Tú, Yo y El Mal

Door MabelPazAvalos

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Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... Meer

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 9 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 23 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 25 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 30 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 36 •
• CAPÍTULO 37 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 40 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 49 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 53 •
• CAPÍTULO 54 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 58 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 80 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 11 •

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Door MabelPazAvalos

Me gustaba el cómo eran los amigos de Ruggero. Ellos sí que tienen carisma, nada que ver con el maldito jefe que siempre se la pasa con su cara de amargado.
Entro al comedor y veo que Agustín y Simon se vistieron decentes y tienen papeles en las manos; puedo alcanzar a ver que dice: "Proyecto E".
Si, esos chicos están locos. Quieren probar la Etorfina y controlarla para inyectarla en humanos, lo cual es aterrador.

Me siento a un lado de Maxon quien se ríe de los chicos porque están preparando lo que le dirán.

—A veces los miembros de la Élite pueden llegar a sorprenderme.

—Digo lo mismo.

—Y aquí vienen las tesoritos. —Miro hacia su dirección y veo a la Lagartona caminando junto a la que ahora ya sé que se llama Sophia; joder, sí que es hermosa.

En seguida llega Dalton junto con Ruggero y cuando me visualiza, frunce el ceño.

—Tu lugar es conmigo, Princesa.

—¿Qué tiene de malo que me siente aquí?

—Se obediente mi amor. —Creo que todos se quedan callados cuando me dice tal apodo y es tanta la incomodidad que mejor decido obedecerlo.

El timbre suena y sé que es mi hermano así que le aparto la silla de mi lado para que se siente, pero Simón y Agustín me fruncen el ceño pues ellos le habían apartado su lugar.

—Buenas tardes. —Saluda.

—Te guardé un lugar, ven, siéntate.

—Hola pequeña. —Antes de sentarse me da un beso en la cabeza y cuando se posa a mi lado, frunce el ceño al ver a Ruggero—Señor Pasquarelli.

—Señor Sevilla.

—Mi hermana me invitó, espero que no haya problema.

—¿Por qué debería serlo? Seremos familia, ¿O no?

Le tomo la mano a mi hermano para que se tranquilice y y todos comienzan a comer.
Es algo incómodo, porque lo que yo veo es que los chicos están nerviosos por hablarle a mi hermano y es aquí donde me pregunto: ¿Qué mierdas hace mi hermano en el laboratorio para ser tan admirable?

—Hermes, Hola. —Comienza Dalton—Hace tiempo que no te veíamos.

—Dalton.

—Escuchamos de tu invento de MOOFO, una excelente sustancia y muy deliciosa. —Habla Simón—Jamás se nos hubiera ocurrido.

—Si bueno, sólo jugaba con sustancias.

—Tal vez algún día nos puedas ayudar, hay una vacante en la Élite. —Veo que Ruggero lo fulmina—Sería un placer que trabajases con nosotros.

—¿Con ustedes? O con el proyecto E. —Agustín lentamente esconde su carpeta con una sonrisa fingida—Lo leí, ¿No se cansan de perder su tiempo?

—Algún día la podremos controlar.

—Si, no lo creo.

—¿Por? Somos muy capaces.

—¿Cuántos años llevan en eso? —No hablan—Exacto, muchos.

—Y estamos cerca de descifrarlo.

—Les ahorro trabajo, es imposible.

—¿Por qué lo dices?

—Porque yo también traté de trabajarla. —Ambos chicos se sorprenden mientras que yo no tengo ni la menor idea de lo que hablan—Hace unos años comencé, pero me di por vencido el año pasado.

—Si juntamos nuestras tres mentes es probable que lo consigamos.

—Yo paso.

—¡No te arrepentirás!

—¡Simón!—Grita Ruggero ya enojado—Deja de molestarlo por Dios, ya dijo que no quiere y punto.

—No es para que le grites. —Lo defiendo—Seguro que ya has arruinado la comida para todo.

Suspira hondo antes de mirarme y puedo sentir como mi hermano se recarga para ver la escena; quiere ver como se comporta conmigo.

—Lo siento Princesa. —Se disculpa—Simón, te ofrezco unas disculpas por haberte gritado.

Creo que todos en la mesa se quedaron en shock, incluido Hermes quien después recuperó la compostura.

—Y... Karol. —Habla la pelinegra de Sophia—No nos han presentado, soy Sophia Miller.

—Karol Sevilla. —Me presento.

—Todos han estado hablando de ti, te vi cuando entraste al despacho de Ruggero pero no tuve la oportunidad de presentarme. Mi amiga Ana me ha contado muchas cosas sobre ti.

Fulmino a la Lagartona, seguro que dijo pura mierda.

—Pues no sé qué es lo que tienen que decir de mi. Yo no los conozco y ustedes no me conocen a mi.

—Sí te conocemos. Ahora eres la prometida del rey y formas parte de la Élite.

—Yo no estoy en esa mierda. —Hermes me fulmina—Perdón, yo no estoy en la Élite. Yo no hago nada así que no sé qué estaría haciendo ahí.

—Como la prometida del jefe, eres como la reina.

—Ah, que padre. —Contesto con Sarcasmo y me encuentro con los ojos de Ruggero—¿Qué dices al respecto, rulitos?

—¿Rulitos?

—Larga historia, hermano.

—Pues claro que eres de éste equipo. Con el tiempo irás aprendiendo y...

—Yo no me dedicare a lo mismo que ustedes. Yo por eso estoy estudiando negocios en la universidad, para salir de éste maldito círculo vicioso.

—Nos insultas. —Dice Ana.

—Princesa, es tu legado. No hay nada que puedas hacer al respecto.

—Claro que puedo, yo no seré como ustedes. —Miro a Hermes para que me apoye pero él se limita a suspirar como si se rindiera.

—El señor Pasquarelli tiene razón, es tu legado y no puedes hacer nada al respecto.

—¿O sea que siempre estaré encadenada a esto?

—No es algo tan malo. —De nuevo habla Ana—Lo dices como si fuera la peor cosa del mundo, ademas ganamos mucho dinero.

—¿Estás escuchando lo que dices? ¿Te gusta hacer lo que sea qué haces? ¿Les gusta matar a personas por diversión? ¿Les gusta fabricar armas letales? ¿Les gusta crear sustancias que te hacen adicto?

—Si.

—Si.

—Sin duda.

—A mi me gusta.

La mano de Ruggero se posa sobre la mía tratando de tranquilizarme, cosa que a mi hermano no le gustó.

—Princesa, hablaremos de esto en la noche.

—¿En la noche?—Espeta Hermes—Debo suponer que mi hermana tiene su propia recámara, ¿Cierto?

—¡Ja! ¿¡Crees que tu hermana tiene su recámara!? Si ahí anda de ofrecida besándose con el patrón por todos lados, que ingenuo eres Hermes.

Todos nos quedamos en silencio. Incluidos Hermes y Ruggero que miran a otra dirección, hasta que es mi hermano el que se atreve a encararlo.

—¿Besos? ¿Ustedes dos... follan?

—¡No!

—¡Tú dijiste que sí!

—¡Cierra la maldita boca, Lagartona de mierda!

—¿¡Te cogiste a mi hermana!?

—No. —Dice sin más, sin levantar la voz—No, No hemos cogido y sí nos hemos besado. No entiendo tu problema, cuñado. Sabes que estas cosas pasarían alguna vez, ella es mi prometida.

—Te advertí hijo de puta...

—No me amenaces en mi propia casa.

Mi hermano parecía debatirse en su cabeza.
Él es inteligente, sabe que no le conviene el discutir con Rulitos en su propia casa donde puede salir perdiendo.

Todos nos quedamos callados y yo pienso mil maneras en que puedo matar a aquella bruja maldita que nos delató.

—Bien. —Suspira—Estas cosas pasarían, pero compréndeme Ruggero, ella es mi hermanita y es mi adoración. Que me haya enterado de tal cosa hace que me falte el aire, no querrás saber qué hice con el chico que le quitó la virginidad.

—¿Que hiciste qué con Logan?—Ay no.

—Sabes bien que lo maté.

—Dijiste que había sido un accidente de coche. —Mi corazón se acelera, mierda, Hermes es un verdadero idiota.

—El punto aquí es que compréndeme, es difícil de procesar algo así de grande para mi.

—Te entiendo Hermes, sé que mi princesa es tu adoración y por eso te aclaro que yo no haré nada que ella no quiera. Te doy mi palabra de rey.

—Bien. —¿Así de fácil? No, Hermes no hace las cosas fáciles—Chicos, ¿Aún queda en pie lo de formar parte de la Élite?

Hijo de puta... Se va a mudar también para mantenerme vigilada.

—¡Sí! ¡Nos encantará tenerte aquí!

—¡Puedes también trabajar conmigo!—Exclama Dalton y en seguida todos comienzan a reírse y a decir que lo quieren con ellos.

Miro a Ruggero quien tiene el ceño fruncido.
Si, sé que me cae mal pero sé que no le gusta la idea que mi hermano esté aquí. Ha tratado de controlarse y por eso ha aceptado, lo sé porque hace rato que le gritó a Simón se ha controlado por mi.

Paso la mano por debajo de la mesa y le toco el muslo. En seguida levanta la mirada algo asustado porque nos vean pero después me sonríe; me gusta su sonrisa.

[...]

Me pierdo de todos cuando me voy a los caballos con Antonio. He terminado mis tareas y me dispongo a dar una vuelta con él por todo el pasto, montándolos.

—Escuché que su hermano se mudará hoy.

—Si, es un verdadero idiota. —Nos reímos—Pero en cierto modo me alegra poder estar con él.

Y ahora que me lo pregunto, creo que ahora será más difícil que me saque de éste infierno como me lo prometió. O tal vez le será más sencillo desde aquí adentro.

—Señorita, ¿Todo en orden? Se ha quedado callada de repente.

—Antonio.

—¿Sí?

—¿Has escuchando ruidos extraños en la casa?

—Ruidos, ¿Extraños?

—Si, como si golpearan las ventanas o las rasparan. Incluso llegue a ver sobras, ¿Usted no?

—Yo soy cien por ciento creyente en los fantasmas, y le digo de una vez por todas que aquí ha muerto mucha gente. —Desvía la mirada—La cocinera Amelia ha escuchado cosas extrañas también, tenga cuidado.

Trago saliva; sabía que existían los fantasmas.

[...]

Nadie estuvo presente en la cena más que Ruggero y yo. Al terminar me dirigí a mi alcoba pero noté que él iba tras de mi.

—¿Qué haces?

—Me preparo para ir a hacer ejercicio.

—¿Dormirás aquí?

—¿Eso es lo que te preocupa?

—No, sólo quería saber.

—Pues sí, dormiré aquí.

—Oh... Bien, me parece bien.

Lo vi marcharse y así me pude concentrar en alistarme para ir al gimnasio.

[...]

Al terminar me metí a la ducha, pero la sorpresa que me llevé fue ver a Ruggero de nuevo en la puerta de mi alcoba y vaya susto que me causó.

—¿No sabes tocar la puerta?

—Tú nunca la tocas.

—Estoy en paños menores, ¿Te podrías ir?

—¿En serio no dormirás conmigo?

—No.

—Pero aquí hay fantasmas. —Hago como si lo ignorara, pero la verdad sí me da miedo.

—Si tengo miedo, iré a dormir con mi hermano.

—Ah. —Desvía la mirada—O podrías dormir conmigo.

—¿Acaso me estás pidiendo que lo haga?—Lo encaro—Dilo, me gustaría escucharlo de tus labios.

—Si. Quiero que duermas conmigo, así que vente ya.

Eso sonó más bien como una orden. Lo vi marcharse y me pregunté seriamente si valía la pena.
Pero luego recordé lo que pasó ayer en la noche y en la manera que me tocó... Pero si Hermes se entera... estoy frita.

Mis hormonas me traicionaron y fueron ellas las que me dijeron que saliera a buscarlo.
Me puse mi pijama y abrí sin tocar la puerta.
Está con el torso desnudo y una brisa me recorre el cuerpo; es tan sexy.

—Me alegro que hayas venido.

—Supuse que querías que viniera porque también tienes miedo de los fantasmas y como tú me ayudaste primero, pues yo te vengo a ayudar ahora.

Su silencio se hace presente pero no bastó para que tres segundos después soltara una sonora carcajada.

—Esa es la cosa más estúpida que has dicho, princesa. Yo no le tengo miedo ni a los muertos ni a los vivos.

Me río yo también yendo a acostarme, él apaga la luz y se acuesta al otro extremo, lo cual es absurdo porque yo me arrastro hasta él y lo abrazo.

—Yo te protejo de los fantasmas, rulitos.

—Deberías de protegerte mejor de mi.

—¿De ti?

No me da tiempo de reaccionar cuando estampa sus labios con los míos en un beso feroz que lo obliga a ponerse sobre mi; el instinto de mis piernas me obligar a darle paso entre ellas y me acaloro cuando rosa su pene contra mi.

—¿Estás dispuesta a continuar?

—...Si. Necesito tenerte dentro. —Me sonríe coqueto.

—Ahí todavía no llegamos.

—¡Quiero!

—No comas ansias, aún no es momento.

Quise protestar, pero no me dio tiempo pues sus labios agresivos atacaron los míos como si los quisiera devorar.

Jadeo contra ellos y baja directo a mi cuello.
Se separa de mi pero para quitarme la blusa muy ágil  y sus besos bruscos pararon unos segundos cuando besó mis pechos por encima del sujetador.
Me lo quitó, y volvió a besarme muy cariñoso.

—Luego enfocaré mi atención en ellas. —Susurra, ahora pasando su lengua por todo lo largo de mi abdomen y es suficiente para comenzar a mojarme.

Se separa de mi y se deshace de mis pantalones de pijama, dejándome desnuda ante sus ojos.
Podría apenarme, pero no lo hago porque no tengo porqué hacerlo.

—Depilada, suave y rosita. —Sus dedos me tocan pero por más que quiero cerrar los ojos no puedo, pues es más excitante ver a éste hombre en medio de mis piernas tocándome como si fuera arte—Es perfecta para mi lengua.

—¿Cómo?—Me sonrojo—Inténtalo, es imposible provocarme un orgasmo con un oral.

—¿Tantos han intentado acaso?

—Si. —Es la verdad—No te humilles y mejor penetrante con otra cosa. —La sonrisa que me dedica me da escalofríos, es como si fuera un demonio hambriento de sexo.

—Es una lástima que no puedan hacerte llegar a un orgasmo oral, y por eso me daré a la tarea de hacerlo yo.

Veo que se pone de pie y por un momento se me pierde de vista, pero luego regresa con un cinturón y mil cosas me pasan por la cabeza; me va a pegar. Fue lo primero que pensé, pero no fue así.

—Tus manos. —Se las doy y me las amarra a la esquina de la cabecera de la cama, dejándolas tan apretadas que incluso me duele—Guau, ahora mismo tengo tanto poder sobre ti. —Me besa—Pero dime, ¿Deseas esto?

—¿Disculpa?

—Puedo parar cuando quieras, tú mandas en tu cuerpo.

—¿Crees que si no quisiera, me dejaría amarrar con voluntad propia?—Sonríe, pasando sus manos por mis pechos.

—Esa es mi princesa.

Se vuelve a poner sobre mi y sus besos descienden suaves por mis bubis y se vuelven feroces cuando empieza con mi abdomen.
Abre mis piernas y las pone en sus hombros.
No pierde el tiempo; me dedica una última mirada de deseo antes de empezar a tocar.

Quiero arquearme, pero mejor me le quedo mirando.
Él no es de movimientos suaves, él es de bruscos y busca darme ese ardor tan placentero.
El sonido es exquisito, pero cuando me sopla es suficiente para que no pueda resistir y arquee mi espalda; estoy atada joder, no me puedo mover.

—¡Oh, mierda!—Gimo cuando me da un lengüetazo tan delicioso que provoca que mi calentura aumente.

—Deliciosa, tal y como lo imaginé. —Se aferra a mi trasero encajándome los dedos y juro que jamás alguien me había hecho un oral tan brusco como el de él.

No tiene piedad, ataca mi empapado coño con su lengua.

No sé cuánto tiempo pasa, tal vez minutos que parecían eternos y aunque amase su lengua, aún no conseguía mí orgasmo.

Pude calcular mínimo unos quince minutos, y nada.

Se separa de mi muy enfurecido y me desata las manos tirando su cinturón.

—Imposible que no tengas orgasmos con mi lengua. —Me pongo mis bragas y estoy por buscar mi sujetador pero Ruggero lo ha metido a uno de sus cajones.

—No te sientas mal, lo he disfrutado.

—Me has humillado.

—Tú te humillaste sólo, yo te dije que jamás había llegado con un oral.

Como las luces ya estaban apagadas, me he metido dentro de las sábanas y se notaba que él destilaba mucho enojo.

—Esto no se quedará así, seré el primero que te haga llegar al orgasmo.

—Bien. —Me río.

—Ven para acá, que extraño a mis nenas.

Yo no me muevo, es él quien me arrastra hasta sus grandes brazos y se pone frente a mi busto, pasando su nariz por ellos y causándome cosquillas.

—¿Tus nenas? Ellas no tienen propiedad.

—Yo soy dueño de todo, entonces ellas me pertenecen. —Y comienza con sus lamidas de nuevo, tal y como la noche anterior.

[...]

Me levanto para ir a la universidad, desayuno con Ruggero y me avisan que Hermes ya se encuentra en el laboratorio trabajando y experimentando.
Me ha dado mucho miedo el encararlo pues no hemos hablado sobre el tema de los besos que me he dado con Ruggero.

Me paseo por la universidad después de varias clases y a lo lejos veo algo... Ay no. Ese es Derek, y no está solo.
Lo veo entrar a su oficina con una mujer que le soltó una nalgada y al pasar por ahí, he escuchado que ponen el pestillo de la puerta.

No llores, eres una Sevilla. No llores, eres una Sevilla. No llores, no llores, no llores.

Me trago el nudo de mi garganta y continúo pero aunque no esté llorando no quiere decir que soy de piedra, tengo sentimientos y Derek me los acaba de dañar. ¿Será que se acuesta con más chicas?
Derek es un maestro muy atractivo y sé que le llama la atención a muchos de aquí.

Veo a Liam con su mochila de entrenamiento y me apresuro a correr y abrazarlo.

—Eh' Karol, ¿Qué pasa?

—Nada, sólo te extrañaba.

—Sé que soy alguien guapo e irresistible pero parece que quiera llorar.

—¿Llorar?—Frunzo el ceño y me alejo—Yo no lloro.

—Ah no, por un momento lo creí pero tienes razón; tú no lloras.

—Estoy en hora libre, ¿Vamos a la cafetería?

—Yo no estoy en hora libre.

—Pero no te veo en un salón de clases.

—Tienes razón. —Se ríe—Vamos, se me ha antojado una hamburguesa.

—¡Vamos!—Pero por más que trato de fingir, no se me olvida la escena del hombre al que amo entrando con no sé qué vieja y de seguro ya han de estar teniendo sexo.

Tú también estás haciendo cosas indebidas con Ruggero, tampoco es que seas una santita.
Bueno, pero como quiera duele.

No tengo ganas de entrar a la siguiente clase porque me toca comercio, o sea Derek. Así que me quedo con Liam un buen rato y me comienza a platicar sobre su próximo partido de Hockey y nos ha invitado a Valentina y a mi, nos apartará lugar en las filas de enfrente.

A lo lejos veo entrar a Sergio prendido del culo de una pelirroja muy sexy.
Desvío la mirada sin darle importancia y seguir enfocándome en lo que me dice mi amigo.
Pero tras unos minutos veo que Sergio ya no está y es la pelirroja la que se dirige a mi.

—Hola Liam. —Le dice ella.

—Hola... ¿Verónica?

—Cristina.

—Lo siento, no soy bueno con los nombres. —La chica me mira y yo la imito pero no con arrogancia como lo hace ella, yo lo hago con indiferencia.

—Estoy saliendo con Sergio, espero que no te moleste.

—Yo no peleo pellejos de carne.

—Él no es pellejo, dejaste ir a un chico muy atractivo y popular. No es por nada pero ahora todos hablan mal de ti.

—¿Y eso me debe de importar? Siendo sincera Verónica, no me interesa nada de lo que digan las huecas descerebradas como tú o como tus amigas.

—Me llamo Cristina.

—Ah. —La ignoro.

—¿¡Te crees la gran cosa!?

—Lo soy.

—No lo eres, sólo eres una pobre mujer que fue dejada por su amado novio y que...

—Soy Karol Sevilla. Grábate bien mi nombre porque no aceptaré que me conozcan sólo por un hombre.
Si es éste el caso, pues entonces llámame: "La aplicada con buenas notas" "La que no depende de un maldito hombre" "A la que no dejaron, ella dejó" "La puta ama" o si quieres me puedes llamar la mismísima hija de Satanás pero no pongas a un hombre en mi presentación, gracias.

Todo pasó tan deprisa. La pelirroja me alzó la mano para golpearme pero la he detenido y por un momento pude ver el miedo pasar por sus ojos.

—¡Suéltame!

—¡A mi nadie me levanta la mano! ¡Y menos una basura como tú!

Yo no me ando con rodeos de cachetadas, yo le solté un puñetazo a la cara y en eso Liam se para para ayudarme cuando las amigas de la pelirroja se me avientan, pero luego llegan otros chicos que se le avientan a Liam.

Tengo puñetazos para todos, golpeo a todas las chicas a tal punto que las hago sangran pero ellas no se dejan, ellas van con tirones de cabello porque claramente no sabe pelear.

—¡Eh!—Escucho a alguien gritar y veo que es Valentina, quien corre con una sonrisa a golpear a las chicas.

Tomo una bandeja de la cafetería y le pego en el rostro a los chicos que acorralaron a Liam.
Ambos chicos se intentan aventarse a mi pero soy ágil y con la punta de la bandeja se los encajo en sus abdómenes.

Sonrío con lujuria al admirar la pelea que se ha armado. Algunos vinieron a ayudarnos, y algunos vinieron a ayudar a las demás chicas y puedo admirar todo como si fuera una reina; me gusta el poder.

Tomo de nuevo la bandeja y comienzo a golpear a todos los que se me cruzan. Veo a lo lejos a Valentina estrellando la cabeza de una castaña en el suelo, la está haciendo sangrar.

Todo había pasado han rápido que no nos percatamos de una cosa.

—¡Karol Sevilla! ¡Cristina Méndez! ¡Señor Liam! ¡A la dirección!

Veo al director, y como sé que ya estoy castigada pues le suelto otro charolazo a una mujer antes de aventarlo al suelo.

El director me fulmina y mis ojos se van a otra persona que está a su lado; es Derek.
Me enfurezco aún más por recordar lo sucedido hace unas horas y me dan ganas de volver a tomar la bandeja pero ya me la ha quitado un profesor.

Derek no dice nada, pero es él mismo el que me lleva a dirección junto con el director.
Me lleva la chingada, siempre metiéndote en líos Karol Sevilla.

—Les hablaremos a sus tutores, esto no se va a quedar así.

Si, siempre metiéndome en problemas.


Mabel Paz

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