Scarlett Jhonson
Me carcome la curiosidad por saber de dónde viene aquélla música, así que decidí adentrarme al bosque siguiendo aquélla melodía. En ocasiones me tropezaba y me lastimaba con las ramas de los árboles. Caminé alrededor de una media hora y la música la escucho cada vez más cerca y comencé a tararearla, era pegajosa.
Era una melodía que me encantaba los oídos y a la vez me hacía estremecer.
Empecé a sentirme nerviosa cuando la melodía comenzó a tornarse, lenta, pesada y un poco tenebrosa.
De repente empezó a aparecer mucha niebla que me impedía ver, tengo un mal presentimiento. Este lugar ya no me está gustando, pero aún así seguí caminando con miedo.
No sé por qué este lugar y la melodía de caja músical se me hacen tan conocidos y familiares. Siento como si ya hubiese estado aquí alguna vez.
A lo lejos pude distinguir una carpa de circo monocromática. Pero lo más extraño de todo esto es...
¿Qué hace un circo abandonado en medio del bosque?
Seguí acercándome a la carpa y pude ver la silueta de un hombre muy alto, pero su altura era anormal. La niebla desapareció por completo y pude ver que se trata de un payaso monocromático.
En lugar de manos tiene unas garras grotescas, cabello negro azabache y enmarañado, una extraña nariz de cono anillada con rayas negras y blancas, al igual que su atuendo. Me sonrió de una forma tan aterradora y escalofriante, mostrándome sus colmillos muy filosos que me hicieron temblar de miedo. Me mira muy atento con un brillo muy siniestro en sus oscuros ojos.
Recuerdo muy vagamente haber visto a este payaso en alguna parte o simplemente en un sueño...
Esto es tan raro y confuso...
Me quedé quieta en mi lugar mirándolo, hasta que él habló:
—Scarlett... Scarlett...—Pronunció mi nombre con una voz gruesa y ronca, casi gutural.
A pesar de la distancia en la que nos encontramos, sentí como si me hubiese susurrado al oído haciéndome temblar como gelatina.
Dá un paso al frente y yo retrocedo dos.
—Scarlett... Has vuelto a mí... Sé bienvenida a mi circo.—Dijo entre risas.—Ven aquí, no tengas miedo. Ahora sí podremos jugar para toda la eternidad—.
«¿Ese payaso cómo sabe mi nombre?»
—N-No... Por favor, a-aléjate de mí.—Susurré tartamudeando y a punto de llorar.
—Me temo que es tarde para eso, caramelo.—Dijo relamiéndose los labios.—Corre antes de que vaya por ti—.
Se acercó dando grandes zancadas hasta a mí y yo me dí la vuelta comenzando a correr como un conejo escapando de su depredador.
—¡¡¡AAAHHH!!! ¡AYÚDENME, POR FAVOR! ¡AUXILIO!—Grité completamente aterrada y llorando a mares.
Mágicamente, ese payaso apareció en frente de mí cerrándome el paso, corrí en otra dirección y volvió a aparecer dejándome sin escapatoria.
—¡Déjame ir! ¡Aléjate de mí, monstruo!—Lloro.
—Has entrado en mi territorio y ahora no saldrás de aquí.—Toma mi brazo con rudeza apegándome a él.—¡Eres mía!—
—¡No, no, no! ¡Suéltame, infeliz!—Tiré con fuerza de mi brazo, pero fue inútil mi vano intento por liberarme de su brusco agarre.
Es un ente muy fuerte.
Acercó su cara a la mía y me lamió con morbosidad con su larga lengua y viscosa.
—Linda mortal. Haré de tu miserable vida tu peor pesadilla, dulzura.—Susurró en mi oído provocando temblores en todo mi cuerpo.
—¡Jódete, maldito!—Le dí una fuerte bofetada arañando su cara. Gruñó y me soltó y salí corriendo despavorida.
—¡Que ruda y agresiva te has vuelto, pastelito! ¡Me encantas! JAJAJAJAJA—Rió burlón.—¡Corre porque Jack va por ti!—
—¡AYUDA!—Corrí con todas mis fuerzas.
Corrí tan rápido que creo que le perdí, pero aún escucho sus carcajadas siniestras a lo lejos. Cuando miré al frente, choqué con algo o más bien alguien, caí de culo al suelo haciéndome daño y gemí adolorida. Levanté la mirada para ver al causante de mi caída y era el chico que me mira en la cafetería.
—¿Tú? ¿Qué haces aquí?—Cuestioné molesta y a la vez asustada.
—Lo siento mucho, Scarlett.—Me tendió su mano para ayudarme a levantar y la acepté.
—Gracias, pero... ¿Acaso eres un acosador?—Pregunté con molestia.
—No, claro que no. Íba camino a mi casa y te ví a lo lejos meterte aquí y decidí seguirte porque es muy peligroso para una mujer entrar aquí de noche.—Dijo con un semblante serio.—No tengo motivo por el cual acosarte o seguirte. ¿Qué haces tú aquí y por qué corres?—
De repente recordé a ese payaso que ví hace un momento y las lágrimas no tardaron en brotar de mis ojos.
—¡Hay un circo abandonado por allá y ví a un monstruoso payaso!—Grité señalando la dirección dónde ví a ese payaso.—¡Era enorme, tenía unas garras y colmillos espantosos, mirada oscura y profunda junto con una sonrisa horrible y me persiguió hasta aquí! ¡Corramos de aquí o me encontrará para atraparme!—Grité para después comenzar a correr.
—¡Scarlett, espera!—Grita el chico corriendo detrás mío.
Llegamos a la entrada del bosque y nos detuvimos para descansar.
—Tengo mucho miedo, jamás olvidaré esos sádicos ojos.—Dije con voz entrecortada y llorando.
—Tranquila, Scarlett. Ya pasó.—Dice acariciando mi espalda.
Me alejé incómoda huyendo de su toque.
—¿Cómo te llamas?—Pregunté mirándolo.
—Mi nombre es Peter Smith.—Respondió.—Sí quieres te acompaño a tu casa, es peligroso que vuelvas sola.—Asentí y caminamos hacia mi hogar.
🍬🍭
En todo el trayecto de camino a casa, me sentía observada y miraba a todos lados con paranoia, pero no había nadie.
Cuando llegamos a mi hogar, mi madre nos abrió la puerta.
—¡Scarlett! ¿¡Dónde estábas!? ¿¡Por qué llegas a esta hora, niña!? ¡Íba a salir a buscarte!—Mi mamá calló de inmediato cuando vió a Peter.—¿Quién es este muchacho?—
—Mamá, él es Peter Smith; Un amigo. Nos encontramos por casualidad y me entretuve platicando con él, y se ofreció a acompañarme hasta aquí.—Expliqué a mi madre.—Peter, ella es mi madre; Annelise Jhonson—.
—Un gusto en conocerla, señora Annelise.—Peter saludó educadamente a mi madre.
—El gusto es mío, jóven Peter. Gracias por tomarte la molestia de acompañar a mi hija hasta aquí.—Agradeció sonriente y luego me miró a mí.—Te espero adentro, Scarlett—.
Dicho esto, mi madre se despidió de Peter y se adentró a nuestro hogar.
—Muchas gracias por acompañarme hasta a mi casa.—Agradecí apenada.
—No agradezcas, para mí fue un placer, Scarlett.—Dijo con una dulce sonrisa.—Scarlett es un bonito nombre—.
Me sonrojé por el halago a mi nombre.
—Gracias, espero volver a verte pronto, buenas noches. Descansa y nuevamente muchas gracias.—Doy media vuelta para adentrarme a mi casa, pero la voz seria de Peter me detiene.
—Scarlett... No vuelvas al bosque, por favor.—Me advirtió con notable preocupación.
—¿Por qué lo dices? ¿Tú también has visto a ese payaso?—Pregunté asustada.—¿Tú me crees de lo que ví esta noche?—
—Claro que te creo. No he visto a ese monstruo, nadie lo ha visto.—Menciona con seriedad.—La gente de por aquí dice que en lo profundo de ese bosque se oculta un monstruo. Han desaparecido muchos niños y adolescentes, especialmente niñas. Desaparecen y después encuentran sus cuerpos totalmente mutilados, con el estómago abierto y con el interior relleno de dulces—.
Estoy en shock y temblando de miedo. Me he venido a meter a un lugar muy peligroso.
—Eso es horrible y macabro. No le digas nada a mi madre, por favor, no quiero preocuparla.—Le pedí preocupada y aterrada.
—Claro que no diré nada, no te preocupes. Bueno, yo me marcho, ya es tarde.—Dice mirando su reloj.—Hasta luego, Scarlett. Y ten mucho cuidado, por favor—.
Dicho esto, besó mi mano y me regaló una sonrisa encantadora y yo me sonrojé por su gesto. Él rió suavemente y se marchó.
—Gracias, vé con cuidado y descansa.—Me despedí.
Lo admito, no me cae tan mal ese muchacho, gracias a él estoy viva y regresé con bien a mi casa.
Ese chico es guapo con esos bellos ojos avellana, cabello negro azabache y tez pálida.
Pero me ha dejado helada lo que me contó...
«¿Un monstruo?»
Estoy muy asustada, sino hubiera encontrado a Peter no quiero ni imaginarme lo que me hubiera hecho ese tétrico payaso.
Íba a entrar a mi casa, y me detuve en seco cuando un frío viento acarició mi espina dorsal dándome escalofríos.
Miré al frente de mi casa y me pareció ver una enorme silueta en la oscuridad. Cerré mis ojos negando con mi cabeza de que nada de esto es real.
—Estoy alucinando, no es verdad.—Dije para mí misma y cuando abrí nuevamente mis ojos ya no había nada.
Suspiré aliviada y entré a mi hogar, pero con la terrible sensación de sentirme observada.