Tú, Yo y El Mal

By MabelPazAvalos

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Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... More

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 9 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 11 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 23 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 25 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 30 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 36 •
• CAPÍTULO 37 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 40 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 49 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 53 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 58 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 80 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 54 •

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By MabelPazAvalos

Ruggero Pasquarelli

—Un placer complacerlo, mi rey.

—Cierras la puerta cuando te vayas.

—¿Y quién dijo que me iba a ir?

—Yo. Ahora largo Natalia.

—Dale, no me trates como a las criadas a las que violas —salimos de mi oficina, me abrocho el pantalón y sigo con mi destino hasta mi habitación. Ella entra detrás de mi y me agobia de que me siga a todos lados.

—Natalia, de verdad quiero estar solo y tu presencia solo me estresa.

—Ya ha pasado mucho tiempo. Ya mero regreso a Europa para el atraco al presidente y tú sigues sin hacerme caso. Recuerda que no me verás dentro de mucho tiempo.

—Pero regresarás, eso es lo único que me importa.

Veo que son las doce de la noche al quitarme el reloj de la muñeca y me empiezo a quitar el cinturón de nuevo.

Ella se sienta en mi cama y no le digo nada, ya que a veces suele ser demasiado irritante.

Entonces, siento algo diferente, algo distinto en mi habitación y volteo a todos lados para ver si algo me falta.
Y ahí estaba, mi pared estaba vacía de una parte y comprendí que me habían robado algo.

—Maldito Leo.

—¿Qué sucede?

—Me ha robado mi cuadro —vuelvo a ponerme el cinturón y salgo enojado de la recámara con Natalia de nuevo pisándome los talones—¡Leo! ¡Maldito hijo de puta! ¿¡Dónde estás!?

—¿Ese cuadro feo de Karol?

—Era MI cuadro. MI pintura. Yo pagué por ella y no puede venir así nada más a quitármela.

—¡Necesitas superarla!

—¡Necesito que me dejes de molestar! ¡Estos son mis asuntos! ¡Ese niño me tiene hasta la madre!

—¡Supérala! ¡Se fue hace mucho!

—¡Yo la superaré hasta que yo quiera! ¡Tú no comprendes nada porque tú no eres como ella y si no quiero que la remplaces es porque nunca llenarás su espacio! ¡Grábatelo! ¡Tenemos sexo! ¡Pero no una relación! ¡Y me cansa que me celes con toda la maldita servidumbre con la que me acuesto! ¡Me cansan los celos! ¡Me cansas tú!

La dejo con la palabra en la boca y voy a su habitación, pero no lo encuentro y abro varias puertas de varios salones de golpe.
No hay nadie más que mis criadas.

Enojado, voy al living y las puertas se abren dando paso a Sophia que acaba de llegar.
Tiene la mirada perdida, y camina como si no me viera. Así que la tomo con fuerza del brazo para que reaccione y me vea a los ojos.

—¿¡Has visto a Leo!? ¡El maldito me robó!

En sus ojos se ve perdición, como si algo la agobiase o como si...

—No. No lo he visto.

—Si lo ves dile que lo estoy buscando. Es un hijo de puta.

—Si, yo le digo.

Sigue con su camino con la mirada perdida pero no me importa, seguro que viene de enredarse con alguien en algún bar o alguna maldita cosa que hacen las mujeres.

Lo busco por toda la casa, así como también busco mi retrato de Karol pero no lo encuentro y me enojo.

Subo, y hecho afuera a Natalia, tomando su brazo y arrojándola sin cuidado haciéndola chocar contra la pared y se cae.
Pero no me importa. Estoy muy enojado, estoy enfadado y quiero encontrar a ese maldito y darle su merecido.

Me quito la ropa, me meto a la ducha y al salir con la pijama me quedo mirando aquel hueco vacío de la pared.

No apago la luz, sino que voy por mi cartera y saco las fotografías de mi amada.

Su cuerpo, su rostro, sus ojos... todo en ella es tan perfecto. Es una terrible lástima que la he maltratado tanto y que seguramente aquellos azotes le dejaran cicatrices. Pero no me arrepiento de lo que hice, ella debía de aprender que quien manda soy yo.

Pero hoy estoy algo feliz, ya que me enteré de que Harry Moore ahorita está en Indiana pues se le vio en una estación de autobuses.
El hijo de puta sabe que lo estamos buscando y juro que ansío el momento en el que pueda enterrarle un cuchillo en el corazón para así poder dárselo a Karol y tal vez con eso haga que regrese conmigo.
Eso, o tal vez hará que me odie más.

Yo lo único que quiero es complacerla. Siempre he querido eso y siempre seguiré queriéndolo.
Por eso no he mandado por Bratt ni por Maxon que se han aliado con ella.
Lo sé todo, sé que están juntos, sé que me traicionaron y sé que me odian. Pero no me importan, el único papel que juegan ellos es el de complacer a mi mujer y que se sienta aunque sea con un poco de poder.

Cree que me puede ganar, pero en menos de nada la tendré conmigo y esta vez no se me va a escapar ni la dejaré ir porque haré que de una vez por todas nos casemos.

Si, acepto que no sólo me gusta Karol, acepto que lo que siento por ella es algo más fuerte y psicópata.
Acepto que la amo. Y acepto que el único que la puede hacer sufrir soy yo, y nada más yo.

[...]

Me levanto temprano, me pongo la ropa para hacer mi rutina pero algo me impide seguir, ya que las puertas se abren de golpe y me sobresalto al ver a mi madre histérica y muerta en llanto.

—¡Ayudaaaa! ¡Ayudaaa!—grita y corro a ella, así como también la mayoría sale—¡Ayudaaa! ¡No...! ¡Noo...!

—Madre, ¿qué sucede? ¿Qué pasa?

—¡Amor!—corre mi padre a abrazarla y ella se derrumba en sus brazos en llanto—Amor, cariño, mi amor qué pasa, por favor habla.

—¡No...! ¡Yo...! ¡No...!

Miro confundido toda la escena. Hombres armados entran en camionetas, y no son mis hombres precisamente, de hecho jamás los había visto.

Observo extrañado a mis amigos y estos no entienden lo que sucede.

—¡Bruno...! ¡Bruno...! ¡Me lo...! ¡Bruno...!

—Amor, respira por favor, no te entiendo y no te podemos ayudar si no hablas bien.

—Bruno... me... me mataron... me mataron a mi hijo...

Me quedo estático al escuchar eso. Parece que el mundo se les detiene a mis padres, a mi no.

El tal Andrés entra y mis hombres se ponen en guardia cuando vemos a Leo con un agujero en la cabeza y bañado de agua.

Mi madre está apunto de desmayarse al volver a ver a su hijo y yo no entiendo nada, ¡nada!

—Lo encontramos hace unas horas allá por Long Beach. Estaba tirado en la calle alrededor de policías y gente muerta. Parece que ha sido planeado todo, porque hasta lo bañaron con agua a él y a la mayoría para borrar las huellas.

—¿Qué hacia ahí?—pregunta Agustin.

—Una exposición de pinturas. Estaba teniendo un evento y...

—¿¡Se llevó mi pintura!?—grito—¡Hijo de puta!

—¡Ruggero!

—¡Maldito infeliz! ¡Joder! ¡Era MI pintura! ¡No tenía derecho!

—¡Cierra la maldita boca!—me grita de nuevo mi padre—¡Deberías de estarte encargando de saber quién lo ha matado! ¡Y por qué!

—Sea quien sea, se lo tiene merecido por ratero.

Me doy media vuelta y veo que Dalton esta consolando a Sophia.
Natalia está confundida, de hecho, la mayoría está confundido por mi reacción pero es la verdad.
A los ladrones se les castiga, y él me ha robado algo muy preciado para mi.

Me encierro en el salón de la élite. Pero las puertas se abren y entran mis amigos junto con más hombres.

—¿Qué harás?—pregunta Dalton—¿Quién mierda pudo ser?

—Ruggero está lleno de enemigos —dice Sophia con el ceño fruncido—Pudo haber sido cualquiera.

—Deberíamos de ir para allá.

—Está lleno de policías y periodistas, eso ha dicho Andrés antes de que nos viniéramos al salón.

—Si había cámaras las podemos hackear.

Mi cabeza me da vueltas y después de dejarlos parlotear un rato, golpeo la mesa.

—Iremos a ese lugar, y buscaremos lo que me robó. Ya después nos largamos y que la policía haga lo suyo.

—¡Es tu hermano!—me grita Natalia golpeando la mesa al igual que yo.

—¡Lo era! ¡Está muerto!

—¡Ten un poco de alma! ¡Acaban de asesinar a un Pasquarelli! ¡Joder! ¡Era tu hermano!

—¡Esas fueron sus consecuencias por ocultarme cosas! Y no me pidas que tenga alma, porque todos aquí sabemos que no tengo.

—¡Yo no iré por el maldito cuadro de Karol! ¡Me rehuso!

Me pongo de pie para retarla y odio que ella también lo haga. Camino hacia Natalia y la acorralo a tal punto que pongo mi mano alrededor de su cuello para ahorcarla.

—Aquí se hace lo que yo diga. Y si yo te ordeno que vayas al puto lugar a buscar lo que me pertenece, pues lo harás. No intentes pasarte de lista—la estrangulo más—Yo mando. Leo está muerto, ¿Y?
Así se les paga a los traidores y él era un traidor.

—¡Sólo...!—tose—¡Sólo se llevó... una pintura! ¡Has... has dejado ir a más traidores!—vuelve a toser y no me importa estarla matando.

—Maxon y Bratt hicieron lo que vieron conveniente. Era claro que ya nadie los quería aquí, sólo estorbaban.

—¡La estas matando!—me grita Agustín y yo saco mi arma para apuntarlo—¡Suéltala!

Disparo pero se alcanza a mover y no le doy.

La suelto dejándola caer al suelo tosiendo, sudando y con pánico.

Me mira de pies a cabeza con miedo y yo le sonrío al verla así. Agustín corre a ayudarla, me hago a un lado para verlos a todos de nuevo y digo:

—Los que quieran venir conmigo, pues háganlo. Y los que no, aténganse a las consecuencias.

Salgo del salón, y ordeno a gritos que varios de mis hombres vengan conmigo.
Preparo mi coche y aún en ropa deportiva me voy hacia aquel lugar, pues no sólo voy con mis hombres, también voy con algunos hombres de Andrés que nos guiarán hacia aquel maldito sitio donde espero encontrar mi maldita pintura.

Y si no la encuentro, me enojaré muy feo.

[...]

Abro paso entre la policía que al verme pasar agachan la cabeza. Me es fácil controlar a los oficiales comunes y corrientes.
Hay varios hombres muertos en el piso, son también policías, y ni hablar del cómo se encuentra el lugar aquí adentro. Es todo un asco, huele a sangre pero no me importa caminar de entre tanto cadáver, lo único que trato de encontrar es mi cuadro pero hay muchos rotos que se me dificulta el saber si es alguno de ellos.

Subo las escaleras y nada, no hay ningún rastro.
Eso me enfurece, porque me hace pensar que ha sido destruído.
Me gustaría poder revivir a Leo para matarlo con mis propias manos por haberme retado.

Salgo, y me reúno con los oficiales.

—Quién ha sido.

—No han dejado rastro. Ni siquiera una sola huella porque han bañado las cosas con agua y tampoco hay cámaras de seguridad. Al parecer las han cortado en todo este tramo y nos es imposible descifrar.

—Inútiles.

Suspiro y volteo a todos lados. Dalton, Agustín y Natalia están llegando; Sophia ya estaba aquí.
Me acerco a ellos para hablarles.

—¿Alguna sospecha de quién haya sido?

—Tienes muchos enemigos.

—Lo sé. Es como buscar una aguja en un pajar.

—Sospecho de aquellos hombres que alguna vez se te revelaron —habla Sophia—Aquellos de la mafia de Octavio.

—Imposible, están ejecutados.

—Tal vez no todos.

—Sea como sea, la verdad no me importa y me dan ganas de dejar las cosas así para que la Policia se encargue. Pero sé que me encuentro obligado a hacer algo, mi padre no querrá que descanse hasta que encuentre al culpable así que hay que poner manos a la obra.

—¿Encontraste lo que buscabas?

—Lamentablemente no, pero ¿qué se hace? Ya me ahorraron el tener que ir a matar a Leo.

Los dejo con las palabras en la boca y me subo a una camioneta que me llevará a la mansión de nuevo.
Los chicos se quedaron ahí, creo que ayudaron a Sophia a cargar todas las demás pinturas para llevárselas a mi madre.

Era verdad lo que dije, todo esto a mi no me importa. Leo es un ladrón y los ladrones pagan sus actos.


Horas después entran a mi oficina mis hombres con una persona que tiene una bolsa en la cabeza y las manos amarradas.
Lo dejan tirado en el piso y me tengo que levantar para ir con él.

—Quítenle la bolsa.

El chico está asustado, tiemble del miedo y seguro ya se ha hecho en los pantalones, lo cual me causa enfado.

—Lamento las formas en la que lo trajeron aquí. A veces mis hombres pueden ser algo agresivos.

—¿Quién... quién es usted?

—Soy Ruggero Pasquarelli. Te he estado investigando por un rato —me siento sobre el escritorio—Ethan Thompson, pintor, ¿cierto?

—S...i, si.

—Bien. Has sido el mejor calificado en mi lista, felicidades —tomo una carpeta y se la entrego. Pero luego recuerdo que está amarrado así que hago una señal para que lo desaten y que lo sienten en una silla. Ahora si le entrego los papeles—Firma ahí.

—¿Es un... contrato?

—Deja de lloriquear por Dios.

—¿Quiere que le haga una pintura?

—Por supuesto. —miro a los demás—Déjenos solos por favor.

—Si señor.

—Bien. Quiero que me hagas varios cuadros. Te pagaré bien, pero quiero que sean de mi gusto.

—¿No... no me matará?

—Si no me gustan, tal vez —lo asusto—Así que pon todo de tu parte para que no lo haga.

—¡Claro! ¿Y qué quiere que le pinte?

Suspiro pesado, tomando mi cartera y viéndola a ella en las fotografías. Joder, estoy loco por Karol.

—Quiero que pintes a mi mujer —se las entrego.

—¿Su mujer? Es muy hermosa.

—Lo sé.

—Tiene una mirada que, que hipnotiza —sonrío—Con gusto retrataré la belleza de estas fotos.

—Tienes una semana para entregármela. Así que ya te puedes retirar, sólo firma los papeles de confidencialidad y todo estará bien.

—Claro señor, aquí tiene.

—Bien, ya te puedes ir.

El chico había entrado con miedo, pero ahora salía con un trabajo bien pagado y con mi tesoro más amado en sus manos; mis fotografías.

[...]

Me reúno en un salón repleto de seguridad. De repente siento que vengo a ver a un presidente porque jamás había visto tanta vigilancia en mi propia casa para una sola persona. Esa persona es mi madre.

Parece irónico, se encuentra en brazos de mi padre y al otro lado está su otro novio o lo que sea que es ese señor Andrés. Es por eso que hay tanta vigilancia. Es parte de los Pasquarelli y de los López.

Todo el mundo tiene prohibido entrar, salvo la seguridad y yo. Me abro paso con las manos dentro de los bolsillos y veo que mi madre parece muerta del sufrimiento.

—Hijo —susurra mi padre y eso obliga a mi madre a levantar la cabeza para verme—¿Encontraste algo?

—Absolutamente nada —tampoco es que estuviera buscando.

—Maldita sea.

Me siento frente a ellos.
Admito que verla me da un poco de coraje, pues el causante de todo esto ha sido Leo y sus malditas mentiras.

—Tengo muchos enemigos —digo—No me sorprendería que alguno quisiera tomar venganza.

—Sophia —susurra mi madre—Sophia iba a ir. Leo la había invitado pero no la alcancé a ver porque me tuve que ir. Tal vez ella sepa algo.

—¿Estás segura?

—Muy segura.

Frunzo el ceño y le hago señas a un hombre para que venga.

—Tráeme a la señorita Sophia Miller por favor.

—Si señor.

Nos mantenemos en silencio por unos minutos hasta que la pelinegra entra y se confunde al ver que hay demasiada gente cuidando. Pero se ve que entra en razón cuando sus ojos caen en mi madre y comprende que todo esto es por ella.
Camina hasta mi, y le indico con la cabeza de que se siente conmigo; así lo hace.

—¿Sucede algo?

—Mi esposa nos informa que...

—Se están divorciando, así que no le digas así.

—Cierra la boca Andrés, estas en mi casa.

—No discutan por favor —mi madre se limpia las lágrimas así que decido mejor hablar yo.

—Mi madre dice que tú estabas invitada al evento de Leo. Dice que tal vez estuviste ahí cuando todo eso sucedió, ¿es cierto?

—Exacto, Leo me invitó.

—¿Y por qué no has dicho nada?

—Porque no he ido —aclara segura—Salí pero no con él.

—Te vi llegar a las doce de la noche, ¿dónde estabas?

—Salí con alguien que conocí. Fue un revolcón. Jamás había hecho eso de salir para acostarme con alguien y por eso he llegado muy callada, me defraudé a mi misma.
Además, siento que si yo hubiera ido al evento de Leo probablemente pudiera haber hecho algo pero no fue así y me culpo —observa a mi madre—Lo lamento tanto Antonella, debí haber estado para su hijo.

—No era tu deber —le dice y se vuelve a acurrucar en el pecho de mi padre.

Me acerco a Sophia para susurrarle:

—¿Tú sabias que se llevaría mi cuadro?

—¿El retrato de Karol?

—Si.

—Sabía que todas sus pinturas estarían ahí pero no creí que te quitase la que te dió.

—Estúpido Leo —eso último lo dije muy fuerte, pues las tres personas que tenía enfrente levantaron la vista y me fulminaron.

—Ten respeto a la memoria de tu hermano, por favor.

—Respeto mis cojones.

—¡Ruggero!

—¡Nadie lo quería! ¿Por qué tanta tristeza? Él no merecía el apellido Pasquarelli y si tanto le lloran a la pérdida de un hijo pues tengan otro y ya está.

Mis palabras hacen que se le salga más el llanto a mi madre, así que me pongo de pie para irme pero mi padre me reta poniéndose en mi camino.

Nos fulminamos, y entonces, me levanta la mano para darme una cachetada pero se la detengo y se la doy yo.

—No sé quién te crees para levantarme la mano. Pero aquí no eres nada, ¿me escuchaste?
No vengas de hipócrita queriendo ser el padre perfecto frente a mi madre porque no te queda.
Siempre dijiste que Leo era una decepción, que no lo aguantabas y que lo educase como un verdadero Pasquarelli. Lo regañabas constantemente y lo hacías sentir inferior así como todos aquí, porque me incluyo.
Eso de ser una falsa familia perfecta no se nos da, así que deja de ser alguien que no eres —lo fulmino, después veo a mi madre y a Andrés quienes ahora se han puesto de pie—¡Leo me robó algo!—les aclaro a todos—Por eso no sufro su pérdida. Se atrevió a entrar a mi habitación, a sacar una cosa preciada e importante para mi, y después irla a exhibir frente a cientos de desconocidos. Pero no sólo eso, sino que también ahora se me ha perdido o lo han destrozado junto con muchas otras cosas más.
Si mi hermano hubiera sobrevivido, yo lo hubiera matado.

—La pintura de Karol —habla mi madre con lágrimas y con odio—Es eso ¿no? La vi colgada, era la que más llamaba la atención para el público.
¿De verdad estás diciendo cosas tan crueles por una absurda pintura de alguien a la que torturaste y casi matas? ¿De verdad eres una persona tan mala?

—Si. —camino hacia ella—Soy una mierda de persona y si, la pintura era la de mi mujer. Es por eso que estoy muy enojado. Me gusta ser reservado en estas cosas y el que haya expuesto a Karol en ropa interior me enfada. Y no me enfada que la hayan visto en prendas intimadas, por Dios, amo que me tengan envidia. Pero lo que sí odio es que lo haya hecho sin mi permiso, porque para mi eso es robo.
Así que te lo digo de frente, madre, no lamento su muerte.

Me tira una fuerte cachetada que me obliga a retroceder para no devolvérsela.
Andrés se pone a su lado para tranquilizarla y yo lo único que quiero es regresarle el golpe porque a mi nadie me hace eso y todos lo saben.

—Eres, un mal hijo. Y jamás me había sentido tan decepcionada de un integrante de mi familia.
Leo era mi adoración, así que no te permitiré que le faltes al respeto. Ahora vete por favor que no quiero verte.

No me lo repite dos veces porque yo ya me fui hecho furia.

Salgo disparado a mi oficina. Hay muchas criadas limpiándola y eso me enfada mucho más.

—¡Quiero que todas se larguen de mi vista! ¡Y la que no salga en menos de cinco segundos, le vuelo la cabeza!

Fue suficiente para quedar en silencio y poder irme a sentar en el sofá en paz.
Pero la puerta se abre y entra Natalia, sigilosamente camina hasta mi y se sienta a horcajadas de mis piernas.

—¿Estás bien?

—No.

—¿Problemas familiares?

—Si, no te incumben.

—¿Puedo hacer algo para ayudarte?

—No molestar con absurdas preguntas.

Lo entiende al instante y en vez de hablar, empieza a acariciar mi rostro con la yema de sus dedos.
Mi respiración se tranquiliza por unos segundos y ella aprovecha para besarme.

Sujeto su espalda baja y profundizo el beso.
Pero de repente me empieza a tomar de mis partes íntimas y pongo alto.

—Se a lo que juegas.

—¿Querer Sexo? No es nada del otro mundo.

—La otra vez me distrajiste y casi lo hacíamos sin protección —sujeto su cuello con fuerza—Yo no te daré ningún hijo, Natalia. Así que o lo hacemos con condón o no hacemos nada.

—Con ella lo hacías sin protección.

—Ella usaba inyecciones.

—Las inyecciones no siempre son seguras. A ti no te importaba si la dejabas embarazada o no.

—¿Y? ¿Y qué pasa si es así? Karol es mi mujer, tú eres nada más su remplazo.

—Si, y también las miles de criadas a las que violas.

—No empieces.

—¿Por qué satisfacer tus necesidades con otras cuando me tienes a mi? ¿Por qué? Dormimos en la misma cama desde hace ya muchos meses y hay noches en las que ni me tocas porque ya vienes complacido por las demás.
Tengo sentimientos.

—Y yo verga, es ella quien elige con quien me acuesto, no mi cabeza.

—Respétame, Ruggero. Yo puedo ser tu mujer y te puedo dar todo lo que necesites pero dame a respetar entre las demás personas —de nuevo acaricia mi rostro—Hace unas horas me estrangulaste frente a todos. Eso no sólo me dolió físicamente, sino que me humillaste.

—Pues no deberías de ponerte contra mi.

—No lo hago. Me pongo en contra de ella, de la niña Sevilla que se ha ido y te ha dejado solo porque admitió que amaba a otro hombre —aprieto los puños—Dame una oportunidad a mi, yo puedo ser todo lo que buscas en una mujer. Pero por favor, te lo ruego, dame a respetar.

»Ya que se calle de una maldita vez«

—Okay. Te daré a respetar.

»Si con eso cierras la boca«

—Gracias, era por lo que moría escuchar —me besa—Entonces, ¿tendremos una relación más seria?

—Si es lo que quieres.

—¡Si!

La castaña no para de llenarme de besos, y lo que yo hago es no parar de pensar en aquellos ojos verdes.

____________________


La semana pasó. Es muy temprano, recién acabo de meterme a bañar después de hacer mi rutina diaria de ejercicio y voy directo a mi oficina.

Indico con la mano de que me dejen a solas con el pintor y me sorprendo al ver no solo un cuadro cubierto con una sábana, sino que son varios.

—Señor Pasquarelli.

—Thompson.

—Yo sé que sólo me pidió una pintura. Pero me he obsesionado con las fotografías y he hecho muchas que seguro le gustarán. —me entrega mis fotos y las guardo.

—Quiero ver.

—Bien, venga por aquí.

Quedo asombrado con su trabajo al ver el mismo retrato que me robó Leo para su exposición.
Claro que no se iguala al que tenía antes, pero de igual forma es bellísima.

Después quita otra manta y veo la viva imagen de Karol sin sostén mirándome fijamente. Esta no se la había pedido a Leo pero ahora que la tengo, no dejaré que nadie me la robe.

La siguiente me deja impactado; ya que no es el rostro de ella, sino que son sus labios rosados entreabiertos que incluso me hacen abrir los ojos de golpe. Ethan ha creado arte muy realista que me quedo asombrado.

Me paseo entre ellas, ya que después quita otra manta y trago saliva al ver que esta es de color negro. Todo, todo es negro porque solo es una silueta.
Me muerdo el labio inferior porque para mi, esta pintura me demuestra la maldad de su interior y eso me fascina.

—Esta le encantará —susurra.

Me quedo estático al ver la última pintura.
Siento por un momento que mi corazón vuelve a funcionar y que la punzada en mi pecho me avisa que es ella.
El cuadro es simplemente sus ojos verdes, sus largas pestañas y sus cejas castañas.
Me tengo que alejar un poco para verla mejor y darme cuenta que ha retratado la mirada que me dió cuando le tomé la fotografía que más me encanta.

Deseo, pasión, lujuria, dominio, excitación, poder.
Habían tantas cosas que me transmitían esos ojos que incluso se me había olvidado respirar.

Tardé mucho tiempo en darme cuenta que la amaba.
Sin duda los meses que la tuve encerrada en mi sótano me sirvieron de mucho para extrañarla.
Y ahora, ahora la sigo extrañando pero sé que muy pronto la volveré a tener en mis brazos cuando tenga la cabeza de aquel sujeto que la enamoró.

—¿Y? ¿Qué dice?

—Me encantan.

El chico suelta un suspiro como si le acabasen de decir que no morirá y que su vida está a salvo.
Voy a mi escritorio y tomo un cheque, poniéndole una suma bastante elevada como para unas simples pinturas y se lo doy.

—Disculpe, esto es demasiado... habíamos acordado una cantidad en el contrato y...

—Has hecho un buen trabajo, y créeme que quiero más pinturas. Pero esta vez te puedes tomar tu tiempo. Me los puedes mostrar cada mes o cada dos meses, pero quiero que me traigas calidad.
Desde ahora trabajas para mi, así que ten por seguro que no te morirás de hambre.

—Oh señor, muchas gracias por esta oportunidad, y agradezco mucho de que le haya gustado todo.

—¿Sabes? Podrías pintarme también una corona.

—¿Corona? Así de, ¿rey?

—Quiero una corona de rey y una de reina. Quiero que estén juntas en una misma pintura.

—Por supuesto, ¿tiene algo más en mente?

—La palabra "princesa".

—Entendido. Lo tengo todo imaginado ya.

—También puedes poner símbolos que, no se, demuestren fuerza. Así como dos Leones juntos porque —me río—Yo diría que fuese un León y una Leona, pero ella se enojaría si supiera que me he puesto a mi como al más fuerte.

—Me encantaría conocer a su mujer, se ve que es una persona encantadora.

—¿Encantadora? No lo creo. Su pasatiempo favorito es sacarme de quicio. Y algún día te la presentaré para que la pintes tal y como esté en ese momento.
Ahora lo primero que debo de hacer es recuperarla y casarme con ella.

—Perdone, no entendí, ¿no era ya su mujer?

—Así es.

—¿Y no está con usted?

—Te digo que su pasatiempo favorito es sacarme de quicio —vuelvo a reír—La muy estúpida está enamorada de otro pero no pasa nada porque ya mero lo capturo y lo mataré para volverla a tener conmigo —suspiro, mirando sus ojos verdes—Jamás me había enamorado, esto es nuevo para mi.

—Si, se nota —frunzo el ceño—Digo...

—Ya lárgate.

—Si señor.

—Nos vemos dentro de muy poco.

El chico cruza la puerta y yo me tomo mi tiempo en irme a servir un trago de Whisky para volver a las pinturas y apreciarlas una por una.

Mi hermosa princesa, estoy muy consciente que lo que siento por ti es algo enfermo y retorcido. Créeme que serás mía de vuelta.

Tomo un cuadro, y así uno por uno los empiezo a colgar.

Me llevo el de Karol sin sostén para mi habitación.
Cuelgo en los pasillos el de su silueta, el de sus labios, y en el de donde está en ropa interior mirando fijamente a la cámara.

Me estuve debatiendo en cuál pondría en mi oficina pero al final escogí la de los ojos verdes.
La puse justo en la pared que da frente a mi escritorio para siempre poder verla cuando estoy trabajando.



A la hora de la cena al parecer todos pudieron venir, ya que ya se nos había hecho costumbre eso de cada quien cenar a la hora que nos plazca.
Natalia toma asiento a mi lado, tal y como lo hacía antes Karol, y empieza a charlar conmigo sobre no sé qué cosa porque la verdad no le estoy prestando atención.

Observo a mis otros tres amigos, y de repente me doy cuenta que hemos quedado tan pocos del equipo que me da incluso nostalgia.
Antes éramos nueve integrantes, ahora somos cinco contando a Natalia que antes no estaba.

Pero no importa. Quedan los fieles y con eso me basta.

—Señor...

—Espero que sea importante, sabes que odio que me interrumpan mientras como.

—Mmh, Señor, creo que le interesará ver esto.

La esclava se ve preocupada, y tengo que decidirme en si sí ir o no. Al final tomo la decisión de si ir pero si no es nada importante, sin duda me enojaré.

Está lloviendo allá afuera, las grandes puertas están abiertas y me es un poco imposible tener visión de lo que hay en el patio porque el agua cae muy fuerte.

Siento las pisadas por detrás de mi, son los chicos que se han levantado para venir a ver y entonces, juro haber visto algo moverse entre la lluvia.

Es... es como un vagabundo.

No, es algo peor.

Por primera vez en mucho tiempo me lleno de asombro al alcanzar a ver bien.
Pero no sólo yo veo lo imposible, sino que todos los demás también.

Sophia se deja caer al piso muerta en lágrimas y Agustín y Dalton salen disparados sin importar la lluvia para ayudar a aquella mujer; a aquella pelirroja.

—¡Anaaa...!—grita mi hermana y va corriendo con los demás.

Los chicos la dejan en el suelo y es incluso desagradable para mi el verla en aquel estado.

Golpeada, orinada, con cadenas, posiblemente violada muchas veces y su rostro no tiene forma.

Sophia la abraza y todos le hacen montón. Todos lloran. Pero lo que yo tengo es más bien mucha furia.

La quijada me tiembla por el odio. Todos están en el suelo a excepción de Natalia que está detrás de mi.
Agustín lanza órdenes a las criadas para que traigan a los doctores y todo es mucho ruido.

Los ojos de la pelirroja conectan con los míos, lo único que me transmite es sufrimiento y que por un año se la ha estado pasando muy mal.
Camino firme hasta ella, todos se quedan en silencio al mirarme y me tengo que tragar el nudo en la garganta para hablar.

—Quién fue.

—...Octavio.

Aprieto los dientes. Maldito infeliz hijo de puta.
Esto no se va a quedar así, esto lo voy a solucionar yo mismo.

—Ya estás a salvo hermana —le digo—Y juro por mi apellido que cobraremos venganza.

Me doy media vuelta para irme a mi oficina.
Tomo el teléfono para hacer una llamada pero Natalia se interpone y me hace colgar.

—¿Te das cuenta que Octavio es de la mafia asiática? ¿Qué piensas hacer? Necesitas primero aclarar las ideas porque puedes hacer algo que realmente te puedes arrepentir en algún futuro.
Tranquilízate, relájate, piensa las cosas y...

—No te metas en mis asuntos —la fulmino—Esta es una maldita guerra y no voy a parar hasta que toda la mafia asiática caiga.

—¿Dices que armarás una guerra por la situación de Ana pero no por la muerte de tu hermano?

—¡Ana también es mi hermana! ¡La estuve buscando por muchos malditos meses! ¡La di por muerta estos últimos! ¡No vengas aquí a comparar a Ana con Leo, porque estás muy equivocada!
Ese malnacido va a saber quién realmente es Ruggero Pasquarelli y va a desear jamás haberme conocido. Así que haz tu estúpido trabajo y reúne a todo, pero ¡todo! El personal.
Vamos a tener un pequeño viaje, así que alista tus cosas.

—...Si, mi rey.

Todos van a morir. Todos.
Te lo prometo Ana.

...
Re-turbio, ¡amo!

Capítulo por llegar a la meta<3

Mabel Paz

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