Tú, Yo y El Mal

By MabelPazAvalos

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Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... More

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 9 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 11 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 23 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 25 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 30 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 36 •
• CAPÍTULO 37 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 40 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 49 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 53 •
• CAPÍTULO 54 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 58 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 80 •

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By MabelPazAvalos

Ruggero Pasquarelli

Por casi un año fue un sueño para mi el volver a tenerla en mis brazos. El volver poder besarla y el volver a sentirme completo y satisfecho en la vida.
Pero nunca creí que Karol regresaría así de cambiada.

—Usted me va a explicar ahora mismo lo que le sucede a Karol con sus ataques de celos —acorralo a su psiquiatra en la cocina estando solos—Hable ahora.

La señora suspira como si se viera venir mi pregunta desde hace tiempo.

—Hable. Ya.

—Usted le hizo mucho daño a la señorita Karol.

—Ahorremos esa charla donde me acusa mis crímenes que ya se, he leído su expediente, ahora hable o la haré hablar.

—Si no me va a dejar terminar, mejor máteme —rueda los ojos, maldita igualada—Usted le hizo mucho daño. Ya todos sabemos lo que le provocó el encierro, la muerte de su abuela, y más cosas que tengo prohibido decir —se alza de hombros—Los daños que usted le provocó fueron al orgullo, así como daños físicos y mentales.
Jamás creí que habría otra persona peor que usted, digo, ¡La encerró y la torturó! —hace una pausa—Pero me he equivocado, porque hubo otra persona que le hizo más daño. Y ese fue Harry.

—¿Moore?

—El de él no fue daño fisco ni psicológico, fue más bien daño al corazón. No me sorprende que se haya ido a matar a personas en este mes que pasó, ella solamente quería desahogar sus penas.

—No entiendo a dónde va todo esto.

—Verá, como el daño que siente ahora Karol es a causa de un corazón roto, ahora se refugiará en usted y en sus brazos.

—Sigo sin entender.

—Harry la traicionó. El que usted le diga a ella que la ama le gusta, la alimenta por dentro. Harry también la ama, pero cuando Karol intentó hacer un trato con él hace unos días para dejar de matar a personas, él cometió el error de insultarla y prácticamente decirle que estaba loca por, ya sabe, su enfermedad.
La traición, más el insulto, la ha destrozado.

—¡Explíquese bien!

—¡Si Karol se siente amada con usted, no lo querrá perder! —me grita, igualada—Sólo busca amor, busca atención, busca ser la única de sus ojos para que su amor no se vaya como siente que se le fue el amor a Harry. Karol quiere ser la única para usted.

—Espere, ¿habla de que Karol... depende de mi?

Se ríe.

—Karol no depende de nadie. Probablemente si usted la hace a un lado ella regrese a lo que sucedió este mes. A matar, drogarse, fumar, alcoholizarse y hacer todas esas cosas. O tal vez peor, porque serían dos corazones rotos.

—¿Dos corazones rotos? —sonrío—¿Eso quiere decir que Karol me quiere?

—Yo no diría...

—¡Claro! ¡Por eso me cela! ¡Porque me quiere!

—Creo que no me estás entendiendo.

—¡Lo hago! ¡Entendí a la perfección!

—No señor —me detiene antes de que me vaya—No es motivo de que sonría y se alegre. Karol puede ser peligrosa. Ya mató a su hija, hirió a la que portaba la cría y hará más cosas con tal de ella ser la única para usted. Una persona celosa y posesiva es tolerable, pero Karol Sevilla siendo celosa y posesiva ya es otra cosa. Hablo de que conociéndola, cualquier situación que ella se sienta asechada, pondrá manos a la obra para impedirlo. Hablamos de que usted ahora no tiene a nadie más. No existe otra mujer. No existe nada para usted más que ella.

—¿Cómo es que usted está tan segura?

—Ayer yo noté que ella marcaba posesión con usted al sujetarlo de la pierna mientras conducía.

—¿Y?

—Y eso es malo. También noté que asesinaba con la mirada a toda aquella que lo mirase a usted.
Pero como lo digo, si usted la deja, ella no andará tras de usted porque ella no es así. Ella se irá, y se vengará como lo está haciendo con Harry —trago saliva, ¿esto me tiene que dar miedo?

—No hay nada de qué preocuparse. He luchado ya mucho por ella como para dejarla así de fácil.

—Eso espero, porque es por el bien de ambos.

Asiento, dándole las gracias y yéndome de ahí.
Voy a la recámara nuevamente pero ya no está.
Quiero salir a buscarla pero me asusta cuando entra sin haberla escuchado.

—¿Dónde estabas?

—Fui a hacer ejercicio.

—Me lo supuse. Quise ir a hacer contigo pero no te vi, así que no estabas ahí. ¿Dónde estabas?

—Terminé antes y me comí una manzana —mierda, la señora igualada tiene razón—¿Tú ya acabaste tu rutina?

—Si. Por cierto, quería hablar contigo acerca de Lily y Simón.

—No quiero saber nada.

—Solamente digo que si no la dejas verlo, tal vez se escape para encontrarse con él —pasa de largo—Sería mejor opción que la dejaras seguir con lo suyo pero con tu supervisión y autorización.

—¿Crees que se escape si no la dejo?

—Yo lo haría —mira a la nada—Yo lo hice. Por Derek. Maldito hijo de puta.

—Vale, creo que tienes razón. Odiaría la idea de que se escapara a escondidas y aunque quiera, no lo puedo matar. Jamás me lo perdonaría —suspiro—Maldita sea, es que no la puedo ver con un tipo que fue como mi hermano. Bueno, lo sigo viendo como mi hermano, eso me enferma.

—Confía en ella, Lily es muy madura para la edad que tiene. Sino sólo recuerda cómo ayudó a Simón cuando le disparaste, fue rápida y supo hacer lo correcto. Sin dejar de llorar, pero lo hizo.

—Tienes razón —desvío la mirada—Será mejor que tenga una charla seria con Scott.

—¡Estupendo!

Ya bañados y cambiados nos dirigimos a almorzar nuevamente en el jardín. Pero ahora había pedido estrictamente que las niñas bajaran a comer con nosotros.
La mesa está en silencio, es muy incómodo, bueno, excepto con Karol que parece no importarle nada.

Me aclaro la garganta para que me volteen a ver.

—Lily. Estuve hablando con Karol y llegamos a la conclusión de que, quiero que le hables a Simón para tener una charla con él.

—¿Lo matarás? —miro a Karol. Niega con la cabeza para que diga que no, y así lo hago.

—¿No? Digo, no. No lo mataré. Simón es ¿mi amigo? Bueno, no tengo idea de lo que Scott es de mi pero no lo mataré porque tú no quieres que lo haga.
Lamento haberle disparado, dos veces, bueno no lo lamento porque apenas lo rocé.
Al punto que quiero llevar es que lo llames para que venga a casa a las dos en punto. No quiero que llegue ni un minuto más ni uno menos. En dado caso de que eso ocurra probablemente tenga consecuencias.

—¿Estás seguro que no lo matarás? —me pregunta Madison. Parece dudosa a mis palabras.

—No lo mataré, lo prometo.

—Bien, le llamaré al acabar el almuerzo para que venga.

Asiento, volteando a ver a Karol que me sonríe orgullosa. También le sonrío.
Esto de ser padre es complicado, antes no me importaba tanto lo que hicieran las niñas Brooks porque me decía a mi mismo que a fin de cuentas no eran mis hijas. Pero ahora si lo son. Ahora tengo que tener cuidado con ellas y... esperen, me pregunto si Karol se sentirá amenazada por ellas por mi atención como lo dijo la señora Carmen.

Karol parece tenerles cariño, pero Carmen dijo que no me confiara y que cualquier situación que ella se sienta amenazada pondrá manos a la obra.
¿Odiará que les preste atención a Madison y Lily?

Creo que esto va a ser más difícil de lo que creí.

*•*•*•*•*•*•*•*

Trabajé un rato en mi oficina, Karol no hacía nada más que ver revistas de ropa sentada en el sofá frente a mi.
Me gustaba levantar la vista para verla, todavía no podía creer que la tuviera de vuelta a mi.

»Todo lo que hago tiene un propósito« Por eso no me arrepiento de nada de lo que hice.
O bueno, todavía hay un asunto que quiero resolver y ese es el de Cooper, el maldito hijo de puta que la violó.
Ya está muerto, si, pero su familia no lo está y tiene que pagar sus consecuencias de haberse metido con la mujer del rey.

—Señor, el joven Scott ha llegado.

—Gracias Amelia, voy en un momento.

—Si señor.

Karol se adelanta a venir conmigo, antes de poder pararme esta se me pone en las piernas para abrazarme.
¿Cuándo la Karol del pasado haría esto?
Debe de ser por lo que tiene, tal vez una de sus facetas será el ser cariñosa conmigo.
¿Eso me gusta?

Besa mi mejilla. Si, esto me gusta mucho. Le sonrío.

—¿Por qué me das besos en la mejilla y no en los labios? —la beso yo—Eso me gusta más.

—Los besos en las mejillas significan cariño, aprecio, apoyo y más cosas.

—¿Me tienes cariño?

—Lo que te doy son besos de apoyo.

—Los tomaré creyendo que son por cariño —nos reímos—Creo que es el momento de ir. ¿Te gustaría acompañarme? Así vigilas que no mate a nadie.

—No creí que quisieras que fuera, es un asunto familiar tuyo.

Si, es familiar, pero debo de incluir a Karol en todo porque no quiero que se sienta excluida y amenazada por mis hijas y que les haga daño.
Pero a fin de cuentas no era un sacrificio lo que hacía, me gustaba tenerla cerca siempre y tal vez se encariñe con ellas y quiera darles su apellido también.

—Eres parte de mi familia, princesa. Ahora vamos.

—Vamos.

La besé antes de que se pudiera parar.
Creo que tengo una extraña obsesión con sus labios, cada que la veo quisiera estarla besando hasta agotarme lo cual sería nunca. Pero creo que me siento así porque la extrañé mucho.

Porto mi papel de padre serio y estricto cuando entro a un salón privado. Simón está de pie, con el ceño fruncido y parece que enojado por las ligeras lesiones que le provoqué.

»Ay, no aguanta nada«

—Simón, siéntate por favor —me obedece, Karol se sienta a mi lado y fulmino cuando Lily se sienta alado de Simón.

—¿Querías hablar?

—Si. Como sabrás, ella ahora es mi hija, porta mi apellido, lo cual hace que lo que has hecho sea más estúpido todavía —Karol toma mi pierna para que me tranquilice, ¿o es símbolo de posesión?—Antes que nada me gustaría saber cuántos es que llevan juntos.

—Cinco.

—Ah, vale, cinco días.

—No padre, cinco meses.

—¿¡Cinco meses...!? —de nuevo Karol me aprieta para que me controle. Respiro profundo—Vaya, si que me han visto la cara.

—Sabía que te enojarías, pero es que a mi me gusta mucho Simón, papá, estoy enamorada.

—¡No! ¿¡Cómo crees que estás enamorada de un tipo nueve años mayor que tú!? ¿Ya te ha contado todo lo que ha hecho? ¿Ya le contaste Simón? Tu deporte favorito era matar niños, esconder bombas y hacer desastres públicos. ¿Ya le contaste eso a una niña?

—Vale vale vale —dice Karol—Si nos ponemos a ver el historial criminal de todos, aquí no salimos por días —me suelta—Dinos Simón, ¿tú sientes lo mismo por Lily? ¿La "amas"?

—Si —la respuesta le sorprende incluso a ella que está a su lado—Me gusta estar con Lily, sabía que me estaba metiendo en terreno peligroso pero como quiera lo hice porque si, creo que, me gusta mucho.

Lo fulmino.
Okay, okay, ¿dónde está mi pistola cuando la necesito?

Simón y yo nos fulminamos por segundos, o tal vez más de un minuto, no lo sé.
Tenía que ser fuerte para decir lo que diría.

—No seré el tipo de padre que prohíbe a sus hijas tener novio —me aclaro la garganta—Si ella te quiere con eso me basta. Así que aceptaré su noviazgo con simples condiciones.

—Te escuchamos.

—Simón. De ahora en adelante cuando quieras venir aquí a Virginia, ya sea por cosa de trabajo o lo que sea. Queda totalmente prohibido tu hospedaje aquí en mi casa.

—¡Papá!

—No podrás quedarte aquí, nunca, jamás.
Vas a ser un novio normal, nada de andarse escondiendo ni escapándose. Vas a venir por ella a la casa si quieres verla. Lily me tendrá que pedir permiso si quieren salir a, citas, así como me pide permiso para salir con amigas. Ya depende de mi si le concedo el permiso. Si se porta bien, o si no.

—Eso suena bien —Lily me sonríe al igual que Karol.

—¿Algo más, suegro? —¡maldito infeliz!

—Si yerno —lo reto—Todo eso pasará, si yo apruebo que Simón es un buen candidato para ti, hija.

—No te entiendo padre.

—Scott tendrá que luchar conmigo —sonrío—Hoy, a golpes, y si veo que tiene las agallas pues bienvenido a la familia.

—¡Papá!

—No se me hace justo ni a mi, tiene dos heridas de roces de balas —Karol tiene un buen punto, pero no me importa.

—La decisión es tuya Simón. ¿Aceptas mis condiciones?

—Simón no es necesario...

—Ruggero, no estás siendo justo, tienes ventaja.

—Si, no estás siendo justo.

—Acepto Ruggero —sonrío—Hoy, pon la hora que quieras.

—Ocho de la noche.

—Estaré aquí a las ocho de la noche.

—Nos vemos en mi gimnasio, a puño limpio.

—¡Estás loco Ruggero! —me grita Lily pero no me importa. Me pongo de pie, les dedico una sonrisa victoriosa y salgo de ahí.

Karol viene alado mío.

—¿No crees que fuiste algo injusto?

—Simón si es digno de Lily, lo conozco de hace años, lo que no tiene de fuerza lo tiene de inteligencia y por eso estaba en mi élite —damos vuelta en un pasillo—Simplemente quise jugar con ellos por haberme ocultado lo que tenían desde hace meses.

—¿Entonces sí les darás permiso?

—No tengo de otra.

Volvemos a entrar a mi oficina, tomamos los mismos lugares que teníamos y de nuevo se pone a hojear sus revistas.

Me entretengo organizando cosas, dando órdenes a mis empleados y haciendo demás tareas pendientes.
Hasta que siento su mirada en mi.

—¿En qué te ayudo?

—Tengo todo cubierto princesa.

—Si, pero como reina de la mafia tengo que hacer algo.

»Reina de la mafia« sonrío.

—De hecho, pensaba en tomarme un descanso. Las niñas siguen de vacaciones y ahora que te tengo a ti sería buena idea respirar un poco.

—¿No quieres que te ayude? ¿Acaso no le quieres decir a la sociedad que he vuelto? —¿qué?—¿Tienes más amantes que no quieres que sepan sobre mi?

—No princesa, tú eres la única de mis ojos —sonríe—Y claro que me gustaría que todos se enterasen de tu regreso al trono, pero para hacerlo me gustaría hacer una gala como la vez que anuncié nuestro compromiso.

Un destello me da en los ojos. Su anillo. No se ha quitado el anillo que le dió Moore, el de su compromiso.
La miro de nuevo, me sigue sonriendo.

—¿Si hacemos una gala, bailarías conmigo?

—No me gusta bailar.

—Ya veo. Da igual, bailar no es tan divertido —miente, seguro que ella bailaba mucho con Harry.

No le respondo. Más bien porque no sé qué responder en estos casos. Se supone que ahora estamos saliendo ella y yo y que me debería de enfadar que siga usando su anillo con el que recuerda a su ex.
Pero no, porque a la vez la comprendo y sé que la ha estado pasando muy mal. Enterarse que el hombre que amas tenga una familia aparte es algo fuerte incluso para mi.



Las ocho de la noche llegó. Fui a ponerme ropa deportiva para encontrármelo en el gimnasio.
Pero no estaba. En cambio, estaba Madison con Agustín, Dalton, Ana y Sophia. Madison tenía un bote de palomitas y no me queda de otra más que rodar los ojos porque se lo toma a gracia.

—¿No tienen cosas mejores qué hacer? —gruño enfadado.

—¿Algo mejor que ver a Simón pelear por la mano de tu hija? No lo creo —Dalton se ríe consiguiendo que lo fulmine.

Estaba en espera de él, pero la que llegó fue Karol también vestida con ropa deportiva.
Sonrío con lujuria al recorrer su cuerpo con la mirada de pies a cabeza. Es tan sexy, todo le queda tan ajustado que moriría por quitarle la ropa.

Diablos, sólo hemos tenido sexo una vez desde que llegó y de pronto me dan ganas de tenerla a solas de nuevo.
Todavía recuerdo que apenas unas noches le hice el amor de una manera tan lenta que es extraño para los dos. A mi no me gusta ir lento. Pero quería disfrutar cada centímetro de ella y lo volvería a hacer una y mil veces porque la he extrañado mucho.

—Bonito atuendo.

—Simón está lastimado —se pone frente a mi—Es injusto que pelees contra alguien así.

—No me importa.

Lo veo entrar, y me enfurezco al ver que lo acompaña Lily de la mano.

—¿Por qué mejor no te metes con alguien de tu nivel? —volteo de nuevo a verla.

—No pienso pelear contigo.

—Qué lastima, porque yo si quiero.

Entonces, me lanza el primer puñetazo a la mejilla que me desconcentra por completo.

Todos exclamaron asombro cuando ven que me ha salido sangre a la primera.
Me toco la mejilla y la miro con diversión.

—No quiero golpearte Karol. La pelea es contra Simón.

—Golpéame, anda maldito infeliz.

—Karol... —susurra Lily.

—No te golpearé, princesa.

Me suelta otro golpe. No me defendí ni me protegí para el tercero ni para el cuarto.

—¡Defiéndete!

—No princesa.

Otro golpe.

—¿Por qué no?

—Porque no quiero. Contigo no. —sonríe con lujuria.

—Entonces lo tomaré como que yo te gané.

Cuando me suelta otro golpe, alcanzo a tomar su puño en el aire antes de que me dé en el rostro.
»Ella sabía que con eso me convencería«

—Yo no pierdo.

Le suelto un puñetazo.

Todos se quedan callados cuando Karol se cae porque le he dado fuerte.
Me mira desde el suelo todavía con aquella sonrisa de satisfacción y entonces dice:

—Como en los viejos tiempos rulitos.

Alguien pone una canción de fondo cuando Karol se levanta y ahora de verdad comienza una pelea a puño limpio entre ambos.
Ella tiene la ventaja contra mí porque sabe esquivar los movimientos y con su estatura es fácil pasarme de largo.

Me da duro en el pecho, yo le doy en sus costillas, ella me da uno en la barbilla y así nos la llevamos por un rato hasta que algo pasa.
»Le di muy fuerte en la nariz«

—Karol —tiene la cabeza agachada, sus manos están en su rostro como si quisiera llorar y la música se detuvo—Princesa, lo lamento, no medí mi fuerza. Déjame ver.

—¡Le rompiste la nariz! —me grita Ana y yo rezo porque eso sea mentira.

—Karol, déjame verte, vamos a que te vea un doctor.

Me acerco a ella. Pero me tomó desprevenido y ¡me tiró un puñetazo tan fuerte que me hizo caer al suelo! ¡Estaba fingiendo!

Me dolió, pero me reí al ver que se acercó a mi con aire de superioridad y me miraba desde la sima como si me hubiera ganado.

—Debí suponer que tú no lloras cuando te golpean.

—Gané.

—Oh, no lo creo.

Le hago una llave con los pies que la hacen caer con fuerza al suelo.
Intenta rodar pero soy más ágil y me le trepo encima sujetando sus muñecas encima de su cabeza y teniéndola agitada tan cerca de mi rostro.

Miro por el rabillo del ojo que ha llegado la señora Carmen, su psiquiatra, y que nos mira horrorizada.
Pero entonces, Karol se echa a reír tan fuerte como si su vida dependiera de eso.

—¿Qué le causa tanta risa a esta hermosa princesa?

—Dejaste mi rodilla libre.

—¿Qué?

Su rodilla se estampa contra mis costillas y rápidamente se abalanza con todas sus fuerzas para rodar y ahora ella quedar encima de mí a horcajadas.

Pero no me quise mover. En cambio, puse una mano en uno de sus glúteos y la otra fue a su cuello para agarrarla, acercarla a mi y besarla.

Beso que correspondió con ferocidad. Como si nadie nos estuviera mirando. Y eso me encantó.

—¡Para porno mejor lo veo en internet!

Las risas resuenan por el comentario de Dalton.
Karol y yo también nos reímos.
Se separó de mi, y se fue.

—Todo tuyo Simón, ahora ambos ya están lastimados.

Lily le sonríe a Karol como si fuera su heroína o como si fuese algún ejemplo a seguir.
Sinceramente, eso me conmovió.

Me pongo de pie, limpio mi sudor y sangre con una toalla y encaro a Simón que está ya puesto frente a mi.

—Espero que no juegues con mi hija, Scott. Porque sabes que soy capaz de ir por ti a media noche y hacer que cincuenta hombres te violen.

—Para nada, suegrito.

Sophia, Ana y Karol se carcajean por el apodo que me puso.
Volteo a ver a mi chica para sonreírle coqueto, y después estrellarle un puñetazo a Simón.
La pelea había comenzado.

—¡Dale bebé! —grita Lily—¡tú puedes!

—¡Vamos Ruggero! ¡Acábalo!

—¡Golpéalo Simón! ¡Golpéalo!

Los gritos se hicieron más fuertes entre el público.
Simón me dió el primer golpe que logré esquivar pero enseguida me dió otro que sí me dió en las costillas.

Le di uno, él a mi otro, y así nos fuimos con tantos golpes que me di cuenta que lo que tenía Simón era que era ágil al momento de hacerlo.
Yo era fuerte, pero él sabía esquivarme como Karol aunque él fuera mucho más alto que ella.

Los minutos pasaban lentos, él estaba más lastimado que yo porque lo de él siempre ha sido más lo de la ciencia que los golpes.

—¿Harás esto con todos los novios que tengan tus hijas?

—Si. Quiero asegurarme de que sean dignos de ellas.

—Yo lo soy, y lo sabes.

—No estoy tan seguro.

—Estuve en tu equipo de élite, Ruggero. Obviamente soy digno.

Le estrello un puñetazo en la cara para que se calle.
Le sonrío con superioridad y doy por finalizada la pelea porque cayó al suelo.

Lily corre tras él. Veo de nuevo a Karol alado de su psiquiatra. Me sonríe, camina a mi y con cuidado me da toquesillos con la toalla para limpiar la sangre.

—Lo hiciste bien. Te viste tan sexy.

—Yo me veo sexy con todo.

—Estoy de acuerdo contigo.

—Estaba pensando en cuando te me pusiste encima. Hiciste que se me hinchara la polla y no me gusta que me dejen así.

—Te daré lo que quieras —me besa—Si admites que te gané.

—Jamás.

—Entonces jamás me tendrás —intenta irse pero no la dejo. La tomo de su pequeña cintura y la apego a mi pecho con posesión.

—No juegues conmigo Karol.

—¿Ah, no?

—No.

—¿Qué harás al respecto?

—Amarrarte a la cama y azotarte con la palma de mi mano. Eso haré.

—Eso me encantaría. Pero me gusta más la idea donde tú estás amarrado y no yo. Y eres tú quien recibe azotes con mi mano.

Nos reímos por lo bajo.
Me le quedo mirando a los ojos así como ella a mi y por un momento me pierdo en el color verde.
Solos ella y yo, nadie más, eso es lo único que quiero para ser feliz en mi vida.

—¡Eso estuvo estupendo papá! —escucho gritar a Madison pero la ignoro—¡Le toca a Agustín!

¿Qué?

Levanto la mirada, Karol se carcajea y Agustín palidece.

—¡No, Ruggero yo...!

—¡Agustín Bernasconi!

...
¿Volví?
No lo creo, merezco un mes más de vacaciones:)

Mabel Paz

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