Tú, Yo y El Mal

By MabelPazAvalos

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Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... More

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 9 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 11 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 23 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 25 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 30 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 36 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 40 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 49 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 53 •
• CAPÍTULO 54 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 58 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 80 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 37 •

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By MabelPazAvalos

Dos días después siento que mi vida vuelve a ser la de antes. Claro, la de antes pero aún sin dinero.
Hace dos días me enteré que Ruggero tenía que viajar a no sé qué ciudad por un tema de negocios y he estado disfrutando de mi vida en paz.

Conduzco el coche de Liam hacia la casa de Valentina para irla a dejar. Ella viene a mi lado, y mi amigo viene en el asiento de atrás con su brazo enrollado con el de su novia.
Si, se escucha muy extraño decir que Liam tiene novia pero así son las cosas.

—Mi amor, me encantaría conocer a tus padres.

—Ellos salen mucho de viaje, seguramente no estén en casa.

—Ow, es una pena —Un largo silencio se apodara del auto hasta que ella vuelve a hablar—Mi amor.

—¿Sí?

—¿Pasaremos la cena de noche buena juntos?

Valentina y yo nos miramos de reojo. Pero ella lo hace más bien con un tono de fastidio e irritación.
Y no porque Sophia la irrite, ella es linda y buena, bueno, cuando le conviene. Sino que está irritada porque sigue enojada con Hermes.

—¿Quieres pasarla conmigo?

—¡Claro! Prepararé con Antonella una rica cena...

—No.

—¿No?

—Será en mi casa. Puede que estemos solos porque mis papás suelen salir.

—Pero yo quiero estar con Dalton... Seguro que le alegrará mi presencia en esa fecha tan especial.

Y ese era el plan de Liam. Él quiere desesperar a Sophia hasta que se canse de él.
Pero dudo que funcione, a mi no me funcionó.

—Es Dalton o soy yo. Tú eliges.

—No me hagas esto mi amor. A ti te amo con todo mi corazón pero Dalton está en cama y muy apenas habla muy poco. Dalton es como mi hermano.

—Es una lástima. Entonces me iré a alguna fiesta en algún malecón. Hoy tuve una invitación de unas amigas para ir a...

—¡No! Bien, la pasaremos juntos en tu casa. A ver cómo se lo digo a los chicos.

Eso último la hace pensar mucho y provoca un gran silencio hasta llegar a la casa de Valentina.
Pero las cosas tampoco resultan sencillas para mi amiga porque afuera de esta estaba mi hermano hablando por teléfono.

—Agh, no por favor —Susurra y Hermes al percatarse de nosotros cuelga y se dirige a mi ventanilla.

—Karol, que bueno que te veo aquí porque no me iba a alcanzar el tiempo para ir y despedirme de ti.

—¿Adónde vas?

—A salir de la ciudad y... espera, ¿por qué conduces? Te recuerdo que no tienes licencia.

—De ahí venimos —Contesta Sophia antes que yo—Karol acaba de sacar su licencia de conducir.

—Hola Soph.

—Te echamos de menos en la casa Hermes. Ruggero ahora siempre está muy enojado y me suele regañar con mucha frecuencia. Pero no es algo personal, o eso espero. Ahora solo hay un buen científico y Ruggero se ha tenido que encerrar también en el laboratorio.

—No sabía que él supiera de esas cosas. —Digo y Hermes me responde.

—Ruggero sabe hacer de todo pero no le gusta ensuciarse las manos. Él también sabe hacer mezclas y armas misiles.

—Tal vez si regresan a la casa todo volvería a la normalidad...

—No.

—No.

—A Dalton le haría bien. Ana aún no aparece y Bruno sigue sospechando de que ella es la soplona. Cosa que no es verdad, ella sería incapaz.

—No queremos saber nada de ellos, Soph. Preferiría que no digas nada —Hermes suspira—Nos vemos luego hermana, será un viaje rápido de ida y de regreso.

—Bien.

—Adiós. —Besa mi frente y le da la vuelta al coche para que de la nada abra la puerta de Valentina y sin darle permiso de hablar, la tome de la cabeza y profundice un largo beso que hasta a mi me robaria el aliento—Vine para que fuéramos a ver nuestra casa, pero me tengo que ir mi amor.

—¿Nuestra casa? ¿Mi amor? —Pregunta.

—Tus padres te darán permiso porque se trata de mi con quien te irás a vivir —La vuelve a besar—Así que ve haciendo tus maletas que cuando regrese me las llevaré. Es la casa que te había gustado.

—Hermes, no estamos saliendo.

—Oh. Tienes razón —Frunce el ceño—¿Quieres ser mi novia?

—No.

—Lo tomaré como un sí —Mi hermano sonríe y como si Valentina fuera la persona más amada por él, une su frente con la suya y cierra los ojos de una forma muy ridícula y especial—Te amo.

Se me eriza la piel al escuchar aquellas palabras.

—¿Perdón?

—Te amo. Dime que me amas.

—Te amo...

—Eso es lo que anhelaba escuchar de tus labios.

Y ahí estaba yo. Mirando tal escena tan romántica de mi hermano con mi mejor amiga.
Miro al espejo retrovisor y también me encuentro con la escena de mi mejor amigo siendo mimado por su novia diciéndose cosas al oído como tontos enamorados.

Por un momento se me corta el mundo.

Hermes daría la vida por Valentina. Él ha comprado una casa para que pudieran vivir juntos y que nadie los interrumpa. Quiere que comiencen una verdadera relación formal.

Sophia acaba de abandonar una cena navideña con su familia. O bueno, con la familia Pasquarelli que también implica a su mejor amigo Dalton quien se encuentra en estado crítico de salud.
Lo ha dejado todo para irse con Liam.
Ella es capas de matar a todos los que le hagan daño a mi amigo.

Y luego estoy yo.
Yo no tengo a nadie.
Derek se me viene a la cabeza pero sólo como un recuerdo borroso que es sustituido por el de Ruggero.

Suspiro. Ruggero Pasquarelli no es capaz de morir por mí porque no me ama y no es que me afecte, es sólo que es lo más cercano a lo que tendré como una "relación".
Pero lo que debo de aceptar es que él sí es capaz de matar o torturar a todo aquel que se atreva a ofenderme.
Cosa que no necesito porque yo lo puedo hacer sola.

Jamás tendré a alguien como Hermes. Jamás tendré a alguien como Sophia o como Antonella que está ciegamente enamorada de Bruno. Tampoco tendré a alguien como el abuelo Sevilla que ama a mi abuela como si fuera una joya.

Flashback

—Sé feliz con él.

—Bien.

—Nadie se te igualará jamás. Me costará olvidarte pero creo que hiciste bien en pedir otro maestro de comercio, pues ese es el primer paso.

—Lo sé.

Nos quedamos en un silencio. Y si alguna vez nos despedimos, esta vez sí parece como una verdadera despedida.
Pero lo amo tanto que me dolería mucho verlo infeliz así que me tragué el amor que siento por él y hablé.

—Tú también sé feliz con alguien. Sal con mujeres, diviértete y ve a llevarlas a ver las estrellas como me lo dijiste.

—Te echare de menos, pequeña.

—No olvides que te amo. Jamás.

—Jamás.

Fin del Flashback

El corazón se me encoge.
Yo si tenia a un Hermes, a una Sophia, a un abuelo Sevilla o a una Antonella en mi vida.
Ese era Derek. El hombre al que siempre lo amaré.
El hombre que después de aquella despedida no lo he vuelto a ver.
Ha pasado ya dos semanas desde la ultima vez que lo vi. Mis horarios ya no cuadran con los suyos y la universidad es demasiado grande para cruzármelo en algún pasillo.
Pero así es mejor. Prefiero ya no verlo para que esté a salvo de mi y del estúpido de Ruggero. Ese idiota ya me amenazó con matar a toda mi familia para que esté a su total disposición que no creo que le afecte un simple maestro.

Pero si se llegase a enterar lo que tenemos él y yo, lo creo tan capaz de cortarle la cabeza y mandármela por paquetería.
Maldito hijo de puta, te odio.

Vuelvo a la realidad y observo que mi hermano sigue diciéndole cosas a Valentina. Cosas lindas.

—No somos novios. —Le dice ella.

—Vale, ¿te parece si vamos a cenar cuando regrese del viaje? Solos tú y yo en un lujoso restaurante.

—No creo que...

—Te pasaré a buscar a las siete. Haz tus maletas ¿si?

—Eres muy necio.

—Te amo. Ya me voy.

La besa una última vez y se marcha.

Valentina nos invita a bajar y aunque no quisiéramos como quiera lo hicimos porque la ayudaríamos con el equipaje.

[...]

Tras tal vez dos horas, ella me platica las infinidades de cosas que ama de mi hermano y aquí es donde me cuestiono, ¿No es que estaba enojada con él?

Por otro lado esta Liam con Sophia acurrucada en sus brazos. Ella le da besitos a mi amigo en la mejilla y éste le sonríe. Aquí también me pregunto, ¿no era que él no quería nada con ella?

—Liam mi amor, muero de hambre.

—¿Qué quieres comer mi vida?

—Comida china.

—Bien, yo te encargo tus rollos preferidos —Nos mira—Encargaré comida china, ¿crees que tus padres quieran? Para encargar un paquete familiar.

—Claro, encarga sus favoritos. Siempre los compras con comida china, por eso te adoran.

—No los compro, tus padres me adoran por ser yo mismo.

—No seas idiota. Si te quisieran por ser tú mismo no se avergonzarían la vez que viniste el día de pascua y te sentaste en todos los huevos.

—¡No empieces con eso...!—Ambos se carcajean pero Sophia se queda mirando a la nada.

Tiene una expresión de tristeza.
Ruggero me contó sobre ella y sobre que sus padres han muerto.
Seguro que por su cabeza se le pasa la idea de que le encantaría que Liam conociera a sus padres y que convivieran igual que como los padres de Valentina.

Después de que mis amigos dejaran de charlar, Liam vuelve a abrazar a Sophia y empieza a marcarle al restaurante chino.

Yo por otro lado sigo ayudando a empacar toda la ropa de Valentina. O bueno, no toda pero si la suficiente para que se la lleve con Hermes.

Ruggero Pasquarelli

Bajo del jet privado de la élite. Recién llego de arreglar unos casos en Bogotá Colombia.
Mi irritante y sabio padre viene conmigo por detrás y una vez que nos subimos a una camioneta, sigue parloteando del mismo tema que ya me tiene hasta la madre.

—Y tienes que hacer algo con él, aunque sea la decepción de la familia tienes que entender que es un Pasquarelli y que es tu hermano.

—Es mi hermano, no soy su estúpida niñera.

—Ruggero, por favor, deja de ser tan egoísta hasta con tu familia.

—Padre...

—Ruggero, hazlo por tu madre. Leo casi muere en una emboscada, necesita aprender un poco de defensa propia para que no necesite seguridad que lo defienda.

Suspira ya irritado.

—Te propongo un trato.

—Te escucho.

—Dámelo.

—¿A tu hermano?

—Si. Ustedes regresarán a Italia tarde o temprano. Bueno, pues déjenme a Leo para hacerlo un hombre de verdad. Ya se lo había propuesto a mi madre y se negó porque el niño se quiere salir de esto de la mafia y ser "alguien" importante.
Lo único que te pido a cambio es que convenzas a mamá de que me lo deje.

—Trato. Pero conviértelo en un hombre de verdad. Ya no quiero que sea esa pobre mariquita que se esconde detrás de sus dibujos.

—Yo te dije que no le pagaras esa carrera de diseño gráfico. Eso no le sirve de nada y me decepciona que tú hayas humillado así a la familia.

—Sabes que no puedo hacer nada con tu madre. Ella suele ser un poco convincente con el tema de Leo.

—Mamá es la mujer más dulce del mundo, sigo sin entender cómo es que esta enamorada de ti, un pobre hijo de puta completamente opuesto a ella.

—En este caso te regañaría y te golpearía por insultarme de tal manera. Pero lo cierto es que tienes razón, es algo que jamás entenderé yo tampoco.
Y no lo creas, me da miedo perderla algún día —Suspira—Hay un tipo que... un tipo que la trata bonito, la trata como si fuera de la realeza. Ella siempre le sonríe y se ríe de sus chistes buenos y malos. No sólo él, hay muchos que son así con ella pero siento que este es distinto, a él le tengo una jodida envidia.

—Mátalo.

—Ya maté a tres de sus amigos, uno más ya se vería muy sospechoso. Odio ver cuando llora.

—Odio que la hagas llorar.

—Pues por el que no ha parado de hacerlo es por ti. Por su grandísimo hijo que se le ocurrió comprar a una mujer inútil.

—No la compré. Karol me quiere.

—Esa mujer sólo se quiere a sí misma. Te aseguro que ni a su hermano lo quiere.

—Di lo que quieras.

—Cuando esa mujer ame a alguien, te darás cuenta en sus ojos.

—¿En sus ojos?

—A las personas suelen brillarles los ojos cuando ven a aquella persona. A "su media naranja" como suele decirle tu madre.

Esas últimas palabras me dejaron mucho en qué pensar.
¿Cómo se siente enamorarse? ¿Cómo se siente amar? ¿Cómo se siente encontrar a tu media naranja?

Amo a mi madre, y en lo personal, ninguna persona se le acerca a lo que siento por ella. Ni mi padre, ni mi hermano, ni mis amigos y ni Karol.
Tal vez nunca suceda, y no me importa.

[...]

Entro a mi mansión y lo primero que escucho es un irritante y fuerte ruido que proviene del salón principal. Mi madre, es ella quien tiene música y baila sola al ritmo de aquella movida melodía.
Mi padre le sonríe y cuando ella se da cuenta de nuestra presencia, puedo admirar aquel "brillo" que me mencionó Bruno hace rato. Ese brillo en los ojos.

—¡Baila conmigo amor!

—No creo que...

—¡Baila corazón!—Ella mueve los brazos muy divertida y hace que se ría de nuevo pero ahora a carcajadas. Lo toma del cuello y provoca que suelte todo lo que trae en manos para rodearle la cintura y bailar con ella.

Ambos se carcajean. Se miran a los ojos y bailan pegados cuerpo a cuerpo. Es como si no me vieran, como si no importasen los demás, como si no hubieran cámaras de seguridad y no les diera vergüenza.
No los entiendo, a mi no me gusta bailar, se me hace algo muy ridículo, absurdo, humillante y aburrido.

Suspiro, dándome la vuelta y yendo a mi oficina.
Quería estar en paz, descansar y desestresarme de la irritante compañía de mi padre en todo este viaje.

Pero tan sólo llegué y me senté, y Maxon ya había llegado a invadir mi espacio.

—¿Te fue bien?

—Un viaje cansado. Los colombianos querían mucha merca.

—La producimos muy rápido, pero el problema es que ya no está Simón. Nos hace falta un científico en su lugar y aunque Bratt se ha estado encargando, no es suficiente. Nuestros rendimientos no son buenos. Han disminuido un 5%.

—No me traigas problemas, me duele la cabeza.

—Bueno, sólo venía a contarte eso —Suspira—Bratt y yo íbamos a salir a divertirnos, ¿vienes? Hace tiempo que no salimos los tres.

—¿Adónde van?

—A ver a unas chicas.

—Tengo novia.

—¿Y? Vamos Ruggero, sal a distraerte un poco.

—Ahora el dolor de mi cabeza se llama Leo. Estoy hasta la madre de mi hermano y que tengo que educarlo.

—Puedes educarlo después. Vamos. Te esperamos abajo.

Lo veo salir y echo mi cabeza en el respaldo de la silla. De hecho no me había dado cuenta que mi oficina ya está decorada de navidad. Debió de hacerlo mi madre.

Tras diez minutos de darme un descanso me levanto y voy a la entrada donde me esperan mis amigos.
Ellos se la pasan hablando todo el camino sobre no sé qué cosas aburridas y yo me distraigo mirando por la ventanilla.
Si Leo va a formar parte de mi equipo, pues debo de educarlo bien. Pero no sé de qué forma comenzar ya que mi madre sigue aquí y ella siempre será su protectora contra Bruno y contra mi.

No se cuánto hacemos de camino, pero cuando reacciono ya estoy en un lugar lleno de prostitutas finas y caras.
Los chicos pagan un apartado lejos de todos y yo me dispongo a encender un porro y echarme en el gran sofá negro.

—Ya no andes con esa cara larga, mejor disfruta —Me dice Bratt.

—Tengo novia, Bratt.

—¿Y? No harás nada más que observar.

—Al menos que quieras echarte a la acción y follarte a una, pues nosotros no diremos nada.

—Exacto, no somos soplones. Karol es nuestra amiga pero tú también lo eres.

—Esperen, ¿o sea que si ella hace algo malo no me lo dirían por cubrirla?

—Es distinto. Tú eres nuestro mejor amigo. ¿Por qué te mentiríamos?

—Si, ¿por qué lo haríamos?

Cuadro chicas muy sexys se vienen a nuestro lugar y empiezan con un baile erótico. Me pierdo en las curvas de una morena con pequeña cintura y grandes tetas.
Le hago una seña con los dedos de que se acerque a mi y eso hace, me empieza a bailar sólo a mi.
Eso me gusta, adueñarme de las cosas.

A mamá no le gusta que venga a estos lugares, pero, bueno, ¡soy hombre! ¡Tengo necesidades!
Y si, tengo novia, pero no hago nada malo ¿o sí?
No me la estoy follando y para mi eso es suficiente.

—Hola guapo —Se me acerca otra morena—Se ve que necesitas distraerte, ¿muchos problemas?

Estiro la mano y toco su perfecto y formado culo.

—Muchos, ¿acaso quieres ayudarme?

—En todo lo que te pueda ayudar —Inclina su cabeza a mi pantalón—Usted manda.

—Yo siempre mando —Tomo su barbilla antes de que llegue más abajo—Y creo que no eres la indicada para hacerme una mamada.

—Dicen que soy buena en mi trabajo.

—No lo dudo.

—¿Entonces?

—Sólo báilame. No necesito darte explicaciones.

Sonríe con malicia y se aleja de mi al igual que la otra morena y siguen con sus bailes eróticos.

Maxon se está manoseando con una rubia. Me da asco ver que casi se follan aquí mismo.
Bratt derrama su dinero en las bragas de una castaña y cuando la toma de la mano se la lleva a una habitación para follar a gusto.

Vuelvo la vista a mis prostitutas.
La polla me empieza a palpitar y de repente me quiero desahogar con alguien.
Pero ninguna tiene la destreza y energía con lo que me lo hace mi mujer de ojos verdes.
Es horrible compararlas, es horrible pensar que ninguna me va a satisfacer como lo hace ella pero así son las cosas.

Suspiro irritado.

[...]

Dos horas. Tuve que ir al baño a jalármela y cuando me limpio las manos, voy directo a la salida.
Ellos pasarán tiempo aquí, así que desde hace rato un coche ya me espera afuera.

—A la mansión Sevilla.

—Sí señor.

Tardo veinte minutos de camino cuando vuelvo a pisar la enorme antigua casa de mi mujer.
Hades me espera en su salón principal y me estrecha la mano con respeto, tal y como lo hago yo.

—Buenas tardes suegro.

—Buenas tardes yerno. Sé a lo que viene. Me he enterado que mi mujer ha irrumpido en su mansión y...

—De eso me encargo yo. Y no, no vengo a eso.

—¿Entonces?

—Vengo a que me dé el informe sobre la búsqueda de mi colega Ana.

—Oh, la joven Ana. Es como si hubiera desaparecido de la tierra, no hay rastros de ella por ningún lado y ya he aumentado a mi gente más de tres veces.

—¿Y no hay absolutamente nada? ¿Ni un rastro de cabello?—Niega y suspiro—Ella adora estas fechas navideñas. No quería que se las perdiera.

—Hay una posibilidad de que la señorita Ana ya esté muerta.

—Lo sé. Y es una posibilidad enorme. Pero hasta que no encuentren su cuerpo no me meteré esa idea.

—¿Quieres tomar algo? ¿Un trago?

—Vine a visitarlo de corrido. Tengo otros asuntos que atender.

—Entiendo.

—Nos vemos luego. Y quiero respuestas de la investigación lo más antes posible sino me veré a la molestia de enfurecerme. Y si eso sucede, vuelan cabezas.

Hades asiente con la cabeza y vuelvo a estrechar su mano pero esta vez para despedirme.
Mi próxima parada es la mansión de vuelta. Para ser específico, mi hermano.

Le digo al chofer de que se vaya con mi gente de seguridad para yo conducir.
Pero el celular me vibra.

Sophia:
Hermano, me enteré que ya llegaste de Bogotá, ¿puedes venir por mi? No traigo coche.

Suspiro irritado. Está cerca de aquí.

Doy vuelta en la calle y le marco para que salga.
Frunzo el ceño cuando veo a ese tipo, el amigo de Karol, y se despide de ella con un beso en la boca.
Suspiro nuevamente irritado y arranco el coche cuando se sube.

—¿Cómo te fue? Llegaste muy rápido por mi, ¿estabas cerca?

—Si.

—Ya veo —Inhala y exhala aire—Estaba con Karol.

—¿Con mi mujer? No me sorprende. Ahora te la pasas mucho con su inútil amigo.

—No es inútil.

—¿No sabe disparar? Para mi es inútil.

—Ruggero...

—No. No quiero hablar de él.

—¿Podrías acaso escucharme?

—No.

—Hermano...

—No empieces.

—¡Eres igual a Bratt y Maxon! ¡Nunca me dejan ser feliz!

—No me levantes la voz porque te bajo del coche.

—Ruggero, yo quiero una familia.

—¿Qué?

—Ya sé que a mi familia la mataron y todo eso. Pero a mi me gustaría tener una para...

—Nosotros somos tu familia.

—Ustedes lo son cuando les conviene.

—Explícate. —Suspira.

—Quiero una familia en donde pueda llevar a mi novio para comer todos. Quiero que comamos pavo en el día de acción de gracias. Quiero poder hacer ese tipo de cosas ¿me explico?

—A ver si entiendo. ¿Quieres llevar a tu absurdo y estúpido novio a comer a la mansión?

—¡Si!

—Está bien.

—¿Hablas en serio?

—Claro. Tráelo cuando tengas a otro novio que no sea inútil. Hay muchos jóvenes mafiosos que quisieran estar contigo.

—¡No! ¡Es que no me entiendes! Yo amo a Liam. Liam me ama a mi y es algo que nunca vas a poder entender.

—Mira, eres inteligente como para saber que ese chico es como un ratón. Nosotros tus hermanos somos los gatos que odiamos al ratón y que se meta a la casa es como si lo quisieras matar.

—No lo pueden matar.

—Y no por ti, sino por Karol.

—¿puedes dejar de decir eso? Todos lo conocen por ser el amigo de Karol, su mejor amigo, parte de su familia, ¡No! ¡Liam es MI novio!

—Lo amenazaste.

—¡Me ama!

—Me entere de que le volaste la cabeza a tres tipas que le hablaban.

—Ellas no eran dignas de él.

—Te está volviendo estúpida. Y estúpida no me sirves.

—¡Voy a traer a Liam a comer a la casa! ¡Ese es el punto! Y no le van a decir malos comentarios, no lo van a insultar y lo van a tratar como se lo merece.
Son mi familia, quiéranme como parte de ustedes.

Un largo silencio se apodera del coche.
Sophia mantiene la frente en alto y me debatí mentalmente si de verdad vale la pena cumplirle su capricho.
Ella no es así, ella casi nunca nos pide favores y creo que sería bueno hacerlo.
Pocas veces menciona el tema de su familia muerta, entonces debe anhelar esto mucho.
La quiero como mi hermana, y debo ser buen hermano.

—Bien. Que venga mañana a comer. Le diré a Amelia que nos prepare algo diferente ya que viene un invitado ¿te parece?—La veo sonreír—Prometo no insultarlo, pero no prometo nada de tus demás hermanos ¿bien? De eso te encargas tú.

—¡Gracias Ruggero! ¡Gracias Gracias Gracias!

Se abalanza a mi cuerpo y hago una mueca cuando me besa en la mejilla.

—Te quiero Ruggero. Ya verás que Liam es mi persona indicada... tal vez hasta nos casemos.

—Lo dudo.

El resto del camino es irritante.
Como que ahora todo me irrita y no quiero culpar a mis amigos, es sólo que en todo el viaje de Bogotá mi padre me había estado molestando con el tema de mi hermano; ese inútil y bueno para nada.

Al llegar a la casa, mando a Sophia a que se haga cargo de hacerle compañía a Dalton y acepta sin dar reproches.
Ya es de noche, voy de corrido a la habitación de Leo y me lo encuentro haciendo un retrato de mi madre.

—Wow, te ha quedado muy bien, ¿es mamá?

—Quise capturar toda su belleza en un cuadro, ¿te gusta?

—Si, es lindo.

—¿A qué viniste? Sé que no has venido solo a ver el retrato de nuestra madre.

—Ven conmigo, te quiero mostrar algo.

—¿A mi?

—Si.

—¿Por?

—No hagas preguntas y ven.

Muy dudoso se pone de pie pero no me reprocha cuando lo comienzo a guiar al piso de abajo.

—Dame la llave —Le ordeno a uno de mis hombres.

—Aquí tiene señor.

—¿Qué es aquí hermano? —Le doy vuelta al candado. Este lugar se encuentra bajo llave desde que Harry se nos escapó.

—El sótano de los castigos.

—¿El qué de los qué?

—Pasa —Le ordeno y aunque estaba algo temeroso, no se atrevió a desafiar a su hermano mayor—La gente traicionera viene aquí —Al caminar por las celdas todos agachan la mirada al verme. Necesito hacer que mi hermano vea un poco la realidad, así que no me importaría mentir un poco—¿Ves a aquel sujeto?

—¿El de los tobillos encadenados?

—Insultó a mamá —mentira—La llamó zorra ramera. Mamá estaba destrozada, así que papá lo trajo aquí.

—¿En serio se atrevió insultar a nuestra madre de tal manera?

—Y casi la viola.

—¿Que trató de qué? Ese hombre es una abominación, ninguna mujer merece ser tratada así y menos nuestra madre que es la persona más dulce del planeta. Me enferman las personas así. Por Dios, de sólo pensar que pudieron tocarle un solo pelo hace que... me hacen querer...

—Dilo.

—No...

—¿te hace querer qué?

—Olvídalo, yo no soy así.

—Quieres matarlo —No responde y eso me hace sonreír—Mátalo.

—¿Qué?

—Sé que quieres hacerlo. Le hizo daño a mamá. Vamos, mátalo.

—No Ruggero, no lo mataré.

Ignoro sus últimas palabras y voy hacia esa celda.
Tomo de mi bolsillo un par de llaves hasta encontrar la correcta y abrirla.
Es un tipo viejo, no tengo idea del porqué esta aquí pero algo tuvo que hacer.
Huele mal, vive entre su excremento y suciedad.

Me suplica clemencia. Se arrodilla ante mi y pide piedad por su vida.

Amo el poder. Amo sentirme superior ante lo demás. Amo ser el villano de sus historias.

—Todo tuyo, hermano.

Me hago a un lado para dejarlo pasar. Mi hermano ya cuenta con lágrimas en los ojos. Él lo mira con pena y asco, pero sé que muy dentro de su corazón quiere perdonarlo y liberarlo.

—Señor, Piedad, se lo ruego por la vida de mi hijos, yo jamás le falté al respeto a vuestra madre. Piedad. Mi esposa me espera en casa...

—Esposa que tal vez ha sido víctima de este violador —Hablo—Seres como él no merecen...

—Vivir —Vuelvo a sonreír con superioridad—Ellos no merecen vivir.

—Exacto.

—Dame tu arma, hermano.

—Piedad. Se lo suplico señor, yo jamás le he tocado un solo pelo a una mujer para forzarla a hacer algo. Piedad. Se los juro. Por el nombre de mis hijos se los juro.

—Dame la pistola, hermano.

—Hazlo con tus manos.

—¿Con mis manos?

—Hazlo.

Las lágrimas de Leo se derraman. Ahora puedo ver un toque de ira. Observa al viejo con más asco que con Piedad.

Suspiro profundo cuando lo veo darle el primer puñetazo hasta dejarlo en el piso sangrando.
El viejo llora, trata de pedir perdón y es tan necio que no deja de arrodillarse para pedirle a Dios que lo ayude.

Mi hermano vuelve a golpearlo. No una ni dos veces más; es como si su ira se hubiera desatado y ahora está sobre el sujeto golpeándolo en la cara de una forma que jamás me lo hubiera imaginado.
Jamás lo había visto con tanta ira.
Creo que después de todo Leo si me puede servir en mi equipo.

Me pongo atento cuando el viejo deja de sollozar. Lo está asfixiando con sus propias cadenas.

Un minuto después Leo se pone de pie jadeando por la adrenalina y lloriqueando.
Me poso a su lado para ver el cadáver del viejo y lo tomo del hombro.

—Felicidades hermano. Acabas de matar a un inocente.

—...Espera... ¿Qué...Qué dices?... él no es ningún inocente. Él no merecía vivir, era un violador, ¿lo recuerdas? Me lo acabas de decir, me dijiste que él... que él era... no... por el amor de Dios... no me digas que...

—Mentí. No era violador.

Veo cada momento en donde mi hermano se quiebra delante de mi. Su rostro es como un tomate, sus ojos y nariz se hinchan en menos de nada y puedo ver su culpa y arrepentimiento.

—Me mentiste...

—Tienes que ser un hombre de verdad. Tienes que dejar marcado ante la sociedad que eres un Pasquarelli así que no humilles nuestro apellido.

Me doy media vuelta y salgo de ahí con la frente en alto.

—¡Me pidió Piedad! ¡Se arrodilló frente a mi! ¡Mencionó a sus hijos! ¿¡Cómo puedes ser tan hijo de puta!?

—¡Yo no lo maté hermano! Fuiste tú.

Y salgo de ahí.

...


Mabel Paz

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