Desperté en un lugar que núnca había visto, sentía como si toda mi felicidad se desvaneciera poco a poco. Me era imposible sonreír o mostrar algúna emoción, ahora lo único que albergaba mi corazón era odio.
El recordar todos aquellos momentos en los que sonreí, en los que vi a los que quiero, sonreír, quisiera poder seguir haciéndolo.
Una breve, demasiado corte y dolorosa intromisión de recuerdos a los que puedo llamar felices.
El frío reinaba en aquella habitación metálica. Encadenada. ¿Cómo se supone que debía escapar?, intente safarmr de aquel fuerte agarre, aunque mis íntentos fuerón en vano.
¿Qué es lo que pasaba?.
Escuche voces acercándose.
-¿Cómo les fue?_
-Exelente, la nueva aprendíz ha avanzado considerablemente, mató a dos impuros y capturó a esa basura de demonio_ esa era la voz de la mujer.
-Muy bien, entonces supongo que podemos comenzar con las pruebas_
Se abrió una puerta en el lugar en el que me encontraba, entró esa despreciable mujer y otra persona más, Un anciano... médico... no lo sabía, pero eso aparentaba.
-Soy el científico que estará a cargo de ti... no te preocupes, solo haré unas cuantas pruebas_
-¿En dónde estoy?..._ lo mire.
-Estás en un centro de investigación en Londres_ no dudó en decírmelo.
-¿Qué me harán?... ¿qué quieren de mi?_
-Ya te lo dije, haremos unas cuántas pruebas y después veremos que haremos contigo_ dijo indiferente
Adelantemos la historia años después, omitiendo aquellos momentos sin importancia, centrémonos en todo aquello verdaderamente importante, donde todo dependía de mis acciones, donde mi vida era solo una existencia sin razón.
El maltrato físico excesivo nunca paraba. Casi no comia, el apetito nunca llegaba, la comida no tenía buen sabor, y sin olvidar las raras sustancias que siempre me eran inyectadas.
Poco a poco las palabras de Mei comenzaban a tomar sentido y no era para menos que después de mucho tiempo me preguntara si había algo más que me fue escondido.
El científico encontró rastros de energía sospechosa en mi mente, supuestamente bloqueando memorias. Tal vez pasaba lo mismo con Mei. Mis Padres se encargaron de escondernos de nuestras verdaderas vidas. Aún con esa información, no podía recordar nada.
Íntente escapar varías veces, pero fue ínutil, estaba demasiado debíl.
Solo pude útilizar varías veces mis supuestos poderes como demonio.
Según las investigaciones; al estar sometida a severas pruebas mis poderes se desencadenarían, de esa manera podrían encontrar una manera de aprender a controlarlos y así combatir con los demonios, mi propia raza. Encontrar la manera de eliminarlos como "raza impura" dentro del mundo. Una simple y clara amenaza para los Ángeles. Yo era una amenaza.
Cobardes. Débiles. Asquerosos.
Los Ángeles nunca fueron como yo creía de pequeña.
Toda cosa o persona existente en el mundo tiene un lado oscuro. Un lado al que se le debe temer y no subestimar.
Eso era lo que hacían conmigo, las pruebas y experimentos eventualmente terminarán conmigo, un simple error podría acabar con esto y alguien más tomaría mi lugar, y otro demonio estaría encadenado aquí.
Pero, ¿por qué debía quedarme esperando a que eso pasara?, suena fácil y después de tantos años en este lugar no me sorprendería que eso pasara.
Escapa.
Lo había considerado varias veces, pero todo podría salir mal.
Todos tienen un lado oscuro.
La puerta de aquella habitación se habría por quinta vez de el día, dejando ver a aquel científico con una cara nueva acompañándolo.
Un nuevo aprendiz.
Se colocaron en aquella cabina, un grueso vidrio nos separaba, aunque yo no podía moverme a mi placer.
-Bien comenzaremos con esto otra vez_ dijo el científico. Solo con presionar un botón su voz lleno la habitación.
Veía como movía un par de cosas, se preparaba y aquel chico no apartaba su mirada de mi, me veía coma repulsión.
-¿Nuevo aprendiz?_ dije.
-Si, está aquí para ver tus poderes, por lo que debes ser buena chica y mostrarnos algo nuevo_ dijo el viejo guiñándome un ojo.
Mostrarles algo nuevo.
-Bien comenzaremos en... 3.... 2... 1..._
Cerré mis ojos y suspire profundamente.
La misma técnica de siempre, choques eléctricos, energía pura y bendita, palabras santas, una forma más de despertar los impulsos de un demonio.
Una vez más pasó lo de siempre, el cambio de color en mis ojos, el aura negra y la energía oscura rebotando por todos lados de la habitación.
-¡Vamos, sé buena chica y muéstranos algo nuevo!_ repitió gritando en el alboroto que ocurría.
Muéstranos algo nuevo.
Levante mi vista y vi como aquel chico empujaba al viejo y movía algo en aquel monitor. Una gran sonrisa se formó en su rostro.
Un gran dolor se colocó en mi pecho y poco a poco se apoderó de todo mi cuerpo.
¿Qué era esto?
"Poder. Poder demoniaco. Mi lado oscuro"
Por un momento no podía controlar nada pero analice aquel poder, todo era mío, todo se encontraba dentro de mi y aún así una aparte de este seguía dormido.
Por fin.
Logré controlar todo a mi alrededor, el aura negra desapareció y la energía oscura estaba a mi merced. Suspiré y por primera vez en mucho tiempo intente romper aquellas cadenas en mis muñecas y tobillos, lográndolo con éxito.
Salte de aquella mesa inclinada, estire mi cuerpo y escuche el crujir de mis huesos, mire una vez más aquel chico, en su cara se mostraba el miedo, un miedo puro, aquella cara de repulsión se había esfumado y el viejo intentaba desesperadamente encontrar alguna manera para detenerme.
Una alarma sonó y todo la habitación se lleno de una luz roja que iluminaba todo acorde al ritmo del sonido de la ruidosa alarma.
Aquella despreciable mujer apareció al lado del viejo, después de entablar unas cortas palabras la mujer con rostro furioso se acercó a aquel chico y sin piedad tomó su cabeza, cayó desplomado al piso.
Me acerqué hasta aquel vidrio que nos separaba.
El científico movía desesperadamente controles en el monitor.
Ella y yo manteníamos contacto visual, más ninguna se movía.
Guarde su rostro en mi memoria y levante mi mano tocando aquel vidrio, poco a poco este se fue tornando negro, y la expresión de aquella mujer cambio.
Di la vuelta y me acerqué a aquella puerta de metal por donde entraban al hacer un experimento.
Coloque mi mano sobre la puerta y esta se volvió negra, cerré mi puño y segundos después desapareció dejándome paso libre por primera vez fuera de esta habitación metálica.
Avanzaba por pasillos, a mi parecer todos iguales.
Mate a cualquiera que se interpusiera en mi camino ó intentará detenerme.
Mis recuerdos sobre lo demás no son precisamente claros, no estoy segura de que pasó después.
Logré salir, aunque herida.
Hola mi Neko
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Los Amo