Tú, Yo y El Mal

Oleh MabelPazAvalos

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Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... Lebih Banyak

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 9 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 11 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 23 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 30 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 36 •
• CAPÍTULO 37 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 40 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 49 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 53 •
• CAPÍTULO 54 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 58 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 80 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 25 •

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Oleh MabelPazAvalos

—Vaya, creí que no llorabas.

—No se lo digan, por favor, se los suplico por el amor a Zeus.

—¿Karol Sevilla suplicando? Esto si es nuevo, ¿Podemos grabar?

—Chicos. Se los ruego. —Era imposible tratar de quitarme las lágrimas porque me seguían saliendo.
Hermes estaría muy decepcionado de mi.

—¿Nos lo ruegas? Yo no te veo de rodillas.

Me tragué mi orgullo. Me tragué mi puto orgullo y me arrodillé ante ellos con el corazón hecho trozos.

—Juro que traté de serle fiel a Ruggero. —El labio me tiembla—Lo hice, le fui fiel hasta apenas hoy que me ganaron los impulsos. —Miento.

—No te creemos.

—No.

—Además no podemos dejarlo pasar. Acaba de decirte que se quiere casar contigo y eso no le gustará a Ruggero. No podemos mentirle.

—Hago lo que me pidan. Estoy dispuesta a todo con tal de tener su silencio.

—Admito que me sorprendiste cuando te pusiste de rodillas en forma de súplica, ¿Tanto así lo amas?

—Si Bratt. Tanto así.

—Qué lástima.

—Vamos a torturarlo bien bonito. —Ambos se empiezan a ir y yo corro tras ellos.

—¡Lo dejaré de ver! ¡Me saldré de la universidad! ¡Dejaré de estudiar pero no le hagan daño!

—Muy tarde. Sube al auto.

—¡Lo prometo! ¡Inventaré una excusa para salirme de la universidad! ¡Lo dejare de ver!

—Sube al auto, Karol.

Las lágrimas se me acabaron pero el pánico seguía en mi.
Me subí al coche, ellos venían atrás conmigo y no paraban de tener una gran sonrisa.

¿Por qué justamente ellos? ¿Por qué mejor no alguna otra persona? ¿Por qué el universo me mandó con los que me llevo tan mal?


No dije nada el resto del trayecto.
Me logré tranquilizar pero no encontraba alguna opción en mi mente que me ayudase con Derek.
Bueno, más bien la única opción era Hermes.
Tal vez si le contaba a mi hermano me ayudaría, pero digo tal vez porque es cincuenta por ciento probable de que él mismo se lo lleve a Ruggero para que lo torturen.

Llegamos a la mansión. Me encuentro callada y no me separo de los chicos pues veo que se dirigen al salón de la élite donde están todos.

Me muerdo la lengua para no llorar de nuevo y ambos chicos se posan frente a Ruggero quien tiene el ceño fruncido porque lo vinieron a molestar.

—Princesa, ¿Quieres que pongamos una biblioteca para que no te quedes hasta tarde? Se te ha pasado la hora de comer.

—Mmmh... Claro.

—No me gusta que te quedes hasta estas horas, te lo prohíbo.

—Bien, entiendo. —Él se percata de que accedí sin molestia y creo que se sorprende.

—Karol, ¿Hay algo que le quieras contar a Ruggero?

—No.

—Dale, sí puedes, o lo haremos nosotros.

—¿Qué tienen para contarme? Díganlo ahora.

—Anda Sevilla, cuéntaselo. —Siento la mirada de todos los demás integrantes sobre mi, incluida la de Hermes—¿No?

—Hablen ahora.

—Bien, ya que ella no te lo dirá, pues lo haremos nosotros. —Dice Bratt con una sonrisa al igual que Maxon.

—¡Hablen! ¡Ya!—Desvío la mirada hacia Ruggero.

—Karol es algo penosa, pero acabamos de descubrir algo que le da miedo confesar, que ha mantenido en secreto por mucho tiempo. —Mi corazón se sigue rompiendo—Tu princesa dijo que después de todo, comenzaba a sentir cosas por ti y que estaba ansiosa por la gala y presentarse a todos como tu prometida.

—¿Cómo?

Miré a los chicos confundida, y sé que todos incluido Ruggero los han mirado igual.
Pero he vuelto a tomar mi compostura para que no sospechen.

—Lo que escuchaste Ruggero. Karol siente cosas por ti.

—¿Y vinieron a echarla de cabeza?—Habla Hermes—¿Tan hijos de puta son? No creo que sea verdad.

—¿Ah no?  Anda Karol, diles a todos que decimos la verdad. Que amas a Ruggero.

Ambos me miraron.
Sabía que me estaban dando una oportunidad, y no pienso desaprovecharla.

—Es verdad, Hermes. —Me trago mi orgullo—Los chicos me escucharon cuando le conté a mis amigos que sentía algo por Ruggero y que tal vez no era tan malo lo de casarme con él.

—¿Cosas por Ruggero? ¿Qué cosas?—¡Ya cállate Hermes!—Explícate porque no estoy entendiendo nada.

—Pues, cosas.

—¿Ajá?

—Esa clase de sentimientos.

—¡Karol ama a Ruggero!—Grita Simón—¡Enhorabuena!

—Por fin hay sentimientos aquí.

—Que buena onda, esto sí no me lo esperaba.

—Ni yo.

—Yo creí que Ruggero se enamoraría primero.

Los chicos comenzaron a hablar entre sí. Tenía la mirada de Hermes clavada en mi y le sonreí para que pensara que no miento.

Miro hacia Ruggero que también me mira pero él lo hace con una sonrisa.
Me trago mi orgullo y camino hacia él, sentándome en sus piernas y besándolo frente a todos... frente a mi hermano.

—Nunca me lo vi venir. —Me susurra—Me alagas.

—No tenía pensado decírtelo.

—Me gusta que me lo digas. —Maxon y Bratt salen del salón y le doy otro beso a Ruggero antes de ponerme de mi.

—Iré a ponerme ropa más cómoda.

—Dile a Amelia que te prepare algo para comer.

—Bien.

Me voy de ahí evitando la mirada de Hermes.
Salgo disparada a mi habitación, a la mía, a la que no comparto con Ruggero.
Pero al abrirla, ellos están acostados en mi cama.

—Miren quién ha llegado, pero si es la princesa.

—Bien, qué quieren a cambio.

—¿Cómo?

—Sé que no me ayudaron de a gratis, así que pongan precio de una vez por todas.

—Ya no me apetece coger contigo. —Aclara Bratt—Bueno, sí pero la verdad no me atraen tanto las mujeres complicadas.

—¿Entonces?

—Pórtate bien, Karol. —Habla Maxon—Hazle creer a Ruggero que en verdad lo amas y que no era sólo para salvarle el pellejo a otro imbécil.

—Sé buena niña, él te da todo lo que pides a diferencia de aquel maestro.

—¿Entendido?

—Si.

—Nada de querer arruinar la gala, nada de escaparte o hacer quedar en ridículo a Ruggero. —Hasta parece que me conocieran bien, eso era lo que iba a hacer—Complácelo, sé una buena reina y adáptate a este mundo.

—Inclínate a los negocios, proponle planes de venta a Ruggero, eso es lo que estás estudiando ¿No? Pues úsalo a tu favor.

—Puedes hacer eso o puedes aprender cualquier otra cosa. Los científicos te pueden enseñar o nosotros lo podemos hacer. Si quieres irte por la creación de armas y misiles, aquí estamos. No importa lo que hagas, pero el punto es que aportes algo en esta mafia.

—Entiendo, eso haré. Pero no van a tocar a mi... no le van a poner un dedo encima a mi profesor.

—¿Cómo se llama?

—No les dire.

—Mala respuesta, recuerda que nosotros tenemos aquí el poder. —Me muerdo la lengua para no gritarles.

—Derek Clark. Maestro de comercio.

—Interesante.

—Ni una palabra de esto a nadie, por favor.

—¿Por?—Bratt se ríe—Quiero contarle a Hermes que su hermana se arrodilló ante mi, llorando, para que la compadeciera.

—Eso fue icónico. —Maxon se le une—Casi nos dabas lastima.

—Ustedes no saben lo que yo siento por él. Yo quería que Derek formara parte de mi vida, pero ¿Ya ven? Soy tan miserable que ahora soy el capricho de Ruggero. —Espeto ya enojada—Él destruyó la felicidad de otras personas sólo por la suya.
Por si no escucharon, él me ama tanto que se quiere casar conmigo, yo lo amo tanto que le hubiera dicho que sí aunque no me lo hubiera pedido en algún lugar lindo. Le hubiera dicho que sí si me lo pedía incluso en su oficina, porque me enamoré.
Pero claro, ustedes no saben lo que es ese sentimiento porque aquí todos son unos grandísimos hijos de puta que no les importa nadie más que ustedes mismos.

Muy enojada tomo un cambio de ropa y me encierro en el baño.
Ya no quiero llorar, y aunque no lo hago, el sentimiento queda en mi.

Me cambio a unos pantalones ajustados y una camisa cómoda de botones. Pero no quiero salir, así que me dejo caer al piso con las piernas dobladas y mi cara entre las rodillas.

Ya todo se acabó, ya no quiero volver a ver a Derek en mi vida porque corre riesgo si lo ven conmigo.
Pasé de estar muy feliz, a que hoy fuera el peor día de mi puta vida.
Bien dicen que cuando amas, tienes que dejarlo ir para que esté a salvo.

La puerta no se escuchó, pero debió de haberse abierto porque cuando levanté la vista, Bratt y Maxon se habían sentado a mis lados sin decir nada.
Quise ignorarlos, pero me molestaba que me tuvieran lástima. Ya de por sí me había humillado lo suficiente.

—Si te sirve de consuelo, nadie le hará daño a Derek ni te castigarán.

—No necesito de tu lastima, Bratt.

—Ya no estes triste, princesa. No es tan malo como se ve. —Fulmino a Maxon—Bueno, tal vez sí sea malo pero no tanto. Ahora tu amado hombre estará a salvo y prometemos que nada le pasará.

—¿Lo prometen?

—Claro.

—Claro.

—¿Por qué me ayudaron? No los entiendo. Ustedes y yo no nos llevamos bien y, vaya, me ayudaron.

—Para que te hayas arrodillado; suplicando y llorando, nos diste a entender que era algo importante para ti. Además, no somos tan malos como piensas.

—Si hubiera sido alguien más del equipo el que te haya visto, ahora estarías siendo azotada por traición.

—Pero a nosotros no nos pesa una pequeña mentira. A nosotros no nos da miedo Ruggero.

—A los demás si. Puede que Simón, Dalton y Agustín sean los más divertido y amables contigo pero ellos hubieran sido los primeros en ir a decírselo a Ruggero. ¿Por qué? Por el miedo que le tienen.

Flashback

—¿Acaso crees que hacemos esto por ti? No te ofendas, eres nuestra amiga pero no dejas de ser la reina y jamás te ayudaríamos a esconder algo o esconderte, y menos de Ruggero.

—Él nos da miedo aunque no lo parezca. —Murmura Agustín—Lo hacemos por nosotros, pero si tú sales beneficiada pues no te privaremos de ese gozo.

Fin del Flashback

Esas fueron las palabras que me dijeron Dalton y Agustin el día que nos escapamos a la fiesta del muelle. Bratt y Maxon tienen razón, ellos jamás me hubieran ayudado.

—Pues, gracias. Y si hay alguna cosa que pueda hacer por ustedes, díganmelo. Ahora estoy muy agradecida.

—Está bien.

—Bien.

El silencio más incómodo se apoderó en el baño.
Creo que nadie sabía qué hacer; ellos son los más fríos de la élite y yo ya no sé qué decir.

Suspiro agotada queriendo ponerme de pie pero ellos me detienen y algo súper extraño sucede; me abrazan.

Me quedo quieta, siento que me quedé congelada por el abrazo más frío que he sentido pero no puedo evitar sonreír porque sé que están haciendo un gran esfuerzo por consolarme. Claro, no saben hacerlo, pero mínimo lo intentan.

—Sabemos que necesitas un abrazo. —Dice Maxon.

—El único que te lo pudiera dar es tu hermano pero como él no sabe nada y no le vas a decir nada, pues nosotros te lo daremos. —Mi corazón se encoge. Se siente lindo que alguien esté para ti y para darte sus brazos; aunque sean estos estúpidos.

[...]

Me encerré en mi habitación toda la tarde para seguir estudiando.
Derek no es el único que estaba en mi cabeza, también estaban los chicos que habían venido a mi habitación para ver cómo estaba y me decían siempre: "Si te vemos llorar de nuevo, te arrojaremos al lodo para que tengas un motivo para llorar bien"

Si, sus palabras de consuelo y ayuda no eran las mejores, pero lo importante era el lindo gesto de preocupación.

Las horas se fueron pasando y me trataba de convencer a mi misma diciéndome de que todo estaría bien, de que no lo mataran, de que todo estará en orden.
Pero también de lo que me convencí es de que ya no lo volveré a ver y que tendré que hasta cambiar mis horarios de clases en la dirección para que ya no me toque con él.

En la noche seguía con el estudio, y de repente escucho que alguien se sienta sobre la cama y me sobresalto.

—Has estado muy ocupada.

—Rulitos.

—¿Estas molesta? Sé que los chicos fueron malos en decirme lo de hace rato pero, vale, era algo que tarde o temprano se iba a saber. —Me extiende la mano para que vaya con él y así lo hago, me siento a horcajadas de sus piernas—Me gustaría que me lo dijeras a la cara.

—¿Qué cosa?

—Tus sentimientos. —Joder no—Te escucho.

—No alucines rulitos. Si por algo no lo quería decir era para que tu ego no aumentara así que ya cierra la boca. —Se ríe.

—Mi ego está muy alto, no creo que pueda subir más.

—No te diré mis sentimientos.

—Sólo quiero escuchar la frase.

—¿Frase?

—Ya sabes, aquellas que se dicen las personas ridículas y cursiles.

—Yo no soy ridícula ni cursi.

—¿Segura?—Odiaba su rostro de superioridad. Pero no podía bajarlo de su nube; si este es el castigo que debo sufrir pues lo haré—Dale nena.

Te amo.

—No te escuché.

—No lo volveré a decir, ya cierra la boca.

—No entiendo el por qué de llevarnos mal. Me amas, quieres casarte conmigo y eso es algo bueno, ¿Por qué no nos llevamos bien?

—Trataré.

—¿Hablas en serio?

—Si.

—Vaya, fue más fácil de lo que creí. —Suspira—¿Ya tienes el vestido que te pondrás mañana? Conocerás a todos.

—Si, ya tengo todo listo.

—Me alegro. Ahora vayamos a cenar, hace ya rato que nos están esperando. —Asiento con la cabeza y me pongo de pie, pero me toma de la mano antes de salir de mi recámara hasta llegar a la cocina donde todos están hablando, nos están esperando.

La cena es incómoda porque Hermes está a mi lado y me da hasta vergüenza voltearlo a ver. Sé que acabo de echar a la mierda todo el plan que estaba armando para sacarme de aquí.

Cuando dejo que la comida se me pase, me voy al gimnasio y no sé si llevo más de tres horas aquí pero estoy queriendo desatar mi enojo y tristeza, ¿Qué mejor que golpeando el costal de boxeo?

—Sabía que estaba aquí.

—Yo que creí que estaba en el establo.

No me detengo aunque escuche la voz de los chicos que salvaron a Derek y me salvaron a mi.

—¿Podemos ejercitarnos contigo?

—Claro.

Vi que llevaban ropa deportiva puesta, así que me supuse que su objetivo era el de hacer ejercicio conmigo.

Se pusieron en unos aparatos de pesas después de calentar y nos quedamos en silencio por más tiempo, tal vez por una hora más; pero yo no quería parar.

—¿Sigues triste?—Me pregunta Maxon.

—¿Acaso te importa?

—Si, sino no estuviera preguntando.

—No, no estoy triste y esa será la última vez en la que me verán llorando porque ya no volverá a pasar.

—Te creemos. —Otro silencio—Pero no creemos que estés bien, ¿Por qué mejor no salimos?

—¿A estas horas?

—Claro, sería divertido.

—Ruggero me mataría y ahora necesito llevarme bien con él. A demás ustedes dijeron que debía de obedecerlo y ser buena niña.

—Esta puede ser la excepción.

—O podemos ver una película para que te distraigas. En el cine de la mansión hay muy buenas de terror y acción.

—Chicos. —Me detengo—No es necesario que intenten comportarse bien conmigo. No se ofendan, pero no les queda.

—Queremos ser buenos.

—Ustedes no son buenos, yo no soy buena y creo que aquí nadie entiende esa palabra.

—Eres la Reyna.

—Eso no importa.

—Sólo queremos ser gentiles, quieras o no sólo somos nosotros en los que te puedes refugiar porque nadie más sabe sobre lo sucedido.

—No necesito refugiarme en nadie.

—Bien, ya no te suplicaremos. —Maxon se enfada—Haz lo que tengas que hacer, pero después no corras a nosotros cuando quieras que unos brazos te den calor.

—Nosotros no somos unos expertos en este tema del consuelo, pero lo intentamos.

—Si, eres una Sevilla y si, te enseñaron a ser fuerte pero recuerda que aún eres un ser humano y que no siempre puedes esconder tus sentimientos. En esta vida se vale: reír, llorar y enojarse.

—Sophia lloró y ustedes se enojaron.

—Sophia lloró por una estupidez. Sophia lloró por un hombre que es más ridículo que la tabla del uno. Ella no lo ama, ella sólo quiere coger.

—Y por lo visto lo tuyo si es serio, por eso te comprendemos. Pero si no nos quieres, pues haya tú.

Ambos tomaron sus toallas para el sudor y sé que me arrepentiré por lo que diré, pero es que tienen mucha razón.

—¡Bien! Pero que sea una película de acción.

Tomo mis cosas y voy tras ellos.
Creo que ninguno decimos nada cuando nos encaminamos hacia allá.

Mientras que yo tomo asiento, los chicos se me pierden porque uno se va a decirle al encargado que queremos ver algo y creo que el otro se fue a pedir bocadillos lo que es una estupidez porque acabamos de hacer ejercicio.

La película se puso, los chicos llegaron, se pusieron a mis lados con las palomitas y nos quedamos en silencio para poner atención.
Era un poco incómodo, sentía que todos estábamos rígidos y es normal, ninguno de los tres estamos acostumbrados a estas cosas.

[...]

La película iba a la mitad y seguíamos sin decir nada.
Pasó una escena en la película donde el protagonista corre del techo de un edificio a otro, pero cuando va por el tercero se cae y la música de fondo es muy cómica.

No pude evitar soltar una carcajada, y lo que me sorprendió es que Maxon también se carcajeó a tal punto que se le cayó el refresco encima e hizo reír a Bratt.

Maxon estaba muerto de risa al igual que yo, pero se enojó porque Bratt se burló de él así que le terminó de lanzar su refresco encima; yo me reí aún más.

Bratt no se quedó atrás, tomó su refresco y se lo aventó, el problema es que Maxon me tomó de los hombros y me usó como escudo; todo me ha caído a mi.

Los dos se burlaron de mí y rápido quise tomar mi bebida, pero Bratt fue más rápido y lo tomó antes que yo.

Pero lo que no tomaron fueron mis palomitas y se las aventé, pero los tres nos reímos más cuando no salió ni una sola porque ya no tenía nada.

No sé cuánto duraron las risas, pero me dolía horrible la panza.
El resto de la película se sintió más cómodo, más tranquilo. Se sentía como si estuviéramos más relajados y eso era lindo, porque ya ninguno de los tres ocultábamos las risas de las partes que nos daban gracia de la película.

[...]

Es difícil de aceptar, pero me sentí muy cómoda estando con los chicos. Me han ayudado a que ya no me sienta tan mal.
Antes de irme con Ruggero me metí a la ducha.
Él ya estaba ahí, acostado, pero no estaba dormido así que no dije nada cuando me costé a su lado.

—Hoy hiciste mucho ejercicio.

—Y gracias a eso mi abdomen se está empezando a marcar. —Se arrastra en la cama hasta posarse a mi lado.

—Tienes que descansar, mañana será un día ocupado.

—Bien, buenas noches. —Cerré los ojos, pero estaba segura de que aún sentía la mirada de él sobre mi así que los volví a abrir—¿Ocurre algo?

—Tú sabes que no puedo dormir si no tengo a mis nenas.

—Oh, entiendo. —No me conviene llevarme mal con Ruggero, necesito ser inteligente, ahora me di cuenta que él tiene mucho poder sobre todos.

Me quité la blusa junto con el sujetador y él se posó con su rostro frente a ellas, tal y como si fuera su osito de felpa para dormir.

—Descansa princesa.

—Descansa Rulitos.





A la mañana siguiente ya no estaba en la cama conmigo. Quise arreglarme y comenzar un día productivo pero decidí quedarme en la cama tal vez por unas horas más. Si, no tengo los ánimos necesarios para hacer nada.

Bueno, ese iba a ser mi plan hasta que tocaron la puerta y antes de que pudiera contestar, ya habían entrado.

—Creí que tenían prohibido entrar a esta hablando.

—Si, creo que eso lo saben todos.

—Pero a nosotros nos pega un huevo. —Los chicos me quitaron las sábanas de encima y prácticamente Maxon me jaló de los pies hasta tumbarme de la cama pero por suerte alcancé a poner las manos.

—Pero, ¿Qué?—Quise levantarme pero él me tomó del pie aún en el piso y me comenzó a arrastrar al baño donde Bratt ya estaba ahí con la llave abierta de la regadera—No, no no no no no...

—Al agua pato. —Tarde, me arrojaron y toda el agua helada me cayó encima aún con la ropa puesta.

—¿¡Qué mierda les pasa!? ¿¡Están locos!?

—No bajaste al desayuno, llevas horas de más en la cama y supusimos que seguías triste.

—¡Sólo estaba cansada! ¡Hoy será un día agotador!

Ambos se vieron como si supieran que la habían cagado pero no les importo, sólo sonrieron.

—Bueno, pues ahora ya estás muy despierta.

—Imbéciles.

—¡Apúrate Nena! ¡Nos acompañarás a ir por unas cosas para hoy en la noche!—El grito de Bratt se escucha cuando ambos ya salieron y cerraron la puerta.

Ellos tienen una forma muy extraña de tratar de reanimarme. Cosa que creo que ya no necesito, o bueno, no lo sé.

[...]

Salgo envuelta en bata de baño y ellos están en sus teléfonos pero me percato de que tienen ropa mía en la cama.
Para empezar, me río mentalmente cuando lo primero que veo es un conjunto de ropa interior muy sexy que sólo usaría en casos especiales.
Y después la risa se me sale cuando veo lo que me escogieron para ponerme; un vestido negro de noche muy corto y muy entallado.
Es como si me hubieran escogido algo para ir a una discoteca.

—No me jodan.

—¿Nos hablas?

—Escogimos tu ropa, ahora date prisa porque se nos hace tarde.

—Yo no usaré esa mierda.

—¿Por?

—Bratt, te dije que esa ropa interior le incomodaría. —Le reprocha Maxon volviendo a hacerme reír.

—Creo que lo que más me incomoda es que hayan tocado mis bragas, pero se aprecia el gesto.

—Bien, date prisa.

Ambos salen de la habitación para darme mi espacio y obviamente desecho todo lo que escogieron para al final ponerme unos jeans ajustados con una blusa linda y cómoda.
Me arreglo mi cabello, me pongo tenis y salgo.
No están, pero como dijeron que saldrían por unas cosas pues supongo que estarán en la entrada.

Y si, efectivamente ambos estaban en un coche blindado.
No dije nada cuando me subí al asiento trasero.

—Se te hubiera visto mejor aquel vestido que te escogió Maxon.

—No lo creo.

—Mínimo di que te pusiste la ropa interior que te escogí yo.

—Ni en tus sueños, Bratt.

—Es verdad, en mis sueños no apareces con ropa. —Le suelto un golpe en el hombro y causa que Maxon se ría.


Fuimos a la tienda Armani donde los chicos pasaron rápido por unos trajes de gala que ya tenían apartados.
Después pasaron con un sujeto y no sé qué hicieron pero se bajaron a hablar con él.
Así estuvimos por largas horas hasta que decidieron regresar a la mansión donde ya mucho personal de servicio estaba con el tema de la decoración y demás cosas.

Los chicos desaparecen de mi vista pero lo que logro ver es a Hermes y Valentina discutiendo en un rincón.
No entiendo lo que sucede, así que quiero seguir con mi camino pero como la gran puerta de la entrada está abierta, escucho que un coche se estaciona y me percato de que es Liam que vino con una flor roja.

Frunzo el ceño y salgo para encararlo. Tan sólo me ve e intenta esquivarme pero no lo dejo.

—Espero que esa rosa roja sea para mi y no para Sophia, la chica a la cual estás ilusionando.

—Ella sólo es un rico polvo, no te alarmes Karol.

—Le haces daño.

—No quiero eso, ella me cae bien lo juro pero ¿Ya viste lo hermosa que es? Mis amigos del Hockey me envidiaron cuando la llevé a la fiesta de Halloween.

—Lo repito, le haces daño.

—Es mi problema, lo tengo bajo control; tranquila nena ¿Vale?

Me saca la vuelta y lo veo marcharse.
Voy tras él pero ya es tarde, pues al doblar un pasillo ya lo veo con Sophia colgada de su cuello besándolo como si no existiera otra persona en su mundo.
Pobre chica.

Después de comer sola en la cocina, subo a la habitación que comparto con Ruggero y me acuesto de nuevo para ver la televisión.
Pero unas palabras de los chicos rondan por mi mente, unas palabras que me dijeron ayer.

—Complácelo, sé una buena reina y adáptate a este mundo.

—Inclínate a los negocios, proponle planes de venta a Ruggero, eso es lo que estás estudiando ¿No? Pues úsalo a tu favor.

—Puedes hacer eso o puedes aprender cualquier otra cosa. Los científicos te pueden enseñar o nosotros lo podemos hacer. Si quieres irte por la creación de armas y misiles, aquí estamos. No importa lo que hagas, pero el punto es que aportes algo en esta mafia.

No sé si esa sea una de las condiciones que me pusieron para guardar mi secreto, pero tengo que cumplirla así que eso haré.

Me pongo de pie y voy a la oficina de él, obviamente no toco al entrar y por suerte está solo tras su escritorio así que como "buena niña" camino hasta él y me siento en sus piernas.

—¿Necesitas ayuda?—Le pregunto.

—¿Con mi trabajo?

—Si.

—¿Te estas ofreciendo a ayudarme?

—Si, eso creo. —Frunce el ceño—Dale, sólo se quiero ayudar en algo.

—Mmmh... No entiendo tu cambio repentino de humor, pero si quieres ayudarme pues adelante. —Sonrío para ponerme de pie, pero él me detiene y me vuelve a estampar en sus piernas al mismo tiempo que toma los papeles—Pero quédate aquí, una de las cosas que me prenden es que te sientes sobre mi sin que yo te lo pida.

—Bueno, ¿En qué trabajas?—Tomo los papeles para leerlos, pero él me lo explica mucho mejor.

—En Moscú hubieron varias pérdidas de mercancía. Muchos de mis hombres murieron a causa del FBI que anda tras nosotros.
Octavio, el de la mafia asiática, nos propuso que podría mandarnos a más hombres de ellos para encargarnos de ese tema, así nosotros nos podemos enfocar en los del FBI ya que nos estorban mucho.

—¿Esto has investigado de ellos?—En cada hoja hay rostros de mujeres y hombres con sus informaciones detalladas: dónde vive, sus edades, las edades de sus hijos, sus familiares, sus casas, sus propiedades, sus puestos de trabajo, sus vidas personales y cosas así.

—Si. Dalton hace un gran trabajo, y a mi me toca atar cabos, ¿Quieres ayudarme?

—Claro. —No quiero—¿Qué es lo que buscas específicamente?

—A un rubio de ojos claros. —Frunce el ceño y me guía a la última hoja—Es el nieto del difunto jefe del FBI. Es una persona importante, su padre es quien creemos que lleva el mando pero si conseguimos información sobre aquel chico, tendremos todo en las manos.

—¿Cómo sabes que es rubio?

—Su árbol genealógico. Sus tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y padres, todos y cada uno son rubios.
Tenemos fotos de todos los del FBI, hay varios rubios pero no me convence ninguno.

Hojeo los papeles una y otra vez para examinarlos y ponerme al corriente de su investigación.
Me centro en algunos, para ser específica me centro en sus abuelos y sus padres, viendo toda la información que se cargan.

Es tanta mi concentración que no me percato que Ruggero me había desabrochado un botón de mi blusa y que ya tenía la mano en mi bubi.
La acarició primero, después la apretó y me hizo reír.

—No me puedo concentrar si tienes tu mano ahí.

—Y yo no me puedo concentrar si mi mano no está aquí.

—Mmmh... —Continúo con la lectura hasta que comprendo todo.

Su difunto abuelo fue asesinado por una mafia.
Tienen a la esposa del abuelo con bastante protección así que sería muy difícil llegar a ella como en el caso de la mamá.
Del papá se saben cosas, pero no las suficientes y lo único que saben del chico es que es hombre, tiene los ojos claros y el cabello rubio.
Es el típico modelo de novio Perfecto que todos quieren, Bueno, todos menos yo, a mi me gustan más los castaños o pelinegros.

—Cuando yo te ofrecí mi ayuda quería decir que fuera algo que tuviera que ver con mi carrera, no una investigación como si fuéramos policías.

—Bien, si no quieres...

—No, dale, te voy a ayudar pero yo sólo decía que, yo, ay olvídalo. —Dejo los papeles en el escritorio—Nos encargaremos de esto después, te lo prometo.

—Bien, me encantará pasar más tiempo con mi mujer.

—Yo no...—Las palabras de los chicos se me viene a la cabeza y me enojo—Olvídalo.

—Espera, ¿Estas aceptando que eres mi mujer?

—Es mi destino, ¿No?

—¿Te encuentras bien, Karol? O debo de suponer que la confesión de ayer te ha zafado los tornillos de la cabeza.

—Cierra la boca. —Se ríe.

—Ciérramela tú. —Me besa, y no es delicado, usa los dientes y la lengua que por cierto me gusta—Mujer. Mi mujer. Mi bella y hermosa mujer.

—No exageres.

—Claro que lo hago. —Vuelve a besarme.

Si mi yo del pasado estuviera viendo lo que hago ahora, se decepcionaría mucho y se avergonzaría.
Bueno, eso es lo que siento de mi misma.

...

Entre más pronto lleguemos a la meta, más pronto tendremos capítulos.

Posdata: amo las teorías que ponen en los comentarios, recuerden que leo todo:)

Mabel Paz

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