Tú, Yo y El Mal

MabelPazAvalos

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Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... Еще

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 9 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 11 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 23 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 25 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 36 •
• CAPÍTULO 37 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 40 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 49 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 53 •
• CAPÍTULO 54 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 58 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 80 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 30 •

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MabelPazAvalos

Bajo al living pero sólo veo a Maxon y Bratt con más personal. Todos parecen estar atentos a todos lados, es evidente, ¡acaban de secuestrar a Harry Moore!
¡Una persona importante para el FBI!

Supongo que el plan es que hagan un intercambio; cosa que no creo porque seguro que van a matar a Harry.

—¡No saben lo que han hecho! —Grita el sujeto con las manos y piernas atadas—¡Ya los tengo identificados a todos! ¡Sé quiénes son!

—Pues obvio que sabes quienes somos, ya nos investigaste. —Maxon toma un trozo de cinta gruesa y se la pega me la boca a Harry.

—Calladito te ves más bonito.

—Tranquilo, que sólo nos servirás para que nos regresen a nuestro amigo.

—Bueno, tal vez te matemos, todo depende de qué diga el rey.

—Vayamos a dejarlo al sótano.

Ambos arrastran al sujeto y pasan a un lado mío con sus sonrisas de superioridad por el hecho de que tienen al general del FBI que estaba a cargo de la investigación de la mafia.

Tras una hora después regreso con Dalton y me aseguro de que siga vivo. Vivo pero en coma.

Las horas pasan y me entero de que los chicos volvieron a salir ya que los demás tuvieron complicaciones y necesitaban refuerzos.
Espero que Hermes esté bien.

Estaba que me aburría, no hay tanto personal en la mansión y cuando me paseo por los pasillos me doy cuenta que estoy justo a un lado del sótano de los castigos.
Jamás he estado aquí, admito que me da miedo el saber lo que esconden estas paredes.
Pero la duda me invade y quiero bajar a echarle un vistazo a Harry.

Entro.
Es horrible. Huele espantoso. Podría describirlo como una prisión subterránea porque hay celdas con personas. Todos me miran pasar, pero me miran con miedo.

Estas personas no están bien, todos tienen heridas graves y no paran de llorar.
Sus lamentos me duelen, todo esto me duele.

Pongo la frente en alto y continuo con mi trayecto.
Ahí estaba, el joven rubio y apuesto, en una celda, aún amarrado.

—La reina, debo suponer. —Escucho que habla cuando estaba apunto de irme—Karol Sevilla. —No dije nada, pero tampoco me fui, sino que me acerqué por curiosidad—Todo esto va a arder en llamas, y tú lo sabes. —Sigo sin contestar—Tú no tienes ningún historial criminal. Nadie sabía nada de ti hasta que llegué yo.

—Ah ¿Si? Y dime, ¿qué sabes de mi?

—Vienes de la mafia Sevilla. Tu padre es Hades, tu hermano es Hermes y tu madre se alejó de esta vida. Me sorprende que no te haya llevado con ella.

—¿Por?

—Karol, no tienes historial criminal. Es obvio que no te gusta esta vida; lo único que no puedo descifrar es el por qué es que estás aquí, con el rey. —Sigo sin decir nada—El amor es loco, muy loco. Pero no creo que lo suficiente como para que te hayas enamorado de una persona como lo es Ruggero Pasquarelli.

—Cierra la boca.

—O tal vez no sabes lo que él hace.

—Cállate.

—Es un asesino, mata sin piedad, torturador y es un secuestrador.
A eso le agregamos que controla la máxima liga de tráfico de drogas a lo largo del mundo. Tráfico de armas, tráfico de misiles, tráfico de armas nucleares y todo eso se los compran los terroristas.
Bueno, y hace muchas más cosas pero no creo que tengas tiempo para una larga lista de su historial criminal. Así que mejor dime, Karol, ¿por qué estás aquí?

—Eso a ti no te incumbe. Y yo si fuera tú mejor me quedaba calladito porque aquí las torturas suelen ser feas.

—No les van a devolver a su amigo Simón.

—Entonces date por muerto.

Lo dejé con la palabra en la boca y salí de ahí.
Ese sótano es espantoso, no me imagino dormir a sólo unos metros de aquí. Mientras yo disfruto las comodidades de la cama del rey, ellos son azotados con látigos todos los días.

Me escucharé egoísta y miedosa, pero no me conviene hacer enojar a Ruggero. Prefiero mil veces estar en las comodidades que a venirme aquí.
Y él amenazó con hacerme una esclava si daba muestra de traición. Eso no quiero.

[...]

Según el mensaje que me mandó Bratt, dice que tuvieron que quedarse en un lugar algo lejos de aquí ya que estaban siendo perseguidos.

Era de noche, y la videollamada entrante de Derek me hizo sobresaltar. ¿Será que le contesto?
No estoy haciendo nada malo, ademas nadie me ve.
Cerré la puerta con pestillo por seguridad y me tumbé en la cama para contestarle.

—Hola pequeña.

—Hola pequeño.

—Hoy fui de compras, bueno, es que vi un brazalete que me recordó a ti y pues te lo compré.

Mi corazón se achica por sus palabras.
Se acordó de mi y me compró algo.

—¿Ah si? ¿A verlo?

—Lo verás cuando estemos juntos y te lo de. Vale, no es cosa del otro mundo, ya antes te he dado brazaletes míos y te los he visto puestos pero éste te lo he comprado porque me recordó a ti.
Es de plata, brilla mucho, y tiene piedras con formas. Unas son de corazones, otras de puños y pequeñas águilas.

—No entiendo.

—Los puños son porque te encanta meterte en problemas. —Nos reímos—Las águilas simbolizan la Valentía y los corazones son porque me amas y yo te amo. —Tapé la cámara con mi dedo para que no viera cuando ahogué un grito de emoción como tal colegiala enamorada.

Volví a destapar la cámara cuando ya estaba más calmada.

—Aprecio mucho que te hayas molestado en comprarme algo. Pero creí que te había quedado claro que lo que tenemos nosotros no podrá llegar a más.

—Lo sé, eso me atormenta todos los días y todas las noches, pero es inevitable, pequeña, nos amamos ¡por Dios! Tenemos que luchar por estar juntos.

—No es sencillo.

—Una de las cosas que me enamoraron de ti es la cualidad que tienes para no darte por vencida. Dime, ¿te diste por vencida ya muy rápido?

Si pequeño, ya me di por vencida.

[...]

Fue una larga charla con Derek. La noche llegó y me costaba dormir como ya se me había hecho de costumbre.

El día siguiente fue igual, y el siguiente de ese.

360 horas después de la emboscada.

Termino de ejercitarme en el gimnasio y de dar una vuelta montada en el caballo.
Es de noche y me dirijo a la cocina por un poco de agua.
El único que me ha estado haciendo compañía estos nueve días que he estado sola es Antonio y su gran carisma. Pero aún así me siento sola y por eso me voy la mayoría del día a la habitación de Dalton.

—Buenas noches. —Me despido de Amelia con una sonrisa y me voy a la habitación que comparto con Ruggero.

Después de meterme a la ducha me pongo la camiseta de las caricaturas de Scooby-Doo de Ruggero.
Prendo el aire acondicionado y me acuesto para acurrucarme con una almohada.

[...]

Me sobresalto al sentir una mano meterse en mi blusa y me doy cuenta de que es Ruggero quien acaba de llegar pero al parecer hasta se metió a la ducha.

—No te quería despertar.

—No se notó.

—Lo lamento.

—No me avisaste que llegarías esta noche.

—Guiamos a los del FBI hacia el norte. Esos idiotas no tiene idea de dónde estamos ahora. —Se queda callado—Bueno, la verdad eso lo hicimos hace días pero quería asegurarme al cien por ciento de que no nos seguirían porque eso implicaría que dieran contigo.

—Te notas cansado, tienes partido el labio.

—No fue una pelea amistosa. —Se burla y me acerca a él hasta quedar muy abrazados—Pero ahora sólo quiero dormir, ¿si?—Asiento con la cabeza y la recargo en su hombro—Princesa.

—Mande.

—Te extrañé mucho.

Siento una punzada por su comentario y volteo el rostro para verlo.

—¿En serio?

—No he podido dormir.

—Yo tampoco. —Dejo de mirarlo—Creo que, yo también te extrañé.

Y como era de esperarse, puso su mano sobre uno de mis pechos pero la diferencia era que no los apachurró, no me lastimó ni nada por el estilo. Sólo se quedó ahí, acariciándome.

—Te extrañé mucho. Y estuve pensando mucho en ti y en que después de todo esto, tal vez sería bueno comenzar a planear nuestra boda.

Siento un nudo formarse en mi garganta. Odio este tema, pero él piensa que estoy entusiasmada por ser oficialmente su mujer así que tengo que seguir con la mentira.

—Si. Suena bien.

—Dónde.

—¿Dónde?

—Dónde te quieres casar.

—Oh, Mmh. ¿Las Vegas?

—Hablo en serio.

—Es un buen lugar para casarse.

—Mi madre tiene pensado algo grande, lindo y "romántico".

—¿Y tú? Qué tienes en mente. —Escucho su risa y lo volteo a ver.

—En un castillo. Porque eres una princesa y mereces una boda en un lugar así.

Me le quedo mirando. Sigue teniendo aquella sonrisa pero yo no sé qué decir al respecto.

—Creo que... creo que tú y yo no tenemos nada significativo pero has convertido nuestros apodos en algo importante.

—¿Es que acaso no te das cuenta? Yo lo único que quiero es darte lo mejor y siempre ver por tu bien.

—A qué precio.

—Respeto y fidelidad. Es todo lo que pido.

Esas palabras enamorarían a cualquiera; menos a mi. Y no lo hacen porque sé que debajo de esa persona hay una fría y sin corazón que no le importa nadie. Como dijo el General Harry; es un asesino, un criminal, un secuestrador, torturador, traficante que no le importa más que su felicidad pues ha tenido que arruinar la mía para conseguirla.

—Es mejor que ya nos durmamos.

—Estoy cansado, pero también cachondo.

—¿Disculpa?

—Te he extrañado nena, ven aquí.

Todo lo íntimo que teníamos se fue a la mierda cuando me hizo pasar una pierna por encima de él hasta tal punto de que quedé a horcajadas de su cuerpo.
Me besó, y claro que yo también estaba caliente, no he tenido sexo desde hace mucho.

—La blusa, —Jadea en mis labios—Quítate la blusa. —Así lo hice—Me encanta que seas obediente, ahora hazme gozar por favor.

[...]

Si, sé que me usó para relajarlo pero ¿qué se hace? Soy "su mujer" y debo de complacerlo.

Es de madrugada y siento cómo es que se quiere poner de pie para irse al gimnasio pero lo detengo del brazo antes de que sea demasiado tarde.

—Quédate. —Le digo.

—Iré a entrenar, no tardo.

—Quédate, por favor.

Estaba cansada, era la primera noche que podía dormir en paz y no soy tonta para saber que se debe a su compañía. Así que si se va, ya no podré descansar.

—Jamás me habías pedido que me quedase, ¿estás bien?

—Estoy cansada.

Se suelta de mi agarre y se pone de pie pero para cerrar las cortinas y volver a acostarse a mi lado y abrazarme.
La habitación seguía a oscuras, así que no fue difícil volver a quedarme dormida.

[...]

Abro los ojos y me encuentro con que me esta mirando. Desliza sus dedos por mi rostro y acomoda mi cabello detrás de mi oreja.

—¿Qué haces?

—Admirando tu belleza. —Frunzo el ceño pero él con sus dedos me relaja la frente para que vuelva a la normalidad—Dormida eres muy tranquila. Daría toda mi fortuna por saber lo que pasa por tu mente. Quiero saber tus pensamientos, tus sueños, quiero conocerte profundamente y saber tus miedos.

—No siempre me tendrás controlada.

—Dime princesa, ¿cuál es tu debilidad? ¿a qué le tienes miedo? ¿por quién darías la vida sin dudarlo?

—No tengo debilidad. —Es Derek—No le tengo miedo a nada. —Temo a que le hagan daño—Y creo que mi vida es demasiado valiosa como para darla por alguien. —No hace falta mencionar su nombre, claro que es mi maestro.

—Así me gusta que hables. Tú vida es demasiado valiosa como para que la mandes a la basura.

No sabía qué contestar, pero por suerte el golpe en la puerta lo distrajo y ni siquiera se molestaron en que alguien respondiera, pues la abrieron y era mi hermano.

—¿No te enseñaron a no entrar si no te lo dicen, cuñado?

—Es hora de visitar a Harry.

—Lo sé, en un momento voy. —Mi hermano asiente con la cabeza y se marcha.

Rulitos suspira y me da un beso en la frente para ponerse de pie e irse a la ducha.
Yo ahí me quedé, acostada, mirando al techo y pensando en lo que acabamos de charlar, en sus preguntas y en mis respuestas.
Uní todas las palabras claves en mi cabeza y llegué a una terrible y peligrosa conclusión.
Mi punto débil es Derek.

[...]

De pequeña nunca soñé con ser la princesa de nadie, jamás se me pasó por la cabeza el portar un anillo de bodas ni que una persona me mantuviera financieramente.
Siempre quise ser el príncipe, el guerrero, ese que salía en los cuentos que odiaba que mi madre me leyera cuando era pequeña.

Un día mi abuela escuchó uno de aquellos cuentos y se enfadó con mi madre por las tonterías que me leía. Recuerdo cada palabra que dijo aquella noche: "Esa niña tiene mi sangre, tiene la sangre Sevilla, así que aunque le metas esas tonterías en la cabeza ella por genética será una guerrera"

Quise serlo abuela, lo fui, pero ahora ya no soy nada y me doy vergüenza de mi misma de que ahora porto un anillo en el dedo y me paseo con un fino vestido por los pasillos de una mansión que no es mía y que como comida que no viene de mi dinero porque soy una mantenida.
Te fallé abuela, y lo lamento.

Veo a mi prometido salir con las manos ensangrentadas y con una mirada más fría que el hielo.
Él no me ve, así que cuando lo veo alejarse me da curiosidad y entro al sótano.

Miro hacia enfrente porque no quiero tener lástima por los demás y me dirijo a la celda del rubio que se encuentra tirado en el cemento, ensangrentado de todo el rostro y sus ojos son tan pequeños por los golpes que le dieron.

—Te ves terrible.

—¿Karol?

—Si, soy yo.

—Lo siento, es que no veo nada. —Me apena—Karol, ¿vienes sola?

—Si.

—Tú eres buena, lo sé, y sé que no puedes hacer nada pero lo que sí puedes hacer es traerme un poco de agua o pan.

—¿No te alimentan?

—No me han alimentado desde que llegué.

—¿Hace seis días que no comes? ¿No les dan de comer a nadie aquí?

—A los demás prisioneros si. A mi no.

Se me hace un nudo en mi garganta. Se va a morir dentro de muy poco si sigue sin comer.
Sé que él es la persona contraria a nosotros, pero hay algo que me diferencia de ellos y es que yo no soy una asesina.

—Ahora vuelvo.

Salgo de ahí y veo que aún no hay seguridad por la casa. Nadie me ve, así que llego a la cocina y espero a que Amelia se vaya para tomar dos panes y una botella de agua.
Pero seis días son muchos así que tomo también una manzana y me las escondo entre la ropa.

Tengo miedo de que alguien me vea, pero sigo manteniendo mi cabeza en alto para no dar sospechas.

Vigilo de que nadie me vea entrar al sótano y sigo con mi camino hasta que lo veo tirado aún en la misma posición.

—Levántate. —Tan sólo escucha mi voz y se endereza, abriendo los ojos lo más que puede—Toma. Es lo único que me cabía en la ropa.

Le entrego el primer pan y se lo devora en casi diez segundos. Después toma el otro y hace lo mismo.
Con la botella de agua toma su tiempo, pareciera como si las energías le volvieran y me entrega el envase vacío cuando se la termina; pues claro que no dejaremos evidencia.

—Te traje una manzana. —Se la entrego y veo que se le salen unas cuantas lagrimas cuando la toma y se la come con más calma.

—Aún quedan personas de buen corazón.

—No te confundas, sólo me das lastima, pero no tengo buen corazón.

—Di lo que quieras, pero sé que tienes buen corazón.

Nos quedamos en silencio y lo vi echarse en el piso del pavimento para seguir comiéndose su manzana como si fuera lo más sagrado que tiene.

—Y... ¿Te suelen golpear frecuentemente?

—En estos seis días no. Bueno, sólo cuando me trajeron. Pero ya habrás visto que estoy así por tu amado novio.

—¿Cómo sabes que es mi novio? Sabes cosas de mi, de mi familia y de mi historial criminal pero nunca mencionaste el cómo supusiste que era la reina.

—Soy un agente del FBI. El sacar conclusiones es lo mío y te he visto el anillo de compromiso. —Se aclara la garganta—No te conocía, no sabía cómo era tu rostro pero sabía que existías y que te llamabas Karol.
Mis fuentes indican que la mafia Sevilla y la mafia Pasquarelli se aliaron de un momento repentino. Jamás pensamos que esas mafias se aliaran y debía de haber algún motivo.
Después identificamos que Hermes Sevilla se encontraba trabajándole personalmente al rey.
Todas nuestras búsquedas a Ruggero siempre terminaba con Hermes y ahí nos preguntamos. ¿Por qué? —Lo miro atenta—"Mágicamente" nos enteramos de una gala y que el rey anunció a su reina. Entonces atamos puntos y salimos en esta conclusión.

—La probabilidad era una en un millón de que acertaras.

—Me arriesgué, y le atiné.

—¿Y Simón?

—¿Viniste a interrogarme tú también?

—Es mi amigo.

—Es casi igual que tu novio. Un psicópata. Esas personas no deberían ni existir.

—Lo están torturando ¿verdad?

—Es algo que no me incumbe decir.

—Pues olvídate de que te traiga más pan y agua. —Intento irme pero me detiene su grito.

—¡Espera!

—Te escucho.

—Bien, si. Lo han torturado pero no tanto como la gente de Ruggero tortura y te lo aseguro.

—No nos lo van a regresar, ¿cierto?

—Llevo seis días desaparecido. ¿Acaso crees que no harán un trato? —Suspira—Por eso vino tu novio. Vino a decirme que me entregarán un teléfono para llamar a la central y así ellos poder hacer un trato para hacer el intercambio. Pero, ¿acaso crees que me van a soltar? Todos sabemos que tienen un plan bajo la manga.

—Pues espero que cumplas y que llames, porque sino te irá muy mal.

—Lo sé, pero si no lo hago como quiera me irá mal.

—Yo no sé cómo le harás, pero Simón va a regresar si o si.

No dejo que conteste, pues me voy de ahí y al llegar a la cocina desecho el envase de la botella.

[...]

Me paseo por la habitación de Dalton. Sigue conectado a tubos que lo ayudan a respirar. Agustín y Ruggero están en la habitación mirándolo.

Agustín niega con la cabeza y sé lo que significa.

—No lo pude salvar. —Susurra—El medicamento que le puse lo ayudó, más sin embargo no lo hizo despertar.

—Vengaremos su muerte.

—No está muerto.

—Es un vegetal.

—No está muestro, Ruggero. Y no lo desconectaremos hasta que reaccione.

—Bien. —Me ven entrar y ambos se ponen derechos.

—Va a morir, ¿No es así?—Pregunto y ninguno de los dos me responde.

—Mi madre ha vuelto con mi hermano, seguro que lo quiere ver.

Antonella se había ido cuando los chicos se fueron y me dejaron sola en la mansión. ¿A dónde fue? No tengo idea, pero aquí no estaba.

—Sophia también lo quiere ver.

—Ella no.

—Lo mismo dije.

—¿Por? ¿Por qué no quieren que Sophia lo vea?—Hablo.

—No queremos que caiga en depresión. Ella adoraba a Dalton tanto como Dalton la adoraba a ella. —Me responde Agustín y puedo ver cómo se aguanta las ganas de llorar—Pero si no pudimos hacer nada por él, mínimo por Simón y Ana si.

—Ana. —Susurra Ruggero—La encontraremos.

—Esperemos. Pero por ahora concentrémonos en el hijo de puta que planeó todo esto. Tenemos que actuar ya.

—Vamos por él.

—Llamaré a Hermes y a Maxon. Bratt salió a la búsqueda de Ana.

—Vamos.

Ambos se marchan y me dejan a solas con Dalton.
Camino hacia su cama y veo que sólo respira gracias a las máquinas.

Si lo desconectan se muere, pero aquí todos sabemos que ya está muerto.

[...]

Todas las personas ya están reunidas en el salón de la élite. Maxon se puso a un lado mío cuando un Harry muy golpeado que apenas podía caminar pasaba por nuestro lado.
Su mirada conectó con la mía, pero la quitó en seguida porque Ruggero se puso frente a él y de mala manera le dió el teléfono.

Harry miraba el aparato; lo miraba con miedo.

—¡Háblales! ¡Comunícanos con ellos! —Ordenó Ruggero pero el chico siguió sin teclear los números.

Pasaron segundos que se vieron eternos hasta que Ruggero lo zarandeó para que reaccionase.

—No.

—¿¡No!?

—Creo que no te queda de otra. —Dice Sophia—O llamas, o no nos sirves y te mueres.

—No puedo llamar.

—Hijo de...

—Su amigo Simón ha muerto ya hace días. —Ay no—Él se mató para que no lo hicieran hablar.

Y fueron suficientes sus palabras.
Agustín le soltó un puñetazo en el rostro, después otro y otro sin dejar de llorar al igual que Sophia que se unió a los golpes hacia Harry hasta dejarlo inconsciente.
Ruggero salió del salón muy enojado, pero también sé que está decepcionado y triste porque lo conozco.

Simón había muerto.


...
Descansen en Paz Simón y Dalton

Mabel Paz

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