R E B O R N • Koisuru Boukun

By Uzuchia14

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Ahí estaba queriéndote a escondidas de una sociedad llena de prejuicios y tabúes, la misma sociedad que nos a... More

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🍀Un poco del mundo R E B O R N🍀
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T R E S

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By Uzuchia14

Entró a su casa recibido por el silencio junto al aire gélido en el ambiente. Observo a los lados sin divisar a nadie o siquiera oír algo que le advirtiera la presencia de otra persona, por lo cual no lo pensó dos veces y camino a las escaleras. Subió un peldaño, luego el otro y así avanzó hasta llegar al segundo piso. Caminó por el pasillo en dirección a su habitación, abrió la puerta y se adentró en está cerrando detrás de él. Su cama vacía y ordenada le llamo a acostarse sobre ella y rendirse ante el sueño, y así hizo, se acostó, solo que prefirió no dormir aún.

Decidió que sus ojos se perdieran entre nubes de arrebol en el cielo que predecía la próxima caída del sol, ahí, pensativo y con la mente volando entre las blancas nubes, fantaseó con la idea de una mera caricia por parte de ese hombre misterioso a sus ojos. Quería descubrirlo, escabullirse y escarbar en él para sacar al varón del que todos aseguraban, había desaparecido en el momento que puso un pie fuera de Nagoya.

Entre pensamientos utópicos, el joven vio la caída del sol y el despertar de la luna. Horas pasaron, estas trajeron a sus padres a casa y el tintineo de una campanilla le aviso que la cena estaba lista, más no bajó. Pasos subieron por las escaleras, se puso de espaldas a la puerta y cubrió su cuerpo con la sabana fingiendo dormir para que la persona que acababa de abrir su puerta no le llamara y solo le dejara en su sueño. La luz fue apagada, la puerta se cerró despacio y Tetsuhiro fue recorrido por un escalofrío provocado por el frio en la alcoba. Se quedó dormido minutos después al haber sucumbido a la clinofilia.

Sus ojos se abrieron con lentitud. Su vista borrosa poco a poco fue enfocando con nitidez el techo de madera sobre él. Perezosamente se removió en su cama con ánimos de seguir durmiendo, pero solo cerró sus ojos diez segundos más para luego levantarse. Sus brazos se estiraron, soltó un quejido y sus pies se calentaron al entrar en sus zapatos.

Hacía frío, había sido una noche helada la cual se convirtió en una mañana igual de gélida. Caminó al baño arrastrando sus pies, dentro, se acercó al lava manos y abrió el grifo. Entre sus manos recogió un poco de agua para lavar su cara queriendo espabilarse. Hizo sus necesidades básicas, tomo una corta ducha y luego salió envuelto en una toalla. Se vistió lo más rápido que pudo con algo casual, sobre su camisa manga larga colocó una chaqueta para protegerse del frío que había fuera.

Tetsuhiro bajo las escaleras, cruzó y siguió derecho para meterse a la cocina. Margaret, una mujer extranjera quien ha sido su segunda madre, cocinaba el desayuno a la par que tarareaba una suave melodía. Sus cabellos que empezaban a teñirse de gris y las arrugar alrededor de su rostro cada que sonreía solo demostraban cuánto tiempo había estado en esa casa sirviendo de ayuda en los labores domésticas.

-Buen día, Margaret -Tetsuhiro rodeó la mesa para acercarse a la mujer y poder ver que hacía tan animada.

-Buen día Tetsuhiro-kun ¿Cómo le va? Espero haya dormido bien -Respondió la mujer amigablemente. -Siéntese por favor, ya le sirvo el desayuno. Debe usted estar hambriento, anoche no ceno -Tomo un trapo, limpio sus manos y se puso de puntillas para alcanzar los platos, estos estaban ordenados cuidadosamente sobre una blanca repisa sobre ella. Alcanzó un plato de porcelana el cual serviría para poner los alimentos preparados.

Tetsuhiro obedeció hambrón, se sentó y espero paciente a que la mujer le despachase. Al tener el humo de la comida bailando y llamándolo en su cara, tomo su cubierto y degusto lo servido. Margaret cocinaba exquisito, siempre había sido fan de su comida y era ella quien le había enseñado a escondidas de su madre como preparar todo lo que sabía.

En su casa, como en todas las del pueblo, las mujeres eran quienes cocinaban y los hombres no se acercaban a la cocina a menos que sea para comer. Para él, era algo tonto; pensaba que todos debían aprender algo tan sencillo como prepararse la fuente de su energía. Había pedido a Margaret enseñarle y ella, luego de recalcarle aquello, fue convencida por un joven Tetsuhiro quien anhelada aprender.

Ahora con veinte años podría decirse que Tetsuhiro era experto en la cocina. Cosa que le demostró a Margaret en varias ocasiones donde sus padres no estaban presentes en la casa.

El pelinegro comió de su plato hasta finalmente acabar. Se levantó limpiando sus labios con una servilleta que arrugo posteriormente, agradeció por los alimentos y salió de ahí luego de desechar la servilleta. Estaba ansioso, sus piernas no podían parar de exigirle moverse para llevarlo hasta la escuela donde siempre veía a Souichi. Se subió a su bicicleta color rojo y empezó a pedalear siendo golpeado por la brisa en su rostro.

El pueblo no era muy grande por lo cual no tardó mucho en llegar a su destino. Detuvo su vehículo, su mirada enseguida se fijó en el ventanal que exponía a Souichi impartiendo clases como de costumbre. Una pequeña sonrisa se posó en su rostro mientras observaba a aquel hombre moverse de un lado a otro con libro en manos; parecía leerlo. Sus alumnos escribían lo que parecía ser un dictado.

Dejo la bicicleta apoyada en el tronco de un árbol y este se sentó en la fría grama usando el mismo tronco para apoyar su espalda. Desde ahí, observo al pelimiel dar su clase algunos minutos. Pudo notar que su mirada era lo suficientemente penetrante para que Souichi la sintiese ya que, de vez en cuando alzaba la vista del libro y miraba alrededor seguro creyendo que quien le observaba era alguno de sus alumnos. Sus ojos conectaron con los del mayor cuando este finalmente opto por mirar hacia el ventanal. Desde ahí no pudo observar bien su reacción, pero seguramente estaría frunciendo el ceño. Souichi dejo su libro sobre la mesa, se disculpó con sus alumnos y salió del aula. Él se levantó enseguida, sabía que ese hombre iría a regañarlo seguramente por andar espiándole.

Lo confirmo cuando el de gafas salió por la puerta de entrada a la escuela y, con un rostro serio, fue a su encuentro.

- ¿Qué cree que hace, Tetsuhiro? –Pregunto malhumorado deteniendo su andar apenas estuvo frente al aludido. - ¿Por qué está observándome desde aquí? Es molesto e incómodo, váyase.

- ¿Por qué? Esto es un sitio público, Souichi-san –Respondió buscando hacerle picar más, adoraba su rostro de enojo. –Solo espero a que acabe su labor para conversar un rato con usted, también vine por el libro que usted me daría.

-No creí que de verdad quisiese leer –Los brazos del pelilargo se cruzaron y su ceja se alzó. –Bien, le daré el libro, pero ya dejé de observarme dar la clase que me pone nervioso.

- ¿Le pongo nervioso? –Su cabeza se ladeo y sus labios se curvaron en una sonrisa juguetona. Souichi solo chasqueo la lengua y se retiró de regreso al aula. Tetsuhiro volvió a su sitio en la grama recibiendo sombra del frondoso árbol tras él. Decidió no mirar más al ojimiel, no quería molestarle y que le echara de aquel sitio que, aunque fuese público, seguramente con el temperamento que le hacía famoso le haría irse a punta de gritos.

Media hora más tarde, y se había quedado dormido en aquel tronco. Fue despertado por el repentino golpe en su pecho con algo duro, abrió los ojos con rapidez encontrándose la figura de Souichi parado frente a él a contra luz del sol, su figura bañada con la iluminación diurna se le hizo encantadora.

-Despierte ¿Cómo se le ocurre dormir aquí afuera? Podría picarle un bicho o alguien podría robarle algo –Negó leve con su cabeza como si estuviese decepcionado del menor. –Ahí tiene el libro, espero no verlo más por aquí observándome dar clases ¿De acuerdo? No sea inoportuno.

Tetsuhiro tomo el libro y con prisa se puso de pie. Froto un poco su ojo con sus dedos y luego guardo el libro en la cestita que su bici poseía.

–Espere –Detuvo al rubio antes de que este se marchara. - ¿Ya desayuno? Permítame invitarlo a un sitio –Él ya había comido con anterioridad, pero fue poco. Sus planes eran llevar al mayor a comer algo juntos, pero sabiendo de su carácter y un posible rechazo, comió para al menos estar lleno.

Como lo esperaba, Souichi se negó.

-Puedo desayunar solo –Respondió guardando los demás libros que llevaba en sus manos dentro de la mochila que colgaba en su hombro.

-Siempre es bueno estar con alguien... ¿Y si se desmaya en el camino? ¿O no tiene suficiente dinero para pagar la cuenta? –Insistió Tetsuhiro, como siempre.

-Espero desmayarme y golpearme con una roca en la cabeza. Adiós Tetsuhiro –Sin más, se dio la vuelta y empezó a caminar.

Al principio camino despacio creyendo que el menor no le seguía, pero el ruido de dos ruedas presionando la grava bajo ellos le indico que sí, estaba detrás. Se detuvo, giro y lo miro.

-Le dije que no lo necesito ¿No entiende? –Un suspiro frustrado salió de él, no iba a poder alejarlo. Le fastidiaba la compañía, él era una persona que apreciaba su soledad, pero ese chico parecía no respetar eso. No le quedo remedio que aceptarlo, algo en su interior le dijo que no sería tan mala su compañía. –Bien, vamos a comer para por fin se retire a sus labores ¿O es que no tiene algo que hacer? ¿No es usted un soldado? –Se giro nuevamente para seguir caminando.

-Lo soy. Estoy en mis días de descanso, aunque tendré que volver la semana que viene, por eso deseo aprovechar estos días para conocerlo a usted, se me hace muy curioso –Camino detrás suya cual perrito contento de seguir a su amo. Si tuviese cola, esta estaría agitándose.

- ¿Conocerme? ¿Para qué? –Pregunto confundido. Sus brazos hacían movimientos oscilantes.

-Pues... Nuestros padres son buenos amigos ¿no? Creo que debemos llevarnos bien también ¿No cree? –Agradecía la amistad entre sus padres, si no, no tuviese otra excusa.

-Que nuestros padres se lleven bien no significa que debamos ser amigos –Se encogió de hombros, a todo lo que el pelinegro decía, él le daba la vuelta negativa. –En fin. ¿Cuál es el sitio que antes menciono? Muero de hambre.

-Ah sí, sígame –Tetsuhiro se adelantó a Souichi y le guio.

Estando en la entrada del pequeño restaurante, Tetsuhiro sonreía observando sus hermosas paredes de ladrillos las cuales estaban adornadas por dos faroles negros y dos grandes ventanas que daban vista al interior. La puerta de manera puesta en el centro, era alta y llevaba dos barras de hierro pegadas que servían para halar o empujar. Tetsuhiro abrió la puerta dejando pasar primero al de gafas, luego entro él.

Era un sitio pequeño, contaba con alrededor de siete mesas esparcidas de manera que no estuviesen muy pegadas o muy lejanas. Ellos decidieron irse por la más cerca de las grandes ventanas que daban vista afuera. Souichi se sentó en la silla de la izquierda la cual tenía la pared detrás, Tetsuhiro tomo la derecha. Frente a frente uno del otro.

-Es un sitio con variedad de alimentos –Menciono tomando la cartilla que descansaba sobre la mesa. –Vea, puede escoger cualquier cosa y le aseguro que será deliciosa –Le paso el papel al rubio quien lo tomo y observo. Segundos después, el papel fue regresado a Tetsuhiro.

-Pediré arroz con curry, también una ración de onigiris –Sus codos se apoyaron en la mesa, sus dedos se entrelazaron y su mentón se apoyó en estos. –Y un jugo de frutas, o agua, lo que sea.

-Buena elección... Yo pediré lo mismo –Su cuerpo se giró un poco y su brazo se alzó buscando llamar la atención de algún camarero.

El hombre que les atendió era alguien alto, cabello negro y gafas cuadradas. En la plaquita colocada en su pecho, específicamente de lado derecho, está grabado el nombre "Kunihiro Inoue".

-Buen día, será un placer atenderlos. ¿Ya saben que pedirán? –Con bolígrafo y papel en mano, Kunihiro estaba listo para acatar sus órdenes. Tetsuhiro fue quien pidió ya que Souichi estaba distraído observando al exterior. El camarero se marchó luego de una pequeña reverencia dejándoles solos.

Tetsuhiro admiro unos segundos el perfil de Souichi. Las gafas redondas descansaban en la punta de su nariz cómodamente, mismos lentes que afinaban su rostro y le hacían ver más intelectual. Sobre su cabello había una boina que le daba aires a detective. Sus ojos miel brillaban con la luz diurna y sus labios delgados formaban una línea seria. Su mentón era un tanto puntiagudo, aunque no muy marcado. Sus cejas eran finas, un poco arqueadas naturalmente, se le hizo gracioso pensar que habían adoptado esa forma por las veces en que ese hombre debía arquearlas en un expresión molesta o confundida. Sus ojos miel carameloso, eran achinados. Para él, ese hombre era completamente atractivo y no le sorprendería que algún día alguna dama quisiese llamar su atención. Suponía que Souichi no era una persona homosexual, en ese pueblo no debía haber más personas así, solo él y eso le causaba un sentimiento de desazón.

El restaurante estaba vacío, por lo cual la comida no tardó en llegar a ellos. Souichi pareció feliz por eso, y empezó a comer enseguida. Tetsuhiro se unió a él e ingirió sus alimentos.

-Veo que le gusto la comida, no ha dicho palabra desde que llego ¿O es que algo le aflige? Tal vez el estrés de la escuela –Tetsuhiro empezó una conversación, el silencio no era incomodo, pero deseaba hablar.

-Siempre tengo estrés en la escuela, los niños pueden ser molestos –Respondió. Dio un trago a su vaso de agua y dejo este en su sitio nuevamente para continuar su respuesta. –Y si, no está mal. –Sus dedos tomaron un onigiri, lo mordió y mastico despacio. Noto como Tetsuhiro le observaba de nuevo. –Deje de mirarme ¿Jamás ha visto a alguien comer? Es usted muy molesto.

-Lo siento lo siento –Alzo un poco su mano y sonrió a manera de disculpa, no podía evitar quedarse colgado admirándolo. Tomo su cubierto y comió sin borrar su sonrisita, se le hacía adorable su cara enfadada.

Quiso haber tenido alguna cámara para tomarle una fotografía, pero al no tenerla, solo capturó ese momento en su mente. 




•••

Multimedia: imagen "mental" de Tetsuhiro

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