- ¿Es necesario que vayas? -preguntó por tercera vez Hans a la joven guardia-. Puedes quedarte... podrías ayudarme a cocinar, o podrías hacerme compañía, cualquiera de las dos...
- Mi deber es estar con la princesa en todo momento, Hans -explicó con una sonrisa-. Soy su... su protectora.
El chef solo asintió algo triste, a lo que T/N acarició cariñosamente su rojo y rizado cabello en forma de consuelo. Hans se había convertido en un hermano mayor para ella, alguien en quien confiar, o eso era lo que el mismo le había dicho en una ocasión "Me convertí en un hermano mayor para ti, por eso me preocupo por lo que te pase"
- Nos vamos, T/N? -pregunta Merlín, quien ya se había subido a la espalda del robot y extendía su mano hacia ella, sacándola del mini trance que estaba teniendo.
- ¿Eh? Sí, vamos -tomando la mano del mago algo atontada, sube a la escoba con su ayuda, para después ayudar a la princesa de la misma forma, la cual subió tras ella.
No paso mucho tiempo para que el robot comenzará a volar, pasando sobre el hogar de los enanos, donde un Hans se despedía triste, Jack los miraba sin mucho interés, pero de igual forma hizo un gesto con la mano en forma de despedida y Arturo miraba molesto a Merlín.
- ¡Hola! -alegremente saluda Zapatos en dirección al trío de enanos que se quedaron.
En el trayecto, Merlín no paraba de gritar con temor, incluso hasta se podría decir que en cualquier momento le fuera a dar un ataque o algo, incluso en ocasiones parecía que estaba por caerse.
Pasaron volando cerca de un gran río, y tanto fue la cercanía que lograron ser salpicados por el agua. Después volaron entre riscos de piedra y montañas, hasta volver a toparse con el campo de flores violetas, que aún mantenía aquella obra de arte que Merlín y T/N habían realizado.
- ¡Wow! Mira T/N -señaló el dibujo la princesa. La caballera miro lo que su protegida indicaba y sus labios se curvearon en una sonrisa. El dibujo era algo feo, pero era trabajo duro y eso es lo que cuenta.
Estaba por acomodarse un poco el vestuario, ya que el vestido empezaba a subirse más arriba de sus piernas, y al tratar de hacerlo, se desestabilizó y por poco cae, de no ser porque de un movimiento rápido se abrazó al torso del enano frente a ella, tomándolo por sorpresa.
- Di-Disculpa Merlín, es que casi me caigo -se excusó y de la misma manera que lo abrazó, lo soltó.
- No te preocupes, si tienes miedo puedes sostenerte de mí. -dijo con una sonrisa a lo que la oji_ desvío la mirada avergonzada y dejó escapar un suspiro para calmarse.
- No gracias, estoy bien así... -pero sin previo aviso, el robot se elevó aún más, tomando de sorpresa a la fémina quién volvió a abrazar al enano soltando un ligero grito. Pero de igual forma lo soltó y aclaró su garganta.
Las nubes por donde ahora surcaban al elevarse acariciaban su rostro suavemente, aquel tacto le hacía recordar a las caricias que su madre solía brindarle cuando ella estaba por irse a dormir, tan delicadas y reconfortantes.
- Abriendo compuertas -anunció Pino dentro del robot, moviendo una palanca y dejando caer varios carteles del Rey Blanco sobre las personas del reino.
Zapatos rojos soltó una ligera risa y Merlín al escucharla, soltó un aullido energético y alegre, no tardaron en seguirle las dos jóvenes tras suyo.
- Saben chicos -dice la princesa alegre-. Me siento muy afortunada de conocerlos.
- De igual forma princesa -asegura la guardia con una sonrisa leve.
- Yo siento lo mismo por ti -habla Merlín contento-. Hasta siento que todo es posible -añade, parándose sobre el robot y estirando sus brazos. Aquella acción hizo sobresaltar a la guardia, que preocupada por la seguridad del petiso, comenzó a llamarlo, sin embargo, al no escuchar respuesta de su parte, pidió ayuda a la princesa, la cual también comenzó a decir su nombre, pero Merlín tampoco respondía a sus llamados, así que la guardia decide llamarlo nuevamente, aunque esta vez con más insistencia, porque estaban a pocos metros de chocar con las copas de varios árboles.
- Merlín! ¡Merlín! ¡¡Reacciona!! -alterada T/N mueve un de los hombros del enano frenéticamente, aunque al momento que este reacciona, los tres ya habían chocado con los árboles, hasta quedar varados en una rama, que, por el peso de los tres, empezó a inclinarse, siendo zapatos rojos la primera en caer, jalando consigo a su amiga quien también agarra a Merlín de su mini bolsa, cayendo de esa manera al suelo.
- Merlín...
- ¿Crees que este muerto? -dudosa la princesa mira al enano.
- No lo está, Zapatos -le asegura la caballera-. Mírelo, se está moviendo.
- Oh, es verdad jaja
- Oye, ¡Merlín! -dice en voz alta, ya que el enano se había aferrado a su brazo y no lo soltaba desde hace un buen rato, lo que le impedía levantarse del suelo -. ¿Está todo bien?
Merlín quien había comenzado a reaccionar al tono de voz de T/N, abre sus ojos por completo y regresa a verla nervioso.
- Por supuesto, claro que todo está bien -dice inquieto apartándose de T/N para levantarse, la joven guardia imitó su acción-. Por qué estamos hablando cuando deberíamos caminar...mmm en esta dirección -señalando a su izquierda comienza su caminata, seguido de las chicas que intercambiaron miradas confundidas por su actuar.
Después de una minicharla en donde solo las dos jóvenes participaban, decidiendo sobre si Zapatos rojos debía contarle la verdad a Merlín y lo que ocurre con sus zapatillas o guardárselo hasta encontrar a su padre, al final, la princesa decide hacer lo primero. Por lo que, tomando una bocanada de aire y dejándolo salir en un suspiro, se llena de valor y camina hacia el enano, posicionándose a un lado suyo, dejando a tras a una guardia con una tenue sonrisa.
- Hay algo sobre estos zapatos mágicos, que quiero decirte... otra vez -anuncia después de algunos segundos en silencio.
- ¿Te siguen molestando? -pregunta con una sonrisa el petiso-. ¿Qué clase de magia tienen?
- Veras... agh... -nerviosa rasca su nuca y mira de reojo a su guardia, quien le sonríe para darle ánimos, pero aun así le hace una señal para que se acerque. T/N insegura se acerca al dúo y se coloca al otro costado de Merlín.
- ¿Qué ocurre? ¿Acaso es algo malo? -consulta el enano mirando a la caballera, la cual también comenzó a rascar su nuca en señal de nervios.
- Bien... por dónde empezar? -se plantea T/N soltando un suspiro-. Veras, antes zapatos rojos era una mujer fuerte, muy fuerte.
- Eso me hacía sentir orgullosa de mí misma -añade la princesa.
- Y con la magia de esos zapatos, ella se convirtió en una chica-
- Delicada. -adhiere la castaña a las palabras de su amiga.
- Lamento oírlo. -dice Merlín viendo a la princesa.
- También, los zapatos le ayudaron a pender un poquito de peso. -prosigue la peli_ observando a Merlín, quien le regresó la mirada.
- Podría ser peor -se encoge de hombros con una sonrisa hacía la princesa.
- Bueno... en realidad perdí mucho peso -aclara la castaña con una sonrisa nerviosa.
- Comprendo. Se cómo es verse diferente por fuera, cuando sientes que eres de otro modo por dentro -concluye con un gesto algo triste.
T/N pudo darse cuenta de la mirada con la que Zapatos rojos vio a Merlín tras decir aquellas palabras. Suspiró tristemente y se adentró sin que la pareja no formal se diera cuenta, al bosque, donde empezó a buscar con la mirada un trébol de cuatro hojas.
- Merlín, me gustaría agradecerte por todo lo que has hecho por mí y... -enuncia con una sonrisa la de vestido rojo, pero la borró al darse cuenta de que su amiga no estaba, ni junto a Merlín ni tras ella-. ¿Dó-dónde está T/N? ¿Pensé que estaba atrás de nosotros? -cuestionó algo alterada.
- Aquí estoy, princesa -respondió mientras salía entre los árboles con algo en su mano.
- T/N! -soltó en un suspiro de alivio y corrió hacía ella para abrazarla-. Pensé que te perdiste o que algo te pasó algo.
La oji_ correspondió el abrazo, y sobre el hombro de la princesa pudo divisar a Merlín, quien la miraba con una sonrisa que escondía alivio, la cual fue correspondida sin pensarlo del todo, eso tomó por sorpresa al enano, quien desvío la mirada con una extraña sensación de calidez en su pecho.
Después de varios segundos de abrazo, la peli_ rompió suavemente el mismo y le brindó una sonrisa tranquilizadora a la contraria. Zapatos rojos soltó una leve risa, seguidamente de tomar el rostro ajeno entre sus manos, para empezar a revisarlo.
- La marca de la cicatriz -susurró-, ahora que te veo mejor... ya no se nota mucho.
Por un momento pensó que la princesa estaba bromeando, pero al verla tan seria y feliz al mismo tiempo supo que decía la verdad, aun así, quiso comprobarlo ella misma, llevo su mano a la zona donde se suponía que tendría que haber alguna marca. La sintió, seguía ahí, pero ya no tan notoria como antes, a pesar de eso, suspiró con alegría y aparto las manos ajenas de su rostro, pero antes de que estas bajaran completamente, T/N colocó una pequeña flor amarilla en la mano de esta.
- No encontré un trébol de 4 hojas -dejó escapar una risita apenada, pero la princesa la tranquilizó con una sonrisa-. Así que encontré en su lugar esto -señaló la pequeña flor entre sus manos-. Una vez mi madre me había dicho que son de la buena suerte... no recuerdo su nombre, porque me lo había dicho cuando apenas era una niña y no tenía mucha memoria. -se excusó alegre, recordando a su madre.
- Gracias, T/N.
- No hay de que princesa -hizo una reverencia hacía su amiga y comenzó a caminar, siguiendo el río como anteriormente lo habían estado haciendo.
- Por cierto -hablo la princesa dirigiéndose a Merlín, que aún seguía como espectador-. ¿Me puedes prestar uno de tus hechizos?
- ¿Para qué? -preguntó confundido.
- Vamos, solo quiero uno. No es como si pudiera utilizarlo, no te voy a electrizar, ni mucho menos.
Zapatos rojos miró al pequeño ser verde en forma de súplica, a lo que el con una sonrisa le extendió la pequeña hoja amarilla y ella con otra sonrisa lo recibió, rápidamente fue a sentarse a un tronco hueco que se encontraba a unos pocos metros frente a ellos.
La oji_ observó a Merlín confundida, él se encogió de hombros y le indicó con una seña para que fueran con la princesa, dudosa se quedó en su sitio y solo miro como el enano se sentaba junto a su amiga. Posteriormente imitó su acción y sentó al otro lado de la chica.
- Aquí tienes -dijo la princesa, entregándole un mini sobre al castaño, no sin antes dejarle un beso sobre el papel-. Este será tu amuleto de la buena suerte. -adhirió al ver el confuso rostro de enano al mismo tiempo que recibía el pequeño papel doblado.
- Gracias. -dijo en un suspiro.
T/N miró confundido a su protegida y ella regresó a verla con una inocente sonrisa.
- ¿Por qué...?
- El necesita más suerte que yo -le explico serena-. Así que le di tu flor en ese sobrecito -añadió. A lo que la caballera desvío la mirada sintiendo como sus ojos comenzaban a picarle.
- Si... bueno, yo... de seguro tienen hambre -artículo con esfuerzo-. Vi un arbusto de moras cerca de donde encontré la flor... voy a por algunas y regreso, no tardo.
Zapatos miró un tanto extrañada a la oji_, así que solo asintió acompasadamente.
- Claro, no tardes.
Y así se fue, dejando sola a su amiga junto a al mago. La princesa al perder de vista a la otra chica, diviso el cielo y cerró los ojos, respirando profundamente el aire de aquel lugar.
- Merlín -llamó la castaña al mencionado, el cual volteó a verla, apartando su mirada café del bosque-. ¿Crees qué, nos haría más felices volver a ser los que éramos antes?
- Definitivamente sí, estoy muy seguro de que lo estaríamos. -respondió con confianza.
- Yo no tanto -declaró la joven-, me gusta estar así... así, en este momento.
- Aunque sea un horripilante monstruo verde -dijo el enano mientras hacía muecas con su cara, a lo que la princesa negó divertida.
- Sabes, tú y yo estamos atrapados bajo el mismo hechizo. -comentó con timidez.
En ese momento, como si todo a su alrededor dejara de tener sonido, solo para dar paso a la cálida respiración de ambos, quienes habían empezado a acercar sus rostros con lentitud, por varios segundos Merlín pensó en cierta guardia, pero tales pensamientos se esfumaron al sentir los labios de Zapatos rojos sobre los suyos, uniéndolos así en un beso.
A lo lejos T/N miraba expectante la escena, teniendo un sentimiento de dolor en su pecho, sintiendo también como el color se le había ido del rostro.
- No...-miró sus manos que se habían cerrado y aplastaban sin querer las moras que había recogido. Ahora no había duda, aquellos dos estaban enamorados. Y eso era bueno, de esa forma ella podría olvidar al enano y la princesa se quedaría con él, siendo este quien de ahora en adelante la cuidaría de todo peligro.
Afligida suelta lo que quedaba de moras y se limpia las manos en su vestido, manchándolo de un morado casi rojo. Lentamente y con cautela se acerca a la escena, viendo como el mago se posaba frente a Zapatos rojos con una sonrisa y los brazos abiertos. Carraspeó llamado la atención del dúo, quienes, al regresar a verla, sonrieron, una con alegría y el otro...no sabría decirlo.
- ¿Acaso interrumpo algo? -cuestionó la caballera como si no hubiera visto nada de lo anterior.
- Quizás...
- ¿Quizás?
- Si, o bueno no... un poco -respondió el petiso, parecía nervioso, mientras que la princesa solo rodo los ojos con una sonrisa divertida.
- Lamento si interrumpí algo...-se disculpó la guardia, tratando de mantenerse lo más calmada posible, puesto que sus ojos comenzaban a picarle una vez más-. Me comí las moras al regreso, iré a traer más.
- Si, ya veo... -mencionó el castaño viendo discretamente el vestido manchado conjunto las manos de la chica.
-No te preocupes T/N, al llegar a-
- No, princesa, seguramente tiene un poco de hambre -interrumpió a la de vestido rojo, quien bufo rendida y solo asintió con otra sonrisa, antes de ver a su amiga adentrarse al bosque nuevamente y perderse entre los árboles.
Al estar lo suficientemente lejos de ambos castaños, la joven elevó su bolso y sacó con recelo aquella fruta de color negro, la observo por varios segundos y con un suspiro triste habló.
- Supongo que es lo último que hare por usted, Blanca nieves -murmuró apagada, pero con una sonrisa en su rostro. Lágrimas no tardaron en salir de sus ojos, puesto que estaba por traicionar de alguna manera a su amiga. No lo dudo más, y con decisión mordió la fruta, pensando que así la ayudaría. Al principio un sabor dulce se desenvolvió en su paladar, pero después comenzó a volverse amargo, dándole una sensación desagradable.
- Entonces, si lo hiciste -dijeron tras suyo con incredulidad, lentamente se volteó y vio a Regina-. ¿Dónde está?
- Ella está a varios metros de aquí, solo tienes que pedirle los zapatos y ella te los dará -dijo en un suspiro con seguridad, el aire comenzaba a faltarle-. Ahora... ¿dó-dónde está el Rey?
La bruja soltó una carcajada y se acercó a su exguardia, la cual cayó de rodillas mientras jadeaba y se apretaba el pecho, le empezaba y costaba respirar con normalidad.
- ¿Qu-Qué fue lo que me hiciste? -interrogó en un jadeo con molestia-. Regina, ¿qué fue lo que me hiciste?!
En ese instante vio como detrás de la vieja un gran monstruo de madera se acercaba. Al tenerlo frente soltó una exclamación de sorpresa, ¿acaso se iba a convertir en eso?
- ¿Voy a ser uno de esos...? -preguntó con cansancio a lo que Regina negó con malicia-. ¿Entonces?
- Mi marioneta. -dijo sin más la bruja, dando un chasquido y enviando al monstruo por la princesa, el cual obedeció y se marchó de ahí. T/N chistó al mismo tiempo que trataba de levantarse para ir tras él y detenerlo, aunque le fue imposible, y simplemente cayó al suelo, viendo por última vez, la sonrisa maliciosa y burlona de Regina.
La bruja miró a la chica inconsciente y luego la manzana a su lado, la cual empezaba a evaporarse en una niebla lúgubre, la cual empezaba a cubrir a la joven desmayada. Posteriormente, aún con aquella neblina recubriéndola, la joven se levantó y se inclinó ante Regina.
- Interesante -murmuró-. Necesito que acompañes a este tonto monstruo para capturar a la chica, ahora -ordenó seriamente apuntando a otro monstruoso oso a su lado.
- Sí, mi reina -habló automáticamente T/N, la cual ya no tenía aquel humo negro en su cuerpo, ahora poseía una armadura roja, tanto así que incluso juraría que hasta los ojos de ella desprendían un brillo carmín. Pero algo le causó más gracia a la bruja, era ver que, en el yelmo de la armadura, había dos orejas de oso.
- Ahora vayan. -señaló en la dirección por donde el anterior monstruo se había ido. La caballera asintió y se subió al monstruo rojo, el cual gruño molesto por la acción, pero aun así empezó a caminar con todo y chica subida a él.
// Disculpen si algo no les agradó //
// Editado 11/11/2021
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