Tú, Yo y El Mal

By MabelPazAvalos

218K 21.7K 14.5K

Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... More

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 9 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 11 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 23 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 25 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 30 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 36 •
• CAPÍTULO 37 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 40 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 49 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 53 •
• CAPÍTULO 54 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 80 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 58 •

1.5K 185 243
By MabelPazAvalos

Siento presión en mis brazos, y eso es porque dos hombres me sujetan de cada uno para trasladarme a una camioneta con el logo del FBI.
Es un intento estúpido el querer hacer algo al respecto, vengo escoltada con más de quince personas. Y digo que con más porque son sólo los que alcanzo a ver.

Cierro los ojos, y al abrirlos de nuevo ya ha pasado tiempo porque nos detenemos en un edificio.
No hay letras que me digan dónde es que estoy, pero sin duda ya no estoy en los Estados Unidos.

Me obligan a reponerme, me sacan a la fuerza e intento no caerme ante ellos porque esa sería una gran humillación a mi ego.
Me esposaron los pies también, así que doy pasos cortos y veo a todas las personas uniformadas que se me quedan mirando cada que paso a sus lados.

Susurran al verme, y es claro de verse, me han capturado.

Subo por un elevador, y en ese apartado hay celdas cristalizadas.
Reconozco a uno que otro criminal capturado, pero me quedo helada al ver uno en especial.

»Simón«

¿Qué mierda? ¿Ese hombre no estaba muerto? ¡Yo vi el video!

A mi me ponen en una celda muy retirada de todos. Me arrojan como si fuera un animal y cierro los ojos porque siento que estoy muy cansada.

[...]

La puerta de cristal se abre, reconozco a aquella persona rubia y de ojos azules.
Se pone en cuclillas para verle y me ofrece una botella de agua.

—Harry...

—No. Soy Mason Moore, el hermano de Harry —hace una pausa—Del verdadero Harry.

—Te hiciste pasar por él.

—Así es mi querida prisionera —intento pararme, pero sólo puedo sentarme—Bebe un poco de agua.

—¿Dónde estoy?

—En una central del FBI.

—¿En qué ciudad?

—Es información clasificada.

—No me jodas.

—Jamás lo haría —se sienta a mi lado—Te debo mi vida, Karol.

—¿Qué?

—Cuando era prisionero de Ruggero fuiste tú la que me llevó de comer todos los días.
Te lo agradezco.

—Escapaste.

—No tengo idea de cómo es que llegué de nuevo con la policía. Sólo sé que Ruggero me golpeaba constantemente y que afectó mi memoria —toma mi pierna y quiero quitarlo pero no puedo porque no tengo fuerzas—Pero sé que nos darás la ubicación de aquella mansión.

—No me toques.

—Oh, lo siento.

—¿No me dirás dónde estoy?

—Lo lamento.

Se escuchan pasos. Me pongo derecha al ver a mucha gente armada entrar a mi celda de cristal.
Mason se queda junto a mi y todas las personas se hacen a un lado para que alguien entre.

Mi corazón se acelera cuando aquel hombre de ojos claros y cabello oscuro se posa ante mis ojos.

»Harry«

Me fulmina con superioridad y después me sonríe como si me estuviese esperando desde hace mucho tiempo.

—¿Quién rayos se atrevió a dejar a Sevilla en este lugar tan espantoso? —dice, sin dejar de mirarme con ese brillo—Ella no es una prisionera, ella es nuestra nueva cómplice y necesita un mejor trato.

—Jódete —le dije y aún así no me deja de sonreír.

—Tráiganla conmigo.

Dos mujeres se me acercan para tomarme de los brazos pero la adrenalina de ver a ese hijo de puta me invade y no sé cómo lo hice, pero terminaron en el suelo ambas después de que las tiré con mis pies esposados.

Pero fue lo único que pude hacer, porque Mason me tomó desprevenida y me cargó en su hombro.

Da largos pasos hasta llegar a un lugar que parece un pequeño departamento muy bien amueblado, algo retirado de las celdas.
Me deja sobre un sofá y se sienta a mi lado como hace rato, pero esta vez pasa su brazo sobre mis hombros.

Ya no entran los demás, ahora sólo entra Harry con su maldita, estúpida y perfecta sonrisa.

—Pequeña. Me han informado que mataste a cuatro de mis hombres y una azafata en el camino. ¿Sabes que eso se suma a tus delitos?

—Dónde estoy.

—Donde deberías de estar —camina hacia mi—Conmigo.

—Hermano, ¿la tendrás retenida aquí? —le pregunta—¿En tu piso? ¿En tu estancia?

—Es mejor que la celda.

—No te ofendas —Mason se para—Pero no me gusta que la tengas aquí contigo.

—¿Por?

—Hay algo que no te había dicho y es que...—me mira, eso provoca confusión por parte de Harry—Karol y yo tenemos historia.

—¿Historia? ¿Qué clase de historia?

»Ay no«

—Karol me salvó la vida. Entre ella y yo hay algo mutuo y me gustaría que no estuviera aquí contigo.

Derek, digo Harry, se enoja. Frunce el ceño y hasta parece que se pone más recto ante su hermano Mason.

—¿Es cierto Karol? ¿Tú y mi hermano tienen "historia"?—no contesto—Bien, Mason ya te puedes retirar.

—¿Se quedará contigo?

—Si. Ya vete.

Ambos hermanos se enojan pero tengo entendido que Harry es el jefe aquí, por eso Mason se va echo furia.

Una vez ya solos, se me acerca hasta sentarse a mi lado y ahora es él quien posa su mano en mi pierna.

—No me toques.

—Ahora si es tiempo de hablar.

—No me toques.

—Pequeña...

—¡No me toques!—le grito—¡No! ¡Me toques! ¡No me gusta que nadie me toque así que quita tus malditas manos de encima de mi!

Confundido, deja de hacerlo y su mirada se pierde en mi blusa que deja mi hombro al descubierto.
Sé lo que ve, y lo confirmo cuando a la fuerza me la baja más y ve más marcas de mi brazo.

—Te me desapareciste por mucho tiempo —susurra—Ruggero te tenia castigada, ¿No es así?

Por primera vez aparto la vista porque mis ojos se nublan al recordarlo.
Los labios me tiemblan y de repente solo quiero tumbarme en sus brazos a llorar como una maldita débil.

Lo que me sorprendió es que lo hizo por su cuenta.
Me tomó de la cabeza y delicadamente me recargó en su pecho donde derrumbé todo el llanto que había estado reteniendo por tanto tiempo.

—Soy horrenda, no quiero que nadie me vea así.

—¿Qué te hizo?

—Lo odio tanto —las lágrimas me queman—Lo odio tanto.

—Mason me contó de los castigos. Me imagino el dolor por el que tuviste que pasar por tantos meses.

—Lo odio Derek —me aferro a su pecho—Lo odio Harry.

—Si te sientes más cómoda me puedes llamar Derek.

—No me... no me gusta llorar.

—Que lo estés haciendo conmigo significan muchas cosas.

—Sufrí mucho. Me quemaron los pies, Derek, ¿te imaginas que ahora se me dificulta usar tacones?

—Pagará todo lo que te ha hecho. Yo te puedo ayudar pequeña. Yo puedo hacer tantas cosas porque aquí yo soy el que mando; yo soy la ley —aprieto los ojos para que todas las lágrimas se caigan pero aún así no dejan de salir—Sólo dame su ubicación, es todo lo que te pido pequeña.

—¿Qué más da? Si llegas a él también llegas a mi. Si cae uno nos caemos ambos.

—¿Acaso no viste lo que hizo en Asia? ¿En Hong Kong? Ha extinto al 80% de la población en una isla.
Merece que le vaya mal, ayúdame por favor.

—Lo hizo por un motivo.

—¿Lo defiendes?

—Lo hizo por un motivo y no puedo juzgar.

—¿Por cuál motivo?

—Traición.

—¿De qué clase?

—De una fea.

»No soy estúpida, no daré ni una maldita gota de información«

—Pequeña, coopera por favor.

—...Deja de hablar porque sólo quiero matarte.

—Lamento lo de tu hermano.

—Me vale mierda lo de mi hermano. Me viste la cara y me traicionaste.

—Eres demasiado inteligente como para darte cuenta que aunque haya sido un operativo en cubierto; lo que tenemos tú y yo es real.

—Tuvimos. Yo ya no te amo, eres un maldito mentiroso.

—La mentirosa eres tú —me sujeta más fuerte—Sino no te estarías demostrando débil y vulnerable ante mi —susurra—Me amas.

[...]

Por unas horas me quedé dormida en su sofá.
Al levantarme vi que no sólo Harry ya no estaba conmigo sino que me había cambiado las esposas y que ahora estaba atrapada en la madera del sofá.

La desesperación me invade porque ni siquiera sé en qué día estamos ni cuantos han pasado desde que me arrestaron.

Me dejo caer en el respaldo y recuerdo que he llorado hace un rato.
Me odio por eso, pero me odio más porque no me arrepiento de haberlo hecho.
Necesitaba sacar todo el estrés que tengo dentro y, ¡soy humana! ¡Tengo sentimientos aunque no los quiera!

Permanezco ahí por unas horas hasta que de nuevo se abre la puerta y entra una de las personas que más odio... pero también la que más amo.

—Perdona por irme sin avisar pero te veías tan tranquila durmiendo que no te quise despertar —no le contesto, y me señala una bolsa con comida—Traje la cena.

Sigo sin contestarle nada y cuando deja las cosas en la mesa, viene hacia mi para quitarme una esposa de la mano. Pero es rápido y la vuelve a poner en su lugar esta vez dejándome libre del agarre del sofá.

Me hace caminar, y una vez ya en la mesa, esposa bien mis pies a la pata de la silla.

—Me encantaría tenerte libre, pero eres una asesina profesional y la verdad no me apetece que mates a más de mis hombres.

—Deberías temer de que te mate a ti.

Se ríe burlón, y empieza a servirme de la comida que de hecho no tengo ni la menor idea de lo que sea porque jamás lo había visto.
Eso me da a entender que estamos en un país desconocido para mi.

—Come, te va a encantar.

—¿Qué es?

—Es lo que venden en la cafetería de la central.

—Pero, ¿qué es?

—Sé que quieres saber lo que es para saber más o menos la ubicación de donde te encuentras.
No soy estúpido.

—Me gustaba que lo fueras, te quedaba bien el papel de profesor inútil.

—De inútil no tengo nada. Ahora come o me obligarás a darte en la boca.

Tomé el tenedor de plástico y lo clavé en este pollo extraño. Lo probé, y como no me gustó, se lo arrojé al piso como toda una berrinchuda.

Muy apenas pestañeó por mi acto, ya que después arrastró su silla hasta ponerse a mi lado y...

—Abre la boca.

—No me darás de comer de tu plato. Si lo tiré es porque sabe a mierda.

—Abre la boca. Yo no seré de los que te dejan retenida sin comer todo el día.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Se refiere a Ruggero y cuando no comía por estar en su celda.

El dolor en mi pecho llegó de nuevo y las vivas imágenes de aquellas roturas me golpean como balas.
»fueron malos días«

—Pequeña. Quiero que entiendas que aquí yo no soy el malo de la historia. Quiero que entiendas que yo te puedo dar la vida que quieres. La vida donde ya no eres prisionera de la mafia ni del crimen pero necesito...

—La Karol que quería una vida normal ya se acabó —lo fulmino—La Karol que soñaba con vivir su juventud libre de crímenes o libre de asesinatos, se acabó. La maldita Karol que le importaba su familia, su madre, su hermano o sus sobrinos se acabó; por mi que se mueran todos porque ya no me interesa nada. Así que no vengas a decirme que me quieres dar una mejor vida y mejor mándame a una maldita celda como en la que estaba.
Una gran parte de mi te odia, Harry. Preferiría mil veces estar encerrada toda mi vida a estar contigo.

Sus ojos me fulminan con ese brillo. Pero noto un toque de tristeza en su mirada.

Odio que me vea así. Si por mi fuera le enterraría el tenedor en la mano pero fue astuto y me trajo uno de plástico.

—Ese hombre te hizo mucho daño, ¿no es cierto?

—Quién, ¿tú? Si.

—Sabes a quién me refiero.

—Ruggero me dio en el ego; me humilló, me dañó física y psicológicamente —lo fulmino—Pero tú me diste en el corazón. Y eso, eso no se perdona.

—Todo lo que hice era con un propósito.

—Dañarme.

—No...

—Eso es lo que hiciste.

—No era mi intención.

—Claro que si.

—No —hace una pausa—Acepto que al principio el plan era capturar a Hermes Sevilla.
Nos conocimos y me llamó la atención de que eras ya toda una mujer para tu corta edad.
Después empecé a ver que las cosas se te salían de las manos y cuando empezabas a faltar a la universidad me preocupaba.
Entendí que era por Ruggero cuando una vez fue por ti y te quería obligar a entrar al coche —sonríe—Ese día rompí todas las reglas y te llevé a tu casa donde conocí a tu madre.
Fuiste astuta, no me llevaste a la vivienda de tu padre.

—Qué más.

—Sentí celos cuando te llevó aquel ramo de flores.
Interrogué al repartidor pero estaba amenazado.
Ese día me confesaste que empezabas a sentir bonito con alguien que te hacía sentir como princesa.

—Lo dije para joderte.

—Lo sé, y el que me dieran celos arruinó todo el operativo porque mírame, estas en mi mesa, comiendo comida de policías y te ofrezco libertad absoluta si eres nuestra cómplice.

—Hubo un día que te vi entrar con una mujer a tu oficina y escuché el pestillo de la puerta —oh mierda—¿Eran ciertas mis sospechas?

—Era una compañera de la policía. Si, puse el pestillo pero para hablar del operativo.
No lo hice con otras intenciones, y no me acosté con nadie. —suspira—Te di el brazalete que ahora mismo estás usando —mira mi muñeca.

—Con un chip.

—Ruggero fue inteligente e hizo que cualquier tipo de rastreador que no fueran de los suyos, perdiera la señal a muchos kilómetros de distancia.

—Jamás desconfíe de ti. Jamás. Y jamás creí que hubieras sido capas de tal acto.
Creí que me lo regalabas porque te recordaba a mi.

—Así fue, me recordó a ti y sabes que digo la verdad porque sino no lo traerías puesto.

—Es para recordarme que te quiero ver muerto.

—Tal vez.

—Llévame a una celda. Desde ahora te digo que no seré cómplice de nadie y si quieres encontrar a Ruggero pues hazlo por tu cuenta.

—¿Por qué lo defiendes tanto?

—Porque es mío

—No entiendo —frunce el ceño.

—La única que lo puede lastimar soy yo. Así que llévame a la celda porque no te daré ni una miserable gota de información.

—Los presos tienen vidas de mierda.

—Mi vida ya es una mierda.

—No te llevaré, porque aún tengo la esperanza de tratar de sanarte y...

—¿¡Sanarme!? ¡No soy tu juguete!

—¡Pero eres la mujer que amo! ¡Así que te sanaré!

—Hablas de mi como si fuese un objeto.

—Que te hayan hecho sentir como un objeto toda tu vida no significa que yo te vea de tal forma.

»Golpe bajo«

—No te llevaré a una celda —continua—No te trataré como una criminal aunque lo seas, porque aquí eres la mujer más importante para mi y eso tiene muchos beneficios.

—¿Ah, si? Cómo cuales.

—Puedo quitarte todos tus cargos y los de tu hermano.

—Mi hermano me vale.

—Puedo librar los cargos de tu padre.

—Que se muera.

—Los de tus amigos.

—No me importan.

—Los de Elena, la madre de tus sobrinos —joder—Eso los haría muy feliz.

—Creo que no te ha quedado claro algo. A mi ya no me importa nada ni nadie. Elena me cae mal, por mi que se joda y que abandone a sus hijos para siempre.

—Mejor cambiemos de tema.

—Llévame a la celda.

—¿No quieres cenar esto? Perfecto, ¿quieres que te prepare algo?—se para y se va a la cocina que está conectada con el comedor, y el living—Recuerdo que cuando ibas a mi departamento, solía prepararte de cenar después nuestras noches de aventura.

—Cocinas espantoso.

—Deja de mentir —se ríe—Sabes que cocino delicioso.

—No quiero nada.

—Tampoco es que tenga muchas opciones aquí, no suelo cocinar en mi vivienda —toma un delantal y se lo pone encima de su uniforme. Se ve tan adorable que quisiera ir y hundir su cara en el aceite.

—Y... ¿Mason es tu hermano?

—Si. Deja de preguntar por él.

—¿Por?

—Pues, según ustedes tuvieron "historia" y tampoco es que me agrade tanto esa idea.

—¿Celoso?

—No veo el porqué ocultarlo.

—No tuvimos nada.

—Pues eso no es lo que piensa él. ¿Te apetecerían huevos revueltos con salchicha? Es lo único que tengo en el refrigerador—saca un bote y lo huele, causándome cierta gracia pero no me río porque quiero seguir con mi papel de seria—Creo que esto es jugo de, ¿naranja?—me ve—¿Te gusta?

—No.

—Deja de mentir.

—Entonces no me preguntes.

—Da igual. Ya verás que con esta cena te vas a relajar un poco y tal vez puedas descansar más.

No contesté. Me quede callada mirándolo en todo lo que hacía. Mirando cómo sonreía cada que me veía, mirando como trataba de sacarme plática y mirando aquellos ojos claros que se le notaban destellos sin explicación.

Acepto que moría de hambre, así que no reproché cuando se sentó a mi lado y me ofreció lo que había preparado.

Yo me quedé ahí cenando, pero él se dedicó a limpiar el desastre que había provocado.

Más noche me guío -aún esposada- a una recámara.
El pánico me invade al pensar que dormiremos juntos, pero siento que ha leído mi mente porque habla.

—Dormiré en el sofá. Descansa todo lo que quieras y recuerda que mañana tienes interrogatorios, así que será un día pesado.

Me quita el agarre de una muñeca y la pone en la madera de la cabecera.
Se acerca a mi para besar mi cabeza y se va, apagando la luz antes de cerrar la puerta con llave.

No hay ventanas, no hay nada y los nervios me matan.

Necesito hacer algo para salir de aquí, pero lo veo muy imposible.

[...]

—Buenos días pequeña. ¿Pudiste dormir bien?—no le contesto—No hay tiempo de desayunar, tenemos que ir a la sala de interrogatorio.

Sigo sin dirigirle la palabra y dejo que me amarre bien las esposas de nuevo.
Me pongo los tenis y salgo con él de la habitación y de su vivienda.

Ahora si puedo ver las cosas con claridad.
Hay muchas personas caminando de un lado a otro y todas me ven al pasar, tal y como lo hacían cuando llegué.

"Es Sevilla"
"Es Karol Sevilla"
"Harry pudo con ella"
"Por fin va a la prisión"
"Deberían de encadenarla más"
"¿Por qué no está en una celda?"

Tantos cuchicheos me hacen enojar.
Pasamos pasillos tras pasillos, hasta llegar a un elevador y bajamos sólo un piso.

—No te pongas nerviosa, son profesionales.

Lo fulmino, y al llegar me meten a un salón típico como el de las películas donde sólo hay una mesa con tres sillas y el típico espejo gigante donde atrás se esconde toda la policía escuchándonos.

Harry me deja sentada. Me sorprende cuando se va y entra una mujer con otro hombre. Ambos se sientan frente a mi y el interrogatorio comienza.

—Buenos días Karol, mi nombre es Vanesa Jackson y él es mi compañero Jonson Turner.

—Usted está detenida por múltiples violaciones a la ley: uso de armas de fuego, armas explosivas, tráfico de marihuana, metanfetamina, cocaína, y más diferentes tipos de drogas.
También tiene delitos de asesinatos, lavado de dinero, chantajes, invasiones a propiedades privadas, agresiones ante la ley, complicidad y la lista continúa.

—Pero no venimos aquí a exponerte todo lo que has hecho. Sino que nos gustaría que hiciéramos un trato.

El detective Turner saca una carpeta y al abrirla salen a relucir múltiples fotografías de mi hermano, de Natalia, Sophia, Agustín, Valentina, Dalton, Ana, Andrés, Hades, Bruno y Ruggero. Esa última es la más grande.

—¿Reconoce alguno de estos rostros?

»Qué estúpida pregunta«

—Si usted nos da paraderos de sus localizaciones, nosotros podemos poner de nuestra parte hacia usted.

No digo nada, no soy soplona.

—Nos interesan más estos tres —hacen a un lado todas las fotografías y me señalan a Ruggero, mi hermano y Natalia—¿Algo con lo que quiera aportar?

—La verdad no. No me importa llegar a ningún acuerdo con ustedes y desde ahorita me pueden mandar a una de sus celdas porque por mi, que se jodan.

Ambos se miran fastidiados por mi respuesta. Vanesa vuelve a hablar.

—Qué bonito brazalete —me lo mira—Lastima que no luce con su piel maltratada. Dígame, ¿qué le pasó?

—Qué le importa.

—Ruggero Pasquarelli la tenía retenida, ¿No es así?

—No lo recuerdo —digo.

—Tenemos entendido que los castigos de Pasquarelli suelen ser algo... intensos.

—No creo que hayan castigos que no sean intensos.

—¿Por qué lo defiende tanto?

—¿Por qué me hace tantas preguntas?

—Porque este es un interrogatorio —se molesta—Podemos hacer las cosas fáciles, Sevilla, pero necesita poner un poco de su parte.

—Qué mal.

—Tengo entendido que tiene unos sobrinos —de nuevo habla el detective Turner, y sé adónde quiere llegar desde que mencionó a mis sobrinos. Me quiere hacer chantaje—¿Cómo es que se llaman? ¿Helios...? ¿Apolo?

—No me acuerdo —me hago la estúpida, eso servirá.

—Tienen apenas cuatro años y sería horrible que les pasara algo, ¿no es así?

—Por mi que se mueran —miento, pero con mucha seguridad—No me importa nadie, y si quiere llegar a mi hermano o a mi familia pues hágalo, llévenselos a la cárcel o mátenlos. Pero háganlo por su cuenta porque de mi no sabrán nada.

—¿De verdad acabas de desearle la muerte a unos niños inofensivos?

—Si.

—¿Acaso es así de miserable?

—Peor. Así que le hacen chantaje a la persona equivocada porque a mi me vale mierda todos.

Se vuelven a mirar exasperados, y una vez más me miran a mi.

—Tu sentencia sería de 450 años en prisión. O sea cadena perpetua.

—Adelante —los reto y las puertas se abren dejando entrar a Harry.

—Turner, Jackson, ella no es una detenida porque ella nos va a ayudar. Ustedes no saben hacer bien su trabajo así que les pido que se retiren, déjenme a mi.

Los detectives lo fulminan pero no pueden hacer nada así que sólo cumplen sus órdenes.
Harry toma el lugar de Jackson y me mira serio.

—¿Por qué haces esto?

—¿No cooperar? Creí que era obvio. Yo no soy ninguna soplona.

—Propongo tu libertad y la libertad de Hermes Sevilla. Tómalo o déjalo

—Lo dejo —se enoja, y a mi no me importa.

—¿Qué es lo que más quieres en esta vida? Debes de tener algo, debes de tener a alguien por el que morirías y...—frunzo el ceño inclinándome hacia enfrente para retarlo con la mirada.

—Hay dos personas. Una era una anciana; mi abuela. Y digo era porque me la mataron hace nada de tiempo. El otro sujeto es una persona maravillosa, encantadora. Romántico y atento, pero lamentablemente es un mentiroso y lo tengo frente a mi —miro sobre su hombro para ver el espejo porque sé que ahí hay personas—¿Me querían chantajear? Pues lo lamento. ¡A mi no me importa nadie! ¡Nadie!

Golpeo la mesa y me pongo de pie.
Pero Harry no se siente amenazado, sabe que jamás le haría nada y eso me molesta. Así que toma la silla de madera y la rompo en el suelo, haciéndola pedacitos.

Los detectives entran por la seguridad de su jefe, así que tomo un pedazo de madera filoso y los amenazo.

—¡Baje la madera! ¡Ahora!

—¡Ahora!

—Ustedes no me van a disparar, me necesitan, por lo tanto alguien aquí saldrá herido y me encantaría ver a quién de los cuatro le sucederá.

Turner corre a mi y se aprovecha de que estoy amarrada de los pies y de las manos, pues me intenta tomar por atrás pero yo me dejo caer y le doy una fuerte patada en su tibia causándole mucho dolor.
Me pongo de pie, tomo la madera del suelo y se lo estrello con fuerza en la cara quebrándola de nuevo.

Turner se vuelve a poner de pie y yo me abalanzo a su cuerpo para pasarle la cadena de mis esposas por el cuello y empezarlo a ahorcar.
Jackson amenaza en aventarse a mi pero yo aprieto más el cuello de su compañero impidiendo su paso.

—Acércate a mi, y lo mato.

Las puertas se abren dejando entrar a un hombre alto, apuesto, rubio y con las facciones de los Moore.
Deduzco que es el padre de Harry, y no viene solo, entra con más seguridad armada.

—Señorita Sevilla, deje a mi agente por favor y nadie aquí saldrá herido.

—Te aseguro que no seré yo la que salga herida —me río—Tengo a su hijo comiendo de mi mano, ¿No es así Harry?

Ambos lo volteamos a ver y él ni siquiera se ha movido de su asiento porque admira toda la escena.
Se queda callado, y es suficiente respuesta para ambos.

Después de cinco segundos, Harry se pone de pie y camina hasta mi.
Me mira a los ojos y dice:

—Déjalo. No tienes escapatoria. Son muchos pisos de altura y todo el edificio está rodeado de agentes muy bien capacitados. Hagas lo que hagas, vas a perder. Mejor suéltalo y vayamos a desayunar, sería bueno que tomases una ducha para que te relajes ¿Si?

No le hice caso, seguí apretándolo y el cuerpo del detective se iba soltando porque lo estaba dejando inconsciente de a poco.

—Pequeña —vuelve a decir—Déjalo por favor.

Me maldecí internamente cuando lo solté.
Turner se dejó caer al suelo exageradamente y Harry me sonrió porque le hice caso.
Lo hice más bien porque tenía razón y aquí iba a perder.

—¡Aquí nada ha pasado!—grita para los demás—¡Sigan con lo suyo!

—¡Mándala a la celda!—le grita el padre y Harry no le hace caso porque me toma de la mano y me hace ir a su lado para volver a su vivienda.

Cierra la puerta y me quedo ahí parada, en medio de su living, mirando a la nada.

—Me estás haciendo esto muy difícil.

—Yo no te estoy pidiendo ayuda.

—El detective Jonson Turner es mi amigo, casi lo matas.

—No habías hecho nada hasta que tu papi interfirió.

—Me gustó verte en acción. Echaba de menos verte armando una pelea.

—A ti no te gusta que sea tan brusca.

—La verdad no. Pero acepto que te ves muy sexy —me sonríe—Ven, seguro que necesitas una ducha.

Lo sigo hasta un pequeño cuarto de baño.
Me indica dónde están las toallas, y el tema difícil está por llegar.

Me quita las esposas de los pies, que parecen más bien cadenas, y me libera de una de la mano pero es porque la amarra al tubo de la bañera.

Se va, y lo único que puedo quitarme son los pantalones y las bragas, ya que la blusa y el sujetador tuvieron que quedarse colgadas de mi brazo porque no podían salir si seguía amarrada.

Cierro los ojos cuando el agua me cae sobre la cabeza. Siento que no había tomado una ducha desde hace años, y es lo mejor que puedo tener para relajarme.

Aún no puedo creer que me hayan capturado.
Miles de dudas me entran como: ¿Ya se habrán dado cuenta? ¿Estarán haciendo algo? ¿Mi hermano sabrá? ¿Me sacarán de aquí? ¿Necesito hacer algo? ¿Me doy por vencida? ¿Dónde estoy? ¿Qué hora es?

Me encantaría darme por vencida.

Me siento muy cansada por tantas cosas, recuerdo que después del encarcelamiento que me hizo Ruggero, no he parado de trabajar desde ese día.
Sabía que debí de haberme tomado unas vacaciones, pero soy demasiado necia y ahora pago con las consecuencias de cargar todo el estrés sobre mi espalda.

No tengo nada que perder. Hermes se hará cargo de la mafia, él tiene su familia, ellos están a salvo y la verdad yo ya no tengo a nadie que me de la motivación de salir.

Pero el pensar que me han derrotado hace que me enoje. Eso, eso hace que quiera huir.
Mi orgullo.

—Te traje ropa —rápidamente me cubrí con la blusa que me colgaba en el brazo, pues la regadera tenía una cortina muy delgada y casi transparente—Te la dejaré aquí. Espero que no te moleste usar mi ropa.

—Gracias. Ya vete.

—¿Por qué tan mala onda? No es necesario que te cubras, te he visto desnuda cientos de veces —me tenso cuando lo veo acercarse y me aferro a las cortinas con miedo a que me vea—Pequeña, ¿te encuentras bien?

—¡Vete!

—Pequeña...

—¿Para eso me ofreciste ducharme? ¿Para venir a verme? ¡Dame mi espacio! ¡Me incomodas!

Forcejeaba las cortinas para abrirlas y la desesperación me hacía sentir pequeña.
Me empezó a doler la cabeza, las manos me empezaron a temblar y sólo quería tirarme al piso para llorar.

Me logra ganar. Abre paso y trato de cubrirme pero no puedo.

»Me derrumbé en lágrimas, soy tan idiota«

Recorrió su mirada por todo mi cuerpo e incluso sentía que daba repugnancia.

—¿Tienes inseguridad por unas simples cicatrices?

—¡Déjame!—chillo—Vete Harry. Por favor vete.

Pero no me hace caso y se mete a la regadera con todo y ropa para abrazarme.
El agua nos moja a los dos, y aunque estuviera helada sentía que en sus brazos me calentaba.

Me aferré a su pecho sin parar de llorar y maldecía una y mil veces por haber conocido a Ruggero y haberme hecho este daño.

—Te veas como te veas, siempre lucirás como la mujer hermosa que eres.

—Lo odio... lo odio tanto...

—Créeme que ahora más que nunca quiero ir por él y darle su merecido —me sujeta más—No me gusta que pienses mal sobre tu cuerpo. Las mujeres nunca deberían de sufrir inseguridades porque todas son hermosas —hace una pausa—Con o sin marcas.

—Lo odio —las lágrimas me queman, y no puedo evitar sentirme tan chiquita y vulnerable.

—Te las sanaré, ¿si? Aquí hay muy buenos doctores que te ayudarán a sanar.

—Quítamelas por favor, ayúdame —la voz se me rompe.

—Claro que si, saldremos de esta —se separa un poco para verme y me muerdo el labio cuando retira mis lágrimas que se mezclan con el agua—Juntos.

Siento algo en mi corazón, siento aquel dolor que rara vez siento y por primera vez no tengo ni la menor idea de lo que haré para salir de esta.

¿Entregar a Ruggero y vengarme de él de una vez por todas sería una buena opción?

Me hundo en mis pensamientos pero el hombre que tengo enfrente me distrae cuando toma el shampoo, vierte en su mano, lo frota y me lo pone en la cabeza dando pequeños masajes.

Evita que el líquido espumoso entre a mis ojos.
Me quedo embobada mirándolo.
Me pone acondicionador, me trata de enjabonar el cuerpo pero yo lo evito porque no quiero que me toque.

Él entiende, y eso me gusta.

—Te esperaré. La ropa está aquí cerca, te será fácil tomarla. Cuando estés lista me avisas y vendré por ti.

Asiento.

Termino de enjabonarme, limpiarme, secarme y al momento de tomar su ropa me detengo a olerla. Huele delicioso.

Me pongo ropa interior de él, me vuelvo a poner el sujetador que me cuelga del brazo; los joggers de elástico me quedan perfectamente, aunque un poco largo y por último me pongo la playera pero sólo meto una mano porque no puedo con la otra.

—¡Lista!

Entra, y sonríe con gracia por la escena que tiene enfrente. Si, sé que me veo ridícula con la playera mal puesta y hasta a mi me causa gracia.

—Te ves tan adorable.

—Ya ayúdame.

Se acerca para quitarme la esposa y logro quitarme la blusa del brazo, después me coloco bien su playera y al final me vuelve a esposar las manos.
Noto que ya viene seco y cambiado. Su pecho queda justo frente a mi y me da la oportunidad de poder olfatear su delicioso perfume.

—No me gusta tenerte amarrada.

—Pues quítamelas.

—No puedo.

—Tú puedes hacer muchas cosas.

—No puedo porque eres una mujer peligrosa.

—Si fuera peligrosa ya estarías muerto aunque tuviera las esposas.

—Eso es lo que me gusta —sonríe—Que eres peligrosa para los demás pero jamás me harías daño.

—Créeme que quisiera hacértelo, pero no veo conveniente castigarte a latigazos donde hay miles de agentes de policía —su risa me causa una sonrisa.

—Te soltaré —hace una pausa—Pero si aceptas ser nuestra cómplice y nos das información.

—Entonces tendré que vivir el resto de mi vida con cadenas.

—Deja de defenderlo, por favor —susurra, acariciando mi cabello—Él no es una buena persona.

—Nadie lo es.

—Él te hizo daño, pequeña. Ayúdame a hacerte justicia.

»Ver a Ruggero tras las rejas suena muy tentador, pero no tendría la oportunidad de castigarlo yo misma«

—Lo pensaré —miento.

—Bien.

Algo confundido se echa para atrás y desearía volver a tener de nuevo cerca, pero no digo nada.

—Yo... Se me olvidó traerte un cepillo de dientes y...—balbucea—No sé si quieras usar el mío.

—Claro.

—Estupendo. Te espero en el comedor.

Lo veo irse, y yo me tomo mi tiempo en cepillarme los dientes.
Me miro un momento en el espejo y trato de volver a verme fuerte, a sentirme fuerte.

Salgo, y ya se ha puesto a cocinarme huevos revueltos como los de anoche, así que me siento y esta vez no me amarra los pies a la silla, ya que ni siquiera los tengo esposados.

—¿No tienes que irte a trabajar?

—De hecho si. Se supone que te tendría que sacar información acerca de los negocios de Hermes y Ruggero, pero no me has querido dar nada.

—Tampoco es que me estés obligando.

—No me gusta usar la fuerza contigo.

Una oleada de calor me recorre cuando lo imagino siendo rudo conmigo en la cama.
Sonrío como estúpida, pero después me pongo en modo seria cuando me voltea a ver.

—Pero si no me ayudas, tendré que cambiar tácticas.

—Vas a, ¿castigarme?—lo provoco y entiende la referencia en doble sentido porque se sonroja y sonríe—Las manos ya me las tienes esposadas. Me he portado muy mal mi policía travieso.

—No pienso tocarte —me sirve un plato—Así que no me provoques.

»Tampoco es que tenga muchas ganas de que me vea desnuda«

—Antes era la fantasía de una alumna con un profesor —sonrío—Ahora es la de un agente de alto rango del FBI con una de las criminales más buscadas en los Estados Unidos.

—Yo diría que del mundo —se da la vuelta—Aún no puedo creer cómo me sedujiste para que cayera contigo a la cama, sólo por una calificación.

—Aún así me reprobaste.

—Eso le dió el toque —se ríe. Joder su risa es maravillosa—Come que hoy será un día largo. Mi padre quiere hacerte más interrogatorios y no quiere que yo esté presente.

—Joder, ¿si no coopero me llevarán a una celda normal?

—¿Acaso no quieres estar conmigo?

—Preferiría mil veces estar con tu hermano Mason que contigo —frunce el ceño—Pero hablando en serio, quiero estar en la prisión.

—No valoras lo que hago por ti.

—¿Dañarme el corazón? No, no lo creo.

—Pequeña...

—Ya, ya está. Terminaré mi desayuno y que tu maldito y estúpido padre me interrogue.

[...]

En esta sala de interrogatorio hay más gente de seguridad. Probablemente porque no quieren que el suceso de esta mañana sea repetido.

El padre de Harry se pone frente a mi, junto al detective Jackson y el detective Turner está de pie, con unas carpetas, y finalmente las pone sobre la mesa para enseñármelas.

—¿Reconoce esto?

—Son cuerpos —digo, ya que sí sé de quiénes son.

—Cuerpos encontrados en una isla de Hong Kong.
Ya supondrá de qué suceso hablo, ¿No es así?

—Ilumíneme.

—Son los cuerpos de dos mafiosos con apellido Brooks —señala la escena del crimen—Se cuenta que Ruggero Pasquarelli estuvo apunto de extinguir toda una isla sólo porque los buscaba a ellos.
¿Sabe algo al respecto?

—¿Por qué sabría?

—Porque se le vio a usted y a sus tropas armadas ayudándolo.

—¿Tropas? Yo no llevé tropas —Sólo éramos mis amigos y yo.

—¿Qué hacia ahí usted? Digo, porque la guerra era entre ellos.

—Fui a apoyar.

—¿Apoyar qué?

—¿La verdad? Yo no quería ir —suspiro—Pero cuando nos enteramos del atentado, tuve que supervisar que no me matasen a Ruggero Pasquarelli.

—¿Y por qué?

—Porque es mío.

—¿Suyo?

—Si.

—¿Es una clase de declaración amorosa?

—Podría decirse que una psicópata.

—¿Usted lo va a defender siempre? ¿Por eso se rehusa a decir el paradero de su ubicación?

—¿Y mi abogado?—digo—Bien tengo entendido que no se pueden hacer interrogatorios sin abogados. ¿Por qué yo estoy aquí? Esto es un delito.

La detective Jackson se ríe por mi argumento.

—¿Usted hablando de ley?

—Sé muchas cosas.

Turner se aleja por un momento, estresado por mi falta de cooperación, y es el padre de Harry quien toma el mando enseñándome otras imágenes.

—¿Reconoce estas fotografías?—frunzo el ceño, incapaz de saber a lo que va a llegar.

—Es el señor Davis —tío de Liam—Ella es su esposa y sus dos hijos —Justo los tíos que se encargan de las empresas de mi amigo—¿Qué tiene que ver esto?

—Fueron asesinados hoy por la mañana —ay no—¿Sabe quién pudo haberlo hecho?

Maldita perra. Fue Sophia.
Maldito Ruggero, seguro que fue él quien dió la orden.

Frunzo el ceño tratando de verme normal aunque el enojo me invada.

—No tengo idea, eran personas importantes y con mucho dinero. Pudo haber sido cualquiera.

—Fue una mafia.

—Hay muchas en todo el mundo.

—Estamos seguros que fue la que usted controla.

—¿La mía? ¿Por qué haría eso? No tiene sentido lo que dice.

—No lo sé, dígamelo usted.

Este sí que será un interrogatorio largo y exhausto.
No veo la hora de matarlos a todos cuando salga, porque espero que mi maldito hermano haga algo al respecto porque sino soy capaz de decirles todo lo que sé sobre Ruggero para vengarme desde aquí.



Mabel Paz

Continue Reading

You'll Also Like

159K 8.1K 53
Sergio y Sofía han sido mejores amigos toda su vida, pero a los 19 años Sergio es fichado por el Real Madrid CF y se tiene que ir de Sevilla. No han...
2.7K 225 11
Libro 1.5 de la Trilogía El Pacto. Ella: La madre de todos los demonios y Princesa de los infiernos. Fiera y desafiante Èl: Arcángel protector de...
192K 21.8K 37
En donde Emma Larusso y Robby Keene sufren por lo mismo, la ausencia de una verdadera figura paterna.
7.1K 622 23
Tercer y último libro de la Trilogía El Pacto.