El día en que mi reloj retroc...

By Marluieth

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¿Qué harías si un día lograras regresar tu vida desde el principio? Helena Candiani pudo hacerlo. No sabe có... More

Prólogo
1. Lo que fuí
2. El veneno que no quise ver
3. El acabose
4. Cuando despierta una estrella
5. Mi comienzo
6. Una nueva vida
7. Charly
8. Déjà vu
9. Argelia
10. Lucha de egos
11. Contra corriente
12. Una deuda pendiente
13. San Valentín
14. Detonante
15. Adicciones y otras cosas
16. La historia de un riñón
17. El jardín de las pitayas
18. Una fiesta de niños
19. La casa del monje
20. Bajo una nueva luz
21. Zona Cero
22. Principio de doble efecto
23. Damasco Cortés
24. Indicios
25. Corvus
26. Carpe Noctem
27. Remembranza
28. Estigma
29. La serpiente del Edén
30. Las hermanas de la Merced
--•Espacio para fanarts•--
31. Bajo Juramento
32. No todos los caminos llevan a Roma
33. Una descarga y una verdad
34. El museo
35. Cuando las máscaras caen
36. Marbella Duchamps
37. Una fachada perfecta
38. El novenario luctuoso
39. Alyeska Bélanger
40. Puesta de Sol
41. Las cartas
42. El mensaje oculto
43. La hoguera y el pájaro
44. Planes y costumbres
45. "V" de Vendetta
46. Verónica Burdeos
47. La madre superiora
48. La pieza que faltaba
49. Lyoshevko Lacroix
50. El Coliseo de las Bestias
51. La marca y la lechuza
52. Suspensión Activa
53. La hora de las bestias, los espíritus y los malditos
54. Bailes que matan
55. La Resistencia
56. Libertad
57. La Máscara Tribal
58. La Permuta del Siglo
59. Herejía
60. Resplandor
61. Hypnos I
62. La prima hora I
62. La prima hora II
63. La Pastorela
64. El último cuervo blanco
65. EL día en que mi reloj retrocedió
꧁༒☬ Epílogo ☬༒꧂
❧Dudas y Curiosidades del Reloj❧

61. Hypnos II

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By Marluieth



⚠️⚠️⚠️ADVERTENCIA ⚠️ ⚠️⚠️

Este capítulo contiene escenas +18, conductas misóginas y denigrantes, y abuso que en ningún momento normalizo y espero que ustedes tampoco. Ningún personaje es completamente bueno o malo: todos son producto de su época y contexto.

Si estos temas te resultan sensibles. Es mejor que no leas.

¡Cambio y fuera!

.

.

.

"Hay una chica que mira al cielo todas

las noches, porque extraña a un chico

que también lo mira pero que ha

olvidado por qué le gustaba tanto..."

Marluieth



Me gustaba estar aquí.

En un principio porque creía que así iba a entender mejor algunas cosas...

Pero pronto desistí de esa idea.

Uno piensa que al ver más, van a responderse algunas preguntas, pero a veces sucede todo lo contrario.

A veces mientras más ves, más preguntas surgen. Y terminan siendo tantas que se apilan unas sobre otras hasta que la torre es tan grande, que lo mejor que puedes hacer, es dejar que se vayan contestando solas; poco a poco.

O nunca...

Tal vez aquella torre crezca hasta que ya no pueda crecer más y se caiga.

Dejar que pase lo que tiene que pasar, a veces es algo necesario, pero no hay que dejar que se nos olvide; que eso también es una decisión.

Mientras existan o hayan existido opciones... siempre, siempre es una decisión.

Y sí, mis decisiones fueron las que me condujeron aquí... a la grieta.

Las que la hicieron.

Y las que me dieron ese famoso título: la bruja de la grieta dimensional.

Aquella que le dió la espalda a sus amigos, vendiéndolos por una causa, qué tal vez no fue del todo "noble", o puede que sí, todo depende de los ojos de quién la mire.

La que hizo un pacto con el diablo.

La que trazó una delgada línea justo a la mitad de lo que ella creía que estaba bien y de lo que estaba mal, y luego caminó cínicamente sobre ella.

Y lo hizo todas las veces que pudo.

La que no quiso pelear en contra de la naturaleza; ¿Y para qué? Sí ella iba a ganar de todas formas. Hay adversarios que simplemente no se vencen.

La que incitó a una rebelión. Y no una rebelión cualquiera; ¡La rebelión más grande de todas!

La que sumergió al mundo entero en un caos del qué tal vez no salga nunca.

La que mató sin piedad a inocentes y no tan inocentes... quien sabe. Tal vez en ese momento eran inocentes pero una semana después ya no iban a serlo. Pero tú no tienes forma de saber eso. Y en este mundo no está bien visto juzgar a quién no ha hecho nada, o no todavía...

Pero las mismas reglas no aplican para los gatos. Nosotras sí que podemos...

La que hizo tan fuerte a La Resistencia que casi se volvió invencibles, comenzando con el movimiento (o la serie de movimientos) que les devolvió las alas a las mariposas. Porque al principio fueron tres y luego cientos de ellas; brillantes, resplandecientes, siguiendo sin titubear a la portadora de la máscara tribal.

Pero hey, no es mi culpa que un montón de joyas malditas no les hayan sido suficiente para continuar alterando en orden natural de las cosas.

Una pirámide invertida no se sostiene para siempre.

Las mariposas lo saben.

Y por eso me han prestado sus alas para voltearla.

Lo que suceda después, no es más que cuestión de equilibrio.

Y aunque reconozco que soy mucho de lo que dicen, lamentablemente me es imposible serlo todo.

Yo también he perdido mucho.

Ya no puedo usar mis ojos para ver.

Ni tampoco puedo usar mi boca para hablar.

O mis manos para tocar.

Pero eso no significa que no vea, hable, toque, o escuche.

Da igual si mi cuerpo de carne y huesos, está sumergido en las profundidades de algún océano, congelado en el tiempo, y con una nube inmensa de mariposas revoloteando en la superficie, ahogándose cada tanto y en forma voluntaria, para asegurarse que yo no muera.

Ellas me dan su tiempo porque saben que yo todavía puedo hacer muchas cosas.

Y las estoy haciendo.

Pero también me gusta regresar, y a veces aún lo hago...

Aunque no siempre a la misma persona.

Y nunca a la misma burbuja porque resulta que puedo escoger.

Aunque por aquel entonces no lo sabía.

Y no me culpo; no tenía forma de saberlo.

Fui el primer gato en despertar y tuve que guiarme a mí misma.

Creo que lo hice bien, a pesar de todo...

Ah...

¿Aún no intuyes cuáles son esas burbujas?

Ya te lo digo.

Sueños.

Recuerdos.

Vidas.

Otras líneas temporales a las que sólo yo tengo acceso, porque yo decidí destruirlas. Las visito porque me ayudan a ver qué puede pasar, o a entender lo que está pasando... hay cosas que simplemente no cambian. Supongo que eso es lo más parecido al destino que conozco.

A veces también me gusta observar todo lo que sucedió cuando yo no estaba ahí, cuando ni siquiatra existía, porque puedo permitirme verlo como si fuera una película, o una ventana.

De todas forma no va a cambiar nada si no quiero que lo haga.

Y no quiero: porqué estamos ganando.

Supongo qué hay cosas que no puedo evitar mirar una y otra, y otra vez, porque es la única forma que tengo de descargar mi nostalgia.

Pero todas y cada una de esas burbujas van a reventar sin dejar rastro cuando yo desaparezca.

Y para eso no falta mucho.

Así que no vas a conocerlas todas.

Pero te dejaré conocer algunas.

Las importantes.

Y yo creo que el demonio con el que supuestamente hice un pacto ha de tener algo de relevancia en todo esto ¿No lo crees?

Y sí; sí que conoces su nombre.

Lyoshevko Lacroix.

Él príncipe de la horda de Cuervos Negros.

Bueno... "príncipe" es un sustantivo bastante romántico. Porque de príncipe solo tenía la aparatosa vestimenta incluida, aunque en tonos muchísimos más sobrios.

Así que no, te prohíbo imaginarlo como uno de esos príncipes que protagonízanos las fábulas o los clásicos, te decepcionarías.

Este príncipe fue demasiado orgulloso, y no pudo rescatar a su princesa. Llegó tarde y ellos la quemaron. Le costó mucho trabajo reconocer lo que sentía, porque toda su vida le dijeron que los sentimientos eran una debilidad, y se lo creyó... casi hasta el final.

No lo juzgues de forma tan dura, es una criatura de hábitos forjados con acero viejo.

Un aristócrata que tuvo que teñirse hasta la última célula de negro para poder gobernar de forma correcta el reino de las sombras, de la podredumbre, de la muerte, de la guerra, de las almas.

Y Alyeska fue ese breve punto de luz, con el que no supo cómo lidiar y al final hizo que todo colapsara.

Los humanos los sentenciaron como hijos del diablo.

Pero la verdad es que los Cuervos nunca fueron diferentes al resto de nosotros.

Incluso se parecían más que el resto a aquellos que tuvieron la suerte de ser tildados como "ángeles" luego de que nos traicionarán (sólo cámbiales el color de las alas; porque al parecer según el cuerpo eclesiástico, aquello es directamente proporcional al porcentaje de bondad que existe en una criatura)

Los cuervos, los gatos, las lechuzas, las serpientes, los zorros, las mariposas y todos los demás... siempre fuimos la misma cosa con diferentes caras:

Una consecuencia.

Un equilibrio.

Una purga.

Un veneno creado con la única finalidad de enfrentarse a un veneno aún más grande: la humanidad.

Es una lástima que a algunos de nosotros les cueste tanto conciliarse con los hechos y prefieran renegar de lo que son, castigarse.

Pero es sólo cuestión de tiempo, porqué solo hay dos opciones: morir o aceptarlo.

No hay un punto medio.

Ese del que tanto hablan no es más que una enorme falacia.

Aquellas criaturas en las que se ha hecho el experimento de combinar nuestra sangre con la humana, al final terminan convirtiéndose en los más letales y los más hambrientos de todos.

Él maná es algo a lo que no se engaña, ni se doma.

Y yo contesté muchas de mis preguntas aquí: recorriendo el castillo de los Lacroix.

O mejor dicho: los recuerdos de ese castillo... porque del castillo en sí hacia mucho tiempo que ya no quedaba nada.

Ni siquiera las cenizas.

Normalmente era un lugar más bien silencioso, callado, con más murmullos que conversaciones en tono normal, como si todo el mundo tuviese miedo de expresar sus opiniones en voz alta, y probablemente lo tenían.

No sólo por la época.

Porque la historia es la mejor prueba de que ni siquiera los castigos más severos o las consecuencias más desproporcionadas han sido capaces de frenar a los deslenguados y a los imprudentes.

No...

Aquí definitivamente había algo más.

Y puede que tuviera algo que ver con el enorme escudo en tonos de plata y detalles en obsidiana, piedras rojas y azules; que bien podrían ser zafiros y rubíes, o incluso diamantes, lo que pudiera dar una pista de lo que estaba pasando.

Era hermoso.

Una completa obra de arte de la que te costaba despegar los ojos una vez que la encontrabas.

Se trataba de un par de cuervos, con las alas extendidas hasta un punto doloroso, y los picos bien abiertos; confrontándose a muerte por el aperitivo del día.

Y he ahí el problema: porque resulta qué tal platillo que se había convertido en motivo de esta disputa, no eran más que un par de ojos azules y tan frescos, que aún tenían el nervio óptico colgándoles del tallo.

Pertenecían a un hombre que se cubría parte del rostro con las manos ensangrentadas, aún así no lograba ocultar su torcida mueca de dolor.

Al punto de que, había veces, cuando el morbo me ganaba y me quedaba mirando más tiempo del que debía, que habría jurado que incluso podía escucharlo gritar.

Y entonces terminaba llevándome ambas manos a los oídos y cerrando los ojos.

No sin antes haber repasado lo escrito al pie de la imagen:

Les Lacroix.

Y abajo un párrafo en cursivas y latín, que después supe, se trataba del lema del clan:

"Hoc non refert si vos non habent aurum et argentum, quoniam quisque habet oculos et animus."

"No importa si no tienes oro o plata, porque todo mundo tiene ojos, y un alma."

Ah...

Tomé un suspiro largo y despegué lentamente mis párpados, está vez tratando de concentrarme únicamente en el detalle de las alas.

El escudo a gran escala estaba siempre hecho con demasiada minucia.

Pero también lo había visto en algunas puertas, en el mango de sus espadas, e incluso en el único broche que solía decorar sus enormes y pesadas capas de terciopelo oscuro, cuya única finalidad era la de mantenerlas en sitio.

Un montón de pasos apresurados comenzaron a escucharse, y me giré por inercia.

Alyeska Belanger venía caminando a lo largo del pasillo.

Llevaba una capa grisácea, un poco más clara que las demás, y me pareció que el broche que llevaba era muy similiar al escudo de los Lacroix, pero no el mismo, me di cuenta porque el suyo tenía múltiples acabados en marfil y perlas, mientras los otros poseían obsidiana, rubíes y ónix.

Esta versión de Alyeska Belanger era muy diferente a la que yo había visto esa vez. Para empezar era mucho más radiante y en esta ocas pude notar el largo su cabello, de un peculiar castaño platinado, con ligeras ondas que le caían a lo largo de la espalda; como ese tipo de cabelleras que dibujaban en las mujeres del renacimiento, o en las Diosas griegas al óleo.

Y su piel aunque era muy blanca, estaba llena de vida, comenzando con que sobre sus mejillas afiladas, se esparcía un tono rosado, igual que el de sus labios, que esta vez no habían sido molidos a golpes y pude ver que tenían forma de un perfecto corazón.

Se giró un poco, observando con rapidez y preocupación tras ella, y luego lo hizo de igual manera hacia ambos costados.

Después ocultó su cabello bajo el gorrito de la capa y comenzó a caminar nuevamente.

¿A donde iba?

¿Alguien la seguía?

¿Por qué?

Pero antes de que ella pudiera alcanzar la manija de una de las puertas, una mano apareció de entre un par de columnas, la prensó de un borde de la capa con fuerza, y la hizo desaparecer de un tirón.

"¿Qué estás haciendo aquí?" —preguntó una voz femenina, que también me resultó familiar.

"Lo mismo que tú" —respondió Alyeska —"Ahora dime; ¿En dónde se está llevando a cabo la reunión del consejo? No tenemos tiempo. Así que contesta"

"¡No podemos entrar! ¡No está permitido! ¿¡Sabes lo que puede sucedernos si lo hacemos?! ¡Es una locura!"

"No puedo quedarme de brazos cruzados. No otra vez, Faustine. No voy a pedirte que me acompañes si no quieres. Sé lo que implica y por eso lo estoy haciendo por mi cuenta. Sólo dime dónde es... por favor"

"¡Sí vas ahí, van a matarte! ¡Sería la excusa perfecta para que el padre de Amelia te borrara del mapa!"

"No, no lo harán. Tengo un pequeño as bajo la manga. Así que confía en mí. Sabes que no me arriesgaría así si supiera que no puedo cambiar nada. Pero estoy segura de que puedo... Voy a traerte a Seiten de regreso"

En algún momento había quedado frente a ellas.

Y reconocí a Faustine como la pelirroja que había aparecido en la primera visión que había tenido de Cuervo.

Faustine Lacroix.

La única hija mujer de los Lacroix.

Los ojos de Faustine se abrieron de par en par. Y un par de lágrimas se deslizaron a lo largo de sus mejillas.

"Es en la sala magna..." —respondió.

"Eso es imposible. Fui ahí y estaba vacía"

"Por supuesto que va a verse vacía" —musitó— "Se supone que es una reunión a la que nadie puede entrar. Y mucho menos una mujer" —negó con la cabeza —"Debes pararte justo al centro y decir nuestro lema. Y luego derramar un poco de tu sangre a la entrada. Con eso vas a poder ver todo lo que está pasando ahí"

Alyeska sonrió y jaló a Faustine de los hombros.

"Gracias" —musitó, plantando un pequeño beso en su frente.

"Cuídate mucho ¿está bien?" —sé busco algo en un borde del corsé esmeralda que llevaba puesto —"Y toma. Es una navaja. No quiero que termines arrancándote un dedo por las prisas"

"Muy graciosa" —Alyeska tomó la navaja y comenzó a caminar —"Prometo regresártela"

Y yo me fui caminando tras ella como un fantasma, porque eso era todo lo que podía ser dentro de los recuerdos de Lyoshevko Lacroix.

Atravesamos unos pasillos.

Un jardín.

A lo lejos se veía un quiosco y una especie de lago, pero nosotras seguimos en línea recta, directo hacia el bosque.

Donde pronto, y por encima de las espesas copas de los árboles, comenzó a sobresalir una imponente estructura de piedra con aires góticos y tintes sombríos.

Incluso me pareció que todas las plantas que estaban a cierto perímetro de la construcción, no eran más que simples cascarones, esqueletos, muerte... como si tuviera un aura tóxica que no era compatible con la vida. Pero la idea me incomodó de inmediato y decidí descartarla.

No podía ser.

Debía estar imaginando cosas.

Sí, seguramente estaba haciéndome ideas; pensando de más.

No sería la primera vez.

Alyeska aceleró el paso.

Y pronto estuvimos frente a un par de puertas gigantescas de madera, con un montón de cuervos tallados.

Estaban abiertas de par en par, y todo se veía viejo y vacío por dentro.

Los muebles incluso estaban incompletos, putrefactos, empolvados y repletos de telarañas.

Suspiró de forma profunda, con los hombros temblándole un poco, y apretó los puños a sus costados.

"¿Qué estoy haciendo?" —susurró para sí misma. Sacándose lentamente la navaja de entre las ropas, y descubriéndose el antebrazo.

Volvió a tomar aire.

"Hoc non refert si vos non habent aurum et argentum, quoniam quisque habet oculos et animus" —susurró en voz baja.

Pero nada sucedió.

Cerró los ojos y volvió a abrirlos, esta vez con la mirada más decidida.

"¡Hoc non refert si vos non habent aurum et argentum, quoniam quisque habet oculos et animus!" —y así, las puertas comenzaron a temblar.

Primero de forma sutil, y luego en sacudidas violentas.

Y cuando pareció como si la estructura entera se estuviera tambaleando y crujiendo, y soltando alaridos, entonces se hizo un corte en el antebrazo y salpicó con su sangre la entrada—"¡Agh!" —se quejó, usando la otra mano para contener el chorro escarlata que había salido a presión por la profundidad del corte.

Por su expresión, estaba segura de que aquella había terminado siendo una herida mucho más profunda de la que ella había tenido la intención de hacerse, pero no volvió a quejarse, aunque era obvio que le dolía.

Su apariencia era frágil, delicada. Pero definitivamente era mucho más fuerte de lo que aparentaba.

Y de sacudida en sacudida, aquel espacio vacío comenzó a llenarse de luz, los muebles dejaron de ser restos para convertirse en completos, los murmullos comenzaron a escucharse, y un montón de personas cubiertas por inmensas capas negras comenzaron a aparecer, como si alguien hubiera levantado un velo transparente que las escondía.

No...

Aquellas no eran personas comunes y corrientes.

Eran cuervos.

Porque todos ellos tenían un inmenso par de alas negras, qué les nacían justo al centro de la espalda, y que cuya inmensidad, incluso acariciaba el suelo con los bordes de sus últimas plumas; todas alargadas; todas en color negro azabache aunque con reflejos de distintos tonos, que emitían su propia luz: algunos en rojizo, otros en verde esmeralda, en púrpura, y en azul.

Alyeska dió un paso al frente, captando la atención de todos los ahí presentes, al instante.

"¡Soy Alyeska Belanger y he venido a demandar una audiencia!" —soltó en voz alta, retirándose el gorro y liberando su rostro y su cabellera.

Los gestos de disgusto e indignación no se hicieron esperar en cuanto las decenas de miradas se le posaron encima.

"¿Quién ha osado permitirle la entrada a una vulgar mujer?" —cuestionó uno de ellos, señalándola.

"Los adornos no tienen derecho a demandar ninguna audiencia del gran líder" —musitó otro —"Para empezar, porque ni siquiera deberían hablar. Yo a las flores de mi casa, les rebano las cuerdas vocales desde el principio"

"¡Esto es inaudito!"

"¡Inconcebible!"

Pero Alyeska no se flaqueó.

"¡He dicho que soy Alyeska Belanger y exijo una audiencia con el gran líder; Silas Lacroix!" —volvió a ella, ignorando los comentarios.

"¡Este no es lugar para una futura ramera! ¡Cuanta insolencia! ¡Alguien tiene que cerrarle la boca con azotes!" —se aproximó otro de ellos, fornido y muy alto en comparación a los demás, levantando la mano con una especie de látigo.

Alyeska dió un pasó atrás.

Pero el hombre avanzó de nuevo; dos pasos de él eran uno solo de ella, y pronto la prensó con fuerza del cuello de la capa.

Ella intentó forcejear con él, pero no tardó en darse cuenta de la diferencia entre su fuerza, y su tamaño, y cerró los ojos con fuerza..

Y yo hice lo mismo.

Sin embargo, el golpe nunca se escuchó.

"Entiendo que mi futura concubina los haya ofendido al haberse hecho presente en una reunión de esta índole" —habló una voz masculina, muy profunda y familiar —"Sin embargo habría de recordar bien que esa mujer, no va a convertirse en la puta de un campesino, o de un plebeyo cualquiera. Alyeska Belanger va a convertirse en la primera concubina de mis aposentos una vez que el gran Silas Lacroix me ceda el mando. Y eso va a suceder en dos semanas aproximadamente..." —sus ojos violetas y fríos casi hubieran podido perforar al agresor —"Estoy seguro de que no desea enemistarse conmigo, mi Lord. No sería beneficioso para ninguno de nuestros gremios. Mucho menos ahora que su hija Amelia y yo estamos a días de enlazar a nuestras familias"

El hombre hizo un gesto de indignación.

"Su ramera merece un castigo" —recalcó —"¡Ha cometido una falta al venir aquí y se le debe castigar! ¡Esas son las reglas!"

Lyoshevko miró a Alyeska, y en un extraño diálogo de miradas al que parecían completamente acostumbrados, ella pareció entender que debía ponerse tras él lo antes posible y eso hizo.

Él la jaló un poco más con su otro brazo, casi haciéndola tropezar, y dándose cuenta al instante de la magnitud de la herida que ella tenía en el brazo, cuando su palma se llenó de ese líquido escarlata que aún le estaba escurrido.

Un pequeño destello de preocupación le acarició él rostro, sin embargo fue algo tan breve que casi pareció como si nunca hubiera estado ahí para empezar, y pronto su rostro adoptó la misma expresión autoritaria, helada e inescrutable que tanto lo caracterizaba, aunque con la mandíbula ligeramente más apretada de lo normal, al igual que los hombros.

"Conozco perfectamente los protocolos. Pero asumo que sus intenciones son las de hacer respetar nuestras tradiciones y no las de imponer su autoridad ante su futuro líder" —musitó Lyoshevko, en tono lineal —"Como usted dijo, es mi concubina, y por lo tanto, me corresponde a mí elegir el castigo apropiado. A mí y a nadie más"

El hombre robusto sonrió.

"Claro, claro..." —soltó sin dejar de mirarla —"Mí única preocupación es que para estos tiempos tan duros, estemos ante un futuro líder al que le sobre indulgencia a la hora de demostrar su autoridad. No me malinterprete joven Lacroix; usted ha superado las expectativas de la mayoría en todas las áreas y con creces, es alguien preparado, capaz y nadie pone en duda eso, ni siquiera yo que he accedido a darle la mano de mi hija Amelia... Pero, estamos en vísperas de una gran guerra, y nos preocupa que sus acciones ante las faltas puedan llegar a parecer... blandas" —agregó, logrando que Lyoshevko entrecerrara los ojos al instante—"Ahhh... pero no me mire así, yo lo único que hago es levantar la voz por la mayoría, y como futuro líder considero que es prudente que vaya conociendo la opinión de sus futuros hombres. Me preocupo por usted, después de todo es aún muy joven. Probablemente su padre debería reconsiderar y convertir en futuro líder a alguno de sus hermanos, o esperar más tiempo para forjarlo como se debe ¿No lo cree? Después de todo, no nos gustaría ver a alguien tan formidable tratando de morder más de lo que su garganta puede engullir"

Lyoshevko apretó aún más la mandíbula, y antes de que cualquiera de los otros cuervos que estaban ahí presentes, se creyera con el derecho de externar su opinión ante lo que estaba sucediendo, se volteó de un giro rápido, y le propinó una dura bofetada a Alyeska que le volteó la cara por completo.

Sus labios y su nariz, comenzaron a sangrar.

Y un montón de expresiones de satisfacción se apoderaron de los rostros de la mayoría.

"¡All Hail le Lacroix!" —gritaron a destiempos.

Alyeska se llevó las manos al rostro para limpiarse un poco de la sangre, y aunque un par de lágrimas se hicieron camino por su piel ahora enrojecida, siguió sin emitir quejido alguno.

Lyoshevko la prensó de la muñeca, y la levantó como si fuera un trofeo, una muñeca, casi obligándola a sostenerse de puntillas.

"Yo soy el único que puede tocar a lo que es mío" —volvió a dirigirse al hombre —"Y también soy yo quien decide como y cuando hacerlo" —añadió, prensando al hombre del cuello—"La próxima vez que se crea con más autoridad que yo para decidir qué va a pasar con lo que me pertenece, o para poner en duda pública mi autoridad, espero que esté preparado también para perder los ojos" —sus uñas se tornaron negras y lo suficiente afiladas como para desgarrarle la carne del cuello, a modo de advertencia.

Este último hizo una mueca de dolor, pero igual asintió.

"Bien" —susurró Lyoshevko soltando a Alyeska sin rastro alguno de delicadeza—"Apártenla inmediatamente de mi vista. Me encargaré de ella más tarde"

Un par de hombres, que más bien me parecieron soldados, asintieron y se aproximaron a ella.

Pero en lugar de rendirse, dió un paso atrás.

"¡No!" —gritó, con la nariz y los labios sangrándole tanto que incluso el líquido le escurría en hilos gruesos por las comisuras de la boca, a lo largo del cuello, por la clavícula, manchándole la ropa —"¡He dicho que quiero una audiencia con Silas Lacroix! ¡A eso he venido! ¡Y si eso va a costarme más de una bofetada, un golpe, azotes, o lo que sea que consideren que merezco, que así sea! ¡Pero no pienso marcharme hasta que tenga mi audiencia!"

"¡Y yo he dicho que se la lleven! ¡Ahora!" —Lyoshevko elevó el tono y trató de pescarla pero ella lo esquivó, demostrando que incluso en ese estado era ágil.

Un único par de manos comenzó a aplaudir en medio de la escena, haciendo un eco que acaparó la atención de todos los ahí presentes, al instante.

"Mi niña... me siento completamente conmovido" —una voz poderosa y avejentada habló desde el centro del lugar—"No todos los días alguien arriesga su vida, sólo para venir a hablar conmigo. Acércate, por favor. Quiero mirarte a detalle, y este par de ojos ya no funciona como solía funcionar"

Los soldados que la habían logrado aprisionar entre un par de hojas alargadas, dieron un paso atrás atrás al instante, liberándola y colocándose en firmes, y ella pronto se puso de pie y caminó sin más preámbulos en dirección a la voz, con el mar de hombres haciéndose a un lado, igual que cuando Moisés partió las aguas del océano para poder pasar, solo que en esta ocasión, del otro lado, no se encontraba la tierra prometida o un milagro, ahí más bien yacía una figura sentada sobre una especie de trono hecho de rostros dolientes con las cuencas vacías, bañados en distintos tipos de metales, con cráneos, y aves dándose un enorme festín.

Ella se detuvo a un par de metros de distancia, e hizo una reverencia.

"Más... Acércate un poco más..." —susurró él, y ella apretó los puños y lo hizo, hasta quedar a sólo centímetros.

"Híncate" —ordenó Silas Lacroix, haciendo un ademán sutil con la mano. Sus ojos no eran más cálidos que los de Lyoshevko, y su mirada era áspera, cansada—"Quiero ver tu rostro de cerca, y sabes que desde que la Iglesia me cortó una pierna, ya no puedo pararme con tanta facilidad"

Ella dudó un poco, pero finalmente lo hizo, colocándose justo en medio de su pierna derecha, y una prótesis de hierro y palo.

"Ahhh..." —soltó él, sujetándola por la barbilla con fuerza—"Pero no bajes la mirada, querida. Tú cara es demasiado bonita como para esconderla de los ojos de este viejo moribundo" —le acarició los labios con el dedo pulgar y algo de morbo—"Es una lástima que mi hijo no sepa valorar lo que tiene. Yo jamás magullé el rostro de ninguna de mis mujeres" —añadió —"Los castigos se deben propinar en donde nadie pueda verlos. Pero no lo juzguemos de forma tan dura que eso se aprende con el tiempo"

Ella tragó saliva con dificultad, pero se limitó a asentir y a mirarlo de regreso. La sangre aún hacia algunos caminos a lo largo de su cuello; Lyoshevko le había roto el labio inferior, y un enrojecimiento que seguro se convertiría en un enorme moretón había comenzado a formarse ahí.

"Alyeska Belanger... en mi larga vida he conocido muy pocas mujeres que se te parezcan, admití tu determinación querida... Pero hay algo que no debes olvidar nunca niña: sigues siendo sólo una mujer. Y tú boca tiene otros usos mucho más interesantes además de hablar para avergonzar a todos los que se han hecho cargo de ti" —susurró, introduciéndole el dedo pulgar y contemplando con descaro cómo se le veía—"Hmmm" —lo movió un poco ahí; dentro de su boca y luego lo sacó— "Ya pueden llevársela" — ordenó finalmente, haciendo otro ademán para indicarle a los guardias que fueran a por ella —"Es una verdadera lástima que aún haya tanto por hacer"

"¡No! ¡Necesito hablar con usted!" —gritó ella, tratando de resistirse a los hombres, que en el forcejeo, desgarraron algo de sus ropas; exponiendo sus pechos.

"Estoy seguro de que podremos encontrar otro momento, querida. Uno en el que su falta de decoro y su ineptitud no suscite toda clase de rumores, y distracciones muy amenas pero de momento muy innecesarias" —respondió él.

Ella continuó resistiéndose.

"Llévensela..." —volvió a hablar Silas —"Y por favor, consíganle a esta encantadora criatura, ropa menos reveladora, y la mejor de nuestras celdas" —indicó —"Que uno nunca sabe cuál de todas va a ser la que albergue a mis futuros nietos. Y la sangre es la sangre. Un abuelo debe asegurarse de que el vientre que va a albergar a su futuras desendencia se encuentre en las mejores condiciones"

Comenzaron a arrastrarla, pero ella no dejó de luchar.

"¡Quiero tomar el lugar del Cuervo Seiten Le Blanc!" —exclamó ella, aún forcejeando, zafándose y acercándose a él de nuevo.

Ésta vez Lyosgevko no pudo sacudirse la expresión de total incredulidad que se apoderó de su rostro.

De hecho, nadie de los ahí presentes pudo hacerlo.

Y los murmullos no se hicieron esperar.

"Pero qué cosas dices..." —sonrió Silas, sin apartar los ojos de los voluptuosos pechos de la chica —"Bueno reconozco que tienes mi curiosidad y con ella tu audiencia; una muy breve, pero te lo has ganado. Y espero que no juzgues tan duramente a este anciano por ser incapaz de mirarte a los ojos, o de guardarse sus manos para sí mismo"

El enojo en el rostro de Lyoshevko se había hecho completamente evidente, tenia la mandíbula y el cuello endurecidos como una piedra, pero permaneció en silencio, contemplándolo todo con una tensión inusual que se había apoderado de su cuerpo.

Un montón de risas masculinas se escucharon de fondo.

Y Lyoshevko escondió un puño detrás de su espalda, donde nadie más que yo podía verlo, y se clavó sus propias garras en la palma; desgarrando su propia carne para liberar un poco de todo eso que sentía, para contenerse.

Silas deslizó la yema de su índice sobre uno de los pechos de la chica, hasta detenerse justo sobre la punta rosada, y entonces lo aprisionó con el dedo pulgar y comenzó a masajearlo mientras se pasaba la lengua por los labios.

"Estoy seguro de que mi hijo no sería capaz de guardarme rencor por divertirme un poco con una de sus futuras putas. Otra cosa sería hacerlo con su prometida; pero a las rameras uno sí que puede compartirlas" —sonrió —"Qué maná tan increíblemente cálido, pareciera que burbujea, que hierve... Y tan inusual en los cuervos y en mi familia; ¿Se deberá a caso a que tus plumas son blancas? Hmm..." —subió su otra mano para hacer lo mismo con el otro pecho, embelesado por lo que veía y sentía. Haciéndolo de manera más tosca de vez en vez, para deleitarse cuando la piel bajo su tacto se enrojecía, o cuando debido a su palidez, lograba marcar en ella la silueta completa de su mano, o de algún dedo; por la fuerza con que hacía presión; como quien admira las características de una buena yegua antes de comprarla.

"Padre" —habló finalmente Lyoshevko —"Una simple mujer demandando una audiencia es una pérdida total de tu valioso tiempo. Como se mencionó antes, estamos en vísperas de una guerra, así que te pido continuemos y de mi parte, me comprometo a castigarla duramente por su insolencia. Sin embargo muchos de los Lords han venido de lejos para discutir asuntos de guerra y estrategias, y no para ver un mediocre espectáculo de burdel"

"¿No te gusta que alguien más toque lo que es tuyo, Lyoshevko?" —se mofó Silas, soltando uno de los pechos de la chica, pero apretando con más fuerza el otro —"Un líder jamás va a poder considerarse un líder si no es capaz de respaldar su palabra... Y yo le he prometido una audiencia a esta encantadora criatura ¿A que sí?" —sus ojos regresaron a los pechos expuestos de la chica; al pequeño pezon rozado que había vuelto a pellizcar con fuerza —"Además, considero que ante semejante espectáculo ninguno de los aquí presentes estemos perdiendo nuestro tiempo, no del todo. En los burdeles se ve carne de otra calidad"

Más risas y chiflidos se escucharon en el lugar. Y él la giró hacia todos; para que vieran como la manoseaba; de repente con suavidad, pero más veces con fuerza; aprisionando sus senos, sus pezones, jaloneandolos hasta donde su piel daba para hacerlo.

Pero la expresión de seriedad de Alyeska no se debilitó.

"Habla" —ordenó Silas.

"Escuché que..." —fijó la vista en un punto cualquiera del lugar —"Que planean comprometer al Cuervo Seiten Le Blanc con una humana"

"Escuchaste bien, querida" —le respondió Silas, masajeando sus senos de arriba a abajo, soltándolos en el aire para que rebotaran y luego volviéndolos a pescar—"No es ningún secreto que necesitamos alianzas para que nuestra posición ante la Inquisición deje de ser tan precaria. Estos tiempos están repletos de males necesarios y daños colaterales"

"Quiero tomar su lugar" —habló con firmeza —"Quiero que me comprometan a mí, en vez de a él"

"¡De ninguna manera!" —rugió un chico de entre la multitud. También lo había visto antes. Él era Seiten: Seiten Le Blanc —"¡Ya se ha tomado una decisión! ¡Voy a ir yo! ¡Así que para este disparate de una buena vez!" —todo su rostro estaba completamente rojo; hasta las orejas. Probablemente esta era la primera vez que había visto el cuerpo expuesto de una chica.

Silas miró a Seiten con autoritaria, indicándole con la mirada a sus soldados que lo callaran porque había comenzado a ser una molestia, y eso hicieron, propinándole patadas y golpes hasta que lo doblaron haciéndolo caer al suelo, y una vez satisfecho, les indicó detenerse y regresó la mirada a la espalda semi desnuda de Alyeska; acercándose a su cuello e inhalando su olor; subiendo ambas manos a sus hombros para romperle aún más las ropas, ocasionando que le cayeran hasta la cintura.

"No entiendo querida..." —le susurró piel con piel—"Es absurdo, ¿por que querrías tomar su lugar? Dios sabe lo que pueden hacerle en cuanto lo tengan en sus manos. Somos fuertes en parvada... pero en solitario es una historia completamente diferente" —acarició con el índice, la mejilla de Alyeska, hasta detenerse en su clavícula —"¿Por qué querrías eso para ti? Sí bien ya no puedes aspirar a ser la prometida de mi hijo, por cuestiones políticas. Para alguien que ha perdido a toda su familia, ser la concubina de un líder, es el mejor destino al que puedes aspirar; ¿O es que te gustaría convertirse en una de mis mujeres? Estoy seguro de que encontraríamos la forma de divertirnos. Me tendrías cada noche en tu alcoba. Y yo jamás te lastimaría el rostro"

"Para mí es un gran honor ser la futura concubina de Lyoshevko y sería un honor todavía más grande convertirme en la suya, su majestad..." —respondió ella, girándose un poco para mirarlo a los ojos—"Sin embargo, sí estoy proponiendo semejante acción no es porque no considere un enorme honor todo lo que aquí se me ha dado, ni porque no esté agradecida. Lo hago porque temo por la seguridad de todos nosotros, de usted"

"¿De mí?" —la prensó por la espalda bajando sus manos hasta su cintura, y atrajo sus pechos a centímetros de su rostro para deleitarse con lo enrojecidos que los había dejado —"¿Piensas que puedes hacer algo por ? Eres aún más encantadora de lo que recordaba"

Ella asintió.

"No me queda duda de que Seiten Le Blanc es un increíble guerrero, de los mejores. Pero su naturaleza está mezclada. Es hijo de un ser humano y un Cuervo: eso vuelve su maná inestable. Aquí asesina animales, o castiga algunos prisioneros para contener esa inestabilidad y así no hacer una masacre de humanos, pero ¿qué va a pasar cuando esté rodeado de ellos? Es muy arriesgado"

"¿¡Me crees incapaz de manejar algo tan simple como eso?! ¡He lidiado con eso toda mi vida, maldita sea!" —rugió Seiten desde el piso, siendo incapaz de acercarse por el par de hojas afiladas que le sentenciaban el cuello—"¡Deja de hablar disparates Aly!"

"¿Aly?" —preguntó Silas sin dejar de ver los pechos de la chica —"Así que te gusta que te digan Aly..." —afirmó, sujetando nuevamente sus pezones; rodándolos por las yemas de sus dedos —"Te queda bien... Bueno Aly, como dijo el aguerrido joven Le Blanc. Él puede manejar esos asuntos, está acostumbrado"

"No es solo eso. Eso es un riesgo constante pero también está el Hypnos"

En ese momento el silencio se apoderó del lugar; y él la pellizcó nuevamente y con fuerza porque al parecer había tocado un tema prohibido.

Pero ella continuó como sí no lo hubiera hecho:

"Todos ustedes están en riesgo constante de entrar en Hypnos, y eso puede suceder en cualquier momento. No hay forma de controlarlo, de saber cuándo vendrá, o cuanto va a durar. No saben si va a sucederle a él en cien años , doscientos, o en el preciso momento en que ponga un pie ahí dentro, y cuando el Hypnos se manifiesta; la única forma de apaciguar su hambre es comiendo; ¿Qué va a suceder con un Cuervo de maná inestable, prohibiéndose a sí mismo comer? Mientras el Hito crece día con día... si es difícil para un Cuervo de linaje puro, es aún más difícil para él"

Silas Lacroix, soltó uno de los pechos de la chica, para prensarla de la nuca y acercar sus labios a nada de los suyos; rozándolos.

"Continúa, querida... Tienes toda mi atención..."

"Los cuervos blancos nunca entramos en Hypnos; no existe en nosotros. Y yo soy el único Cuervo Blanco que queda" —Alyeska se las ingenió para musitar entre los labios de Silas; quien continuo apretando su cuerpo con fuerza.

"Además" —siguió hablando como si nadie estuviera haciendo con su cuerpo lo que le placía —"Seiten Le Blanc está por comprometerse con la hermana del duque. Y esto es algo que revelaré ahora; el mismísimo duque me ha estado escribiendo cartas para cortejarme, desde aquella fiesta. Y aquí están: las llevo amarradas a una pierna, como evidencia" —se descubrió a sí misma, revelando un montón de sobres amarrados a su muslo con un listón —"Mi matrimonio con un duque aseguraría aún más nuestra posición, y como ya lo han dicho, aquello no representaría una verdadera pérdida ni nos debilitaría, porque no soy más que una futura concubina sin familia alguna que la respalde. Y como soy un Cuervo blanco no soy mucho más fuerte que un ser humano promedio, así que tampoco estarían perdiendo a un soldado. No hay ninguna perdida en este plan, y yo estoy dispuesta"

Silas posó los ojos sobre él muslo pálido y bien formado de la chica.

"Bueno: ¿Y que piensa nuestro futuro líder sobre esto? Vamos; voy a dejar que tomes la decisión. Tienes que comenzar a practicar y creo que no hay mejor momento que este" —miró a su hijo con diversión, quien había permanecido todo ese tiempo como una estatua: sangrándose una y otra vez la palma de su mano en secreto.

Lyoshevko miró a su padre directamente a los ojos. Sin mirarla a ella.

"Que se haga lo que se tenga que hacer" —habló en tono lineal y luego dió la media vuelta y salió del lugar.

"¡No! Mi Lord, Alyeska fue mucho tiempo prometida de Lyoshevko ¡No puede dársela a los humanos! ¡Es una locura! ¡Y yo soy más que capaz!" —rugió Seiten.

"Sí... va a ser un terrible desperdicio de carne fresca y de maná... pero ya no es más su prometida y todo lo que Belanger ha dicho aquí es cierto" —Silas Lacroix finalmente apartó sus manos del cuerpo de la chica —"¿No estas feliz Seiten Le Blanc? Tú compromiso con mi hija Faustine seguirá como se había planeado, te convertirse en realeza de la horda a pesar de haberte criado en los establos"

Se lamió los labios, observando descaradamente cada curva del hermoso cuerpo de la chica.

"Pero es una pérdida... Una verdadera pérdida" —hizo una seña que provocó que sus soldados liberaran a Seiten—"De igual manera imagino que estás consciente de que tu impertinencia tendrá sus respectivas consecuencias, niña" —le dijo con dureza a ella.

"Lo sé"

"Bien" —deslizó sus ojos hasta Seiten —"Llévatela a una celda en solitario. Y dale las gracias" —le ordenó —"Sé que puede ser una enorme tentación, pero te recomiendo que te guardes las manos para ti mismo, a no ser que quieras que mi hijo te las corte. Además, Belanger acaba de convertirse en nuestra mercancía de intercambio; Y debemos entregarla en las mejores condiciones que podamos, ¿No lo crees?"

Seiten se aproximó lo más rápido que pudo, se arrodilló al lado de ella, y se quitó su propia capa para lanzársela encima.

Después la cargó con suma delicadeza, como si fuera una figura de porcelana, o una princesa, obligándola a enroscar sus delicados brazos alrededor de su cuello a pesar de que ella se mostró renuente en un principio, pero la obligó a ceder.

Luego salió del lugar sin importarle todas las miradas que estaba recibiendo.

Y una vez que estuvo lo suficientemente lejos, giró el rostro hacia ella, con un gesto severo.

"Dime que estás consciente de lo que acabas de hacer" —exclamó —"¡Dímelo! ¡Por qué sí no te juro que me regreso ahí dentro ya mismo y-!" —pero ella le colocó sus dedos sobre los labios.

"Shhhh" —le sonrió, provocando que él perdiera toda la fuerza y el endurecimiento en su expresión —"Has pasado una buena parte de tu vida sirviendo a todo el mundo... Ya te toca ser feliz Seiten Le Blanc" —le acarició el rostro —"No podemos ser los dos eternamente degradados por falta de estatus. Yo te sostengo a ti y tú a mí ¿Recuerdas?"

Él la bajó con suma delicadeza.

Y por sus ojos se asomó confusión, tristeza, y algo más que no debería estar ahí. Pero antes de poder decirle cualquier cosa, Lyoshevko apareció, bajando de entre las copas de los árboles en una nube negra y se les planto al frente.

"Largo" —le ordenó a Seiten sin mirarlo. Tomándola bruscamente de la muñeca y estrellándola contra su cuerpo.

Y cuando su amigo no se movió, levantó una mano, y pareció como si una fuerza invisible y gigante lo hubiera inmovilizado, levantándolo por los aires, sólo para estrellarlo contra un montón de troncos gruesos, como si en ese momento cualquier lazo que los unía hubiera dejado de importarle porque Seiten Le Blanc se había convertido en un mero objeto que le estorbaba.

Algunos tronco de se hicieron añicos en el impacto y Seiten quedó completamente inconsciente entre los escombros.

Alyeska abrió sus ojos turquesa de par en par e intentó zafarse para auxiliarlo, pero Lyoshevko la prensó del cabello con fuerza y la obligó a enfrentarlo.

"Eso le pasa por bajar la guardia. Uno debe siempre estar preparado a que los peores golpes siempre van a venir de quien uno menos se imagina" —dijo con frialdad, observando al Cuervo caído con cierta satisfacción y obligándola a hacer lo mismo —"Todo es tu culpa. Observa lo que ocasiona tu estupidez e indolencia, mujer"

"¿¡Cómo te atreves?!" —cuestionó Alyeska con indignación. Y fue ahí que Lyoshevko Lacroix soltó una risa escalofriante y absurda muy parecida a las que yo ya había escuchado en él, aunque por el rostro de Alyeska, aquella parecía ser una faceta completamente nueva para ella, porque terminó dando un paso hacia atrás de forma inconsciente.

"¿Qué como me atrevo, yo?" —cuestionó sujetándola aún con más fuerza, acercándola de nuevo, obligándola a encararlo —"¿Cómo te has atrevido tú?" —le reclamó con un tono que ya no se esforzaba más por ocultarse, dolido, triste, y duro... tan diferente a sus formas sofisticadas y aristocráticas usuales.

Y una furia inusual se anidó en sus iris; esa que le hacía odiarse cada vez que se juzgaba a sí mismo como débil, cosa que ella le hacía.

"Todo va a regresar a la nornalidad cuando desaparezcas. Y este hechizo que pusiste sobre mí va a desaparecer contigo" —le reclamó.

Ella lo miró con tristeza.

"Para..." —le pidió —"Por favor, para..."

"Espero que desaparezcas pronto" —le dijo él —"Hoy mismo voy a encargarme de que empaques todas tus cosas, cada una de ellas. Pero ninguna de las que se te han dado aquí. Te vas a ir con lo que llegaste. Con nada más y con nada menos. Como la pordiosera que siempre fuiste"

"¡No había otra forma!" —se defendió ella.

"¡Yo hubiera encontrado otra forma!"

Ella intento soltarse, pero él la aprisionó aún más. Arrancándole la capa que cubría su cuerpo desnudo. Aprisionando con una sola mano, sus dos muñecas por encima de su cabeza.

"No necesitas cubrirte. Tal vez ni siquiera necesitas ropa" —recalcó en tono agrio —"Porque al final no eres más que una vil ramera, dispuesta a que todos la vean, a que todos la toquen"

Ella intentó desviar la mirada pero él la sujetó del mentón, y la recargó contra un árbol.

"Espero que te maten" —le susurró —"Y espero que lo hagan de forma lenta. Que cuando terminen contigo ni siquiera te parezcas a quién alguna vez fuiste"

Un par de nuevas lagrimas envidriaron sus ojos, y esbozó una sonrisa triste.

"Bueno... Siempre has tenido una boca de profeta y ya sabes como soy. No soy fuerte, nunca lo he sido. Así que puedes estar tranquilo de que no va a costarles trabajo, de que va a pasar exactamente lo que dices. No voy a ser una molestia por mucho más tiempo en tu vida"

Él apretó los dientes con fuerza.

Jamás había visto a Lyoshevko Lacroix hacer tantas expresiones en tan poco tiempo, a pesar de que todas ellas eran de enojo.

Usó una mano para terminar de arrancarle la ropa, dejándola únicamente con una falda rasgada y semi transparente.

"Te debe gustar mucho estar así, ramera asquerosa" —exclamó, observándola; con tristeza, con enojo, con deseo —"¿Tantas ganas tenias de que alguien te viera? ¿De que te tocaran?" —le preguntó, inclinándose para susurrarle al oído —"Si tantas ganas tenías, me lo hubieras pedido. Y yo lo habría hecho desde mucho antes" —se arrancó su propia capa, dejando caer la tela pesada sobre la maleza.

Llevaba puesta una camisa de lino, que se abrochaba con agujetas del mismo material por toda la parte de enfrente.

"Voy a tomar lo que es mío" —señaló, separándole las piernas de forma violenta utilizando una rodilla —"Y lo voy a hacer aquí y ahora. En vista de que tanto te urge no debería importarte quién y cómo lo haga" —jaló la agujeta de su camisa dejando sus bíceps bien definidos expuestos, al igual que sus abdominales. Aquellos eran sin duda músculos que se habían ido produciendo por entrenamientos arduos y combates de años—"Abre las piernas" —ordenó él, mientras desabrocha con una sola mano, el trozo de cuero negro que mantenía sus pantalones en su lugar.

"Lo siento, Lyo..."

"Guarda silencio"

"Los Lacroix y los De Rohan, son los dos gremios más impresionantes de Cuervos Negros. Cuando finalmente se unan, se creará una leyenda: la horda de Cuervos Negros más poderosa de todas, liderada por Lyoshevko Lacroix... Estoy tan orgullosa"

"¡Te dije que te callaras!" —gritó él.

"Tú prometida es alguien bastante impresionante... Toda la vida quise ser un poco más como ella" —susurró Alyeska —"En cambio yo... Yo nunca tuve nada que ofrecerte"

"¡Jamás te pedí que hicieras más de lo que podías hacer!"

Ella volvió a sonreír de forma triste.

"Lo sé..." —musitó —"Claro que lo sé... Pero eso no hace que sea más fácil"

"¿¡Y tú piensas que para mí no ha sido difícil?"

"Por supuesto que no. Lyoshevko Lacroix... El más joven de los hijos varones de Silas Lacroix pero también el más impresionante de todos" —pegó su frente contra la suya —"Es un camino muy duro aquel que solo tú puedes recorrer mi amor, y yo no voy a estorbarte. Tienes que emprender tu vuelo lo más alto que puedas y para eso debes romper tus cadenas"

Los ojos de él se abrieron de par en par, llenos de confusión, soltándola al instante.

Ella dió un paso al frente y le plantó un pequeño beso en la mejilla.

Él la aprisionó por la cintura, pegándola a su cuerpo: frío contra calor.

"No debería hacer cosas así; futura duquesa de Maine" —le susurró.

"Es la última vez..."

"Hmm" —su tono fue bajo, gutural.

"Nuestra relación siempre ha estado llena de ultimas veces ¿te das cuenta?"

"Cállate"

"Cuando esta guerra acabe y yo haya hecho algo para ganarme mi lugar en el mundo. Te prometo que voy a tener el coraje de mirarte a los ojos y pedirte que me aceptes de regreso "

"Que mujer tan estúpida" —la expresión de él era suave.

Ella soltó una carcajada.

"¿Qué?"

"Nada"

"Dime"

"Es que... siempre has tenido un talento natural para decirlo todo de forma horrible..."

Él frunció el ceño y ella sonrió.

"Al principio no entendía qué veía Amelia en ti. Le hablas a todo el mundo con la misma cara. Vas de la biblioteca al campo de batalla. Y no sales de tus rutinas. Te despiertas en cuanto sale el Sol, y te duermes cuando ya nadie esta despierto. Eres extremadamente aburrido Lyoshevko Lacroix"

"Te di una orden; que te callaras" —la sujetó de las mejillas y comenzó a besarla, como si fuera un desahogo; mordiéndole los labios, deteniéndose a explorar a detalle cada milímetro de humedad, de piel, de ganas.

Y ella correspondió el beso.

Pronto le arrancó lo que quedaba de su falda y le abrió los muslos para situarse en su centro de una sola estocada.

Y nunca se dejaron de besar.

*****

"Hola..." —saludé en voz baja en cuanto escuché que levantaron la bocina.

"¿Helena?" —preguntó Alan, con voz extremadamente somnolienta.

"Hum... ¿Sí?"

"Son las 4:00 de la mañana" —observó.

"No podía dormir"

"¿Pasó algo?" —su voz sonó diferente, más despierta —"¿Estas bien?"

"No... o sí... no sé... Yo..." —tragué saliva con dificultad —"Olvídalo"

"Espera" —me pidió, mientras lo escuchaba acomodarse del otro lado de la línea—"No... No me cuelgues"

Suspiré hondo.

"¿Alan?"

"¿Sí?"

"¿Normalmente vas a hospitales con el sacerdote Ramiel?"

Se escuchó como si mi pregunta lo hubiera sorprendido tanto que eso hizo que casi tirara el teléfono.

"¿Por qué?"

"Mi mamá me dijo que te vió en el Instituto Wisteria. Mis papás visitan a Jonathan todos los fines de semana y me dijeron que te vieron ahí"

"Casa Wisteria"

"¿Huh?"

"Se llama Casa Wisteria y sí, saludé a tus papás ayer" —por la rapidez con la que había respondido, era evidente que estaba ocultando algo.

"¿Por qué estabas ahí?" —pregunté.

"Yo..." —esperó unos segundos, tal vez para ordenar sus ideas —"Soy el presidente del consejo estudiantil" —agregó—"Hacemos labores altruistas; recaudamos fondos, hacemos colectas, entregamos cosas... Es parte de... pensé que lo sabías"

"Ah..." —traté de sonar como si fuera cualquier cosa —"Creo que ya me dió sueño. Voy a colgar"

"¿Quieres que vaya? ¿Quieres que estamos en tu balcón un rato?"

"Nos vemos mañana" —y colgué.

¿El sacerdote Ramiel y Alan, primero en donde estaba Damasco inconsciente y ahora en donde estaba Jonathan?

Un escalofrío recorrió mi espalda.

Eso no podía significar nada bueno.

¿Como iba a hacer para mantenerlos a salvo?

Me senté al borde de la cama y enterré la cara entre mis rodillas.

Contemplando los hilos más finos de mi edredón.

Escuchando como resbalaban las gotas de agua sobre la superficie de los trastes que estaban secándose en el fregadero de la cocina.

Oliendo el dulce que mi hermana había dejado mal envuelto y que se había convertido en todo un festín para las hormigas.

Focalizando mi atención a aquella lagartija que estaba a punto de partir en dos a una cucaracha que había entrado a donde no debía.

Eran sensaciones y sonidos que habría preferido no escuchar.

Pero que al menos me servían de distracción.

Y mientras tanto, un Alan Garcés bastante confundido, observaba la bocina descolgada del teléfono.

Aquella por la que acababa de hablar conmigo.

¿Recuerdas que te he dicho que puedo ver una y otra vez lo que ya pasó?

Yo suelo regresar mucho a esa noche.

Lo veo sentado en el piso de su cuarto, rascándose la cabeza, confundiéndose más.

Preguntándose qué es eso que siente.

¿Hambre?

¿A caso Helena Candiani lo que le despierta es hambre y eso va a detonar que pronto entre en Hypnos?

Luego se para.

Se para como la criatura hambrienta que habita en su interior y rompe con un puño el espejo de su baño.

Sabe que nadie va a acudir a su recámara, a hacerle preguntas incómodas y a reclamarle por el estruendo, por el desastre, porque casi siempre está solo.

Gotas de sudor caliente le escurren por el cuerpo, por el cuello, por el pecho.

Entonces se arranca la camisa porque se sienten como si estuvieran hirviendo.

¿Por qué está pensando en Helena Candiani en estos momentos?

En su piel fría.

En su pequeña figura que parece encajar a la perfección con la suya.

Y una sensación que no debería estar ahí y que sin embargo se hace presente, comienza a palpitarle en la entre pierna.

Haciendo que se voltee molesto y abra ambas llaves de la regadera y se sumerja bajo el chorro de agua helada.

Así es como suele solucionarlo.

Lo ha estado haciendo por meses...

Y también sabe que el agua de su casa siempre está helada, porque el calentador de agua solo lo tiene de adorno, quién sabe... tal vez ya ni siquiera sirva.

"¡No puedo entrar en Hypnos maldita sea!" —suelta, con el chorro de agua a todo lo que da, cayéndole sobre la cabellera.

Pero todos pueden entrar en Hypnos en cualquier momento, y ni siquiera las joyas sagradas han podido controlarlo.

Entonces se acuerda de esa paleta.

Esa maldita paleta.

Y se da cuenta de qué tal vez él sea un peligro para Helena.

Pero hay una forma.

Cuando los monstruos entran en Hypnos, a veces los dejan comer un poco, siempre que sea carne de pecadores

Hay un sistema.

Y hablaría con Verónica por la mañana para que viajaran al Vaticano.

Lo que Alan no sabía.

Y en ese momento yo tampoco, eran tres cosas:

La primera es que; muchos de los tildados como pecadores en realidad son mas inocentes que los que se creen con derecho a juzgarlos.

La segunda: que existía una especie de granja en la que se criaban humanos como si fueran ganado, sólo para ser comidos. Ya que según las leyes de la Iglesia; no existe pecado en asesinar criaturas sin alma, y ellos no obtendrían la suya, a no ser que fueran bautizados... cosa que por obvias razones jamás pasaría.

Y la tercera; que el Hypnos siempre está ligado a los instintos más básicos, más primitivos.

Y el hambre es uno de ellos, sí...

Y también el más frecuente.

Pero no el único.

Y si hay algo que nos caracteriza, nos sentencia, o nos vuelve increíblemente poderosos (todo depende del lado del tablero por el que lo veas) es sin dudas, nuestra parte animal.

¿Sabías que los cuervos y las lechuzas pueden pasar cientos de años buscando a su pareja, porque cuando la encuentran forman un lazo de por vida?

No sé si Alan lo sabía.

Pero probablemente no...



Nota de autor: Tuve que partir el capítulo porque si no iba a quedar de 17k palabras 👁👄👁

Mil gracias por leerme 💕💕💕

Recuerden que en el grupo de facebook está abierta la convocatoria para administrar las cuentas fake de los personajes.

✨⚠️⚠️⚠️ Importante ⚠️ ⚠️⚠️✨

Para las que no me siguen y que seguramente no les llegó ola notificación. Hay un extra +18 del momento de Lyo y Aly, con detalle sobre en mi perfil. Está narrada completamente desde el punto de vista de Lyo.

Enjoy 7u7

Love u...

Marluieth.

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