TE DESEO A TI (CENSURADA)

By YazzPeraltam

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Toda la auto determinación de Kendra colisiona con sus sentimientos cuando se ve envuelta en una espiral deca... More

ADVERTENCIA
♠ SINOPSIS♠
♠UNO♠
♠DOS♠
♠TRES♠
♠CUATRO♠
♠CINCO♠
♠SEIS♠
♠SIETE♠
♠NUEVE♠
♠DIEZ♠
♠ONCE♠
♠DOCE♠
♠TRECE♠
♠CATORCE♠
♠QUINCE♠
SEGUNDA PARTE
♠DIECISEIS♠
♠DIECISIETE♠
♠DIECIOCHO♠
♠DIECINUEVE♠
♠VEINTE♠
♠VEINTIUNO♠
♠VEINTIDOS♠
♠VEINTITRES♠
♠VEINTICUATRO♠
♠VEINTICINCO♠
♠VEINTISEIS♠
♠VEINTISIETE♠
TERCERA PARTE
♠VEINTIOCHO♠
♠ VEINTINUEVE ♠
♠TREINTA♠
♠TREINTA Y UNO♠
♠TREINTA Y DOS♠
♠TREINTA Y TRES♠
♠TREINTA Y CUATRO♠
♠TREINTA Y CINCO♠
♠ TREINTA Y SEIS ♠
CUARTA PARTE
♠TREINTA Y SIETE♠
♠TREINTA Y OCHO♠
♠EPÍLOGO♠

♠OCHO♠

79 10 40
By YazzPeraltam

La clase transcurrió larga y pesada. Con el pretexto de no saber nuestros nombres, decía los números de la lista de asistencia para que contestáramos sus preguntas, no sin antes levantarnos para que él nos pudiera ubicar.

-28. Por favor, explique uno de los conceptos de justicia que Sófocles expresa en la historia de Antígona. - Dijo mirándome fijamente. Vi su sonrisa perversa extenderse por su rostro mientras yo me ponía de pie, intentando explicarme.

-Sófocles detalla la concepción de justicia como el marco de nuestras relaciones sociales, familiares o políticas, que de hecho, es considerado como el segundo de los cinco valores que sustentan la ética desde el inicio de la concepción del hombre como un ente inherentemente social. -

- Si, pero necesito que me expliques como expresa Sófocles la concepción de esa justicia. -

- Para él es como una herramienta que permite las relaciones sociales sanas. - Respondí sin ganas, eso era un tema aburrido.

- ¿Cómo? -

-Ejecutándola. - Dije con arrogancia. ¡Da! Era obvio.

- ¿Cómo? - ¡Carajos! ¿Estaba tontito o que parte de la ejecución no entendía?

- A través de los organismos preconcebidos para sujetar a la sociedad a un ordenamiento estructurado de las conductas aceptables. - ¿Así o te lo explico con palitos?

- ¿Llamaría usted a eso la cuna de los convencionalismos sociales imperantes? - Preguntó insistente.

- Yo lo llamaría venganza. - Respondí con suficiencia.

- ¿Venganza? Interesante perspectiva. Díganos por qué. -

- La justicia fue creada para otorgar a la venganza un sustento dentro del marco legal que fue formando a las sociedades antiguas y que impera hasta nuestros días. - Expliqué con cierto desdén.

-Entonces para usted ¿La justicia no es más que venganza legitimizada? ¿Estoy entendiendo correctamente? - Preguntó sorprendido.

- Sí. Definitivamente sí. - Confirmé con certeza

- Gracias por su aportación señorita Medina. -

Ángel me miró extrañado y yo solo fruncí el ceño. Su voz, sus expresiones y su domino del tema hizo que un subidón de adrenalina me recorriera completa y se quedara atorada en medio de mis piernas.

Mientras le contestaba, podía escuchar sus gruñidos de placer detrás de mi cuello, entre mis piernas y dentro de mi boca.

Cada que hablaba y movía las manos, me invadían las imágenes de él fallándome por detrás, casi podía sentir su pene dentro de mi vagina entrando y saliendo, húmedo, sonoro, mi espalda recargada en su pecho, su dedos estimulando mi clítoris, la otra pellizcando mis pezones, sus dientes mordiendo mi cuello y detrás de mis orejas y mis rodillas ancladas al colchón.

Aquella noche nos follamos de tantas formas, que algunas de las imágenes que me llegaban ni siquiera las recordaba.

Ahí estaba Eduardo dando clases a mis compañeros, a mi novio y mientras hablaba, mi vulva ya pulsaba caliente y húmeda, como si mi cuerpo lo recordara.

Ángel se levantó y explicaba algo respecto a la honestidad como el cuarto valor de sustento de la ética. Verlos debatiendo el tema de la honestidad hizo que mi temperatura se elevara todavía más.

Ángel era experto en ese tema e irónicamente debatía magistralmente respecto a la ética con el profesor con el que su novia se había acostado semanas atrás.

La voz de ambos rebotaba en las paredes del aula y yo intentaba calmar el dolor que me causaban las palpitaciones entre mis piernas, así que comencé a frotarme para aliviarla un poco, pero vamos, esto solo lo podía calmar con un pene firme como el de Ángel.

Ángel.

"Piensa en Ángel y no seas pendeja" Me repetía una y otra vez.

Eduardo se quitó el saco y lo colocó en la silla, eso me hizo recordar cómo me subió cargando a la habitación y que estaba tan excitada que no me importó que mis pechos iban al aire mientras él los chupaba y lamia a la vista de todos.

¡Esto era una jodida mierda!

Minutos antes de que la clase terminara, nombró algunos números de la lista de asistencia para que lo aguardáramos algunos minutos, pues aparentemente quería hablar con nosotros.

El de ángel y el mío estaban en su pequeña lista.

Ángel pasó primero y parece que lo estaba felicitando por tan buen debate argumental. Mi novio le sonrió y le dio la mano. Luego se dirigió hasta mi lugar.

- ¡Vaya con el profe! Revivió la clase del profesor Sierra. -

- Solo es ética. - Contesté sin interés.

- ¿Estas molesta? -

- Me duele la cabeza, creo que me iré a casa en cuanto el nuevo profe me regañe. -

- ¿Quieres que te lleve? - Preguntó con su sonrisa coqueta.

- ¿No tienes practica de futbol? -

- Siempre puedo saltarme los entrenamientos por ti. - Dijo mientras me tomaba de la mano.

- No te preocupes. Ve a tu entrenamiento y te veo en casa de Melina cuando hayas acabado. -

- ¡Vale! Tomate unas aspirinas. - Me dio un beso suave en los labios que me supo a gloria. De algún modo, me sentía segura a su lado.

Para colmo, yo fui la última en pasar.

- ¿Con que Kendra? - El modo en como decía mi nombre era caótico. Kendrra. Haciendo especial énfasis en la R.

-Eduardo. - No tenía ningún caso fingir demencia.

- ¿Quién lo diría? Nunca pensé en volver a verte. - Confesó sin dejar de mirarme.

- Me da igual. ¿Quiere decirme algo respecto a la clase, profesor? - Pregunté con fastidio.

- Sí. - Dijo mientras fruncía el ceño y buscaba algunos papeles. - Tienes la vagina más deliciosa y apretada que me hubiera follado antes. - Dijo mientras me miraba de reojo.

Una ola de calor me golpeó de pronto y sentí como la humedad crecía entre las piernas.

- Y no solo eso. - Dijo mientras se recargaba en el escritorio quedando frente a mí mientras cruzaba los brazos en su pecho. - Nunca nadie me la había mamado como tú, es más, puedes notar que con solo verte ya estoy duro y listo para cogerte ahora mismo. - No pude evitar bajar la vista y ver el bulto bajo sus pantalones. - Es más, estoy seguro de que tú también ya estas mojada, esperando para que te la meta. -

Antes de que yo pudiera reaccionar, me jaló hacia él y metió la mano bajó mi falda, pasando sus dedos por encima de mis pantis que sí, ya estaban mojadísimas. Sacó los dedos y me mostró mi propia humedad, torciendo su sonrisa de un modo malicioso, luego se llevó los dedos a los labios y le dio un lametazo largo y lento que me hizo estremecerme.

- Eres mi profesor. - Dije sin poder moverme.

- Eres una chica mala. - Me respondió con una sonrisa.

- No sé a qué estás jugando. - Dije con la voz temblorosa, comencé a morderme el labio porque mi nerviosismo estaba escalando a niveles hasta ahora desconocidos para mí.

- Te fuiste sin dejar ni siquiera tu teléfono en el espejo. Eso fue una grosería. -

Pero no pude hacer mucho, pues me atrajo rápidamente hacia él con una mano, mientras que la otra ya estaba bajo mi falda. Mis piernas se separaron instintivamente y no tardó nada en hacer a un lado mis pantis y meter uno de sus dedos mientras su pulgar masajeaba mi clítoris.

Solté un gemido ahogado, pero su mano libre bajó mi blusa y dejó uno de mis pechos al aire, pellizcando mi pezón que ya me dolía de lo duro que estaba.

- Se lo mucho que te gusta irte a los extremos. - Decía con voz ronca mientras seguía torturándome. Mis manos instintivamente se fueron hacia el bulto bajo su sus pantalones y comencé a acariciarlo por encima.

- Sé que te gusta estar en el precipicio del placer y que justo ahora mueres por sentirme dentro de ti. - Me dijo con su voz rasposa mientras su lengua jugaba con mi oreja. Ahora, tenía dos dedos entrando y saliendo de mi cuerpo y mis fluidos comenzaban a escurrir por mis muslos.

- Quieres que lama tus muslos y que no se desperdicie ni una sola gota de ti cariño. - La mano que tenía en mi pezón se fue a mis nalgas y la falda estaba a centímetros de volver a ser un cinturón, pero cuando su boca se aferró a uno de mis pezones y comenzó a succionar, perdí la cabeza.

Comencé gemir, estaba al borde de mi orgasmo y de pronto, él me soltó, me bajó la falda y subió mi blusa para cubrir mis pechos.

Aquello fue como un maldito golpe de ariete.

Se alejó de mí y se sentó en la silla giratoria. - Excelente su argumento de la venganza señorita Medina. Equiparar toda una doctrina milenaria que busca equilibrar y restaurar las acciones que el hombre comete dejándose llevar por las emociones, con la idea de que solo se busca legitimar una de las emociones humanas más intensas que el hombre ha experimentado desde que tuvo razón, bueno, debo felicitarla. - Dijo sin dejar de mirarme.

La puerta se abrió y entraron cuatro chicos.

- Quiero que me entregue un ensayo de cinco a diez páginas donde me justifique bibliográficamente su argumento de la venganza como motivación de la justicia. La veré después señorita Medina. - Me dijo con una sonrisa perversa.

Salí del aula y me recargué en la pared. Las piernas no me respondían y maldita sea, me había dejado a medias. Mis manos temblaban y lo único que quería en ese momento era terminar con mis dedos lo que él había empezado, pero luego, recordé que tengo un novio que está buenísimo y que justamente minutos atrás me había propuesto saltarse su práctica.

Casi corrí hasta los campos de futbol y me detuve en el área de la banca. Lo busqué con la mirada y lo encontré calentando con sus shorts y su casaca naranja.

Le hice señas con las manos y no tardó demasiado en verme y corrió hasta mí.

- Hola... ¿Todo bien? -

- Tenemos que hablar. - Lo tomé de la mano y lo guie hasta los vestidores.

- ¿Qué pasa Kendra? ¿Estás bien? - No, no estaba bien. Estaba hirviendo.

Entramos a los vestidores e hice que se sentara en uno de los bancos. Bajé mi blusa frente a él, dejando mis pechos al aire.

- ¡Kendra! ¿Qué haces? - Ángel intentó seguir hablando, pero yo comencé a besarlo con pasión, con ansias, con ganas.

Bajé mi mano hasta su entrepierna y lo encontré duro y listo para mí, así que no tuve más que bajar sus shorts y para ese momento, Ángel estaba tan encendido como yo.

Intentó cargarme, pero me negué, lo empuje hacia atrás y su espalda golpeó con los casilleros, aun así, él me tomó de los muslos mientras seguía besándome.

Me subí en su abdomen rozándome con su pene que ya se sentía mojado.

- Espera, no tenemos condones. -

- Te necesito ahora Ángel, no me hagas esperar. - Mi voz era agónica.

- Pero... ¿Estas segura? -

Mi respuesta la obtuvo cuando me sintió introduciéndolo en mí tan profundo y fuerte como pude. Me lo llevé hasta el fondo y solo sintiendo toda su longitud dentro de mí, empujando, pulsando, llenando cada espacio, fue que pude sentir un poco de paz.

Comencé a moverme a mi ritmo, frenética, con la urgencia de saciar con él lo estragos que había hecho Eduardo.

Se escucharon ruidos en el fondo del pasillo, quizá algún despistado que intentaba volver por algo que olvidó. Sentí como Ángel me bajó la falda por detrás para evitar que me vieran las nalgas, pero yo me seguí moviendo más rápido, más duro, llevándolo más profundo dentro de mí.

Él intentó mitigar mis gemidos con su boca y entendí que estaba siendo un poco ruidosa.

Escuché el ronroneo en su garganta y como comenzaba a palpitar y sonreí triunfal. Yo sabía el poder que tenía sobre Ángel, llevándolo a hacer cosas imprudentes pero que nos daban un nivel de placer distinto gracias a la carga de adrenalina que disparaba el solo riesgo de ser descubiertos.

Se escucharon algunos casilleros abriéndose y un par de voces masculinas.

Nuestra adrenalina se disparó y nos corrimos juntos, ahogando nuestros gemidos con la boca.

Comencé a reírme mientras nos recuperábamos. Se escucharon nuevamente los casilleros y las voces perdiéndose en el pasillo.

- ¿Qué fue eso? - Preguntó mientras me acariciaba el cabello.

- Te necesitaba. - Dije escondiendo mi rostro en su pecho.

- Kendra, solo tenías que pedirlo. - Respondió dándome un beso en la frente. Pero yo no quería pedir nada, quería que Ángel lo tomara porque se consideraba capaz de hacerlo.

- Pero fue divertido. No puedes negarlo. - Sonreí y lo besé.

- Tenemos que hacer algo con lo del condón. - Sonrió preocupado.

- No me voy a embarazar, descuida. -

- No es eso. -

- ¿Crees que te puedo pegar algún bicho? - Pregunté curiosa.

- ¿Qué tal si soy yo quien te lo pega? - Comencé a reírme.

Aunque su argumento podría no estar errado. Aunque tuviera una carita divina de "no rompo un plato" lo cierto es que no era para nada pendejo a la hora de coger y esa experiencia, no la obtienes masturbándote frente al Kinect.

Nos vestimos torpemente y me acompañó hasta la entrada de las áreas deportivas, nos despedimos con un beso.

**

Hola criaturitas del universo.. amores de mi existencia.

¿Que me dicen del capítulo? ¿Les gustó?

Algún mensaje para Kendra. 😏

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