le hizo detenerse. Ginny también estaba en la mesa de Ravenclaw, pero no estaba sentada con Luna. Estaba sentada entre dos chicos de Ravenclaw del año de Harry, y parecía estar coqueteando bastante descaradamente con uno de ellos. Su mano estaba en el hombro de él mientras se inclinaba hacia él y se reía, y el chico le sonreía tímidamente. Harry miró a Neville. -¿Por qué está Ginny en la mesa de Ravenclaw?-, preguntó vacilante. Neville levantó la mirada, dirigiéndola hacia la pelirroja, y luego apartó la vista, con una sonrisa vacilante.

-Oh. Tiene la vista puesta en Stephen Cornfoot, supongo-.

Harry frunció el ceño, desconcertado. -Pero... ¿creía que le gustabas a Ginny? Después del Baile de Yule estuvieron todo el rato... acogidos-.

-Le gusto-, confirmó Neville. Ahora Harry estaba aún más confundido. Neville suspiró en silencio. -Lo hablamos, la otra semana. Me gusta mucho, y yo le gusto a ella, pero... ninguno de los dos ha salido con nadie antes. Y ella... Ginny dice que le asusta lo mucho que le gusto, y cree que, cuando ocurra, iremos muy en serio. Dice que quiere ver cómo es salir con otras personas primero-.

Harry parpadeó. -Entonces... a ella le gustas, y a ti te gusta ella, pero va a ir a coquetear con Stephen porque... ¿le gustas demasiado?-.

-Eso es más o menos lo que hay-, aceptó Neville encogiéndose de hombros. -Realmente no me importa esperar. Cuando acepte salir conmigo, no quiero que piense constantemente en lo que se puede perder. No estoy realmente interesado en otras chicas, pero si ella quiere ver cómo son otros chicos... no es como si tuviera otras cien opciones esperándome-. Su sonrisa se volvió autodespectiva, e hizo que Harry frunciera el ceño.

El razonamiento de Ginny tenía absolutamente cero sentido para Harry: ¿qué sentido tenía salir con gente que sólo te gustaba más o menos si había alguien que sabías que te gustaba de verdad esperándote allí mismo? ¿Incluso si al final sólo salías con ellos? Pero supuso que no era realmente de su incumbencia. Neville parecía estar de acuerdo con ello, aunque evitaba cuidadosamente mirar hacia la mesa de Ravenclaw.

-Bueno. De acuerdo, entonces. Si alguna vez necesitas hablar de ello...- Harry se interrumpió, y la sonrisa de Neville se volvió un poco más sincera.

-Gracias, Harry-. Neville hizo una pausa, bebiendo su té. -Entonces, ¿qué estás haciendo con Luna? Pensé que aún no habías descubierto cómo Skeeter estaba obteniendo su información-.

-No lo he hecho-, respondió Harry, aunque hizo una nota mental para redoblar sus esfuerzos por averiguarlo. -Y cuando lo haga, eso irá a mi abogado, no a Luna. No, voy a salir en el Quisquilloso-.

Neville dejó caer su taza de té. Por suerte, estaba casi vacía. -¿Qué vas a hacer?-.

-No voy a decir nada sobre, ya sabes-, sus ojos parpadearon hacia la mesa de Slytherin por un breve momento, -por razones obvias. Pero si Skeeter está decidida a emparejarme con todas las chicas con las que apenas hablo, bueno, al menos puedo corregirla en eso. Entonces, con suerte, nadie recibirá más pus de bubotuber en el correo-. No había visto a Hermione desde el incidente, aunque le habían asegurado que estaba fuera del ala del hospital.

-Harry, eso es... ¿estás seguro?-.

-Seguro que sale a la luz- jeje -tarde o temprano. Al menos así puedo controlar lo que se dice de mí. Hacerlo en mis términos-. No estaba ciego; a pesar de lo que decía George sobre que el mundo de los magos lo aceptaba, no había mucha gente fuera y orgullosa en Hogwarts. La gente seguía hablando de que George y Boris iban juntos al baile. Ya sea por las actitudes muggles que influyen en todo el mundo, o por otra cosa... si iba a hacer ruido en los medios, prefería que fuera con la verdad que con las mentiras de Skeeter.

-Vaya. Bueno, siempre que sea tu decisión-. Neville chocó sus hombros en señal de apoyo. -Me tienes en tu rincón. Y a todos los demás también. Además, si alguien es horrible contigo al respecto, siempre puedes poner a los gemelos en su contra-. Harry sonrió ante eso; Fred y George estarían sin duda encantados de corregir algunos puntos de vista si Harry se lo pedía.

Luna consiguió avisarle con tres días de antelación de la publicación del artículo, y Harry decidió que probablemente debería avisar a algunas personas con antelación. Se lo dijo a Draco primero, en la primera oportunidad que tuvieron de estar juntos a solas. El Slytherin se quedó boquiabierto. -¿Estás seguro?-.

-Un poco tarde ahora si no lo estoy, ¿no?-, dijo con ironía, aunque sabía que el padre de Luna sacaría el artículo en un santiamén si Harry decía que había cambiado de opinión. -Estoy seguro. La gente querrá saberlo en algún momento, y me niego a ocultar una parte tan importante de lo que soy. Es que... me imaginaba mi vida si no decía nada, escuchando a la gente en los periódicos especular sobre la chica con la que salía, que la gente me preguntara cuándo iba a tener novia, o si me gustaba esta chica o la otra, y me parecía... horrible. Tengo que fingir muchas cosas, Draco. No voy a fingir sobre esto-.

Draco lo miró fijamente durante un largo momento, luego se inclinó y besó a Harry sin aliento. -Noble y atractivo bastardo-, murmuró cuando finalmente se separaron, con los ojos plateados bailando. -Serás un modelo a seguir, ya sabes. No ha habido un mago gay de tu categoría social desde que Dumbledore salió del armario-.

-¿Dumbledore es gay?- Preguntó Harry.

-Sí, pero esa no es la cuestión. No salió del armario hasta que fue lo suficientemente mayor como para que nadie quisiera especular sobre su vida sexual. Tú tienes catorce años, eres joven, guapo, tienes toda la vida por delante y estás en el punto de mira del público. Va a ser enorme-.

-Sí, tal vez. Pero estoy acostumbrado a que los periódicos hablen mal de mí. Tendré a la gente que importa de mi ladolado-. Harry dejó caer un beso en los labios de Draco, sonriendo. -Te tendré de mi lado-.

Eso hizo que Draco se pusiera un poco rosa, una sonrisa reticente se apoderó de él. -No puedo dejar que lo hagas tú solo. Apenas eres civilizado-.

Harry se rió. -Al menos ahora tienes una pequeña advertencia; mucho tiempo para pensar en algún comentario sarcástico que hacer. Preferiblemente uno que sea un poco mejor que insultar mis habilidades para besar-, se burló, viendo cómo el rubor de Draco aumentaba.

-Estaba pensando sobre la marcha, ¿de acuerdo? Incluso en mi peor momento, estoy por encima de insultar a la gente por cualquier promiscuidad percibida-. Draco miró acaloradamente. -No me dio muchas opciones-.

Sonriendo, Harry pasó una mano por el pelo de Draco. Pensó que era dulce que, incluso cuando pretendía ser el Príncipe de Hielo de Slytherin, se negara a llamar putas a Ginny o Hermione. -Bueno, estaré encantado de recibir lecciones de besos de ti cualquier día-, dibujó, deslizándose en el regazo de Draco. -Si crees que necesito mejorar-.

"Siempre se puede mejorar", insistió Draco, deslizando la mano hacia abajo para agarrar el culo de Harry.

No hablaron más del artículo, después de eso.

Se lo dijo a los herederos en medio de una reunión, para distraerlos de una discusión sobre matrimonios concertados. Inmediatamente se hizo el silencio.

-Bueno-, dijo finalmente Susan. -Eso explica muchas cosas-.

Harry resopló. -Gracias, creo-.

-Esa es una jugada tan de Gryffindor-, añadió Cassius, aunque si Harry no se equivocaba el Slytherin en realidad sonaba algo impresionado.

-Es un Gryffindor-, suspiró Draco, como si se tratara de una especie de desafortunado problema médico.

-¿Arrastras a algún chico desafortunado a la palestra contigo, o?- Los ojos de Parvati brillaban con la posibilidad de un buen chisme, pero Harry negó con la cabeza.

-No, sólo yo. Cualquier persona con la que pueda o no estar involucrado no merece estar atrapado en el lío que es mi vida personal. No todo el mundo puede ser tan público como yo-.

-Esa es una forma muy indirecta de admitir que estás saliendo con alguien que el público no aprobaría-, dijo Daphne. Harry se sonrojó.

-Sin comentarios-, graznó. Varias personas se rieron.

-Da igual, no es asunto nuestro. Enhorabuena, supongo. ¿Es algo apropiado para decir cuando alguien sale del armario?- Anthony parecía inseguro.

-¿Te apoyamos? No lo sé-. Sullivan negó con la cabeza, encogiéndose de hombros. -Mientras seas feliz. Y mientras Rita Skeeter esté furiosa-.

-Ese es el plan, sí-, aceptó Harry.

Por último, pero no por ello menos importante, Harry reunió a un pequeño grupo de personas en la Torre de Gryffindor la noche anterior a la publicación del artículo, más nervioso de lo que había estado con cualquiera de los otros. Había algunas personas en el grupo a las que ya se lo había contado, y le ofrecieron sonrisas de apoyo.

-Oye, entonces, intentaré hacer esto rápido-, comenzó Harry, con la rodilla rebotando ansiosamente. -Sólo quería poneros al corriente de algo que va a ocurrir mañana, ya que si alguien puede recibir preguntas, seran ustedes-. Miró las caras reunidas: sus compañeros de dormitorio, tres de las cinco chicas de su curso, Ginny, los gemelos y el resto del equipo de quidditch. Sus amigos. Ellos no lo juzgarían por esto. -Skeeter ha estado escribiendo un montón de basura sobre mí últimamente -(y sobre gente cercana a mí)-, así que pensé en devolver el golpe con algo verdadero por una vez. He escrito un artículo para el Quisquilloso, saldrá por la mañana. Y... yo también, supongo-.

Los dos gemelos le miraron sorprendidos. -¿De verdad? ¿A todo el mundo?- preguntó George.

-Sí. Mejor eso que tenerlo rondando por la cabeza, preguntándome cuándo alguien se enterará y se lo contará a todo el mundo. Al menos así se acaba y todo el mundo lo sabe-. Cuanto más hablaba de ello con los demás, más seguro estaba Harry de su decisión. No quería tener que salir del armario una y otra vez durante el resto de su vida. Estaba en la posición de poder decir algo y que casi todos en el mundo mágico lo escucharan; bien podía decir lo que quería.

-Eres muy valiente, Harry-, dijo Lavender, apoyándolo, y acercándose a él para darle una palmadita en la rodilla.

-No lo entiendo-, dijo Ron, frunciendo el ceño. -¿Qué va a decir el artículo?-.

Harry resistió el impulso de poner los ojos en blanco, preguntándose si Ron estaba siendo obtuso a propósito. -Dirá que soy gay, Ron-, dijo, contento de que su voz ni siquiera temblara. -He escrito un artículo en el Quisquilloso para decirle a todo el mundo que el artículo de Skeeter es una mierda porque ni siquiera me gustan las chicas-.

Ron soltó una risita que sonó forzada. -Eso es un poco drástico, sólo para quitártela de encima, ¿no? Invéntate una novia o algo así. Que piense que estás saliendo con Ginny. Sólo porque no quieres decirle quién es tu verdadera novia-.

Harry lanzó una mirada exasperada hacia el cielo. Ginny puso la cabeza entre las manos con desesperación. -No tengo novia. No estoy escribiendo el artículo para quitarme a Skeeter de encima: estoy escribiendo el artículo porque soy gay y la gente bien podría saberlo, si es que van a inventarse cosas sobre mí-.

Ron se puso pálido, luego muy rojo y después un poco verde. -¿Qué? Pero... ¡hemos vivido juntos durante años! Eso es... no puedes ser...-

-Dime, hermanito, por qué Harry no puede ser gay-, preguntó George, con un tono gélido. Ron se puso aún más verde.

-Sólo quise decir... que él no es así, ¿sabes? Todo...-

-¿Todo qué, exactamente?- La voz de George se volvió más fría. -Recuerda con quién estás hablando, Ronnikins-. A Ron le pareció que su hermano había ido al Baile de Yule con otro chico, y dejó escapar un pequeño y silencioso "meep".

-No te preocupes, no te he estado espiando mientras te cambiabas-, dijo Harry poniendo los ojos en blanco. Por supuesto que Ron tendría un problema con eso. -No eres mi tipo-. Eso hizo que George sonriera.

-Si tienes un problema con Harry, tienes un problema con nosotros-, dijo Dean, señalándose a sí mismo y a Seamus. -Nos gustan los chicos y las chicas. Pero tú tampoco eres de los nuestros, Ron-, añadió secamente.

-Bienvenido al club, Harry-, añadió Seamus alegremente, guiñando un ojo.

-Pero yo... pero tú...- Ron no parecía saber qué decir, y Harry no quería quedarse para ver cualquier horrible revoltijo de palabras que saliera de su boca.

-No estoy aquí para discutir con nadie. Sólo pensé que te gustaría saberlo antes de que salga el artículo por la mañana. Ahora me voy a acostar. Así que, gracias, supongo-. Harry se puso en pie, y cuando lo hizo, acabó envuelto en un abrazo entre los tres perseguidores de Gryffindor.

-Estamos orgullosos de ti, Harry-, dijo Katie con una sonrisa, dándole un beso en la mejilla. Harry les sonrió.

-Esto es gracias a mí, ¿verdad?-. Se volvió al oír la voz, encontrándose con la mirada triste de Hermione. Sus manos aún estaban un poco en carne viva por el crecimiento de la piel. -Por todo el correo de odio que recibí-.

-No del todo-, insistió Harry. -Sólo quiero que Skeeter sepa que no puede intimidarme a mí ni a mis amigos. Haré las cosas en mis términos, a mi manera, y ella puede callarse. Pero sí, será bueno que tú y Ginny dejen de recibir correos de odio-. El labio inferior de Hermione empezó a tambalearse, y Harry suspiró. -Estoy haciendo esto por mí, Hermione. No voy a esperar a que me obliguen a salir cada vez que alguien quiera que la opinión pública sobre mí reciba un golpe. Es mejor acabar con esto ahora-.

Ella lo miró fijamente durante un largo momento, y luego asintió. -Siempre que sea en tus propios términos-.

Harry se dio la vuelta para dirigirse a los dormitorios, y por el sonido de la carne chocando con la carne detrás de él, Ron había conseguido finalmente soltar una frase. Harry siguió caminando; George lo tenía controlado. No era su problema.

Bajó a desayunar con Neville a un lado y George al otro, Fred y Ginny siguiéndole de cerca. Ron, una vez más, no le dirigía la palabra, y Hermione no parecía saber qué hacer con todo aquello, pero Harry seguía sin darle importancia.

Luna lo saludó desde la mesa de Ravenclaw, y él le devolvió el saludo, sin dejar de agachar la cabeza. Una lechuza desconocida voló hacia él con el correo de la mañana, con una revista enrollada en la pata. A Harry se le revolvió el estómago como si estuviera haciendo una finta de Wronski. La portada tenía un dibujo de una especie de extraña criatura con cuernos, pero también tenía en negrita las palabras "Artículo exclusivo de Harry Potter, página 7".

Harry hojeó la página 7 y se olvidó de respirar mientras ojeaba el artículo.

Harry Potter: El corazón del asunto

Desde que era un bebé, he estado en el ojo público. La mayor parte de esa atención se debe a un acontecimiento que apenas recuerdo. Pero me ha dado fama, y por desgracia ya no puedo hacer nada al respecto. Cuanto mayor me hago, más gente quiere saber de mi vida, y más gente decide inventarse sus propios hechos cuando me niego a darles lo que quieren.

Ser adolescente ya es bastante difícil sin que los periodistas vigilen todos tus movimientos. Supongo que todos han sido adolescentes alguna vez; recordan cómo es. Es difícil descubrirse a uno mismo, y aún más cuando sientes que no puedes ni respirar sin salir en la portada. Pero a medida que me hago mayor, hay algo que me resulta extraordinariamente claro, y me parece poco sincero mantenerlo en secreto cuando a tanta gente parece importarle mi vida amorosa. No sé por qué; te prometo que no es tan interesante.

Soy gay.

No salgo con Hermione Granger, ni con Ginny Weasley, ni con ninguna otra chica con la que los rumores hayan querido relacionarme. No salgo con ninguna chica, y no lo haré nunca. Comprendo que se dé por sentado que los chicos saldrán con chicas, pero seamos sinceros: nunca me he decantado por la opción por defecto.

Sé que mucha gente pensará que estoy confundido, o que lo hago para llamar la atención, pero no podrían estar más lejos de la realidad. Lo hago para que la gente me deje en paz. Para que se den cuenta de que soy un chico de catorce años más, al que casualmente le gustan otros chicos, y sigan con sus vidas. No quiero que esta información se use en mi contra o en contra de alguien que me importa, y un día, cuando esté listo para decirle al mundo que me importa mucho alguien, no quiero que sea una sorpresa que ese alguien sea hombre.

No debería ser un gran problema. El amor es la magia más fuerte del mundo, y no debería importar entre quién está.

Me encantaría que no hubiera artículos sobre mí en el periódico, o en las revistas, pero eso no parece posible. Así que he pensado en dar este directamente de la fuente, para que al menos en algún sitio se publique la verdad. Que te guste o no, no es asunto mío.

Harry no pudo evitar sonreír al terminar de leer; era exactamente como lo había escrito. Ginny le sonrió, leyendo por encima del hombro de George. -Es perfecto, Harry-, aseguró en voz baja. Neville tarareó de acuerdo al otro lado de Harry.

-Estoy orgulloso de ti, chico-, murmuró George, dejando caer un beso en la sien de Harry.

No había mucha gente en el colegio que estuviera suscrita al Quisquilloso, pero eso no importaba; bastaba con que circularan unos cuantos ejemplares para que se corriera la voz. El ejemplar de Harry llegó a la mitad de la mesa de Gryffindor antes de que Susan lo mellara, le diera un pulgar hacia arriba y se lo pasara a Ernie y Hannah. Harry pudo ver al menos tres copias en la mesa de Ravenclaw, y dos más en la de Slytherin.

Todos cuchicheaban, pero nadie se burlaba. Todavía no.

Harry miró hacia la mesa del personal, divertido al ver que un ejemplar del Quisquilloso pasaba de Sprout a McGonagall. Su mirada se posó en Dumbledore y su sonrisa se amplió. El hombre parecía furioso. Lo disimulaba bien, pero era evidente que no estaba impresionado. Harry no entendía muy bien por qué, pero se alegraba de ser responsable de cualquier cosa que hiciera enfadar al director.

En un día, todo el mundo en la escuela había leído el artículo del Quisquilloso. Al cabo de dos días, parecía que todo el mundo en la Gran Bretaña mágica lo había leído. Harry tenía ojos que lo seguían a todas partes, lo cual no era muy diferente de un día normal, excepto porque algunos de esos ojos se habían vuelto especulativos. De repente, los chicos con los que nunca había hablado antes le paraban en los pasillos, felicitándole por el artículo, o por su camisa, o por su pelo. Hizo falta que Neville se lo señalara para que Harry se diera cuenta de que estaban coqueteando con él. Era peor que cuando se había anunciado el Baile de Yule.

-Papá dice que hemos vendido más números de este Quisquilloso que de cualquier otro en el pasado-, le dijo Luna un mediodía, sonriendo soñadoramente. -Supongo que el artículo sobre los Blibbering Humdingers es muy popular-.

-Oh, definitivamente-, convino Harry, reprimiendo una risa. -Me alegro de que le vaya bien, Luna. Gracias de nuevo por publicarlo-.

-La verdad es una herramienta importante-, dijo Luna, y luego se alejó. Harry la vio irse, preguntándose si alguna vez la entendería. Lo dudaba.

Sinceramente, Harry había esperado un poco más de resistencia por parte de sus compañeros. Se esperaba el aluvión de lechuzas que lo recibía cada mañana -las cartas de apoyo entre el odio eran en realidad una agradable sorpresa-, pero hasta ahora, ninguno de los otros estudiantes se había atrevido a ser abiertamente grosero o burlón con su sexualidad. Tal vez porque había suficientes personas en posiciones de poder que no eran heterosexuales como para que el resto mantuviera la boca cerrada. Draco se había topado con él de camino a Cuidado de Criaturas Mágicas la mañana en que se publicó el artículo, simplemente murmurando un "buen artículo, Potter" y alejándose. Era lo más parecido a una muestra pública de apoyo por parte del rubio, y Harry lo agradecía. Aunque en privado, Draco no estaba tan entusiasmado con todo el asunto.

-No me gusta cómo te miraba ese Ravenclaw de sexto año en la comida-, dijo con el ceño fruncido la primera vez que Harry lo tuvo a solas. -O ese chico de Hufflepuff del año inferior-.

-No me interesan-, señaló Harry, besando la mirada malhumorada del rubio. -Por alguna razón olvidada por Dios, me he unido a ti, y pienso seguir así. No importa cuántos tipos me miren a la hora de comer-. No pudo evitar sonreír, encontrando adorables los celos de Draco. Eso sólo hizo que Draco frunciera más el ceño.

-¡Pero creen que tienen una oportunidad!- replicó Draco. -En ninguna parte de ese artículo dijiste que no estabas soltero. Todo lo que saben es que estás fuera y que buscas a alguien para decirle al mundo que te importa mucho-.

-¿Qué querías que dijera? 'Oh, por cierto, estoy saliendo con ese rubio imbécil de Slytherin, pero guardadlo para ustedes porque si su padre se entera estaremos los dos muertos'-, señaló Harry un poco más agudo de lo que pretendía. Draco se estremeció y luego suspiró, con lo que su enfado se desvaneció.

-Sé que no podrías-, murmuró, inclinándose para presionar su frente contra la de Harry. -Sólo odio que la gente no sepa que eres mío-.

-Sé que soy tuyo-, le aseguró Harry. -Y tú sabes que soy tuyo. Eso es lo único que importa-. Tiró del chico más alto para darle un beso. -Tú también eres mío. Lo sabes, ¿verdad?-.

-Lo sé-, prometió Draco. -Para mi infinita sorpresa, no lo querría de otra manera-.

El corazón de Harry latía con fuerza en su pecho, y sabía que era demasiado pronto para tener la clase de sentimientos que estaba teniendo, no llevaban ni seis meses juntos, pero no podía evitarlo. Estaba metido en un lío, y lo sabía.

Sólo esperaba que Draco estuviera a su lado.

Una de las personas a las que Harry no le habló del artículo hasta que ya había salido a la luz fue Sirius; lo llamó un par de días después de que se publicara el Quisquilloso, y por la mirada de su padrino pudo saber que ya lo había visto. Harry se preguntó si Snape se lo había pasado, o si Remus lo había visto en otro lugar. Sabía que Sirius no tenía una suscripción.

-Esa es una forma de hacerlo-, declaró el animago, sonriendo. -Muy bien escrito, cachorro. Moony y yo estamos muy orgullosos de ti. Snape también, pero no lo dirá nunca. Tienes que interpretar más o menos las cejas y el sarcasmo; últimamente se me da mucho mejor-. Harry se rió, sacudiendo la cabeza.

-Gracias, Pads. Siento no haberte avisado antes-. No había sentido la necesidad de hacerlo, sinceramente, ya que Sirius ya sabía que era gay.

-Está bien. Me sorprendió un poco que Severus lo trajera anoche, pero no te culpo por hacerlo. Hará callar a Rita Skeeter-. Sirius parecía encantado con eso. -¿Cómo va todo en el colegio?-.

Harry le contó cómo habían ido las cosas desde que salió el artículo, incluyendo los celos de Draco. -Parece que piensa que voy a dejarlo desde que hay todos esos chicos que quieren salir conmigo ahora que saben que voy por su lado. Como si fuera a mirar dos veces a alguno de ellos cuando lo tengo a él-. Sacudió la cabeza con exasperación.

-No es su culpa que no haya podido ver lo tonto que eras para él antes de decidir besarte-, se burló Sirius. -No sabe que ahora está atrapado contigo-.

-Intenté decírselo-, insistió Harry patéticamente. Hizo una pausa, mordiéndose el labio. -Sirius, ¿estoy yendo demasiado rápido con Draco? No... no físicamente-, se apresuró a aclarar, sintiendo que sus mejillas se calentaban. -Pero sólo han pasado unos meses y ya me importa mucho más de lo que creo que debería. Como... como sentimientos de amor, ¿tal vez? Realmente no lo sé. No sé cómo se supone que se siente el amor-. No había tenido mucho de eso en su vida.

Sirius suspiró, aunque sus ojos eran cariñosos. -Probablemente sea mejor que hables con Moony sobre esto, cachorro; nunca he estado realmente enamorado. Pero por lo que tengo entendido, ocurre cuando ocurre y lo mejor es dejarlo pasar. Merlín, Remus se enamoró de Snape a los doce años, aunque le costara unos cuantos años admitirlo. Tu padre se enamoró de Lily en cuanto la vio, cuando tenían once años. No voy a sentarme aquí y decirte que eres demasiado joven para amar a Draco-.

-¿Pero qué pasa si se lo digo y él no siente lo mismo? ¿O sucede algo y resulta que no es amor después de todo y termino arruinando todo?-.

-Creo que es seguro decir que estás al menos un poco enamorada de él-, dijo Sirius suavemente, sonriendo. -¡Y eso está bien! Está muy bien, incluso. Que se lo digas o no depende de ti, pero permítete sentir tus sentimientos como sea que te lleguen. Eres joven, claro, pero eso no significa que no puedas sentir estas cosas con la misma intensidad que alguien que te dobla la edad. Y aunque me sorprenda decirlo, hay peores personas a las que entregar tu corazón que a Draco Malfoy-.

-Realmente creo que lo amo, Sirius-, susurró Harry, mirando las cortinas cerradas de su cama como si alguien estuviera a punto de arrancarlas y reírse de él.

-Entonces aférrate a él y no lo sueltes-, dijo Sirius con firmeza. -Algunas personas necesitan pasar por unas cuantas personas antes de encontrar a la que encaja. Otros tienen la suerte de encontrar al que encaja en el primer intento. Hazlo tú, cachorro; mientras se sienta bien, sigue adelante-.

Harry pensó en Ginny, coqueteando con chicos de Ravenclaw al azar porque estaba demasiado asustada de la profundidad de sus sentimientos por Neville. Harry se negaba a ser así. Tenía a Draco, y no iba a renunciar a eso por nada, aunque sus sentimientos le aterraran.

-Gracias, Pads-, dijo en voz baja, sonriendo. Sirius le devolvió la sonrisa.

-Para eso estoy aquí, chico-. Hizo una pausa entonces, parecía un poco más serio. -Severus dijo que Dumbledore no parecía emocionado por el artículo-.

-No le impresionó, no-, confirmó Harry. -En realidad era bastante divertido. Aunque no sé cuál es su problema; Draco dijo que también es gay, así que no puede ser eso-.

-Probablemente no esperaba que tomaras la iniciativa de esa manera-, señaló Sirius. -Se supone que el encantamiento de Compulsión no te hace ser impulsivo de esa manera-.

-Sólo en las formas que puede controlar-, dijo Harry con el ceño fruncido. -Bueno, no me arrepiento de haberlo hecho. Tendré que ver si intenta volver a lanzarme el encantamiento-. Le dirigió a su padrino una mirada pensativa. -¿Debería hacer que las cosas se retuerzan un poco? ¿Intentar jugar con él, para que no sospeche? O crees que es un poco tarde para eso-.

-Creo que ese barco ya ha zarpado, cachorro-, coincidió Sirius con sequedad. -Y para ser sincero, creo que deberías empezar a hacer los preparativos para que todo se hunda. No sé cuánto tiempo te va a funcionar hacerte el tonto-.

No era nada que Harry no hubiera pensado por sí mismo, pero aún así hizo que su estómago se retorciera ansiosamente.

-Snape dice que debería aguantar hasta final de curso-, dijo. Sirius tarareó.

-Creo que si puedes lograrlo, eso sería ciertamente ideal. Ya sólo quedan un par de meses. Pero tarde o temprano se dará cuenta de que estás lanzando su encanto a propósito, y entonces será cuestión de tiempo que se entere de que has perdido el bloqueo-.

-Si consigo llegar a quinto año, será un milagro-, aceptó Harry con amargura. -Sé que se acerca, Sirius. Espero no tener que lidiar con ello durante un tiempo, pero soy consciente de que puede ocurrir en cualquier momento-. Le gustaría estar un poco más cerca de poder reclamar su puesto en el Wizengamot antes de tener que desenmascarar a Dumbledore como el viejo manipulador que era, pero las cosas rara vez jugaban a favor de Harry.

-Sólo ten cuidado, cachorro-, dijo Sirius. -Tienes un buen grupo a tu alrededor, pero eso no servirá de nada si Dumbledore llega a ti primero-.

-Lo sé. Lo haré-, prometió Harry. -Sólo quiero concentrarme en pasar el torneo ahora mismo-.

Ya tenía bastante con lo suyo sin añadir a Dumbledore a la mezcla.

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