Tú, Yo y El Mal

By MabelPazAvalos

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Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... More

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 9 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 11 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 23 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 25 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 30 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 36 •
• CAPÍTULO 37 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 49 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 53 •
• CAPÍTULO 54 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 58 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 80 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 40 •

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By MabelPazAvalos

Estamos en una terrible tensión.
Hermes hizo pasar a Elena y estamos sentados en los sofás.
Ruggero se encuentra conmigo viendo todo el drama, Elena tiene a sus hijos en cada una de sus piernas en otro sofá -no ha parado de llorar desde hace ya un buen rato- y Hermes está en otro junto con Valentina. Pero aunque mi amiga tenga el cuerpo y la mirada aquí, yo se que su mente está volando a millones de galaxias viendo el futuro que le avecina con mi hermano, obviamente ya nada será igual ahora que cargan con dos criaturas.

Por otro lado mi madre está en la cocina preparándoles a los niños unos vasos de leche con chocolate porque Elena ha dicho que no han comido nada en todo el transcurso de viaje hasta acá.

—Primero deja de llorar —mi hermano la regaña—Estoy muy enojado. Merecía saber la verdad desde un principio, me mentiste, sigues siendo igual de miserable que siempre.

—Me enteré un mes después de que me fui. Dijiste que no querías saber nada de mi y no quise molestar.

—¿Cómo estoy seguro que son míos y no de Bratt? Que no se te olvide que en esos tiempos andabas muy de calenturienta y le abrías las piernas también a él.

—En la carpeta vienen todos sus documentos. Además los niños son idénticos a ti Hermes.

Otro incómodo silencio. Todo es tan incomodo y nada más nos faltan las palomitas a Ruggero y a mi para simular que vemos una telenovela.

—¿Por qué te persigue la policía?

—Dieron con mi paradero. Los agentes de élite de la FBI. Los malditos Moore localizaron todos mis negocios y ahora estoy en la mira. No puedo seguir en Los Estados Unidos, huiré, trataré de comunicarme contigo lo antes posible para decirte en donde mi ubico en caso de emergencia.

—¿Tienes en qué transportarte?

—Si.

—¿Tienes dinero?—Valentina abre los ojos de golpe al escuchar a mi hermano preguntarle eso. Es obvio, ella aún sigue en shock—Porque supongo que no.

—No te quiero molestar...

—Eres la madre de mis hijos, te necesito viva —De su cartera saca una pila de billetes grandes, tal vez algunos miles de dólares—Toma. Y toma esta tarjeta. Nadie la podrá rastrear así que no te preocupes. Es la tarjeta que me hizo Dalton, un integrante del equipo de Ruggero capas de hacer lo imposible.
Te estaré depositando cada mes hasta recibir noticias tuyas. Si los niños se van a quedar conmigo también necesito que en un futuro aunque sea te vean por videollamadas; ellos te necesitarán.

Mi madre llega y les da a los niños en envases de bebés la leche chocolatada. Si Apolo y Helios hace rato no los hubiera escuchado hablar, juraría que son mudos.

Le ofrece a Elena un vaso con agua con un emparedado como el de los niños. Ella acepta los tres y se los da a sus hijos los cuales comen en silencio.

—Hermes... Yo sé que te hice daño...

—No hablemos de eso, olvídalo —otro golpe para Valentina—La noticia me tomó de sorpresa lo admito, pero no cambia el hecho de que son mis hijos y que aquí no les va a hacer falta nada.

—Vendré a buscarlos cuando todo esto acabe.

—Tomate tu tiempo, estás persecuciones suelen durar años.

—Corro el riesgo de que me atrapen.

—Si te atrapan yo muevo cielo y tierra para sacarte de ahí. Ellos no se apiadarán de una mujer, ellos te torturarán hasta acabar con todos tus negocios. —y otro golpe bajo para Valentina. Esto se pone bueno.

—Gracias, Hermes. Muchas gracias por todo esto. No tenía idea si venir aquí era una buena idea pero no tenia otra opción y...

—Lo hago por ellos, no por ti. Lo hago por el único motivo de que tus hijos tienen mi apellido porque si tuvieran el de Smith o el de algún otro, me valdrías mierda —Smith es el apellido de Bratt—Te puedes quedar a dormir aquí. No hay habitaciones de invitados pero puedes quedarte en mi habitación con los niños y yo me quedo con mi novia en el sofá.

Valentina se remueve incómoda por su propuesta.

—No es posible, tengo el tiempo contado pero gracias por tu invitación.

—Mamá...—la aguda voz de un niño llama la atención de todos—Mamá, ¿ya no veremos a Brandon?

—Claro que sí mi amor. Lo volverás a ver cuando me vean a mi de vuelta y además papi ya dijo que hablaremos por videollamada en un par de días o meses.

—Quiero estar contigo y Brandon, mami. No quiero estar aquí.

—¿Quién es Brandon?—pregunta Hermes.

—Brandon Hill, mi actual pareja —¿acaso mi hermano acaba de fruncir el ceño? Otro golpe para mi amiga rubia.

—Tú no pierdes el tiempo.

—Hermes...

—No, no. Adelante. Se te hace tarde y te esta esperando.

—De hecho si. Me ha dado unas coordenadas para que pueda localizarlo.

—Que te vaya bien.

—Hermes...

—Niños, despídanse de su madre.

—¡No mami no te vayas! ¡Déjame ir contigo y papi Brandon!

—Brandon no es tu padre, yo si.

—¡Déjame ir con ustedes!—el niño lo ignora—Prometo no hacer ruido, si quieres deja a Apolo aquí pero llévame contigo.

Ruggero y yo nos queremos reír pero no lo hacemos.

Elena los abraza con fuerza y los tres se hunden en lágrimas. La única diferencia es el niño Apolo que llora en silencio.

—Me pondré en contacto con ustedes lo antes posible mis niños. Papi Brandon y yo nos protegeremos mutuamente; no le den problemas a papi Hermes...

—Yo soy su único padre, Elena. No les metas estúpidas ideas en la cabeza.

—Ellos necesitaban una figura paterna y Brandon fue el único que estuvo para ellos.

—Eso es porque me ocultaste la información, no hubiera ocurrido si no hubieras sido una maldita mentirosa.

—¡Hermes!—lo regaña mi madre.

Ellos siguen hablando. Yo dejo de poner atención cuando Ruggero me besa justo debajo de la oreja y después me susurra:

—Hermes la sigue queriendo.

—No creo —le respondo igual en un susurro—Es una maldita.

—No te lo estoy preguntando, te lo afirmo —suspira—Y no soy el único que me doy cuenta, también Valentina y por eso no habla. Hay una tensión, pero en esa tensión de enemistad también hay recuerdos.

—¿Los conociste cuando eran novios?

—No. Pero Bratt me platicaba como es que se tiraba a la novia de un wey que estaba muy enamorado.
Tampoco estuve en la venganza que le hicieron, pero me lo mostraron porque Dalton lo grabó.

—Entonces dices que... ¿Hermes la sigue queriendo?

—Donde hubo fuego, cenizas quedan.

—Estoy muy segura que amaba a Valentina sobre todas las cosas.

—Valentina es su amor. Pero Elena fue el amor de su vida. Ese que perdonas pero nunca olvidas.

Ruggero y yo nos miramos. Por un momento dejamos de escuchar a todos y es como si me perdiera en sus ojos claros que cada vez se hacían más oscuros.

—Sabes mucho del amor como para nunca haberte enamorado.

—Sé la teoría pero no la práctica.

—¿Qué más sabes?

—Que en la existencia del hombre existen dos amores. Un claro ejemplo es Valentina y Elena. Uno es tu media naranja; ese con el cual quieres pasar el resto de tu vida. Con el que quieres despertar a su lado para siempre hasta el fin de la eternidad.
Pero sólo encuentras a tu media naranja cuando algo pasa.

—¿Qué cosa?

—La encuentras cuando el amor de tu vida te dejó, te hizo daño, te destrozó y te hizo creer que el amor ya no existía. Ahí es cuando tu media naranja llega.

—O sea que, ¿primero encuentras al amor de tu vida y después a tu media naranja?

—Exacto.

—¿Elena es el amor de su vida y... Valentina su media naranja?

—Si, así es. Esas son las cosas que me cuenta mi madre, yo no creo en eso al cien por ciento pero ahora es lo que estoy viendo.

Sus palabras me dejaron qué pensar por un buen rato. Si ese era el caso de mi hermano, puede que ahora mismo Valentina la esté pasando terrible con toda esta noticia.

—No es tu problema —parece como si me leyera la mente—No te agobies con eso, si no es tu problema no te metas.

No es mi problema. Tiene razón.
<Pero es mi amiga> Aún así no es mi problema, no tengo porqué ayudarla.

Elena se despide de sus hijos. Los niños no se quieren quedar pero mi madre les da palabras de motivación y le jura a Elena que los cuidarán con sus vidas.

Ella se despide una y otra vez. Hermes se ha separado de Valentina y está con Elena... ¡Él la consuela!

Pero eso no es todo. Mi hermano va a dejarla hasta afuera, al patio, y se cuchichean cosas mientras que traen a los dos niños en brazos.
Los miro y es como si mirase a una familia.

Elena le entrega a Apolo y ahora él trae a los dos niños colgados de los brazos.
Le da un beso a cada uno, después uno también a Hermes en la mejilla y se va de ahí.

Valentina también mira todo; callada.
Mi hermano la observa irse hasta que ya no la ven.
Puedo observar una pizca de tristeza en la mirada de él, pero no tanto como la decepción que tiene Valentina.

Entramos de nuevo en silencio. Todo es tan incomodo.

—Papi Hermes...

—Soy papi nada más. No tienen por qué decir mi nombre porque yo soy su único padre.

—Papi... ¿tardaremos mucho en ver a mami?

—Haré todo lo que pueda para que la vean por videollamada lo antes posible.

—¿La vas a cuidar como la cuida Brandon?

—No conozco a ese hijo de puta. Así que no puedo decir nada.

—¿Hijo de puta?—repite Apolo y mi madre fulmina a Hermes.

—Niños, ¿tienen hambre?

—Sí abuela.

—¿Tú tienes hambre Apolo?

—Quiero a papi Brandon.

—Brandon no es tu papi, yo si soy —Hermes lo vuelve a cargar—No crean que sólo para ustedes es difícil. Me acabo de enterar de sus existencias y no sé cómo sentirme al respecto. Propongo que nos vayamos acoplando poco a poco, pero hay que ser un equipo ¿vale?—Se agacha para también cargar a Helios—No los he presentado. Esa que ven ahí es su tía Karol.

Sonrío después de mucho rato y me acerco a ellos.

—Helios, Apolo, bienvenidos a la familia.

Ambos esconden las cabezas en el cuello de su padre y me roban el corazón.

—Yo soy su tío Ruggero. Pero llámenme señor.

—No eres tío de ellos, no eres nada de mi hermana —Pasquarelli está apunto de protestar pero Hermes no lo deja—Y esa rubia es Valentina. Es mi novia.

Eso parece llamarles la atención a ambos pues sacan sus cabezas de sus escondites y la observan al mismo tiempo.
Valentina sigue en shock, pero aún así sonríe.

—¿Una novia? ¿Como mami que tiene a papi Brandon?

Y una vez más mi hermano rueda los ojos.

—Si, así. Pero llámenla solo por su nombre.

—¿Mami Valentina?—Mi amiga abre la boca asombrada pero Hermes se adelanta a hablar.

—No. Sólo Valentina.

—Vengan niños, vamos a cenar porque ya es tarde —Les habla mi madre y ellos vuelven a esconderse en el cuello de su padre. La escena es tan adorable que casi me dan ganas de vomitar de ternura.

Todos se dirigen a la mesa. Excepto nosotros que nos quedamos ahí de pie.

—Ya me voy.

—Voy contigo —sonríe malvado—Quita esa asquerosa sonrisa.

—Vámonos antes de que tu mamá se dé cuenta.

Me toma de la mano y salimos corriendo. No sé si mi madre se dio cuenta; y si así fue la verdad ni me interesa.

Corremos hasta llegar a su coche y me abre la puerta de prisa. Para cuando reacciono ya estamos camino a un antro como si fuéramos dos prófugos de la justicia. En este caso la justicia sería mi madre y su castigo de no darme permiso de salir.
Pero no me apetece quedarme en ese incómodo momento y aunque ahora sienta que adoro a mis sobrinos, lo cierto es que me voy por Valentina.

No sé nada de lo que pasará más adelante o si es que vayan a terminar a causa de ello.
Pero no es mi problema, así que no me importa.

[...]

Es una discoteca de Ruggero. Jamás había estado aquí, y no sé cómo sentirme al respecto porque este me gusta mucho más.
Es todo muy exótico pero a la vez un toque de elegancia. En las esquinas hay mujeres bailando en tubos dentro de cápsulas de vidrio pero como es fin de año el lugar está repleto de personas.
Ruggero me toma de la mano y nos adentramos a la zona privada donde está más extravagante. Es como si fuera un prostibulo de los finos, con prostitutas de las caras.

—Pide lo que quieras princesa.

—¿Bailamos?

—Yo no bailo.

—¿Me dejarás bailar sola entonces?

—No tengo problemas con eso.

—Pues espero que no te moleste que me vaya a bailar con aquellos chavos guapos.

—No soy celoso, es bueno compartir —sonrío—Solo que no te pongan la mano encima ni te besen.

—Me parece bien —Me voy de esa área y lo primero que hago es beberme un trago de Whisky.

El lugar es de dos pisos, yo estoy en el de abajo y sé que el sujeto trajeado de arriba que me está mirando es Ruggero, pero no me importa.

Me uno a un grupo de chicas que bailan como si no hubiera un mañana y me pierdo en la música del Dj.

[...]

Las Diez con cuarenta minutos. Es lo que marca el gran reloj de la pared. Las personas están más ebrias que nada y ahora me encuentro bailándole a un sujeto que en mi vida había visto.
No me molesta bailar con desconocidos, y aunque yo afirme que no tengo ninguna relación con Ruggero, me gusta que no se ponga celoso.

—¿Vamos a sentarnos con mis amigos?—me grita el tipo y yo asiento.

Para las once ya me he tomado dos margaritas sencillas porque no quiero terminar con resaca.

Las once veinte y me he hecho amiga de los chicos que están ahí, ya he bailado con todos en la mesa y ya me estoy cansando.
Diez minutos después me tomo otra margarita con ellos hasta que pasan cinco minutos y recuerdo que he venido con acompañante.

Ya casi son las doce de la noche, o sea Año Nuevo, y me despido de los chicos para irme de allí.
Ellos me insisten en que no me vaya pero no me apetecería que desconocidos fueran los primeros a los que les dijera el típico "Feliz Año Nuevo" y además en los antros suelen besarse con las personas a sus lados para iniciar un buen año.
O bueno, dicen que es de la buena suerte, pero obligatoriamente debe de ser un desconocido.

Subo con mi bebida y la dejo de lado cuando veo a Ruggero fumando en un amplio sofá negro rodeado de mujeres que no se si sean prostitutas o clientes.

Dos de ellas se les sientan en cada una de las piernas. Veo como él palmea sus traseros y me da igual.

Veo mi objetivo; un tubo en el centro de todo esto y me dirijo a el.
La música es electrónica, pero en esta área no retumba tanto y eso la hace más privada.
Me subo más mi vestido y meneo mis caderas sujetándome de este.
Enrollo mis piernas dando ligeras vueltas para divertirme y acto seguido empiezo a rosar mi cuerpo seductoramente.

Pasan minutos y me siento en el paraíso.
Me gusta que alaben mi inteligencia, pero también me gusta que alaben mi belleza como lo hacen las personas a mi alrededor que me observan con deseo.

Llego a un momento en donde ya no bailo para mi, sino que bailo para ellos.
Doy gracias porque Valentina me haya ocultado mejor los moretones con maquillaje porque sino me vería horrible.

Valentina.

Recuerdo a mi amiga y tal vez lo terrible que la ha de estar pasando.
Pero sólo se me viene su recuerdo como algo fugaz porque lo dejo de lado y me concentro en mi y en mi felicidad.
Soy egoísta, pero no me importa.

—¿Un martini?—Me ofrece un camarero y yo lo tomo y me lo bebo de un solo trago.
El hombre me sonríe con lujuria pero a fin de cuentas se va y deja que los demás me sigan mirando.

No sé cómo pasa pero ahora las luces de colores caen sobre mi y ahí me doy cuenta que de stripper no me iría nada mal.


El marcador se pone en las once cuarenta y cinco y me detengo porque me aburro.
Por inercia mi mirada cae en el rey que sigue con las mujeres en las piernas pero manteniendo los ojos fijos en mi.
Las demás le siguen bailando y de repente me dan ganas de bailarle yo también.

Escucho bufidos de los demás espectadores cuando me alejo del tubo pero ahora mi nuevo objetivo me penetra a más no poder.
¿Qué hice?
Me les uní a las chicas y le comencé a bailar al hombre de rulos.

Pasaba mis manos por mi cuello hasta mi cabello de la forma más seductora. Pero no sólo bailaba para satisfacerlo, lo hacía también para mi.
No hay otra persona en este lugar que me vea como la manera en que lo hace él. Lo hace con una mezcla de deseo, pasión, lujuria y un toque de alabancia que me hace sentir una diosa de verdad.

Me miraba, sin embargo no soltaba el trasero de la ahora única mujer que tenía en sus piernas.
Me gusta sentirme así, me gusta que me admiren y me gusta sobresalir entre los demás.

Ruggero me hacía sentir superior.

Los minutos se fueron pasando a nuestro alrededor y ahí estaba, sintiéndome la mujer más hermosa del planeta por el hombre que no despegaba sus ojos de los míos más que para admirar mi cuerpo.

Es como si el tiempo se hubiera detenido a nuestro alrededor y las ganas me invadieron.
Me senté en su otra pierna libre. No dudó en soltar a la otra chica y atacarme con sus labios sobre los míos.

Calientes por el alcohol.

No un beso suave, sino uno salvaje y con deseo como siempre me los suele dar. La única diferencia es que ahora la tensión entre nosotros era tan grande que las chicas tuvieron que irse porque el rey ya no les prestaba atención.

No nos importó que hubieran gente viéndonos, nosotros estábamos en nuestra burbuja y nadie nos podía sacar de ellas.
Me puse a horcajadas de su cuerpo y no sé si fue por la adrenalina del alcohol pero me sentía más caliente que nunca en mi vida.
Lo quería dentro de mi y eso era lo que obtendría.

—Ah...—su gemido en mi boca fue el borde de mi clímax—Nena estás muy caliente.

—Te deseo.

—Abajo bailabas con hombres —Aprieta mi trasero—Esos inútiles creían que bailabas con ellos y para ellos pero bailabas para mi, te vi, te conozco.

—No vale la pena mentir —le doy la razón con una sonrisa de lujuria.

—Y aquí arriba en el tubo... uf, eres tan salvaje.

—En el tubo bailaba para ellos, tú estabas con las prostitutas.

—En mi antro no tengo prostitutas. Tengo strippers y las que me bailaban eran clientas deseosas por mi atención.

—Pero tu atención sólo estaba en mi —Ahora él sonríe—Quiero coger, lo necesito, porque siento que me vendré con solo estarme rosando con tu pantalón.

—Permito que te vean, que te alaben y envidien las demás personas porque eso es lo que te mereces —Besa mi cuello—Pero no eres una prostituta para dar un numerito aquí frente a todos.

—A mi no me molestaría.

—Pero a mi si. Eres mi mujer, no una cualquiera.

Muerdo su oreja sin dejar de moverme sobre su regazo. No me importa nada, sólo quiero liberar nuestra tensión sexual.

—¿Y qué harás? ¿No me cogerás?

—Por supuesto que si —Observo que truena los dedos a alguien y en dos segundos ya hay dos tipos que trabajan ahí a nuestro lado—Libérenme ésta aria, quiero estar a solas con mi mujer.

—Como ordene señor.

Y así, en menos de dos minutos la zona VIP estaba vacía para nosotros.
El momento había llegado.

Los segundos pasaban pero era como si de nuevo nuestro tiempo se detuviera.
Me tumbó en el sofá en la estrofa del comienzo de The Hills de The Weeknd  y se posicionó sobre mi para llenarme de besos calientes y con intensidad.

Era un ambiente jodidamente caliente. Las luces de colores se convirtieron en rojas y cuando el coro de la canción llegó, Ruggero se clava en mi y yo clavo mis uñas en su espalda que seguro le dejará marca aunque tenga su camisa puesta.

Los gemidos se mezclan con la canción y que me gruña en el oído lo hace tan excitante.

Entra y sale sin piedad como si me quisiera destrozar pero no lo hace porque a mi me gusta.
Con maldad y elegancia.

—Dale princesa, córrete para mi.

—Me prende tu maldito acento italiano —Me sonríe y siento que con ese gesto ya quiero venirme—Más, dame más, no pares.

—Soy todo tuyo nena, estoy a tus pies.

Dejamos de hablar y sentía que las lágrimas se me querían salir pero por lo rico del momento.

Seguía clavándose en mi y dándome besos húmedos hasta que dejó de ponerle atención a mis labios y cuello para mirarme penetrante.
De mi boca salían pequeños gemidos pero de la de él ya no. De la de él salían ruidos desde lo profundo de su garganta.

Entonces, sentí como se corrió dentro de mi y eso me ocasionó también mi orgasmo.
El ruido de los demás nos invadió y comprendimos que ya era Año Nuevo.
No tengo idea si nos vinimos cuando el marcador marcó las doce en punto, pero hubiera sido sensacional.

De su frente le escurre sudor pero la magnífica sonrisa nadie se la quita.

—Feliz año —me besa—Es una buena forma de iniciar, ¿No crees?

—¿Tú clavado en mi?

—Pues es mi lugar favorito.

—¿Tu lugar favorito es dentro de mi vagina? Que asco.

—Mi lugar favorito es contigo. Pero el toque de que mi verga esté dentro de ti lo hace fabuloso.

Nos quedamos en unos segundos de silencio. Pero sólo fue eso, unos segundos, porque después nos carcajeamos como nunca lo habíamos hecho.

[...]

A las tres de la mañana me acompaña a mi casa y creo que jamás lo había visto tan feliz, porque accede quedarse conmigo. El problema es tener que subir las escaleras sin hacer ruido porque ya todos están dormidos y seguro que mañana me espera el peor castigo de todos.
Cosa que tampoco es que me importe.

Hemos dejado todo lo cachondo en la discoteca y venimos exhaustos.
Entro de corrido a la ducha y aunque él se metiera conmigo, no hemos hecho mas que bañarnos.

[...]

Es pequeña la cruda con la que nos levantamos. Nos hubiera gustado seguir durmiendo pero llamaron a la puerta y no nos dio tiempo de pararnos de la cama. Hermes entró, pero a Ruggero no le importó y siguió tratando de dormir.

—Karol, mamá está furiosa porque te has ido anoche aún sabiendo que era un día importante para ella.

—Es muy temprano para sermones.

—Son las tres de la tarde.

—Lárgate Hermes.

—Necesito que me cuides a los niños. Quieren jugo e iré a traerles.

No es mi problema.

—Karol...

—No son mis hijos.

—Te estoy pidiendo un favor. Ahora mueve tu maldito culo de la cama o te los mandaré para acá.

—¿Y si le dices a Valentina?

—Se fue.

—¿Se enojaron?

—No es tu asunto.

—Tampoco los niños y aún así los voy a cuidar. ¿Por qué no le dices a mamá?

—Ha ido a la iglesia.

—Bien, ya voy.

Observa por un momento a Ruggero como queriendo decir algo pero al final se guarda sus comentarios y se va.

Con mucha flojera me levanto y agradezco por estar vestida con la pijama y no desnuda.
Me cepillo los dientes y salgo de ahí hacia la habitación de alado.
Hermes ya se fue, los niños están en su cama con sus pijamas aún puestas y acurrucados en el centro de las colchas.
Me acuesto a un lado de Helios y me pongo a ver sus caricaturas.

Pasa media hora, ninguno de los dos ha hablado y siento de nuevo que son mudos.
Creí que se habían dormido pero me equivoqué porque están muy concentrados en el perro que habla de la televisión.

—¿No crees que estás muy grande para chuparte el dedo, Apolo?—Le digo pero no me contesta—¿Suelen ser siempre callados?

—¿Y papi?—Habla Helios.

—Fue por jugo para ustedes.

—¿Falta mucho para que llegue?

—No debe de tardar —hago una pausa—¿Dónde vivían antes?

—Con mami y papi.

—Que no te escuche Hermes decir eso. Él es su único padre.

—Brandon dice que lo llamemos papi. Queremos a Brandon.

—¿Se han tomado de sorpresa saber que tenían otro papá?—Apolo sigue sin hablar.

—Mami nos platicó de papi Hermes en el camino.

—¿Ah sí? ¿Qué dijo?

—Que era el mejor papi del mundo y que él nos mantendría a salvo. Que no le hiciéramos mucho caos y que veríamos a nuestros abuelos.

—¿Dónde vivían antes?—vuelvo a preguntar ya que hace unos segundos no me contestó bien mi pregunta.

—En una casa enorme. Teníamos muchos juguetes y nos contaban cuentos por las noches.

—¿En qué ciudad?

—Papi Hermes no nos quiso contar un cuento en la noche. Tampoco nos trajimos nuestros juguetes porque cuando la policía llegó no pudimos empacar nada más que lo que trajo mami de ropa para nosotros.

—¿La policía entró a su casa?

—La policía es mala, muy mala —Helios empieza a ponerse triste y no se qué hacer cuando sus pequeños ojos se llenan de lágrimas. Su nariz se pone colorada como su boca que tiembla, ay no—No quiero que mi mami se vaya a la cárcel, tía.

—Tu mamá no se irá a la cárcel —Llega Hermes con la bolsa del súper—Y si eso pasa, yo la saco.

—¡Papi!—Después de mucho rato Apolo vuelve a hablar y se lanza en los brazos de mi hermano—Ven a ver las caricaturas con nosotros.

—Helios, no se cómo los educaba el marica de Brandon pero aquí la familia Sevilla tiene prohibido mostrar debilidad y llorar —el pequeño niño se levanta de la cama y se acerca a su padre—No quiero volver a verlos tristes y no quiero siquiera que me bajen la cabeza o la mirada.
Tienen mi apellido, por lo tanto son guerreros.

—Sí papi.

—Sí papi.

Helios se saca las lágrimas enseguida y ahora veo como mi hermano les da sus jugos.

—Karol, me será imposible cuidar de los niños.

—Qué pena.

—Necesito que te hagas cargo de ellos mientras yo no esté.

—Qué pena, estoy muy ocupada.

—Karol...

—Yo no soy niñera Hermes.

—Te pagaré.

Me pagará. Prácticamente es un trabajo. Contaré con comodidades y lo único que tengo que hacer es cuidar a dos niños que muy apenas hablan.

—Hecho.

—Gracias.

—Señor —Apolo vuelve a hablar y vemos que es a Ruggero que tiene el torso desnudo.

—Buenas tardes.

—¿Ya te vas?—Le pregunto y camino hacia él para salir de la habitación—Espero que hayas descansado.

—No me la había pasado tan genial como anoche.

Mi respiración se acelera un poco al recordarlo todo.
El antro, margaritas, un tubo, Ruggero viéndome bailar, mujeres bailándole a él, el deseo, las luces, los gemidos, sus embestidas, sus gruñidos en mi oído, las caricias y besos, el calor joder el maldito calor que sentía.
Pero nada se compara con su mirada de oscuridad que me daba.

—¿Qué piensas?

—En ti. —sonríe con arrogancia.

—Pues esos pensamientos sucios déjalos de lado. Ya es hora de que me vaya y prefiero ahorrarme el sermón de tu madre cuando te vea y te regañe. O más bien me quiero evitar las groserías que le diré, ando de buenas como para que me joda esa bruja.

—Que te vaya bien.

Me besa y por un instante siento aquel calor que me provocan sus labios.
Hubiera querido más, sino fuera porque se fue y lo último que escuché fue la puerta abrirse y cerrarse.

...
Qué les pareció el capítulo de hoy<3

Mabel Paz

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