𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑨𝒅𝒉𝒂𝒓𝒂:
Me senté junto con mis libros y mis libretas en el patio de la torre del reloj. Apoyé mi espalda contra un pilar medio destruido y agarré mi lapicera para comenzar a escribir. Tenía tarea de Encantamientos atrasada así que no perdí tiempo y como ya había leído el texto solo me quedaba contestar las preguntas. Estuve un rato así mientras la gente pasaba y el sol iluminaba con más intensidad. Cuando escuché un chillido agudo de emoción al otro lado de la fuente levanté mi vista algo irritada por perder mi concentración. Era McBeck caminando de la mano con Oliver, ella sonreía felizmente y él suspiraba con una medio sonrisa, que incluso yo notaba que era falsa. ¿Por qué me lo tengo que encontrar en todos lados? ¿Acaso esto es un castigo, Merlín?
Intenté volver a concentrarme en mi tarea pero se sentaron junto a la fuente a unos pocos pasos de mí, dándome la espalda. Al estar a esa distancia no pude evitar escuchar su conversación.
- ¡Si! No lo puedo creer. Eres lo máximo, Oli - "iris li miximi, Ili" Rodé los ojos suspirando pesadamente.
- No es la gran cosa - Dijo con un tono de voz neutro e indiferente.
- ¿Cómo que no? Antes ni siquiera te lo pensabas para decirme que no. Me sorprendió demasiado que aceptaras llevarme a dar una vuelta en tu escoba contigo - Dejé de escribir automáticamente. Tragué saliva reproduciendo sus palabras una y otra vez por mi mente.
Él la iba a llevar a pasear con la escoba que yo le compré. No. Con la escoba que mi abuela le compró. La misma mujer que ahora estaba muerta y ni siquiera pude despedirme o enterrar su cadáver. Lo peor no era eso, si no que conmigo no lo había hecho. Oliver tenía total libertad de hacer lo que quisiera con sus cosas pero eso fue el colmo de mi paciencia. Escuché como a Millie se le caían unos libros de su mano así que me apresure a agarrar mis cosas y levantarme para caminar hacia allá. Justo cuando Millie estaba por agarrar su cuaderno yo lo tomé y me enderecé. Ambos me miraron confundidos y a la vez asombrados.
- Toma, se te cayó - Le alcancé el cuaderno con mi mejor sonrisa falsa - Que te diviertas en tu paseo - Le dediqué una última mirada angelical que claramente era falsa pero lo disimulé tan bien que ella no pareció notarlo y su rostro de confusión creció aún más.
Finalmente me fui de allí caminando rápido. Si hubiese corrido estaría quemando mis zapatillas. Llegué al comedor y vi al grupo de Quidditch de Slytherin conversando en su mesa, me apresuré a acercarme y me senté junto a Marcus dejando mis cosas a un lado.
- Bien, me uno, y tengo una idea para sabotear a los de Gryffindor - Susurré con una sonrisa maliciosa. Marcus me miró sorprendido y sonrió levemente.
- ¿Qué tienes en mente? - Preguntó observándome con cautela.
- Creo que la nimbus 2000 de Oliver sufrirá algunos cambios para su primer partido del año.
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Oficialmente ya era la nueva cazadora del equipo. Marcus mandaría a hacerme un uniforme a medida y le comunicaría a Madame Hooch el ingreso de una nueva integrante. Logré conseguir mi nimbus 2000 del año pasado que había dejado abandonada en mi habitación. Para mi suerte las chicas la guardaron hasta mi regreso.
Salí de mi última clase del día y me desplomé sobre el sillón en mi sala común. Dylan se sentó en el sillón delante del mio y se acomodó despreocupado, con las piernas abiertas, la cintura tirada hacia delante y los brazos cruzados sobre su abdomen. Estábamos en silencio, no nos habíamos hablado mucho desde lo que me dijo en aquel pasillo pero me acompañaba a todas partes y procuraba no dejarme sola mucho tiempo. Parecía que lo hacía de mala gana pero el ambiente entre nosotros no era de incomodidad ni de disgusto. En cierta forma me gustaba que estuviese ahí.
- ¿Donde puedo conseguir una escoba? - Preguntó de repente mirándome fijamente. Yo lo miré arqueando una ceja y frunciendo ligeramente el ceño.
- En el Callejón Diagon, pero en Hogsmeade las venden ilegalmente y por menor precio - Le dije despreocupada, entreabrió sus labios sorprendido y me dedicó una expresión acusatoria - ¿Qué? Tengo contactos, nunca dije que yo les haya comprado - Me defendí - Nunca tuve que hacerlo en realidad - Dije en voz más baja recordando los días en los que tenía más dinero que dignidad. Ahora apenas y tuvimos para comprar los objetos de este año - ¿Por qué preguntas? - Solté sin más algo curiosa. Él no respondió y envolví mi rostro con frialdad y molestia al entenderlo - Ni lo sueñes.
- Yo ya era golpeador en Ilvermorny. Además no confió en ese tal Marcus - Respondió rápidamente. Me levanté del sillón y me acerqué a él, este hizo lo mismo. Aproveché que no había nadie en la sala común ya que se encontraban en el comedor. Podría armar un drama con tranquilidad.
- Primero, no se como te enteraste que ya estoy en el equipo. Y segundo, no puedes perseguirme a todas partes, te estas tomando demasiado en serio eso de ser mi protector - Lo señalé con mi dedo acusándolo. Él, quien seguía con los brazos cruzados, sacó su mano y alejó mi dedo de su rostro para volver a su posición. Su expresión era de indiferencia ante mi ira.
- Ya escuchaste lo que paso en el tren con Harry Potter, y viste los dementores merodeando por ahí. No me sentiría bien sabiendo que esas cosas pueden aparecer de la nada y chupar tu alma - Exclamó con tranquilidad, explicando como si fuese una niña de cuatro años.
- Pero Harry Potter atrae la muerte como si fuese un imán, ademas tu mismo dijiste que debo aprender a cuidarme de mi misma, que no siempre aparecería alguien a solucionar mis problemas - Estallé. Estaba harta. Por Oliver, por mis padres, por el colegio, por todo. No estaba preparada para alejarme del mundo y de igual manera lo hice sin quejarme. Ya me había cansado de soportar todo.
- ¡Sabes que no hablaba de eso! - Gritó - Vine a este estúpido colegio para cuidarte. No me importan las clases y mucho menos el quidditch. No vine aquí para ser un adolescente - Se acercó a mi hasta que estuvimos lo suficientemente cerca como para sentir las respiraciones del otro - Vine por ti. Solo por ti. Para cuidarte porque eso fue lo que prometí - Susurró mirándome directamente a los ojos. Un cosquilleo recorrió mi espalda baja y sentí como mi estomago se revolvía ante su cercanía.
Pero no era suficiente, yo quería más. Quería que estuviese más cerca, que estemos pegados uno con el otro, y eso me irritó porque estaba enojada con él. Dylan estaba ahí por mi, o eso decía, pero no tuvimos mucho tiempo para conocernos, para importarnos entre nosotros. Había estado demasiado enojada e irritada con él para darme cuenta de sus razones para venir a Hogwarts.
Me dejé llevar por mi impulso y acorté nuestra poca distancia plantando mis labios en los suyos. Los moví ligeramente y aunque él al principio no me correspondió por la sorpresa, me siguió el ritmo al cabo de unos segundos. Se inclinó un poco más, apoyando una mano en mi cintura y la otra en mi cabello sujetándolo con firmeza. Yo rodeé su cuello con mis brazos intensificando nuestro beso. Me besaba sin una pizca de delicadeza, asiéndome sentir escalofríos en la nuca. Su mano acarició lentamente mi espalda subiendo por debajo de mi camisa hasta llegar a mi sostén, y después volvió a bajar. Cuando llegó hasta mi espalda baja, aventurándose un poco más hacia abajo, mordió mi labio inferior lenta y persuasivamente haciéndome soltar un pequeño jadeo. Se alejó de mi boca para dejar un camino de besos húmedos por mi mejilla y bajar por mi cuello hasta legar a mi clavícula. Inconscientemente arqueé un poco la espalda pegando una parte de mi cuerpo al suyo.
El iba a seguir besándome cuando escuchamos unos pasos llegando desde fuera de la sala común. Nos alejamos instantáneamente y nos sentamos en sillones distintos. Unos niños de primer año entraron riendo a carcajadas y, sin mirarnos ni siquiera de reojo, se dirigieron a las habitaciones y la sala volvió a estar en silencio. Nos miramos algo incómodos sin saber que decir y ante la intensidad del ambiente agarré mis cosas y caminé rápidamente hasta mi habitación. Cerré la puerta detrás de mi y apoyé mi cuerpo contra la misma, para mi suerte no había nadie. Me deslicé hasta sentarme en el suelo y deje mis libros a un lado.
¿Qué acaba de pasar? Me besé muy efusivamente con Dylan. ¿Y por qué te sientes mal? Porque me gustó. ¿Seguro que es por eso, o por qué sientes culpa? No, no siento culpa. ¿Seguro? ¿Y por qué piensas en Oliver justo ahora?
Sacudí mi cabeza alejando el pensamiento. Me acababa de besar con Dylan y me gustó. No solo eso, quería más. Pero un dolor llegó a mi pecho acompañado de un sentimiento terriblemente culposo. Aún amaba a Oliver.
Tenía que olvidarle, tenía que eliminarlo de mi cabeza. Él decidió hacerme a un lado y tirarme como basura. "Acepta, permite que te hiera, y después levántate como una reina y brilla como debe ser". Soy una reina, y se lo voy a demostrar.
Me levanté automáticamente y me acerqué a mi escritorio. Me senté, saqué una hoja y un tintero junto a la pluma y comencé a escribir sin detenerme. Cuando lo completé lo miré y pensé, arreglé unos cuantos fallos y lo volví a leer. Cuando lo tuve maso menos hecho me dejé caer sobre mi silla. ¿Qué estaba anotando? Mi idea para sabotear al equipo de Gryffindor, y contaba con tres fases para ponerla en marcha.