Tú, Yo y El Mal

De MabelPazAvalos

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Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... Mais

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 9 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 11 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 23 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 25 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 30 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 36 •
• CAPÍTULO 37 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 40 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 53 •
• CAPÍTULO 54 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 58 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 80 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 49 •

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De MabelPazAvalos

Karol Sevilla

Después de que los niños terminaran de hablar con su maldita madre todos se comenzaron a ir.
Sorprendentemente Liam se fue muy enojado. No entendí que le pasaba y tampoco es que me importe.

Mi madre se despidió, y cuando la mayoría se fueron sólo quedábamos Ruggero y yo en la casa de mi hermano.
Los niños estaban con Valentina, y mi novio se había ido a hacer una llamada así que por lo tanto Hermes y yo nos quedamos solos en el Living.

—A los niños les ha gustado que Elena les haya llamado.

—¿Cómo le hiciste para que eso pasara?

—Le pedí a Dalton que me los rastreara con la tarjeta que le di —sonrío, mi hermano es muy inteligente—He contactado con ellos y dicen que las cosas no van muy bien por allá.

—¿Y qué piensas hacer?

—Esperar. Supongo que ese tal Brandon lo tiene todo controlado y Elena es muy inteligente, sabrá salir de esa.

—Creí que aún te caía mal.

—Aún me cae mal, ¿por qué piensas que no?

—Porque hasta parece que la alabas.

—Es la madre de mis hijos, tampoco podemos llevarnos mal toda la vida.

—Por mi que se muera —Hermes rueda los ojos en desaprobación pero no reprocha.

—He quedado con unos padres y he organizado una pijamada con los amigos de Apolo y Helios.

—¿Cuándo?

—Hoy. Han ido por sus cosas y los dejarán, ¿No es grandioso?

—¿Grandioso? Qué horror, vas a tener que aguantar a más niños feos y chiflados.

—Karol, quiero que mis hijos tengan una mejor infancia a la que tú tuviste —suspira—Quiero que ellos disfruten ser niños ¿me explico?

—Ey, ¿qué dices? Mi infancia fue sensacional.

—Mencióname a cinco amigos que tengas desde que eras una cría. Anda —intento hablar pero no me deja—Valentina y Liam no cuentan.

—¿Qué más da? Los amigos no son para siempre y con los dos que tengo me bastan. Además no soy tan antisocial, lo que pasa es que no hay personas a mi nivel y me molesta que se quieran juntar conmigo cuando yo no quiero.

—¿Ves? A eso me refiero, no sabes tener amigos.
Ah, y no me gusta que Bratt sea uno de tus pocas amistades. Ese chico no es de fiar.

—Bratt está a mi nivel, por eso le hablo.

—Él es una mala persona.

—Todos aquí son malas personas.

—No Karol, me refiero a que él realmente es alguien con quien no te puedes fiar —frunce el ceño—Hoy lo vi hablando muy sonriente con Valentina. No me gusta eso.

—Que te haya quitado a Elena no quiere decir que también lo haga con Valentina.

—No entiendes, yo con él no me confío.

—Confía en mi amiga, ella jamás te faltaría al respeto y siento que le estás dando muchas vueltas a todo esto. Ya tienes una familia, sé feliz con ella y olvídate de todo lo demás —sonríe.

—Se siente bonito que digas eso.

—No te pongas cursi por favor.

—¡Hablo en serio!—ríe—Estoy Feliz porque ya tengo hijos, una mujer que me ama, una madre que me apoya y una hermana que siempre estará para mi.
Quiero que sepas que aunque yo ya sea independiente, puedes contar conmigo para lo que quieras porque la familia se respalda ¿me escuchaste? Y tú eres de mi familia.

—Te dije que no te pusieras cursi.

—Lo único que sigo sin apoyar es tu relación con Ruggero. Tampoco me agrada tanto pero el que aguante tus chiflazones de tu vida de millonaria me hace pensar que tal vez está empezando a sentir algo por ti. Eso es ¿bueno?

—¿Ruggero sintiendo algo por mi?—río amargada—Es más fácil que yo empiece a sentir cosas por él...—Me muerdo el labio y maldigo a mis adentros porque mis malditos pensamientos me delataron y soltaron la lengua.

—¿Te está empezando a gustar... Ruggero? Karol, entiendo que sea una calentura porque así somos los Sevilla, pero, ¿Te gusta?

—No. Es más probable que me guste un chimpancé a que ese imbécil —Con chimpancé me refiero a mis amigos pero Hermes no sabe así que no se da cuenta.

—Menos mal. Pero bueno, ya es decisión tuya y si te empieza a gustar pues sólo me gustaría que me lo contaras. Tú y yo no tenemos secretos, ¿verdad hermana?

»Ay Zeus, ¿cómo le digo que mi vida es una total mentira y que le he ocultado muchas cosas?«

—Verdad.

—Bien, los demás niños no deben de tardar en llegar y...—desvía la vista. Su seguridad armada recorre los pasillos y no sé qué excusa les ha puesto a los demás padres porque su casa parece una prisión de lujo con tanta gente armada hasta los dientes—¿Crees que tengamos que pedir más comida?

—Es tarde, nadie te traerá.

—Nunca es tarde y nada está cerrado para mi.

—Que modesto.

—Oh, ya llegaron, iré a recibirlos.

—Suerte.

Veo que cuando los padres llegan con sus hijos, quieren presentarse y preguntarle cosas a Ruggero pero él es demasiado grosero que los ignora por estar hablando por teléfono.
Al final se fastidia por la insistencia de todos, y se dirige a mi.

—Cooper, no quiero que tus hombres arruinen mis cosas así que más te vale que me tengas respuestas ya mismo. Si, espero tu llamada, pero recuerda que odio esperar. —cuelga de mala gana.

—No tienes que ser tan groseros con los papás de los demás niños.

—Me hacían preguntas absurdas.

—¿Cómo cuál?

—Me preguntaron que dónde estaba Hermes y si estarían bien cuidados sus mocosos.

—Si, sin duda no te veo como papá.

—Depende. Si es un hijo contigo pues sí lo tendría —me remuevo incómoda y éste se ríe—Dale, pero tú no quieres y por mi esta bien.

—¿Si tuviéramos un hijo, lo querrías?

—Yo no quiero a nadie.

—Me lo imagine.

—¿Sabes qué? No, ni contigo me gustaría tener hijos —intento hablar pero no me deja—Y dale, no te ofendas pero lo que quiero es ser libre, no quiero estar atado a nadie ni tener la responsabilidad de tener a un crío. No digo que lo vaya a cuidar, para eso están las esclavas. Lo que yo quiero es recorrer el mundo y bajarte la luna. Tengo pensado hacer tantas cosas pero en tu compañía. Para eso necesitamos casarnos y así puedas tomar el mando conmigo.

—Lo de casarnos tampoco está en mis planes —digo sin más—No me quiero casar, soy muy joven, soy hermosa e inteligente y necesito tiempo.

—Todo el tiempo que quieras. Sólo que no tardes, odio esperar y no me gustaría tener que cambiarte por alguien más.

—No me presiones —frunzo el ceño—¿Nos vamos?

—¡No! ¡Tía!—grita Helios y volteo a mirarlo—¡No se vayan! ¡Quédense! ¡O quédate tú nada más!

—Si, los niños no son lo mío —me susurra Ruggero.

—Cariño, me tengo que ir.

—¡Mañana jugaremos Béisbol! ¡Papá Hermes nos prometió llevarnos al campo con nuestros amigos! ¡Anda! ¡Quédate! ¡Quédate! ¡Quédate! ¡Quédate!

—¿Siempre ha tenido la voz tan irritante?

—Ruggero por favor, no hables así, es mi sobrino.

—Un sobrino muy irritante —Apolo camina hacia nosotros y muy calladito le alza las manos a Ruggero para que lo cargue. Cosa que sólo consigue que él se vaya de mala gana y lo deje con las manos estiradas, así que soy yo quien lo cargo.

—Apolo, ¿te la pasaste bien?

—Extraño a mi mamá.

—Minino la viste por la computadora.

—Quiero a mi mami, quiero verla.

—Lo lamento cariño, eso tardará.

—Quiero a mi mami, no quiero a Valentina, quiero a mi verdadera mamá y a mi papá Brandon.

—¿Acaso no quieres a papi Hermes? Porque si te escucha decir que extrañas a Brandon tal vez se sienta triste.

—Quiero a papi Brandon, no a papi Hermes. Quiero a mi mami, quiero que me cuente cuentos como todas las noches y quiero que papi Brandon me haga reír con sus chistes —baja la cabeza pero se la alzo porque está contra las reglas el verse débiles—Quiero abrazos y besos, los extraño tía, llévame con ellos, quiero estar con ellos, quiero sentir que me quieren.

Abro la boca pero me callo porque Hermes ha escuchado todo y por primera vez lo veo desviar la mirada. Le dolió.

—Papá Hermes hará lo posible para llevarte con mamá cuando estén a salvo ¿si? La volverás a ver pero dale tiempo.

—Ya no quiero estar aquí —se avienta a mi cuello y con sus pequeñas manos se sujeta fuerte, como si quisiera llorar, y me duele que no lo haga porque quiere ser fuerte desde tan pequeño.

Es malo sentir lastima, pero es lo que siento ahora. No se si la siento por Apolo o por Hermes, tal vez por ambos. Así que lo estrecho fuerte y le doy un abrazo sincero.

—Aunque no lo demuestre tanto, tu papá te ama más de lo que te imaginas.

—Pero yo quiero a Brandon.

Mi hermano tiene la cabeza baja, pero no en forma de debilidad sino de pensativo. Sé que tiene un debate mental y que probablemente se esté sintiendo muy mal consigo mismo.


Los padres se marcharon, los niños juegan con Helios y con sus nuevos juguetes y por otro lado Ruggero ha caído dormido en el sofá porque no nos hemos podido ir por Apolo que sigue en mis brazos.
Él también se ha quedado dormido, no ha querido ir a jugar y eso me demuestra la gravedad de las cosas.

Valentina de vez en cuando sale para ver si los niños están bien, Hermes se ha encerrado en su bar privado para beber y me sorprende el que no haya seguridad aquí en este salón.

—¿Aún no se despierta?—Jadea Pasquarelli al despertarse; de mala gana como siempre—Ya me fastidie, ya me voy.

—Pues vete.

—Nos vemos luego.

—Claro —se acerca para besarme y en eso Apolo se despierta.

—¿Mami?

—No cariño, soy tu tía.

—Ah.

—¿Quieres que te lleve a la cama?

—¿Y Helios?

—Jugando con tus amigos.

—Ah.

—¿Te llevo con ellos?

—No. Llévame a mi cama.

—¿Seguro que quieres estar solo?—se echa de nuevo a mi hombro y suspira.

—Estos meses he estado solo, ya me acostumbré.

Se me remueve el estómago con sus palabras. Subo las escaleras y recorro varias habitaciones hasta dejarlo en su cama. Apago su luz, y se queda dormido.

En el pasillo me encuentro a Valentina que viene saliendo del salón más ruidoso, o sea el salón de juegos. Me ve y sonríe con nostalgia.

—¿Y mi hermano? ¿Sigue en el bar?

—Ya sabes, es padre primerizo y se culpa por no tener el suficiente amor de sus hijos.

—Qué mal.

—Pero tú tranquila que yo tengo todo bajo control.

—¿Segura? ¿No te asusta tener tantos hombres armados a lo largo de los pasillos?

—Saben que yo mando en esta casa, así que no me afecta —se alza de hombros—¿Y Apolo?

—Dormido.

—Ese niño es un poco extraño. No ha querido venir a jugar con los demás.

—Es un niño que extraña a su familia, es todo.

—Nosotros somos su familia.

—...No Valentina —suspiro—No lo son.

Le dedico una mirada de comprensión y ella lo entiende. Después nos despedimos y cada quien se va por su lado.

Pero de repente, alguien me viene por la espalda y me río porque sé que es Ruggero. Me mete a la primera puerta que cruzamos y sorprendentemente es una de invitados.

Besa mi cuello, toma de mis bubis y me sigo riendo por su desesperación.

Le hago el favor de quitarme la blusa y el pantalón. Me doy la vuelta y me sonríe con lujuria y excitación. Amo que no se canse de mi cuerpo.

—Tal vez podemos quedarnos un rato más.

—Menos hablar y más acción —como dos salvajes, entre besos y mordidas llegamos a la cama y comenzamos con nuestra calentura.

Todo va bien, Ruggero se quita la camisa pero después algo sucede.

—Tía.

—¡Joder!—grito, tapándome el cuerpo—¡Apolo! ¡Me asustaste!

—Ya me jodiste —susurra Ruggero echándose en la cama como niño enojado.

—Tía ¿puedo dormir contigo?

—¿Ahora?—asiente y maldigo mentalmente—¿Seguro? Aquí estará tu tío y tal vez te sientas incómodo.

—Es que quiero estar contigo.

Me hace un puchero y no puedo negarme a complacerlo.
Suspiro, lo acuesto a un lado mío y le doy la espalda a Ruggero que sigue muy enojado.

Apolo es como un angelito. De a poco empieza a cerrar los ojos chupándose el pulgar... y hablando de dedos mojados, siento el de Ruggero tocándome por detrás mis partes íntimas sobre las bragas.

Le doy un manotazo pero él sigue y yo me enojo.

—Aquí está el niño, no haremos nada malo.

—Tú no, pero yo si.

Entonces, comienza a juguetear conmigo y me empieza a causar risa pero trato de reprimirla.

Pasan algunos minutos, creo que mi sobrino ya se ha dormido y eso es suficiente para que Ruggero me baje las bragas y lentamente se introduzca en mi.

Comienza lento, pero después se descontrola y empieza a darme duro. Pero es astuto, con una mano me tapa la boca para no gemir y con la otra me sujeta el vientre para que no me despegue de su cuerpo.

—Jamás me quedaré con las ganas de tu cuerpo —me susurra casi en el cuello y me estremezco—Jamás. Hagas lo que hagas, tu cuerpo es mío y sólo yo lo puedo poseer.

»Mi cuerpo no es tuyo« Trato de decir pero me tiene la boca tapada.

—Me fascinas, me vuelves loco. Eres una obra de arte ante mis ojos y quiero tenerte conmigo para toda la vida —sigue susurrando—No sé lo que estás haciendo conmigo, me tienes hipnotizado, me... me provocas tentación y me gustaría hacerte tantas cosas cuando te tengo a mi lado —sigue penetrándome—Joder Karol me gustas mucho.

»¿Qué?«

—Sé mía, te lo pido. Sé mía en todo los aspectos. No sólo en cuerpo, también sé mía en alma. Te deseo completa.

»¿Quiere que, lo quiera?«

Llego sólo al clímax, él al orgasmo y no me molesto por no haber llegado a todo el placer. Estoy confundida con sus palabras y no sé qué decir.

Se pone de pie, se encierra en el baño pero no sin antes limpiarme con sus toallitas de siempre.

Regresa, me besa y se acuesta a mi lado abrazándome con fuerza.
De un momento a otro ya lo tengo chupándome las tetas como de costumbre y así se quedó dormido.

[...]

Odiaba insistirles a las personas, pero lo tuve que hacer porque Ruggero no quería acompañarme al partido de Béisbol que tendrían los niños con Hermes y los demás papá de los amigos de mis sobrinos.

Ruggero estaba de mal humor, tenía la cara de que odiaba a todo el mundo y yo estaba feliz de ver que la crisis de mi hermano había finalizado y que se encontraba radiante como siempre.

Los Sevilla hemos contado con una genética muy buena, admito que Hermes está para chuparse los dedos y no me sorprende que mi amiga "me vale mierda todo el mundo" se haya enamorado de él.
Aunque admito que me duele que Hermes la haya rebajado de nivel y ahora ya no sea la puta ama que era antes. Ahora la veo y siento que veo a una madre.

—Deja de besarme el cuello.

—Deja de decirme qué no puedo hacer —me regaña y me sujeta la pierna—¿por qué no has traído falda? Con éste pantalón me es imposible meterte mano.

—Precisamente por eso.

—Odio que me pongas restricciones.

—Odio que quieras tocarme descaradamente frente a mi hermano.

—Odio que me hayas hecho venir a esto.

—Odio que lo odies.

—Odio que quieras que lo ame.

—Odio que pienses que quiero que lo ames. Odio tener que obligarte a tener una relación normal y a convivir con mi familia.

—Odio que me obligues a convivir con tu madre, odio a tu madre y odio que me mire como ahora lo esta haciendo.

—No odio que odies a mi madre, odio que odies todas las cosas, eso sí que odio.

—No odio todas las cosas, odio que digas eso.

—¿Ah, no? Dime algo que no odies.

—No te odio a ti —me deja sin palabras y me muerdo la lengua por haberle preguntado eso—Sabes que no te odio, por eso te has quedado callada.

—Cierra la boca.

—Ciérramela tú.

—Traeré una cinta adhesiva y te la cerraré, así que no me retes.

—Me encanta retarte.

—Deja de tocarme —le quito la mano—Hablo en serio, ya sabes que no me gusta que lo hagas frente a mi hermano. Tenle respeto.

—Hermes te vale mierda, lo sé.

—Es mi hermano, él jamás me valdrá mierda.

—Por Dios Karol, te aseguro que...

—¿Podrías dejar de manosear a mi hija?—mi madre llega y en sus manos está el pequeño chocolatito, el gato de los niños—Estamos en un evento familiar, no entiendo siquiera qué haces tú aquí.

—Jódase bruja, me desespera verla y ver a esa bola de pelos.

—No me gusta que me hables así.

—Y a mi no me gusta que usted me hable. Estamos a mano.

Mi madre abre la boca para protestar pero no dice nada. Me mira para que la defienda pero yo me alzo de hombros porque me da igual.

Desvío mi mirada a otro punto y mis ojos se iluminan al ver un coche lujoso estacionarse alado del campo.

—¿Qué hace ella aquí?—le pregunto a mi madre y ambos giran sus miradas a donde yo veo.

—Oh, Hermes le contó sobre sus hijos y quisieron venir a verlos. No habían podido venir porque estaban ocupados en un viaje de Luna de miel.

—¿Otro?

—Ya sabes que todos los años lo tienen.

Sonriendo de oreja a oreja me pongo de pie y alzo los brazos para abrazar a mi vieja pero hermosa abuela que luce tan radiante y elegante como de costumbre.

—¡Abuela!

—¡Tesoro! ¿Cómo está mi nieta favorita?

—Cariño, no puedes tener nietos favoritos, los demás se sentirían —le reprocha mi elegante abuelo y besa mi mejilla—Tiempo sin verte hija.

—Tiempo sin verte viejo.

—Me enteré de que estás teniendo una relación con...—su mirada se pierde detrás de mi y supongo que lo ha visto—Los rumores son ciertos.

—Karol, creí que te habías alejado de ese hombre —me susurra mi abuela.

—Han pasado tantas cosas, ahora mantenemos una relación estable ¿lo puedes creer?

—No, no lo puedo creer.

—Felicitaciones, es un hombre muy importante —mi abuelo se me acerca—Escuché que han vuelto a su negocio más vendido —La prostitución—Felicidades.

—¿¡Dónde están mis bisnietos!? ¡Tengo un coche lleno de regalos para ellos!

Helios y Apolo dejaron de jugar. Ambos caminaron confundidos hasta llegar a Hermes quien los guió como si fuera la mamá pato con sus patitos.

Me dio ternura ver cómo se escondieron detrás de las piernas de su padre porque no conocían a los abuelos. Pero cuando mi abuela se agachó y abrió los brazos, Apolo fue el primero en correr a abrazarla.

Se me removió el corazón. A mi pequeño Apolo le hace falta un poco de amor y lo busca en todas partes.

—Hola, ¿cómo te llamas? —No le contestó, sólo hundió su cabeza en su cuello y se relajó.

—¡Yo soy Helios!—grita el otro y sale de su escondite—Soy Helios Sevilla Anderson. Y mi gato chocolatito lo trae mi abuela, ¿quieren verlo?

—Me encantaría —le dice mi abuela con una sonrisa.

—¡Abuela! ¿¡Y chocolatito!?

—¡Déjeme en paz señora chismosa!—grita Ruggero, tomando de mala gana al gato que no deja de maullar y caminando hacia nosotros. Al parecer ha tenido otra discusión con mi madre—Karol, vámonos, no soporto a esa bruja —le avienta de mala gana el gato a Helios quien logra atraparlo y Hermes se enoja por su actitud.

—Ruggero, no te he presentado a mi abuelo.

—Mucho gusto —le estrecha la mano—Si usted no es entrometido como la señora Cisneros pues por mi mejor.

—¿No te cae bien mi nuera?

—No —golpeo su brazo con mi codo y frunce más el ceño—Lamento la interrupción de este reencuentro familiar, pero es hora de llevarme a Karol y, Hermes, ¿tardarás mucho? Te necesito en la mansión.

—No tengo con quien dejar a los niños, no me fío de los demás padres.

—¡Nosotros los cuidamos!—grita mi abuela—Vez a trabajar hijo, nos encantaría tener un momento con nuestros bisnietos, ¿verdad amor?

—Yo hago todo lo que te haga feliz, mi amor.

—Ow, te amo demasiado.

—Y yo a ti cariño.

—¿Se quieren quedar con sus bisabuelos?—Hermes se pone de cuclillas. Helios corre y abraza a su padre, pero Apolo no se quiere separar de la abuela.

—¿Estarás con nosotros en la noche papi?

—Si, ¿Quieren cenar algo en especial? Puedo pasar por comida antes de llegar.

—¡Pizza!

—¿Y tú Apolo?—no le contesta.

—Apolo, tu verdadero padre te está hablando, hazle caso —lo regaña Ruggero y enseguida voltea a verlo.

—Pizza también.

Hermes carga a Helios, después toma del brazo a Apolo y lo carga también.
Se me remueve de nuevo el estómago cuando mi hermano besa las mejillas de los dos y les susurra a los oídos un:

—Los amo, son mi adoración y quiero que siempre les quede claro eso. Los veré en la noche y tal vez podamos ver una película en el salón de cine, ¿les parece?—asienten y después de segundos, Apolo se cuelga de su cuello y besa su mejilla—Me voy, los amo.

—Y nosotros a ti papi Hermes.

—Vayan escogiendo la película que quieren ver. Valentina se quedará con ustedes, cualquier cosa hagan que me llame ¿si?—asienten—Adiós.

Ruggero no me deja despedirme de nadie y me toma de la mano para que salgamos de ese lugar.
La mayoría de la gente armada se viene con nosotros, pero es por parte de Ruggero ya que la gente de Hermes se queda a cuidar de los niños y de Valentina.

Se sube a mi Audi y me indica que primero tenemos que llevar a Long Beach un cargamento supervisado por Natalia.

Hermes nos sigue en el coche de atrás y por un largo camino nos quedamos en silencio escuchando mi música "horrorosa" como le dice Ruggero.

[...]

Me quedo en mi auto con los brazos cruzados viendo las ventanillas polarizadas. Ruggero se ve realmente atractivo con ese porte de autoridad. Se ve tan elegante y tan perverso a la vez que me dan ganas de ir a desnudarlo y hacerlo mío.

Natalia por otro lado, tiene porte de liderazgo también y también transmite elegancia.
Si yo los viera por primera vez, sabría que ellos dos son rey y reina por la forma en hablar y comportarse.

Odio a Natalia, pero si fuera lesbiana la amaría y quisiera tener Sexo con ella. Pero como ese no es el caso, lo único que deseo es que se muera porque no deja de mirar a mi hombre.

Me quedo ahí un rato, mirando a todos y de repente observo que ahí está Leo.
Puedo escuchar de lo que hablan, tengo un auricular pequeño que me lo ha puesto Ruggero para comunicarnos.

Leo obedece en todo lo que Sophia le dice, es como si fuese una clase de maestra algo así.
De pronto, sonrío al darme cuenta de que Leo le está coqueteando y ella ni en cuenta de aquello.
Moriría porque Liam viera esta escena tan ridícula.

Son diez toneladas por paquete, el trato está cerrado.

—Esta mercancía es de la buena, me gustaría comprar a tus científicos para...

—No están a la venta.

—Vamos Ruggero, para ti todo está a la venta.

—No le tuteé así al rey —interviene Natalia—Al señor Pasquarelli se le habla con respeto y formalidad.

—Vamos señor, ponga el número que quiera por alguno de sus científicos.

—Si es todo lo que necesita, me largo. Creo que ya le ha quedado claro que no me gusta andar perdiendo mi tiempo.

Era una carga de mercancía a lo grande.
Era en un lugar apartado, en medio de la playa y con hombres armados por donde sea.
Habían cajas de todo tipo de drogas. Cajas de armas que tuvieron que probar aquí mismo. Cajas de aparatos electrónicos de última generación y por último una camioneta que no tengo idea de lo que transporta.

Siguieron hablando. Mi hermano fulminaba a Bratt más sin embargo no le decía nada.

Me acomodo en mi lugar cuando veo a Ruggero caminar con elegancia hasta el Audi y me muerdo el labio cuando habla por el auricular.

Nos vamos directo a la mansión, no quiero que nadie se desvíe y que se distraiga con estupideces.

—Si mi rey.

—Si jefe.

—Así será.

—Yes daddy —Le digo yo y todos se ríen.

Él por otro lado me sonríe travieso y se acerca a besarme el cuello.

—Amo que me digas así —Muerde mi oreja y me río por las cosquillas—Ven aquí princesa...

Ruggero, aún tienes el audífono encendido, apágalo que no quiero escuchar como coges con mi hermana.

Nos volvemos a reír.

—A mi si me apetecería, siempre me he preguntado cómo gime Ruggero. —Bratt se le une causándonos más risas hasta que apagamos los auriculares.

—¿En dónde nos quedamos?

—En la parte donde te abría las piernas y me la metías.

—Estoy seguro que ahí no nos quedamos pero si te quieres brincar pasos por mi mejor.

Roza sus labios con los míos y por un momento me siento reina del infierno... pero nuestro momento se acabó cuando unos autos llegaron y supe que las cosas no iban a acabar bien.

—¡Policía de Los Ángeles! ¡Detengan este operativo!

—¡Mierda!

No pasó dos segundos y la playa se había convertido en una balacera enorme.

—Quédate aquí, ahora vuelvo. El auto es a prueba de balas.

Me besa los labios y sale corriendo sin protección a contra la policía.

La respiración se me aceleró, la adrenalina me invadió y no podía dejar de ver todo lo que pasaba a mi alrededor.

Esta vez no habían helicópteros, esta vez eran puras camionetas blindadas my armadas hasta el tope.

Maxon sacó una ametralladora y como un vil loco al igual que Agustin, se agarraron a disparar a lo desgraciado.

A Sophia parecía no importarle nada. Ella corrió junto con Natalia y Ruggero hasta ponerse detrás de un coche y empezar a disparar.

Los compradores de Ruggero salieron corriendo con la mercancía y los únicos que quedaban eran los hombres que daban la vida por proteger al rey.

—¡Ruggero Pasquarelli! ¡Natalia Marsden! ¡Bratt Smith! ¡Hermes Sevilla! ¡Agustin Bernasconi! ¡Maxon Lee! ¡Sophia Miller! ¡Dalton Baker! ¡Entréguense ahora! ¡Los tenemos rodeados!

Pero ellos no hicieron caso y siguieron disparando.
Era una pelea de nunca acabar donde las balas volaban de un lado a otro y lo único que me protegía era el auto.

De pronto, mi corazón se acelera y siento una presión en el pecho cuando veo a un hombre correr contra las balas.

La quijada me tiembla y...

—¡Noooo...!—grito histérica, saliendo del coche sin protección y corriendo hacia mi hermano al que le han disparado en el pecho—¡Noooo! ¡Nooo! ¡Hermes! ¡Hermes! ¡Reacciona Hermes! ¡No!

Agustín corre a ayudarme y checa su pulso, pero no lo encuentra por la desesperación.

—¡Despierta Hermes! ¡Ey! ¡Estoy aquí! ¡Despierta! ¡No te mueras!

El mundo se me cae ante los pies y las ganas de llorar me invaden.

"No debes de llorar ni aunque yo me muera"

Recuerdo sus palabras.

—¡Karol! ¡Al auto!—me grita Natalia y hace que todos se den cuenta de mi presencia—¡Sube al puto auto Karol!

—¡Karol joder!—me grita Ruggero—¡obedece ahora!

Agustín vuelve a su puesto más que enojado por el disparo hacia Hermes y me cubre la espalda cuando arrastro a mi hermano desangrándose.

Me muerdo el labio, no pienso llorar, no, no pienso hacerlo.

A duras penas lo subo al coche a la parte de atrás y le empiezo a golpear el rostro. Todo eso mientras las balas no cesan así como los gritos.

—Hermes, Hermes despierta, Hermes por favor despierta joder, aún no es tu momento...—Le suelto una cachetada y eso lo hace abrir los ojos—Hermes, hermano, Hermes no te me vayas.

—Karol...—gime del dolor—Karol mis hijos.

Me parte el corazón ver a mi hermano llorar.

—Karol mis hijos, no los dejes solos.

—¡No! ¡Hermes no!—la voz se me quiebra más sin embargo sigo sin llorar—Vas a ir con tus hijos y vas a ir a ver la película como se los prometiste.

—Karol mis... mis hijos...—Las lágrimas se le resbalan por sus mejillas y al quitárselas me queman por lo caliente que están—Cuida de ellos, por favor, cuida de ellos.

—Hermes no, por favor no me hagas esto, no le hagas esto a los niños, ellos te están esperando.

—Te amo hermana.

—¡Nooo! ¡Noo! ¡Hermes!

—Te amo hermana y amo a mis hij...—lentamente va cerrando los ojos—mis hijos... Helios, Apolo.

—¡Nooo! ¡Hermes! ¡Noo!

Las manos me tiemblan cuando siento su cuerpo debilitarse.

—Hermano... por favor, no te vayas.

Recargo mi cabeza en su hombro y dejo de presionar la herida.
¿Qué hice después?

»Te vengaré, hermano mío«

Tome el arma que traía colgando y el horrible dolor en el pecho se transformó en furia.
Cerré un ojo para ver a mis objetivos y darles justo en las piernas y brazos. ¿Por? Porque estaban cubiertos hasta el tope con chalecos y cascos, así que les daba donde no estaban protegidos para herirlos y que mínimo quedaran con heridas permanentes.

—Mi amor, sube al auto por favor.

Ignoré a Ruggero. Lo único que buscaba era venganza y eso era lo que iba a conseguir.
Herí a muchos hombres y mujeres, la furia abundaba en mi cuerpo y si tenía alguna parte de mi que era buena, ahora había desaparecido.

Tomé un cuchillo filoso y a un hombre caído se lo empecé a clavar en los ojos hasta matarlo.
No me importó mancharme de sangre, no me importó que gritase de dolor, ahora mismo no me importaba nada.

Hasta que lo vi, vi a aquel hombre que le había disparado a mi hermano y me cubrí detrás de un auto para dispararle.

El hombre se dio cuenta de mi presencia y me comenzó a disparar.

Todo a mi alrededor se había desaparecido, no existían ruidos y no existía nadie más, sólo ese sujeto y yo.

Ruggero gritaba, Bratt gritaba y Maxon también.
A ninguno les hice caso cuando corrí contra ese hombre que de un ágil movimiento me quitó el arma y me hizo caer.

Pero no fue sencillo. Las lecciones de boxeo salieron a relucir con esta furia así que lo hice rodar y le di un puñetazo que lo hizo sangrar.
Me devolvió el golpe y el escuchar su risa me causó más enojo.
Le di golpe tras golpe tras golpe en el rostro.
Me apuntó con el arma cuando me hizo caer pero se la arrojé lejos y lo hice rodar de nuevo.

Me corté con un vidrio de la arena. Así que lo tomé e intenté clavárselo en el abdomen paro me lo ha arrebatado y lo ha tirado.

El rostro de mi hermano llegó de nuevo a mi mente y la fuerza me aumentó.
Le tiraba golpes en el rostro. No sé si se empezó a debilitar pero lo único que hacía era tratar de defenderse.

—De aquí no sales vivo, hijo de puta.

Me pongo de pie, le pateo el rostro pero cuando le quiero dar otro me toma y me tira de nuevo.

Ahora él se pone de pie, me arrastra del pie y trato de hacerlo caer con mi otra pierna pero me es imposible.

La desesperación me invade cuando me sujeta de los brazos sin darme escapatoria y me para, acorralándome contra una camioneta.

—¡Infeliz! ¡Hijo de puta, cabrón!

Le suelto un golpe en sus partes bajas y empuña su mano con fuerza por el dolor que le causé.
Entonces, lo estrella contra mi, pero en el último segundo lo mueve hacia un lado y golpea la camioneta justo alado de mi cabeza.

Me intento zafar pero me es imposible; me han atrapado.

Comienza a volverse loco, empieza a dar puñetazos a un lado de mi cabeza hasta que la camioneta se empieza a manchar con su sangre.

¿Qué pasó?
El corazón se me detiene. El pulso se me acelera y las ganas de querer derrumbarme en pedazos me invade cuando se quita el pasamontañas y veo aquellos ojos claros.

»No puede ser, no, no, no, esto debe de ser una broma«

—Tiempo sin verte, pequeña.

—Ay no.

Y me quedo paralizada ante aquel hombre al que jamás lo vi venir.


...
Si quieres seguir leyendo, vota, que he aumentado la meta  😈

Fin del Maratón 2/2

Mabel Paz

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