𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑨𝒅𝒉𝒂𝒓𝒂:
Después de una visita rápida a Londres para comprar lo que necesitaba en el callejón Diagon, me encontraba organizando mi maleta para volver a Hogwarts. Mañana tendría que estar junto con Dylan en el andén nueve y tres cuartos un poco antes de las once para subir al tren. Con él nos estábamos quedando en el Caldero Chorreante, nuestros padres seguían en Noruega pero ya comenzarían las clases y no nos podían acompañar. Nos cruzamos con Harry Potter y sus amigos, me burle de la cara de sorpresa que puso Dylan al saber quien era ese niño de pelo alborotado con su cicatriz en la frente.
Guardé mi uniforme junto con mi varita y los nuevos libros de este año, también una foto de mis padres para recordarlos mientras no estuviese. Estaba terminando cuando note que me faltaba solo una cosa, la foto con Oliver. Sonreí al verla, capaz no este tan enojado, capaz pueda explicarle que no me quise ir, capaz pueda decirle lo mucho que lo sigo amando y pedirle que me de otra oportunidad.
La guardé en cierre interno y cerré mi maleta dejándola a un lado. Al otro día salimos junto con Dylan en su moto hacia la estación.
- ¿Emocionada por volver? - Preguntó irónicamente mientras sobrepasábamos invisibles a todos los muggles. Me quedé en silencio unos segundos, realmente no sabía si estaba emocionada o aterrada, simplemente no sabía que esperar.
- Nerviosa - Contesté, sintiendo el viento chocar contra mis oídos y mi cabello desordenándose.
- Tranquila, darling, si quieres llorar puedes esconderte bajo mi chaqueta - Aprovechando que mis brazos rodeaban su estomago le pegué fuerte, el soltó un gruñido como queja y se rió segundos después.
Al llegar nos escondimos detrás de un edificio cercano a la estación y Dylan sacó su varita pronunciando un "Reducio!", haciendo que su moto se hiciese tan pequeña como para llevarla en el bolsillo. La guardó y caminamos hasta dentro de King's Cross dirigiéndonos al andén nueve y tres cuartos. Llevábamos nuestras maletas y la jaula de Whitesheep en nuestras manos. Mientras los muggles no nos veían cruzamos por el muro justo cuando sonaron las 10:50hs.
El lugar estaba repleto de personas, como todos los años. Los niños de primero nerviosos con sus túnicas negras y grises, los de ultimo año subiéndose por ultima vez al tren, y los padres despidiéndose de sus hijos.
- ¿Siempre es así? - Preguntó Dylan señalando el bullicio de gente y a los niños irritables.
- Si, es exactamente como lo recordaba - Contesté esbozando una sonrisa.
No vi a Camila, Allison, Mateo u Oliver por ninguna parte así que entramos al tren y nos sentamos en un vagón vacío ubicando nuestras maletas en los estantes sobre nuestras cabezas y dejando descansar a Whitesheep a mi costado. Tuvimos suerte de encontrar un lugar vacío al estar a punto de salir.
Después de unos minutos el sonido del tren tocó y comenzó a ponerse en movimiento lentamente, nosotros no teníamos que saludar a nadie así que simplemente nos quedamos sentados viendo por la ventana como nos alejábamos de la estación y comenzábamos el viaje hasta Hogwarts. Mi corazón se aceleró, no creía poder volver debido al riesgo pero me sentía alegre que volver a sentir el incomodo almohadón de los vagones, y de ver el sucio pero útil cristal de las ventanas. Esbocé una sonrisa y me acomodé en mi asiento suspirando e intentando calmar mis latidos. Dylan, quien estaba sentado en frente de mí, me observaba con curiosidad y seriedad al mismo tiempo, me miró de arriba a abajo con un toque de arrogancia y se estiró ligeramente desviando su mirada a la ventana.
- ¿Que? - Pregunté cuando volvió a mirarme, sonreí divertida de los nervios.
- Nada - Negó con la cabeza.
El viaje siguió así durante una hora. Ambos intentamos dormir pero al no conseguirlo nos pusimos a charlar sobre Ilvermorny y Hogwarts, las diferencias e historias de cada una. Era interesante saber sobre las costumbres allí y el origen de la primera escuela en Estados Unidos, que se había hecho tan popular como Hogwarts en los últimos años por su modernidad en cuanto al progreso académico. A él no le gustaba hablar demasiado, pero le gustaba escucharme. Me prestaba atención y aunque de vez en cuando fingía desinterés poco rato después volvía a preguntarme más cosas.
- Niños, ¿Querrán algo para comer? - Preguntó la señora del carrito desde fuera interrumpiendo mi charla, iba a responderle pero escuché que alguien desde fuera le respondía.
- ¡Yo sí! Se me antoja algunos chocolates - Rió una voz muy familiar desde fuera.
- Allison, procura no gastar todo tu dinero - Sonreí y abrí la puerta casi de golpe cruzando miradas con las chicas - ¿Adhara? - Preguntó Camila sorprendida al verme.
Ambas estaban muy hermosas, Allison se había cortado el pelo y teñido de rubio en las puntas. Camila seguía con su sorprendente cabello negro pero se notaba que era una chica de 17 años. Rápidamente corrieron hasta mí evitando a la señora del carrito y me abrazaron tan fuerte que casi me caigo.
- ¡No lo puedo creer! Creí que estarías a kilómetros de distancia - Admitió Camila al separarnos.
- No sabes lo mucho que te extrañamos - Allison parecía estar a punto de llorar, yo solo me reí suavemente dedicándoles mi mejor sonrisa.
- Hubo un cambio de planes, pero no es seguro hablar aquí - Dije mirando a mi alrededor con una voz suave, ambas asintieron comprendiendo y miraron detrás de mi espalda.
- ¿Quién es él? - Preguntó Camila señalando a Dylan. Él se levantó de su asiento acercándose a la puerta. Cuando estuvo a mi lado se apoyó con un brazo en el marco de la misma y dio una media sonrisa encantadora.
- Me llamo Dylan, seré la niñera de Adhara este año - Su voz arrogante combinada con su acento estadounidense me sacaba de quicio.
- ¡Cierra la boca! - Exclamé apartándolo de la puerta con un empujón - Un amigo extranjero, nadie importante - Sonreí nerviosa. Ellas asintieron y entraron sentándose junto a nosotros.
Una vez estuvimos mas tranquilos decidí preguntar algo que me lo estaba guardando en la garganta - ¿Y Oliver, como se encuentra? - Pregunté con voz tímida, cosa que nunca esperé tener.
Dylan me miró serio, él tuvo que soportar mis llantos en la noche y su consejo fue olvidarme de él y pasar página, pero en algún momento tendría que preguntar. Ambas me miraron sin saber que decir, eso no sería nada bueno.
- Hay algo que debemos contarte... - Dijo Allison en voz baja pero audible, desviando la mirada al suelo y tocándose los dedos nerviosamente.
- Oliver... - Comenzó Camila, yo alcé las cejas indicándole que siguiera - Volvió con Millie durante el verano - Esa frase llegó como una patada a mi estomago, por un momento no pude sentir los latidos de mi corazon y mis piernas temblaron ligeramente.
Respiré hondo aguantando las lagrimas y pensando en cualquier otra cosa para no llorar. ¿Que se hubiese enojado porque me fui? Esta bien, ¿Pero que se haya puesto de novio con McBeck? Eso era cruel. Yo sabía que avisé que no volvería a Hogwarts en un largo tiempo, que capaz no me volvieran a ver, pero ¿Tan rápido se olvido de mí?
Tragué en seco asintiendo con la cabeza, Dylan posó su mano sobre mi rodilla, llamando mi atención y haciéndome mirarlo. Me dedicó una media sonrisa y con su dedo pulgar acarició levemente mi pierna en forma de apoyo.
- Esta todo bien - Mentí, pero ¿Que otra cosa podía hacer? - ¿Que hicieron en las vacaciones? - Les pregunté a las chicas cambiando de tema, ellas rápidamente entendieron y comenzaron a contarnos su viaje de dos semanas a Francia, de como conocieron a varios estudiantes de Beauxbatons, y de la extravagante comida que probaron.
Cuando finalmente llegamos, bajamos del tren con nuestras maletas en mano. Le sonreí a Hagrid, quien estaba acumulando a los de primer año para ir a Hogwarts con los botes, él me devolvió la sonrisa y me saludó con la mano de lejos. Estábamos esperando nuestro turno para subirnos a los carruajes cuando vi a Oliver bajar junto con Mateo del tren a lo lejos, mi corazón dio un vuelco. Estaba más alto, sin duda alguna, y parecía haber estado entrenando el doble este verano debido a que su camiseta le marcaba la espalda. Tragué en seco y desvié mi mirada devuelta hacia las chicas, fue una apuñalada al corazón enterarme lo de Millie, no tenía que seguir torturándome al verlo caminar.
Dylan ya vestía su uniforme de Hogwarts en gris ya que todavía no le habían asignado casa. Los extranjeros eran asignados con el sombrero seleccionador al terminar con los de primero. Todos los años llegaban nuevos así que para su suerte no sería el único alumno mayor de once años que esperaría impaciente para saber cual es su casa.
Al llegar con las chicas nos sentamos en la mesa de Slytherin mientras que él se ubicó a un lateral del gran comedor junto con tres extranjeros más a esperar su turno. Me obligué a no buscar con la mirada a Oliver en la mesa de Gryffindor, evitaba girar la cabeza y me sentaba de espaldas para facilitármelo un poco.
Cuando los de primero ya habían sido asignados fue el turno de los nuevos. Dylan fue el ultimo, se sentó calmado en el banquito de madera y dejó que la profesora McGonagall metiera su cabeza dentro del sombrero. Pocos segundos después este tomó una decisión.
- ¡Slytherin! - Exclamó el sombrero. La mesa estalló en aplausos y yo me levanté emocionada silbando con furor. No me llevaba del todo bien con Dylan, no podría decir que somos los mejores amigos, pero si es verdad que me ha sido de ayuda este ultimo tiempo y le prometí a su madre cuidarlo, así que cumpliría con mi promesa.
El profesor Dumbledore nos advirtió sobre Sirius Black para después comenzar la cena. Al terminar nos dirigimos a nuestra sala común junto con los demás estudiantes. Dylan tuvo que ir con el prefecto de nuestra casa para que le den el tour habitual, pero con las chicas nos dirigimos a nuestras habitaciones para descansar. Había sido un día largo y cansador de distintas formas pero todas igual de exhaustivas, así que me dejé caer sobre la cama después de bañarme y ponerme el pijama y caí dormida en pocos minutos.