hush | h.s.

Von dangerousxblack

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"Haz silencio, no querrás que oigan tus gritos" -Publish 30\08\2020 © All Rigths Reserved. Mehr

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Von dangerousxblack

XXI. Habitación.

—Quiero entender— insistí para que me diera tan sólo un poco de información, sobre lo que estaba ocurriendo, pero Harry permanecía cual tumba cerrada.

—No deberías meterte en estos asuntos— probablemente era una advertencia, pero sabía que en algún momento tendría que decirme las cosas y que mejor que hacerlo ahora.

—Pues estoy aquí a causa de ellos— reclamé, era totalmente cierto.

—Y podrías desaparecer por éstos mismos, Teana— sus cuerdas vocales vibraron emitiendo un tono de voz ronco y cansado, dando a entender que no quería seguir hablando del tema.

Su seriedad y sus palabras eran una mala combinación, pues lograban intimidarme en todo momento. Tal vez había insistido demasiado y la hora de callar se acercaba, bajé la mirada sumergiéndome en cientas especulaciones.

No quería irritarlo de más, pues él podría perder el control nuevamente y desquitarse de la peor manera. Decidí sellar mis labios hasta que él pidiera que entonara alguna palabra.

Estaba siendo manipulada por el ojiverde y odiaba el hecho de no poder dar objeción.

Mi garganta se había secado, dificultándome la tarea de tragar. La idea de que estaba haciendo las cosas mal y que era cuestión de tiempo para dejar de respirar, no salía de mi plano mental, haciendo que mi terror ascendiera, quería salir corriendo sin importar lo demás.

El silencio se convertía en un gran suplicio que no soportaba, sin embargo me atemorizaba romperlo. Relamí mis labios, buscando el humectante que me faltaba y algo más en que poner mi atención.

Harry exhaló pesadamente, atrayendo con velocidad mis ojos hacia su figura, sólo ahí noté que su mirada estaba clavada en mí.

Se levantó de la cama, y ha paso lento acercó su presencia, mi respiración falló por un momento al tenerlo tan cerca, más no me alejé por miedo a que le molestara. Quedando a un metro y medio de distancia y con un contacto visual que no se cortaba, habló nuevamente.

—Se lo que estás pensando— pausó por unos cortos segundos mientras su vista se dispuso a recorrerme, percibiendo la ridícula ropa que vestía. Sus pupilas encontraron las mías y prosiguió —Déjame decirte que no lo cavé para ti.

El peso que sentía en mis hombros disminuyó y mi respiración comenzó a regularse por sí sola. Por más que no me permitía bajar la guardia, eso había sido una dulce melodía para mis oídos que me dejaba más tranquila.

Un destello de esperanza acariciaba mi corazón, mientras que mis músculos fatigados se relajaban sin prisa. Miré hacia la ventana y sentí la necesidad de cerrar mis ojos por un instante que duró solo dos segundos, al volver a mirar a través del cristal, exhalé el aire que ni siquiera sabía que estaba reteniendo entre mis pulmones.

—Veo que eso te alivia— señaló al presenciar el regreso de mi calma.

—Creí que moriría— solté sin gracia sin querer despegar mis ojos de la magnífica vegetación que se encontraba afuera, más me obligué a hacerlo al escuchar un carraspeo proveniente de la garganta del ojiverde.

Proyecté la mirada en la suya, comparando inconscientemente el verde de sus ojos con los colores cetrinos contrastados en un día nublado. No encontraba la diferencia entre la mezcla de tonalidades, más sus ojos me parecían aún más fascinantes teniendo en cuenta la pobre comparación.

—Si te quisiera muerta, ya lo estarías— replicó.

El castaño parecía estar dolido por mi capacidad imaginativa, por creer que con él no estaba segura o que hasta sería capaz de quitarme la vida.

Para ser honesta, por más de que él dijera lo contrario, no podía confiar por completo. No me parecía exagerado mi punto de enfoque, ya que tenía las razones adecuadas para sospechar de él.

—No podría asegurarlo.

—Si ese fuera el caso, no me hubiese molestado en sacarte con vida de un tiroteo ¿No lo crees? —entrecerró sus párpados, razonó sobre algo que era completamente obvio y cualquiera podría notarlo. Cualquiera excepto yo.

Seguí inmóvil en mi lugar, buscándole sentido a sus palabras, abracé mi cuerpo y mordí el interior de mis mejillas ¿Debía creerle?

Bajé levemente mi cabeza, enfocándome en su respiración la cuál se distinguía perfectamente sobre su pecho en constante movimiento. El castaño aprovechó mi distracción y se aproximó dejando poco espacio entre ambos.

Fue inevitable no encontrarme con su semblante una vez más. La corta distancia me ponía nerviosa y hacía que mis piernas temblaran, queriendo desvanecerse y dejarme desplomada a sus pies.

Con el dorso de su dedo índice trazó mi mentón, proporcionando un toque delicado que logró levantar mi cabeza, luego prosiguió tocando mis mejillas, por el mismo lugar en el que me había tomado anteriormente.

—Perdón por eso— se refirió a su antigua acción sobre mí, mientras miraba con detenimiento mi piel, lo que me hizo pensar en qué tal vez mi rostro estaba teñido con marcas rojas.

¿Qué podía hacer? Tomar provecho de mi postura y decirle —Pues, lo lamento pero no acepto tus disculpas—, para que eventualmente volviera a alterarse y pusiera el grito en el cielo. No estaba lista para eso.

Asentí con timidez a lo cual él sonrió victorioso, sus labios formaban una delgada línea luciendo su hoyuelo lateral. Se veía tan sereno en ese preciso instante, que me costaba recordar a ese mismo Harry tomándome a la fuerza.

Relamió su labio inferior con una lentitud peligrosa, haciendo que éste mismo quedara brillante y hasta me arriesgaría a decir que lucía aún más carnoso que antes. Ahí comprendí su intención, él quería envolverme, utilizando sus encantos para mantenerme calmada y a su completa merced.

Su toque bajó a mi brazo, deslizándose pacíficamente sobre mi piel desnuda, un escalofrío subió por mi espalda.

Harry era bueno en lo que hacía y no podía negarlo, pues mi cuerpo estaba cediendo, de pronto su toque me quemaba y el oxígeno se volvía más denso al intentar filtrarse por mis fosas nasales.

Tenerlo a tal distancia me volvía loca, porque recordaba lo bien que se sentía su boca sobre la mía y mi lengua se deshidrataba exigiendo un lubricante de su parte. Pero esto no terminaría así, por más que Harry jugara a la seducción y aparentara ser el hombre más encantador, no le daría el gusto de caer y alimentar su ego.

Luché por controlar la excitación que se expandía por mi sistema y sequé las palmas sudorosas en mis muslos, sobre las prendas que vestía. Dispuesta a cortar su avance y tomar las riendas.

—¿Puedo usar mi teléfono?— mi voz titubeó, mi nerviosismo era evidente.

La cara del castaño cambió por completo mientras cesaba su caricia, la sonrisa que adornaba su cara se convirtió en una línea recta y tensa, su ceño se frunció notablemente formando una pequeña arruga entre sus cejas y sus orificios nasales se tensaron, arqueándose de vez en cuando.

Ladeó su cabeza y achinó levemente los ojos en señal de confusión, retrocedió unos centímetros. Se veía desorientado por el sutil rechazo que obtuvo de mi parte, era obvio que no se lo esperaba.

No pasó demasiado tiempo que recobró su postura y aclaró su garganta, pretendiendo que nada había pasado. Aún así no lograba disimular cuánto sufría su ego.

—Temo que no.

"Vamos, Styles. ¿Tanto te dolió?"

¿Por qué no?— inquirí, a este punto mi voz había recuperado su tono normal.

—Delatarías nuestra ubicación actual—puntualizó, lo cuál me parecía una mala excusa —Estarás incomunicada por ahora.

Reí, creyendo que era broma, pero me detuve al ver que él seguía inexpresivo.

—¿Bromeas?— me preocupé.

—No bromeo— alegó negando, mientras se daba la vuelta y caminaba hacia la cama.

Se inclinó tomando las copias que yo había desparramado sobre esta y las juntó armando un montón de papeles. Una vez con todos ellos en mano, caminó hasta la puerta de la habitación.

Mi boca se abrió, no entendía nada de esto. No solo estaba temporalmente retenida junto a él, si no que también estaba incomunicada. Al ver su silueta desaparecer por el umbral de la puerta, no tarde en seguirlo, esquivando la ropa que yacía en el suelo.

Lo encontré en la sala, sentándose en uno de los tres sofás color café, dispuesto a comenzar a ignorarme. Colocó los papeles en la mesa ratonera que tenía en frente y comenzó a leerlos, o quizás fingiendo interés en ellos.

Rodeé el sillón quedando junto a él, no esperé a que me mirara y pronuncié su nombre mientras cruzaba mis brazos por debajo de mi pecho, cuál madre gruñona que venía a reprocharle alguna cosa a su hijo.

Suspiró y dejó el conjunto de hojas impresas sobre la mesa de vidrio para poder mirarme. Echó su cuerpo hacia atrás, descansando su peso en el respaldo acolchonado y realizó un ademán con su mano izquierda incitándome a que hablara de una vez.

—Estás mintiéndome, ¿Cierto?— inicié la conversación, recargándome en una sola pierna.

—¿Por qué lo haría?— encogió sus hombros inocentemente, volviendo a su irritable manía de responderme con otra interrogante.

—Anoche me diste mi celular para que le respondiera a...— enmudecí involuntariamente antes de pronunciar el nombre de Colin.

Exhalé con frustración al notar que dejé mi frase en el aire y Harry esperaba que la terminara. Aún así no la concluí, me limité a morder mi labio inferior, pues no me interesaba que él supiera el nombre de mi pareja.

—¿Anoche?— cuestionó lo que había escuchado, mostrándose totalmente confundido ante mis palabras.

—Si, anoche cuando...— imágenes de la noche pasada comenzaron a reproducirse en mi cabeza, logrando que mi corazón bombeara más rápido, no era algo que quisiera recordar y mucho menos algo que quisiera mencionar en voz alta —Cuando entraste a mi habitación— musité, como si temiera que alguien se enterase de lo sucedido.

Harry sólo frunció más sus cejas, como si le estuviera hablando de algo totalmente descabellado y me molestaba que se hiciera el desentendido. Tenía ganar de arañarle la cara para que reaccionara de una vez por todas.

—No he pisado tu habitación desde que llegamos— soltó seriamente.

—¿De qué hablas?— dejé caer mis brazos a mis costados mientras golpeaba mi talón contra el piso repetidas veces.

Sus estupideces me estaban inquietando.

El silencio inundó la sala, abriendo un un espacio para que ambos procesáramos nuestro diálogo reciente.

¿Acaso un ente bromista le había borrado la memoria mientras dormía? No había otra explicación.

Luego de unos segundos prolongados, Harry me sacó de mis pensamientos con una carcajada que reprimió, ya que por morder su labio inferior ésta no resonó como debería. Su mano peinó su cabellera sedosa y después la dejó reposar sobre su muslo, rascando su piel a través de la tela de su pantalón.

Visualicé sus movimientos, confundida, esperando a que dijera que estaba jugando conmigo y que más tarde me daría mi teléfono como se lo había pedido en su cuarto. Sin embargo no fue lo que hizo.

Delineó mi figura, poniendo demasiada atención en mis piernas, consiguiendo que mis nervios aparecieran, adueñándose de mí.

—Cuéntame Teana— bufoneó alegremente, con una facción de supremacía que me costaba entender —¿Qué soñaste?



Pronto mis amores <3

He aquí el capítulo que prometí, espero lo disfruten tanto como yo.

A que no se esperaban esa, Teana tuvo sueños húmedos con Harry y ni cuenta se dió.

Teanaaa  ☝🏽👆🏽☝🏽👆🏽

Las loveo molto <3

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