STALKER LOVE

By YamiiEliRod

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"-Tan hermosa.-Era la voz más escalofriante que había escuchado en toda mi vida. Sonaba distorsionada, como s... More

Sinopsis.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capitulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28.
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38

Capítulo 21

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By YamiiEliRod

Me quedé sentada frente a la computadora con las luces apagadas intentando asimilar lo que acababa de suceder.

Para empezar, alguien había comentado las fotos en las que yo me besaba con Elias, y  Tanner.

Luego, EstúpidoAcosador me llamó por Skype y me informó que estaba muy enojado conmigo, y las veces que él se enojó, implicó que alguien saliera herido. Me asustaba como el infierno pensar en quien podría ser la siguiente persona en ser lastimada por mi culpa.

Y por último, las luces se apagaron, y por alguna extraña razón intuía que era por culpa de él. Pero, ¿Cómo tuvo acceso a la electricidad de la casa?

Me sobresalté cuando la alarma del auto de mis padres, el cual se encontraba en el garaje, comenzó a sonar.

—Marie, ¿Qué está sucediendo?

La voz de mi madre en medio de la oscuridad hizo que gritara.

—Me has asustado. — Respiré hondo intentando calmarme. —No lo sé, yo estaba en la computadora, entonces las luces se apagaron y la alarma comenzó a sonar.

—Chicas, creo que hay alguien en el garaje. Iré a investigar, quédense aquí. — Murmuró mi padre, y luego oí como se alejaba.

Pero de ninguna manera iba a permitir que mi padre fuera solo. ¿Y si EstúpidoAcosador se encontraba allí, e intentaba lastimar a mi padre?

Definitivamente no podía permitirlo. Por esto fue que comencé a seguirlo en la oscuridad.

—¿Marie? ¿A dónde vas? — Preguntó mi madre al sentir mis pasos.

—Iré al baño. — Mentí, pues no quería me impidiera ir detrás de mi padre.

—Vaya momento para ir al baño. — Contesto ella. — No te caigas.

Aunque estaba todo a oscuras, sabía perfectamente donde se encontraba el garaje. Fui rápidamente, pues no quería que mi padre entrara sin mí.

Llegué justo cuando él se detuvo frente a la  entrada.

—Papi. — Musité, para que supiera que estaba detrás suyo.

—Marie, te he dicho que te quedaras con tu madre. — Su voz sonaba enfadada.

—Pero yo no quiero que te suceda nada.

—No seas tonta,  nada pasará. — La alarma del auto seguía sonando. — Has silencio, iré yo primero y rápidamente trataré de encender las luces, ¿de acuerdo?

Asentí, pero luego me di cuenta que mi padre no me veía.

—Está bien. — Susurré.

Mi padre pasó, y yo le seguí.

—¿Quién anda ahí?. — Preguntó amenazante, luego de apagar la alarma del auto.

Rodé los ojos. ¿En serio pensaba que de haber un ladrón, este le contestaría algo?

Luego de unos segundos de silencio, mi padre murmuró:

—No hay nadie aquí. Intentaré encender las luces.

Cuando la luz del garaje se encendió, parpadeé varias veces intentando acostumbrarme.

—Realmente no sé cómo se ha activado la alarma del auto. Está intacto, y el portón está completamente cerrado.

Tenía razón. No había manera de que la alarma sonara, ni de que se cortara la luz.

Quizá, simplemente había sido alguna especie de corte de luz o algo así. Todo podría tener una perfecta explicación lógica que no involucrara a EstúpidoAcosador.

Estaba siendo demasiado paranoica.

Pero supe que no eran solo paranoias cuando fui a la parte trasera del auto.

Porque allí, encima del baúl, había una fotografía.

La tomé con manos temblorosas y observé.

Allí estaba Mark, en una camilla de hospital, dormido y con la cabeza vendada. Era reciente, parecía ser de cuando Mark había sido golpeado. ¿Qué era esta foto? ¿Qué significaba?

¿Para qué ponerla sobre el auto de mis padres?

—¿Marie? ¿Qué es ese papel que tienes allí?. — Preguntó mi padre. Sacudí mi cabeza y escondí la imagen detrás de mi espalda.

—No es nada, solo un dibujo que estaba haciendo antes de que se cortara la luz. Olvidé dejarlo en la sala de estar. — Que excusa más pobre le había dado.

Pensé que iba a hacer más preguntas, pero solo me miró extrañado y luego se encogió de hombros.

—Vamos a dormir, ya es tarde.

Asentí y lo seguí, pues yo también estaba cansada. Pero sabía que no iba a dormir en paz a menos que contestara la pregunta que rondaba por mi mente. ¿De quién era el comentario en la imagen de la página?

Después de tranquilizar a mamá, quien esperaba en la sala de estar con una sartén en las manos como método de protección, ambos se despidieron de mí y se fueron a dormir, no sin antes insistir en que no debía quedarme sola en la sala de estar.

Yo les  aseguré que pronto iría a mi habitación también, y luego encendí nuevamente la computadora.

Entré a la pagina que EstúpidoAcosador había creado y volví a mirar la imagen en la que yo primero me besaba con Elias, y luego con Tanner.

Golpeé frustrada el escritorio. El comentario ya no estaba. ¿Por qué lo había borrado? ¿De quién era?

Comenzaba a sospechar que alguien estaba ayudando a EstúpidoAcosador. Porque a pesar de que esta persona podía ser muy inteligente, no era Dios. No había forma de que pudiera estar hablando conmigo y a la vez metiéndose en mí casa para apagar las luces y encender la alarma. No había manera de que él pudiera hacer todo eso solo. Debía haber alguien más, pero, ¿Quien?

Me fui a dormir con miles de preguntas en mi cabeza. Y aunque el sueño tardo en llegar, luego de unas horas por fin me dormí.

A la mañana siguiente me sorprendí al notar que por primera vez en días, mis padres no me habían despertado. Qué raro.

Bajé y los encontré viendo un programa que parecía ser de comedia.

—Hola, cariño. —Saludó mi madre, quien se levanto del sofá y comenzó a caminar hacia mí. Cuando llegó, me abrazó.

No se lo devolví porque estaba sorprendida. Anoche, estaba toda indiferente y enfadada conmigo, y hoy sonreía y me abrazaba.

Rodé los ojos. Madres. ¿Acaso alguien lograba entenderlas?

—¿Qué sucede? — Pregunté aun mirándola extrañada.

—No sucede nada. — Contestó ella. — Que, ¿una madre no puede ser cariñosa con su hija? — Preguntó cuando seguí mirándola con la misma expresión

—Si puedes. Pero has estado desconfiando de mi, prohibiéndome hablar con mi compañero, y  tratándome mal.

—Yo te pido disculpas por eso, cariño. Es solo que... Has estado tan rara últimamente que ya no se qué pensar. De verdad lo siento, Marie.

Le miré intentando detectar si estaba mintiendo, pero parecía hablar en serio.

—Si tú lo dices...

—Abrázame, por favor. — Extendió sus brazos hacia mí, y esta vez, le devolví el abrazo.

Aunque aun no entendía su actitud, de verdad la necesitaba.  Amaba a mi madre, y lo único que quería era que ella confiara en mi y que siguiera dándome cariño.

Los tres pasamos todo el día en casa. Simplemente pasando el tiempo en familia. Mis padres también estaban de vacaciones de invierno, y hacia demasiado frío fuera como para salir. Jugamos juegos de mesa, vimos películas, e hice un pastel con mi madre. Fue un día lleno de calma y sonrisas, incluso aunque la imagen de Mark en el hospital no dejaba de rondar por mi cabeza.

Pero obviamente, la calma no iba a durar mucho.

Al día siguiente, me despertó el insistente sonido de llamada del teléfono de la habitación de mis padres.  Había intentado volver a dormir ocultando mi cabeza debajo de la almohada, pero sonaba una y otra vez.

¿Por qué no atendían ellos?

—¡Mamá!. — Llamé una vez que estuve en el pasillo. Nadie contestó. — ¡Papá!. — Solo se oía el teléfono sonar. ¿Dónde estaban?

Fui rápidamente a su habitación, y atendí.

—¿Hola?

—¡Marie! ¿Por qué no atendías?. — Era mi madre. Sonaba alterada.

—Estaba durmiendo. ¿Qué sucede?

—Hija, escucha atentamente lo que te diré, y no debes preocuparte porque pronto estará todo bien. —Oh no. ¿Qué estaba pasando? Comenzaba a asustarme. — Tu padre... yo... nosotros...— Mi madre estaba tartamudeando, y ella nunca lo hacía.- — Tuvimos un accidente.

—¿Qué? ¿Están bien?. — Un nudo estaba formándose en mi garganta.

—Yo estoy bien pero tu padre...— Pude sentir que respiraba hondo.

—¿Mi padre qué? ¡Mami, contesta!

—Tu padre tiene fracturada una pierna y varias costillas, una casi le perfora el pulmón. — No podía creer lo que estaba oyendo. Mi padre. El hombre que me curaba si me lastimaba, que me abrazaba si tenía miedo. Aquel que me ayudo a dar mis primeros pasos. No lograba imaginarme una vida sin él.

—¿Estará bien? — Sentía unas inmensas ganas de llorar.

—Sí, cariño, lo estará.

— Pero, mami, ¿Qué fue lo que sucedió?

—Aun no lo entiendo. — Se quedo en silencio, supuse que intentando recordar lo sucedido. — Íbamos a hacer las compras navideñas, las calles estaban resbalosas. — Pude entender a que se refería al observar por la ventana. Todo estaba mojado. — Ese auto venia en dirección contraria, tu padre quiso cambiar de carril, el auto se deslizo... aquel árbol se aceraba cada vez más, y los frenos no funcionaban. — Suspiró. —Cuando la policía vino a buscarnos, nos dijeron que los frenos estaban cortados. —Todo encajó en su lugar en el momento en que mi madre dijo eso. Ahora entendía porque la alarma sonaba, y la imagen, lo entendía todo.

EstúpidoAcosador se  había metido con mi familia. Esto era la guerra.

—Mami, en una hora estaré por allí. ¿De acuerdo?

—Claro que no, Marie. Está comenzando a nevar. Hace un frio que pela y tú te mueves en una bicicleta.

Eso era porque a pesar de mis insistencias en aprender a manejar, ellos siempre se habían negado.

—Tomare un autobús. — Contesté. De ninguna manera iba a dar el brazo a torcer. — No puedes pedirme que me quede en casa cuando mi padre está en el hospital.

Mi madre bufó frustrada.

—Está bien. Pero ten cuidado. — Suplicó.

—Lo tendré. — Murmuré y luego corté.

Ahora tenía una conversación muy seria por mantener.

Fui a la sala de estar y destapé una de las cámaras que EstúpidoAcosador  había puesto en mi casa.

—Se que estas ahí. Que de alguna manera estas del otro lado viéndome. Quiero hablar contigo. ¡Ahora!. — Grité. Nada sucedió.

Me sentía una estúpida hablando a una cámara.

—¡Vamos! ¡Habla!

Luego de más silencio, comencé a taparla otra vez y entonces el teléfono comenzó a sonar. Sonreí triunfante.

—¿Hola?

—¿No puedes vivir sin mí, dulce Marie?. — Nunca iba a acostumbrarme a esa horrible voz.

—Escucha, imbécil. He tolerado que te metas conmigo. Que las personas piensen cualquier cosa de mí. ¡Soporté que casi mates a mi mejor amigo! Pero de ninguna manera toleraré que lastimes a mis padres. No a ellos. Ahora seré yo quien toma las decisiones. No volverás a controlarme.

—¿Ah sí? ¿Y cómo evitaras que lo haga?

—Si vuelves a meterte con mis padres, o  amigos...

Él se rió.

—¿Qué amigos, dulce Marie? ¿Esos amigos que se apartan de ti ante cualquier chisme? Solo te he hecho un favor.

Quizá tenía razón, pero aun así, no podía dejarle ganar. 

—Si vuelves a hacerlo, me suicidaré. — Continué

—No lo harás.

—¿Cómo estás tan seguro?. — Él no sabía que era capaz de hacer solo por proteger a las personas que amaba.

—Porque jamás permitiría que te lastimes a ti misma.

Algo se revolvió en mi estomago al oír esas palabras.

—Tú ya te has encargado de lastimarme lo suficiente. ¿No lo entiendes? Al lastimar a las personas que amo, solo me lastimas a mí. ¿Tienes alguna idea de lo mucho que me duele lo que haces?. — Mi voz estaba al borde de la histeria. — Solo logras que te tema. — Musité

—Me amarás pronto. — Esta vez fue un susurro. Luego cortó.

Fui al hospital con las palabras de EstúpidoAcosador resonando en mi mente. Una y otra vez no dejaba de oír  "Jamás permitiría que te lastimes a ti misma."

¿Tanto se preocupaba por mí?

Pero... Si lo hacía, ¿por qué herir a las personas que amo? No lo comprendía.

Mi madre se levantó a abrazarme apenas me vio. Tenía un pequeño corte encima de su ceja, pero aparte de eso, parecía estar ilesa.

—Cariño, llegaste bien. — Besó mi frente.

—¿Y papá? — Solo quería verlo. Temía por él. ¿Y si EstúpidoAcosador intentaba matarlo a él también?

—Está en la habitación 106. Tienes solo diez minutos para verlo, luego irán a hacerle mas radiografías para asegurarse que no haya nada mas roto. ¿De acuerdo? —Asentí con la cabeza, y rápidamente me dirigí hacia allí.

Mi padre tenía una habitación para él solo. La tele estaba encendida cuando llegué, pero parecía estar dormido. Tenía una de  las piernas enyesadas y estaba sin camiseta, lo que al acercarme me permitió ver unos enormes moretones que iban desde el comienzo de los hombros, hasta donde comenzaban sus pantalones.

—Papi. — Musité, queriendo abrazarlo, pero sin animarme por miedo a lastimarlo. Él abrió los ojos y me sonrió.

—Hola, Hijita. Me quedé dormido. — Bostezó. — Los calmantes que me dieron, hacen que me sienta en el aire. — Arrastraba las palabras para hablar. —¿Por qué lloras?

No me di cuenta de que lo hacía hasta que él lo dijo, y entonces sentí el sabor salado de las lágrimas.

—No me gusta verte mal, papi. — Mi padre se rió.

—Pero linda, yo estoy perfecto.

-—No lo estás. Solo te sientes bien porque te han dado medicamentos.

—Eso es mentira. — Susurró a la vez que cerraba los ojos. Realmente lo habían llenado de calmantes.

Lo observé dormir hasta que las enfermeras se lo llevaron para hacerle estudios. Luego fui a la sala de espera y me senté al lado de mi madre.

Apoyé mi cabeza en su hombro. Ella acarició mi cabello.

—Cariño, no estés triste. Tu padre pronto será dado de alta y todo volverá a ser como antes.

Ojala mi madre supiera lo cansada que estaba de ver a las personas que amaba sufrir.

—Lo sé, es solo que nunca lo había visto así. No me gusta. Quiero que este bien.

—Y lo estará. — Me aseguró. —Solo debes tener paciencia.

—La tendré.

Luego de unos minutos de silencio, mi madre volvió a hablar.

—¿Sabes qué?. — Me giré hacia ella y la observé. — No dejaré que te quedes aquí deprimida. —Comenzó a revolver en su bolsillo, hasta sacar dinero. — Ve tu a hacer las compras navideñas. En cuanto tu padre sea dado de alta, iré a comprar tu regalo.

—Pero, estoy castigada.

-—Al diablo con el castigo. Vamos, ve y compra muchas cosas. — Mi boca se abrió ligeramente al ver el dinero que me daba. —  El centro comercial esta a unas calles de aquí. Acomódate bien esa bufanda y camina con cuidado.

—Pero...

-Pero nada. — Interrumpió ella. — Ya vete.

Sin palabras obedecí a mi madre. Sus cambios de humor estaban confundiéndome.

El centro comercial, como siempre que se acercaban las fiestas, estaba lleno de gente desesperada en busca de ofertas.

Fui consciente de la cantidad de dinero que tenía en mi bolsillo, y no tenía idea de por dónde empezar a comprar.

Mi estomago rugió y entonces supe que debía buscar algo de comer, pues no había desayunado.

En mi mente había una hamburguesa con queso. Y rápidamente me puse en la fila de McDonald's, que, de hecho, era enorme.

Pero era una fila que valía la pena hacer.

Avanzaba muy lentamente, y mi panza no dejaba de rugir. Cuando casi estaban por atenderme, alguien me empujó y se puso adelante mío.

—Oye, yo estaba primera. — Dije enfadada. Mire para ver quién era el idiota que se había colado, y me asquee al ver una gran espalda y cabello grasoso.

— Pues no me importa. — Murmuró Elías sin mirarme.

—Eres un idiota.

—Pero al menos mi comida estará antes que la tuya. — Me miró sonriente.

—Ya veremos. — Haciendo caso omiso a que estábamos haciendo una escena, lo empujé y me puse delante de él. Pero esto fue una mala idea, ya que él me tomo por la cintura y enterró su rostro en mi cuello.

—¿Te gustó besarme el otro día, dulzura?

Solo de acordarme de ese beso me repugnaba. Pero tuve una idea.

Me giré hacia él sonriente y acaricié su cabello. Intenté no poner cara de asco al sentir la caspa entre mis manos.

—De hecho, fue hermoso. — Él me observó sorprendido. — Y quisiera repetirlo.

Acerqué mi rostro al suyo, y Elías cerró los ojos e hizo lo mismo. Que iluso. Aprovechando que no me veía, lo abofeteé y para rematar, pisé su pie. Gritó de dolor. De verdad había utilizado toda mi fuerza.

—Nunca te atrevas a tocarme de nuevo. — Le advertí. Ya estaba harta de ese idiota.

—Zorra. — Murmuró y luego vi como se alejaba.

Estaba feliz, había ganado.

Compré mi pedido y luego me senté en una mesa. Gemí cuando sentí el glorioso gusto de la hamburguesa en mi boca.

—Eso estuvo genial. — Levanté la vista y vi a Xavier, quien sonreía orgulloso.

—¿Qué cosa?.—Pregunté. No estaba segura de a qué se refería.

— La bofetada que le diste a aquel tonto que estaba allí. — Señaló al McDonald's, que aun seguía lleno de gente.

—¿Lo viste?

—Claro, todo el mundo lo vio. Nunca te había visto tan enfadada, Ricitos. — Rodé los ojos al escuchar ese apodo. —No sabía que eras una persona violenta.

—¡No lo soy! El no dejaba de molestarme. Realmente no soy partidaria de la violencia.

—Lo sé, solo bromeaba. — Contestó riendo.

—¿Quieres un pedazo?. —Señalé mi hamburguesa, pues Xavier no dejaba de mirarla. Se negó.

—Debo ir con mis padres. Ya sabes, están con las compras navideñas

Mark vino a mi mente. ¿Dónde estaría ahora? Lo extrañaba tanto.

—Y... ¿tu hermano cómo esta?

Xavier se rascó la cabeza incomodo.

—Él esta... Bien, supongo. —Miró a alguien por detrás mío y luego dijo. — Allí están mis padres, debo irme. Adiós, Ricitos. — Se despidió

—¿A qué te refieres con supongo?.— Pero él ya se estaba yendo y no contestó.

Ahora estaba preocupada. ¿Qué le pasaría a Mark?

Terminé de comer con menos emoción que antes.  Una oleada de nostalgia me recorrió al pensar en mi ex mejor amigo.

Recorrí el centro comercial sola, viendo vidrieras. Hasta que una tienda de ropa me llamó la atención.

En uno de los maniquíes, había una camiseta de la cual me enamoré instantáneamente. Era negra, y tenía estampada la palabra "Peace" con un símbolo de la paz de diversos colores.

Esa camiseta debía ser mía.

Entré al local, y pedí a una vendedora rubia de ojos saltones que me diera una de esas camisetas.

Ella me aconsejó que fuera al probador y viera si me quedaba bien. A lo que yo asentí, pues si llegaba a casa y al intentar ponérmela, no entraba, lo último que tendría ganas de hacer sería volver hasta aquí.

Por lo que busque un probador vacio, y me quite lo que tenia puesto, hasta quedar en brasier. Cuando tomé la camiseta para ponérmela, grité espantada, pues alguien acababa de abrir las cortinas.

Una mano me tapó la boca.

—Shh. Soy yo. — Mi corazón dio un vuelco cuando oí la voz de Mark.  Observé su rostro, y casi vuelvo a gritar. Estaba lleno de moretones, parecía haber sido golpeado recientemente

—¿Qué te ha sucedido? ¿Por qué estás aquí?. — Pregunté preocupada. Era un peligro que el hablara conmigo. Luego bajé la vista y vi que aun seguía en brasier. — Estoy proban...— Me interrumpí cuando él me abrazó. Fue desesperado, fuerte. Le abracé de igual forma. Tenía miedo de que al soltarlo, Mark se esfumara.

...................

¡Holuuuuuuuuuuu!!

Lo sé, tardé demasiado en subir. Tienen todo el derecho del mundo a odiarme.

No hay excusas. Simplemente me sentaba frente a la computadora por horas, y no lograba escribir ni una palabra.

¡Perdón!

Bueno, hablando del capítulo,  pobre el papá de Marie. Creo que es uno de los personajes mas buenos y sale lastimado. Pobrecito.

Bien, Marie parece sospechar de que alguien ayuda a EstúpidoAcosador. Y ahora quiero saber que opinan ustedes. ¿QUIEN PODRÍA AYUDAR A ESTÚPIDOACOSADOR?

¡Muchisimas gracias por todos sus comentarios y votos! Los leo todos, pero no los contesto, no por mala, sino porque tengo miedo de que al contestarles, termine revelandoles cosas.

Pero de verdad sus comentarios me hacen feliz.

PD: Dedico este capítulo a mi hermana de corazón, que estuvo ayudandome a hacer una nueva portada durante horas, pero que al final no nos quedó tan bien y bueno, no quedo.

PD 2: ¡No olviden dejar sus opiniones!

PD3: Gracias por seguirme leyendo a pesar de que tardo mucho en subir.

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