Dulce tentación [#3]

Door evelynxwrites

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Él la ve como su mejor amiga. Ella lleva años enamorada de él. Él dibuja. Ella escribe. Y el maravilloso arte... Meer

SINOPSIS
PROLOGO
capitulo 1
capitulo 2
capitulo 3
capitulo 4
capitulo 5
capitulo 6
capitulo 7
capitulo 8
capitulo 9
capitulo 10
capitulo 11
capitulo 12
capitulo 13
capitulo 14
capitulo 15
capitulo 16
capitulo 17
capitulo 18
capitulo 19
extra: tara&owen
capitulo 20
capitulo 21
capitulo 22
capitulo 23
capitulo 24
capitulo 25
capitulo 26
capitulo 27
capitulo 28
capitulo 29
capitulo 30
epilogo II
PLAYLIST

epilogo I

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Door evelynxwrites


"Tener un corazón sensible

en un mundo cruel

es coraje,

no debilidad".

TYLER

Por costumbre, tanteo con la mano un lado de cama, buscando su presencia. Entiendo que caí dormido mientras la esperaba en la cama, pero ella nunca llegó. Compruebo la hora en la pantalla del celular, el reloj marca las tres y veinte de la madrugada. Refriego los ojos para despejarme y luego, dirijo la vista hacia la habitación del frente. Como lo pensaba, la puerta está cerrada y un halo de luz surge por debajo. Sigue trabajando.

Todavía no logro acoplarme a sus repentinos cambios de horarios, pero trato de asumirlo con calma. Apenas llevamos ocho meses viviendo juntos. Conseguimos comprar un apartamento en un antiguo pero modesto edificio, luego, nos ocupamos de restaurarlo y convertirlo en un espacio acogedor. Fueron largos días arreglando daños, pintando muros y paredes, moviendo muebles y organizando espacios. Madeleine, tras cumplir veintitrés años y recibir su título de especialista en letras modernas, puso una sola condición para convivir: tener una habitación asignada especialmente para sentarse a escribir.

Dispuesto a consentirla, acepté sin pensarlo. De hecho, colgué los estantes para colocar libros, me aseguré de que tuviera una ventana donde se colara la luz del sol cada día y le regalé un escritorio con un diseño vintage que le encantó.

Prometió tomarse un descanso y relajarse la noche antes de la presentación de su primera novela, pero a pesar de los intentos por distraerla, no pudo alejarse del computador. Está trabajando en una segunda parte.

Ella simplemente hace magia, pero a veces, también me preocupa. Dejó la poesía para reflejar historias más largas y, los temas que aborda, en especial en estas novelas, son sensibles e implican un nivel de compromiso profundo e intenso. La vida transcurre, pero su sensibilidad no cambia. Los hechos la golpean, la sacuden y la escritura es su medio de expresión para sanar heridas.

Aunque trato de contenerme para no interrumpirla, en ocasiones no lo consigo. Tal como ocurre ahora. Salgo de la cama, tomo una manta que está en los pies de la cama e ingreso a la habitación sin tocar. Ella está sentada frente al escritorio, con las rodillas doblegadas y pegadas al pecho. La pantalla está encendida, pero la hoja del procesador de texto permanece en blanco.

—Hora de descansar, preciosa —murmuro suave, para impedir exaltarla. Por detrás, la cubro con la manta. Tal como intuía, su cuerpo está helado. Escribir la apasiona tanto que suele olvidar actividades rutinarias, como abrigarse porque está frío, comer o dormir. Sobre la manta, la envuelvo con mis brazos. Ella reacciona, acariciando mis manos unidas sobre su pecho—. ¿Estás bien?

Maddie se encoge de hombros.

—Creo que... Estoy nerviosa. Nerviosa porque están pasando muchas cosas —traga saliva y no me apresuro a hablar. Le doy tiempo a continuar—. Recibir mi título, sacar un libro, tus exámenes la próxima semana...

Sí, tiene suficiente con lo suyo, pero aun así se preocupa por mí. Sonrío con paciencia. A mis veintiséis años, me encuentro en el tramo final de la carrera de psicología y los próximos exámenes, serán decisivos. La verdad es que Maddie me ayudó un montón, sobre todo al principio. Nunca había leído libros tan extensos, así que ella me propició herramientas para facilitarme la tarea, incluso se sentó a mí lado para que resumiéramos los textos juntos. Con el tiempo, me acoplé al ritmo y a las demandas de la carrera, pero sin ella, no lo hubiera logrado tan rápido.

—Hey, una cosa a la vez. ¿De acuerdo? Mañana es tú día. Lo tienes que disfrutar.

—Sí. Lo sé.

—¿Pasó algo más?

Su temperamento me da indicios de que debo insistir otra vez. Ella permanece en silencio durante largos segundos.

—No —larga, aunque se retracta—. Es que la segunda parte es bastante fuerte —mis brazos la sostienen cuando se inclina hacia un costado y ladea la cabeza, mirándome—. Procesar toda esa información... —respira hondo, después, suspira. Sus ojos permanecen sobre mí—. Te quiero tanto, Ty —concluye, me acaricia ligeramente una mejilla. Sonrío de lado. Ella se pone de pie y se hunde en mi pecho, abrazada a mí cuerpo.

—Y yo a ti, Maddie —paseo una mano por su cabello suelto. Aquel oscuro pasado, ya ni siquiera duele. Es una antigua herida de batalla. Una batalla que, sin dudas, gané, porque me he sacado el mejor premio. Un viejo dolor sanado por el amor que me proporcionan los que me rodean y el amor que aprendí a sentir por mí mismo.

La llevo a la cama antes de que continúe presa del insomnio, atrapada en fantasmas que ella pretende contar y que yo acepté porque sus palabras nunca hicieron daño. Sus palabras siempre me curaron.

☽♡☽♡☽♡☽

La librería-café donde Maddie ingresó a trabajar poco después de cursar su primer año en la universidad, posee una ambientación sencilla e ideal para la ocasión. Los ejemplares del libro descansan sobre una mesa que tiene el protagonismo, debajo del título se lee su nombre: Madeleine Petrov. Delante, permanece una fila de sillas ubicadas para los invitados. La gente va llegando y me ocupo de vigilar que todo salga bien. Voy y vengo, de una punta a la otra, asegurando que todo esté en orden.

Mientras hago ese trabajo, reconozco unos cuantos rostros familiares.

Y un halo de nostalgia me invade al considerar lo rápido que corre el tiempo.

—Emocionado, ¿eh? —molesto a Damon, que viste una camisa blanca y un saco color negro. Da la impresión de que está asistiendo a la premier de una película donde él es el actor principal. A su lado, está Keira junto a los mellizos, que sonríen en complicidad.

—Inspiré el libro. ¿Cómo quieres que esté? —responde seco, aunque es evidente que solo intenta ocultar su emoción.

—Inspiramos, en todo caso —corrige Keira, y él acepta su error a regañadientes.

—Ella tiene razón —me encojo de hombros, divertido.

—¿Crees que no lo sé? —la contempla con ternura—. Siempre supo encontrar la forma de salirse con la suya —admite la derrota, dejando a la vista que Keira fue, es y será siempre su debilidad.

—Obviamente aquí el protagonismo lo tengo yo —Liam, que está en primera fila, se gira e intercede—. El libro existe porque Maddie heredó el don de su papá.

Damon larga una carcajada.

—Estoy bastante seguro de que apenas sabes escribir tu nombre —bromea para molestarlo, dando lugar a un intercambio de palabras donde Liam se justifica diciendo que él vivía contándole historias a Maddie desde que estaba en la cuna y que dicha acción, claramente tuvo efecto a futuro.

Más allá, distingo a Owen y Tara inmersos en una profunda discusión porque no son capaces de ponerse de acuerdo sobre en qué fila ubicarse. Briana, que está ubicada en su lugar, firme para dar apoyo a su amiga, se ríe del par y pone orden de inmediato. Luego me guiña un ojo, en señal de que acaba de solucionar el pequeño problema por mí.

Jax está presente, llegó junto a su novio, un chico que conoció meses atrás en una aplicación de citas. Siempre ha dicho que Maddie es especial para él, porque fue la primera en saber su orientación sexual. Asher y Ellie también asisten, ingresan tomados de la mano como una pareja consolidada. Sonrío y me alegro por ellos. Asher tuvo que lidiar con sus problemas de alcoholismo y logró rescatar lo que tanto le costó ganar, justo antes de echarlo por la borda. Ellie realiza una seña para que me acerque y lo hago. Parece que quiere mostrarme algo, porque saca el celular y teclea en la pantalla durante algunos segundos.

—Mira, parece que Roma se enteró y me escribió. Te manda saludos y felicitaciones para Maddie —explica la rubia, dejándome leer el breve mensaje.

Se me hace un pequeño nudo en la garganta. La última vez que hablamos fue hace cinco años, cuando se disculpó por volver a buscarme, aun sabiendo que Maddie y yo empezábamos a tener algo. Dijo una frase que me quedó marcada: <<A veces la oscuridad te consume de tal forma que, no puedes ver lo que realmente tienes. Y cuando lo haces, cuando la luz llega y consigues apreciar a los que estaban allí para ti, ya es demasiado tarde>>.

No pregunto más.

Envío un abrazo a la distancia y espero, realmente espero, que esté feliz donde sea que esté y que allí haya encontrado lo que tanto buscaba.

Gina, la agente literaria de Madeleine, me toca el hombro, indicando que mi novia está a punto de aparecer para dar inicio a la presentación. Me aproximo a la primera fila, ocupando el lugar que me pertenece y la veo salir. Luce un vestido que le regalé hace un par de días, después de verla revolver su armario en busca de la prenda correcta para la ocasión. Luce hermosa.

Entonces, lo sé. Fui un afortunado. No sabía lo que buscaba cuando la encontré.

MADELEINE

Por mucho tiempo odié mi carácter sensible. Detestaba no ser capaz de expresar mi opinión en voz alta por miedo al qué dirán o que una simple discusión me dejara emocionalmente exhausta. Quería cambiar. Endurecerme. Ser tan fuerte como el resto, que imponían su personalidad en el mundo y lidiaban con el caos de cada día.

Por fortuna, entendí que mitigar mis sentimientos y volverme dura, solo me haría perder lo más especial que tengo. Aquella virtud y también defecto, que me vuelve única.

La sensibilidad me enseñó a percibir pequeños detalles a mi alrededor, aspectos que alimentan mis deseos de expresarme y les dan sentido a las palabras. Historias que quiero contar. Historias que necesito contar. Historias que me inspiran y me apasionan.

Hace un par de años, teníamos un típico almuerzo familiar de domingo. Mi padre, junto a Damon y Keira, se pusieron a rememorar vivencias del pasado. Entonces, Damon fijó la vista en mí y habló, nostálgico.

<<¿Recuerdas, Maddie? Tú estabas ahí cuando Keira y yo nos reencontramos después de cinco años. Tuviste un pequeño accidente y ocuparme de ello me condujo de vuelta a Keira. Fue una casualidad que tú hiciste posible>>, con lo mucho que amo las historias de amor, saberlo me hizo una gran ilusión que no cesó. Se incrementó, despertando la necesidad de explorar a fondo en el pasado.

Fue un arduo trabajo, que incluyó largas horas de conversaciones y entrevistas para luego, reconstruir los hechos, ligarlos hasta que dieran vida a una historia emocionante. Tyler fue el primero en leer el borrador, su aprobación y entusiasmo me impulsó a continuar y, finalmente, buscar un sitio para ser publicada.

Ahora, mi objetivo es trabajar en una segunda parte que se basará en lo que vivió Tyler. Él me lo permitió. Para comenzar, escribió su versión de los hechos. De principio a fin. Me terminó agradeciendo aquello, dice que afrontarlos nuevamente, ayudaron a cerrar por completo la herida.

Yo aún no soy capaz de leer demasiado. Las primeras diez hojas de su testimonio me impactaron, me golpearon directo al corazón. Aunque el dolor se diluye cuando lo veo sonreír, hablándome sobre sus pasiones o sobre los sueños que proyecta a futuro.

Gina da inicio a la presentación. Pronuncia una breve introducción, luego me otorga la palabra. Permanezco de pie. Detrás de mí, está la mesa con los ejemplares de mi primera novela, luciendo una portada maravillosa que ilustró Tyler. Todavía no lo creo.

Nerviosa, diviso al público. Encuentro a mi familia, papá al borde de las lágrimas, Damon y Keira juntos a sus hijos –él orgulloso por el lugar que le toca ocupar-, amigos, conocidos, colegas y Tyler, que, por cierto, luce extremadamente encantador.

Me enfoco en él para conseguir normalizar el ritmo acelerado de mi corazón y doy rienda suelta al pequeño discurso que preparé.

<<Nunca fui buena hablando sobre mí, en general. Escribir me dio la posibilidad de mostrar mi alma. Y esta historia... Esta historia me dio la oportunidad de mostrar de lo que estoy hecha. A pesar de lo caótico que puede resultar el mundo, crecí rodeada de amor... De distintas formas de amor. Amor que vi reflejado en todas partes. En mi familia, en personas cercanas que se convirtieron en mi familia también, en mis amigas y amigos, en desconocidos amables que sonríen al pasar, en la gente apasionada por lo que hace y... Y en la persona que me resguarda al final del día, el que me impulsó a confiar más en mí misma y en parte, es gracias a él que hoy me atrevo a estar aquí, de pie, lanzando un libro y hablando para ustedes. Un libro donde los protagonistas lidiaron con prejuicios, inseguridades, circunstancias ajenas a ellos, pero lo superaron ¿saben? Bueno, no quiero adelantarles el final, pero el punto es que... El amor está hecho de esperanzas y mientras no las dejemos morir, sobrevivirá>>.

☽♡☽♡☽♡☽

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