—¿Por qué me miras de esa forma? ¿No esperabas verme?
—¿Qué? ¡No, no! So-solo me sorprendiste. —Taylor ríe con nerviosismo y se agacha en el suelo para recoger lo que dejó caer hace un momento. Freya clava las uñas en mi brazo y sé que piensa lo mismo que yo: este sujeto no debería estar aquí.
Por primera vez en el día entiendo la extraña sensación que tuve todo el día y lo odio, odio haber tenido razón. No veo a los guardaespaldas en ninguna parte y no dudo al pensar que Saint les hizo algo para que no pudieran ayudarnos.
—Katerina. Candice. —La voz de Saint destila egocentrismo y seguridad. Me enferma—. Que agradable sorpresa tenerlas aquí. Luisa me ha hablado mucho de ustedes y de lo bien que recibió el dinero que le dieron.
¿Dinero? ¿Qué dinero?
—¿Qué-qué haces aquí? —tartamudea Taylor y me rompe el corazón verla así. Sé que solía pertenecer a la manada que ahora comanda Saint y ni siquiera puedo imaginar todas las cosas horribles que debió presenciar como para que actúe así.
—¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Pues venir por ti, belleza! Julian y Jennifer te extrañan mucho, quieren que Tay-Tay vuelva.
Miro el rostro de Saint y se ve la absoluta convicción en ellos. Saint es delgado y alto, desgarbado, luce como quien comienza a ser consumido por las drogas. Su nariz es aguileña y sus ojos negros, a raíz de la necromancia que corre por sus venas.
—¿Los trajiste contigo? Si-si pudiera hablar con ellos...
—Belleza, solo vine por ti —dice con simpleza, dando un paso más hacia nosotras, haciéndonos retroceder—. Me costó mucho encontrarte, ese par de niñatos te escondieron bastante bien.
—¿Có-cómo me encontraste?
—Tu madre y Linda ayudaron mucho, ¿sabes? Pero la cereza del pastel fue ver tus fotos en todas partes, en revistas, periódicos, blogs... Ninguna cámara podría hacerle justicia a tu belleza, pero cuando vi las fotografías supe que solo podías ser tú.
Frunzo el ceño al ver a George a un par de metros de Saint, acercándose con cautela. Me mira a los ojos y estos me llegan al fondo del alma, sabiendo que está aquí para protegernos.
—Chicas —digo tan bajo que de verdad me pienso si en serio emití un sonido—. Cuando les diga, corren, y ninguna juegue a hacerse la heroínas. Ninguna se llama Abby.
Miro a George y lo veo llevar un mazo en una de sus manos. Me mira nuevamente y asiente, justo en el momento que levanta el mazo y lo impacta en la sien de Saint.
—¡Ahora!
Soltando las cosas, corremos a los autos y ni siquiera me permito voltear a mirar si George se encuentra bien cuando ya estamos afuera del estacionamiento.
—Necesito que llames a Tyler —le digo a Freya, quien saca su teléfono de su bolsillo, marcando el número de mi primo. Su pulso no tiembla y esa es la misma razón por la cual me gustó que fuera mi amiga en primer momento: siempre está lista para arriesgarse.
—¿Freya?
—Soy yo —digo—. Necesitas mejores guardias en las fronteras, tu querido amigo Saint está aquí y está muy interesado en Taylor.
—¿¡Qué!? —exclama impactado—. ¿Están bien? ¿Saint tiene a Taylor?
—El amigo imaginario de tu hija salvó el día, de nuevo —digo con George marcado a fuego en mis pensamientos—. Nos emboscó a la salida de la tienda donde Taylor trabaja.
—Vayan por Jayden y luego a la casa de los Moore, el sótano es el único lugar donde podrán estar aislados a la magia negra. Peyton, tengan mucho cuidado, por el amor a la Diosa.
—Eso te digo yo a ti —digo antes de colgar.
—¿Qué crees que tenga que ver Taylor con Saint? —pregunta Freya mirando por el espejo retrovisor que las chicas estén detrás de nosotros.
—No lo sé, pero nada de lo que se me ocurre es bueno.
Llamamos a las chicas y les doy una explicación rápida de las palabras de Tyler, parece que de todas maneras si tendremos nuestra pijamada. Ya la noche ha caído cuando estacionamos frente al edificio de Taylor y Kendall baja del auto junto a ella para poder ir por Jayden.
Mantengo mis sentidos alerta tanto por Saint como por George, no me perdonaría nunca si algo le pasara por protegernos a nosotras.
—Genial —digo cuando veo a Taylor y Kendall salir del edificio con el bebé y una pañalera azul.
—¿Ese es el bebé de Taylor? —me pregunta Freya con el ceño fruncido.
—Así es —digo comenzando a conducir.
—¿Sabes quién es el padre?
—¿Por qué eso sería relevante? —pregunto confundida.
—Porque ese niño es igual al maniático de Saint.
—¿Qué?
No consigo decir nada más debido al auto que impacta contra nosotras, destrozando el vidrio de mi ventanilla y activando las bolsas de aire. Los vidrios cortan mi rostro y no tardo en comenzar a sentir la sangre goteando por mi sien. Escucho las ruedas del auto que nos embistió derrapar por el asfalto y huir. Maldito.
Gruño cuando intento respirar y una punzada bastante dolorosa en mis costillas me lo impide y estoy casi segura de que el golpe me fracturó una costilla.
—¿Estás bien? —le pregunto a Freya, más aturdida que otra cosa.
—Sí. ¿Y tú?
—Sí.
—Hay que salir de aquí. —Me deshago del cinturón de seguridad y abro la abollada puerta para salir del auto. Mis piernas no responder y me siento caer al suelo, pero el impacto nunca llega.
—Te tengo —escucho la voz de Kendall y me ayuda a mantenerme en pie.
—¿Están bien? —le digo y ella asiente.
—No tenemos tiempo para preguntas. —Kendall me arrastra fuera del auto. Freya está mejor que yo, apenas y tiene una cortada en la sien y un golpe en su pómulo.
—Te ayudo.
Entre ambas me ayudan a subir a la camioneta de Candice, en donde el llanto de Jayden apenas y me deja pensar.
—Demonios, los autos golpean frente.
—Que buen hallazgo —ríe Freya, ayudándome a estar cómoda en el asiento—. Vámonos antes de que vuelvan.
—Sujeta esto —me dice Kendall dándome una toalla hecha un puño para colocarla en la herida en mi frente.
—¿Luce mal?
—Solo si Tyler te ve.
—Luce peor que mal, entonces.
No sé si me desmayo el resto del camino, pero cuando vuelvo a abrir los ojos, estoy en el aire. Literalmente.
Un par de brazos me envuelven y cuando levanto la mirada, me encuentro con Jeremy, quien me lleva cargada hasta la casa de los Moore y me deposita en uno de los sillones de la sala.
—Aquí tengo el botiquín —escucho la voz de una mujer, creo que es Isabelle.
—Estoy bien —me quejo, ignorando el escozor que recorre las heridas de mi rostro.
—Bien mi trasero —dice Kendall y yo río para luego quejarme, llevando una mano a mis costillas.
—Será mejor que no me hagas reír durante las próximas horas o yo tendré que romperte una costilla a ti.
Isabelle se encarga de mis heridas, mientras Theodora se encarga de las de Freya.
—Gracias —le sonrío a la madre de Abby cuando está por fin cierra el botiquín y deja un analgésico en mi mano, la cabeza me va a estallar.
—Eres familia —me dice y por primera vez en años, siento la casa Moore nuevamente como mi hogar.
Cuando la noticia de la presencia de Saint en la manada se corte, no me parece extraño cuando cada integrante de la familia Moore llega a la casa. Así como mi tía.
—Por la Diosa, Peyton, ¿pero qué te pasó?
—Estoy bien, tía Cynthia, en serio —intento tranquilizarla haciéndola mirarme—. Estoy en una sola pieza, solo es un pequeño corte en la frente por el vidrio de la ventanilla y ya está.
Mi tía me envuelve entre sus brazos y saco todas las fuerzas de mi alma para no quejarme por el dolor en mi costado.
—¿Y el tío Dexter?
—Estaba con Tyler cuando llamaste. Me llamó y casi me da un ataque al corazón de saber que estuvo tan cerca de ese horrible sujeto.
—Lo importante es que estamos aquí y estamos bien —me aseguro y ella asiente, volviendo a abrazarme.
Gracias a la Diosa, el analgésico que Isabelle me dio no tarda en hacer efecto, haciendo desaparecer el dolor de cabeza y aligerado el de la costilla rota. Tardará por lo menos unas horas en sanar. Taylor y Jeremy se han ido a la sala de juegos con los niños y me permito pensar por un momento toda esta basura. Taylor tiene un pasado turbio, ¿pero qué tan turbio como para tener un hijo con Saint Williams?
El silencio sepulcral de la casa termina cuando escuchamos un par de autos entrar a la propiedad y Abby no tarda en entrar a la casa con la respiración acelerada.
—No puede ser, están bien —jadea cuando nos ve a todas en una sola pieza—. Me dieron el peor susto de la vida.
—Estamos bien, Abby —la tranquilizo abrazándola y ella asiente, carraspeando para volver a tener la compostura que una Luna debe tener.
—Te dije que iban a estar bien, mami —le dice Ariel con calma llegando a su lado mientras abraza Cassandra—. George estuvo ahí para ayudarlas.
—Lo sé, cariño, solo quería verlas yo misma —le dice y Ariel asiente, antes de irse a la sala de juegos. Tyler y mi tío Dexter no tardan en entrar a la casa, mi primo trae a Austin en su silla para auto.
—Monstruo —suspira Tyler cuando por fin me ve y me abraza con cuidado, besando la cima de mi cabeza.
—Todo estará bien —le digo a Tyler para tranquilizarlo, pero en el fondo digo esas palabras más para mí que para él. Los últimos en entrar del grupo son Violet y Tristán, quienes traen a unos dormidos Shane y Olivia en sillas iguales a la que trae Tyler.
—¿Ahora que debemos hacer? —pregunta Kendall desde el lugar en donde se encuentra.
—Ahora solo queda esperar.
Después de la llegada de Abby y Tyler, el grupo se encuentra completo con la llegada de Tiffany, Colin y Scarlett, quien luce como un balón a punto de explotar, y en el fondo agradezco que simplemente suba a su antigua habitación a descansar. Con las chicas es diferente, con ellas es más fácil congeniar, para poder arreglar las cosas con Scarlett necesitaré una conversación más larga y probablemente con alcohol de por medio.
Entre Isabelle, Theodora y Maggie preparan la cena, macarrones con queso para todos, pero los únicos capaces de comer algo con los niños y los chicos, quienes están ajenas a todo lo que pasa.
—¿Por qué no vas a descansar? —Me pregunta Tyler llegando a mi lado, no me he alejado de la ventana que da al frente de la casa, a la espera de la llegada de Saint—. Te ayudará a sanar más rápido.
—No tengo sueño.
—Monstruo...
—Hablo en serio. Tuve todo el día un presentimiento de que algo iba a pasar y después de encontrarnos con Saint sé que esto no se ha acabado, él no ha puesto su última carta sobre la mesa.
—Abby y yo nos encargaremos. Ve a descansar, por favor. No puedo trabajar el 100% sabiendo que uno de los míos no está bien.
—¿No te irás hasta que no desista?
—O hasta que me canse y te cargue en mi hombro como un costal de papas.
—Ayudaría a aligerar la tensión —digo medio en broma y Tyler pasa un brazo sobre mis hombros.
—Esto no debió haber pasado.
—Muchas cosas no debieron haber pasado desde hace bastante tiempo —suspiro encogiéndome de hombros—. Buenas noches.
—Buenas noches, monstruo.
Cuando entro a la habitación de invitados, veo a Freya sentada en la cama escribiendo en su teléfono.
—La noticia de Saint se corrió bastante rápido. Papá está histérico.
—Todo va a estar bien, Abby y Tyler saben lo que hacen.
Tomo los shorts de pijama y la camisa holgada que Kendall me ha prestado y entro al baño para cambiarme. Me miro al espejo y luzco mejor de lo que pensé. Ya las marcas en mi cuello no están y el moratón en mi ojo es más una mancha roja. Miro los vendajes en mi frente y mi pómulo pero prefiero dejarlo ahí, mañana me desharé de ellos.
—Pero que gran primer día —le digo a Freya cuando me acuesto a su lado después de cambiarme.
—Estas cosas no pasan en Nueva York —ríe y yo esbozo una sonrisa.
—Si que lo digas.
No sé en qué momento me quedo dormida, pero el llanto de un bebé me hace abrir los ojos. Freya duerme como una marmota a mi lado, pero de igual forma me bajo de la cama con cuidado de no despertarla y salgo de la habitación.
Abajo escucho voces y decido bajar. Todas las luces en el piso inferior están encendidas y bajo las escaleras con cuidado para no despertar a nadie, descifro las voces como las de Violet y Abby en la cocina.
—Peyton —me sonríe Abby cuando me ve entrar. Veo la hora en el reloj del horno microondas y apenas es medianoche—. ¿Pudiste descansar un poco?
Las chicas sacan tres biberones de una olla con agua caliente y asiento, aunque no me vean.
—Si claro —digo para no preocuparla—. Vine por un poco de agua.
Tomo uno de los vasos de vidrio en los gabinetes y me sirvo un poco de agua, intentando ordenar mis ideas.
—Esto ya está listo, será mejor que se los lleve antes de que se transformen en bebés monstruo y despierten a todos.
Violet me sonríe cuando sale de la cocina y Abby me mira, aun con una sonrisa.
—¿Estás bien? —me pregunta, refiriéndose a las heridas.
—Por supuesto, nada que un poco de tiempo no pueda curar —le aseguro y dejo el vaso caer el suelo, rompiéndose en mil pedazos cuando una explosión estremece todo.
Abby y yo salimos disparadas afuera de la cocina y mientras ella respira con tranquilidad al ver a Tyler con Austin llorando, pero en una sola pieza, igual que Isabelle con Ariel.
—Sé que estas adentro, belleza, tú y nuestro hijo —escucho a Saint y me acerco a la ventana en la que estaba hace unas horas. El maniático está parado en medio del césped, con la misma expresión de suficiencia de hace unas horas—. El mismo que con tanto ahínco intentaste ocultar de mí, pero eso ya se acabó. O sales de la casa con mi heredero, o el torpe humano muere.
Mi mundo cae a mis pies cuando veo que el humano del que habla, es Josh.
¿Querían drama? Aquí tienen drama.
Saint tiene a Josh y lo asesinará si Taylor no se entrega junto a Jayden. ¿Qué creen que suceda? Leo sus suposiciones.
Solo quedan seis capítulos para el final.
Voten y comenten.
Los amo.
—Andre ❤