Louis / Presente
Nuestro primer ensayo no empezó hasta las siete, pero llegué al estudio a las cinco. Quería calentar y practicar al menos dos horas antes de que llegara Harry.
Me quité la sudadera y los joggers. El estudio estaba vacío y hacía calor, así que decidí bailar en calzoncillos. Eran de color púrpura con una corona dorada gigante en el trasero. Mi madre me los compró cuando conseguí el papel de Príncipe Sigfrido. Descarado.
Fui al equipo de música. Había una pila de CDs, pero me arriesgué con el que ya estaba dentro. Cascada. ¿Por qué no? Calenté en la barra. Luego pasé al suelo para practicar giros y saltos. Me despisté un poco con las pegadizas canciones pop y me puse a hacer freestyle durante un rato, haciendo giros y vueltas contra la barra, antes de volver a concentrarme. No me pasé de la raya para llegar fresco al ensayo. Que me aspen si dejo que Styles me ponga en evidencia.
Alrededor de las siete menos cuarto me vestí. Los bailarines empezaron a entrar en el estudio con sueño, las mujeres bostezaban mientras se vendaban las heridas recientes y se ataban las zapatillas de punta, Zayn y los demás hombres de la compañía estaban tumbados en el suelo de vinilo, estirando los isquiotibiales.
Íbamos a conocer al coreógrafo por primera vez. Era un ensayo informal. Tenía previsto presentarse a sí mismo y a su visión, y dar una pequeña charla sobre su estilo de trabajo y lo que podíamos esperar en las próximas semanas y meses. También íbamos a bloquear el primer acto. Aunque no íbamos a aprender mucha coreografía, este primer ensayo era importante. Todo el mundo estaría allí, incluido Kenneth, el director artístico del ballet.
Niall y Liam entraron con dos tazas gigantes de café y tomaron asiento en las sillas plegables del fondo del estudio. Luego entraron Gigi y Eleanor y se sentaron a mi lado en el suelo. Gigi interpretaría al cisne blanco, Odette, y Eleanor al cisne negro, Odil. Llevaba bailando con las dos desde los once años. Conocíamos bien los puntos fuertes y débiles de cada una y trabajábamos bien juntas. No se sentían como colegas, sino como hermanas. Y como mis verdaderas hermanas, también me volvían completamente loco.
Harry volvió a llegar tarde. Esperaba que esto no fuera un patrón con él. Kenneth se acercó al frente de la sala con un portapapeles listo para presentar al coreógrafo suizo, Maurice Charrat.
Levanté la mano. "Espera, nos falta uno de los bailarines principales. Harry Styles aún no ha llegado".
Kenneth se rascó la pálida barba. "Harry no asistirá hoy. Está ensayando solo en el Estudio B".
"¿Qué? Este ensayo es para toda la compañía", dije, reiterando lo que decía en negrita el correo electrónico que Liam había enviado semanas antes.
Kenneth se aclaró la garganta y continuó su presentación. Sabía que quería que dejara el tema, pero no podía. ¿Quién ha oído hablar de un bailarín principal que falte el primer día de ensayo? ¿Qué pensaría Maurice de nosotros?
Después de las presentaciones, Gigi, El y yo formamos un pequeño círculo y nos susurramos.
"¿Quién se cree Harry que es?" siseé.
Gigi se encogió de hombros. "¿Tal vez tiene una lesión?"
"Podría estar envuelto en algún tipo de escándalo", sugirió Eleanor. "¿Por qué si no querría dejar el Bolshoi? En Moscú tratan a los bailarines de ballet como a la realeza".
"Que se joda el Bolshoi", espeté. "¿Por qué íbamos a querer que volviera? Es un traidor. ¿Cómo sabemos que no es un maldito espía? Estoy pensando en contactar con el MI6 sobre esto".
"Oh, vamos, Louis", dijo Gigi, presionando una horquilla perdida en su moño. "Es probablemente el mejor bailarín vivo. No me importa por qué está aquí. La venta de entradas se ha triplicado desde que entró en la compañía".
Eleanor asintió. "Por eso Kenneth le deja salirse con la suya. Es una vaca lechera".
"¿Se han vuelto locos? Harry no es el mejor bailarín vivo".
Eleanor sacó de su bolso un ejemplar de Vanity Fair. "Nombra otro bailarín que haya sido portada de una revista importante en los últimos cincuenta años".
¿Por qué no había visto esto? Era una portada en blanco y negro brillante fotografiada por Annie Leibovitz. Harry estaba de espaldas, con su larga melena oscura enredada junto a su mejilla, su mirada entrecerrada clavada en el objetivo y sus labios húmedos entreabiertos. El titular decía: "El príncipe oscuro del ballet: ¿puede Harry Styles recuperar la danza?".
Parecía una estrella de rock sobreexcitada. ¿Y recuperar la danza de qué? La danza nunca se fue. Para colmo de males, todos los que vieran esto probablemente pensarían que Harry estaba interpretando al Príncipe Sigfrido, no a mí.
"¿Por qué has traído esto aquí?" le pregunté a Eleanor, sacudiendo la revista en su cara.
Ella me la arrebató. "¡Oye! ¡No la dobles! Esperaba que me la firmara".
Miré a Gigi implorando: "Estamos hablando de Harry. Harry Styles".
"No es el chico de RBS que no podía hacer un levantamiento de arabescos. Está en la cima de su profesión. Eso viene con privilegios especiales, como salir en portadas de revistas y ensayar solo".
"No si tengo algo que decir al respecto".
Hicimos un breve descanso antes de empezar a bloquear el primer acto. Pasé a hurtadillas junto a Liam en la puerta y me dirigí por el pasillo al Estudio B.
Eché un vistazo a través de la pequeña ventana de la puerta y allí estaba Harry, sin camiseta y con mallas negras, con el pelo recogido en un moño desordenado. Tenía la rodilla derecha envuelta en una férula elástica y se paseaba por el estudio como un tigre. Tenía músculos largos y delgados, y tatuajes en el pecho y los brazos, como yo. Me sorprendió. Una parte de mí esperaba que su cuerpo tuviera el mismo aspecto que cuando estábamos en el colegio, suave y sin marcas, congelado en el tiempo.
Entré en el estudio sin llamar.
"¿Qué demonios estás haciendo aquí?" grité, lanzando mi ataque. "Toda la compañía está en el Estudio A, incluso Kenneth, y Niall el Director Musical. ¿Crees que tu tiempo es más valioso que el de ellos? Te aseguro que no lo es. ¡Nunca en mi vida he oído que un bailarín se comporte así! Ni Baryshnikov, ni Nureyev, ni Godunov. Nadie. ¿Quién te crees que eres?"
Harry se giró. Se sacó los auriculares y apagó el iPod que llevaba en la cadera. "Perdona, ¿has dicho algo?"
¡Uf! "No sé cómo hacen las cosas en Moscú, pero aquí en Londres, cuando se pide a todos los bailarines que asistan al ensayo, eso significa que todos los bailarines asisten al ensayo".
Jadeando, Harry se apoyó en la barra y cruzó una larga pierna sobre la otra. "Trabajo mejor solo".
"Esto no es un espectáculo para un solo hombre".
"Este es mi proceso".
"¡Eres un bailarín, no tienes un proceso! ¡Haces lo que te dicen! ¿Y si todos decidimos ensayar solos? ¿Debería todo el mundo en la compañía hacer lo que quiera cuando quiera?"
Se acercó a mí, secándose con la toalla. "No soy como los demás bailarines".
"¿Crees que eres mejor que ellos?"
"Sí".
Quería abofetearle.
"No lo eres. No sé quién te metió esa idea en la cabeza".
"Tú lo hiciste, Louis. Siempre me decías que era tu bailarín favorito, ¿recuerdas?", dijo, con tanta inocencia que vi un atisbo del chico tímido de la clase de Madame Lesauvage.
"No es eso lo que quise decir con ese comentario y lo sabes".
Sus labios carnosos formaron una pequeña sonrisa. "¿Qué quisiste decir entonces?"
Me puse nervioso. "Sólo estaba siendo amigable".
Se acercó, con una ceja arqueada, haciéndome retroceder hasta la puerta con la extensión de su pecho brillante y sus anchos hombros. "Muy amistoso". Me enganchó la toalla sudada al cuello.
Si estaba tratando de joderme, estaba funcionando. Estaba completamente bajo el hechizo de su belleza. Era hermoso cuando era más joven, pero ahora sabía cómo usarlo.
"Tengo que volver al ensayo", tartamudeé, "porque eso es lo que hacen los miembros de una compañía. Ensayan. Juntos".
"Adiós".
No podía dejarle decir la última palabra. "¡No vengas arrastrándote hacia mí cuando toda la compañía te odie!"
"No necesito caer bien, y menos a ti", se mofó.
"¿Cuál es tu maldito problema? Deberías agradecer que siquiera te hable después de lo que me hiciste".
Harry se giró enfadado. "No me hagas ningún favor".
Fue un error venir aquí. Lo único más tóxico que odiar a alguien, era odiar a alguien a quien solías amar. Tenía veneno corriendo por mis venas. No podía mirar la cara de Harry sin pensar en ese día. Yo de rodillas llorando y él mirándome con total indiferencia. La forma en que me miraba ahora.
¿Por qué entonces sentí una punzada de ternura hacia él? ¿Por qué miraba el corsé de su rodilla y me preocupaba? ¿Por qué sostenía su toalla sudada como si fuera la seda más fina?
"Sabes, Harry, te habría perdonado entonces si te hubieras disculpado". Luego hice una pausa, armándome de valor. "Te perdonaría ahora si te disculparas".
Me quitó la toalla de las manos, y las yemas de sus dedos rozaron suavemente mis palmas. El corazón se me levantó. En ese momento, podría estar en un millón de portadas de revistas y bailar cada papel del Lago de los Cisnes. No me importaba. Le perdonaría si me lo pidiera. Sólo tenía que decir la palabra y volvería a ser exactamente como éramos: mejores amigos, almas gemelas, primeros amores.
Se inclinó hasta que su mejilla estuvo junto a la mía y pude sentir su aliento en mi oído. "Nunca me disculparé, porque no lo siento".
Así de simple, volví a tener dieciséis años, sorprendido y destripado. Me tropecé de espaldas con la puerta.
Harry se puso los auriculares, pero se los volvió a quitar cuando ya me iba.
"Oh, Louis, antes de que se me olvide... tu entrechat six necesita trabajo. No tienes suficiente altura".
Cerré las manos en puños. "¿Qué coño sabes tú de mi entrechat six?"
"Te estuve viendo calentar esta mañana. Bonitos calzoncillos por cierto. Y Cascada... Vaya. No tenía ni idea de que te apasionara tanto la música eurodance". Me guiñó un ojo cruelmente.
Mis mejillas ardían. "¿Llevas en el estudio desde las cinco?"
"Llegué a las cuatro".
Harry se levantó de un salto y demostró el entrechat six de forma impecable.