Arriésgate Liz.

By Alleguerra

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Muchas veces nos aferramos a relaciones que nos hacen daño, simplemente decidimos quedarnos por miedo a estar... More

Prólogo
Capítulo I: Conociendo A Raell
Capítulo II: Encuentro Fatal
Capítulo IV: Se Terminó
Capítulo V: Ahogada En La Verdad
Capitulo VI: Mala Idea
Capítulo VII: En La Misma Habitación
Capitulo VIII: El Reto.
Capitulo IX: ¡Raell Traidor!
Capitulo X: Tu Paz, Es Mi Paz Liz
Capitulo XI: ¿Que Me Estas Haciendo Liz?
Capitulo XII: ¿Nos Daremos Un Tiempo?
Capitulo XIII: Todo Por Ella
Capitulo XIV: Desde Cero
Capitulo XV: Andrea Fuera De Control
Capitulo XVI: Te Casas Y Punto
Capítulo XVII: Te Lo Buscaste Aaron .
Capitulo XVIII: Hasta Nunca Aaron
Capitulo XIX: Al Perderte, Me Encontré ♥️
Capitulo XX: Solo Tú Y Yo
Capitulo XXI: Es Un Buen Partido 😏
Capítulo XXII: ¿Vives Con Él ?
Capitulo XXIII: Raiden
Reparto Masculino
Capitulo XXIV: Tu Mirada ♥️
Capitulo XXV: ¿Y Ahora Qué?
Capitulo XXVI: Celos
Capítulo XXVII: Resentimientos
Capitulo XXVIII: Mi Luz
Capítulo XXIX: Malentendido.
Capitulo XXX: En Mil Pedazos
Capitulo XXXI: Dejar Ir
Capitulo XXXII: Perdonar Sana El Alma
Capitulo XXXIII: te Seguiré Amando
Capitulo XXXIV: Aun Dueles
Capitulo XXXV: ¿Raell Que Haces?
Capitulo XXXVI: Noticias
Capitulo XXXVII: La Cizaña En Forma De Cuñado
Capitulo XXXVIII: El Mirador .
Epílogo

Capitulo III: Raell Al Rescate

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By Alleguerra

¡Bendito sea el fin de semana!

Por fin tendría algo de descanso, entre las clases y las actividades diarias me sentía colapsada. Sin agregar, que la inquietud de Aaron y Andrea me atormentaba día a día. Ahora era peor, recordar esa escena en el restaurante era Fatal, eso sin contar las otras escenas que se imaginaba mi mente con ellos juntos.

Bloquee mis pensamientos, antes que se amargara mi sábado y me levanté de la cama para comenzar mi día. Una vez arreglada y aseada, me senté en el taburete a tomar café completamente sola.

La soledad me pudo...

El apartamento se sentía tan vacío sin Aaron. Aveces la crisis existencial me atacaba y solo quería dejar todo esto atrás y comenzar de nuevo, con alguien que no me causará tanto dolor, pero no es fácil volverse acostumbrar a otra persona, besar otros labios, ser capaz de sentir ese hormigueo hermoso en el estómago, ni esa emoción que sientes en el pecho.

Sinceramente dudaba que alguien más pudiera causar esos efectos en mí, Aaron se logró meter en lo más profundo de mi ser y de allí sería difícil sacarlo, o si quiera reemplazarlo.

Terminé mi café con un nudo en el estómago y le escribí un mensaje de buenos días a Tito, quería con urgencia tener vida social hoy y que me sacará de este encierro. Le dije para salir a desayunar y me escribió un gran si. Como que también quería salir de la rutina.

Quedamos de vernos en un sitio que nos gustaba mucho, hacían unos sándwich de tocino con huevo riquísimos y unas malteadad de ensueño. Esperé un Uber y cuando llegué al lugar ya Tito me esperaba en una mesa. Tomás no lo acompañó y me extrañó.

—Buenos días turrón de azúcar —saludó mi alocado amigo cuando llegue a la mesa.

—Igual, rulitos —dije, acariciando su mata de pelos.

Se parecían mucho a los de Harry styles, solo que con el cabello negro azabache.

—¿Y Tomás? —pregunté extrañada.

—Durmió con su noviecita —rodó los ojos impertinente como siempre—.  Deben andar en su idilio todavía.

No le agradaba Pamela, la novia de Tomás. La verdad es que a Tito no le agradaba nadie, no sé cómo me soportaba a mí.

—Que bien por él, al menos no anda solitario como nosotros —ladee una sonrisa sin ánimos.

—¡Ningún solitarios! Nos tenemos el uno al otro —me dio un guiño.

—Eso es cierto bebé.

Pedimos la comida y me deleite con mi sándwich, ojalá pudiera casarme con él. Fielmente delicioso y estaría disponible cada vez que me lo quisiera comer... ¿Qué más quería?

Comí y comí y para cuando terminamos, me sentí feliz. Como dicen por alli: barriguita llena, corazón contento¹.

Esta pequeña salida me subió el ánimo, aveces escapar de la realidad y salir del encierro ayuda mucho al corazón.

—Tomás y yo queremos salir esta noche a un club —dijo Tito bebiendo su malteada—. Obviamente vendrás con nosotros.

Torcí los labios, no muy segura.

—Ya sabes que Aaron pasa la noche conmigo y si salgo se me arma la buena.

Tito hizo un ademán de fastidio con la mano, —odio cuando te pones dependiente de Aaron, que salgas con tus amigos no tiene nada de malo.

—Es que se pone a pelear y prefiero evitar eso.

—Entonces dile que salga con nosotros.

Me lo pensé un poco, Insegura. Aaron no era de clubes ni discotecas, a duras penas iba a los cócteles que hacía su familia y si acaso había una fiesta con sus amigos tiquismiquis, iba por cortesía. Dudaba mucho que quisiera ir a un club con gente sudorosa y ebria.

—No sé, déjame decirle y te aviso.

Conociendo a Tito, sé que se esta conteniendo para no rodar los ojos con fastidio.

Nos quedamos un poco más conversando y dimos un paseo por los alrededores, hasta lo acompañé a comprarse la pinta² de esta noche y cuando dio el mediodía, no tuvimos de otra que comer por fuera de nuevo. Hicimos este día de shopping y para cuando regresé al apartamento me sorprendió no ver Aaron, ni que me escribiera siquiera.

Decidí hacerlo yo.

Amor donde estas? Hoy no me has saludado.

—Me iré a duchar, tengo un calor de muerte lenta —Tito se quitó los zapatos en pleno recibidor.

Se quedaría aquí el resto de la tarde, hasta que Tomás lo buscará para irse al club en la noche.

—¡No dejes el baño mojado! —le advertí antes que se metiera.

—¿Y como me voy a bañar, en el aire? —refunfuñó.

—Me refiero fuera de la ducha, secas bien el piso.

—Que latosa eres Liz —cerró la puerta y me preparé para decirle sus cuantas sino secaba el baño.

Yo odiaba el desorden, era algo así como una limpiadora compulsiva. Sé que no era normal, pero mis nervios me jugaban en contra en ese aspecto.

Escuché mi celular recibiendo una llamada entrante y era Aaron. Contesté de inmediato.

Hola amor.

Hola hermosa ¿que tal tu día?

—De compras con Tito ¿por qué me tuviste tan abandonada hoy?

Hubo silencio en la línea.

—Es que viajé a Valencia con mi papá y el de Andrea, cuestiones de negocio después te cuento.

De inmediato dudé y pensé que estaba mintiendo para estar con Andrea.

—¿Y Andrea fue?

No pude contenerme.

solo hablemos hombres, es cosa de negocio.

Me obligué a creerle, no debía dudar, el nunca mentía sobre eso. Hasta ahora cuando le tocaba estar con Andrea en algún lugar para aparentar, me lo contaba así me doliera.

Okey, ¿y cuando regresas?

Mañana mismo y en cuanto llegue voy a verte, te extraño mucho.

Se me escapó una sonrisa boba. Me encanta que me diga eso.

—Y yo te extraño más, por eso te escribí para saber de ti.

—Mañana te dedicaré todo el día.

—Esta bien...

Escuché que lo llamaron al otro lado de la línea.

Disculpa hermosa, te llamo más tarde ¿vale?

Esta bien, te quiero.

Terminé la llamada y más tranquila porque supe de él, me fui a cambiar con ropa cómoda. Tito salió del baño a lo poco con una toalla rosada envuelta y me dio risa ver a mi galán de otoño, dueño de suspiros de muchas chicas con esa toalla estaba muy chistoso.

—Pareces una tia—me burle.

—No me hagas demostrarte lo contrario Liz Torre —advirtió y me carcajee. Sé que bromea—. Por cierto, ¿sabes a qué princesa de Disney tienes un parecido?

Preguntó y frunci el ceño en respuesta.

—¿A cuál?

—A cenicienta secando el baño.

Se jacto el muy sinvergüenza y cuando pensaba pelear, salió corriendo a mi habitación para encerrarse.

¡Capullo! Siempre me hacía lo mismo.

—¡Que te den Tito! —le grité cuando cerró la puerta de mi habitación.

Fui enfuruñada al baño y solté un jadeo histérico al ver el suelo, estaba encharcado y las huellas mojadas de Tito marcaban un camino hasta el pasillo. Inhale aire para darme paciencia y con el trapeador seque todo el desastre.

¡La que lo parió lo dejará bañar aquí de nuevo!

Pero si siempre lo hace...

Gritó mi conciencia sarcástica y le quise estampar el palo del trapeador en la cabeza a Tito.

Pero ya me desquitaria. Un día de estos sus risitos amaneceran con harina o pegamento.

—¿Me queda bien esta camisa con este pantalón? —lo escuché preguntar a mi espalda y lo mire malhumorada.

—Con el trapeador de peluca te quedará mejor —le espete molesta, dándoselo de mala gana.

Lo atrapó en el acto y note su mohín.

—No seas tan odiosa Liz, tampoco lo moje mucho —se defendió.

Su teoría de no mojar, definitivamente no era la misma que la mía.

—Lleva el trapeador a su lugar si quieres que te perdone —le mandé y a regañadientes obedeció—. Por cierto, me gusta más esa camisa con el Jean negro —respondí su pregunta reposada en el marcó del pasillo.

—Yo pensé lo mismo —se fue a cambiar y cuando comprobé la hora eran las ocho de la noche.

La verdad es que se pasó volando el día.

—¿Ya hablaste con tu querubín? —se interesó Tito cuando me uní a él en mi cuarto.

Me senté en la cama a ver cómo admiraba su trasero en el espejo.

—Si llamó diciendo que está de viaje con su padre —le conté.

Preferí omitir que fue con el padre de Andrea, sino empezaría a meterme ideas locas en la cabeza y no estaba para eso.

—¡Perfecto! Entonces ven con nosotros al club —volvió a proponer.

—No lo sé Tito, me voy a meter en líos con Aaron si voy sin él.

—Sino se entera no habrá problemas —me dio su sonrisa traviesa y negué la cabeza.

—No quiero liarla.

—Deja tu show Liz, no haremos nada malo y solo será un rato —pensaba protestar pero siguió hablando—: Tú no sabes lo que hace Aaron en esos viajes, tal vez si sale y tu ni te enteras —como quiera metió la pullita y mi pecho se encogió ante la idea.

No, él sería incapaz de hacer eso.

—Esta en un viaje de negocios y le creo —brame seria.

—Suponiendo que está en su viaje, igual siempre sale con sus amigos y su noviecita mientras tú te quedas aquí esperándolo —ya le estaba dando el soponcio mientras contaba las fallas de Aaron—. ¡Por favor amiga mía tenéis que tener vida propia!, los años se te pasarán aferrada a un chico y eso no es justo.

Tomó un respiró, para rodar los ojos al final.

Y aunque doliera admitirlo, tenía razón. Yo siempre me abtuvia de salir con mis amigos porque Aaron quería tenerme metida en esta burbuja, pero en cambio él sí iba a reuniones y vivía su vida y yo lo aceptaba. Tito no estaba del todo equivocado, así que por primera vez desde que estoy con Aaron, haré algo para sentirme bien yo. Le guste o no.

—Está bien, iré con ustedes —me animé y Tito dio brincos de alegría.

Me dediqué a cambiarme de ropa, arreglar mi cabello y al final, el resultado estuvo bien. Miré a mi otro yo del espejo y se me escapó una sonrisa nostálgica, tenía tanto tiempo que no me arreglaba para salir a ningún lado de noche y a un club menos.

—¡Madre mía Liz! Te quedaste mil años —se ofusco Tito—. Ustedes las tías y su costumbre de tardar siglos para arreglarse.

Estaba detrás de mí, nuestros reflejos encontrados en el espejo.

—Me invitaste y ahora te aguantas —le saque la lengua.

Rodó los ojos y cuando le vibró el celular contestó.

—Viene llegando Tomás, es hora de irnos —avisó guardando su cel en el bolsillo.

Yo guardé el mío en el bolsillo de mi Jean talle alto de cuero y antes de salir comprobé que todo estuviese en orden, llaves en mi bolsa, estufa apagada, luces encendidas y todo limpio.

—¡Liz deja de ser una anciana y camina! —gritó Tito en el pasillo y salí del apartamento.

Fuimos al ascensor y en el recibidor el recepcionista Carlos, me miró extrañado.

—Señorita Liz ¿saldrá esta noche?

Su pregunta me descolocó un poco, —Si ¿por qué?

—El joven Aaron no me informó nada.

—¿Y le tiene que informar? —ya Tito se estaba encabritando.

—Mi novio ya sabe, no te preocupes Carlos —hablé antes que se enfrentarán estos dos.

Carlos asintió, —Feliz noche entonces.

Le sonreí y agarré a Tito por el brazo para arrastrarlo conmigo fuera, sino se pondría de tú a tú con el recepcionista y ni al caso.

—¿Hasta las salidas te controla Aaron? ¡Lo que le faltaba! —Tito no cabía en la idea.

Eso no me tenía contenta tampoco, pero ya sabría como controlar la situación.

—Tranquilo, no dejemos que eso nos arruine la noche —lo tranquilice.

Se tocó el pecho con drama, —Me siento tan orgulloso de ti, por fin defiendes tus derechos —se secó una lágrima imaginaria y negué la cabeza risueña.

Tomás llegó a lo poco y nos subimos en su Audi negro, su novia estaba sentada de copiloto de modo que Tito y yo nos embarcamos atrás.

—¡Liz de mi vida! Enhorabuena te nos uniste —Tomás no cabía en la dicha.

—No sabes cuánto me costó sacarla de esa cueva —Tito rodó los ojos. Un día de estos le caerán en el suelo.

—Qué bueno que estas aquí, así no me siento tan sola —Pamela me sonrió llena de gusto y le correspondi el gesto.

Este era mi ambiente, estos eran mis amigos. Con quienes me sentía cómoda, Aaron también llenaba mi vacío, pero no del todo, necesitaba a mis amigos conmigo y él no lo permitía muchas veces. Ojalá pudiera tenerlos a todos en mi vínculo, así todo fuera perfecto.

—¿Y adonde iremos? —pregunté curiosa. No conocía los clubes de Barranquilla.

—Al rincón republicano —dijo Pamela emocionada—, es un sitio estilo tasca que descubrimos hace poco y tiene un ambiente diferente, se canta kareoke y la música es buena.

—¿Y por qué ese nombre?

—Porque los dueños son republicanos —Pamela siguió contando la historia—, se vinieron a Barranquilla hace diez años y desde entonces han crecido en tierra ajena pero acogedora.

—Y si te preguntas como sabe todo eso se hizo amiga de Candela, la dueña del sitio —bromeó Tomás.

—Ya sabes que soy muy sociable —se defendió Pamela.

La historia también me emocionó, es bonito saber que otras personas con culturas distintas se interesan en venir a nuestra tierra y surgir aquí.

—La música es algo extraña —musito Tito fruncido.

—Es Salsa y merengue³, allá bailan mucho ese estilo —contó Pamela. Primera vez que yo escuchaba ese tipo de música.

—Salsa en la comida nada más —habló Tito odioso y le di un codazo para reñirlo—. ¿Qué? Es la verdad.

Después de un rato llegamos al famoso rincón republicano y la fachada era estilo choza, con techo decorado de paja y todo. Me sorprendió ver eso en la ciudad pero cada lugar tiene su estilo. Cuando entramos la música era movida pero yo no la conocía de nada, alomejor era esa que mencionó Pamela. Dentro, nos ubicamos en una mesa y enseguida una señora muy alegre y vestida de rojo se acercó a nosotros.

—¡Mis niños! Que alegría verlos —saludó y noté su acento diferente.

Pamela se levantó para abrazarla y la señora saludó a los chicos con beso en la mejilla. Cuando llegó a mi se mostró extrañada.

—¿Y esta hermosura quién es?

Acarició mi cabello con cariño, como si me conociera de siempre. Ya veo porque Pamela la quiere tanto, es muy simpática.

—Es nuestra mejor amiga Candela, primera vez que se nos une —le dijo Tomás.

Ella me dio un beso en la mejilla.

—Bienvenida mi cielo, espero verte aquí seguido.

—Gracias —le sonreí cohibida.

Ella les preguntó a los chicos que iban a beber. Yo quedé muda, no sabía nada de tragos y mis amigos se encargaron, pidieron algo de nombre extraño y Candela se fue contenta a buscar el pedido. Cuando volvió la mesa se llenó de bebida coloridas y con frutas y se fue para dejarnos armar nuestro ambiente.

—Prueba este Liz, es delicioso —Pamela me ofreció una bebida color rosa con fresas en el fondo. Se veía y sabía rico. Tenía alcohol pero no tanto.

Pasamos el rato relajados, platicando y bromeando. Por un momento vi el panorama y mi pecho se acongojo, tenía tanto tiempo sin pasar un momento así, sintiéndome libre y feliz. Independiente y satisfecha.

No fue mala idea venir después de todo.

Luego de un rato habilitaron el área de Kareoke y los chicos cantaron varias rolas aún sin saberlas del todo, me quisieron arrastrar al escenario pero de ninguna manera fui. Yo no cantaba ni en los sueños.

Me dediqué a verlos desde "bambalinas", por así decirlo y de un momento a otro ya la voz de Tito y Tomás se escuchaban un desastre. Los miré preocupada, creo que el alcohol ya los estaba afectando.

Cuando bajaron del escenario fui con Pamela, que todavía no estaba tan Cuba⁴.

—Los chicos ya no dan para más —le comenté preocupada, yo no sabía conducir y ella tampoco y ellos eran los conductores asignados.

¿Como nos iríamos después?

—Yo creo que es tarde Liz, se les pasó la mano —ella también estaba aturdida, pero consciente.

Los gemelos no, ya estaban tirados en la sillas dormidos.

¿Qué rayos?...

Si hace un rato estaban cantando como dos artistas.

Gracias a Dios yo no bebí mucho, sino estuviese contando pajaritos también .

—¿Qué vamos hacer ahora? —los nervios me atacaron.

Ya Candela iba a cerrar el local  y cuando vi en mi celular que eran las tres de la madrugada, la bilis se engroso en mi garganta.

—¿Tú novio no puede venir por nosotros? —preguntó ella y sino estuviese tan nerviosa, me río en sus narices.

Si supiera que él ni sabe que estoy aquí y si se entera me entierra viva.

Entonces en mi WhatsApp vi el mensaje que me envió Raell para guardar su número y mordí mi labio dudosa.

Dudé en tomarle la palabra de pedirle un favor, pero era eso o dormir con estos ebrios en el Audi y que nos pusieran una multa costosa.

Tomé un respiro antes de marcar su número.

Sonó y sonó y no contestó. Mordí mi labio apunto del llanto.

¡Hostias!

Que Desmadre tan grande.

Vi a Pamela preocupada, —A quien le quiero pedir el favor no contesta.

Se dio en la frente susurrando un joder.

Los gemelos seguían tirados en la sillas y cuando pensábamos pedir un Uber mi celular vibró. Era una llamada de Raell.

Contuve los nervios antes de responder.

Hola.

Musite en un hilo de voz.

¿Liz estás bien?

Sonó preocupado.

—¿Suena muy loco si te pido que vengas por mí y te explico en el camino?

Hubo silencio en la línea.

Claro dime donde estás.

Le dicte la dirección y me dijo que pronto estaría aquí. Yo solo pude morirme de la vergüenza y traté de inventar una excusa que no sonará tan a locura, mientras lo esperaba fuera del rincón republicano con mis amigos cargados del hombro junto a pamela, pero para cuando llegó Raell, no tuve ninguna.

Su camioneta estacionó frente nosotros en la calle y mis mejillas ardieron cuando nuestros ojos se encontraron.

La que se me iba armar.

****

¹barriguita llena, corazón contento: expresión o metáfora que se dice para expresar que estas satisfecho después de comer.

²pinta: expresión metafórica sobre una elección nueva de ropa.

³salsa y merengue: género musical muy popular en paises de latinoamerica, como Colombia, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela, entre otros.

⁴cuba: expresión metafórica que indica embriaguez en una persona.

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