Pov Mike.
Caminaba rápido de un lado a otro y era inevitable no llevarme mis uñas a mi boca. Sentía que mi cuerpo estaba completamente vacío, sin nada de estabilidad. Mis ojos lucían espantosos al mirarme esta mañana al espejo. Mi aspecto, por primera vez, me daba asco. Ahí fue cuando pensé y aclaré lo que me decía mi madre. "La ausencia de alguien, puede quitarte las ganas de todo".
Habían pasado exactamente tres semanas desde la muerte de Louis y Harry. Fue un período muy extenso en lo emocional, no podía creer lo que en ese momento ocurría. Lloré largas horas, días y semanas, no logrando estar en un estado normal. La noticia me la hicieron llegar el mismo día, me encontraba en mi habitación cuando recibí la llamada. Corrí con desespero dejando todo atrás y luego de unas horas ya era demasiado tarde. Busqué por un poco menos de dos semanas al padre de Harry. Necesitaba descargar toda mi ira con esa persona la cual jamás había visto en mi vida. Necesitaba desahogarme y golpearlo lo más fuerte que pudiera, pero el tipo se había escapado. Nadie sabía dónde había huido. La policía lo estaba buscando hace días, pero no había resultados de él hasta que se entregó a ellos. Dijo que se sentía arrepentido y merecía estar en la cárcel. Ahora está cumpliendo una condena de 20 años y dudo que salga vivo de allí dentro.
Escuché mi nombre desde lejos, levanté mi cabeza y di con la madre de Louis quién ahora me daba un fuerte abrazo y su llanto no cesaba. La abracé. Me ahogaba el hecho de sentirme fuerte, pero eso poco a poco se debilitó y lloré. Mi respiración se aceleraba, mis lágrimas ya estaban incorporadas en todo mi rostro y mis labios estaban húmedos.
-No podré.– dijo mientras su voz se apagaba lentamente.
El cuerpo de ambos se había trasladado a Detroit. La madre de Harry firmó para que el cuerpo fuera llevado al país y pagó para que pudiera estar cerca de la tumba de Louis. Ese acto fue algo verdaderamente inesperado. Después de un rato, llegó la familia de Louis al cementerio. Me alejé. Pensé que tal vez necesitaban la suficiente privacidad y fui a comprar alguna rosa. En el camino pensé en todo lo que había ocurrido. Ya era más de la décima vez que lo hacía y algo me decía que esto no era la realidad. No aceptaba que mi amigo de toda la vida ya no estuviera aquí. No podía aceptar lo que había hecho ese miserable hombre al no aceptar algo tan maravilloso como la felicidad de su propio hijo.
Al llegar, me di cuenta que había una variedad de frases y diferentes tipos de flores. Suspiré y tomé dos rosas azules, pero sin darme cuenta, choqué mis manos con las de un hombre.
-Lo siento.– dije sin muchas ganas, ni siquiera me di cuenta de su rostro.
-No hay problema, creo que tomaré unas rojas.– lo escuché decir y su voz me sonó algo familiar. Alcé mi vista para ver bien de quién se trataba y me sonrió. –Creo que ya me recuerdas.
-¿Eras quien trabajaba en casa de Harry? ¿Fred?.– fue lo único que se me vino a mi cabeza y vi que después de unos segundos asintió.
-Efectivamente lo era. Unas semanas después de la muerte de ambos, dejé ese trabajo y me vine directamente hasta aquí. No te daré tantos detalles de cómo estuve, pero definitivamente jamás había estado tan mal en mi vida.– pagó lo que costaban las rosas y esperó a que yo hiciera lo mismo.
-Comprendo...– pagué y recibí el cambio. –¿Puedes creer la realidad? Porque yo no he dejado de pensar en lo que ocurrió.
-He estado pesando mucho en lo torpe que fui al quedarme sin hacer nada y dejar escapar a Harry el último día que lo vi. Debí haberlo seguido, tal vez todo esto es mi culpa. Yo amaba a esos dos chicos, anhelaba que pudieran ser felices, sin ningún tipo de problemas.– mientras decía eso, caminábamos hasta la familia de Louis. Miré a Fred que al mismo tiempo sacaba un pañuelo y limpiaba sus lágrimas. –Nunca aceptaré que no pudieran cumplir sus sueños.
-¿Sabes? Louis jamás se había enamorado de esa forma de alguien. Podré decir que sí andaba con chicas, pero nunca al punto de tomarlo con tanta seriedad. El día en que me habló de Harry, se notaba con mucha ilusión, con un brillo especial en sus ojos que nunca en mi vida había visto en él. En ese instante, mi di cuenta que Louis se encontraba cayendo en las redes del amor. Pasaron días, tal vez semanas y hablé con Harry. Mantuve por primera vez una conversación con él y le pregunté si efectivamente amaba a mi amigo. Me respondió un millón de cosas, hasta dar con la respuesta que esperaba. Estoy seguro que él era el indicado en la vida de Louis, y ahora mismo me siento completamente impotente al no haber hecho algo.– sabía que Fred me escuchaba atento. Al acabar de decir eso, un pequeño alivio recorrió mi mente. Quizás necesitaba hablar de esto con alguien. Durante todo este tiempo me estaba ahogando en mis pensamientos.
-Comparto tu opinión. Si en algo estoy de acuerdo, es en que ellos estaban completamente enamorados. Pasé con ellos sus problemas, estuve con ellos en sus llantos y alegrías, prácticamente los veía todos los días y sentía la magia que mantenían. Te lo diré nuevamente, los amaba y no aceptaré nunca la realidad.
Llegamos a donde se encontraba la familia de Louis. Dylan abrazaba a su madre y el padre de Louis estaba hincado hablando tal vez qué cosas a la tumba de Louis. Era un ambiente triste, creo que debía darle privacidad a la familia primero y me corrí a un lado. Vi de una distancia prudente a Fred quién saludaba a todos los presentes y luego se hincó en la tumba de Harry. Cerré mis ojos y cubrí mi rostro con mis manos. Formulé en todo ese rato lo que le diría a Louis, todo lo que debí decirle en un tiempo a solas y nunca hice por idiota.
Había pasado una hora y media y al fin me encontraba solo frente a mi amigo. Tenía frases y muchas flores a su alrededor, al igual que la tumba de Harry. Dejé una rosa azul en uno de los espacios que quedaban y me acomodé mejor para comenzar a hablar.
-Hola viejo amigo. Verás, he pensado mucho en ti últimamente y creo que me está afectando de a poco. No creo que me costumbre a llevar una vida sin ti, sin compartir mis sonrisas, mis historias, mis problemas y mis tristezas. Ya no habrá nadie más que me aconseje como tú lo hacías. Serás inigualable, nunca lo dudes. Mi corazón siente que está muerto y necesito que me digas cómo sobrevivir a esto, porque siento que estoy muriendo. Tengo miedo a acostumbrarme a sentirme así por siempre pero sé que llegará alguien y lentamente me volverá a sacar carcajadas. No las mismas, por supuesto, porque extrañaré las que solamente tú podías sacar. Te extraño, y creo que cada día lo haré más y más. Estarás en otra vida, con alguien que sabrá cómo hacerte feliz. Con alguien que intentó salvar tu vida y no pudo con la miserable desgracia. Harry te amará por siempre, Harry sabrá cómo cuidarte allá arriba, donde no habrá más sufrimiento ni llanto, él se encargará de ti y se lo dejo en sus manos. Sé también que siempre lo tendrás en su corazón al igual que todos aquí. Me has dejado un gran vacío, pero por muy cruel que parezca, la vida sigue, solo espero que no olvides una cosa, te echaré de menos.– mis ojos comenzaron a aguarse y los cerré fuerte. Llevé una de mis manos a mi rostro y las pasé suavemente por mis ojos para no llorar a mares allí mismo.
Me pasé a la tumba de Harry, y dejé la rosa que tenía guardada para él. Vi la foto que tenía encima, solo con su madre, probablemente ella la había mandado el día en que su cuerpo fue traído al país. Me acomodé frente a sus cosas y tomé aire. –Hola. Nunca fuimos amigos, más bien podría llamarlo "Compartidor de Louis" o solamente conocidos. Nunca llegué a conocerte a fondo, la verdad es que solo sabía de ti a través de Louis. La vez que conversamos, estaba muy seguro que tú eras el indicado en la vida de Louis. Estaba feliz por eso, por ambos. Por primera vez en mi vida vería a mi amigo enamorado de alguien. Puedo decir que sentía pequeños celos porque compartía más contigo que conmigo.– sonreí y negué por lo que había dicho. –¿Sonó tonto verdad? Pero era cierto, con Louis compartimos mucho, pero después supe aceptarlo. Me alegro que le hayas hecho conocer el significado de la palabra "amor". Me alegro que estuvieras con él en el momento en el que lo necesitaba. Me alegro que te haya escogido a ti para que fueras el que supiera amarlo.– mi rostro volvió a la normalidad, triste y pensativo. Miré el cielo y después de unos segundos volví mi mirada al suelo. –No sabes lo agradecido que estoy de tu valentía por el hecho de querer haber salvado la vida de Louis. Lamento sinceramente lo ocurrido. Él no pudo más con la vida y se suicidó. Cuando la policía me confesó lo ocurrido, me dijo que ambos se encontraban tomados de la mano y creo que allí solté en llanto. Admiro su relación y cómo supieron amarse hasta ya no poder más. Espero que sepan amarse allá arriba porque nadie, absolutamente nadie se los impedirá.– me levanté y me puse de pie en medio de ambas tumbas. Las miré por cierto tiempo, pensé lo que vendría ahora y también en que debía de aceptar lo que estaba pasando. Vivirían felices, en otra vida, sabrán amarse sin más prohibiciones y temores. Les sonreí a ambos, entonces ahí fue donde comprendí que las lágrimas no podían hacer que alguien que había muerto, volviera a vivir.
Me fui dejando atrás la tumba y escondí mis manos dentro de mi abrigo. Me di cuenta de lo que llevaba. Saqué las dos cadenas de rompecabezas que aún permanecían juntas. Las observe por unos segundos y sonreí. Las llevaría junto a mí para que cuando los recuerde, mire aquellas dos piezas y piense...“Ellos siguen unidos, pero en una vida mejor”.