Luces, música y acción

By endlesscurl

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¿No te pasó algo como que de pronto te vuelves un cantante famoso, ganas incontables premios, tienes muchos a... More

booktrailer oficial
Sinopsis
Introducción
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
i m p o r t a n t e 🦋
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y uno
Treinta y dos
Treinta y tres
Treinta y cuatro
Treinta y cinco
Treinta y seis
Treinta y siete
Treinta y ocho
Treinta y nueve
Cuarenta
Cuarenta y uno
Cuarenta y dos
Cuarenta y tres
Cuarenta y cuatro
Cuarenta y cinco
Cuarenta y seis
Cuarenta y siete
Cuarenta y nueve
Cincuenta
Cincuenta y uno
Cincuenta y dos
Cincuenta y tres
Cincuenta y cuatro
Cincuenta y cinco
Epílogo
ª

Cuarenta y ocho

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By endlesscurl

Me desperté a las seis de la mañana de aquel día, todo se veía hermoso, incluso me vi decente en aquel espejo, considerando que en el último tiempo no podía reconocerme en el reflejo.

Tomé desayuno y le di el día libre a Madeline, ella se lo merecía.

A pocos minutos de las nueve, me llegó un mensaje de Bianca, ella había llegado y me esperaba en recepción.

Bajé a toda velocidad seguido de Kevin, yo llegué jadeando y cansado, mi guardaespaldas estaba fresco como una lechuga.

—¿Ves? Por no hacer los ejercicios que te digo. Y además de eso, no te bañas —dijo negando la cabeza, Bianca alzó una ceja.

—Bianca, te presento a mi guardaespaldas. Está bromeando, yo sí me baño —contesté mirándolo, Kevin volvió a negar para asegurarle que era mentira. —Siempre me está molestando así, no le hagas caso.

—¿Seguro que te bañaste? —preguntó ella, la miré entrecerrando los ojos y ellos dos empezaron a reírse.

—Tu novia me cae bien —comentó Kevin con una sonrisa, ambos chocaron los puños.

—Bueno, ¿nos vamos? —mencioné ignorándolos—. ¿Cómo no me voy a bañar? ¡Me baño dos veces al día! —me quejé mientras caminábamos hacia la puerta—. ¡Espera! Bianca, tengo que decirte algo. No sé si recuerdas que te conté que es un poco difícil para mí salir a la calle, ¿estás segura que estás dispuesta a salir conmigo, contando el hecho que hay muchos fans allá?

—Camino con mi hermana, estoy acostumbrada —bromeó fingiendo un poco de drama, me eché a reír y tomé su mano—. No te preocupes, tenemos a Kevin de nuestro lado.

Sonreí y me contuve para no besarla de nuevo frente a toda la gente que había en recepción, y por primera vez en mucho tiempo, tuve ganas de salir.

Subimos al auto que Bianca manejaba y me senté como copiloto, Kevin iba detrás como si fuese nuestro hijo, tal pensamiento me dio risa y no me di cuenta que lo había exteriorizado hasta que sentí su mirada sobre mí.

—¿De qué te ríes?

—Nada, solo pensé en algo gracioso —respondí, Bianca solo dijo un alargado «okay» y siguió manejando.

El primer lugar que visitamos fue la Fontana di Trevi, Kevin comentó que nos estaría viendo de lejos para darnos privacidad.

—¿Cómo puedes hacer tus cosas tranquilo si hay alguien vigilándote todo el tiempo? —cuestionó Bianca, yo encogí los hombros.

—Pues, a decir verdad, ya me acostumbré. Además solo está cuando salgo a la calle, y últimamente no salgo —me reí, pero a ella no le dio risa—. Eh, que es broma, pero no tan de broma —dije, la empujé un poco y ladeó el labio.

—Es solo que, me parece feo que estés tan privado de tu libertad solo por una figura pública. Vamos a hacer que este viaje sea especial para ti, ¿bien?

Asentí y le di un beso en la mejilla.

—Gracias, pero, ¿sabes qué? Con estar a tu lado ya es especial.

Ella me miró por unos segundos con una sonrisa y caminamos juntos hasta la fuente.

—Bienvenido a la Fontana di Trevi —dijo Bianca señalando aquella esplendorosa obra de arte.

Me faltaría tiempo para poder explicar cada detalle que vi.

Era la fuente más bonita que había visto en mi vida. No había visto muchas, pero estaba seguro de ello.

—Wow.

—¿Qué te parece? —preguntó Bianca a mi lado, nos encontrábamos mirándola en silencio.

—Es preciosa, pero también es un poco imponente, ¿no? —susurré, pensando que, si alguien me escuchaba, podría ofenderse.

—Es el efecto que da el estilo barroco —Bianca estuvo de acuerdo—. Exuberancia, asombro, imponencia, en algunos lugares, un poco de miedo también, sobre todo en pinturas —comentó mirando como un par de niños corrían en medio de la gran cantidad de gente.

—¿En serio? —mencioné, esperaba que siguiera hablando porque no entendía mucho.

—Sí, son un poco más oscuras. Te doy un simple ejemplo, Caravaggio —se rio, yo reí también—. No estás entendiendo nada de lo que estoy diciendo, ¿verdad?

De forma automática, uní ambos labios en forma de una línea y aguanté la risa. Negué con la cabeza.

—Me descubriste, pero es que hablas con tanta emoción que podría escucharte todo el día, aunque no sepa de qué estás hablando. Seguro que es precioso —afirmé.

Mientras hablaba, Bianca estaba buscando algo en su teléfono.

Me observó con una sonrisilla divertida y me mostró la pantalla.

—Ahí está la preciosa obra, están decapitando a Juan Bautista.

Supe que mi rostro de asombro había sido grande, porque volvió a reírse en cuanto me vio.

—Qué... gráfica, ¿no? —hablé, ella encogió los hombros.

—Es un estilo complicado, a mi parecer, pero encuentras cosas bonitas, como esta fuente. —La señaló—. Si hablamos de estilos, me gusta el rococó, pero... —Se quedó callada y rio un poco tímida—. Perdón, ya empecé a hablar de más.

Yo, asombrado, negué rápido.

—Te lo dije, Bianca. Podría escucharte todo el tiempo hablando de lo que te gusta. No sé quién te dijo lo contrario, pero jamás te detengas.

Bianca me miró de reojo, pero luego giró para verme directo. Tomé su mano y asentí.

—Gracias.

—No tienes porqué, háblame de arte, de pinturas, de ese señor que está inflando los cachetes. —Señalé la escultura que estaba frente a mí.

—¿Cómo que «al señor que está inflando los cachetes»? ¡Es un tritón sosteniendo una caracola con una mano, y a su caballo con la otra! Suficiente debe tener con ir junto a Neptuno para que lo llames «el señor que infla los cachetes» —dijo divertida.

—¿Quién es Neptuno? —cuestioné.

Ella rodó los ojos.

—El señor que está de pie, entre el señor que infla los cachetes y el otro señor con el caballo. Es un dios de la mitología romana —aclaró.

—¿De qué sería dios?

—Del mar —contestó.

—Ah, como Poseidón —asentí, ella asintió.

—Es el equivalente al dios del mar de la mitología griega. Así que sí. Es Poseidón.

—¿También es el papá de la sirenita? —pregunté, Bianca me golpeó en el brazo y se echó a reír.

—Qué tonto eres.

Nuestra conversación intelectual, fue interrumpida por un grupo de amigas que se acercó a nosotros.

—¡Hola, Julien! Lamento interrumpir, queríamos saber si podíamos tomarnos una foto contigo.

Sonreí feliz y asentí.

—Por supuesto que sí.

—Yo les tomo la foto si desean —Bianca se ofreció, las chicas accedieron y le entregaron la cámara.

Al final nos tomamos una foto grupal, y luego una personal con cada una. Eran cinco en total, así que no nos tomó tanto tiempo. Bianca hacía algunos comentarios graciosos como «Posen para la cámara, ¡la cámara es suya, literalmente!» y nos hacía reír.

—Muchas gracias, Julien. El concierto estuvo genial, sobre todo la última canción. Y gracias por tomarnos las fotos —le dijo a Bianca.

—Cuando quieran —Bianca contestó.

—Gracias a ustedes, chicas —Sonreí, y se fueron.

—Qué respetuosas y lindas —comentó Bianca.

—Ojalá solo conozcas a esa parte del fandom —bromeé, pero no bromeé.

Los mismos niños que habían corrido minutos antes, volvieron con unas monedas para ponerse frente a la fuente. Cerraron los ojos y luego las lanzaron a la fuente.

—Te preguntarás qué hacen —comentó ella, justo cuando iba a abrir la boca para hablar. Asentí rápido—. Hay un mito que dice que, si lanzas una moneda, volverás a Roma. Si lanzas dos monedas, encontrarás el amor de un italiano, y si lanzas la tercera, te casarás con ella —explicó—. ¿Qué haces? —preguntó, yo me encontraba en la tarea de buscar monedas en mi abrigo. —¿Nick?

—¡Aquí! —dije, tomé la mano de Bianca y nos acercamos a la fuente—. Para volver. —Lancé la primera—. Porque ya te conocí. —La segunda cayó al agua, luego lancé la tercera mirándola, ella sonrió y rodó los ojos, pero se echó a reír a carcajadas cuando arrojé unas treinta monedas más.

—Será mejor que sigamos con el paseo —dijo, sin saber mucho qué decir.

Poco después, fuimos por un helado y nos tomamos algunas fotos juntos, no sin antes llevarle un helado a Kevin también.

Fuimos a la Piazza Spagna, que no nos tomó tanto tiempo ya que estaba a menos de diez minutos de distancia.

Almorzamos en un bonito restaurante, y casi cerca del atardecer, manejó hasta un barrio llamado Trastevere.

También entramos a la basílica de Santa María, yo no podía con todo el arte que veía alrededor. Definitivamente escribiría algo de lo que estaba siendo testigo.

Durante el paseo, varias veces nos detuvieron por fotos o autógrafos, pero nadie fue irrespetuoso y disfruté de pasar un momento con el caos de Italia.

Yo había amado esa ciudad, y no podía esperar por viajar a Verona.

—¿Listo para mañana? —preguntó Bianca.

Nos encontrábamos en la recepción del hotel, con el día casi por finalizar.

—¿Lista para viajar en un Jet privado?

Ella suspiró.

—En fin, millonarios —respondió. Nos reímos. —Nick, hay un pequeñísimo problema —comentó un poco más bajito, acomodé un mechón de su cabello tras su oreja.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien? —dije, ella asintió.

—Mi... familia se enteró que estás aquí. —Cerró los ojos—. Quieren conocerte. Organizaron una cena para mañana porque mi hermana llega hoy. Ya les dije que están locos, pero insistieron y pidieron que te lo pregunte. No te preocupes si no quieres ir, puedo decirles —aseguró mirándome, yo alcé una ceja.

—No entiendo la razón por la cuál no querría ir, estaré encantado de conocerlos.

—¿En serio? —preguntó asombrada.

—Por supuesto que sí, dile a tu familia que ahí estaré.

—No sabes en dónde te estás metiendo —dijo con una sonrisa.

Me reí. Porque era una broma, ¿no?

Al día siguiente, Verona nos recibió con un día cálido, lo cuál era raro porque todavía nos encontrábamos en la época fría. Bianca dijo que Verona estaba feliz de verme.

Luego dijo que era culpa del calentamiento global.

—Gracias, Romeo —dijo Bianca con una sonrisa—. Lleva las maletas a casa, dile a la mamma que llegaremos en la tarde, por favor. Asegúrate de cerrar la pizzería antes de irte.

—Encantado, jefa. —Le sonrió, encendió el auto y ella se apartó de la ventana—. Un gusto conocerte, Julien Garnier —me saludó el muchacho que aparentaba tener nuestra edad.

—Igualmente —dije, y luego de eso, se fue con nuestras pertenencias. La familia Rizzo me invitó a quedarme en su casa, Bianca les explicó que Kevin venía en el paquete «Julien Garnier más su guardaespaldas», y ellos estuvieron encantados de recibirnos. Por tal razón, mandaron a Romeo para que no tuviésemos que caminar con nuestras maletas durante la mañana.

—¿Segura que están bien nuestras cosas? —pregunté, ella asintió.

—Tranquilo, Romeo trabaja en la pizzería hace años —comentó caminando—, es de confianza.

Asentí, quería confiar en los desconocidos, pero se me hacía difícil.

—¿Te gustan los museos? —preguntó Bianca.

—No he ido a muchos, si te soy sincero, entonces no lo sé —expliqué.

—Estoy armando el itinerario en mi cabeza, pero creo que luego de la Piazza Bra, podemos ir al museo de Castelvecchio.

—Tú llévame, yo te sigo —respondí. Ella sonrió.

Seguimos caminando, y más que pronto llegamos a lo que ella llamó la Piazza Bra, no podía procesar la cantidad de historia, estilos y colores que veía. Todo era mágico.

—Bienvenido, Julien Garnier.

Estábamos en medio de la plaza, al lado de una fuente. Miré a mi alrededor por un momento, edificaciones antiguas se acoplaban con el verde de los árboles que rodeaban la plaza.

—¿Cómo se llama esta fuente? —pregunté, me acerqué un poco para ver los detalles.

—Esa es la fuente de los alpes, aquí no se piden deseos, así que no te atrevas —bromeó mirándome, yo me eché a reír. Por ese lado puedes ver el Palacio Barbieri, ayuntamiento de la ciudad, y justo al lado, la Arena de Verona. —Me miró—. No me digas, «como el coliseo Romano», porque le pongo purgante a tu comida, Nicholas. —Me señaló.

—Yo no iba a decir nada, pero ahora que lo dices, sí se parece —comenté con una mano en el mentón.

—Ayer dijiste que Neptuno es el padre de la sirenita, no me sorprendería.

—Bueno, disculpa por no tener referencias de Italia. Ahora estoy aprendiendo, edúcame.

Ella negó con la cabeza divertida y tomó mi mano para llevarme hacia la Arena de Verona.

Luego de pagar la entrada, ingresamos al anfiteatro.

Mientras Bianca me iba contando un poco de la historia, aprecié el detalle del interior —que al mismo tiempo era exterior, porque no tenía techo—.

—En verano se celebra el festival de Verona, presentan cuatro óperas y a veces algunos conciertos de orquestas sinfónicas o de ballet, ojalá pudieses verlas, a mí me encantan —comentó emocionada, pero luego me dedicó una pequeña risa triste—. No podrías, de todos modos, al menos no este año. Hay una gira a la que debes asistir.

—Tal vez el próximo año, ¿me invitas? —pregunté.

Bianca alzó la cabeza, y a sus ojos volvió la alegría.

—No lo sé, veremos si sales vivo hoy de la cena.

—¿Tan terrible es? ¿Acaso tienen armas y amenazan a cualquier persona que llegue a su casa? —bromeé, ya que ella siempre hablaba de ese modo de los Rizzo. Me parecía raro, ya que habían sido tan amables de dejarnos a mí y a Kevin dormir en su casa.

Al recordar a Kevin, giré a mi alrededor para ubicarlo, se encontraba detrás de nosotros, pero lo suficientemente lejos para darnos privacidad, justo como él lo había dicho. Me saludó con la cabeza en cuanto hicimos contacto visual, yo le sonreí.

—Bueno —Bianca interrumpió mi momento de conversación mental con Kevin—. Creo que no estás tan lejos de la realidad —comentó entre risas.

—Bianca, me estás asustando.

—Es broma, pero no es broma —contestó.

—¿Qué?

—Ya los vas a conocer, ahora sigamos que tenemos que conocer el museo de Castelvecchio.

Poco después, nos dirigimos al ya mencionado museo que se encontraba a menos de diez minutos de distancia caminando.

Bianca me había hecho caminar todo lo que no había caminado en todo el año.

Llegamos al Castillo en cuestión, y pasamos por un puente al que llamó Ponte Scaligero, el cual nos llevaba a la fortaleza donde se encontraba el museo.

Aquel día y el anterior a ese, pude notar dos cosas:

Bianca sabía mucho de arte, y disfrutaba cada momento con ella. Porque percibía cuando no estaba entendiendo algo, y con mucha paciencia me explicaba las cosas. Ya sabía que habían términos como «horror al vacío» y estilos de arte como el barroco, que daban miedo; o el renacimiento que fue mi favorito (estilo que llevaba la, Gioconda por ejemplo).

La mañana y la tarde se nos fue tan rápido como la pasta que almorzamos en medio del tour.

Era momento de ir a la casa de los Rizzo, y de pronto, sentí un poco de miedo.

¿Y si nos les agradaba de verdad? Era un campo de minas que no conocía. Bianca se veía igual que yo, el único tranquilo era Kevin, que caminaba detrás de nosotros con un helado.

El taxi nos dejó cerca del lugar, era una casa preciosa en donde se sentía un ambiente de tranquilidad.

Hasta que entrabas a la casa. Se oía desde fuera como la música sonaba. Pasamos por el jardín en donde pude reconocer los árboles de los que Bianca me había hablado.

—¿Ese es tu árbol? —pregunté señalándolo.

Ella asintió.

—Vamos a casa —suspiró.

Caminamos un poco más, y justo cuando Bianca buscaba sus llaves, alguien abrió la puerta.

Arrugó la nariz, y luego de saludar con la cabeza, habló:

E che fa questa suzina a casa mia? —preguntó con la voz en alto, un hombre gigante frente a mí.

Detrás de la dureza de su rostro y ese perfecto bigote, pude notar que era igual a Bianca.

Seguro era su padre.

¿Qué rayos era una suzina?

Si debía describir a ese señor con los estilos de arte que Bianca me había enseñado, definitivamente era el barroco. Era imponente y daba miedo.

Tal vez ella no estaba bromeando tanto, después de todo.

suzina según Nat: ciruela

porque es azul xdxd don vini don comedia

HOLAAAAAAA

CUÉNTENME QUÉ TAL LES PARECIÓ EL CAPÍTULO.

*Lanza treinta monedas*

No sé si nos veremos el viernes con nuevo capítulo, pero yo necesitaba que vean la nueva portada con urgencia <3

Vayan a decirle a Emiliano que está preciosa uwu GRACIAS @emilianocampuzano <3

Ahora sí, me voy.

Los quiero mucho, caos.

Baaaai <3

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