Outsiders (en español)

By RobledaIsabel

7.5K 525 286

Un extraño meteorito cae a la tierra, haciendo que el mundo de Alex cambie por completo. Atormentada desde en... More

Capítulo 1 - El visitante nocturno
Capítulo 2 - La chica misteriosa
Capítulo 3 - La camioneta
Capítulo 4 - El doctor Foster
Capítulo 5 - El viaje inesperado
Capítulo 7 - Un lugar donde quedarse
Capítulo 8 - Nuevas caras y nuevos amigos
Capítulo 9 - Hacer lo correcto
Capítulo 10 - Algo a tener en cuenta
Capítulo 11 - Sorpresa navideña
Capítulo 12 - Cuestión de confianza
Capítulo 13 - El rescate
Capítulo 14 - Revelaciones
Capítulo 15 - Nada es lo que parece

Capítulo 6 - Oh, Canadá

375 35 23
By RobledaIsabel

"No te fíes de nada ni de nadie, hasta tu propia sombra te abandona en la oscuridad" - Anónimo

El vuelo es largo y pocas son las cosas con las que matar el tiempo. Mirando por la ventanilla, intentando no alterarme al ver despegar ese pájaro artificial, siento el pulso de mi corazón demasiado fuerte y todos los músculos en tensión. Mi primer viaje en avión no es un trayecto agradable.

Sorprendentemente, Alice y Luna enseguida cogen el sueño y se pierden en un mundo donde el tiempo pasa más deprisa, pero yo soy incapaz de imitarlas. No tengo nada con lo que comunicarme ni pasar el rato, los móviles fueron lo primero que Leonard y el doctor Foster nos arrebataron, y ahora deben de yacer muertos en algún contenedor. El aburrimiento es tan fuerte que me pongo a ver la poco interesante película que se proyecta. Las películas de romance nunca han sido lo mío; Crepúsculo no va a ser la excepción.

Totalmente quieto, mi acompañante invisible invade el carril sin mover ni un músculo ante los incesantes vaivenes del avión. Es incómodo ver a la ignorante azafata atravesarle, sin sentir absolutamente nada de su presencia. Una sensación a la que él ya debe de estar acostumbrado, de tantas semanas anclado a mí.

La película acaba antes de lo previsto y vuelvo a encontrarme inundada en la monotonía. Sentir que me explota la vejiga es lo más divertido en horas. Me levanto, esquivando a mis dormidas amigas, y voy hacia el pequeño baño del fondo.

Al acabar, me miro en el espejo, cansada de toda la actividad de esos días, cansada de todo lo que me espera.

"Siempre me he preguntado por qué no tenéis cuernos".

La voz de mi etéreo acompañante me sorprende, ya me había acostumbrado a su silenciosa presencia.

–        Yo también podría preguntarme por qué vosotros tenéis cuernos.

Se yergue, lleno de orgullo, y se acerca a mí, demasiado para mi gusto. Tanto que, si no fuese porque su presencia es fantasmal, podría sentir su hálito en mi oreja.

"En los cuernos reside nuestro poder. Si los cortan, no somos nada".

Vaya. Menuda revelación.

–        ¿Por qué estás hablando conmigo?

Se encoje de hombros y me atraviesa con su fría mirada.

"Escuché tu conversación con Luna."

Me lavo las manos y le ignoro, dándole vueltas a la situación.

"Últimamente están pasando muchas cosas... creo que si nos echamos una mano podemos acabar con este martirio."

Me giro para mirar fijamente sus ojos totalmente negros.

–        Llevas siendo un incordio semanas, ¿por qué iba a ayudarte ahora?

"Ahora eres más sabia y madura que hace unos días. Quizás puedas serme de ayuda."

–        ¿Quién dice que quiera ayudarte?

"¿No quieres deshacerte de mí?"

Sin contestarle, abro la puerta del baño y avanzo por los pasillos hacia mi asiento. Antes de sentarme, oigo claramente sus palabras en mi mente.

"Mi nombre es Yokaidomachi. Puedes llamarme Yokai."

No puedo evitar sonreír ante tal descubrimiento.

Llegamos a Toronto, pero todavía estamos demasiado lejos de nuestro destino. El frío me pilla desprevenida y, con el abrigo que Alice me ha proporcionado, me arrebujo todo lo posible para mantenerme en calor.

Al salir del aeropuerto y coger un taxi, no puedo evitar pensar en la cantidad de kilómetros que me separan de todo lo que he considerado alguna vez mi hogar. Por enésima vez vuelve a mi mente la imagen de qué estará haciendo mi madre ahora, sin saber qué es de mí.

Alice le ofrece unas parcas direcciones al conductor. Seguramente nos toque andar un buen trecho desde donde nos deje hasta la Institución Eneas. El camino tiene pinta de que va a ser especialmente largo y silencioso.

–        Nunca había venido por este camino – comenta al rato Alice.

Aquello nos pone en guardia a todos, pero el conductor sigue conduciendo, como si no entendiese el perfecto inglés de la mujer. Me sorprende la calma de ella cuando, de entre algún recoveco de su ropa, saca una pequeña pistola que, en sus manazas, parece de juguete.

–        Para el coche.

El taxista, obedientemente, apaga el motor y levanta las manos, sin una pizca de temblor en ellas. Sin pensarlo dos veces, Alice dispara a la cabeza. Muere al instante, con los ojos abiertos mirando al infinito y la cabeza colgando en una postura que sería tremendamente incómoda si la vida no se hubiese escapado ya de su cuerpo.

Cuando Alice se gira y empieza a apuntarnos a nosotras el tiempo parece detenerse.

Alice nos observa con unos ojos inyectados en sangre, sin prestar atención  a ese mechón de pelo rebelde que cae sobre su ojo izquierdo, tapándolo por completo.

–        Cómo odio que desbaraten mis planes...

Trago saliva, un tanto asustada, antes de atreverme a preguntar.

–        ¿Qué haces, Alice?

–        ¿No lo entiendes, Alex? Tengo que mataros – Suspira y cambia de postura, sin dejar de apuntarnos –. Sois unas buenas chicas, pero hay que deshacerse de esos monstruos. Si ese idiota no hubiese aparecido en nuestro camino para salvaros – golpea al inerte taxista en el hombro con la culata de la pistola –, cuando os dieseis cuenta de a dónde íbamos ya sería demasiado tarde.

Noto a Luna disminuir su respiración lentamente, intentando tranquilizarse. Cuando habla, su voz es suave y atrayente, una trampa muy dulce a la que es difícil resistirse.

–        Baja el arma, Alice. No vas a hacernos daño.

La risa de la mujer está impregnada de locura. Abre los ojos y empieza a contorsionarse, dejando fluir la burla que acumula dentro.

–        ¿De verdad creías que no estaría preparada a tus artimañas? –. Acerca la pistola a su mentón. Un disparo y estaría muerta.

–        ¡Déjala en paz! – me oigo decir.

Vuelve a reírse, con más fuerza aun.

–        No puedes hacerme nada, no eres más que una inútil – Se gira hacia mí, pero no deja de apuntar a Luna –. Pobre Alex, la inútil y débil Alex. No ibas a durar ni un día en manos de ellos, no sirves ni para que experimenten contigo.

Tiemblo, no de miedo, sino de ira. Miro a esa mujer, con el corazón lleno de rabia, y no puedo evitar pensar en lo mucho que deseo matarla, ahogarla con mis propias manos.

En ese instante siento a Yokai muy cerca de mí, como si fuésemos uno solo. Está llamando a las puertas de mi mente, tocando palancas y botones, engrasando partes de una máquina olvidada. Lo noto recorrer cada recoveco de mi cuerpo, de nuestro cuerpo, y me siento maravillosamente bien. Le dejo hacer, sumiéndome en un profundo letargo.

Siento cómo me desprendo de algo muy pesado; me vuelvo liviana, me vuelvo etérea.

–        ¡Alex, para!

Tardo en reconocer la voz de Luna, llena de inquietud, llamándome. Suena lejana, pasada por algún tipo de filtro, pero surte efecto y empiezo a volver poco a poco a mi cuerpo. Al abrir los ojos, ya no me siento como un espectro etéreo, vuelvo a ser algo pesado y pequeño.

Enfrente de mí, Alice yace inconsciente. Ha caído desmayada entre Luna y yo.

–        ¿Qué ha pasado?

–        ¿No te acuerdas?

–        N... no.

Me aparta la mirada y sale del coche. Tardo en imitarla, mirando atentamente el cuerpo de nuestra enemiga. Un fino hilo de sangre sale de la comisura de sus labios, dejando una mancha, que va creciendo por momentos,en la tapicería del taxi.

–        Tenemos que salir de aquí –. Asiento a mi amiga, todavía un tanto amodorrada.

Estamos en medio de la nada, congeladas de frío y perdidas en un país desconocido. No nos atrevemos a adentrarnos en el bosque que crece salvaje a nuestro alrededor, así que caminamos por la vacía carretera, esperando alguna luz, alguna señal, que nos indique la presencia de un ser humano.

–        ¿Qué ha pasado, Luna? –. Rompo el silencio finalmente.

–        No lo sé muy bien, Alex... de repente se ha puesto roja, como si le faltase aire y ha empezado a salir sangre de su boca.

–        Pero... ¿yo no lo he hecho, verdad?

Se para en seco y me atraviesa con la mirada. En sus ojos noto una pizca de temor y respeto.

–        Estabas totalmente quieta, mirándola fijamente. Era como si la estuvieses matando por dentro, Alex.

Un temblor recorre mi espina dorsal mientras intento recordar lo que acaba de pasar; soy incapaz de decir nada el resto del camino. Cuando finalmente vemos las luces de una gasolinera a lo lejos, no puedo evitar sentirme aliviada. Por lo menos así podré mantener mi cabeza ocupada.

Dentro,  a Luna no le resulta complicado hacer que el dependiente le deje su móvil. Rápidamente, marca el número de Leonard; una llamada que va a resultarle muy cara al pobre muchacho.

Suspiro y me alejo a hojear las revistas, dejando que ella se encargue de todo. Ignoro a mi acompañante, que mira distraídamente las portadas, rozando con sus dedos invisibles todo lo que le rodea, como si le molestase no poder sentirlo.

Intento estar tranquila, pero por dentro soy una marabunta de emociones. Me siento culpable porque casi mato a Alice, pero aún peor porque me sentía muy bien al hacerlo.

Continue Reading

You'll Also Like

12.5K 1K 91
un niño que lo perdió todo sus amigos, familia........... sus padres todo lo perdió a una temprana edad y todo por esas malditas cosas que se les lla...
10K 1.5K 114
Continuación del cap 4200 La lucha por el poder y la gloria cada día es más difícil para long Chen y sus aliados cada vez más la verdad se está revel...
156K 7K 41
Creó que no necesito decir de que se trata.