Mentiras Peligrosas ✔

By imsaramoon

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[BORRADOR] Tras la muerte de su padre y un cambio inesperado de ciudad, Galilea se ve envuelta en una serie d... More

Introducción
PERSONAJES
Capítulo 1
Capítulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 5 parte II
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 8 parte II
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 13 parte II
Capítulo 14
Capítulo 14 parte II
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
•Capítulo Extra•
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Agradecimientos

Capítulo especial 100k |+18|

4.9K 364 159
By imsaramoon

N/A: ¡Gracias por las 100K lecturas! Aquí tengo vuestra recompensa por brindarme tanto apoyo...

Antes de nada, aclarar que los hechos que vais a leer en este capítulo suceden la misma noche  en la que el capítulo extra  se desarrolla, el cual podéis encontrar en esta misma historia como "Capítulo extra" en consecuencia esto pasa mucho antes del final, justo después del capítulo 23 y antes del 24. ⚠️ En advertencia decir que el capítulo que vais a leer es +18, en concreto su contenido es erótico (esta vez de verdad y con detalles) He hecho mi mejor intento por narrar este género por lo que espero que lo disfrutéis. También aclarar que este capítulo va "fuera" de la línea de la trama con lo cúal si no te gusta este género no es 100% necesario que lo leas.⚠️  

| La mejor noche de mi vida|

—¿Galilea? noté como la voz de Ian acariciaba mi oído con suavidad sacándome del sueño en el que estaba sumida.

Abrí los ojos lentamente dándome cuenta de que estábamos en el salón de nuevo, la mirada del de los ojos grises me escrutó con diversión. No puede evitar sentir como el calor se apoderaba de nuevo de mis mejillas.

—¿En qué momento me he quedado dormida? —susurré reincorporándome ligeramente. —Juraría que no estaba tan cansada. —Me froté los ojos con cuidado, estirando mi cuerpo ligeramente.

Media sonrisa enmarcó las facciones de Ian y no pude evitar soltar un suspiro al verle. El cabello azabache se le pegaba a la frente ligeramente, la ropa rasgada que traía puesta caía desenfadada y dejaba asomar lo marcado de sus clavículas; los ojos grises le brillaban aún con esa media sonrisa que desestabilizaba el epicentro de mis sentidos. Una fina capa de sudor recorría la longitud de su cuello, haciéndome contener la respiración. La tenue luz que hacía acto de presencia en la sala filtrándose por la ventana iluminaba sus facciones con suavidad dándole a mi retina una imagen idónea del que tenía en frente.

Maldición...¿Porqué era tan guapo?

—Llevas más de una hora en mi hombro —murmuró aun sin quitar aquella sonrisa que comenzaba a despertar emociones en mí—. Creo que es hora de que vayas a la cama, Galilea.

En el momento que pronunció aquellas palabras comenzó a acortar la cercanía ligeramente quedando a escasos centímetros de mí, de mi rostro siendo más concretos. El corazón comenzó a bombearme con fuerza cuando su mano derecha acarició mi mejilla con suavidad, sus dedos rozaron mi piel con delicadeza y cautela provocando que un suspiro saliese de mis labios de forma inesperada. Mi agitada respiración comenzó a incrementarse bajo aquella caricia inocente que descendía con habilidad hasta mi hombro dejándolo despojado de la tela que lo cubría. Sus dedos viajaban hábiles por aquella zona sensible de mi cuerpo provocando que el calor creciese en mí en cuestión de segundos.

Levanté la mirada enfrentándome a la suya, la oscuridad en sus orbes había regresado con mayor intensidad y no pude evitar morderme el labio al ver la expresión que se le enmarcaba. Su lengua se deslizó por la comisura de su labio inferior humedeciéndolo con habilidad, mi mirada descendió hacia su boca para escrutarla sin pudor; Tenía los labios enrojecidos, brillantes y con un aspecto que me incitaba a acercarme más, a romper la poca distancia que nos separaba.

Ian traía el cabello despeinado y sus labios yacían entreabiertos reclamando mi atención, la que por supuesto ya tenían focalizada.

—¿Por qué no vienes conmigo? —Eché el cuello hacia atrás dándole mejor acceso a mi piel sensible, mi voz sonó ligera pero las intenciones en mi tono se podían deducir desde kilómetros de distancia.

—¿Me estás invitando a tu cama, Galilea? —Acercó su boca a la zona al descubierto depositando leves caricias húmedas con sus labios, levantó su boca deslizando la lengua por esa zona antes de hablar: —. No creo que pueda portarme bien.

—No quiero que te portes bien, Ian.

La sinceridad de mis palabras pareció avivar lo que el de los ojos grises sentía ya que la presión de sus labios sobre mi cuello aumentó de intensidad en el instante que mi declaración de intenciones salió por mi boca, sus labios me recorrieron hasta llegar a mi clavícula derecha, su boca se movía con urgencia sobre mi cuerpo provocando que pequeños suspiros de placer se hiciesen paso desde el fondo de mi garganta.

Dejándome llevar por la sensación que se concentraba en la parte baja de mi cuerpo me dejé caer sobre el sofá dejando que el que estaba besando mi anatomía quedase encima de mí. Sus manos se abrieron paso por dentro de mi camiseta recorriendo cada centímetro de mi piel con la yema de sus dedos, su tacto se deslizaba delimitando los límites del sujetador que traía, moviéndose con decisión, sin ningún tipo de vergüenza. Los movimientos que ejercía en el interior de mi camiseta eran decididos y envolventes. Sabía perfectamente donde tocar y cómo hacerlo.

El tacto húmedo de sus labios subió hasta el lóbulo de mi oreja concentrando de lleno su atención ahí, atacándolo sin piedad. Sus dientes pellizcaron con cuidado aquella zona sensible y con la voz enronquecida este susurró:

—¿De verdad quieres que me porte mal? —su voz llegó a mi haciéndome notar la excitación que inundaba su tono, ahora más profundo que segundos atrás—. ¿Estás segura?

Asentí tragando saliva, no era capaz de pronunciar palabra, pero deseaba que sucediera esto. Lo necesitaba.

Necesitaba un momento de normalidad en medio de esta locura.

Lo necesitaba a él.

Aquel gesto bastó para que el de los ojos grises tirase de mí, poniéndome sobre él en un movimiento rápido. Sus manos regresaron a mi camiseta pero en lugar de acariciar mi piel debajo de la tela, la sacó en un movimiento ágil dejándome solo con el bralette de encaje negro que traía puesto. Sus ojos recorrieron mi anatomía con deseo y desde mi posición pude sentir bajo mí el efecto que aquella imagen surtía en él.

—Maldición, Galilea —gruñó deslizando sus manos por mi espalda provocando que esta se arquease al instante que sus dedos la rozaban—. Me vuelves loco.

Comencé a balancear mis caderas encima suya permitiéndome sentir lo que provocaba en él por encima del pantalón. Mis movimientos eran lentos pero lo suficiente profundos para sentir esa parte de su cuerpo contra mi intimidad.

—Creo que no estamos en igualdad de condiciones...—susurré pasando mis manos por su pecho hasta llegar al borde de su camiseta hecha jirones, moví mis dedos sacando la prenda—. Mucho mejor así —una sonrisa coqueta se hizo presente en mis facciones.

La imagen que se plasmaba ante mi retina incrementó el calor que envolvía mi cuerpo. El abdomen marcado del de los ojos grises era una imagen imposible de superar, pese a que yacían moratones esparcidos sobre él, su anatomía trabajada me obligaba a contener la respiración. Pase mis dedos sin vergüenza sobre su cuerpo provocando que las manos de Ian se clavasen en mis caderas con fuerza ante la sensación que le invadía, los gruñidos roncos no tardaron en llegar haciendo que un jadeo se escapase de los míos.

—¿Estás segura? —me susurró pasando sus manos por mi espalda ahora con más suavidad—. Hoy no ha sido un buen día para ninguno de los dos.

Movió sus manos hasta mi mentón tomándolo con cuidado para dirigir mi mirada hacia la suya.

—Nunca he estado tan segura de algo. —Acerqué mi cara a la comisura de sus labios depositando caricias húmedas con mi boca sobre aquel límite peligroso—. Creo que podemos arreglar este día...

Puse mi boca sobre la suya en un movimiento ágil moviendo mis labios suavemente sobre los suyos, Ian no tardó en seguirme el ritmo el cual fue incrementando a medida que las caricias descendían por mis brazos, mis manos se movían libres palpando su abdomen con deseo, dejando que las yemas de mis dedos disfrutasen del contacto de su piel tibia, dejando que la sensación que se hacía paso me invadiese. Sus labios tomaron el control de aquella danza desenfrenada haciendo de aquel contacto un acto más pasional, su lengua se hizo paso en mi boca y supe que a partir de este punto sería muy difícil controlarnos.

Sus manos siguieron subiendo por mi espalda hasta llegar al broche de la prenda que cubría la parte superior de mi cuerpo, en un ágil movimiento me despojó del sujetador que me cubría para concentrar su atención en mis picos sensibles. Sus manos recorrieron mis pechos con suavidad ejerciendo presión sobre los puntos exactos, de mis labios comenzaron a salir gemidos que fueron imposibles de controlar.

Involuntariamente incremente la velocidad de mis movimientos por encima de la tela que separaba su cuerpo del mío, balaceé mis caderas clavando mi mirada fijamente en su expresión facial. Ian se mordía el labio inferior reteniendo aquellos sonidos de placer que amenazaban con salir de sus labios, los ojos grises le brillaban con deseo haciéndome sentir presa de aquella sensación que nos envolvía. Sus manos recorrieron mis pechos hasta llegar a la parte baja de mis caderas, para anclar el agarre con ahínco. El ambiente se había caldeado y ninguno de los dos era consciente de la sensación que nos movía, el deseo, la pasión. Incluso puede que aquello que ambos sentíamos el uno por el otro, ese sentimiento que nos habíamos empeñado tanto tiempo en dejar atrás pero que ahora era dueño de cada uno de nuestros impulsos.

En estos momentos nos movíamos por un sentimiento irracional, por una pasión desmedida, tan solo quería estar con él. Sentir sus caricias, me daba igual lo que sucediese fuera, quería fundirme en sus brazos y no soltarle, me daba igual que el mundo se derrumbase a nuestro alrededor, nada de eso podía importarme ahora. En este preciso instante solo me importaba él.

Solo me importaba lo bien que me estaba haciendo sentir.

En un movimiento ágil, Ian quedó sobre mí y al mirarle aquellos orbes grises no puede evitar sentir como el rubor resurgía en mis mejillas. Ian Koch estaba encima de mí.

Sin previo aviso sus manos comenzaron a deslizarse por mi cuerpo con cautela hasta llegar a la cinturilla de mi pantalón, este se reincorporó tomando el botón de mis vaqueros entre sus dedos y antes de que pudiese darme cuenta me despojó del pantalón que me cubría dejándome tan solo cubierta por la fina tela de mi ropa interior. Ante su mirada llena de lujuria no puede evitar cubrirme el rostro con las manos.

—¿Por qué te tapas la cara? Eres preciosa, Galilea —el de los ojos grises besa mi abdomen obligando a mi espalda a arquearse ligeramente—. Todo en ti es perfecto, créeme, me provocas algo que nunca nadie había logrado. —Sus besos siguen descendiendo peligrosamente hasta el borde de mi ropa interior—. Sólo quiero verte disfrutar, quiero que recuerdes este momento siempre...—Su boca desciende por la tela y puedo sentir su respiración colisionando en mi zona sensible.

No puedo evitarlo y suelto un suspiro de placer que se esparce por la sala, Ian levanta la cabeza y puedo ver como media sonrisa cargada de arrogancia se hace presente en su rostro.

—Aún no he empezado, Galilea —su mirada me recorre y en un gesto involuntario clava sus dientes en sus labio inferior antes de seguir: —. Cuando lo haga ya me encargaré de que gimas mi nombre.

Sus labios regresan a mi zona sensible y puedo sentir como lentamente sus dedos separan la tela que me cubre, su respiración golpeándome provoca que me estremezca, haciéndome desear que su lengua roce aquella zona expuesta.

—Ian, por favor... —de mis labios se escapa un suspiro—. Hazlo.

Este se reincorpora ligeramente y sus manos comienzan a recorrer lentamente mis piernas separándolas con habilidad, mis ruegos se cumplen ya que el de los ojos grises no me hace esperar mucho más, quita la última prenda que cubre mi cuerpo posicionando de nuevo su rostro entre mis piernas, sus labios acarician lentamente la zona haciendo que un gemido brote de lo más profundo de mi garganta. Su lengua se desliza lentamente en mi punto más sensible trazando movimientos circulares provocando que el fuego que me recorre el organismo me incendie por completo. Me siento completamente a su merced, a cada movimiento que este realiza no puedo evitar que los gemidos se escapen de mis labios, mis manos se encuentran enredadas en su cabello atrayéndolo de lleno a mi centro. El incendio que me consume baila en el fondo de mi estomago vaticinando lo que me espera. Las oleadas de placer provocan que los movimientos de mi cuerpo sean incontenibles y me veo a mi misma gimiendo el nombre de quien se encuentra entre mis piernas pidiéndole que no pare de hacer lo que me está llevando al límite de mis sentidos. El ritmo de sus movimientos aumenta provocando que el éxtasis se cierna sobre mí, unos segundos después me invade una sensación que desconozco, el corazón se me acelera y siento como el placer se esparce por cada poro de mi piel explotando en mil sensaciones diferentes que se apoderan de mis sentidos.

De mi garganta sale un último gemido y mi cuerpo se libera de esa tensión que se acumula en el fondo de mi abdomen brindándome el orgasmo.

Dejo salir el aire de mis labios aun sintiendo como el pecho me sube y baja con agresividad después de todo lo que he experimentado. Me reincorporo lentamente sintiéndome aún movida por el deseo, los ojos de Ian me recorren y no puedo evitar pensar que nuevamente no estamos en igualdad de condiciones.

Pongo mis manos sobre su pecho empujándolo contra el sofá, deslizo mis manos por su abdomen hasta llegar a sus pantalones desabrocho el botón y siento como se aparta de repente.

—Espera —susurra y puedo sentir lo agitada que se encuentra su respiración—. No sé si tengo condón.

Saca su cartera, buscando en ella con cautela, tras unos segundos de búsqueda veo como media sonrisa se plasma en su rostro. Sin darme tiempo a reaccionar este levanta la bolsita metálica de forma triunfal y de mis labios se filtra una carcajada.

No puedo creerme que esté a punto de hacer esto.

Me acerco de nuevo a él antes de hablar:

—¿Quieres hacerlo? —le susurro deslizando mis manos por su pecho—. Podemos parar si quieres...

Ian agarra mi mano posicionándola en el marcado bulto de su pantalón, provocando que el calor me invada cada poro de la piel de nuevo.

—Ahora mismo quiero hacerte de todo, Galilea.

El aire deja de entrar a mis pulmones al oírle y siento como la lujuria se abre paso en mi interior de nuevo. No lo pienso mucho, deslizo mis dedos hasta llegar al borde de su ropa interior y a aquello que amenaza con escaparse de ahí. Desabrocho el botón de su vaquero y este se lo quita en un movimiento ágil dejándome apreciar mejor el tamaño del bulto que se marca a través del bóxer que trae aún puesto.

El calor resurge en mis mejillas ante la imagen que tengo enfrente.

No era la primera vez que veía a un hombre de esa forma, pero si era la primera vez que veía a uno como él. El atractivo de Ian Koch era insuperable en todos los sentidos de la palabra.

El del cabello azabache se levanta sin vergüenza y se deshace de la prenda que recubre su miembro para deslizar el trozo de látex por el mismo con maestría, una vez tiene puesta la protección trata de tumbar mi cuerpo sobre el chaise lounge, pero niego lentamente con la cabeza reincorporándome ligeramente.

—No, ahora me toca a mí —murmuro poniéndome a horcajadas sobre él.

Bajo lentamente mis caderas sobre él provocando que su anatomía y la mía queden fundidas en una, su miembro entra en mí con cuidado y en el momento que nuestros cuerpos quedan pegados puedo oír como un gruñido casi gutural se escapa de los labios del que tengo en frente, siento como el poder recorre mi sistema al ver como la expresión de su rostro se torna en el más profundo deseo.

—Joder, Galilea ­—gruñe aferrándose a mis caderas con fuerza—. Vas a acabar conmigo.

Comienzo a mover mis caderas lentamente de forma tortuosa balanceándome en una danza sensual que sé que terminará con nuestra paciencia. El calor no tarda en cernirse sobre nosotros, las manos de Ian recorren mi cuerpo sin pudor haciendo presión en las zonas precisas haciendo que los gemidos salgan de mí sin control. El del cabello azabache acompaña el movimiento de mis caderas con sus manos provocando que la penetración cada vez sea más profunda, sus manos se clavan en mis caderas provocando que cada movimiento sea más profundo que el anterior. Mi cuerpo se mueve despacio pero sus estacadas cada vez son más certeras haciendo que el ritmo que mantengo cada vez sea más difícil de soportar para ambos. Llevo mi boca a la de Ian y le busco con deseo para besarle con intensidad, sus labios y los míos se funden al compás de nuestros movimientos y cuando mi lengua se hace paso en su boca degustando la suya el caos se desata. Ian sale lentamente de mí y en un movimiento decidido me tumba en el sofá, este acaricia mis piernas obligándome a cerrar los ojos ante lo suave de su tacto y sin previo aviso vuelve a introducirse en mí, provocando que el placer se escape a borbotones por mi boca.

Sus movimientos incrementan de velocidad y siento que no puedo controlar la sensación que se intensifica en la parte baja de mi vientre, las estacadas cada vez son más rápidas y siento como de nuevo aquella sensación exquisita se apodera de mi cuerpo, aquel vaivén delicioso no cesa provocando que los latigazos de placer se esparzan por mi cuerpo aumentando la sensación creciente más y más.

—Vamos Galilea, córrete para mí —su voz se torna más grave y antes de que pueda darme cuenta aquellas sensación placentera explota descomponiéndome por completo.

Segundos después el de los ojos grises suelta un gruñido dejándose caer sobre mí anunciando que el también ha llegado al éxtasis conmigo.

Cierro los ojos y no puedo evitar pensar que esta había sido la mejor noche de mi vida. Siento como el cansancio comienza a apoderarse de mi pero antes de dejarme caer en los brazos de Morfeo lo escucho:

—Eres increíble, Galilea Miller.

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⚠️ NO OS OLVIDÉIS DE VOTAR Y COMENTAR QUE OS PARECIÓ, ASI ME AYUDÁIS A SABER SI OS GUSTA ESTE TIPO DE CONTENIDO. ⚠️ Quedaros hasta el final del mensaje tengo algo importante que anunciar

Bueno, espero que haya merecido la pena. La verdad soy súper novata escribiendo +18, pero he hecho mi mejor intento para que lo que leáis sea realista y este acorde a la situación de nuestros personajes. La verdad es que cuando escribí el anterior extra estuve a punto de narrar esta situación pero por algún motivo me eché para atrás. Supongo que me daba un poco de miedo lo que pensaráis xD Admito que aún me da miedo. No obstante como esto no altera en nada la trama podéis omitirlo, sin embargo siento que le da más profundidad a lo Ian y Galilea siente el uno por el otro.

Ya que estamos por aquí quiero agradeceros las 100k lecturas, de verdad que nunca pensé que podría llegar a tanto, me llena de felicidad que así sea, me llena el corazón que os guste lo que hago y sobretodo que estéis aquí.

También ahora que tengo vuestra atención quiero anunciar que la segunda parte de esta duología se llamará "CIUDADES PELIGROSAS" estaré anunciando cuando sale por instagram asi que no os olvidéis de seguirme: imsaramoon así me encontráis. También explicaré en breve el porqué de este nombre.❤^^

Dicho esto quiero saber que os ha parecido el capítulo...👀❤

¿Os ha gustado?

¿Os gustarían más momentos así en un futuro?🌚❤

Nos leemos pronto. 😌💕

—Besitos húmedos de Ian Koch...🌚

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