hush | h.s.

By dangerousxblack

75.7K 4.2K 3.1K

"Haz silencio, no querrás que oigan tus gritos" -Publish 30\08\2020 © All Rigths Reserved. More

• hush •
uno
dos
tres
cuatro
cinco
seis
siete
ocho
nueve
diez
once
doce
trece
catorce
quince
dieciseis
diecisiete
dieciocho
diecinueve
veinte
veintiuno
veintidos
veinticuatro
veinticinco
veintiséis
veintisiete

veintitres

1.6K 85 37
By dangerousxblack

XXIII. Sai dove andare.


"Harry"

Giré mi cabeza sin prisa por encima de mi hombro izquierdo y volví a conectar la mirada con la castaña que se encontraba a unos cuantos metros detrás de mí, tratando de volverse invisible en una de las esquinas de la pálida habitación. Pude percibir el creciente miedo que se escabullía por todo su sistema e iba calando sus huesos, subiendo desde la punta de sus pies hasta la coronilla de su frente, estaba temblando en su lugar y se abrazaba a sí misma, esperando, anhelando que le diera alguna solución rápida o que simplemente le diera alguna orden.

Estaba convencido que debía tomarla por los hombros y sacudirla un par de veces, para que su piel volviera a tomar su típico color cálido y sobre todo para que sus pulmones recibieran el oxígeno que les estaba privando.

No la juzgaba por el temor que sentía, ni por la manera en que sus sentidos se bloqueaban y la dejaban sin control corporal, pues era evidente que ella no estaba acostumbrada a esta mierda del límite constante, pero aunque me esforzaba por entender su parálisis, tenía que ser honesto y admitir que me importaba muy poco.

Sólo esperaba que su deplorable estado cesara en corto plazo, ya que no la beneficiaria en nada y claro, tampoco quería que su pavor jugara en mi contra en alguna otra ocasión.

Sabía que esta situación podría llegar a ser un problema, retrasando mis planes y hasta poniéndonos en peligro a ambos. En tal caso no tendría más motivos para quedarme con ella y protegerla. Importantes negocios dependían de mi vida, lo que me hacía mucho más valioso a comparación de ella, tenía mucho por lo cuál preocuparme en momentos así y no por eso era un cabrón egoísta, simplemente estaba siendo práctico y realista.

Permanecí quieto.

El motor del vehículo desconocido se apagó, así que presté atención a cualquier sonido que mi oído lograra captar. En primer lugar, para poder identificar cuantas personas habían allá afuera, el número de individuos era realmente crucial, dado que yo era sólo uno en contra de quien sea que asechara, debía ser precavido e idear la estrategia de defensa perfecta, para así poder sacar a la chica de aquí, con suerte en una pieza. Segundo, por si escuchaba algunas voces en particular, sabía que podría reconocer alguna que otra y más importante, descifrar si eran extranjeros.

Tengo buen oído y éste nunca me ha fallado hasta la fecha, capto y distingo muchos sonidos. Algo de lo cuál estoy verdaderamente orgulloso.

Guardé silencio, hasta el punto de controlar mi respiración para que no interviniera con las ondas sonoras que viajaban con el aire proveniente de afuera. Oí la puerta del piloto cerrarse sin ningún cuidado, y luego el leve ruido de las piedras del camino siendo pisoteadas sin apuro. Por los pasos cautelosos, distinguí que se acercaba una sola persona y que venía totalmente despreocupado.

De inmediato supe que no se trataba los tipos de Domenico, los mismos que aparecieron en mi casa de trabajo. Los mismos que arruinaron los planes que tenía para Teana. Descarté la posibilidad de que fuesen ellos, ya que no se atreverían si quiera a buscarme individualmente, pues era evidente que no ganarían y terminarían igual a cómo los dejé en aquella casa.

Por más que me enorgulleciera de mi capacidad auditiva, era obvio que no podría saber quien se encontraba afuera con tan solo escuchar. Además la curiosidad puso casa en mi y me estaba torturando la idea de querer ver el rostro del posible atacante. Era hora de salir y enfrentar a quien sea que tuviera las pelotas de apetecerse por aquí.

Solo.

Antes de alejarme un relámpago pasó por mi mente, recordándome a quien estaba detrás de mí y que obviamente no podía llevar conmigo. Cerré mis párpados apretándolos levemente y maldiciéndome por los estúpidos caprichos de adolescente que tenía, porque esa era la verdad, si no fuera por mis insistencias ella no estaría aquí y no sería un problema para mi.

Arregla esto, Styles.

Observé a la peli negra y llevé mi dedo índice hasta rozar el borde de mis labios, pidiéndole silencio. Le susurré un "Quédate aquí", lo más bajo que pude, al recibir un asentimiento de cabeza en respuesta, sentí un poco de tranquilidad y salí de la habitación, en busca de la acción.

Caminé hasta la entrada de la cabaña siguiendo el camino de maderas oscuras, colocándome entre el umbral de la puerta principal y el marco de la ventana. Con absoluta precaución, me incliné ladeando mi cabeza y con el arma en mi mano derecha, aparté unos centímetros la espesa cortina que se arrastraba a causa de su gran longitud, debía poder ver a través del cristal.

Alcancé a percibir el desplazamiento de un cuerpo masculino subiendo las escaleras del porche de entrada, más no pude dar con su rostro por la velocidad en la que se movía. Tampoco podía asegurar que el sujeto venía desarmado, ya que yo estaba escondido y no debía delatar mi ubicación por una mala maniobra. Sus pasos se avecinaron y mis sentidos reaccionaron de inmediato al sentir la madera de entrada crujir, no podía dejar que intentara ingresar y si lo intentaba, debía sorprenderlo en el intento.

Era ahora.

Con agilidad, mudé mis pasos hasta el acceso de la morada, no perdí el tiempo y tomando el frío picaporte metálico, abrí la puerta con brusquedad, apuntando mi pistola directamente hacia el extraño, quien aparentemente venía desarmado, dio un salto de sorpresa en su lugar y alzó amas manos en forma de defensa, cesó su paso quedando completamente pasmado por el estupor del último segundo.

El reloj parecía acelerar el paso del tiempo con maldad, el momento pasaba con la velocidad de un felino corriendo tras su presa, estaba listo, estaba listo para disparar y lo iba a hacer si era necesario, mi mano no flaquearía y lo sabía con certeza, pero mi dedo índice tomó el control y se alejó del gatillo. El gato había dejado de correr al instante que logré visualizar y reconocer la cara ajena que tenía en frente.

—Baja eso, imbécil— exigió, relajando los músculos mientras sus brazos caían al costado de su anatomía.

Bajé el arma, sintiendo como mis hombros se ablandaban al no tener que lidiar con el peso del objeto cargado.

—¿Qué mierda, Leo?— ladré en su cara.

Podría haberlo matado al infeliz.

No me alegraba verlo, no éramos amigos, mucho menos unos buenos compañeros de negocios ya que no nos llevábamos para nada bien, incluso habíamos llegado a intercambiar brutales puños en alguna ocasión.

Su presencia no me agradaba pero el que estuviera aquí, significaba que tenía noticias sobre las ratas con las que estábamos involucrados y eso, minimizaba todo la tensión entre ambos, volviéndose así su estúpida visita, en una muy valiosa y tolerable.

Una vez más mis ganas de tomarlo por el cuello se manifestaron al sentir su cuerpo esquivándome con sorna, él tenía ese aire de superioridad que tanto detestaba. Sus pasos se adentraron sin recibir mi permiso y sus ojos observaron con curiosidad cada rincón.

—¿A qué vienes?

Esta visita debía concluir en menos de cinco minutos o esta cabaña rústica se convertiría en un baño de sangre espesa y brillante.

Se ladeó para mirarme con una ceja levantada, me sorprendió la imperturbabilidad de su rostro, sabiendo que yo era capaz de arrancarle la garganta con los dientes.

—Es Domenico— giró su cuerpo y avanzó sus pasos pisoteando el oscuro color de las maderas del suelo, investigando las cualidades de la residencia—Lo tenemos.

Esas cuatro sílabas, retumbaron en mis oídos como una melodía dulce. Música para mis oídos.

El hecho de tenerlo en nuestras manos nos daba una ventaja, ahora nadie se atrevería a aparecerse sin invitación previa, no les darían las pelotas para atentar nuevamente. Domenico era un bocón que merecía dejar de respirar, pero era uno de los preciados, su carne valía mucho más con vida. Era momento de sacar provecho.

—Ya sabes qué hay que hacer.

Claro que sabía lo que había que hacer, eso me ponía de buen humor.

Leonardo se detuvo en la entrada del pasillo y colocó las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón mientras miraba en una dirección en concreto, su sonrisa se hizo presente y clavó sus orbes azules por unos segundos en mi, volvió a mirar dentro de la habitación y fue ahí cuando reaccioné, alejándome de mis pensamientos morbosos.

Teana.

Metí la pistola entre el espacio de mi pantalón y el cinturón en mi espalda y moví mis pies con rapidez hacia él, detuve mis pasos al localizar el mismo punto que el observaba y en efecto, ahí estaba ella, en la misma esquina que estaba desde que la vi la última vez.

—¿Es tuya?— inquirió socarrón.

La chica frunció el ceño buscando que le diera una explicación, por mi parte busqué los ojos del ojiazul y traté de calmar mi semblante, ya que despediría chispas por los orbes en cualquier momento. Leo conectó su mirada con la mía mientras pasaba su babosa lengua por los labios tratando de saborear algo inexistente en ellos y golpeaba el talón izquierdo contra el piso con insistencia.

—¿La llevarás?

Por supuesto que no, no iba a darle el gusto. Cabrón.

Si venías a informar, ya lo hiciste.

Ignoré por completo sus interrogantes, pues no tenía por qué darle indicios de lo que haría o lo que no haría con la mujer. Reprimió una sonrisa y asintió, rascó el puente de su nariz para luego palmear dos veces mi hombro. Quise quebrársela, pero no era el momento.

—Sai dove andare— dispuso antes de encaminarse a la salida y perderse por el umbral de la puerta.

Meneé mi cabeza un par de veces negando y lo seguí sin dirigirle la palabra, me quedé inmóvil antes de salir por completo al porche, lo observé desde la entrada mientras subía al vehículo en el que vino y lo ponía en marcha, poco después se alejó por el camino hasta desaparecer por completo de mi campo visual. Sentí poco a poco como mis músculos se des tensaban, era agradable al saber que no tenía que verle la cara a Leonardo. Suspiré y pasé mis dedos por las comisuras de mi boca con el fin sacar cualquier rastro de saliva.

—¿Es seguro?— la suave voz sonó a mi espalda y volteé para poder verle el rostro.

La visualicé asomando la cabeza por el soporte lateral de la puerta, su cuerpo no estaba a la vista pero sus manos estaban sobre el marco de madera. Aclaré mi garganta.

—¿Qué cosa?— fruncí mis cejas al no comprender a que se refería exactamente.

—¿Nadie va a dispararnos?

No sabía que decirle exactamente, la posibilidades de recibir un disparo al estar conmigo, eran de un 69% afirmativas, más no podía mencionarle algo por el estilo, ya que seguramente entraría en pánico y lo que menos quería, era lidiar con eso.

Dirigí mis pasos dentro de la cabaña y empujé la puerta a mi espalda para que esta se cerrara por si sola. Así fue, el portazo sonó detrás de mi.

—Hoy no.

Movió sus manos inquieta, parecía una niña asustada a punto de lloriquear, sin embargo no lo hizo. Pestañeó varias veces, repasando mis palabras, debatiendo en si eran buenas o malas. Su anatomía se dejó ver a medida que acerqué mis pies hasta ella, ahora podía ver la ridícula ropa que había escogido para vestirse.

No se veía mal, todo lo contrario a eso, verla fundida en mis prendas me causaba un tirón en la entrepierna, es solo que la combinación no era la mejor y el talle la hacía verse más pequeña de lo normal.

Miré sus pies descalzos y recordé la primer vez que fui a recogerla a su casa, estaba de la misma manera, con pies desnudos. La única diferencia era la vestimenta que llevaba ese día y tal vez el maquillaje en sus ojos.

—¿Qué hiciste con tu falda?

La pregunta la tomó por sorpresa y pude notar cómo se tensó al escucharla, ya que de seguro la mal interpretó, al fin y al cabo ese era mi objetivo. No era secreto que tenía intensiones de follarla, pero lastimosamente este no era el momento adecuado.

Tenía asuntos pendientes y verdaderamente debía deshacerme de ella.

No era lo que había pensando para hoy, pero también sabía que no podía llevarla conmigo, sería arriesgado que nos vieran juntos por muchos motivos tanto como para ella como para mí. Eso pasó cuando Domenico y sus matones nos encontraron en mi casa de trabajo, nos tomaron como un objetivo a ambos, por suerte logré protegerla y nadie la alcanzó, pues sería toda una pena si lo hubieran hecho.

Pero a pesar de todo, ahora tenía un punto a favor, Domenico estaba bajo nuestro poder y contaba con la certeza de que nadie intentaría nada en contra de Teana, al menos por un tiempo, sobre todo mientras ese imbécil no se liberara.

De eso iba a encargarme personalmente.

Teana se cruzó de brazos, esperando a que volviera a hablar, ya que de seguro estaba ideando una respuesta en contraataque.

—¿Por qué preguntas?— decidió interrogar.

Pasé mis dedos entre mi cabello, acomodando hacia atrás los mechones rebeldes. Apoyé mi mano en el umbral en el que ella estaba reposada anteriormente y puse todo mi peso en la pierna derecha.

—Me agradan las faldas— entoné divertido, dejando a la vista el doble sentido en mis palabras.

Su ceño se tensó y la sangre comenzó a hervirle tiñendo sus mejillas en un tono rojizo. Desvío la mirada por unos segundos para después volver a regalarme un contacto ocular, mientras meneaba su cabeza y dejaba escapar el aliento. Enganchó parte del cabello por detrás de la oreja y sonrió inocentemente mientras seleccionaba su respuesta.

Quería cogerla.

—A mi prometido igual.

Mi facción de conformidad desapareció al instante, las venas de mis sienes comenzaron a latir con fuerza a medida que mi mandíbula se contraía. Enderecé mi cuerpo mientras arreglé el cuello de mi prenda de vestir.

Esta vez al que le hirvió la sangre fue a mí, pero me mantuve al margen, debía arreglar esta situación y sacarla de aquí lo antes posible. En otras circunstancias la habría dejado contra la pared hasta que se disculpara por contestarme de esa manera, pero ahora tenía otras cosas de las cuales preocuparme.

Mordí mi labio inferior y dirigí mis pasos hacia el pasillo, dejándola atrás, mi cuerpo pedía una ducha y pensaba dármela. Sin mirarla y sin detener mi rumbo, hablé.

—Puedes cambiarte si quieres— sentencié dándole la información necesaria—te llevaré a casa.

No habían muchas opciones, así que debía darme prisa para poder empezar con mi trabajo asignado.

¡Pronto mis amores! ¿Cuánto tiempo ha pasado no?

Les dejo este capítulo con el primer pov de Harry. Espero lo disfruten y esperen el próximo con ansias <3

Las loveo molto :)

PD: voten forras n.n

Continue Reading

You'll Also Like

72.5K 3.1K 64
Eres hermana de Max y Alex (Carlitos y guarura) Tu aces videos para tu canal y de vez en cuando apareses en los videos de la vecibanda te llevas vi...
82.7K 508 5
Para mayores de edad. Habrá algunos relatos gay, lesbicos, e incestuosos. Así que si ninguno es de tu agrado, no andes dejando babosadas en los comen...
189K 15.6K 53
Park Jimin... Un chico pobre que solo está en busca de trabajo ya que su familia lo echaron de su casa por sexualidad y necesita encontrar un trabajo...
82K 4.9K 41
Emma Brown es una joven pintora y estudiante de Bellas Artes. Su vida está llena de colores, pinceles y lienzos, y su mundo gira en torno a la creaci...