Tú, Yo y El Mal

By MabelPazAvalos

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Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... More

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 9 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 11 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 25 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 30 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 36 •
• CAPÍTULO 37 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 40 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 49 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 53 •
• CAPÍTULO 54 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 58 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 80 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 23 •

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By MabelPazAvalos

Miro mi reloj de mano y veo que son las doce de la noche apenas.
Me acerco a donde están unas chicas que me invitan unas cervezas y me pongo con ellas a platicar; parecen agradables, pero lo que no es agradable son sus amigos que no paran de tirar cigarrillos a la arena.

No me he cruzado con ninguno de los chicos desde que he estado aquí y temo porque me dejen, pero seguro que se quedarán más horas y Liam jamás me dejaría... o eso espero.

Continúo con las chicas y deciden meterse al agua aún con los disfraces puestos y yo haría lo mismo, pero mi vestido es muy lindo como para mojarlo aquí.

Prendo un cigarrillo y me pongo a fumar mientras que una chica me hace compañía.
Me hace plática de lo lindo que es su novio y todo eso que a mi no me importa pero hago como si sí para que me den más cervezas.

Todo iba saliendo bien, hasta que siento las manos de un idiota en mis caderas por detrás y le suelto un codazo en las costillas que lo hace quejarse.

—¡En tu perra vida me vuelvas a tocar!—Pero creo que no reconocí bien aquellas manos—Joder.

—El golpe dolió pero aún así me alagas al demostrarme que me eres fiel.

—¿Cómo me encontraste?

—No me gusta que te escapes. Si ya me habías dicho que estabas en la fiesta de la universidad es porque ahí te tengo ubicada si quieren hacer una balacera en esa zona.

—No respondiste a mi pregunta.

—Y yo que te creí inteligente. —Se acomoda su camisa—Soy dueño de casi todo Los Ángeles. Tengo personal y clientes en todo este lugar porque aquí se maneja más la compra de mis drogas. —Mira sobre mis hombros—¿Ves a ese hombre de barba y chaqueta negra? Trabaja para mi y me ha dicho que te ha visto aquí.

—Oh. —No pensé en eso.

—Ya vámonos.

—No.

—Vámonos.

—No quiero.

—Princesa, ya vámonos por favor.

—¿Por qué mejor no bailas conmigo?—Le doy mi mejor sonrisa coqueta y enrollo mis brazos en su cuello para tenerlo más de cerca—Baila conmigo.

—Yo no bailo. Ya vámonos.

—¡Dale rulitos! ¡No me quiero ir!

—Ya es de noche, tienes que descansar y cenar algo antes de irte a la cama.

—Tengo una idea. —Lo tomo de la mano y no reprocha cuando lo arrastro hasta una camioneta pickup en donde estaban las mujeres con las que estaba.
Me siento en la parte de atrás donde están las hieleras y él se pone entre mis piernas para tenerme cara a cara. —¿Algo para beber? Debe de haber una botella de tequila por aquí.

—Con una cerveza basta.

—No sabía que tomabas cerveza. —Abro una para él y otra para mi—Siempre eres de bebidas finas y caras.

—Uno se acostumbra a lo que hay. —La bebemos.

—¿Viniste solo?

—¿Y cargar con Agustín, Dalton y Simón yo solo? Obvio no. Maxon, Ana y Bratt vinieron por ellos también.

—Esos chicos no me agradan.

—Ni siquiera te agrado yo.

—Tienes razón. —Sigo bebiendo y así nos quedamos en un pequeño silencio sólo disfrutando de la música—¿Siempre cargas con tu pistola?

—¿Un cocinero prepara las cosas sin comida?—Se burla—Siempre la cargo.

—Ah. Yo quiero una.

—¿Sabes usarla?

—Sólo un poco. Hermes me estaba enseñando pero al final no sé por qué no acabamos con las prácticas.

—Yo te enseño. Al menos que quieras que te enseñe Maxon o Bratt que son también expertos en ese tema.
Es fácil, sólo es de tener confianza y sé que tú la tienes.

—¿Y ya después me darás un arma?

—La que quieras.

—Sólo es para defensa propia, no la usaré por diversión como ustedes.

—No es que la usemos por diversión, pero a nosotros si nos estorba alguien pues lo quitamos.

—Que fácil se escucha.

—Lo es. —Sonríe—Pero eso de que la quieras por defensa propia sólo me hace sentir que no estás segura. ¿Alguien te molesta?

—No quiero que vuelva a pasar lo que pasó en Canadá con esos sujetos.

—Lo siento.

—No fue tu culpa.

—Creo que todos sabemos que si lo fue, no te debí de haber llevado, lo siento.

—Si bueno, ya pasó.

Su sonrisa desaparece cuando tocamos este tema y desvía la mirada para no verme a los ojos.
Pero después la vuelve a fijar en mi, específicamente en mis labios y por instinto los humedezco.

No pide permiso, sólo se acerca y me besa; un beso sabor cerveza.

Dirijo mis manos a su cuello para profundizarlo y sus besos húmedos van a mi cuello, provocando que mis ojos se encuentren con los ojos oscuros que se encuentran no tan lejos de nosotros con una cerveza en la mano; Bratt.

No sé por qué no puedo dejar de mirarlo, pero creo que es más bien porque no me gusta apartar primero la mirada.
Las manos de Ruggero se deslizan dentro de mi vestido pero sólo me toca el muslo, no va más allá.

—Vámonos...—Me susurra, no puedo dejar de ver al otro chico—Vámonos nena, te necesito.

—Házmelo aquí.

—Jamás.

—Nadie nos ve.

—No me importa. No pienso dejar que nos vean haciendo un espectáculo.

—Será un rapidín.

Bratt deja de mirarme así que yo también lo hago para concentrarme en el hombre que tengo frente y poderlo besar en el cuello, justo en la zona sensible de su piel.
Voltea a todos lados tratando de buscar algo, hasta que sus ojos caen en un lugar en específico que no puedo mirar.
No dice nada, sólo me toma de las piernas y me obliga a rodear su cintura con ellas, llevándome cargada a lo que parece ser los vestidores.

Cierra la puerta tras de él y los besos ardientes vuelven. No es cuidadoso, prácticamente se deshace de mi ropa tan rápido que hasta me sorprendo.

No me da tiempo de nada, ni siquiera de lubricarme, pues me pone contra la pared y me penetra de una sola estocada.
Sujeta mis caderas con fuerza para apoyarse y profundizar los movimientos.

Me sujeto de su cuello y quiero besarlo, pero me hace gemir tanto que me es imposible.

—¿Te gusta duro?—Gruñe.

—Si...—Me arde, pero me gusta.

Cierro los ojos y me dejo llevar por aquel ardor tan sabroso en mi parte íntima.
Es rudo, me sujeta muy fuerte que hasta siento que me dejará moretones en la piel; como es de costumbre.


Fue un polvo muy rápido, al final ya estábamos arreglándonos el pelo como si nada hubiera pasado y es él el que me sube el cierre del vestido, depositando un beso en mi hombro cuando termina.

Salimos, y lo que me sorprende es que me toma de la mano sin soltarla cuando justamente afuera están esperando todos los del equipo y, ¿Mi hermano? ¿Qué mierda pasó? ¿Por qué Simón está sangrando?

Pero lo que más me llama la atención es Sophia que está llorando, Ana la consuela y Maxon parece muy enojado con ella.
Todos nos miran, trato de soltar su mano pero no me deja. Y sin decir nada, nos vamos caminando.

—¡Ey! ¿¡Ya te vas!?—Arón—No bailamos ninguna canción, ni en la universidad ni aquí. —El chico se le queda mirando a Ruggero, ambos están como de la misma estatura pero sin duda rulitos está más musculoso—¿Quién es él?

—Soy su novio.

—¿Tienes novio? Vaya, creo que ahora todo tiene sentido. —Se ríe—Por eso no quisiste bailar conmigo ni con nadie. Mujeres como tú no se encuentran donde sea. —Trato de protestar, pero ya es tarde porque Arón le da la mano a Ruggero—Gusto en conocerlo, ¿Se lleva a Karol?

—Así es.

—Bien. Manejen con cuidado, nos vemos luego Karol.

—Adiós.

Ruggero lo ve hasta que desaparece de entre la gente, después sigue con su camino aún tomándome de la mano.

—Me cae bien ese chico.

—Por Zeus, es la primera vez que dices que te cae bien alguien.

—Me cae bien porque no bailaste con él. Siéndote sincero yo ya lo veía muerto, pero si te respetó, pues para mi está bien.

No digo nada.
Me abre la puerta de una camioneta negra y yo soy la copiloto.
La camioneta es amplia por lo cual atrás se suben los dos chicos que me caen mal junto con las chicas.
Sophia sigue llorando, y a la mitad del camino Maxon habla, o más bien regaña a Sophia.

—Te dije, te dije y no me escuchaste. Ahí andas de Zorra tras ese muchacho hijo de puta.

—Lo siento. —Lloriquea.

—No. Es que no está bien, eres una criminal y asesina internacional, ¿Y le lloras a un vato que aún no ha terminado su carrera? ¿A alguien que ni siquiera sabe usar un arma? No me jodas Sophia, caíste bajo.

—No le hables así a Soph. —La defiende Ana—Ustedes no entienden de estas cosas, no hables sin conocer.

—Maxon tiene razón. —Interviene Bratt—Caíste bajo Sophia, das pena.

—¿Qué sucede?—Le susurro a Ruggero quien sigue manejando sin prestarle atención a los regaños de atrás.

—Bratt me dijo que Maxon encontró llorando a Sophia porque tu amigo se fue a bailar con otra chica.

—Ajá, ¿Y el problema es?

—Ese. —Se alza de hombros—Se puso triste y empezó a llorar.

Sentí cosita por la pelinegra. Se lo advertí a Liam desde un principio, le dije que ella era una chica con buen corazón y aún así juega con ella.
Él es mi amigo, no hizo nada malo pero hoy en día hay mujeres que dependen mucho de otras personas que hasta me dan dolor de cabeza.

[...]

Me meto a la ducha, me quito toda la plasta de maquillaje y fijador de pelo para ponerme algo cómodo.
Esta noche no hice ejercicio, quise descansar pero el recuerdo de la pobre chica muerta de tristeza seguía en mi mente.

No conozco ese tipo de dolor, pero lo que más se le acerca es cuando vi a Derek entrar con otra chica y aunque él me jure que no pasó nada, aún así sigue doliendo.
La diferencia aquí es que yo no me permití llorar.

Bajo a la cocina por un bote de helado y bocadillos, para después dirigirme a la habitación de Sophia donde estaba Ana también.
Ambas me miran, la pelirroja lo hace con confusión y la pelinegra lo hace con mucha tristeza; sigue llorando.

—No puedo decir que siento tu dolor, pero no hay nada que un buen bote de helado de chocolate no arregle, ¿Verdad?

Ana mira a Sophia para ver si me aprueba.
La chica asiente y me voy directo a su cama para que tomen de lo que traigo.

Al principio es un silencio incómodo, Ana me sigue viendo confundida pero no dice nada porque sabe que es mejor no hacer ningún comentario malo.

Sophia toma una de las cucharas y se comienza a atragantar con el chocolate.

—¡Es un idiota!—Grita—¡No debió jugar conmigo así! ¡Íbamos tan bien! ¡Bailamos mucho! ¡Nos reímos mucho! Y él... ¿Me traicionó?

—¿Tu amigo siempre es así?—Indaga Ana.

—¿Así?

—Si. Que juega con las mujeres. —Mi cabeza tiene montones de Flashbacks de Liam besándose con media universidad y en algunas veces lo vi cogiendo con diferentes chicas en su auto o en el cuarto del conserje—Habla Sevilla, ¿Siempre es así?

—Bueno... Yo no soy nadie para juzgarlo, él no ha tenido novia y la vida de un soltero es muy cómoda.

Sophia se echa a llorar más y de nuevo se mete un gran bocado de helado.

—Pero es un lindo chico, no por algo es mi mejor amigo. —Concluyo.

—¡Es que se portaba muy bien conmigo! ¡Me decía cosas lindas! ¡Me enviaba mensajes de buenos días, buenas noches! ¡Me preguntaba si ya había comido y si tenía hambre! ¡Era tan perfecto!

—¿Liam hacia eso?

—¡Si!

—Que raro.

—¿Por?—Pregunta Ana.

—Él nunca hace eso con nadie, ni conmigo. —Eso le llama la atención a Sophia y de repente deja de llorar.

—¿Hablas en serio? ¿Él no hace eso con nadie? —Niego—¿O sea que conmigo es diferente?

—No creo que...

—¡Chicas! ¡Me envió un mensaje!—Se altera y quiero decirle que no se haga ilusiones, pero ya es tarde—"¿Te fuiste? me tuviste buscándote por todo el muelle, no vuelvas a hacer eso por favor" —Lee—"Me preocupé mucho, ¿Ya estas en tu camita?"

—Soph. No le contestes, no quiero verte llorar de nuevo...

—¡Le voy a contestar! Seguro que estaba muy preocupado. Fue muy descortés de mi parte haberlo dejado ahí sin despedirme.

Ana y yo nos miramos, creo que amabas pensamos en lo mismo: "Qué chica más estúpida".

Tratamos de decir algo, pero las puertas se abren y Dalton entra corriendo hasta la cama de Sophia y la abraza.

—Ya me contaron por que llorabas Soph. Aquí estoy para ayudarte en lo que quieras.

—¡No esquives el tema, Dalton!—Entran Bratt y Maxon, Bratt es el que grita—¡Dame el aparato! ¡Exijo saber dónde están esos malditos maniáticos!

—¡Estoy consolando a Sophia!

—¡Sólo la usas para no decirnos!

—¿Qué pasó?—Pregunta Ana.

—Simón y Agustín se fueron.

—¿Y?

—Se fueron en una noche donde hay mucha gente, personas disfrazadas, fiestas de adolescentes y salieron con dos ametralladoras. —Ay no—Ruggero les había advertido que si había un sólo muerto por culpa de ellos, que tomaría medidas extremas.
Pero el idiota de Hermes golpeó a Simón, lo hizo enojar, y se fue a desatar su furia allá afuera.

—¿Ella qué hace aquí?

—Vine a consolar a tu amiga, ya que ustedes son demasiados idiotas que sólo la tratan mal.

—Así se tratan para fortalecer el carácter, Karol. Que a ti siempre te traten como una princesa ya es otro problema. —Fulmino a Maxon.

Pero después mi mirada cae en Bratt que se le queda mirando a Dalton y Sophia.
Dalton usa su teléfono y la chica parece muy concentrada en este.

—¿Qué hacen ustedes dos?

—Dalton hackea el teléfono de Liam para...—No la dejan terminar, Bratt toma el teléfono y lo estrella en la pared—Pero, ¿Qué?

—¡Te prohibo que veas a ese chico! ¡Te hace mal! ¡Sólo mírate, ya andas de rogona ¿Verdad?!

—¡Si anda de rogona no es tu problema!—Grita Ana.

—Mi teléfono...

—¡Sí es un problema! ¡Hasta Karol parece más fuerte que tú, Sophia! ¡No me avergüences!

—¡Déjame en paz Bratt! ¡Él me gusta!

—¡Te excita! ¡Eso es lo que pasa!—Le grita Maxon—¡No te puede gustar un chico estúpido que lo único que le importó fue meterse en tus piernas!

—¡Él me quiere! ¡Díselo Karol! ¡Dile que él siente algo por mi!

Todos me miran, pero la mirada que más me hace sentir feo es la de Sophia que anhela y me suplica que diga que sí.

—¡Diles Karol! ¡Diles!

—Liam... Es probable que...—No, no es probable pero si no miento van a seguir gritándole a Sophia—Bueno, es que él es un chico complicado y puedo aceptar que la atención que le da a Sophia no se la da a nadie.

—¿¡Ven!? ¡Él siente algo por mi!

—Yo no escuché que Karol dijera eso.

—Ni yo.

—Dejen a Soph. —Habla Dalton—Saben que ella es la única que tiene corazón tierno.

—Por eso Dalton, porque tiene corazón más frágil es más fácil que la dañen. Mírenla, da hasta pena con sus ojos hinchados y la nariz toda roja.
Crecimos juntos, todos crecimos juntos, ¿Crees que no sentimos feo verte llorar por alguien, Sophia?
Jamás habíamos pasado por esto. Jamás lloraste por nadie, ni tú ni Ana, ¿Por qué ahora si?
Aquí somos una familia, todos, pero los únicos que parecemos adultos somos nosotros dos, Ana y Ruggero sin contar a la princesa porque lo poco que la conozco me hace entender que a veces es un poco idiota.

—No es que te querremos perjudicar. —Le sigue Bratt—Nosotros no somos como Hermes, nosotros no entendemos a las mujeres, a nuestras hermanas, porque ustedes jamás nos han dado razones para tratarlas como mujercitas lloronas.

—Y nos molesta, nos molesta que lloren.

—Ustedes son fuertes, Sophia, eres fuerte. Pero ahora sólo me das pena. —Suspira—Esperemos que este capricho tuyo ya haya terminado. Volveremos con lo nuestro. —Miran a Dalton—Ubica ya mismo a los chicos, porque si Ruggero se entera de que...

—¿De que se escaparon y que están en el centro de la ciudad asustando a los jóvenes?—Trago saliva al escuchar a Ruggero en la puerta—Es ahí donde están. Me acaban de decir que los vieron y curiosamente ninguno está en su habitación, laboratorio o gimnasio. —Los chicos están en problemas—Dejen todo este teatrito de la niña llorona porque me vale madres si el vato la dejó plantada o se fue a bailar con otra en sus narices.

Pero se arrepintió de sus palabras, pues Sophia comenzó a llorar de nuevo.

—Idiota. —Lo regaña Ana.

—Yo... Lo siento Sophia, no quería...—Pero ella se echó a llorar más y se lanzó a los brazos de Dalton—No llores, linda. Lo siento, lo lamento. —Seguía sin parar de llorar.

La desesperación de rulitos se notaba desde lejos.
No sabía cómo hacer que se calmase y a regañadientes fue con ella y le acarició el cabello.
Al ver que eso no funcionaba, quitó a Dalton y fue él quien la abrazó pero la pelinegra estaba muerta en lágrimas.

—¿Lo matamos?—Sugiere Bratt y antes de yo gritarle, fue Ruggero quien habló.

—No. Es el mejor amigo de Karol, es de la familia.

—Es basura que estorba.

—Es mi amigo. —Lo fulmino—Aquí el único que estorbas eres tú.

—Yo soy útil, él no. Así que deja de decir pendejadas.

—¡Bratt! ¡No le hables así!

—Lo lamento, se me olvida que trato con una "princesa".

Ruedo los ojos y empiezo a comer el helado que le traje a Sophia.
Todos se mantienen en un silencio, lo único que se escucha son los lloriqueos de Sophia que se van calmando de a poco por los brazos de Ruggero.

Tras varios minutos, rulitos se aleja no sin antes darle un beso en la cabeza en forma de consuelo.
Pero vuelve a fruncir el ceño al mirar a los otros dos malditos que me caen tan mal.

—Iré por los científicos. —Dice—Ya veo que ustedes dos son tan incompetentes como cualquier otro empleado, no pueden ni mantener encerradas a dos personas normales porque se les escapan. Me decepcionan, y más porque son ustedes dos.

—Ellos no son normales.

—¡Sólo están chiflados! Pero les aseguro que sin ellos y sus inventos, esta mafia no sería nada.

—¿Les pondrás castigo?

—Si. —Frunce el ceño aún más—Y a ustedes también, por inútiles. —Ninguno reprocha.

—¿Te acompañamos?

—Iré solo. —Suspira—Esta noche la élite me está decepcionado mucho. La reina se escapa a una fiesta más grande donde corre peligro. —Dice—A Sophia le rompen el corazón y sale llorando, los científicos se fueron a armar un desastre que me obliga a ir por ellos y rezo porque hayan usado mascaras y no los reconozcan. Dos chicos con los que nunca había tenido problema...—Señala a Maxon y a Bratt—Me han demostrado que son unos inútiles que no obedecen lo que les ordeno, algo tan sencillo como vigilar a los científicos. Ah, y no olvidemos que Hermes se peleó con Simón por besar a su novia o amante, no sé lo que esa chica rubia sea de él.

—Lo siento. —Habla Sophia.

—Creo que los únicos buenos son Dalton y Ana. No me defrauden chicos.

—Dalton se llevó su equipo de rastreo para que no los pudieran ubicar. —Lo delata Maxon.

—Pues entonces la única buena de mi equipo es Ana. ¿O hay algo que deba saber de ella?

—No.

—No.

—Bien. Ana, hasta la fecha eres la mejor; sigue así.

—Está bien.

—Me voy. Recomiendo que ya se vayan a descansar porque mañana los voy a matar trabajando como castigo. —Camina hacia mi—Descansa mi amor, regreso cuando encuentre a los chicos.

Me besa en los labios y todos guardamos silencio hasta que lo vemos salir.

—Nosotros recibimos regaños y ella un besito, qué lindo ¿No?

—¿Tú también querías besito?—Lo reto, pero no dejo que Maxon me conteste pues salgo de la habitación.

Una vez ya en nuestra recámara me dispongo a querer dormir, pero un golpe en la puerta no me deja; es Ana.

—¿Si?

—Hola. Sólo venia a darte las gracias

—¿Por?

—Por el helado. —Suspira—Sophia es mi mejor amiga y no entiendo lo que le pasó, ella no es así y me ha sacado mucho de onda.
Pero tus palabras la ayudaron para que se tranquilizara, muchas gracias.

—No hay de qué.

—Creo que comenzamos con el pie izquierdo. —Sonríe—Ya he aceptado que Ruggero te quiere a ti y estoy bien con eso. No eres tan mala persona como creía, pero podemos hacer las pases ¿No?—Eso sí me gusta.

—Me parece bien. Entonces, ¿Todo queda en orden?

—Si. Verás, como dijeron los chicos, aquí todos somos una gran familia. Si, una familia un poco disparatada y desquiciada, pero a fin de cuentas nos apoyamos. Así que ahora eres parte de nuestra familia... de mi familia.

—Suena lindo.

—Puedes contar con Sophia y conmigo para lo que quieras. Sophia suele dar buenos consejos, y ambas sabemos escuchar. Así después podemos hacer noche de chicas ¿Te parece?

—Es una genial idea. Mínimo mi estancia aquí no será tan miserable. —Nos reímos—Gracias.

—No hay de qué. Bien, que descanses. Te aseguro que mañana será un día agotador. Los castigos de Ruggero suelen ser pesados.

—Bien, buenas noches.

—Buenas noches.

Nos sonreímos antes de que cruce la puerta y la cierre.
Me voy a la cama y me acurruco yo sola. Es lindo saber que ahora tengo amigas aquí en la mansión.
Sé que digo que no necesito a nadie, pero me la paso la mitad del día aquí encerrada y no hablo con casi nadie más que a veces con Simón, Dalton y Agustín.

Tras varios minutos me muevo por toda la cama, siento que no puedo descansar y me aterra que sé la razón y es que necesito los brazos de Ruggero sobre mi.


Mabel Paz

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