Lo que encontré en ti

By Alewriting29

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Soledad, tristeza, odiar con toda tu alma a las personas que te hacen daño y tener un rencor tan grande al no... More

PROLOGO
01 VALENTINA
02 VALENTINA
03 VALENTINA
04 SEBASTIÁN
05 VALENTINA
06 SEBASTIÁN
07 VALENTINA
08 SEBASTIÁN
09 VALENTINA
10 SEBASTIÁN
11 VALENTINA
12 VALENTINA
13 SEBASTIÁN
14 VALENTINA
15 SEBASTIÁN
16 VALENTINA
18 VALENTINA
19 SEBASTIÁN
20 VALENTINA
21 SEBASTIÁN
22 VALENTINA
23 SEBASTIÁN
24 VALENTINA
25 SEBASTIÁN
26 VALENTINA
27 SEBASTIÁN
28 VALENTINA
29 SEBASTIÁN
30 VALENTINA
31 SEBASTIÁN
32 VALENTINA
33 SEBASTIÁN
34 VALENTINA
35 SEBASTIÁN
36 VALENTINA
37 SEBASTIÁN
38 VALENTINA
EPILOGO SEBASTIÁN
Agradecimientos

17 SEBASTIÁN

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By Alewriting29

- Sebastián hay alguien que quiere verte.

Estaba afuera en la piscina sentado en el césped viendo el cielo, era gris, y ya estaba a punto de nevar, no debería de faltar muchos días para ello.

- No quiero ver a nadie Daniel.

- ¿Ni siquiera a mí? – esa voz, tenía un par de meses que no la escuchaba, pero no me alegraba como lo hacía antes.

Voltee a verla, estaba hermosa, como siempre, sus cejas bien definidas, vestida con una falda de tubo azul marino hasta las rodillas, una camisa de botones blanca y parada firme sobre sus tacones de igual color, su piel blanca cremosa, cabello negro azabache suelto lacio. Me parezco mucho a ella, a excepción de sus ojos, los suyos eran de un marrón claro tipo avellana, y los míos eran como los de él.

- Hola mamá – dije y ella se acercó con una sonrisa.

Lilian Collins era una doctora muy reconocida aquí en estados unidos, teníamos centros de hospitales aquí y en el extranjero también. Mi madre lucho mucho por ser una profesional en esa rama. Cuando salió embarazada de mí tenia dieciocho años, le fue muy difícil estudiar y cuidarme al mismo tiempo, pero supo afrontar la situación y ya cuando yo tenía siete años ella se estaba graduando y con una sorpresa en brazos. Lugo comenzó a trabajar en distintos hospitales hasta que la ascendieron a jefa en el hospital Greatest Humans de california, de allí su desempeño fue tan bueno y el hospital mejoró tanto que comenzaron a llamarla para aliarse con ella y abrir otras sedes del mismo. Ahora está trabajando en uno aquí en Nueva York.

- ¿Cómo estas mi niño? – pregunto sentándose a mi lado y abrazándome por los hombros.

- ¿Por qué no habías venido en todos estos meses?

Dejó de abrazarme y me miró.

- Tengo mucho trabajo Sebastián, no puedo estar viniendo todo el tiempo.

- ¿Ni siquiera para ver a tu hijo?

Se silenció y volteo a la piscina. Mi madre casi nunca estaba en casa, y cuando estaba, yo no. Tiene su propio cuarto y baño en el hospital, la comida la compra en la calle o si no la cocina aquí cuando no estoy. Siempre que llegaba del instituto y quería contarle como me había ido en el día no la encontraba en casa o cuando la llamaba a su celular solo me decía que estaba ocupada y que me llamaba luego, esas llamadas nunca llegaban. Después de un tiempo me dejó de importar que viniera, pero siempre estaba ese vacío, deseaba sentir el calor de sus abrazos, que me diera consejos, pero ella cambio desde ese día.

- Tengo mucho que hacer pequeño.

- ¿Y qué haces aquí entonces? – pregunté con tono molesto, siempre era así.

- Vine a buscar ropa limpia y quería verte aunque sea unos minutos. – volteo a verme y acaricio mi cabello. En su rostro se dibujó una sonrisa – Estas muy atractivo cariño, debes de tener muchas conquistas en el instituto.

Sonreí y a mi mente solo llegó ella.

- Si, pero ninguna me interesa a excepción de una.

- Ay a mi niño le gusta alguien, ¿y cómo se llama? – no estaba seguro si decirle, pero era mi madre, tenía derecho a saber y quería contarle un poco por lo que estaba pasando en esos momentos.

- Se llama...

- ¡Sebas!

Mierda

Mierda

¡Y más mierda!

Natalie entro gritando mi nombre, podía escuchar a Daniel diciéndole que se fuera, pero ella le respondía que me quería ver.

- ¡Sebas...! – cuando vio a mi madre se frenó y cambio de postura – Señora Collins, que sorpresa verla por aquí – dijo con cariño hipócrita.

- Hola Natalie – saludó mi madre con fastidio, a ella nunca le cayó bien, siempre me decía que me mantuviera alejado de ella... pero como ven, nunca le hice caso.

- ¿Qué haces aquí Natalie? – se me hacía raro que haya venido, me imaginaba porqué, pero igual le preguntaría.

- Quería verte, te extraño – dijo mirándome a los ojos, estaba necesitada de mí. En realidad no quería verla, ya me comenzaba a irritar un poco su presencia, y en estos momentos solo quería hablar con mi madre. Cuando estaba a punto de contestarle ella habló por mí.

- Lo siento Natalie, pero ahorita estamos pasando un momento madre e hijo, así que será mejor que te retires.

- Pero yo quería...

- Y creo que está de más decirte que en este momento tu presencia no es oportuna, así que si quieres que te acompañe a la puerta lo hare con gusto - mi madre la echó con la mayor educación que puede tener... supongo.

Natalie se quedó con la boca abierta, solo pudo negar con la cabeza y salió por donde vino.

- No soporto a esa mocosa. – Dijo con cara de disgusto y yo solo pude reír - ¿Por qué sigues teniendo relación con ella Sebastián?

- Me gusta como folla – dije divertido y recibí una fuerte palmada en el hombro la cual me dolió pero me partí en risas.

- No hables de esa forma en mi presencia Sebastián Miller. – me dio otra palmada y me acosté en el suelo usando sus piernas como almohada, ella pasaba sus dedos entre mi cabello, me gustaba esa sensación – Y entonces ¿quién es la chica?

Miré hacia el cielo y recordé su sonrisa, sus manos, sus ojos, su mirada...

- Se llama Valentina, es una chica preciosa mamá, me encanta cómo es y me gusta su forma de mirarme, como si tuviéramos algo que nos une, no lo sé.

- ¿Estás enamorado?

- Estoy tratando de organizar mis ideas, aun no tengo nada en concreto – no podía decirle que la razón por la que no podía aceptar en público que me gustaba Valentina se había ido hace unos cuantos segundos.

- ¿Y tú le gustas a ella? – asentí y la mire – Debes pensar muy bien lo que quieres cariño, si no lo haces ella puede salir lastimada. – más de lo que lo he hecho no creo – Quisiera alguna vez conocerla.

Me levante de golpe y ella se sorprendió un poco.

- ¿En serio te gustaría?

Su mirada cambio de sorpresa a dulzura y me acaricio la mejilla.

- Claro cariño, es la primera chica de la cual me hablas y tus ojos brillan por ello, obvio que quiero, me encantaría.

La abracen con fuerza y ella hizo lo mismo, sentía que a través de ese abrazo mis piezas se unían poco a poco. A veces no valoramos a nuestros padres, le reprochamos por cosas innecesarias y decimos cosas que les hacen daño, pero cuando no están por falta de tiempo o porque no están en este mundo con nosotros es cuando realmente nos damos cuenta de lo valiosos que son, y que a pesar de la circunstancias debemos amarlos con todo nuestro corazón.

- Te extraño mamá – no pude evitar que la voz se me quebrara – te extraño muchísimo.

Escuche como sollozaba y me apretó un poco más.

- Yo también Sebastián, no sabes cuánto, – se separó un poco y me beso la frente – pero el trabajo me absorbe.

- Tú y yo sabemos la verdadera razón por la cual no estás en casa, no hay más excusas.

Le dije mirándola a los ojos y se hizo un silencio, ella comenzó a sollozar un poco más fuerte y me sentí mal al instante, era mi culpa haberla puesto así.

- Lo siento mama, no llores por favor.

- Es que duele mucho Sebas, siento que este dolor me quema y nunca se apaga.

Tomé sus mejillas y le limpié las lágrimas que se resbalaban por ellas. Me dolía verla así.

- Ya mama, está bien, ya, ya – le besé la frente como ella lo hizo conmigo y la recosté sobre mi pecho abrazándola. Duramos unos minutos así, no sé cuántos en realidad. Dejé que llorara todo lo que quisiera hasta que se calmó y solo quedó un silencio, ese silencio que estaba lleno de recuerdos dolorosos.

- Te amo Sebastián, y a pesar de que siempre estoy en el hospital, constantemente te tengo presente, pero es que no...

- Yo también te amo, mamá – la silencie porque sabía las razones por la cual ella misma se sobre explotaba de trabajo, no tenía por qué repetírmelo – Esta bien. – le bese el cabellos repetidas veces - ¿Y si preparamos de comer algo para que te lleves al trabajo? ¿te gustaría?

Se levantó y me miro con una sonrisa en los labios.

- Si, me gustaría mucho, pequeño.

Nos dirigimos a la cocina y Daniel estaba preparando algo ya, tenía una sonrisa estúpida en la cara, ya me imaginada el porqué.

- ¿A qué hora veras a Isabella, Daniel? – volteo a verme y su expresión era para morir de risa, pero me aguante.

- ¿Cómo sabes que me encontrare con ella?

- Tu cara de idiota lo dice todo. – me saco el dedo del medio y siguió preparando no sé qué. Mi madre me miro sin entender a que me refería y yo con orgullo le explique – Isabella es la novia de Daniel y él está exageradamente loco por ella, pero ella no le presta mucha atención.

Ok, lo último fue intencional, pero al parecer él se lo tomo muy en serio ya que al decir eso dejó caer un sartén poniendo cara de demente, esto era muy gracioso.

- Si me presta atención, solo que está poniéndome aprueba para que gane su corazón y es lo que estoy haciendo – recogió el sartén y por lo visto estaba haciendo hotcakes de corazones, Daniel sabia cocinar muy bien, así que sabría que a Isabella le gustarían.

- Ay mis dos niños están enamorados, esto es una gran noticia – ella unió sus manos y se las llevó a la boca, los dos la miramos, nos miramos entre sí y reímos.

Mi Madre y yo nos unimos a Daniel y lo ayudamos a terminar lo que preparaba, en total hicimos veinte hotcakes, con nutella entre ellas y fruta, si eso no le gustaba yo mismo iba a decirle muchas cosas que no iban a ser del todo buenas. Después él nos ayudo a cocinar a nosotros, preparamos pollo al horno, puré de patatas con aderezo, ensalada y jugo de fresa. Comimos los tres en el comedor y cuando terminamos le empaqué a mi madre lo que había quedado de la comida más unas mini galletas que hizo Daniel después. Eran las seis de la tarde y ya ella se debía ir, pasó todo el día con nosotros y era de estar agradecido. La acompañamos a la puerta y Daniel la abrazó.

- Espero verla pronto tía Lilian – se separaron y ella le revolvió el cabello como cuando éramos pequeños.

- Tratare de venir un poco más seguido si el trabajo me lo permite – le beso la mejilla y él se fue otra vez a la cocina.

Llevé la ropa de mamá a su auto y la comida también. Ya cuando estábamos en la puerta del piloto la volví a abrazar sin que ella se lo esperar, perecía un niño pequeño cuando su mama lo deja en la escuela y no quiere que se vaya. Ella me abrazo de vuelta y me besaba el cuello repetidas veces.

- Ven más seguido mamá, por favor – después de mucho tiempo estaba rogándole otra vez que viniera.

- Trataré Sebas, trataré. – nos separamos y ella me dio un beso en la nariz – Te amo, pequeño.

- Y yo te amo también, mami.

Veía como el auto se alejaba y lágrimas bajaban por mis mejillas, la extrañaba y la quería cerca de mí todos los días. Me limité a entrar a casa y a secarme las lágrimas. Me senté en el sofá y puse una película en netflix. Ya pasada una hora Daniel bajo de su habitación.

- Necesito que te vayas a tu cuarto y te encierres en el hasta mañana – me dijo serio, estaba vestido con una camisa blanca con los dos botones de arriba abiertos, pantalones negros y zapatos de igual color - Preparé una cena para Isabella y para mí y no quiero interrupciones.

- Yo también te quiero, Daniel, pero estas un poco acelerado.

- ¡No estoy acelerado! – dijo casi gritando y reí – Solo quiero que te vayas a tu habitación y ya, ella llegará en diez minutos – justamente en ese instante sonó la puerta.

- ¡Oh! Qué casualidad, acaba de llegar – me levante a abrirle la puerta y antes de que Daniel pudiera impedirlo ya teníamos a Isabella frente a nosotros. Estaba muy hermosa, llevaba puesto un vestido azul cielo por los hombros y le llegaba un poco más arriba de las rodillas, junto con unas sandalias de igual color y con su cabello suelto, no llevaba mucho maquillaje, se veía muy linda así sencilla.

- Hola Sebastián esta... - en ese momento sentí a Daniel detrás de mí y cuando voltee a verlo su mirada decía muchas cosas las cuales eran buenas y perversas a la vez – Hola Daniel – dijo ella con una leve sonrisa en los labios.

- Hola Isabella – dijo Daniel mirándola de arriba hacia abajo – estas preciosa.

- Gracias - ella sonrió y el igual. Creo que estoy comenzando a estorbar así que mejor me voy.

- Bueno chicos – los dos voltearon a verme, ya sabía que se habían olvidado que estaba allí – yo me voy a mi cuarto – dije poniendo énfasis en la última palabra – espero la pasen bien. – volteé para dirigirme a las escaleras, pero recordé algo – Ah, e Isabella – ella me miró y yo sonreí – no dejes marcas visibles, nunca hay que dejar evidencia – ella se puso roja por la vergüenza y Daniel tenía cara de querer matarme.

- ¡Sebastián! – gritó Daniel y yo corrí escaleras arriba.

Daniel esta esmerándose mucho por ella y eso me alegraba muchísimo, se ve que la quiere y sé que será feliz con ella, se lo merece.

Tomé una ducha y fui directo a mi cama. De abajo se escuchaba la música, habían puesto It's you de Ali Gatie, era una canción perfecta para el momento. De la nada estaba viendo las historias de WhatsApp de Valentina, habían cuatro fotos, en una salía con su hermano, en otra con una chica de cabello rojizo, también había una con el ojos de pez y la última estaba ella sola en un balcón, me gustaba como le quedaba ese vestido, se veía hermosa y como la foto fue tomada de tarde el sol le favorecía mucho a su color de piel, le tomé screenshot guardándola junto con la otra que tenía de ella, de repente me entraron ganas de llamarla, así que lo hice, no tenía nada que perder. Al tercer tono contestó.

- ¿Sebastián?

- Hola – dije y hubo un pequeño silencio, tuve que ver la pantalla del celular para verificar que no se había cortado la llamada - ¿Hola?

- Ah, sí, hola – reí un poco porque parecía nerviosa.

- Hola.

- Se me hace raro que me estés llamando, ¿pasó algo?

- No, solo quería saber cómo estabas y quería escuchar tu voz – otro silencio, esto era muy gracioso – Hooola.

- Ah, sí, estoy bien, todo aquí es muy lindo y he visitado lugares que mi hermano me ha mostrado y... espera – supongo que puso la mano en la bocina para que no escuchara lo que decían, pero si ponía atención podía hacerlo un poco.

- Tina, Jeyden quiere hablar contigo – solamente al escuchar su nombre ya me daba ira.

- Pero yo no quiero – sonaba molesta.

- Tina no sé qué pasó, pero está muy insistente, por favor ve y habla con él, a esperado todo el día por ti y créeme que no se va a ir hasta que salgas – hubo un silencio por parte de los dos hasta que se escuchó un pequeño suspiro.

- Está bien, ya voy. – dijo y escuché cuando la puerta se cerró ¿que habrá pasado entre ellos para que se hubieran molestado? – Oye tengo que hacer algo, hablamos luego.

- Está bien, no te preocupes, y Vale.

- ¿Si?

- Me gusta cómo te queda ese vestido negro, te ves hermosa con el – colgué primero antes de que pudiera decir algo.

Me levante de la cama y me asomé por la ventana, podía ver a Daniel y a Isabella bailando, de repente se besaron, él la abrazo por la cintura y ella por el cuello, entre el beso pude ver una pequeña sonrisa de parte de él. Sonreí y fui otra vez a mi cama, necesitaba dormir.

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