Tú, Yo y El Mal

MabelPazAvalos tarafından

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Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... Daha Fazla

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 9 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 11 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 23 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 25 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 30 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 37 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 40 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 49 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 53 •
• CAPÍTULO 54 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 58 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 80 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 36 •

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MabelPazAvalos tarafından

Llevo una hora afuera. El viento golpea mi rostro fuertemente.
Mi cabello se mueve a su vez y por primera vez durante muchos meses me vuelvo a sentir libre.
Arranco a más velocidad y recorro las horribles calles del horrible fraccionamiento.
Las personas me miran al pasar, tal vez me miren como si estuviera loca pero no me importa porque me siento muy feliz.

Me paso semáforos en rojo y no me importa.
Doy vuelta a la manzana y de nuevo estoy a punto de llegar a la casa de Tom pero no quiero, así que me desvío por otra calle y me meto por lugares que no recorrió el taxi en el que vinimos así que no los conozco.

Me río sin explicación, como si estuviera loca, pero eso sigue sin importarme porque sé que me río de felicidad.

Me detengo en un semáforo por primera vez y es porque espero a que pase un coche.

Cuando la luz se pone en verde quiero volver a arrancar pero algo me lo impide, o más bien alguien.
El Fuerte rugido de una motocicleta se escucha a mi lado y noto que es alguien completamente vestido de negro. Trae casco puesto, así que no puedo descifrar si se trata de una mujer o un hombre.

Le sonrío con malicia y también hago rugir el motor.

Sé que me mira, así que cuando el último coche pasa soy la primera en pisar el acelerador con toda la velocidad.
La felicidad me invade, la otra motocicleta viene pisándome los talones y eso me gusta.

Tal vez pasan diez minutos cuando vemos el final de una calle y nos debemos de suponer que esa debe de ser la meta.
Sigo con mi velocidad al máximo pero me desespero cuando la otra motocicleta me alcanza y me pasa.
Frunzo el ceño y trato de hacer lo mismo pero me fue imposible porque éste llegó primero.

Me ganaron.

Me bajo de la moto y lo encaro con los brazos cruzados; si, odio perder.

—Eres bueno corriendo, te has quedado detrás de mi dándome a entender que tenía la ventaja y en la última calle me has alcanzado.

—Soy bueno en estas cosas —Es hombre—Y como he ganado, ¿no crees que merezco un premio?

—No hay premio más grande que la satisfacción de haber vencido a tu oponente.

—Sí que sabes. Pero me gustaría aparte otro premio. ¿Vamos por un trago?

—No.

—¿Por? Me encantaría conocerte.

—Ya me voy.

—Ey, sólo nos estamos divirtiendo.

—Yo me divertía sola hasta que llegaste.

—¿Acaso tu novio no te deja salir con otros chicos?—típica pregunta para saber si tienes novio o estás soltera.

No necesito un novio que me diga lo que puedo y no puedo hacer. Yo tomo mis decisiones sola y yo digo que ya me voy.

Me dirigí a la motocicleta pero me tomó del hombro.

—Veo que no te gusta perder.

—Ni que me toquen, así que quítame la mano de encima —No lo hace—Te daré una última oportunidad. Quítame la maldita mano de encima si no quieres morirte.

—No te tengo miedo.

El tipo me vuelve a sujetar con fuerza pero esta vez el brazo y no dudo en sacar mi arma y apuntarle al pecho; totalmente firme y sin perder mi compostura.

—Ey, cuidado —Dice, dando un paso hacia atrás y poniendo las manos en forma de disculpa—Baja eso porque le puedes hacer daño a alguien.

—Te dije que no te me acercaras. Así que te doy una oportunidad. Toma tu moto y lárgate de mi vista si no quieres que te vuele los sesos.

Baja las manos como si le causara risa mi comentario y no dude en quitarle el seguro a la pistola.

Pero entonces, escucho aquella risa.

—Amo que me seas fiel.

Al quitarse el casco me dan más razones para querer dispararle justo en medio de sus cejas pero también me quiero disparar yo porque no he reconocido su voz con el casco puesto.

—¿Qué haces aquí?

—Teniendo una carrera con mi novia.

—No soy tu novia.

—Ah, lo lamento. Mi prometida.

—Creí que te había quedado claro que habíamos terminado desde que me fui de tu mansión.

—Sólo te fuiste de mi casa, eso no quiere decir que hayamos terminado.

—Ya no porto el anillo. —Se burla.

—Estuviste anteriormente sin anillo por mucho tiempo y eso no quería decir que no fueras mi prometida. Es sólo un diamante, no es la gran cosa.

—Ruggero, lo nuestro se terminó.

—Lo nuestro se termina hasta que yo diga que se termina. Ahora baja el arma.

No me había dado cuenta que aún la mantenía firme apuntando su frente.
Tuve que resistirme mucho para no dispararle pero al final termine guardándola en mi bolso de nuevo.

—Corres bien. Pero no puedo entender el qué es lo que haces aquí. Es un barrio tan... diferente a ti.

—Eso a ti no te importa.

—Me importa todo lo que tenga que ver contigo.

Me toma distraída cuando su mano derecha se enreda en mi cabello y su otra mano me sujeta con fuerza la cintura para que me pegue a su cuerpo.
No forcejeo porque sé que no podría librarme de él.

—¿Me extrañaste?—Besa mi cuello.

—Ni un poco.

—Yo sí te he extrañado —Cierro los ojos cuando pasa su nariz por todo lo largo de mi cuello hasta llegar a mi quijada y besarla—Todo se ha descontrolado desde que no estás.

—¿Tu madre sigue enojada?

—Si. Y también está enojada con mi padre porque él lo sabía.

—Es una lástima. Creo que tu madre es la única que me cae bien de la familia Pasquarelli. —Vuelve a jalar mi cabello con fuerza y rezo porque no se me salga un gemido.

—¿Sabes una de las cosas que me gustan de ti? Que me seas fiel. Y ahora me acabas de demostrar que eres capaz de dispararle a cualquiera que te intente tocar.

—No te soy fiel, me doy a respetar.

—Princesa, ¿por qué mejor no nos ahorramos todo esto y te vienes conmigo de nuevo?

Quiero decir algo pero no me deja cuando pega sus labios con los míos y no me deja liberarme.
Me hace retroceder hasta chocar contra la motocicleta de Tom y me toma fuertemente.
Sigo forcejeando, pero no logro nada así que me dejo llevar de muy mala gana.

—¿De quién es la moto?

—De un amigo de Valentina.

—¿Quieres una? Podemos ir por ella ya mismo.

—No me dejan tener una.

—No necesitas el permiso de nadie —Vuelve a besarme—Si tú quieres una motocicleta yo te la compro. Sólo escoge la que desees.

—Son peligrosas.

—Me vale.

Sus agarres dejan de ser fuertes y profundiza el beso una vez más.
Se me olvida de que él puede llegar a ser una persona muy peligrosa.

—Es tiempo de regresar. Valentina me espera.

—Te acompaño.

—No creo que...

—Dije que te acompaño.

Tira de mi labio inferior con fuerza antes de dar media vuelta y montarse en su moto.
Pero esta vez se levanta el lente del casco y me sonríe con arrogancia.

—¿Otra carrera?

—Por supuesto.

[...]

Me estaciono yo primero en la entrada y ahí está mi amiga rubia con otro rollo en la boca charlando con Tom. Pero el chico al notar que Ruggero se quita el casco se pone derecho y trata de lucir bien; no me sorprende que lo que él vende sea creación de Ruggero.

—Karol, ¿qué hace él aquí?

—Es una larga historia. —Suspiro y le quito lo que se fuma para inhalarlo yo, creí que ya me había liberado de este pesado.

—R-Rey, señor, ¿cómo está? ¿Gusta algo? Todo corre por mi cuenta señor. —Tom tartamudea.

—¿Qué fuma mi novia?

—¿S-u, Su novia? ¡Oh! Eso es simplemente hierbas de marihuana.

—Quiero uno.

—Enseguida señor.

El chico desaparece y para cuando vuelve ya hasta le ha encendido el rollo a Ruggero y ruedo los ojos fastidiada, por primera vez me estaba divirtiendo y tan solo llega él y me lo arruina como siempre.

—¿Esto es fabricado por mis hombres?

—¡Claro! Siempre vendo de la mejor calidad, ¿gusta algo más?

—¿Cuánta droga es que tienes aquí?

—Mucha señor.

—¿Vendes con frecuencia?

—Por supuesto que si.

Decido dejar de oírlos y enfocarme en mi amiga que parece algo perdida por las sustancias que ha ingerido.

—¿Estás muy enojada con Hermes?

—Karol, amo a tu hermano. Creo que si me dieran a escoger a un hombre de todo el mundo, lo escogería a él. Pero lo único malo que le veo es que es muy sobreprotector y celoso. Piensa que puede ser mi dueño y no es así.

—Tienes razón, no debes de dejar que te trate como si fueras de su propiedad. Ponle un alto ahora o te vas a arrepentir después.

—Lo haré, aunque lo ame.

—Ey, ¿acaso quieres llorar?

—Déjame en paz Karol, tengo sentimientos.

—No llores y menos por mi hermano que es un idiota.

—No deberías de hablar así de tu hermano.

—Lo quiero, pero he visto cómo te trató y eso es injusto —Me poso frente a ella—Déjale en claro de que tú no eres de nadie. Ahora trágate esos ojos llorosos, búscalo y déjaselo en claro.

—Pero mañana. Hoy huelo horrible.

—Hoy, mañana, pasado mañana, cuando tú quieras pero hazlo si en verdad quieres estar con él.

Ella asiente con las mejillas enrojecidas y quisiera abrazarla pero sé que si lo hago, aquellos ojos llorosos se van a derramar y no quiero.


Nos quedamos ahí por muchas horas hasta que se hace de noche. Tom va a dejar a Valentina a su casa y yo estoy apunto de pedir un taxi pero Ruggero no me deja. En cambio, me coloca su casco de la nada y me toma de la mano.

—¿Pensaste lo que te dije?

—Hoy me has dicho muchas cosas.

—Lo de comprarte una motocicleta.

—No me dejan tener una.

—Que aburrida eres.

Se monta él primero y me hace ir en la parte de atrás queriendo que lo tome de la cintura pero yo me sujeto de otra parte de atrás de mi.
Escucho su risita y sonrío.

—Si te sujetas de mi, no te vas a caer. —Vuelve a hablar.

—Prefiero caerme a sujetarme de ti.

—Pues entonces reza porque eso no suceda —Hace rugir el motor y siento la adrenalina correr por mi cuerpo—En serio, reza.

No me avisa cuando pisa el acelerador y casi me caigo pero vuelvo a tomar equilibrio.
Me río por aquello y me veo obligada a abrazarlo.
Él también se vuelve a reír e inclino mi cabeza hacia un lado de su hombro para que el viento me pegue en el rostro porque me levanté el lente del casco.
Ruggero me observa y hace que vayamos más de prisa.

Inhalo y exhalo con alegría.
Veo a todas las casas que dejamos por detrás. La luna brilla intensamente y las personas nos miran.

Es un largo camino hacia el fraccionamiento de mi casa y le digo que me deje en la entrada de éste pero él insiste en que me quiere llevar hasta la puerta de la entrada.

—Mi madre no está —Susurro al ver todas las luces apagadas y su coche no está en el patio—Debe de estar trabajando.

—¿Y tu hermano?

—Está enfadado con Valentina, probablemente está buscándola o no sé.

—¿Aquí vives? —Asiento comenzando a caminar hacia mi puerta—Es linda la casa, pero tú estás acostumbrada a mansiones.

—Mi casa es perfecta sea o no una mansión.

Volteo para mirarlo pero ya no está detrás de mi.
Frunzo el ceño tratando de buscarlo con la mirada pero aún así no aparece.
Su motocicleta sigue ahí, así que no se ha ido.

—¿Rulitos? —No contesta y bufo a mis adentros porque ahora tengo que rodear la casa para buscarlo—¿Rulitos? Por Dios, ya vete porque ya me tengo que dormir. —Sigo caminando—¡Ey! ¡Suéltame!

Lo encontré cuando me puso la mano en el cabello y al gritar me ha tapado la boca con la otra.
Me tiene acorralada entre la pared de mi casa y él.

—Te deseo —Susurra y mi corazón se acelera cuando mete la mano debajo de mi falda y empieza a tocarme—Compláceme.

Suelto un gemido y hecho mi cabeza hacia atrás.
Es brusco, no tiene cuidado al momento de tocarme y eso me gusta por una parte.
Me deja de tapar la boca y observo como desesperadamente se desabrocha su cinturón y su pantalón sacando su miembro.
Las manos me tiemblan de deseo, me lamo los labios y siento un pequeño ardor en mis partes íntimas. Ese ardor es provocado por sus agresivos dedos.

—Alguien nos puede ver, las vecinas son muy chismosas.

—Será rápido.

—¡Ah! ¡Joder! —No me avisó, sino que se clavó en mí sin siquiera estar lo suficientemente lubricada—¡Duele!

—Cállate.

Se mueve de arriba abajo, desgarrándome mis partes y aunque sienta un mínimo de placer, siento que es más fuerte el dolor.

—Deténte, me duele. —No lo hace y sigue muy agresivo—Ruggero detente, me duele.

Era como si estuviera pintada para él.
Me mordía el labio para no gritar. Sus manos fueron a mis pechos que aún los cubría mi blusa y los apretó tan fuerte que también casi grito.
Él gruñe contra mi oído y pierdo la noción del tiempo por el dolor. Sólo siento cuando se corre dentro de mi y descansa su frente sobre la mía jadeando y sudando.

—Felicidades por tu orgasmo, ahora ya déjame en paz.

—Lo lamento, tenía ganas de ti.

—Sí me di cuenta. —Sale de mi y se acomoda la ropa para verse presentable de nuevo—Ya vete.

—Dale, te lo puedo recompensar.

—No quiero nada, ya vete.

—Verás que te gusta. —Vuelve a acercarse a mi y sin permiso me mete la mano de nuevo dentro de mi falda, haciendo a un lado mis bragas que ya estaban acomodadas y metiéndome sus dedos pero ahora de una manera lenta y suave, jugando con la mezcla de fluidos.

Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás de nuevo.
Sus dedos aumentan a como pasa el tiempo y me tengo que sujetar de su mismo brazo para no caerme.

Se me salen pequeños gemidos y cuando abro los ojos veo que me está mirando atento. Mira todo, mira el cómo me produce placer y su mirada es tan penetrante que no puedo evitar soltar un gran y ruidoso gemido.
Tengo que taparme la boca con ambas manos con miedo a que algún vecino nos escuche y Ruggero se ríe de mi; aumentando la velocidad de sus dedos.

—Aquí no puedo hacer ruido.

—Es una pena.

Le saco los dedos de adentro de mi y me maldigo mentalmente por lo que voy a hacer a continuación.

—Vamos a mi habitación.

—Si yo piso tu habitación, no acabaremos hasta que quedes exhausta. —Sus palabras me excitaron y no dudé en tomarlo de la mano y comenzar con algo con lo que tal vez me arrepentiría después.

[...]

—¡Oh!—Gimo cuando llego a mi tercer orgasmo de la noche y caigo rendida a su pecho después de haberlo montado—Joder, estuvo delicioso.

Sudada trato de recuperar mi respiración.
Ruggero me acaricia la espalda y sale de mi. No sé si está agotado, la verdad no me interesa porque lo hago más bien por mi placer y no por el suyo.

—Estas hambrienta de sexo, princesa.

—Quiero más.

Siento como hace a un lado mi mechón de pelo empapado de sudor y me lo pone detrás de la oreja.

—Te daré todo lo que quieras.

Y ahí, me vuelve a besar.

[...]

No tengo contadas las veces que lo hicimos. Tuvimos que parar porque él ya se había cansado y ahora estamos abrazados cara a cara.
Él me sigue besando, pero son besos más lentos y pequeños.
Juega con mis bubis pues no ha parado de repetirme lo tanto que las ha extrañado.

De a poco voy cerrando los ojos y quedándome dormida con sus caricias hasta que mi respiración se vuelve tranquila y relajante.

—Descansa princesa.

[...]

Mi corazón se acelera cuando mi despertador suena y aún tengo el brazo de Ruggero sobre mi.
¡Tengo que ir a la universidad! ¡Mi mamá está abajo! ¡Hermes está abajo!

—¡Despierta!—Le tiro una cachetada y se enoja tomándome de la mano y apretándola—¡Vete!

—No me gusta que me golpeen.

—Eso no dices cuando tenemos sexo, ¿verdad?

—¿Qué hora es?

—Es tarde, necesito ir a la universidad.

—Te llevo. Sólo déjame pedir uno de mis coches.

—¡No! ¡Mi mamá no te puede ver aquí!—Se burla—¡Hablo en serio! ¡Vete!

—¿Cómo propones que me vaya? ¿Convirtiéndome en el hombre invisible?

—No sé, ¡salta por la ventana!

—No voy a salir por la ventana, no soy un criminal —Lo miro con gracia—Bueno, no soy de ese tipo de criminal que saltan por las ventanas. Además estás en el segundo piso, me haré daño.

—A ti no te importa eso, ¡ahora vete!

—No me iré.

—¡Vete!

—No.

—¡Joder! ¿¡Qué puedo hacer para que te vayas!?

—Muchas cosas, pero ahora no me apetece porque me has dejado muy cansado.

—Bien. Voy a distraer a mi mamá y a mi hermano allá abajo. Tú sales por la ventana, tomas tu moto y te vas ¿vale?—Asiente y yo tomo mi pijama para salir de ahí.

Corro escaleras abajo. Mi mamá está preparando el desayuno y por suerte Hermes no está.

—Hija, despertaste. Hice huevo revuelto con tocino y salchicha.

—Huele delicioso madre.

—Estuve hablando con tu hermano sobre el concurso. Me comentó que el señor Jones habló con él y que parecía un tipo agradable. Después me regañó por lo del tema del dinero pero tú sabes que nadie puede regañar a tu madre así que lo mandé a que se durmiera.

—¿Eso pasó anoche?

—No. Pasó en la tarde. Él había llegado sin ti y me comentó que estabas con Valentina. Después tuvimos la conversación y cuando lo mandé a dormir se ha puesto extraño y terminó saliendo.

—Seguro fue a beber cerveza.

—O a ver su nueva casa, no lo sé.

—¿Ya la compraron?

—Tiene opciones. Ayer le iba a decir a Valentina que fueran a verlas juntos pero no sé qué problema tuvieron que al final no fueron.

—Oh. —¿Ruggero ya se habrá ido? Lo más seguro es que si.

—Toma el plato. Sírvete jugo de mango, ¿o prefieres leche?

—Jugo —Digo—¿Y Hermes?

—Ha salido a no sé dónde. Así que yo te llevaré esta mañana a tu universidad y sirve que platico más con tu maestro.

—O yo la podría llevar. —Ay no... Me quedo paralizada al escuchar la voz de Ruggero por detrás de mi y al verlo de reojo noto que sólo lleva pantalones puestos; no trae camisa.

Trágame tierra.

Mi madre se le queda mirando como si no lo creyera.
Se acerca a mi y me da un beso en la cabeza.
Ella me mira más que enojada y yo no sé qué hacer o decir.

—Mamá, te juro que no sé qué es lo que hace aquí. Yo no lo invité.

Mi madre claramente no se lo cree.

—Póngase una camisa por favor. No me apetece verlo de esa forma.

—Me encantaría, pero la he arrugado y no me gusta ponerme prendas arrugadas.

—Pues plánchela.

—Si tan sólo tuviera una plancha en mi bolsillo. —Contesta bufando y sentándose a mi lado robandome comida del plato—Cocina delicioso, no tanto como mi cocinera Amelia pero algo es algo.

—Lo lamento, lamento no ser de su agrado.

—No se preocupe. Haga lo que haga usted jamás será de mi agrado —Casi me atraganto con el jugo—¿Estas bien?

—Ruggero, creo que será mejor que te vayas.

—¡Oh, no!—Exclama mi madre con sarcasmo—¡Que se quede! ¿Quiere desayunar el joven? ¿Quiere que le haga algo en especial?

—Para nada, sólo sírvame de lo que come ella.

Mi mamá lo fulmina pero aún así le sirve de comer de mala gana.
A Ruggero no parece afectarle el comportamiento de mi madre y ahí me queda más que claro que ellos jamás podrán llevarse bien.

—Karol, tú y yo tendremos una plática muy seria jovencita.

—Te juro que no sé cómo ha llegado hasta aquí.

—Por Dios señora, Karol es mi mujer y no hay nada de malo en acostarme y tener sexo con ella.

Una vez más casi me atraganto con el jugo. Mamá está muy enojada.

—Mi hija no es "su mujer" y nunca lo será. Ella tiene derecho a conocer a más hombres, hombres buenos y educados que le roben el corazón.

—Esas son tonterías. Ella me es fiel.

—Ruggero, Mamá, por favor no discutan que me va a dar migraña tan temprano.

—Karol. Te doy permiso para que salgas con todos los chicos que tú quieras. Te doy permiso que incluso los traigas a la casa y si quieres, hasta te puedes encerrar en tu recámara con ellos pero, ¿él?
De todos los hombres que hay en tu universidad o en todo Los Ángeles, ¿él?

—Me siento alagado señora. Ni aunque le de permiso a su hija de que se acueste con media ciudad va a escoger a alguien más porque me es cien por ciento fiel.

—A ver, ya —Alzo la voz—Ruggero, no es que te sea fiel. Sólo es que mis valores no me dejan fijarme en nadie más porque me doy a respetar y no voy a andar tirándome a cualquiera. Y mamá, deja de darle cuerda porque aunque quieras ganarle en una discusión jamás se va a poder. Es igual de terco que yo y se saca respuestas para todo.

Bufo volviendo a mi comida.
Mi madre me hace caso y se dispone a terminar el desayuno pero el que no se queda en paz es Ruggero quien se pone a observar toda la cocina como si quisiera conocer cada rincón de esta.

—Princesa.

—Mande.

—¿No quieres que te compre una casa? Esta no me gusta para ti.

Mi mamá lo fulmina y sé que si no intervengo antes, una vez más comenzarán a discutir.

—Ruggero, ¿puedes callarte por favor? Esta casa es estupenda.

—La cocina es muy pequeña.

—Es porque sólo mi mamá vivía aquí. Además lo dices como si fuera una casa fea. Te recuerdo que está ubicada en un buen fraccionamiento.

—No está a tu nivel.

—Deja de criticar mi casa. Si no te gusta pues lárgate que la puerta está demasiado grande como para que salgas. —Mi madre se enoja.

—No se ofenda señora, usted también puede vivir en la casa que le compre a su hija. Seguro que su presencia es útil para algo. Bueno, para ella, porque para mi su presencia es de lo más inútil.

—Okay, ya terminé de desayunar, me alisto y nos vamos a la universidad.

Soy la primera en levantarme de la mesa e irme casi corriendo. Quiero irme lo más pronto posible de aquí porque sino ambos terminarán en una pelea más grande.
Mi madre no se deja, pero Ruggero es otra cosa.

Me baño de prisa, me pongo mi uniforme limpio y en menos de veinte minutos ya estoy de nuevo en el piso de abajo.
Ruggero habla por teléfono, parece que ya le han traído ropa e incluso veo por la ventana que hay un coche negro allá afuera.

—Vámonos. —Me dice mi madre tomando las llaves de su auto y Pasquarelli al percatase de eso frunce el ceño y se acerca a nosotras aún con el teléfono.

—Te llamo luego. Tengo que lidiar con una vieja que me da dolor de cabeza —Cuelga—Yo llevaré a Karol.

—Yo llevaré a mi hija. Y le recomiendo que desaparezca de su vida sino quiere que le llame a la policía o aún peor, al FBI.

—Sé que es estúpida, pero no la creo tanto como para hacer eso y que hagan que lleven presos a sus dos hijos.

—Ruggero...

—Hermes es un criminal. Si yo caigo, me lo llevo también. Luego Karol será un blanco fácil de capturar porque...—Se ríe burlón—¿Ya le comentó que es una pequeña asesina?

—¿Ase...asesina?

—Cientos de hombres murieron a causa de ella —Me paralizo al ver el rostro de mi madre. Ruggero me besa la cabeza como si estuviera muy orgulloso de mi pero me lo quito de encima porque me acaba de delatar—Sin duda estar conmigo le sentó muy bien.

—Karol... ¿tú...?—Suspira.

—Ahora muévase de mi camino y deje de amenazarme con cosas absurdas.

Mi mamá giró la vista a otro lado y estoy muy segura que sus ojos se comenzaron a cristalizar.
Seguro que está decepcionada de mi.

Ruggero me toma de la mano y me obliga a salir al patio pero yo me enojo y lo suelto con mucha fuerza.

—¿¡Qué ganabas diciéndole eso!?

—No me grites. Yo no te estoy gritando como para que tú lo hagas.

—¡Jódete! ¡Déjame en paz!

—No sabes lo que dices.

—Sí se —Lo encaro—Ruggero Pasquarelli. Eres una de las personas más insoportables que he conocido. No. Mejor dicho, eres la persona más insoportable.
Deja de meterte con mi mamá, deja de ser grosero con ella y déjame en paz a mi también.
Acabas de amenazar con que si tú te vas a la cárcel vas a arrastras a mi hermano contigo. ¿¡Qué te ocurre!? No lo voy a repetir de nuevo. Déjame, en paz. ¡Desaparece de mi vida! ¡Esta semana que estuve sin ti fue la mejor de mi vida! ¡Me sentía alguien normal! ¡Alguien libre! Pero como siempre vienes a joderme y a arruinármela.

—Esa boca está muy grosero esta mañana. ¿Acaso quieres que te castigue tan temprano?

Una brisa de calor me recorrió el cuerpo.

—No puedo hablar nunca bien contigo.

—Lo que tú me digas no me interesa. Estas ardida porque me he comportado como un idiota con tu maldita madre pero, ¿qué crees? Te aguantas. Porque así como tú eres capaz de contestarle a mi padre porque te cae mal pues yo también lo hago con la tuya. Yo no te digo nada, yo no te digo que lo respetes, yo no te digo que le pidas disculpas ni nada por el estilo porque tú eres libre de pensar y decir lo que te plazca. Así que no. No voy a dejar de comportarme como un idiota con tu madre y con Hermes tengo otros planes así que no te metas.

—Si le tocas un sólo pelo a mi hermano...

—Si se lo toco también toco los de tu madre y padre para que quedes huérfana y no te quedará de otra más que estar a mi total disposición. Así que pórtate bien sino quieres que nada de eso suceda —Me toma la mejilla pero le tiro un manotazo—Pórtate bien y me portaré bien. Dame placer y te pondré el mundo a tus pies. Trátame con cariño y soy capaz de bajarte la luna.

—Eres un hijo de puta.

—Tienes el mismo carácter que yo. Ahora al auto.

Lo vi caminar hacia su coche con su chofer.
Pero yo me di media vuelta y regresé a mi casa o más bien a mi cochera.
Nadie tiene derecho a mandar sobre mi y menos a amenazarme.

Y ahí estaba mi hermoso Bugatti. Tan bello y brillante. Sonrío con malicia y me subo al asiento del conductor.
No tardé nada que sacarlo de ahí y al pasar a un lado de Ruggero bajé la ventanilla.

—Te equivocaste de mujer, yo no me dejo amenazar por un patán.

No lo dejo terminar y arranco el coche a mucha velocidad. Si, sé que no tengo licencia ni tampoco conduzco bien pero en el momento se ve muy chingón.

Al salir de la manzana me veo obligada a parar en un semáforo en rojo. Pero sé que algo no anda bien, lo presiento.
Volteo mi mirada hacia el lado izquierdo y lo veo.
Está justo a un lado mío como ayer cuando me incitó a la carrera de motos.

No me ve, pero sabe que lo veo.
El semáforo cambia a verde y me dedica una sonrisa arrogante cuando acelera el motor.
Es como si me retara a otra carrera, y claramente aceptaré.

Mi auto es veloz, pero no sé conducir bien y eso se me dificulta al momento de querer pasarlo.

Tengo que frenar de golpe porque me hace una mala maniobra y se posa justo enfrente de mi Bugatti para que no pueda ganar.

Cosa que lo consigue, pues al llegar a la universidad voy de segunda. Odio perder.
Me estaciono en un lugar libre y me bajo muy enojada, esto es el colmo.
Pero no puedo ir muy lejos porque tres chicas se dirigen a mi: Cesia, Alyn y otra chica que en mi vida había visto.

—¡Ey! ¡Karol!—Me grita la castaña de Alyn—¿Cómo estás? Escuchamos que participarás en el concurso de la universidad.

—Aparte de ser la puta ama también eres la puta ama de la inteligencia.

—Debes de estar emocionada porque te representará el profesor más guapo de toda la universidad.

—Hola chicas —Les sonrío—No sabía que ya se había corrido el rumor del concurso.

—¿Estás nerviosa?

—Claro que no, sé que ganaré.

—Siempre con toda la actitud —Alyn se ríe y voltea a ver a su otra amiga la cual no sé su nombre.

—Ella es Milly. Milly, ella es Karol, nuestra nueva amiga.

—¿Ese es tu auto?—Me pregunta aquella chica y yo asiento con la cabeza—Es precioso...

—Un obsequio de su novio —frunzo el ceño cuando escucho la voz de aquella persona tan insoportable.
Pero antes de que lo pueda ver, capto la mirada de mi profesor rubio que está recargado en la puerta no muy lejos de nosotras—Hermoso Bugatti, ¿no?

—¿Él es tu novio Karol?

—Dios mío...

—Soy Alyn.

—Y yo Cesia.

—No es mi novio. —Las corto en su presentación y la risa de Ruggero provoca que las chicas se sonrojen, así que ruedo los ojos.

—Soy su prometido, ¿Karol ya les había contado eso?

—Creo que se le pasó contarnos.

—Si, se le pasó.

—A ver, no. Quiero aclarar que yo casi ni conozco a este señor. No es para nada mi tipo, no estamos saliendo y mucho menos es mi prometido. ¿Acaso me ven algún anillo de compromiso?

—Y si... Y si no estás saliendo con ella pues tal vez podríamos ir por un café o por algo —La tal Milly le coquetea a Ruggero y me da repugnancia.

—¡Milly! No puedes aventártele de esa manera al novio de Karol.

—No. Lo repito. Él no es mi novio y Milly se lo puede quedar, si quieres le pongo un moño para que te lo quede como obsequio.

Las chicas se ríen a carcajadas y eso no le parece nada gracioso a Rulitos.
Muy enojado me toma de la muñeca y me jala hacia su pecho para tenerme muy cerca de su rostro.
Trata de intimidarme, pero no lo consigue porque yo lo miro de igual forma.

Las risas se detienen de golpe al sentir tal tensión y hasta yo puedo decir que es una tensión sexual.

—No me hagas enojar, princesa. Creo que ya tengo mucho con el numerito que armaste esta mañana.

—Deja de decirle a las personas que somos algo, no lo somos.

—Estás enojada. No dejes que tu furia les haga entender a los demás que estas soltera.

—¿Enojada? Por Zeus, ¿por qué mejor no te largas de mi vida?

—Jamás.

—Entonces mínimo lárgate de mi universidad.

—Universidad que pago yo.

—Universidad que puedes dejar de pagar ya mismo. No necesito tu asqueroso dinero ni el de mi padre.

—¿Disculpa? ¿Acaso no traes nada?

—Eso a ti no te importa.

—Te daré dinero —No le respondo—Si me lo pides y me das un beso.

—¿Rebajarme a tu nivel? Esas cosas no pasan.

—Bien, pues entonces no hay dinero para ti.

—Bien.

—¿Te pondrás a trabajar de nuevo? ¿Serás camarera en algún restaurante? ¿Venderás productos de limpieza por catálogos? ¿Seguirás sirviendo café o acaso le harás de asistente?

—¿Miedo a que no te necesite más?

—Pena por ti. Me daría pena que consiguieras algún empleo que no llevase tu capacidad del estudio. Tan cara que está esta universidad como para que no brinde frutos.

—Haces menos esos empleos, ¿eres esa clase de personas que se fijan de lo que se dedican los demás y eso define si son amigos o no? Espera, ¿cómo es que se les llama? Ah, si, interesados.

—Si. Soy interesado, ¿y? No me da miedo gritarlo.
Me gusta asociarme con personas de mi nivel, de mi categoría. Soy de esas personas que hace menos a los demás por sus empleos y dedicaciones. No me da vergüenza decirlo, porque sé que eres igual a mi.

—Me das asco.

—Me vale.

—Alumnas, a sus clases —Mi piel se pone de gallina al escuchar al profesor Jones detrás de mis amigas—Señorita Sevilla, ¿se encuentra bien?

—Perdón, ¿y él es?

—Nadie que te importe Ruggero, ahora lárgate de mi vista porque te detesto.

—Sígueme hablando así y te irá muy mal.

—¿Sabes qué? Si no te quieres ir no te vayas, pero te quedas solo.

Me doy cuenta que las chicas se han marchado y cuando yo intento hacer lo mismo, este me toma del brazo con fuerza provocando que el profesor intente interponerse pero no lo dejo porque le lanzo una mirada amenazante para que se quede donde esté.

—Quítame la mano de encima sino quieres que te corte los dedos.

Pero ignora mis palabras y nuevamente me jala con fuerza hasta su cuerpo.
Trato de liberarme. Me toma con fuera de la quijada y me besa.

¿Y qué pasó? Yo también lo besé.
Y no porque quisiera, sino porque si me rehúso o me forcejeo más, el profesor tendrá que intervenir y eso le costará su vida.
No quiero que muera, no ahora, no olvidemos que él me está entrenando para el concurso.

—Sé una mala chica con los demás, pero conmigo se buena y obediente —Vuelve a besarme—No te daré dinero. No hasta que me lo pidas y si eso no sucede en este día pues esperaré hasta que supliques.

—Jamás sucederá, ahórrate las palabras.

—Eso ya depende de ti —Besa mi mejilla—Pórtate mal.

—Eso haré.

Me deja de sujetar y de mala gana me dirijo hacia la entrada.
Noto que el profesor viene por detrás de mi y sé que me quiere hacer muchas preguntas, así que acelero mi paso hasta perderme de su vista. 

...
¿Les gustaría otro collage de fotos de los personajes que faltan?

Mabel Paz

Okumaya devam et

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