Tú, Yo y El Mal

By MabelPazAvalos

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Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... More

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 9 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 11 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 23 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 25 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 30 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 36 •
• CAPÍTULO 37 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 40 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 49 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 54 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 58 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 80 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 53 •

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By MabelPazAvalos

Karol Sevilla

—Espero que te la estés pasando bien aquí, no querría que te sintieras incómodo mi querido Cooper.

—El señor Pasquarelli se dará cuenta que le hago falta. No sabe en lo que se está metiendo.

—Y si se da cuenta que no estás, ¿qué pasará?
¿Crees que vendrá aquí a recatarte? ¿A rescatar a uno más de sus hombres? Me sorprendes, creí que lo conocías como para darte cuenta que a él no le importa nadie.

—Es una hija de puta.

—Lo sé.

Lo hago retorcer del dolor cuando le doy con un palo de madero en el abdomen, seguramente rompiéndole algunos huesos.

—¿Sabes qué haré contigo, Cooper?—le doy otro golpe—Existen varios métodos de tortura. Esta vez me iré un poco hacia atrás, allá por la Edad Media —se tensa y sonrío—Veo que conoces los castigos de aquella época —me paseo con el palo y amo el olor a su sufrimiento—Está el Potro. Una de las máquinas más populares en ese tiempo.
También está el aplasta pulgares. El tormento del agua. La pera Vaginal, oral u anal.

—Hija de...

—La garrucha —lo interrumpo—créeme que me encantaría hacer esa contigo pero creo que no te lo mereces. Te mereces algo mejor, algo que de verdad te deje marcado para toda la vida que Karol Sevilla fue quien te mató y torturó.

—Esto no se quedará así.

—Déjame hablar, que no te he dicho cuál he escogido —dejo de caminar y respiro profundo, dándome mi tiempo. Había estado anhelando esto durante mucho tiempo—Finalmente he escogido usar la rueda.

—Ay no...

—Veo que la conoces.

—Todo el mundo conoce eso. Se lo pido de súplica, escoja otro se lo ruego. Por el amor de Dios, yo sólo seguía instrucciones de mi superior, yo nunca le hubiera hecho lo que le hice por voluntad propia y...

—¡Cierra la boca!—le doy otro golpe con el palo y escucho clarito cuando algo se rompe dentro de él.

"La rueda" era un método de tortura que se utilizaba en Europa durante la época moderna hasta la ultima ejecución registrada en 1841, en Prusia.
Consistía en amarrar a la persona a una rueda de madera de todas sus extremidades y romperle cada hueso del cuerpo hasta que ya no resistiera y tuviera que morir. Claro que para que eso llegase a pasar, tendría que sufrir como si estuviera en el infierno.

Tiro el palo al piso y me sacudo las manos. Voy hasta él y lo tomo con fuerza de sus mejillas para que me mire a los ojos.

—Te voy a hacer sufrir hasta que a mi me dé la regalada gana. Y como tú fuiste uno de los causantes de mis cicatrices, pues te aseguro que serás mi juguetito por mucho pero mucho tiempo.

Le doy una palmadita ligera y me alejo tomando de nuevo el palo y dándoselo a un hombre.

—Evans, ahora tú serás mi mano derecha y quiero que amarres a nuestro invitado Cooper en una rueda y luego me avisases cuando ya esté listo.

—Claro que si señorita.

—Gracias.

Salgo del sótano. Si. Le he puesto un sótano especial a Cooper donde aquí no entra para anda la luz del sol.

Me trueno los huesos de las muñecas y paso de largo cuando veo a mis padres en una esquina.
Mi madre me mira con miedo, y eso me gusta.

Los niños están en un salón especial donde toman clases con una maestra particular, ya que ha quedado prohibido de que salgan a la calle por el peligro.

Le prometí a mi hermano que cuidaría de ellos, y eso haré. Aunque me tenga que convertir en la mala de sus cuentos.

La maestra de mis sobrinos se pone rígida al verme pasar. El salón tiene a dos de mis hombres cuidando todo porque no vaya a ser que esta maestra sea una impostora.

—¡Tía Karol! ¿Viniste a vernos?

—Espero que estén poniendo atención.

—Ya tenemos horas aquí, tía, ¿ya podemos salir a jugar?

—¿Ya sabes sumar?—se queda callado—Aprende a sumar y puedes salir a jugar.

Le hecho un vistazo a mis hombres y después salgo. Sólo había entrado a supervisar las cosas.

Paso por el living y Maxon acaba de recibir un cargamento de construcción para ponerse a hacer su magia.
Bratt tan sólo llegó de ir a almorzar y se ha encerrado enojado en el lugar que le asigné ya que se encargaría de fabricar químicos.
No entiendo la razón de su enfado, y la verdad no me importa.

Valentina lidera los cargamentos. Todo marcha de maravilla aquí y me es suficiente.

Me encierro en mi oficina y empiezo a hacer las llamadas para el lavado de dinero que está ocurriendo en Río de Janeiro.
Pero no sólo hago eso, sino que mando a mis hombres a asaltar algunos locales del centro.
Quiero que se expanda el rumor de que ahora son dos mafias poderosas aquí en los Estados Unidos y quiero que cada que digan mi nombre, tiemblen del miedo.

Todo marchaba bien, pero justo a la siete de la noche me mandan a hablar.

—Señorita, un hombre pone resistencia. No quiere pagar las cuotas.

—¿Quién?

—Un viejo anciano. Es dueño de un pequeño restaurante de comida mexicana.

—Bien, prepara un auto.

Tomo mis cosas, me arreglo la ropa y el cabello antes de salir. El auto ya me estaba esperando en la puerta y partimos al centro. La ciudad está oscura y lo único que alumbra son las pocas luces de la ciudad.

Se estaciona frente a un restaurante feo y viejo.
Bajo, y todos me dan paso a entrar. Uno de mis hombres le apunta con una pistola y aunque el viejo ya se haya orinado en los pantalones, pone resistencia.

Lo miro con la mirada neutra y después suspiro, tomando una silla y sentándome en una de las mesas.

—Señor señor señor. ¿Sabe por qué no tiene una bala en su cabeza ahora mismo?

—No me dejare influenciar por ustedes. No se irán al cielo.

—No tiene una bala en la cabeza porque yo no he mandado a matar a mi gente. Si, porque usted y todo Los Ángeles son mi gente y si pedimos las cuotas es para defenderlos si sucede algo.

—No pagaré nada, no necesito que me defiendan.

—Ese es el problema —tomo mi pistola—No es opcional.

—Los denunciaré a la policía.

—La policía trabaja para mi.

—Ustedes no tienen perdón de Dios.

—Le preguntaré una última vez, señor. ¿Aceptará nuestro trato? —el anciano trata de escupirme pero su saliva no me llega ni a los pies y es suficiente respuesta para mi—Qué bonita televisión —digo—Se ve que es carísima —Entonces, le apunto y le disparo destrozándola por completo—Uh, ¿Ese refrigerador es nuevo? —le disparo también así como a muchas cosas valiosas que tiene en su local y que seguramente no podrá volver a pagar con su sueldo.

—¡No! ¡No!—grita cuando le apunto a un retrato de una mujer, seguramente es su difunta esposa porque tiene un moño negro y una flor—¡Es la única que tengo!

No me importó. Le disparé a la fotografía y el señor se dejó caer al piso histérico.

Me pongo de pie, y su mirada sube desde mis tacones hasta mi rostro.

—Vendrán por los primeros pagos el mes que viene. Espero que lo tenga listo.

—¿Quién... quién es usted?

—Grábatelo bien anciano de mierda. Soy Karol Sevilla y soy tu peor pesadilla.

Me doy media vuelta y ordeno con la mano de que me destruyan el lugar.
Lo último que alcanzo a escuchar son la súplicas del señor.

—Buen trabajo —me dice Evans—Nosotros pudimos hacerlo pero no con la clase de elegancia como lo hizo usted.

—Pues aprendan.

—Así será.

Me abre la puerta del coche y ponemos destino a mi residencia.

Ya es muy noche. Me dispongo a tomar un descanso cuando tocan a la puerta y pasan después de que doy la autorización; es Liam.

—Hola Karol.

—Lo que me tengas que decir que sea rápido, muero de sueño y no quiero perder mi tiempo.

—Sólo venía a verte.

Parece que Liam no se ha dado cuenta que la antigua Karol ha quedado en el pasado y que no puede llegar a acostarse en mi cama como si fuera suya así como lo acaba de hacer.
Frunzo el ceño, más sin embargo prefiero no decirle nada y me quito la ropa para ponerme una bata.

Pero por el espejo veo que se me queda mirando y me enfurece eso porque sé que mira mis cicatrices.

Voy directo a apagar la luz para que no lo haga y termino de ponerme la bata.

—Ya que ya me viste, ya lárgate.

—Has estado muy enojada ahora. Ven. Necesitas descansar.

—Eso quiero hacer pero no me dejas de molestar.

—No te estoy molestando, no seas pesada.

—Tu miserable presencia me molesta. No es necesario que hagas nada, ya me estás molestando.

Me coloco crema humectante en las manos y me recuesto en la cama, cerrando los ojos e imaginando que Liam ya se ha ido y que me ha dejado en paz.

Siento que estoy cayendo en sueño, cuando algo me hace cosquillas en el muslo y me obligo a abrir los ojos. Es Liam que me está tocando.

—Deja, de tocarme.

—Has apagado las luces para que no vea tu cuerpo.
Con eso me das a entender que sí te ha afectado lo que pasó.

—Te reto a que te encierren en un sótano sin luz del sol, comiendo un pan al día y siendo colgado por más de diez horas mientras te azotan. Anda. Te reto.

—No tienes que ser agresiva con las personas que te quieren. No eres la única que has sufrido. Han matado a mis padres y han mandado a un coma total al novio de Valentina; padre de tus sobrinos.
No eres la única que sufre.

—Ahora no tengo tiempo para tus sermones. Cierras la puerta cuando te vayas.

Vuelvo a cerrar los ojos pero lo siento aún tocándome, pero esta vez su mano ha entrado dentro de mi bata justo en mi abdomen y me lo acaricia.

Frunzo el ceño. Su mano va subiendo más y cuando toca mis pezones, abro los ojos.

—Me duele verte así, Karol. ¿Qué puedo hacer para ayudarte?

Me lamo los labios y me aviento a él para besarlo. Rápidamente Liam deshace el amarre de la bata y me la quita dejándome en ropa interior encima suyo.

Siento que todo pasó demasiado rápido.
Soy una mujer con necesidades y ahora nada me impide acostarme con quien yo quiera.

Me siento sobre su regazo y cuando intenta acercarse para besarme, le pongo una mano en el pecho que lo hace volver a caer.

—Quiero que sepas, que en el sexo mando yo.

—Eso me prende —miente, su erección no es tan dura.

—Así que pon tus manos lejos de mi cuerpo porque no quiero que me toques.

—Espera, ¿qué?

—Lo que escuchaste. Ahora has caso.

Así lo hace. Primero se saca la camiseta y luego pone las manos bajo su cabeza.

Me desabrocho el sostén, me quito las bragas y luego le quito el pantalón de pijama junto con su ropa interior.

Tomo un preservativo de la mesita de alado y se lo pongo para después hacerlo enterrar en mi.

Cierro los ojos, hecho mi cabeza hacia atrás y comienzo a cabalgar a mi ritmo rápido.

Liam cierra los ojos y jadea, queriendo tocarme pero no lo dejo porque me inclino hacia él y sujeto sus muñecas.

Abre los ojos, me mira, después mira la escena y me siento incómoda de que vea mi cuerpo maltratado.
Así que me acerco para besarlo haciéndolo cerrar sus ojos.

—Estás tan buena —jadea—Pero dale mas lento que me lastimas.

No le hago caso y continúo con mi ritmo.

Un minuto pasa, y yo soy la primera que me vengo pero algo me sorprende de Liam y es que al venirse él, ha gemido el nombre de Sophia.

No le dije nada, tampoco es que me importe.

[...]

Me levanto, mi amigo sigue dormido y me dispongo a irme a la ducha pero cuando intento ponerme de pie no me deja porque me agarra y se sube encima de mi.

—¿Y mi beso de los buenos días?

—El Sexo es cuando yo quiera, no cuando tú lo quieras.

—Dije beso, no Sexo.

Se acerca a mi rostro para besarme y me lo quito de encima porque no me gusta llegar tarde a mi entrenamiento.

Mi rutina de la mañana es rápida, o tal vez así la siento.

Comienzo con una ducha, me pongo mi ropa para hacer ejercicio y después de varias horas regreso de nuevo a ducharme. Después voy al sótano, donde me informan que ya casi está lista la rueda de madera que ordené para el castigo de Cooper.

Esta vez yo no me ensucio las manos. Esta vez sólo observo en silencio como le prenden fuego en el piso para que tenga que agarrarse bien de las cadenas.
Si. Tal y como me hacía él.

Subo por una manzana y me encuentro con Maxon probando unas armas de fuego en el patio trasero.
Me acerco a él para supervisarlo y por un lado veo a Bratt, quien tiene el ceño fruncido.

—¿Se enojaron?

—Dímelo tú. Bratt me ha estado evitando desde ayer y no sé la razón.

El chico de ojos oscuros se acerca para tomar un arma. En eso veo salir a Liam con una computadora y sé que este es un buen momento.

—¡Davis! ¡Ven!—obedece, sonriéndome en el camino y sé que lo hace porque nos acostamos anoche.

—Acabo de desactivar uno chip rastreador del auto de Maxon —me lo enseña y los otros dos se asoman—Estaba muy bien escondido, pero lo encontré.

—Es un chip de Dalton.

—¿Te viniste aquí con un chip?—le reprocha Bratt como si estuviera fastidiado—¿Acaso no sabes que Ruggero ha insertado uno en cada auto?
Yo se lo quité antes de venir.

—No tenía idea, ¿qué mierda te hice para que me hables así?

—Nada.

—Pues no parece. Ten las putas agallas de decírmelo a la cara porque así sólo te veo como un bebé maricón.

Bratt se le quiere aventar encima así que tengo que intervenir.

—Los problemas personales de ustedes me valen madres. Si van a pelear, que sea lejos de mi porque me voy a enojar —los fulmino—Maxon, tienes que tener cuidado. No me afecta que el estúpido de Pasquarelli sepa dónde están. Y si viene por ustedes, por mi mejor. Porque aquí tengo todos los recursos para volarle la cabeza a todos los de su equipo.
Bratt, ¿tu puta no quiso coger anoche? Porque eso es lo que demuestras con tu humor que me tiene hasta la madre.

—Ella no es mi puta —mira a Maxon—Ella es MI novia.

—¿Tu novia? ¿Ahora le dices así a todas a las que violas?

—No me provoques.

—Luz es una chica inofensiva. Ha de estar muerta de miedo de estar durmiendo en la misma cama que su abusador Sexual.

—Yo no abuso de ella.

—Pero lo hacías. Dime, ¿por qué te la trajiste? Jamás me lo aclaraste.

—Porque me gusta. Porque es mía. Porque todo su cuerpo y su mente me pertenece a mi, por eso Maxon, y porque no iba a dejar que alguien más la tocase. Ni tú.

—Ah, ya veo. El violador no quiere que violen a su víctima. Qué romántico.

—Eso no tiene nada de romántico —se mete Liam—Pobre chica, la estás dañando psicológicamente y créeme, yo sé lo que se siente salir con una loca.

—¿¡Qué más da!? Así son las cosas y todos se aguantan. Ya te dije Maxon, no dejaré que ni tú ni nadie toque lo que es mío y Luz es mía.

»Aquí está ocurriendo algo extraño«

—¡Ya cierren la boca o voy por la castaña y le vuelo la cabeza!

—¡No!—me grita Maxon.

—No tienes permitido tocarla porque nosotros no tocamos a Harry cuando te vimos con él en la universidad. Así que quédate en tu lugar y simplemente ignora a MI novia.

—¿¡Por qué a cada rato tienes que aclarar que es tu novia!? ¡Ya lo gritaste a los cuatro vientos!

—¡Es para que les quede claro a todos! Ella no es mi puta, ni prostituta ni nada de eso.

Ellos continúan discutiendo a gritos y la cabeza me empieza a doler.
Me paso la mano por el cuello. Siento el aliento de Liam en mi oreja y me sobresalto cuando me besa el hombro.

Le doy un codazo y se agarra a reír. Cosa que a mi me desagrada pero a la vez no.
Vale, sé que ya no demuestro las cosas que me agradan pero no me impide sentir lindo escuchar su felicidad. Ya hacia falta verlo sonreír; la familia Davis también era como mi familia.

—Te llamé porque vas a aprender a usar una pistola.

—¿En serio? Jamás he matado a nadie.

—Maxon es el mejor con el tema de las armas. Él te enseñará y verá cuál tipo de pistola te queda mejor. Pero dales un tiempo, parece que están enojados.

—Luz parece ser una buena chica. Hoy me ha ofrecido el desayuno y le he dicho que desayunaría contigo.

—Esa vieja me cae mal. Por mi que se muera.

—¿Te hizo algo?

—Si vivía en la mansión Pasquarelli, definitivamente me cae mal.

—Pero ella era parte de la servidumbre.

—No me importa. Con los únicos que hago una excepción es con estos dos estúpidos que tengo atrás.

—No deberías de ser tan mala con ella.

—No deberías de decirme lo que puedo y no puedo hacer.

Y aunque le esté hablando mal, me sonríe y me roba un beso que me hace fruncir más el ceño.

—Okay, no te diré qué puedes hacer o no. Ya entendí que tú eres la que manda y así serán las cosas.

Vaya, Liam se deja controlar muy fácil y eso me gusta.

—Me alegro de que te haya quedado claro —volteo a ver a los chicos que siguen discutiendo—¡Maxon! Deja de parlotear y encárgate de que Liam sepa usar un arma.

—Ese inútil no sabe ni usar una de agua.

—No alteres mis nervios, Maxon.

—Mmm, bien, ven para acá chico inútil.

Liam me sonríe al pasar a mi lado y yo me quedo con ellos en el transcurso de la mañana.
Enseñarle a usar una pistola es como enseñarle a un gato hablar.

Maxon es estricto con él, creo que aquí ya ha quedado muy claro que todos se llevan mal entre todos. Lo hace usar pistolas muy grandes que lo hacen caer por la presión que ejerce.

Bratt se burla de él y le dice comentarios malos y groseros.

Para las ocho de la mañana nos dirigimos al comedor, nos lavamos las manos y nos sentamos a desayunar. Valentina baja con mis sobrinos ya cambiados y peinados como si fueran a ir a la escuela, pero no es así, ya que su maestra particular les da desde las nueve hasta las seis de la tarde.
Lo que necesito es mantenerlos distraídos: aunque en algún futuro me lleguen a odiar.

—Helios, no hagas tanto ruido al comer —lo regaño y me obedece—Apolo, no pongas los codos sobre la mesa —también me obedece pero luego se escuchan unos maullidos. Me asomo a las piernas de Helios y ahí encuentro a ese maldito gato—Helios, que sea la última vez que traes al gato a la mesa porque harás que te lo tire a la basura.

—¡No! ¡No! Es que chocolatito se sentía solo.

—Tía —habla Apolo—¿Cuándo veremos a Papá?

—Cuando yo de la orden.

—¿Y por qué no ahora? Es que lo hecho mucho de menos.

Volteo a ver a Valentina y ella se apresura a contestarle:

—Ya les dije que papi está enfermo, necesita tomar un descanso y ya después los verá.

—Genial, ya no vemos a papi Brandon, a papi Hermes ni a mami. —Apolo voltea a ver a su hermano y le dice—Ya nos quedamos solos, Helios.

Mi sobrino que tiene al gato baja la mirada algo triste y extiendo la mano para levantársela.

—No quiero miradas bajas. No están solos, me tienen a mi.

»Y a Valentina, pero a ella nunca la incluyen«

—Tía, tú ya no nos quieres.

—¿Y? Que no los quiera no significa que no sea su tía y la familia se respeta.

Continúo comiendo, dejando de lado el hecho de que acabo de decirles a mis sobrinos que no los quiero y que probablemente los he herido.
¿Pero saben qué? No me importa.

Veo que Bratt fulmina a Maxon en todo el tiempo del desayuno. Pero también veo que Maxon no para de hablar con la puta de Bratt y comprendo que eso es lo que le molesta.

Jamás había conocido el lado celoso y posesivo de Smith.

—Me informaron que Leo Pasquarelli tendrá una exposición de pinturas —habla Valentina—Me dieron la fecha de hoy por la noche. Tengo entendido que nadie sabe de eso más que su madre. Ahí sería un blanco fácil.

—Genial. Prepárense, porque esta noche rodaremos un cuadro.

—Espera, creí que lo querías matar —dice Maxon y yo asiento.

—Tenemos que ir poco a poco. Leo será ejecutado luego. Primero quiero jugar un poco así como lo hice con Antonella de que le rompí el brazo.

—¿Y qué cuadro piensas robar?

—Uno en especial que sé que estará ahí.

—Ese chico nunca me cayó bien —Bratt—Es muy reservado y se hacía el inocente para ligarse a Sophia. Siempre le regalaba retratos pintados por él y ella sólo le daba las gracias.
Este último tiempo se estuvieron enredando, pero la loca de Sophia sólo lo quiere como diversión y pasatiempo.

Liam empuña su mano y frunce el ceño.

—Yo opino que lo matemos ya.

—No estás pensando con la cabeza, Liam.

—Lo que quiero es hacerle daño a Sophia y si con la muerte de Leo lo consigo, pues por mi mejor. Le quiero quitar a un ser querido como ella me quitó a los míos.

—¿Leo? ¿Un ser querido para Sophia?—se burla Maxon—Ay por favor.

—El único ser querido de Sophia, ahora, es Dalton.
Ha perdido a Ana, a Simón y el nerd es el único que le queda.

—Pues vamos por Dalton entonces.

—¡No están pesando con la cabeza! —me altero—Las muertes tendrán que ser poco a poco. Si, ahora mis hombres están de cacería con la mafia Pasquarelli pero todos aquí sabemos que son muy difíciles de atrapar. No sabemos a dónde se mueven, pero lo sabremos. Si damos un golpe así de fuerte y los matamos a todos al mismo tiempo, probablemente abriremos una de las guerras más grandes de Los Estados Unidos.

—¿Entonces tu plan es...?

—Darles donde más les duela. Pero a su tiempo.

—¿O sea que si tuvieras a Ruggero enfrente, no lo querrías matar?—Valentina me reta—Digo, porque si yo lo tuviera enfrente yo lo mataría sin pensarlo.
Así como a los chicos porque los mandó a la guerra, así como también Liam porque él fue quien dio la orden de ejecutar a sus padres; dime, ¿lo pensarías dos veces antes de matarlo?

—A ver —hablo entre dientes—Quiero que te quede muy en claro algo, Zenere, y también va para todos ustedes —los fulmino—Aquí nadie, pero nadie, va a tocar a ese hijo de puta. Si lo tienen enfrente, disparen en algún lugar donde no lo mate porque ese cabrón es mío. Así que espero que les quede claro.
¡Si alguien lo mata, soy yo!

La mesa se queda en silencio.
Me doy cuenta que tengo el cuchillo del cubierto en la mano como si quisiera apuñalar a alguien. Así que lo bajo, me tranquilizo y vuelvo a hablar.

—Okay. Entiendo el punto al que quieren llegar y está bien. No iremos poco a poco, iremos de golpe así que ¡hoy asesinamos a Leo y Antonella Pasquarelli!

Mis palabras los hacen sonreír y festejar.

Por otro lado yo no lo hice. Mi mirada era seria y las sonrisas en mi rostro se habían esfumado hace ya tanto tiempo.
Lo único que me causaba satisfacción era sentirme poderosa, era oler el miedo y el temor hacia mi. Eso era lo único que me hacía sonreír.

[...]

La exposición era en una galería grande y elegante.
Aún no tenia idea de cómo le había hecho ese chico para pasarles por alto a la seguridad de Ruggero y de que no supieran que estaba teniendo éxito con sus pinturas.

Pero al mismo tiempo no me sorprende. Leo siempre fue el menos importante de su familia y claramente ahí nadie le presta la atención que amerita por simplemente portar el apellido Pasquarelli.

Me termino de arreglar mi cabello y observo el conjunto que llevo puesto.
Voy de pantalón formal de color negro, crop top blanco y un saco hecho a mi medida del mismo color que el pantalón.

Desearía poder usar un vestido, pero aún no me siento preparada para que el mundo vea las marcas en mi cuerpo.
No sólo me hacen sentir fea, sino también siento que es un símbolo de debilidad.

—Uf, qué belleza tenemos por aquí.

—Está prohibido entrar a mi habitación sin tocar, Liam.

A mi amigo no le importa y camina hasta ponerse frente al espejo y tapar mi visión.
Me mira a los ojos y me sonríe.
Después toma mi barbilla y delicadamente me besa.

—El conjunto le queda bien con tus ojos azules.

Me vuelve a besar y soy yo la que rompe la conexión y me alejo.

No me incomoda ni me asombra que haya dicho que tengo ojos azules. Creo que todos aquí sabemos que aunque se quiera vengar, es imposible sacarse a Sophia de la cabeza; pues si bien tengo entendido, ella tiene los ojos así.

—Liam.

—¿Si?

—¿No has pensado en que sería buena idea de que un psicólogo venga a verte?

—¿Cómo? Yo no estoy loco.

Se sienta en mi cama y siento algo al verlo. Así que voy con él y me siento a su lado.

—No estas pasando por un buen momento en tu vida y el que veas a un psicólogo no quiere decir que estés loco. Tus padres han muerto, y nadie te dice que no tienes derecho a llorar y demostrar tu dolor.

—Ya lloré mucho. Lo que pasa es que tú estabas encerrada en un sótano y te perdiste de muchos meses.

—No te sacas a Sophia de la cabeza.

—Es porque quiero que sufra lo mismo que yo. La quiero ver muerta.

—Y lo estará.

Se muerde el labio y toma de mi mano.
Dudo si en quitármela de encima o no, pero al final desecho la idea porque sé que este no es momento para ser una hija de puta.

—¿Lo prometes?

—Tú la matarás. Te la pondré en bandeja de plata y tú harás lo que quieras con ella.

No dice nada. Sólo frunce el ceño y mira al suelo como si dudase en querer hacerlo o no.
Pero ahora no necesito que dude, ahora necesito que tenga la mente bien abierta. No quiero a débiles conmigo. Y prometo que Liam se convertirá en alguien fuerte... se lo debo.

Levanto su cabeza desde su barbilla y lo hago mirarme a los ojos. Después me acerco para besarlo y no tardamos mucho tiempo en convertirlo en un beso intenso que me lleva a pasar mi pierna al otro lado de su cuerpo para estar a horcajadas.

Él se quiere recostar sobre la cama para sobrellevar las cosas, pero no es el único objetivo que busco en este momento así que lo tomo del rostro con fuerza para que me mire a los ojos y le digo:

—Sophia te manipuló. Mató a amigas tuyas. Te tenia preso en su vida e hizo que Ruggero te amenazara —lo vuelvo a besar—Fuiste su muñequito, su títere, la burla de todos los Pasquarelli —beso su cuello—Imagínate el momento.

—¿Qué momento?

—El momento en donde entró a la casa de tus padres y los mató. Imagina que antes de eso, los torturó y les ejecutó partes de sus cuerpos. Imagina el llanto de tu madre, el cómo debió de haberle gritado por Piedad y ella lo único que hiciera fuese asesinarlos.
Sophia es una experta en tortura.

—No creo que los haya torturado.

—Claro que si —hablo ente besos y caricias—Ella estaba resentida porque la cortaste, recuerda que está loca y que haría lo que fuese por vengarse de ti.
¿O crees acaso que le puso peros a Ruggero cuando mandó por ellos?
No. Sophia es una lamebotas del rey y seguro que lo hizo con gusto para complacerlo y no verlo enojar.
Debió de haber disfrutado el momento. Lo debió de haber hecho para hacerte sufrir y lo ha logrado.

—Maldita.

—Recuerda el cumpleaños de mis sobrinos. Recuerda que ese día se besó con Leo frente a ti porque estaba resentida.
Esa mujer está loca, y sus actos van a llevar más lejos si no la detienes ahora.

—Tienes razón —le muerdo el labio haciéndolo gemir. Quiere meter la mano dentro del saco pero lo impido tomando sus manos y poniéndolas sobre su cabeza—Déjame tocarte.

—No —me meneo sobre su pantalón—Entonces qué dices, ¿vas a hacerla sufrir?

—Si. Eso haré —la puerta se abre de golpe y Bratt se asoma. No me quito de encima de Liam, al contrario, me enojo porque no ha tocado la puerta.

—¡La puerta se toca antes de entrar!

—La he tocado, pero no has escuchado.

—Pues no deberías de pasar al menos de que te dé la autorización.

—Deja de follar, es hora de irnos.

Fulmino a la chica que lo acompaña.

—Qué bonito. Bañaste y arreglaste a la criada.

—Te esperamos abajo.

Bratt toma a Luz de la mano y se la lleva.
Yo volteo a ver de nuevo a Liam que parece confundido. Así que me quito de encima de él y me arreglo la ropa. 

—Vámonos.

—A tus órdenes, tú mandas.

Todos están en el living. Todos los que estarán presentes en la galería: Valentina, Luz, Maxon, Evans, Bratt, Liam y yo.

—¿Ella por qué va?

—Porque yo quiero que vaya.

—Bratt, esta es una operación seria. No me va a importar si le vuelan la cabeza en medio del tiroteo.

—Créeme, no dejaré que eso me suceda.

Lo fulmino enojada. Después fulmino a Luz que se encoge frente a mi y no me queda de otra más que irme.

[...]

El lugar está rodeado por mi gente de seguridad. Algunos del equipo de Evans se infiltraron en el lugar vestidos de traje.

Los chicos se dispersan en parejas y a mi me toca con Liam. El lugar está lleno de amantes del arte y no me sorprende que haya tantas personas porque aquí en Los Ángeles es muy común las exposiciones de pinturas.

Antonella se ha encargado muy bien en los decorados, y veo que sólo hay un agente de vigilancia pero no es uno de los hombres de Ruggero, no, se ve que es un tipo normal al que le pagaron por si hay alguna disputa y tiene que intervenir. Joder, ni arma tiene.

No hay cámaras de seguridad.
Liam enrosca su brazo con el mío y fingimos ser una pareja común y corriente.

Las pinturas están lindas, debo admitir que el chico se ha lucido.

—Esos ojos azules —lo oigo susurrar y volteo a ver a donde ve; es un retrato de Sophia—Su belleza es...

—Irritante —alcanzo a decir—Ese es el rostro de una asesina. Así se ve la persona que mató a tus padres.

—Es una maldita.

Karol, en el segundo piso está Leo, lo estamos viendo.

Valentina habla por el auricular.

Antonella está en el primer piso, cerca de las bebidas. —Bratt—Esperamos tu señal.

—Subiré. Bratt, encárgate de ella y vigílala.

Ponemos marcha al operativo y nos dispersamos entre las personas.
Al llegar casi a las escaleras, veo que Antonella se encuentra ahí algo distraída. Luz y Bratt observan las pinturas no muy lejos de ella, Evans pasa junto a mi como si no me conociera y sigo con mi camino.

No fue difícil encontrar a Leo. Está rodeado de personas frente a... mi pintura.

¿Esa eres tú?—pregunta Maxon—¿Te pintó en ropa interior?

—¿Karol en ropa interior? Quiero ir a verla.

—No se distraigan —digo.

—¿Te ha pintado en ropa interior?—me pregunta Liam y lo ignoro—Joder, ¿ese no es el cuadro que tenías en tu departamento y que te habías robado de la mansión de Ruggero? Ya lo recuerdo.

Ruggero se ha de enojar mucho si se entera que estás siendo exhibida ante muchas personas.
Ahora que veo la pintura, se parece a una foto que él no dejaba de mirar a cada momento —Maxon—Leo estaría en muy serios problemas.

—Cierren la boca todos. No pierdan de vista al objetivo —Valentina.

Mmmh, Bratt, se está yendo la señora Pasquarelli —Luz.

joder, se está yendo con un hombre, pero parecen estar discutiendo.

—¿Puedes ver quién es?

—Parece que se llama Andrés.

—Ya, ya lo ubiqué. Déjalos que se vayan. Nuestro objetivo ahorita es Leo.

Seguimos paseando por el lugar por tal vez media hora más. Evans me informa que han perdido de vista a Antonella a varios Kilómetros y me da cierta gracia que ha dejado a su hijo para irse con un hombre.

Liam se me separa, va por unas copas de bebida y paso por el retrato mío.
Es grande, y me lo quiero llevar porque no pienso dejar que nadie más me vea en ropa interior.
Aunque, admito que me gusta que me alaben.
Pero lo que no me gusta es recordar que mi cuerpo ya no es el mismo y espero que los tratamientos funcionen. 

Los minutos pasan, y accidentalmente alguien choca contra mi. Cosa que llama la atención de aquel joven chico de ojos claros y nuestras miradas conectan.

Leo y yo nos miramos desde una cierta distancia alejada. Le sonrío, pero veo que no está muy contento de verme pues camina hacia mi con un gesto preocupado.

—Ka...Karol... ¿Qué haces...aquí?

—Vine a ver tus obras de arte, Leo. Es todo tan lindo.

—¿Qué planeas? ¿Vienes a arruinarme el evento?

—Uy, qué mala onda la tuya, yo que creí que no eras igual que Ruggero.

—Habla ya, hija de puta —doy un paso enfrente para tenerlo cara a cara.

—¿Cómo me llamaste?

—Hija de puta.

—Pues qué bueno que sepas que esta hija de puta te va a matar —presiono el auricular—Ahora.

Veo el pánico correr por sus ojos cuando mi gente empieza a disparar y a matar a todos.
Voltea a todos lados asustado y se encuentra con Valentina y Maxon quienes disparan a los de aquí arriba como si se tratase de una competencia de ver quien mata a más.

Leo sofoca un grito y corre veloz. Sonrío y le doy unos segundos de ventaja antes de ir tras él aún con los tacones puestos.

Se mete corriendo a una habitación vacía y me cierra la puerta, pero tumbo la manija con la pistola y lo encuentro corriendo escaleras abajo.

Yo voy caminando, no tiene mucha escapatoria.

—¡Leo, Leo, Leo! ¡Ahorremos todo esto por favor! ¡Tus admiradores están muriendo allá afuera!

—¡Acabas de iniciar una guerra, Karol! ¡Esto no se va a quedar así! ¡Ruggero se va a enterar!

—¡La guerra comenzó desde que me dejó en el sótano! ¡Meses! ¿¡Crees que era divertido!?

—¡Jamás te violaron! ¡Él prohibió incluso que te tocasen las partes intimas! ¿¡Por qué crees que no tienes marcas en las bubis!?

—¡Oh vaya! ¡Se lo agradezco al señor! Ahora mi cuerpo está destrozado menos mis bubis, muchas gracias.

Sale corriendo del lugar pero ve que no tiene escapatoria porque allá afuera también están volando cabezas. Así que corre a otra puerta que da hacia afuera y yo me tomo mi tiempo en caminar.

—¡No tienes escapatoria! ¡El lugar está rodeado! ¡Entrégate a mi, Leo!

—¿¡Y yo qué mierda te hice!? ¡Es mi hermano! ¿¡Crees que yo tampoco lo odio!?

—¡Muerte a la mafia Pasquarelli! Lamentablemente te tocó ser de ahí. A ti y a tu madre.

—¡No se te ocurra tocarla!

—¡Pero si ya la toqué!—sonrío al ver que le es imposible salir del callejón oscuro—Hace dos meses fue su brazo roto. En unos días puede ser su pierna o su vida, quien sabe si esté de buen humor ese momento.

—¿Fuiste... fuiste tú?

—¿Quién más?—lo veo brincar una barda y ahí si me pongo más rápida y empiezo a correr hacia él, también brincando la barda—¡No tienes escapatoria!

—¡Armarás una guerra enorme! ¡Ruggero se enterará!

—¡Qué bueno! Que se entere de que su ex novia mató a su único hermano —lo acorralo de nuevo en otro callejón—Como quiera no te echará de menos, la verdad a nadie le importas, ¿o acaso sabes dónde está tu madre?

—¡Aquí!

—¡Con Andrés! ¡Se fue hace mucho! ¡Te dejó!—lo apunto con el arma—No eres importante para nadie, Leo.

—¿¡Andrés!? ¿¡López!? ¿¡El que lava dinero allá en Latinoamérica!?—Uy, esta no me la sabía—Debes estar mintiendo. Ellos se dejaron hace mucho.

—Es una pena que en tus últimos momentos viviste decepcionado.

Fuertemente lo agarro del brazo y le apunto con la pistola en la cabeza para llevármelo de ahí.

»Yo no pienso matarlo«

Regreso a la galería donde ya la mayoría ha muerto.
Mis chicos se encuentran afuera esperándome y sonríen con malicia al ver a Leo.

Lo empujo para que caiga al suelo y todos admiramos como llora de desesperación.

—Comenzarás una guerra si me matas.

—Yo no te mataré —veo a Liam—Él lo hará.

Me hago a un lado para darle espacio.
Algo temeroso toma su pistola y se coloca frente a Leo que lo mira con temor y casi casi le suplica con la mirada y su llanto.

Entonces, un auto llega y sonrío al ver que es Sophia que rápidamente toma su arma y corre hacia nosotros, pero se detiene porque sabe que está rodeada.

—Leo...

—¡Sophia!

—Pero, ¿qué?—su mirada es de confusión. Observa a todos. Observa a sus hermanos con nostalgia y sin comprender nada, después me mira a mi que sonrío con lujuria para al último llegar a Liam quien es quien le apunta en la cabeza al niño.

Valentina intenta ir por ella, pero yo se lo impido.

—Ella será luego. Necesitamos a alguien que le diga a Ruggero quién fue quien mató a su hermano.

—¡Maldita hija de puta!—vuelvo a sonreír—¿¡De verdad matarás a un Pasquarelli!? ¡Estás ganando tu condena en el infierno!

—¡Yo soy la reina del infierno! ¡Liam! ¡Hazlo!

Mi amigo lo duda un poco. Tengo que caminar a él y susurrarle:

—Es tu momento. Deja de ser un títere.

Traga saliva, Leo me mira a los ojos y entonces... Entonces Liam le vuela la cabeza al hijo menor de los Pasquarelli.

Sophia ahoga un grito de desesperación y dramatismo. Se tira al piso echa lágrimas y todos sonríen.

—¡Hija de puta! ¡Hija de puta! ¡Esto no se va a quedar así!

—Pero si yo no lo maté —jamás me había sentido tan feliz—Esto acaba de empezar, Sophia. Así que prepárense porque iré por cada uno de ustedes.

—Señorita, la policía ya viene —me dice Evans y todos empiezan a subirse a sus coches.

Sophia mira con lágrimas a sus hermanos, se le ve la decepción.
La mayoría se marcha. Liam no para de mirarla y seguro que quiere ir con ella para abrazarla. Así que lo tomo del cuello y lo beso. Si, lo beso ahí enfrente de Sophia que maldice mi nombre una y otra vez.

Liam entiende lo que trato de hacer y me toma de la cintura apegándome a su cuerpo para profundizarlo y hacerlo caliente.
Es una batalla de lenguas, donde al final tira de mi labio y le sonrío.

—Lo hiciste bien —le susurro—Tenemos que irnos.

Vuelve a mirar a Sophia y lo vuelvo a besar para que se distraiga. Después tomo su mano y nos subimos a una camioneta donde nos esperaban mis hombres y veo mi retrato de pintura que se lo ha traído Evans como se lo ordené antes de salir de la mansión.

Exacto, ahí dejamos a aquella pelinegra que gatea destrozada para abrazar el cuerpo de su difunto amigo Pasquarelli.

Esto me llena, me llena el poder que me dan sus lágrimas y el hacerla sufrir.


...

Actualización de madrugada:)

Siguiente capítulo narrado por Ruggero, lleguen a la meta y lo publico<3

Mabel Paz

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