Compromiso a la fuerza.

By Amairan

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Imagina que un accidente cambia tu vida y la de un empresario. Esto le paso a Yuliza una teibolera. Ante sus... More

Compromiso a la fuerza.
Capítulo 1 : Accidente
Capítulo 2 : Te encontré
Capítulo 3: No importa
Capítulo 4: Cásate conmigo
Capítulo 5: ¿Nuevo hogar?
Capítulo 6: Me tiene sin cuidado.
Capítulo 7 : Doctor.
Nota
Capítulo 8: Problemas y Recuerdos.
Capítulo 9 : Presentación.
Capítulo 11: Sacrificio.
Nota Urgente
Capítulo 12: Raúl.
Capítulo 13: Subasta
Capítulo 14: Trabajo.
Capítulo 15: Baile
Capítulo 16: Amor.
Capítulo 17: Recuerdos
Capítulo 18: ¡¿Qué?!
capítulo 19: Adiós
Hola Lectores
SUPER IMPORTANTE
Capítulo 20: Recordandote
Capítulo 21: Es mío
Capítulo 22: ¿En dónde está el amor?
Capítulo 23: Lo que sea por ella.
30 de Marzo
Comienzo: Isabel
Capítulo 24: Mi cielo.
Comienzo: Wilson.
Comienzo: Dejame explicarte
Capítulo 25: Una verdad
Comienzo: Años
Capítulo 26: Dime que...

Capítulo 10 : ¿Una cualquiera?

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By Amairan

Pov. Raúl.

-Yuliza – dije tratando de alcanzarla pero caminaba rápido con esos tacones. Cuando por fin la alcance la tome del brazo y la jale contra mí – Espera.

-¿Qué quieres que espere? Nos vamos ¿no?

-Si – se le veía molesta y todo era por mi culpa como últimamente lo estaba siendo. – Tenemos que irnos.

-Tengo hambre – reclamo mientras se cruzaba de brazos. ¡No le mires los pechos, no le mires los pechos! Me repetí mentalmente.

-Te invito a cenar – su cara era pura duda. Y sin poderlo evitar mire sus pechos que se marcaban sobre el vestido. Como era que toda cubierta era aún más hermosa. Ella no necesitaba mostrar para ser sexy ella era sexy de naturaleza. - ¿Confías en mi?

-La verdad no mucho.

-Si quieres cenar tendrás que hacerlo. Así que sube al auto.

Con paso decidido subió al coche. Me subí y maneje pensando en donde podría llevarla. Hasta que se me ocurrió un lugar elegante de San francisco.

Cuando llegamos a Traveler. Entre como si fuera el dueño del lugar. Abrí la puerta para Yuliza pero como siempre la ignoro y salió como si nada del auto parándose detrás de mí. Mirando el gran restaurante por fuera. La tome del brazo y caminamos a la entrada.

-Buenas noches – dijo un caballero que se comía con la mirada a Yuliza - ¿tienen reservación?

-No la necesito. Llame a el gerente.

-Lo siento no lo tengo permitida.

-¡Que le hables te he dicho!

- ¿Qué Pasa Arnol? – pregunto una voz femenina detrás del muchacho moreno.

-El señor insiste en hablar con usted – explico mientras trataba de esconder su nerviosismo.

-¡Raúl! – saludo acercándose a mí. Gina era hermosa rubia, era una gran amiga, era casada y habíamos estudiando juntos – Lo siento mucho, el muchacho es nuevo. Pasa ¿pero quién es tu acompañante?

-Yuliza, mi prometida – le dije mientras la tomaba de la cintura y dedicándole una mala mirada a Arnol.

-Un gusto – saludo Gina y Yuliza la saludo de beso – Vamos la llevare a la mejor mesa.

Caminamos  había ido muchas veces pero siempre acompañado de mi hermana o solo. Nunca había traído conmigo a nadie más. El restaurante era elegante de un toque dorado y verde. Rosas, y música tocando en vivo, había un hombre que tocaba el piano y otro de violín. Gina nos dio una mesa para dos era como un  sillón café, rosas y velas. Otras parejas reían y se besaban alrededor de nosotros mientras alguna pareja enamorada bailaba al compas de la música clásica.

El mesero vino y para mi buena suerte era Arnol. Pedimos algo para cenar, mientras no dejaba de mirar lo hermosa que era Yuliza y que de la peor manera la había conseguido.

Terminamos de cenar, y pedimos postre. Una y otra vez la venia meterse la cuchara con el paste de queso en la boca y me daba de ganas de ser esa afortunada cuchara. Por una extraña razón sentía que había besado esos labios antes. Pero era imposible ella jamás me lo permitiría.

Cuando acabo el postre y tomo un trago de vino, me pare a su lado y con la mano extendida la invite a bailar.

-¿Bailas conmigo? – pregunte ansioso de tenerla a mi lado aun que sea un rato.

-No creo que sea lo apropiado. – dijo sin  siquiera mirarme.

-Todo en esta vida es inapropiado.

Con un suspiro tomo mi mano y la guie a la pista mientras el pianista comenzaba con la canción de Yiruma passing by la tome de la cintura e hice que siguiera mis pasos.

-Eres un gran bailarín – comento sin mirarme a la cara.

-Aprendí de la mejor.

-¿Quién Mara? – pregunto mientras alzaba el rostro y sus ojos castaños exigían una explicación.

-No. Mi abuela me enseño mientras mi abuelo se pasaba horas tocando el piano o el violín.

-Ah – dijo mientras agachaba la cabeza. – Lo siento.

-¿Qué sientes? – pregunte acercándola a mí, y susurrándoselo en el oído.

-La muerte, tu abuelo me dijo que fue muy fuerte para ti.

-Lo fue… era como una madre para mí.

Bailamos unos segundos más hasta que la música finalizo. Pague nuestra cuenta y maneje regreso a casa. Porque ya no solo era mía.

Cuando llegamos Yuliza fue directo al su cuarto y yo de mala gana fui a mi despacho.

Hable con Daniel y quede con él para que viniera en la tarde con las secretarias para ver lo de los hoteles, casinos y lo elegante.

Sin más me fui a descansar.

Pov. Yuliza.

Entre a mi cuarto y tome una larga ducha. La noche no había salido del todo bien, pero Raúl no parecía tan molesto como cuando estaba en la casa de su abuelo. Aún  cuando decía que ya no le afectaba lo de su abuela sus gestos decían más. Cuando lo vi allí parado exigiendo que nos fuéramos sabia que la noche se había arruinado aun cuando deje de lado nuestra discusión tenía que darme una explicación del porque me había investigado.

Me sentía casada. Me acosté sobre la cama con una pijama.

De pronto un llanto me despertó. Mire el reloj dos de la madrugada. Con paso adormilado camine a la recámara de Alicia. La puerta estaba entre abierta y ella seguía llorando. Con rapidez camine a su cuarto. ¡Por favor que este bien! Cuando entre con cuidado me quede de piedra.

Raúl estaba parado con Alicia en brazos tratando de tranquilizarla.

-Tranquila nene, todo va estar bien – decía mientras la arrullaba.

-No se va a callar – dije mirándolo desde la puerta – tiene hambre, vamos a la cocina.

Aún en sus brazos tenia a  Alicia, me siguió a la cocina mientras preparaba la leche y Alicia se distraía con la cadena de oro blanco que traía Raúl en su cuello.

-Hermosa cadena – comenté mientras entibiaba su leche.

-Si, lo tengo desde siempre.

-Ya está su leche, dámela yo se la daré.

-No – respondió abrazándola más a él – Yo le daré de comer, si no te molesta.

-No me molesta – dije mientras le entregaba el biberón.

Con mano temblorosa lo tomo y le dio de comer. Hasta que Alicia se tomo todo.

-Ahora sácale el aire.

-¿Aire? – pregunto arrugando su rostro.

-Dámela principiante – le quite a mi hermana y le saque le aire y la adormecí en mis brazos. - ¿Por qué la sostuviste entre tus brazos?

-Deduje que estabas cansada así que decidí consolarla. Nada más.

-Si, bueno gracias.

Con Alicia en los brazos camine a su cuarto la deje en la cuna y di un respingo al tener a Raúl detrás de mí. Ni cuenta me había dado que estaba siguiéndome.

-Buenas noches Raúl – dije tratando de pasar a su lado. Pero me lo impidió.

De pronto él me tenía arrinconada en la pared afuera del cuarto de Alicia sin  previo aviso me estaba besando. Esos labios que había anhelado cada noche antes de irme a dormir. Era un sueño de eso no tenía duda, pero era un sueño tan real. Sus grandes y fuertes brazos estaban Rodeando mi cintura mientras yo profundizaba el beso. Sus labios sabían a vino, pastel y menta, que tan deliciosa combinación. Sus manos recorrían cada vez más debajo de mi cintura.

¡Alto! No podía ser. De golpe lo empuje alejándolo de mí.

-No – dije lo deseaba pero él no tenía control sobre mí, y no iba permitirle que supiera lo contrario.

-¡¿Por qué?! – Preguntó molesto - ¡Tu eres mi prometida…!

-Cállate que está durmiendo Alicia, que sea tu prometida no te da derecho a nada.

—Pero tú eres una… — se interrumpió a medía oración.

—¿Una cualquiera? Tienes razón podre ser una cualquiera. Pero que te quede bien claro. Yo no seré tu cualquiera que pasa sobre tu cuerpo y si es así, espéralo sentado...  — dije mientras tomaba su mentón y le clavaba las uñas — porque la espera será muy larga querido.

Sin más entre a mi cuarto dejándolo allí parado sin darle oportunidad de defenderse. Y sobre todo dejando al cien.

Pov. Raúl.

Era increíble que me dejará así, frente a su puerta como si nada. Hice un gran esfuerzo de no derribar la puerta y hacerle una escena por lo que había provocado. Me fui al baño de mi cuarto abrí la regadera y me deshice  de mi frustración con agua fría.

Esa mujer me las iba a pagar todas juntas. Y ya sabía cómo y cuándo.

Al día siguiente me levante temprano mientras dirigía a las secretarias y a Daniel a mi despacho. Cheque todos los papeleos y como estaba quedando cada lugar. Todo estaba renovado y no había duda que eso traería más clientes.

Horas pasamos viendo diferentes cosas, sillones, cortinas, camas, empleadas, empleados, todo. Hasta que llego la hora del almuerzo. Retiré a las secretarias y Daniel se sirvió una copa.

Escuche ruido en la cocina y allí estaba Yuliza cocinando. Movía las caderas con lentitud mientras la música de los audífonos llegaba hasta mí. De un jalón le arrebaté los audífonos.

-¡¿Se puede saber que haces cocinando?! ¡¿A caso no te dije que no me gustaba que hicieras quehacer que por eso pagaba a las personas?!

-¡¿Y yo no te dije que me valía y que no había nacido en una cuna de oro para dejar de hacerlo?!

-¡No me retes Yuliza, te lo advierto!

-¡¿Qué me vas a pegar?! ¡Por qué es lo único que te falta por hacer golpearme!

-¡Sabes que no lo haría!

-¡Pues no lo parece! – dijo desprendiéndose de mi brazo que la estaba sujetando. Volví a sujetarla y la jale. Yuliza resbalo y cayó sentada al suelo.

-Yuliza… - trate de levantarla.

-¡No me toques! – gritó apartándome.

-No quise…

-¡Tu nunca quieres hacer nada Raúl! – se levantó y empujándome salió de la cocina.

¡Soy un estúpido! ¡Porque no puedo controlarme! mire mi reloj, corrí a mi despacho y tome una pastilla mientras me relajaba.

Tenía que decírselo algún día, pero no quería, prefería que me odiara a que me tuviera miedo y si ella sabía me tendría miedo y era lo menos que quería.

Daniel entro a mi despacho y me miro de mala gana.

-La mujer tiene carácter, me gusta. Pero por lo que veo no le has dicho.

-¿Cómo le voy a decir? no quiero que me tenga miedo

-Tienes que decirle, por lo que veo lo tienes controlado.

-Si, desde la última vez, pero aun así…

-Se va a enterar.

-No lo hará, hablare con mi abuelo y mi hermana para que no comenten nada cerca de ella, no quiero que me tenga miedo o peor que me desprecie. No lo toleraría.

-Te pego fuerte – dijo Daniel mientras agarraba mi hombro.

-Lo sé – dije mientras iba por whiskey

-¿A dónde? – preguntó Daniel  quitándome de la mano el vaso y se lo bebió todo. – tu estas tomando medicamentos, no puedes tomar alcohol.

-¿A quién le interesa?

-A mí, ¿luego quien me va a prestar dinero cuando ya no tenga?

Lo miré con mala gana pero solo rió, sabía que estaba bromeando pero, tenía razón debía cuidarme pero no lo quería hacer. Pero tenía por mi abuelo y ahora por Yuliza.

Subí las escaleras y toque un par de veces la puerta.

-¿Quién? – preguntó Yuliza desde adentro.

-Soy yo – respondí pegando mi cabeza a la puerta.

-Largo, estoy ocupada.

-Por favor Yuliza, necesito hablar contigo.

-Pues habla.

-No lo diré desde aquí.

-Entonces adiós.

-¿De verdad me vas a dejar aquí? – no hubo respuesta respiré hondo mientras metí las manos en el pantalón. – Siento mucho a verte tratado así, no quise… es solo… quisiera decirte, pero… no puedo.

De pronto la puerta se abrió y una Yuliza con el cabello suelto con una pijama sencilla estaba parada delante de mí.

-Respeto tu silencio… pero nada te da el derecho de tratarme como lo haces, como si fuera la peor persona del mundo. No me merezco lo que me haces. Así que haz el favor de irte quiero descansar un poco.

-Esta... está bien – dije mientras me daba media vuelta y me iba. Tenía que darle su espacio.

Pov. Yuliza.

Decidí que era suficiente, me cambie de ropa, me puse un short y una blusa blanca, me amarre el cabello con una liga y unas sandalias. Corrí escaleras abajo y fui al jardín mientras miraba el libro que había tomado de la biblioteca. Me senté en el césped y me puse a leer.

No sé cuánto tiempo estuve leyendo hasta que una sombra tapo la luz de donde leía.

-¿Te puedo servir en algo? – pregunte a Raúl mirándolo desde mi lugar.

-¿A qué haces aquí afuera?

-¿Hasta para salir ya te debo pedir permiso? Perdón ya no lo vuelvo hacer, tranquilo – dije mientras regresaba a mi lectura.

Lo mire de reojo, mientras tomaba asiento a lado mío.

-Veo que pasas mucho tiempo aquí a fuera.

Cerré mi libro y lo puse a mi lado.

-Si, es agradable. Aún que estaría mejor un invernadero. - dije irónicamente burlandome de él y su extravagancia.

Tome el libro y me puse de pie.  Comencé a caminar a la cocina. Ya no sabía que quería, ni en que pensaba. En un momento estaba serio, al otro molesto, luego disculpándose y ahora se sentaba a mi lado como si nada.

Tenía algo y quería saber que era.

-¿Por qué te fuiste así? – pregunto detrás de mi mientras me servía un vaso de agua y dejaba el libro en la encimera.

-Por que tenía sed. ¿Algo más que quieras saber?

-Si, el domingo por la noche habrá un baile, donde yo te reconoceré como mi prometida y mi abuelo como parte de la familia.

-Está bien, no será difícil mentir otra vez. No te preocupes. ¿Me puedes dejar sola?

-¿Eso es lo que quieres? – pregunto acercándose a mí y quitándome el vaso mientras su respiración estaba en mi rostro.

-Si… es lo que quiero. – apenas dije.

-Está bien – contestó alejándose de mí bruscamente y dejándome un vacio horrible.

Lo vi irse. Era lo mejor.

 BUENO AQUÍ ESTA EL CAPITULO. ESPERO Y LES HAYA GUSTADO. NO OLVIDEN VOTAR Y COMENTAR. Y DECIRME QUE LES PARECIO EL CAPITULO.

PERDONEN SI TARDE PERO ESTOY ATASCADA EN TRABAJOS. SE QUE ES CORTO PERO EL PROXIMO SERA MAS LARGO.

GRACIAS POR SU APOYO.

Amairan :3

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