LILY'S BOY

By jenifersiza

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Antes de que comience su tercer año en Hogwarts, Harry se enfrenta a tres semanas enteras de tiempo sin super... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92
Capítulo 93
Capítulo 94
Capítulo 95
Capítulo 96
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 99
Capítulo 100
Capítulo 101
Capítulo 102
Capítulo 103
Capítulo 104
Capítulo 105
Capítulo 106
Capítulo 107
Capítulo 108
Capítulo 109

Capítulo 4

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By jenifersiza

Mientras Ron y Hermione seguían peleando por sus mascotas, Harry se encontraba pasando cada vez menos tiempo con la pareja. Le daba dolor de cabeza, y ambos esperaban que se pusiera de su parte, pero no valía la pena. En su lugar, pasaba el tiempo a solas, o con Neville. Se sorprendió de lo cercano que se estaba volviendo al tímido Gryffindor desde que había revelado su secreto. Era fácil llevarse bien con él; mucho más fácil, pensó Harry con culpa, que con Ron y Hermione.

Fiel a su palabra, Neville había enviado una lechuza a su abuela explicando las circunstancias de Harry. Ella había respondido con una larga carta sobre lo que le gustaría hacer y decir a Albus Dumbledore, pero también con varios rollos de pergamino con notas para que Harry estudiara sobre la etiqueta y el comportamiento adecuados, y un libro llamado Oclumancia para principiantes. Gracias a ella, Harry tenía ahora la costumbre de intentar aclarar su mente y organizar sus pensamientos antes de acostarse. No estaba seguro de que le sirviera de algo, pero Neville insistía en que era el mejor punto de partida.

Harry y Neville estaban en la biblioteca del colegio (donde por una vez no estaba Hermione) mirando algunos de los libros que no serían demasiado sospechosos para que lo vieran estudiando en público. Por si acaso alguien se cruzaba con ellos. Harry debía saber que habría muchos libros en la biblioteca de Hogwarts.

-Así que, técnicamente, ninguno de nosotros es responsable de nada hasta la mayoría de edad-, estaba explicando Neville. Sonaba más seguro de lo que Harry le había oído nunca, excepto quizás cuando hablaba de Herbología. -Sólo somos herederos, no es hasta que eres el jefe de tu casa que realmente tienes alguna influencia. Para la mayoría de la gente eso no ocurrirá hasta dentro de mucho tiempo. Por lo general, un Lord o una Lady conservan su puesto hasta que su heredero está casado y tiene hijos, por si acaso necesitan cambiar la línea de sucesión, ¿sabes? Si no les gusta con quién se ha casado su heredero o quien sea. Pero, bueno, no tenemos ninguna otra opción- añadió con una sonrisa amarga. Harry se mordió el labio. Sabía que Neville había sido criado por su abuela, pero nunca había preguntado qué había pasado con sus padres. No sabía muy bien cómo sacar el tema.

-Entonces, ¿por qué todos los libros hacen que parezca un asunto tan importante desde el nacimiento?-.

-Los herederos de la familia son los responsables de asegurar los buenos lazos familiares para el futuro-, le dijo Neville. -Todo depende del heredero. Si el cabeza de familia es horrible, claro, eso no es bueno. Pero el futuro depende del heredero, así que si no son geniales, es otra generación de malos a la que hay que enfrentarse. Digamos que un heredero ofende a otro heredero cuando tiene como doce años, ¿no? Ese rencor se mantendrá en la familia durante los siguientes cincuenta o sesenta años, el tiempo que tarde el siguiente heredero en tomar el relevo. Y que Merlín les ayude si el rencor se ha transmitido. Algunas familias llevan siglos de rencor-.

-Como los Malfoy's y los Weasley-, comprendió Harry. Esa mala sangre era demasiado profunda para haber empezado con Lucius y Arthur. Neville asintió.

-Exactamente. Y los rencores familiares pueden hacer que la política sea realmente difícil, especialmente cuando sólo hay cincuenta puestos en el Wizengamot en un momento dado. Si haces enojar a una familia, y ésta le dice a todas sus familias aliadas...-

-Acabas con un montón de gente que vota en tu contra sólo para fastidiarte-, conjeturó Harry. Neville asintió.

-Exactamente. Así que nuestro comportamiento es muy, muy importante-.

Harry volvió a bajar la vista al siguiente párrafo del libro, y como tal no se dio cuenta de que tenían compañía hasta que se aclaró la garganta. Susan Bones y Hannah Abbott estaban de pie junto a su mesa; Susan miró a Harry con recelo durante un segundo antes de dirigirse a Neville. ,Ernie quiere saber si le ayudarás con sus deberes de Herbología el viernes-.

-Por supuesto, sí. ¿Por qué no me lo pidió él mismo?- Neville hizo una pausa y luego suspiró. -¿No me digas que sigue escondido después del incidente de la cerveza de mantequilla?-. Ambas chicas soltaron una risita, y Hannah asintió. -Idiota. Está completamente bien, a mi abuela incluso le pareció gracioso. Dile que me reuniré con él en el lugar habitual después de la cena-.

Susan se giró como si fuera a marcharse, pero entonces miró el libro abierto delante de los dos chicos. Harry luchó contra el impulso de taparlo. -No-, murmuró ella, con una lenta sonrisa dibujándose en su rostro. -¿De verdad?- La pregunta iba dirigida a Neville, que sonrió, asintiendo.

-De verdad. Pero todo es secreto por ahora. Cosas-, añadió, como si eso sirviera de algo. Harry había perdido oficialmente el hilo de la conversación.

Susan y Hannah miraron a Harry, estudiándolo como si no lo hubieran visto antes. Finalmente, Hannah inclinó la cabeza con las palmas abiertas. -Bien visto, heredero Potter-.

Susan repitió el saludo. Harry balbuceó. Neville le dio una patada en la espinilla, lanzándole una mirada mordaz. -Yo, eh, bien visto, Heredera Bones, Heredera Abbott-, devolvió, inclinando la cabeza ante cada una de ellas. -¿Ustedes Dios también?-.

Sabía que Abbott era una de las líneas de los Sagrados 28, pero no había visto nada sobre la familia Bones. Realmente tenía que leer ese libro sobre todas las familias de sangre pura.

-Estábamos empezando a pensar que nunca tomarías tu título-, dijo Hannah, manteniendo la voz baja. -¿Por qué has tardado tanto?-.

-Yo... es una larga historia-, dijo Harry, pasándose la mano por el pelo. -¿Cuántos hay en Hogwarts?-.

-Oh, montones-, respondió Susan con un gesto despectivo de la mano. -Básicamente todos los Slytherin's de nuestro año. Ernie MacMillan. Sully Fawley, en el año inferior. Anthony Goldstein. Cassius Warrington, ese tipo alto del equipo de quidditch de Slytherin. Y muchos más-.

-Lo hacen a propósito. Nuestros padres, quiero decir-, explicó Hannah. -Todos intentan tener hijos de la misma edad para que todos nos encontremos en el colegio y empecemos pronto. Hay algunos casos atípicos -(los Weasley siempre han estado fuera de ciclo, y los Flint un poco)-, pero en su mayor parte, todos son de los nuestros. Me alegro de tenerte en las filas-. Sonrió, guiñando un ojo brevemente. -Nos encantaría escuchar esa larga historia tuya, algún día-.

Se dispusieron a marcharse, y Harry alargó la mano un segundo. -¡Espera! No... no se lo digas a Dumbledore. Que no se entere-. Compartieron una mirada, y luego volvieron a mirarlo.

-Dumbledore ocupa demasiados puestos que no le corresponden-, dijo Susan en tono sombrío, con un brillo cómplice en los ojos. -No te preocupes, Harry. Tu secreto está a salvo con nosotros-.

Al ver a las chicas alejarse, Harry parpadeó, desconcertado. -Cuando dijiste que había otros, no me di cuenta de que había tantos-. Neville sonrió tímidamente.

-Sí, bueno. Somos el año para ello. Como decía, es nuestro trabajo asegurar el futuro de la familia. Quieren asegurarse de que tenemos las mejores oportunidades para empezar a relacionarnos. ¿Has notado cómo la mayoría de los Slytherin's me dejan en paz? Incluso Malfoy no es tan malo conmigo como con el resto de ustedes. Aunque este año parece que sólo va detrás de Ron-.

Harry también se había dado cuenta de eso; Malfoy apenas le decía nada a Harry a menos que Ron empezara la pelea. En cambio, se había dedicado a lanzarle a Harry miradas calculadas a través de la habitación, como si no pudiera entenderlo.

-Si todo este asunto del heredero hace que los Slytherin no me molesten, podría valer la pena después de todo-, bromeó Harry, acercando un poco más el libro. Neville se rió.

-No creo que ni siquiera ser el heredero de los Potter pueda arreglar eso por completo-.

*********

Cuando Gorrak le había advertido a Harry que tuviera cuidado con su magia en los meses siguientes a la eliminación del bloqueo, Harry no había esperado que le picara tanto. Se sentía constantemente como si vibrara fuera de su piel, su magia se acumulaba y pedía ser usada. Estaba captando las cosas en clase más rápido de lo que lo había hecho nunca, incluso más rápido que Hermione, a veces. Tendría que controlar eso, o lo descubrirían en un segundo.

Por alguna razón, caminar parecía ayudar. La mayoría de las noches, Harry se ponía su capa de invisibilidad y se escabullía de la sala común, paseando por los pasillos de Hogwarts en la oscuridad. Por una vez, ni siquiera estaba tramando algo. Sentía que el caminar lo tranquilizaba, que el castillo lo tranquilizaba. En el fondo, se preguntaba si tendría algo que ver con ser el heredero de Slytherin, si el castillo lo reconocía de alguna manera. Sonaba estúpido, pero la gente siempre decía que Hogwarts parecía estar vivo.

Se había quitado la capa mientras caminaba por el patio, queriendo sentir el viento alborotando su cabello. Sabía que estaba siendo tonto. Había un asesino buscándolo y él estaba caminando solo por la noche. Pero no podía quedarse quieto. Prefería caminar durante una o dos horas que pasar toda la noche dando vueltas en la cama. Además, con los dementores cerca, Black no entraría en Hogwarts.

Hubo un destello de plata, y Harry maldijo en voz baja al doblar la esquina y ver un cabello rubio que le resultaba familiar. -¿Qué haces fuera después del toque de queda, Potter?-.

-Podría decirte lo mismo, Malfoy-, argumentó Harry. Malfoy puso los ojos en blanco.

-No tengo a un asesino en serie enloquecido tras de mí-, fue su réplica.

-Cuidado, Malfoy, está empezando a sonar como si te importara-.

Malfoy se estremeció y luego lo fulminó con la mirada. -Que te odie, Potter, no significa que quiera ver cómo te asesinan-.

Eso hizo que Harry sonriera, aunque no podía explicar por qué. -Sólo estaba dando un paseo. Me sentía inquieto-.

-Sentirse inquieto, dice-, dijo Malfoy con una mirada exasperada hacia el cielo. -¡Sólo da malditas vueltas en la sala común!-.

-Bueno, ¿cuál es tu excusa entonces?-.

-No es de tu incumbencia-, dijo Malfoy inmediatamente. Los dos chicos se miraron fijamente en el tiempo de silencio que siguió, en un punto muerto. De repente, a Harry se le ocurrió una idea. Puede que fuera una idea estúpida.

-Bien visto, heredero Malfoy-, dijo, inclinándose lentamente. Malfoy se quedó mirando, parpadeando incrédulo.

-Los rumores son ciertos, entonces-, murmuró. Muy despacio, centímetro a centímetro, el heredero Malfoy se inclinó de forma similar, aunque se vio ligeramente obstaculizado por su brazo en cabestrillo. -Bien visto, heredero Potter-.

Se enderezó. Se miraron un poco más, sin saber cuál era el siguiente paso. Harry había ido a romper el ritmo de sus interacciones habituales. -Yo también soy el Heredero Black-, lanzó impulsivamente, sin estar seguro de por qué se lo decía a Malfoy de entre toda la gente. Los ojos del rubio se abrieron un poco.

-Cómo... oh, por supuesto-, murmuró, sacudiendo la cabeza. -El heredero Potter-Black. Debería haberlo sabido-. Al ver su cara, Harry estuvo casi tentado de lanzar también sus otros dos nombres. -Bueno, eso agitará un poco las cosas. Al menos le quitará a Dumbledore dos de sus puestos de apoderado. Aunque no sé si es peor dejar que los tenga-. Hizo un ruido de disgusto.

-No lo será-, aseguró Harry. Se encontró con la mirada de Malfoy durante el más breve de los segundos, recordando lo que había dicho Hannah. -No necesitamos más asientos bajo el control de Dumbledore-.

Estaba seguro de que había dejado a Malfoy sin palabras. Deseó tener una cámara como prueba. -Estás haciendo las cosas interesantes, ¿verdad, Potter?- La voz de Malfoy se había suavizado. Los labios de Harry se torcieron en una media sonrisa. -De todos modos, no te servirá de nada si estás muerto. Vete a tu pequeña guarida de leones, ahora, ¿no?-.

-Sólo si tú te deslizas de vuelta a tu nido de serpientes-, replicó Harry, sonriendo. Eso le valió una suave carcajada mientras Malfoy se daba la vuelta.

Una vez que se quedó solo, Harry se echó la capa sobre los hombros y se dirigió hacia la torre de Gryffindor con un extraño resorte en el paso. De todas las cosas que había aprendido desde su cumpleaños, una estaba resultando más desconcertante que todas las demás juntas.

Tal vez, sólo tal vez, Draco Malfoy le caía bastante bien. Cuando no se comportaba como un imbécil.

*********

Todo el mundo en tercer año estaba prácticamente cayendo de emoción ante el anuncio del primer fin de semana de Hogsmeade. Excepto, por supuesto, Harry Potter.

-Está bien, de verdad. Vayan a divertirse-, insistió por enésima vez, empujando a Ron y Hermione hacia el agujero del retrato. -Cuéntenme todo cuando vuelvan-.

-Siempre podemos ir la próxima vez, Harry, de verdad-, empezó Hermione, pero Ron le tiró del brazo.

-Mira, el hombre ha dicho que nos vayamos, así que nos iremos-, dijo. -Te traeremos un montón de dulces, Harry-.

-¡Nos vemos en la fiesta de esta noche!- Era Halloween. El día favorito del año para Harry se ponía cada vez mejor.

-¿Seguro que no quieres compañía, Harry?- Era Neville, con su bufanda ya enrollada en el cuello. Harry sonrió, aunque no le llegó a los ojos.

-De verdad, Nev, estoy bien. Probablemente sólo voy a pasar el rato en la biblioteca-. Se estaba poniendo peor que Hermione en ese aspecto. Aunque ella no parecía estar a la altura de su nivel habitual este año -(probablemente porque su horario la tenía en unos seis lugares a la vez)-.

-Si estás seguro. Feliz Samhain, Harry-. Neville le había enseñado a Harry todo sobre las fiestas tradicionales de los magos: Samhain, Yule y Beltane. A través de él, Harry supo que algunos alumnos encenderían una hoguera esa noche en el círculo de piedra. Deseaba poder unirse a ellos sin revelar sus secretos a Dumbledore. Tal vez el año que viene.

El camino hacia la biblioteca era conocido, y Harry se dirigió a un rincón trasero de la enorme sala poco utilizado. Por un comentario que había hecho Hermione, Harry se enteró de que la biblioteca de Hogwarts guardaba los anuarios de todos los cursos anteriores. Había filas y filas de libros encuadernados en cuero negro, cada uno con una década de fechas en el lomo. Harry encontró el correspondiente a las promociones 1970-1980, lo sacó de la estantería y lo llevó a la mesa más cercana.

Encontró fácilmente la sección correspondiente a 1978, y Harry se quedó boquiabierto al abrir la primera página. Allí, cerca de la parte inferior de la segunda página, había una foto de una bruja adolescente pelirroja con luminosos ojos verdes y una brillante sonrisa. Había un pequeño texto debajo de su foto.

Evans, Lily
Casa Gryffindor
Jefa de curso
La mejor de la clase en Encantamientos, Aritmancia

Harry se apresuró a pasar varias páginas hasta que llegó a los nombres "P". Se le cortó la respiración. Sin duda podía ver por qué tanta gente decía que se parecía a su padre.

Potter, James
Casa Gryffindor
Jefe de curso
Capitán de Quidditch (Cazador)
El mejor de la clase en Transfiguración

Con delicadeza, Harry pasó el dedo por la cara de su padre, los ojos le ardían al contemplar aquella sonrisa raquítica. Sólo tenía dieciocho años y, sin embargo, estaba a pocos años de la muerte.

Absurdamente, Harry escaneó el resto de la página, recordando lo que Hannah Abbott había dicho sobre todos los sangre pura que intentaban tener hijos que iban al colegio al mismo tiempo. Vio un Macmillan -¿el padre de Ernie, tal vez? ¿O un tío? - Y un Nott, y... espera un segundo.

Snape, Severus
Casa Slytherin
El mejor de la clase en Pociones

Efectivamente, había una foto de un adolescente de aspecto hosco, con la nariz aguileña y el pelo negro que le colgaba de los ojos. Su maestro de Pociones, de dieciocho años. Sabía, por supuesto, que Snape odiaba a su padre; no se había dado cuenta de que habían ido juntos al colegio.

Volvió al principio, curioso por ver si reconocía algún otro nombre. La primera página lo dejó boquiabierto.

Black, Sirius
Casa Gryffindor
El mejor de la clase en Astronomía

Le costaba creer que el atractivo y sonriente adolescente de pelo negro que aparecía en la foto fuera el mismo rostro de ojos hundidos que le miraba desde los carteles de búsqueda. ¿Sirius Black había ido al colegio con sus padres? Incluso había estado en la misma casa. ¿Su padre sabía, incluso entonces, que era malvado?.

El hombre le resultaba familiar, dejando de lado los carteles de búsqueda, y Harry tardó un minuto en darse cuenta de por qué. La foto que Hagrid le había dado años atrás, de la boda de sus padres. Sirius Black aparecía en ella.

Sirius Black había sido su padrino.

Harry se sintió mal. Pasó rápidamente la página, sin querer seguir mirando esos ojos grises y brillantes. Se obligó a buscar otros nombres conocidos, negándose a pensar en lo que acababa de descubrir. Si pensaba demasiado en ello, se pondría nervioso.

Greengrass, Fenella. Lupin, Remus.

Espera.

Harry hizo una doble toma, mirando al chico de pelo rubio oscuro y ojos color miel, con una sonrisa tímida en los labios y una leve cicatriz en el puente de la nariz.

 Lupin, Remus
Casa Gryffindor
Prefecto de Gryffindor
El mejor de la clase en Runas Antiguas, Defensa Contra las Artes Oscuras

El profesor Lupin parecía demasiado mayor para haber ido al colegio con sus padres. Ya le estaban saliendo canas. Desesperado, Harry siguió adelante, preguntándose a quién más reconocería allí. ¿Quién será el siguiente, Cornelius Fudge?.

Cuando llegó a la clase que se graduaba en 1979, Harry cerró el libro de golpe, y el sonido resonó en la biblioteca vacía. Oyó vagamente a Madam Pince haciéndole callar desde su escritorio, pero lo ignoró, su corazón seguía latiendo con fuerza.

Antes de que pudiera pensar en ello, Harry volvió a colocar el libro en su estante y salió corriendo de la biblioteca, ignorando la reprimenda de Pince. Los pasillos estaban prácticamente vacíos mientras corría, y sólo aminoró la marcha cuando llegó al despacho de Lupin. La puerta estaba abierta y el hombre levantó la vista, con sorpresa en los ojos. -¿Harry? ¿Está todo bien?-.

-¿Por qué no me lo has dicho?-.

Lupin se puso rígido. -Yo... Harry, ¿por qué no entras y cierras la puerta tras de ti?-. Harry lo hizo, mirando a su profesor con una mirada de traición.

-¿Por qué no me dijiste que los conocías?-. El dolor era claro en el tono de Harry. Lupin le parpadeó.

-¿Perdón?-.

-Mis padres. Fuiste al colegio con ellos, lo vi en el anuario. Estaban todos juntos en Gryffindor. Tú, y ellos... y Sirius Black-.

El rostro de Lupin perdió el poco color que tenía y apoyó una mano en el escritorio. -Harry-, respiró, pareciendo que le habían disparado. -Harry, creí que lo sabías-.

-¿Cómo iba a saberlo? Nadie me lo ha dicho. Nadie me dice nunca nada sobre ellos!-.

-Lo siento, supuse que alguien debía haberlo hecho... si alguna vez te hablaron de tus padres en el colegio, pues pensé que simplemente no querías saberlo-. Lupin parecía realmente arrepentido, y Harry dejó escapar un largo suspiro, su temperamento comenzaba a enfriarse.

-He estado tratando de entenderlo desde el tren-, dijo suavemente. -Por qué me pareces tan familiar. Te conocía, ¿verdad? ¿Antes?-.

-Sí-, confirmó Lupin, con la angustia clara en su rostro. -Tus padres... tu padre fue uno de los mejores amigos que tuve. Tu madre también. Los echo de menos todos los días, hoy más que nunca. Estoy seguro de que sabes lo que quiero decir-.

Harry lo sabía muy bien. Cada Halloween se despertaba con un agujero en las tripas que no sabía cómo calmar. El doloroso y enorme abismo donde habían estado sus padres. -Háblame de ellos. Por favor-, suplicó, con la voz quebrada. Lupin lo miró fijamente durante un largo rato.

-Siéntate-, dijo finalmente. -Prepararé un poco de té-.

Harry hizo lo que se le pedía, sentándose en la silla opuesta al escritorio. En lugar de sentarse detrás del escritorio, Lupin eligió la silla junto a Harry, dejando la bandeja de té en la pequeña mesa que había entre ellos. -¿Qué quieres saber, Harry?-.

-Todo-, dijo Harry al instante. -Tía Petunia nunca dice una palabra; yo ni siquiera sabía de la magia hasta que recibí mi carta de Hogwarts-. Frunció el ceño durante un minuto, y añadió en voz baja: -Ni siquiera me dijo mi nombre hasta que tuve cinco años-.

Las cejas de Lupin se alzaron un poco. -¿Petunia? ¿La hermana de Lily?-.

-Sí, ella nunca habla de mamá-, respondió Harry, sacudiendo la cabeza. -¿Cómo eran? El anuario decía que eran el chico y la chica principales. ¿Y mamá era muy buena en Encantamientos?-.

-Me ganó el primer puesto todos los años seguidos-, confirmó Lupin con una risa tranquila. -Lily... No he conocido a una persona más amable que Lily Evans, en toda mi vida. Siempre dispuesta a desvivirse por ayudar a la gente. La única vez que la vi realmente enfadada fue cuando tu padre estaba involucrado-.

Harry lo miró, desconcertado, y Lupin se rió. -Oh, no fue ni mucho menos amor a primera vista, Harry. Durante los primeros seis años de colegio, Lily pensó que James era un arrogante chiflado, y sinceramente no estaba del todo equivocada. James, por supuesto, pensaba que el sol salía y se ponía con Lily Evans y lo había hecho desde el mismo momento en que la vio en la clasificación. Pero ella no le dio la hora hasta el séptimo año-.

-¿Qué ha cambiado?- preguntó Harry, con la taza de té agarrada con fuerza en las manos.

-James creció. Dejó de esforzarse por impresionarla. Dejó de hechizar a los Slytherin's por diversión-. Por la mirada de Lupin, Harry tuvo una buena idea de qué Slytherin en particular hechizaría. -Volvió loco a Sirius al principio: toda su diversión se estropeaba porque James intentaba cortejar a una chica-. Lupin no pareció darse cuenta de lo que había dicho al principio, pero cuando lo hizo la angustia que cruzó su rostro hizo que Harry diera un respingo.

-Eran amigos, entonces-.

-Los mejores amigos-, dijo Lupin en voz baja. -Prácticamente hermanos. Los cuatro éramos inseparables, pero esos dos... iba más allá de la amistad-.

-¿Ustedes tres, y mi mamá?- preguntó Harry, confundido. Lupin negó con la cabeza.

-Yo mismo, James, Sirius y un chico llamado Peter Pettigrew-. Lupin hizo una larga pausa, mirando a lo lejos, perdido en un recuerdo. Harry se aclaró la garganta en silencio, devolviéndole a la realidad. -Eso fue hace media vida, por supuesto. Ninguno de nosotros tenía idea de que Sirius... a veces, yo mismo sigo sin poder creerlo-.

Harry trató de imaginar lo que sentiría si Ron o Hermione resultaran de repente partidarios de Voldemort. La idea le produjo náuseas. -¿Qué ha pasado?-, preguntó vacilante. ¿Cómo pudo salir todo mal?

-Tus padres se escondieron- dijo finalmente Lupin, sin mirar a Harry a los ojos. -Bajo un encantamiento de secreto muy complicado: el encantamiento Fidelius. El encantamiento permite ocultar por completo un lugar o una persona, excepto a la única persona que conoce el secreto... y a cualquiera a quien deban decírselo. Eligieron a Sirius para que fuera su Guardián del Secreto. Confiaron en él más que en cualquiera de nosotros. En una semana...- Se interrumpió, cerrando los ojos. Harry pudo completar el resto. -Peter se puso furioso cuando se enteró. Fue a por Sirius. Pero nunca fue tan bueno con los hechizos como el resto de nosotros, ni tan valiente... Fue una de las personas que Sirius mató cuando voló la calle. Lo único que quedó de él fue un dedo-.

Harry pensó que su corazón había dejado de latir. El silencio se cernió sobre la habitación tras la declaración de Lupin, ambos atrapados por el horror y la pena. -Lo siento, Harry-, dijo Lupin bruscamente. Sus hombros se encorvaron mientras se hundía en sí mismo, como si pudiera esconderse de sus propios recuerdos. -Es más información de la que necesitabas. Al menos debería habértelo dicho con delicadeza-.

-No, me alegro de que me lo hayas dicho. Necesitaba saberlo-, insistió Harry. Sirius Black, la razón por la que sus padres estaban muertos. -Era mi padrino, ¿no?-.

-Yo... sí. ¿Cómo lo supiste?-.

Las palabras pasaron por su mente. Nombrado heredero de la noble y más antigua casa Black. Ahora tenía su respuesta. Abrió la boca, sin saber qué iba a decir, pero la puerta se abrió de repente.

Snape estaba en la puerta, sosteniendo una copa humeante. -Lupin. Potter-, saludó. Lupin se puso en pie de un salto, casi derribando su taza de té.

-Ah, Severus. Le estaba enseñando a Harry mi Grindylow-. Señaló un tanque en la esquina del aula que Harry no había notado antes de ese segundo. La expresión de Snape permaneció plana.

-Fascinante-, dijo con tono inexpresivo. -Asegúrate de beber eso directamente, Lupin. Tengo un caldero entero en mi laboratorio personal-.

-Sí, estaré contigo para tomar más cuando lo necesite. Gracias, Severus-. Cogió la copa del moreno, que dirigió a Lupin una última mirada ilegible y salió del aula, cerrando la puerta tras de sí. Lupin miró la copa y luego hizo una mueca, devolviéndola de un golpe. -Lástima que no pueda hacer que sepa mejor-.

-Profesor, ¿qué?-.

-Oh, no te preocupes, Harry. Tengo un problema médico, Severus... ah, el profesor Snape... tuvo la amabilidad de preparar la única poción que ayuda. Estaré bien como la lluvia. Tengo mucha suerte de trabajar con él, ya sabes; no hay muchos maestros de Pociones que estén a la altura, es un brebaje bastante complicado-.

La mente de Harry regresó al anuario. -Era el mejor de su clase-.

La boca de Lupin esbozó una media sonrisa divertida. -En efecto, lo era. Aunque Lily casi se le adelantó. Pensé que le daría un infarto cuando se enterara de lo cerca que había estado-.

-¿Eran amigos- Preguntó Harry, con las cejas alzadas. Lupin casi dejó caer la copa.

-¿Amigos? Oh, no sé si diría eso. Éramos... las cosas son complicadas, Harry, cuando se es Gryffindor y Slytherin. Incluso cuando ya no eres estudiante-.

Sin quererlo, la mente de Harry se dirigió hacia el pelo rubio y los ojos plateados. El calor subió a sus mejillas. Entendía esa clase de complicaciones.

-Lo siento, Harry, pero quizás podamos retomar esta conversación en otro momento. Me temo que me ha costado bastante-. Lupin dejó la copa y Harry se puso de pie. El profesor puso una mano tentativa en el hombro de Harry. -Siempre me complace hablar contigo de tus padres. Siento no haberlo hecho antes, pero pensé que alguien ya lo había hecho. Yo... bueno, supuse que habías elegido no tener nada que ver conmigo-. Se encogió de hombros con desprecio. -Como no es el caso... una vez me llamaste tío Remus, Harry. No te pido que lo vuelvas a hacer, pero... ¿tal vez podríamos ser amigos?-.

Harry estudió al hombre; la primera persona en su vida que se había ofrecido a hablarle de sus padres, que los había conocido realmente. Un hombre al que, en otras circunstancias, Harry habría crecido llamando tío Remus, queriendo como a la familia. -Me gustaría-, dijo finalmente, ofreciendo una sonrisa vacilante.

Lupin sonrió.

*********

Harry estaba de vuelta en la sala común de Gryffindor para cuando Ron y Hermione regresaron de Hogsmeade, con los bolsillos abarrotados de todo tipo de golosinas. -Oh, ya sabes, tranquilo-, dijo cuando Hermione le preguntó cómo le había ido el día. -He estado haciendo los deberes-.

Podría haberles contado su visita al profesor Lupin, pero se quedó callado. Hacerlo habría significado explicar el anuario, y a Sirius Black, y por qué estaba mirando el anuario para empezar... era mejor no hacerlo. Ya les estaba ocultando demasiados secretos; ¿qué era uno más?.

-En fin, basta de hablar de mí. ¿Cómo es Hogsmeade? ¿A dónde fuiste?- Mientras Ron vaciaba sus bolsillos en el regazo de Harry, colmándolo de caramelos, la pareja hablaba de las maravillas del pueblo mágico. Harry mantuvo su sonrisa falsa todo el tiempo, desenvolviendo una rana de chocolate para distraerse. Parecía que se lo habían pasado en grande.

-Oye, ahora vuelvo. Olvidé mi jersey-, murmuró cuando todos se levantaron para ir a la fiesta, corriendo hacia las escaleras del dormitorio. En su habitación, se apoyó en el poste de la cama y respiró profundamente. No querían restregárselo. No era su culpa que no pudiera ir. Debería alegrarse de que estuvieran en buenos términos; era una mejora con respecto a que se gritaran por Crookshanks.

-Harry-. Se sobresaltó, pero era sólo Neville, con una mirada cómplice en su rostro. -¿Estás bien?-.

-Sí, sólo necesitaba un minuto-. Cogió su jersey de la cama sólo para tener una excusa, y así se perdió que Neville buscara en el bolsillo de su bata.

-Toma, tengo algo para ti-. Neville extendió una mano. En la palma de la mano había un plato de plata, con lo que parecía una hoguera en miniatura apilada dentro, esperando a ser encendida. -Pensé que, ya que no podías unirte a nosotros esta noche...-

Harry cogió la pequeña hoguera, mirando a Neville con la sonrisa más genuina que había tenido en todo el día. -Gracias, Nev. Esto es realmente genial-.

Neville se sonrojó, agachando la cabeza. -De nada. Ahora vamos, me muero de hambre-.

*********

Harry se quedó despierto en el suelo del Gran Comedor durante mucho tiempo, rodeado de gente que roncaba en idénticos sacos de dormir morados. No se lo podía creer.

Sirius Black había entrado en el colegio.

El mismo Sirius Black que había sido el mejor amigo de su padre en el colegio y que ahora intentaba matar a Harry. El mismo Sirius Black que había sido el mejor amigo de su padre en el colegio y que ahora intentaba matar a Harry.

El mismo Sirius Black que Snape pensaba claramente que Lupin estaba ayudando a entrar en el castillo. Harry no lo creyó ni por un segundo, nadie podía fingir la pena que había visto en los ojos de Lupin ese mismo día. Todavía tenía el corazón roto por la traición de su amigo.

Recordó la otra noche, cómo incluso Malfoy se había preocupado de que Harry anduviera por ahí después del toque de queda. Había estado tan seguro de que Black no podría alcanzarlo entonces, tan confiado en su seguridad. Esto... esto cambiaba las cosas.

*********

Remus cruzó el pasillo, con la culpa royéndole las entrañas, cuando de repente hubo una mano en su hombro y su espalda se estrelló contra la pared de piedra. -Júrame-, siseó Severus, con sus ojos casi negros entrecerrados venenosamente y su varita clavándose en la garganta de Remus. -Júrame que no le estás ayudando-.

Remus se quedó con los ojos abiertos de horror. -¡Severus, nunca lo haría! Nunca haría nada para dañar a Harry. Lo juro-.

Severus bajó la varita y aflojó el agarre, pero no mucho. -Perdóname si no confío del todo en ti, Lupin-, dijo bruscamente. -Sé cómo eran ustedes dos-.

-Sé cómo creías que éramos, y siempre te has equivocado-, corrigió Remus, recordando innumerables discusiones y señalamientos sobre la verdadera naturaleza de su relación con Sirius Black. En aquel entonces, lo había encontrado divertido, incluso dulce. Ahora... las palabras se sentían amargas en su lengua. -Nunca ayudaría a ese traidor a entrar aquí y hacer daño a mi cachorro-.

Severus lo miró fijamente, sosteniéndolo tanto tiempo que Remus empezó a sentirse un poco mareado. Finalmente, asintió, dando un paso atrás. Una parte de Remus quería seguirlo. -Es tarde-, dijo finalmente. -Y Dumbledore ha suspendido la búsqueda. Te sugiero que te vayas a la cama, Lupin-.

Remus se mordió las tres primeras respuestas que intentaron saltar de su boca. -Puedes confiar en mí, Severus-, dijo finalmente. Severus frunció el ceño.

-Los dos nos hemos equivocado antes en eso-.

Severus giró sobre sus talones, con la túnica flameando detrás de él mientras se alejaba, dejando a Remus solo en el pasillo. Remus soltó un largo suspiro. -Idiota-, murmuró en voz baja, sin saber con quién estaba hablando: con él mismo, con Severus o con Sirius Black.

Debería ir a ver a Dumbledore. Debería ir al despacho del director y contarle lo de la forma animago de Sirius, lo de los pasadizos secretos que podría estar utilizando para entrar y salir del colegio. Si fuera un hombre mejor, se lo habría dicho hace semanas.

Pero no era un hombre mejor. Era un hombre culpable, desesperado y solitario que aún no podía creer, después de doce años, que uno de sus compañeros de manada pudiera hacer algo tan horrible contra otro. Que Sirius -(el alegre, juguetón y ridículo Sirius)- pudiera ir por la sangre del niño que tanto había amado. Había adorado a Harry, insistiendo en que el niño era básicamente suyo ya que nunca iba a tener hijos propios. Era el padrino perfecto.

Hasta que los traicionó a todos con Voldemort, por supuesto.

Remus sintió que su corazón se hacía pedazos, su lobo aullaba furioso en la nuca, exigiendo justicia, exigiendo alguna otra explicación. Eso sólo hizo que su rabia aumentara: si no fuera por el lobo, Lily y James podrían haber confiado en él para empezar, podrían haberlo utilizado como Guardián Secreto en lugar de Sirius. Pero no, a pesar de todo, seguían dudando de su capacidad para luchar contra su lado más oscuro. Pensaban que por culpa del lobo, por culpa de Severus...

No. No podía ir por ese camino. No esta noche.

Por ahora, todo lo que necesitaba era dormir. Y tal vez un poco del whisky que guardaba en su armario. Cualquiera que fuera la pesadilla a la que tuviera que enfrentarse cuando sus ojos se cerraran, no le apetecía enfrentarse a ella sobrio.

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