Outlawed - jjk, knj

By DearWeirdMaria

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Los límites de la legalidad están bien marcados. ¿Robar? Delito. ¿Matar? Delito. ¿Exceso de velocidad? Delito... More

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Nota: Mousetrap
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By DearWeirdMaria

Estoy nerviosa. Muy nerviosa. Y sé que no debería porque le dije que confiaba en él y que tenía un 99% de posibilidades de ganar; vaya, que si tengo esa confianza no debería estar así. Pero lo estoy, tanto que parece que soy yo la que va a competir y no él.

Los demás, sentados en las gradas a mi lado, parecen mucho más tranquilos que yo. Minnie, que está en un sándwich entre su novio y yo (sobro bastante, la verdad), de vez en cuando me da toquecitos en el brazo y me alza las cejas, y no hace falta que me diga nada para que entienda que me está preguntando, más bien afirmando, que si estoy nerviosa.

«Pues claro que sí».

Encima no le vemos. Solo veo el circuito. Es el mismo en el que hemos entrado ilegalmente tantas veces, pero ahora impone más que cuando solo están los seis. Él está metido en una caseta con el resto de corredores y lo peor de todo, además de no verle, es saber que tiene que estar tan nervioso como yo. Si lleva así por lo menos dos días, no me imagino hoy.

—Tranquila, preciosa, lo va a hacer bien.

La mano de Jimin interrumpe mi mirada exhaustiva a la caseta en la que se encuentra el kamikaze (supongo que esperaba traspasarla con una potente visión láser que debo de acabar de desarrollar) cuando la posiciona en mi pierna, que parece que ha sufrido un fallo técnico porque no deja de moverse de arriba abajo sin descanso. Y solo con ese gesto, ha conseguido no solo que el movimiento pare, sino que le mire. Sonríe con confianza, así que eso será bueno.

—Está nervioso.

—Claro que lo está. Llevamos años viéndole correr y siempre está hecho un flan. Pero este año creo que tiene más confianza.

—¿Tú crees?

—Ha dicho que tiene un 99% de posibilidades. Normalmente dice que un veinte. Además, creo que se ha bañado en algo que huele como tú, porque soltaba un tufo... Ah, ¿es cosa tuya?

Lo pregunta alzando una ceja cuando ve que, inconscientemente, sonrío al pensar que ha acabado creyendo que tiene posibilidades.

—Claro que es cosa suya —aparece Minnie de la nada—. Le va a dar suerte, ya verás, Rinnie.

—¿Estáis hablando de Jungkookie? —Es Jin el que sale ahora de al lado de Jimin. Tiene una bolsa de patatas en la mano y mueve los carrillos porque está zampando. Cuando hemos entrado ha dicho que era porque le pone nervioso ver las carreras si él no compite y que necesita algo para distraerse, pero a ese ritmo cuando empiece la carrera de verdad no va a tener comida.

—¿De quién si no? —le pregunta Jimin, y su hyung le mira mal. Pero a él no le afecta, porque sonríe antes de girar ligeramente la cara en su dirección—. Haerin está nerviosa por Jungkookie, pero ya le hemos dicho que este año seguro que gana.

—Bueno, eso hemos dicho los anteriores...

—Muy consolador, Jin. Gracias por tu ayuda —suelto yo.

—¿Qué quieres, que te mienta? Ya sabes que ha perdido todos los anteriores. Pero mira, mejor para nosotros, porque sigue compitiendo en Outlawed. Si gana, dejará de hacerlo.

—Bueno, si gana, ya pensaremos en eso —le dice Jimin.

—¿Por eso no os presentáis vosotros? Para no dejar Outlawed.

Es una cosa a la que le llevo dando vueltas desde que descubrí que él era el único que se presentaba. Se lo pregunté hace un par de días y me dijo que el único que estaba obsesionado con la competición era él, pero no me explicó las causas. Y aunque a veces soy un poco cotilla, tampoco se las pregunté porque no me parecía cosa suya. Por eso ahora pregunto directamente a los afectados. Porque sí, todos están a mi alrededor en las gradas. Hasta Sally ha venido, aunque siempre me ha parecido que la morena no es partidaria de que mi novio gane; en ningún aspecto.

—No nos presentamos porque no queremos lo mismo que él —responde Jimin—. Jungkookie siempre ha querido ser piloto profesional. A los demás nos gustaba correr y tal, pero cuando empezamos Outlawed fue más por él que por nosotros.

—Se te olvida mencionar que tampoco competimos hoy porque sabemos que si él no es capaz, ninguno tenemos posibilidades...

Pensaba que a Jimin le gustaba el caos, pero al ver la mirada que le lanza al rubio, me doy cuenta de que a Jin le apasiona más.

—Vale, el primer año yo también me presenté. Bueno, nos presentamos todos, pero nos desmotivó un poco, así que preferimos Outlawed. Al menos nos da pasta. Y si no, siempre nos queda el taller.

—¿Preferís eso?

—Es más tranquilo. Pero de momento nos gusta la adrenalina de saber que nos pueden pillar, así que no tienes de qué preocuparte —responde con una sonrisa radiante. Supongo que la intención de sus palabras es decirme que no me voy a quedar sin trabajo de la noche a la mañana. Bueno, sin trabajo ilegal. Porque por lo que respecta al kamikaze... si gana supongo que, como bien ha dicho, dejará las carreras ilegales. Pero la verdad es que no me le imagino dejando de conducir.

Estoy a punto de decirle que tampoco es como si estuviese preocupada, pero noto mi móvil vibrar en el bolsillo de mi pantalón y voy corriendo a cogerlo. Por si es el kamikaze, sí. Aunque sé que es absurdo, porque estará ocupado concentrándose, pero a lo mejor me necesita para algo. No podría equivocarme más.


Woonie

Rinnie!

Mañana hay comida familiar.

16:20

Junho y yo vamos a ir, que ya hemos vuelto de la luna de miel.

Espero que vayas con tu novio.

16:21

Qué novio?

16:21


Hacerme la loca siempre me parece la mejor opción, porque está claro que no voy a confesarle abiertamente a mi hermana que ahora sí que tengo pareja. Más que nada, porque es el primer paso para que mis padres se enteren y, una vez se enteren, les va a faltar tiempo para obligarme a llevarle a una de las comidas familiares, y no quiero ni hacerle pasar a él ese mal trago, ni pasarlo yo. Porque aunque sé que él quiere, seguro que se arrepiente en cuanto esté ahí. No tiene ni idea de cómo es mi madre...


Woonie

No me mientas Rinnie.

No se te ocurra.

Tengo pruebas y sé quién es.

16:22

Ah, sí, qué pruebas?

Enséñamelas que yo las vea

16:22


Mi pierna vuelve a moverse sola de arriba abajo, haciendo ruido en el suelo de la grada, pero Jimin ahora no hace el intento de pararlo. He sido más valiente por escrito que lo que verdaderamente me siento. Porque la he desafiado confiando ciegamente en que no tenga ni una prueba, pero hay una parte de mi cerebro que está poniendo en primera plana el morreo que nos dimos en su boda, delante de un montón de gente. Y que ella, técnicamente... le conoce.

«Que no tenga pruebas, por favor, que no las tenga».

Llevo los ojos al cielo, rezándole a la nube que tengo encima que sea una trola para que me deje en paz y que la mentira me quede creíble. Pero cuando el móvil me vuelve a vibrar en las manos, bajo la vista solo para ver las pruebas. Las dos putas fotos que puso el kamikaze en mi Kakao y que no pensé ni que miraría por eso de que está de luna de miel y eso. Bueno, y porque ahí no pensé mucho en que mis padres me tienen agregada y pueden verlas.

«Mierda, mierda, mierda».

«Piensa, Haerin, ¿qué puedes decirle? A ver, la primera foto es la del coche, y menos mal que el kamikaze solo puso en la que estás sonriendo. A lo mejor puedes tirar por lo de que te has comprado un coche nuevo. Pero la segunda... Vale, no tengo salida».

La segunda nos la sacamos el otro día. Acabábamos de follar y estábamos en la cama tumbados. En la mía, concretamente. Y como el kamikaze últimamente se ha aficionado a eso de sacarnos fotos juntos, aprovechó que tenía el móvil entre las manos porque me iba a enseñar un meme o algo que vio en Twitter, para sacarnos una foto justo cuando escondí mi cara en su cuello para respirarle y darle un beso. Él sale radiante; yo, evidentemente, en una situación demasiado cariñosa; y nuestros cuerpos, aunque no se ve más allá del hombro, es evidente que están desnudos.

«Qué bien».

¿En qué momento me pareció buena idea decirle que sí a subirlas al Kakao? Porque me estoy arrepintiendo.


Woonie

Eso son pruebas?

Es un amigo, creo que es obvio

16:25


«Con seguridad, que crea que está loca y que tú llevas la razón; aunque no la lleves, la actitud es lo más importante».


Woonie

Rinnie... No me chupo el dedo.

Es el mismo tío que trajiste a mi casa, me acuerdo de él.

Y tengo dos ojos con los que vi perfectamente que te gustaba.

16:26

Ah, yo llevé a un tío a tu casa?

Mira que no me acuerdo...

16:26

Sí, decías que se estaba meando.

Tenía tatuajes.

No me engañes más y mañana vienes a la comida con él vale?

16.27

Y si lo es qué?

No te parece que si tengo novio y no os lo he dicho es porque no me apetece que le conozcáis?

Espero que eso puedas verlo con tus ojos también

16:28

Rinnie iba de buenas, eh.

Pero que sepas que mamá lo sabe.

16:28

Qué?

16:28

No se lo he dicho yo. De hecho, fue ella.

Así que ya sabes las dos opciones que te quedan.

Nos vemos mañana!

16:29


Suelto un bufido de pura frustración cuando veo que su último mensaje no admite ningún tipo de réplica. Tampoco es que pueda decir mucho, porque lleva razón: tengo dos opciones. La primera —que es la que tenía pensada si me obligaban a asistir (aunque si lo pienso, realmente me va tocando ir, porque suelo ir una vez al mes para cumplir como hija, y con la excusita de la boda de Woonie me lo he saltado)— es ir sola y fingir que sigo solterísima para, encima, confirmar que he dejado de vivir con Namjoon y que así dejen de darme la brasa. Contaba con que Woonie seguramente sacase el tema de que me vio con el kamikaze y entonces yo diría algo sobre que es un compañero de trabajo o algo así... Vaya, que mentiría descaradamente pero con toda la convicción que pudiera reunir.

La segunda opción es ir con él. Solo se me pasó por la cabeza porque me dijo que quería ir, pero como no es mi caso, no la tenía ni planteada. Pero claro, ahora que lo saben... Joder, es que me estoy imaginando ya la escenita si voy sola. Pero también me la imagino si voy con él...

Estupendo, ahora estoy nerviosa por una comida con mis padres. Mi día mejora.

—Ey, Rinnie, ahí va tu hombre. —Mi amiga me saca del trance en el que me ha metido mi hermana, dándome un codazo y señalando a la pista donde, efectivamente, el kamikaze va hacia uno de los coches que hay colocados en la salida. Son todos idénticos y hay unos... veinte diría yo. El kamikaze ni siquiera mira a las gradas, se limita a observar sus pies, que le dirigen al quinto coche de la fila. No sé qué criterios seguirán para el orden, pero supongo que como lleva todo el día aquí, seguramente hayan hecho alguna carrera previa o algo. Por eso me tomo como una buena señal que entre en el quinto coche. «Si acaba con la misma posición, pasa a la siguiente fase»—. ¿Te ha estado hablando ahora? Te he visto con el móvil.

—Ha sido mi hermana —confieso bajito, para que el cotilla que tengo a mi derecha no se entere.

—¿Comida familiar?

—Ajá.

—¿Y... le vas a llevar? —pregunta señalando a la pista. Parece que los conductores todavía se están acomodando al coche, así que todavía me da tiempo a responder a mi amiga.

—Estoy pensando cuál de las dos opciones que tengo me va a dar menos dolor de cabeza.

—¿Ninguna? —La ceja izquierda de mi amiga se alza a la vez que una sonrisa minúscula se pone en sus labios, así que la copio.

—Exacto.

La megafonía del circuito, en ese momento, anuncia que la carrera va a comenzar en «breves instantes» y, como debe ser que les gusta poner nerviosos no solo a los participantes, sino a los acompañantes, ponen una cuenta atrás de un minutazo entero. Se me hace como una hora, pero la parte positiva es que vuelvo a ponerme nerviosa por lo que lo estaba al principio, y eso lo manejo mucho mejor que estar nerviosa por mis propios problemas. Por no hablar de que notar a los demás a mi lado, emocionadísimos, me hace estar un poco menos tensa y más como ellos. Porque cuando los coches salen despedidos hacia delante y veo el número cinco (que es el que tiene el coche del kamikaze por todas partes para que lo reconozcamos) adelantar al que tiene inmediatamente delante, Jimin se levanta del asiento y empieza a vitorearle. A Jimin se le unen Jin, Tae (Sally porque el del pelo azul la arrastra con él), Hobi... y cuando mi amiga se levanta y tira de mi brazo y del de Yoongi, ya estamos todos en pie dándole ánimos sin que nos vea realmente. Los que sí nos ven, claro, son las personas que tenemos detrás, que, siendo un poco bastante desagradables, nos hacen volver a sentarnos.

—Menudos aburridos. Seguro que no quieren ni una décima parte de lo que queremos a Jungkookie a quien hayan venido a apoyar —bufa Jimin.

—Eso si han venido a apoyar a alguien... Porque míralos qué sosos, ni siquiera hablan... —refunfuña Jin.

—Lo creáis o no, hay gente que quiere ver la carrera —suelta Yoongi, que se asoma un poco por delante del cuerpo de su novia para que sus amigos le vean. Parece que quería recibir la mirada de odio que le lanzan estos.

—Otro aburrido —suelta Jimin después de mandarle directo a la tumba con sus ojos, que traslada a la pista para volver a ver la carrera. Los coches van tan rápido que, de no ser por las pantallas con los resultados y las cámaras lentas, sería prácticamente imposible saber cómo van—. ¡Vamos, Jungkookie!

—No te oye...

—Que te calles —le grita al del pelo verde, otra vez, el pelinaranja—. Venga, Haerin, ¿tú no animas a Jungkookie? Qué mala novia eres.

—Jimin... no nos escucha. Prefiero concentrarme en la carrera.

—Qué aguafiestas, Haerin... —vuelve a bufar—. ¿Concentrarte en la carrera significa que vas a echarles mal de ojo al resto de conductores para que Jungkookie gane?

—Eso mismo significa —le respondo, mirándole solo para que vea que sonrío. Y él me copia, claro.

—Pues entonces me uno.

A ver, no es que crea que mirar al resto de coches como si tuviese rayos láser en los ojos y fuese a conseguir que descarrilaran por arte de magia funcione, pero así al menos no molesto a la gente que hay alrededor, veo de paso cómo va el marcador (el kamikaze va tercero ya) y no gasto esfuerzo en algo que no va a servir para nada. Porque sí, supongo que si el kamikaze me viese sería la primera en animarle, pero como no lo hace no me queda otra que observar. Bueno, y preguntar. Aunque no soy la única que lo hace.

—¿Cuántas vueltas son? —Dirijo mi duda a Yoongi, porque parece el más concentrado y el más entendido del tema.

—Veinticinco, lo pone en la pantalla. Esquina izquierda.

—Ah, gracias.

—¿Y Jungkookie qué número era? —Ahora es Jimin el que incordia al peliverde.

—El cinco. Pone su nombre al lado, Jimin.

—¿Cuánto tardan en cada vuelta?

Esa pregunta estúpida que podría calcular con su reloj, que para eso lo lleva, viene de Jin. Y sé que es estúpida, además de porque tiene reloj, porque veo cómo Yoongi pone los ojos en blanco y suspira antes de responder. Y porque escucho cómo la risa de limpiaparabrisas de Jin empieza a sonar.

—Están tardando un minuto veintitrés. No es mucho. Lo pone en la pantalla también. Jungkookie está haciendo la vuelta más rápida, pero le siguen llevando ventaja.

—¿Y no se supone que tendría que ganar si hace la vuelta más rápida?

—No necesariamente —me contesta. Y aunque veo claramente que está harto de respondernos, cuando Jimin y Jin siguen picándole preguntando cosas de lo más absurdas (desde el color del mono hasta si el casco que llevan lleva dispensador de agua), sigue respondiendo. A todas. Si es que parece un tío duro, pero en realidad es un blando con esta gente. Un blando que no parece pillar cuándo le toman el pelo (o que finge no saberlo), así que al final es mi amiga la que amenaza a los otros dos silenciosamente para que se callen de una vez y le dejen ver la carrera.

Aunque con toda esta tontería, lo bueno es que eliminamos la tensión que nos provoca el circuito y el resultado final. Quizá por eso Yoongi estaba respondiendo a las preguntas y por eso nosotros las hacíamos: porque hacer el payaso da mucho menos miedo que enfrentarnos a que el kamikaze quede por debajo del quinto puesto.

Cuando nos centramos y vuelven los nervios, quedan solo dos vueltas. El kamikaze va tercero y parece que le saca ventaja al cuarto, así que no debería haber problema. De hecho, todos confiamos en él, pero confiar no es sinónimo de motivarnos, porque noto los nervios de todos los que me acompañan tanto como los míos, que han pasado a un nuevo nivel: ya no solo muevo mi pierna, sino que me muerdo las pielecitas de los laterales de mis dedos, y me da igual hacerme sangre. Afortunadamente, acaba antes de que la sangre llegue al río; más bien, que salga a la superficie.

—¡SÍÍÍÍÍ! —grita Jimin, levantándose porque ya se la sudan los de atrás. Y según su cuerpo se incorpora, también lo hace el mío, como si tuviese una especie de imán. Bueno, y el de toda la fila. Y ahora sí que nos da igual que los de atrás nos bufen, nos chisten o que nos chillen. Porque ha quedado tercero, y eso significa que pasa por narices a la siguiente fase.

La emoción hace que acabe envuelta entre los brazos de Jimin, Minnie y Jin mientras damos saltos, y solo porque Jin es el primero en separarse, nos damos cuenta de que el kamikaze ha bajado del coche para colocarse en su lugar en el podio que hay en mitad de la pista; un escalón por encima de los últimos seleccionados. Y nos está mirando. Nos ha encontrado y alza el cartón en el que pone su nombre como tercer clasificado. Jimin grita más y le señala y yo solo sonrío.

Lo ha conseguido, e igual que sus nervios eran también míos, su felicidad también lo es.




—¡Ahí viene el campeón! ¡Enhorabuena, Jungkookie!

Hemos estado esperando a la salida del circuito a que soltasen finalmente al kamikaze, y ha sido bastante más de lo que me esperaba. Es decir, la carrera había acabado, ¿qué más tenían que hacer? Pues al parecer papeleo, imagino, porque si no no sé por qué coño han tardado tanto en salir. El primero ha sido otro de los ganadores, porque su familia estaba esperándole y le han recibido emocionados también. Ahí es cuando nos pusimos alerta por si el kamikaze salía. Aunque debe ser que la charla de Jin nos ha distraído a todos menos a Jimin, que es el primero en verle. Y cuando se acerca a él a darle un abrazo, el círculo extraño en el que nos habíamos colocado, se abre para que él entre en cuanto el pelinaranja le suelta.

—¿Me lo sujetas? —le pide, tendiéndole a su amigo el cartón con su nombre. Jimin parece que de repente ha visto a su ídolo y que haría todo lo que pidiese, porque asiente efusivamente y el kamikaze no tarda ni un segundo en darle el cartón para encaminarse hacia a mí.

Dos pasos, eso es lo que tarda en llegar, agarrarme del culo sin vergüenza alguna y estampar sus labios contra los míos. Escucho los vítores de los demás como amortiguados, porque su boca no me deja pensar en otra cosa que no sea la felicidad que desprende al besarme. Y ganas, eso también.

—Gracias... —susurra cuando se separa de mis labios. Me fuerzo a levantar los párpados para ver sus ojitos brillantes, su sonrisa, sus mejillas rojas...

—No he hecho nada.

—La colonia. Y el 99% de posibilidades.

—Eso ya lo tenías. Pero me alegra que haya servido —murmuro, antes de lanzarme yo ahora a sus labios. ¿Porque se me olvida que estamos solos? Puede. Aunque no tardo en darme cuenta de la compañía cuando el kamikaze se separa con una sonrisa que brilla más que las de los anuncios de dentífrico.

—Ya, ya...

—Hombre, es que hemos venido todos, está feo que solo le prestes atención a la novia —se queja Jin.

—Parecéis siameses, oléis igual.

—Esa era la idea —responde el kamikaze a Yoongi—. Gracias por venir a apoyarme.

—A mí me han obligado a venir —responde Sally—. Pero enhorabuena—. Aprovechando que aunque ya no me besa, sigue pegado como una lapa a mi cuerpo (con su brazo sobre mis hombros para acercarme más a su costado), le doy un codazo para que vea que lo que le dije hace tiempo es cierto: no le cae bien a todo el mundo. Pero está tan feliz que le da igual, porque sigue sonriendo—. ¿Vamos a ir a cenar de una vez? Me muero de hambre.

—¿A dónde quieres ir, Jungkookie? El ganador elige.

Lo pregunta Hobi, pero los demás, que parece que tenían un sitio en mente, bufan (vaya, Jimin y Tae principalmente), así que mi novio acaba dándoles vía libre para ir a dónde quieran. Y el sitio en cuestión es una hamburguesería que está a un par de calles del circuito, así que no nos hace falta coger el coche ni nada de eso.

Los dueños parecen encantados, desde luego. No solo por nosotros, sino porque alguno de los otros ganadores también ha llegado y el sitio está abarrotado. Aun así, se las apañan para hacernos una mesa para nueve en la que el kamikaze preside, conmigo a un lado y con Jimin (su mayor fan ahora mismo) al otro. De hecho, ha sido el pelinaranja el que le ha obligado a ponerse ahí. Supongo que para freírle a preguntas sobre cosas técnicas que no termino de entender mucho y que me hacen estar más pendiente de la comida que de otra cosa. Hasta que llega la pregunta definitiva.

—Entonces, ¿cuándo te vas a Estados Unidos?

«¿Estados Unidos?», repite mi cerebro. Una vez. Dos. Cinco. Ni siquiera lo sé. Lo único que sé es que le miro en cuanto escucho las palabras de Yoongi. Lo sigo haciendo mientras el nombre del país se repite en mi cabeza, intentando buscar un momento anterior a este en el que el kamikaze me haya dicho que tenía que irse. Pero no lo encuentro. A lo mejor se me ha olvidado, o me lo dijo mientras estaba distraída...

No, no es eso. Porque mientras mi cerebro sigue trabajando a toda máquina en una explicación, veo como él traga saliva antes de mirarme. «Bien, Haerin, no te lo había dicho. ¿Por qué?».

De nuevo, intento buscar una explicación que no encuentro. Solo tengo la certeza de que tiene relación con la carrera que acaba de ganar y con que... si era mundial, como me dijo, se me podía haber pasado por la cabeza la pequeña posibilidad de que se fuese de aquí. Pero ni se me pasó, ni parece que él tuviese intención de contármelo si el peliverde no hubiese sacado el tema.

—Nos han dicho que en quince días —responde mirando a su hamburguesa. «Ah, estupendo, quince días. Un montón»—. La siguiente fase dura un mes y si no la paso, me vuelvo.

Esto sí que lo dice mirándome, y veo en sus ojos que piensa realmente que no va a pasar. «Seguro que no te lo dijo por eso, Haerin, no pensaba que fuese a ganar hoy. No te montes películas».

Aunque la voz de mi cerebro intenta animarme de algún modo, la noticia me ha caído como un jarro de agua fría y me ha dejado sin ganas de absolutamente nada. Menos todavía de comer, porque el estómago se me cierra de golpe. Sin embargo, como sé que van a decir algo, me fuerzo a mantener la hamburguesa en mis manos para que piensen que estoy perfectamente; que lo sabía y que... no me importa. «Menuda falsa».

—Ya, pero, ¿y si pasas? —esto lo pregunta Jin, que no deja de zampar en ningún momento.

—Si paso, ya se verá.

—Si pasas te tienes que quedar allí, ¿verdad?

Supongo que nadie se esperaba que hablase, pero a la que más le sorprende abrir la boca es a mí, desde luego. Porque pensaba que no iba a tener ganas de echarme más mierda encima, pero me debe de apetecer muchísimo hablar de esto ahora.

—Rino, no voy a pasar.

—Tampoco ibas a pasar esta fase, Jungkook.

—¿Le ha llamado... Jungkook? —pregunta Jin, parpadeando muy rápido, como si el sentido del oído y de la vista estuviesen conectados de algún modo.

—Bueeeno, ¿y si cambiamos de tema? —Minnie intenta que el kamikaze y yo dejemos de mirarnos con esa intensidad, porque sabe que de aquí a que haya bronca o el ambiente feliz que había se vaya a la mierda, hay un paso. Bueno, a quién quiero engañar: eso ya no tiene remedio, al menos por mi parte.

—¡Me parece buena idea! —salta Hobi—. Jin, di tú algo, que siempre tienes algo que decir...

—¿Yo?

—Sí, tú.

—Qué remedio... Yoongi, ¿te sabes el nombre verdadero de tu novia? Apuesto a que no.

—Pues claro que me lo sé —replica ofendido. Y yo aparto la mirada del kamikaze para centrarla en él. Total, no sirve de nada, porque no vamos a hablar del tema delante de todos. Y paso de seguir viendo como me mira con esos ojitos de pena—. Minying.

—¿Minying? —pregunta Jin, y se ríe.

—¡Oye! Es un nombre precioso. Díselo, Yoongi.

—Precioso, sí —admite, pero eso no corta la risa de Jin, que sigue carcajeándose.

—¿Entonces por qué le dices a todo el mundo que te llamas Minnie? —Ahora es Tae el que le hace el cuestionario a mi amiga.

—Porque es más corto.

—Y más bonito... —susurra Jimin.

—Jimin, eres un...

—¿Guaperas?

—Sobre todo eso...

La conversación sigue de fondo, pero yo ya no le presto mucha atención a nada. En mi cabeza está en bucle que el kamikaze se va. A Estados Unidos. Un mes y quizá para siempre. Que mañana tengo comida con mis padres y... estupendo, mi vida vuelve a ir genial. Increíble. Maravillosa.

Ya ni siquiera me apetece fingir que tengo hambre, así que dejo la hamburguesa sobre el plato de nuevo y me limpio las manos con la servilleta. Noto los ojos del kamikaze posados sobre mí, pero como los demás siguen discutiendo sobre quién tiene el nombre más bonito, intento centrarme en eso. Hasta que abre la boca, claro.

—Rino... Rino... —me llama bajito. No es que tenga intención de hablar con él ahora mismo, pero le miro otra vez sin quererlo («ojos, dejad de traicionarme») y él suspira—. Come un poco más. Porfa.

—No tengo hambre.

—No has comido nada.

—Y si como un poco más, vomito.

Voy completamente en serio porque, como cada vez que me pongo nerviosa, estoy rayada o tengo algún tipo de problema, mi estómago decide que el mejor modo de combatirlo es matándonos de hambre. No sería la primera vez que intento forzarme a comer y acabo echándolo todo, así que prefiero no dar ni un solo bocado más. Sin embargo, el kamikaze nunca se da por vencido (ni en la comida ni en ningún tema), así que me pasa una patata de su plato para que me la coma. Y como niego, se queda con el brazo en alto sujetando la patata a centímetros de mi boca.

—Jungkookie, ¿eres un pájaro y Rino es tu cría? —le pregunta Jin cuando le ve, y eso sirve para que el kamikaze baje la mano con la patata, dándose por vencido al fin.

—Los pájaros les dan la comida a las crías ya masticada —matiza Yoongi.

—Puaj. ¿Hacéis eso?

—No, Jin hyung.

Por si no había quedado claro que el ambiente festivo se había ido completamente a la mierda, la respuesta desanimada del kamikaze no deja lugar a dudas, así que nos dejan a los dos en paz el resto de comida para intentar animar ellos la fiesta. Más o menos, porque a veces veo a Minnie mirarme de reojo y sé que todos le miran a él. Puedo reconocer a la perfección la cara de Jimin de «la has cagado», pero, por si acaso, también veo como sus labios dicen las palabras sin que lleguen a sonar.

Cuando todos acaban, el kamikaze acaba pidiéndole al camarero que me pongan la hamburguesa que me ha sobrado (prácticamente entera) en un tupper, antes de que finalmente salgamos del local. Y aunque es sábado, como han cancelado la carrera de hoy por la competición del kamikaze, planean seguir en su casa con una fiesta de celebración. Pero según lo dicen, se dan cuenta de que el kamikaze no va a estar muy por la labor, porque cuando yo digo que prefiero irme a casa, el kamikaze insiste en llevarme y les da vía libre para celebrar por él. Y eso solo significa una cosa: vamos a tener que hablar del tema.

No lo hacemos mientras llegamos a su Mercedes (por suerte yo he venido con Yoongi y con Minnie), pero en cuanto nos ponemos los cinturones y arranca, veo en sus manos tamborileando sobre el volante que no va a tardar ni un minuto más en empezar la conversación.

—Siento no habértelo dicho, Rino.

Menos de dos segundos en realidad, porque lo suelta de golpe, y yo le miro, aunque él no lo haga porque está pendiente de la carretera.

—¿Lo hiciste aposta? Ya sabes, callártelo.

—Sí y no.

—Esa respuesta no me vale.

El kamikaze suspira, reduce cuando se acerca a un paso de peatones y, aprovechando que está parado, me mira los segundos que una mujer con un carrito tarda en pasar.

—No quería decírtelo porque pensaba que no iba a pasar, eso ya lo sabes. Y no quería preocuparte con esa gilipollez para nada.

—No es una gilipollez —le corto, y él me asiente antes de volver a centrarse en la carretera.

—Ya, ahora no lo es. Pero si te lo hubiese dicho antes de ganar, hubieses estado rayada por si ganaba, ¿me equivoco?

—¡Pues igual que ahora! —me quejo—. O menos, porque sería una posibilidad y al menos lo sabría. He quedado como una estúpida por no saberlo cuando estaba claro que todos lo sabían.

—He sido yo el que ha quedado como un gilipollas por no habértelo dicho. ¿Me perdonas?

—Si me lo cuentas. Todo, sin ocultar nada.

Supongo que pensaba que me iba a quedar calladita, pero tal y como le pregunté antes, me imagino que el viaje no es cosa de un mes.

—Ya lo sabes todo... En quince días me voy a Estados Unidos para ver si paso la siguiente fase. No creo que la pase, es muchísima gente y con muchísimo nivel...

—Vale, ¿y si pasas qué? Y no me lo ocultes.

—Me tendría que ir allí, sí —me admite—. Las competiciones son en diferentes países, pero los entrenamientos de la escudería que me asignen serían allí.

—Y eso sería... ¿para siempre?

—Tendría vacaciones y eso, Rino.

—Ya...

Vacaciones. Sé lo que son: treinta días sin trabajo. Solo treinta. Y eso significa que solo podría verle un mes al año. Con suerte, si curra menos o se hace famoso, un poco más. ¿Y es eso lo que quiero? ¿Quiero tener que conformarme con ese tiempo? Aunque bueno, la pregunta correcta sería, quizá... si sería capaz de soportarlo.

Y ahí, en medio del silencio que se crea, no paro de darle vueltas al tema. A que si pasa, va a cumplir su sueño, pero esto que tenemos...

—No quería decírtelo porque no quería que me dejaras. —Sus palabras cortan mi pensamiento y el ambiente que se había generado en el coche, así que le miro. Y sus ojos, aprovechando que ya ha aparcado enfrente de mi edificio (sin que yo me haya dado cuenta), se clavan en los míos, añadiéndole el doble de sinceridad a lo que acaba de decir—. Habré sido un egoísta, pero ni siquiera quería hablarte de la competición por si lo sabías y... decidías que lo mejor era dejarlo. No lo hagas.

Supongo que esta era una de las cosas que me daba miedo de querer: las complicaciones, el nudo en la garganta que se me forma al ver su cara desesperada; la posibilidad de que saliese mal. La necesidad de elegir.

—Lo que no puedo hacer es prohibirte luchar por tu sueño. No puedo decirte que no vayas o desear que no ganes, porque tienes que hacerlo, ¿entiendes? Tienes que ganar, y si tienes que quedarte allí, tendrás que hacerlo.

Joder... ¿le está sonando a él tanto como a mí como una puta despedida? Porque tengo ganas de llorar.

—No lo hagas —insiste—. No me prohíbas nada, pero tampoco me dejes, Rino. Podemos tener una relación a distancia si paso. Te llamaría todos los días y sería tan pesado que ni siquiera notarías que no estoy.

—Sí que lo notaría, kamikaze —le digo, y aparto la mirada para mirar al coche que tengo al lado, con el retrovisor destrozado y pegado con cinta americana; luchando por aguantar un poco más en su sitio, pero a duras penas—. Y tú tampoco quieres eso, joder. Es que esto es una putada, tendrías que habérmelo contado antes...

—Pero quiero estar contigo, aunque sea a distancia. ¿Que me encantaría tenerte todos los días a mi lado? Claro, pero no puedo pedirte eso.

—Pero sí puedes pedirme que no te deje.

Sigo sin mirarle, y sé que le jode, porque agarra mi mandíbula y la gira para que vuelva a enfrentarle. Él también parece a punto de llorar, aunque no sé cuál de los dos perderá antes.

—Sé que no debo, pero déjame ser un poco egoísta, Rino. Necesito que sigas a mi lado.

—¿No lo estoy ahora? —pregunto, intentando evitar el tema al que se refiere.

—Sí, pero... el mes que viene. Cuando esté allí, ¿seguirás conmigo?

«Es un mes, Haerin. No quieres estar sin él, ya lo sabes. A lo mejor piensas que las relaciones a distancia no funcionan porque se lo has oído a todo el mundo, pero ya sabes que lo tuyo con el kamikaze no se aplica a la norma. Lo mismo con vosotros funciona. A lo mejor encontráis el modo».

—Sí, de momento sí —me rindo, y él suelta el aire de golpe, aliviado—. Tenemos un mes para ver si podemos con ello. Pero... tienes que prometerme que vas a intentar ganar. Nada de tirar la toalla solo porque te quieras quedar en Seúl.

—Rino... ¿cuándo me has visto rendirme?

—Nunca.

—Pues eso. Voy a luchar por las dos cosas. Y si la carrera no sale bien, al menos haré que lo nuestro funcione.

Lo dice con la convicción que siempre ha tenido, y supongo que ahora que sabe que al menos hemos sorteado la primera piedra del camino, está un poco más feliz y decidido.

—La carrera va a salir bien también.

—¿Sí? ¿Cuál es el porcentaje, novia?

—Un 80%.

—Ha bajado un poquito, ¿eh?

—Porque eres bueno, pero no tanto, flipado.

Mi comentario le hace reír, y eso consigue que la tensión que estaba en el ambiente se vaya del todo. Ahora no parece que nos preocupe su inminente marcha, y menos todavía cuando finalmente me besa unos segundos.

—¿Me dejas subir a tu casa entonces?

—¿Me queda otra opción?

El kamikaze me sonríe porque ni siquiera hace falta una respuesta a eso: con él nunca he podido decidir. Siempre me he dejado llevar por mis sentimientos, por mucho que eso pueda llegar a hacerme (mucho) daño.

----

¡Hola!

En primer lugar, gracias a todas por los mensajes que dejasteis en el tablero la semana pasada cuando avisé que no habría capítulo. Y gracias por haber esperado con paciencia a la actualización de hoy, sois las mejores <3

La actualización viene un poco más tarde de lo normal también, pero es que es un capítulo bastante largo (unas 6000 palabras) y he tenido que corregir un montón de cosas que estaban escritas como el culo. Pero bueno, it's finally here con UN POQUITO de drama, como veníais oliendo. Solo ha habido una persona en los comentarios que haya comentado esta posibilidad que se les abre en el horizonte a Rinokaze, ¿os lo esperabais? ¿Qué creéis que pasará? ¿Avisará la Rino al kamikaze para que conozca a sus padres? Estoy deseando saber qué opináis.

El parón de una semana además me ha venido bien para tener un poco más de margen y ordenar un poco el final de la historia que... ya está aquí a la vuelta de la esquina. Espero que no me quede todo muy precipitado, pero tampoco quiero hacerlo aburrido. Ya os adelanto que, si todo acaba como está previsto, serán 47 capítulos. Tengo idea para dos extras, pero no sé si los haré o no, ya os iré diciendo.

Y como hoy parece que me han dado cuerda para hablar como una cotorra, ya os dejo en paz hasta el lunes que viene si no hay inconvenientes en el camino. Gracias por leer <3

¡Os leo!

PD: En la foto original de multimedia sale también Namjoon. Que me vendría al pelo, peeeero como veréis no pega con el capítulo. He hecho el sacrificio de cortarle, pero como me parece mal que no lo veáis, aquí la lleváis completita:

Me encanta a la vez que odio que aparezcan juntos porque Namjoon me wreckea demasiado y lo llevo: mal

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