Entre Tiempos

By Julie18_08

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Los ciclos se cierran y la vida sigue, aunque en realidad incluso cuando los ciclos se mantienen abiertos la... More

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Diecisiete
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Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y uno
Treinta y dos
Treinta y tres
Treinta y cuatro
Treinta y cinco
Treinta y seis
Treinta y siete
Treinta y ocho
Treinta y nueve
Cuarenta

Dieciocho

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By Julie18_08


Maya no tenía idea de que las fanaticadas de los equipos de deporte universitario podían ser tan apasionadas. Había esperado que hubiera audiencia en el juego, quizás algunas personas usando los colores de la UCB y siguiendo los cánticos de las porristas; sin embargo, se encontró con que los ánimos eran tan intensos y caóticos que las graderías temblaban bajo sus pies cada vez que algo remotamente interesante pasaba en el campo. En lo personal no entendía mucho qué era lo que estaba pasando, no era fan del béisbol y sólo había asistido porque quería acompañar a Derek y ver qué era lo que su hermano había encontrado en el juego además de la adrenalina de la competencia.

Se preguntaba si disfrutaba de los focos que apuntaban al campo iluminándolo, de la cámara que lo seguía y proyectaba su imagen en las pantallas o de los claros gritos desesperados o de admiración que iban dirigidos a él. Estaba empezando a pensar que quizás Derek era un poco más popular de lo que ella o él mismo creían, aunque su ignorancia o indiferencia era definitivamente algo que arrastraba desde la academia, nunca había sido muy propenso a disfrutar de la atención.

Maya se preguntó si es que acaso a ella le gustaba la atención, y mientras trataba de descifrarlo algo pasó en el campo, porque la mitad de la gradería se puso de pie con los brazos alzados en el aire y gritaron extáticos. A su lado Rebeca le rodeó los hombros con un brazo y la hizo dar saltitos con ella, y porque era la costumbre, la mano de Maya encontró el brazo de Henry y se aferró a él para no perder el equilibrio.

Obviamente había llevado a todos sus amigos a ver el juego de Derek, no iba a perdérselo y sabía que verlo en compañía sería mucho más divertido. Así que había convencido a Rebeca, luego a Eleanor, y finalmente a Henry de que la acompañaran aquella tarde. Y los tres estaban allí, Rebeca muy emocionada porque Derek la había embelesado desde que lo conoció, Eleonor algo incómoda y riendo tímidamente gracias al entusiasmo de la otra chica, y Henry concentrado en las jugadas y repitiendo a todo pulmón los cánticos de las porristas con el resto de los asistentes.

Vio a Henry bajar la mirada hasta la mano que había posado en él y Maya tuvo la extraña impresión de que no debería haber hecho eso, pero al mismo tiempo sabía que tratar de apartarse de él era como confirmar que había algo diferente en su relación. Así que no apartó la mano aunque los dedos le cosquillearon, y cuando Henry la miró sonrió despreocupada.

-¡Van a ganar!- exclamó él por sobre el resto de las voces.

-¡Wooo!- gritó Maya alzando las manos y luego aplaudiendo.

Buscó la pantalla para ver qué estaban celebrando y vio que alguien se estaba robando bases, al menos eso sí lo entendía. Por el uniforme supo que era su equipo, así que pronto los nervios y la ansiedad del público se mezclaron con los de ella y esperó impaciente mientras un chico corría y otros se lanzaban la bola de un extremo del campo al otro. Cuando el jugador al fin llegó a primera base derrapó levantando polvo color ladrillo y provocando que una serie de vítores triunfantes recorrieran su galería, Maya se unió con naturalidad a los gritos y rió divertida cuando vio en la pantalla al chico levantándose de un salto y quitándose el casco con una sonrisa amplia y brillante. Sabía que Derek no era el que había bateado aquella vez, pero se había distraído y ahora acababa de darse cuenta de que se trataba de Marco.

-¡Eso estuvo genial!- sonrió Rebeca.-No tenía idea de que el beisbol me gustaba tanto.- rió.

-Nuevo hobbie.- le dijo Maya.

-Necesito aire...- comentó Eleonor, abanicándose el rostro con ambas manos como si se sofocara.

-¡Oye, con calma!- le dijo Henry, también abanicando una mano frente al rostro de la chica.-Ya saldremos de aquí, iremos por agua.- le indicó.

Maya vio que Eleonor asentía con la mirada gacha, siendo consciente de que su nueva amiga se azoraba con facilidad cada vez que Henry le dirigía la palabra. No le extraña, su amigo tenía ese algo magnético que atraía a la gente, el problema era que ahora creía entender un poco mejor cómo hacía sentir a las personas que se perdían en su aura de seguridad y confianza. Tuvo la irracional necesidad de que Henry hiciera o dijera algo estúpido, algo que lo hiciera perder el balance y lo bajara de ese místico pedestal en el cual estaba desde que había nacido. Tal vez así Maya encontraría algo que la repeliera.

Las pantallas del campo se apagaron y las graderías comenzaron a vaciarse, ellos bajaron hasta el borde del campo de juego y se sentaron en las graderías de abajo. Henry se llevó a Eleonor con él a conseguir un poco de agua y quizás algún snack, y Maya se quedó rebuscando dentro de su morral un pañuelo para envolverse alrededor del cuello y evitar el frío que comenzaba a caer sobre la ciudad.

-Ah... desearía vivir en otro lugar para que me dieran un aventón.- suspiró Rebeca resignada.

-Si quieres hablar con Derek sólo tienes que hacerlo.- le dijo Maya despreocupada.-No tienes que buscar excusas.-

-Las excusas son divertidas.- dijo ella.

Maya rió mientras asentía, a ella también le gustaba tener que ingeniárselas para llamar la atención de algún chico, aunque estaba bastante segura que los esfuerzos de su amiga no darían frutos. Ya le había explicado que sí, Derek estaba técnicamente disponible, pero que no esperara que le prestara mucha atención porque estaba ocupado con otras relaciones que consideraba importantes. Rebeca no se había desanimado para nada, sólo le contestó que sin competencia no había satisfacción al final.

Maya no le dijo que probablemente ni siquiera podría competir contra Marco, y bueno, tampoco le dijo que la competencia era Marco.

-Cambiando de tema, creo que me gustaría ser casamentera y encontrar un lindo y considerado chico para Ellie.- le dijo Rebeca, que hacía poco había comenzado a abreviar el nombre de su otra amiga.

-No lo sé...- pensó en voz alta.-Ya sabes cómo se pone, quizás lo mejor sea dejar que simplemente haga amigos, que salga de su zona de confort.- sugirió.

-Deberíamos preguntarle qué prefiere.- sugirió.

-Te apuesto que prefiere mi método.- sonrió Maya con seguridad.

-No si saco a relucir mis habilidades de persuasión, ya veremos.- decidió.

Henry y Eleonor aparecieron con botellas de agua y dos paquetes de snacks, uno de ellos ya abierto. Maya recibió el agua con gusto y enseguida bebió mientras escuchaba a sus amigos hablar acerca del juego, de los jugadores y posibles planes para asistir al siguiente si es que se realizaba en alguna de las universidades colindantes. Estaban en medio de aquella conversación cuando Maya escuchó voces a la distancia, eran ásperas, alegres e inconfundiblemente masculinas.

Los chicos del equipo de beisbol se estaban acercando, y a medida que avanzaban era cada vez más claro que estaban de un excelente humor. Maya se paró en la gradería en busca de Derek, pero sus ojos se desviaron hacia otro lugar cuando captó a un chico dando un salto sobre otro, como tratando de montarse en su espalda. Sonrió muy interesada al ver que se trataba de Matt intentando molestar a Marco, quien se veía un poco menos extasiado que el resto.

Derek llamó su atención alzando una mano y trotó hacia ella sonriendo, con el cabello húmedo y sosteniendo su bolso para estabilizarlo.

-Alguien está feliz.- comentó bajando de un salto de la gradería.

-Primera victoria del año, se siente genial.- le dijo Derek rodeándole los hombros con un brazo y dándole un suave apretón.-¿Cómo están, chicos? ¿les gustó el juego?- preguntó dirigiéndose a sus amigos.

-Genial, no tenía idea que el beisbol podía ser tan interesante.- le contestó Rebeca.-Definitivamente soy una fan.- agregó, su sonrisa tan coqueta que Maya pensó que quizás sí tenía una oportunidad.

-Me alegra.- le dijo Derek.

-¿Y ahora qué?- quiso saber Henry.

-Vamos a tener una fiesta improvisada.- les dijo.-Bueno, Matt tendrá una fiesta improvisada, y se me ocurrió que tal vez deberían ir.- les dijo.

-¿Tú vas?- quiso saber Rebeca, nada sutil.

-Sí, creo que debería ir.- contestó echando un vistazo por sobre su hombro.

-Y... ¿él nos invitó o sólo me estás empujando a una fiesta para no dejarme sola en casa?- le preguntó Maya cruzándose de brazos y mirándolo con una sonrisa maliciosa.

-Qué perceptiva.- contestó él entrecerrando los ojos.-En fin, ¿qué será?-

Maya escuchó a Eleonor responder automáticamente con un "No, gracias" pero se distrajo buscando con la mirada a Matt, y cuando la encontró y sus miradas se cruzaron alzó una mano y lo saludó antes de que él desviara los ojos hacia cualquier otro lugar. Maya suspiró, no estaba segura de querer perseguir algo con el chico a pesar de lo mucho que le intrigaban sus reacciones, en especial porque no quería hacerlo sentir incómodo. Pero una fiesta no sonaba mal.

-Ok, voy.- asintió.

-Me anoto.- resolvió Rebeca alzando una mano. Ambas miraron a Henry, aunque Maya estaba segura de que si ella iba él también.

-Vamos.- asintió el pelirrojo, confirmando.




*     *     *     *     *




Maya se sorprendió un poco cuando se dio cuenta de que Marco se despidió de Derek junto a la camioneta, pero lo que más llamó su atención fue que el chico se veía nervioso, o quizás ansioso, no estaba segura; pero definitivamente su ánimo no estaba ni cerca de ser la enérgica vitalidad que parecía escapársele por los poros a Derek. No tuvo tiempo de investigar más, se despidieron y pronto el vehículo empezó el trayecto hacia la casa de Matt.

La casa era de dos pisos, amplia y con un hermoso pórtico por el cual colgaba una enredadera de gruesas hojas. No se detuvo a examinar la arquitectura por más tiempo y entró a  lo cual efectivamente se sentía como una muy improvisada fiesta. Habían unos chicos discutiendo acerca de qué música poner, chicas buscando un lugar en el cual sentarse a charlar y otros chicos revisando la nevera y sacando de ella lo que apareciera frente a sus manos.

Derek se unió a sus compañeros y Maya trató de buscar una vez más al anfitrión y cuando lo encontró se dio cuenta de que estaba ocupado moviendo algunos muebles para hacer espacio, luego se le acercó un chico que le habló con rapidez y Matt rodó los ojos mientras rebuscaba entre sus bolsillos. Lo vio sacar unas llaves y caminar hacia ella con paso relajado y seguro, o así fue hasta que la vio y casi trastabilló.

-Hola.- le dijo ella, tratando de no volver el momento incómodo.

-Hola.- le dijo Matt.-Hola.- repitió al ver que no estaba sola.

-Gran juego.- le dijo Henry con una sonrisa espontanea.-Y gracias por recibirnos.- agregó.

-Ugh, paso.- soltó Rebeca.-Tengo algo importante que hacer aquí...- anunció alejándose.

-¿Adónde vas?- le preguntó Maya, tratando de retomar la conversación con Matt cuando su amiga se fue.

-Eh... a comprar algo para beber, quizás para comer...- le dijo.

-¡Oh!.- exclamó ella emocionada.-¿Quieres compañía? soy muy buena planificando cosas espontaneas.- le sonrió.

Matt le sonrió de vuelta, casi por reflejo, pero prácticamente medio segundo después su expresión se volvió algo inquieta y comenzó a negar mientras trataba de alejarse cordialmente.

-Gracias, pero no... Iré con... ¡Mani!- exclamó, un chico al otro lado del salón alzó la vista curioso.-¡Vamos a comprar!- lo llamó Matt sin más.-Iré con Mani.- le repitió a Maya.

-Oh... ok.- asintió ella.

-Ok.-

-Suerte.-

-Ok.- y con ese último monosílabo Matt había desaparecido por el corredor.

Maya se quedó en silencio por un momento, confundida y decepcionada. Sabía con seguridad que Matt estaba interesado en ella y no lograba entender por completo por qué la estaba empujando lejos, quizás se sentía demasiado incómodo a su alrededor y simplemente no quería darse el trabajo de cambiarlo. Podía respetar eso, no quería ser insistente, pero tampoco quería que el chico se escapara cada vez que trataba de ser un poco amable con él.

-Eso fue... terrible.- escuchó decir a Henry de pronto, sacándola por completo de sus pensamientos.

-Fue horrible.- concordó.-Necesito distraerme.- suspiró.

Al parecer al fin se decidieron por el tipo de música que querían en la fiesta, porque en ese momento comenzó a retumbar contra las paredes una canción alegre, divertida y muy pegajosa. Henry le sonrió frotándose las manos con anticipación y Maya rodó los ojos exasperada, como si no quisiera bailar para quitarse de encima la sensación de que acababa de ser rechazada por un chico de lo más dulce.

-Es una señal.- le dijo Henry poniendo sus manos sobre sus hombros.-Hora de olvidar.-

Fueron los primeros en encontrar un lugar en la sala y comenzar a bailar, pero muy pronto se les unieron más de los asistentes, especialmente algunos de los jugadores que aún venían con toda la adrenalina del juego corriéndoles por las venas. Para Maya siempre había sido extremadamente fácil perderse en el ritmo de la música y en los movimientos que se sentían naturales, así que no necesitó mucho rato antes de encontrar ese espacio en su mente que se desbloqueaba cuando comenzaba a bailar.

Estaba tan ensimismada que olvidó por completo que algo extraño estaba pasando entre ella y Henry. Habían bailado juntos tantas veces que había perdido la cuenta, en verdad nunca había llevado la cuenta de nada de lo que hacía con él. Habían compartido tantos momentos juntos a lo largo de sus vidas que nunca se había detenido a pensar que la forma en la que se relacionaban podía sentirse diferente o que podía ir más allá de una muy estrecha amistad.

Y ahora estaban bailando como siempre, sin pensar dos veces antes de posar las manos sobre el otro, sin incomodarse cuando se hablaban al oído y luego reían de lo que fuera que el otro decía, sin alejarse cuando sus cuerpos chocaban y se acercaban a esa difusa línea entre la casualidad y la intencionalidad. Sin embargo, algo se sentía diferente a pesar de que Maya no estaba haciendo nada por demostrarlo en la forma en la que se comportaba.

Y le parecía que Henry tampoco estaba tratando de ser diferente. Su brazo alrededor de su cintura era cosa común, que la sostuviera de las caderas y le diera la vuelta para luego rozar su pecho contra su espalda tampoco era algo nuevo. Era el baile, no se podía bailar con alguien manteniendo un metro de distancia, era ridículo. Además, Maya estaba demasiado acostumbrada a su presencia junto a la de ella, lo realmente raro habría sido que de pronto bailaran manteniendo la distancia.

Así que la distancia era prácticamente inexistente y fue gracias a ella que Maya descubrió algo que sí la incomodó. Fue simple, algo que debería haber esperado y que no debió descolocarla de la forma en la que lo hizo.

Fue el ritmo de la respiración de Henry.

Era superficial, un poco agitada, le hizo cosquillas en la nuca y Maya sintió que su cuerpo se tensaba por completo. Las manos de Henry habían estado deslizándose casualmente por sus brazos cuando sucedió, pero cuando ella se quedó quieta tuvo que sostenerla con más fuerza para no perder el equilibrio y le rodeó la cintura con un brazo que la dejó por completo contra él.

Nunca en su vida Maya había deseado tanto que se la tragara la tierra. Ni siquiera se esforzó por tratar de aparentar que estaba feliz o entretenida, simplemente se quedó donde estaba con la cabeza llena de maldiciones y una molesta vergüenza amenazando con envolverla. Escuchó la voz de Henry a sus espaldas, preguntándole si todo estaba bien, pero ella sólo sabía que seguía sosteniéndola como si fuera a desplomarse y que eso era terrible.

-Ugh.- se quejó finalmente.-Estoy bien, estoy bien.- soltó mirando por sobre su hombro.

-¿Segura?- quiso saber él, aflojando su agarre para voltearla y que se pudieran ver de frente.

Maya se estaba dejando manejar como una muñeca, así que ni se esforzó por detener todo lo que Henry estaba haciendo con sus manos. Como posar una suavemente sobre su codo para darle tranquilidad mientras la otra descansaba en su hombro, Maya definitivamente nunca se había dado cuenta de lo mucho que se tocaban.

-Segura, es sólo que me duelen los pies.- se excusó, aunque su tono era tenso.

-Te dije...- murmuró él, mirando a su alrededor por un segundo.-Es mejor no pensarlo demasiado.- terminó.

-¿Cómo sabes qué es lo que estoy pensando?- le preguntó.-No sabía que leías mentes, vaya secreto.- bromeó.

-No necesito leer mentes.- bufó, su tono seguía siendo natural y sencillo.-Te conozco como a la palma de mi mano.- sonrió.

-¿Ah, sí?- le preguntó cruzándose de brazos, un poco más relajada.-Eso es interesante.- comentó echándose a andar.

Henry la siguió mientras atravesaba la casa y abría la puerta delantera. Maya buscó el interruptor de las luces y al encontrarlo unos pequeños faroles se encendieron iluminando el pequeño pórtico, bajó algunos de los escalones y se sentó en ellos con un suspiro.

-¿Sabes qué es lo divertido?- le preguntó Henry desplomándose a su lado.-Creo que tú también me conoces como a la palma de tu mano.- indicó.

-Quizás, pero aún así no me atrevería a decir que sé lo que estás pensando.-

-En ese caso... ¿quieres saber?- inquirió.

Maya volvió a cruzarse de brazos y se encontró con los ojos de Henry mientras se daba un segundo para reflexionar. Él le sostuvo la mirada con paciencia, sin dejar que su vista se desviara hacia otro lugar y manteniendo su expresión deliberadamente serena. Maya no tenía idea de cómo sentirse ante la tranquilidad de su amigo, la cual era tan perfecta que llegaba a sentirse forzada.

-¿Quieres que lo sepa?- preguntó de vuelta.

-Creo que ya lo sabes, eres extremadamente perceptiva cuando se trata de estas cosas.- dijo con obviedad.

-¿Qué cosas?-

Henry la miró con una esquina de la boca alzándose ligeramente, como si le causara gracia el hecho de que Maya estuviera tratando de hacerlo hablar, de que se lo deletreara para estar segura de que se hallaban en la misma página. El gesto se convirtió en una sonrisa perezosa y a Maya se le revolvió el estómago cuando vio la decisión en sus ojos.

-Siempre has reconocido la atracción.- le dijo y Maya sintió que se ruborizaba.-Tuviste tu primer beso antes que Alan o yo, también tuviste la primera relación, aunque no durara demasiado...- recordó con una risa.-Sabes inmediatamente cuando quieres a alguien y también sabes cuando alguien te quiere a ti, es un don.- le dijo, casi como si fuera una alabanza.

A Maya le gustó la forma en la que Henry eligió sus palabras, claras y ambiguas al mismo tiempo, entregándole la oportunidad de que las interpretara como ella creyera conveniente. Sin embargo, ella sabía exactamente lo que su amigo le estaba diciendo, y la gratitud que sintió ante el hecho de que él dejara la decisión en sus manos sólo logró que Maya sintiera una opresión en el pecho.

-Tienes una forma muy extraña de coquetear.- suspiró descansando sus codos en un escalón.

-No estoy coqueteando.- comentó Henry imitando su postura, pero mirando hacia la calle.

-¡Qué alivio! Porque lo estabas haciendo fatal.- dijo divertida.

-Vamos, si estuviera coqueteando te darías cuenta.- dijo él.-Usaría mi sonrisa ganadora o mi intensa mirada, o mi voz grave, o... Quizás sólo dejaría mi encanto natural hacer el trabajo.- enumeró.

Maya dejó escapar una risa ante el tono ligeramente frustrado en la voz de Henry. Había una especie de inquietud recorriéndola de pies a cabeza, como si sus nervios estuvieran crispados y fuera a perder la compostura en cualquier momento; pero también se sentía a gusto con la conversación y estaba bastante segura de que eso tenía que ver con que se sentía a gusto con Henry; sin embargo, fue consciente de un ápice de dolor que parecía corporal y abstracto al mismo tiempo.

-Creo que estoy comenzando a entender por qué la gente te ama.- comentó, escuchando la forma en la que su voz se tornó reflexiva.

Henry le volvió a sonreír, sus ojos no la dejaron mientras se reacomodaba haciendo que su cuerpo se girara hacia ella, descansó su brazo en un escalón y se llevó una mano distraída hasta los labios, pensativo.

-Creí que lo entendías.- dijo en un susurro, sus ojos encendidos.

-¿Por qué?- quiso saber, examinando su expresión con detenimiento.

-Porque soy tu mejor amigo y obviamente ya me amas.- dijo.-Esa es la razón de que esto sea tan raro, por eso te dije que era mejor no pensarlo demasiado...-

-No sabía que eras tan bueno evitando.-

-No estoy... evitando.- le dijo.-No estaría contigo ahora si estuviera evitando, no quiero evitarte. No creo que pueda.- dijo alzando los hombros como si no tuviera remedio.-Así que aquí estamos.- 

-Necesito una cita seria.- suspiró Maya restregándose las mejillas, acalorada y molesta.-¿Sabes qué deberíamos hacer?- preguntó hipotéticamente, pero él le contestó de todas formas.

-¿Dejar de pensarlo y seguir como siempre?- sugirió.

-Sí.- asintió.-Tú preocúpate de Aylin y yo voy a atrapar a Anton cueste lo que cueste.-

-No soy celoso, pero... no puedes dejarme de lado cuando comiences a salir con él.- indicó.-Eso no se le hace a los amigos que han acumulado años de antigüedad.-

-Yo no soy la que desapareció por semanas sin dar muestras de vida.- le recordó.

-Estaba ocupado.- le recordó él de vuelta.

-Bien.- suspiró poniéndose de pie.-Ya hablamos lo suficiente, volvamos y terminemos con ese baile.- sugirió estirando la mano frente a él.

Henry no dudó en tomarla e incluso le rodeó los hombros con un brazo mientras volvían al interior de la casa, en un momento se inclinó sobre su oído y en voz baja le repitió que dejara de pensarlo. Sin embargo, el único "pero" que se repetía dentro de la cabeza de Maya era que si no lo pensaba sólo le quedaría sentirlo y no estaba segura de querer que eso pasara. 









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