𝓒𝐚𝖙𝗿ǐղ𝐚

By KryzizBonny

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Catrina, una adolescente de 15 años, se adentra en un parque abandonado encontrándose con un extraño que camb... More

Capítulo 0 - Detalles Desconcertantes
Capítulo 1 - Dulces Recuerdos
Capítulo 2 - Adiós
Capítulo 3 - La Morte
Capítulo 4 - Negligencia
Capítulo 5 - La Sombra Fúnebre
Capítulo 6 - Reflejo
Capítulo 7 - Mina
Capítulo 8 - Sangre Fresca
Capítulo 9 - La Douleur Exquise
Capítulo 10 - Fragilidad
Capítulo 11 - Él
Capítulo 12 - Moral
Capítulo 13 - Noche Inolvidable
Capítulo 14 - Encierro
Capítulo 15 - Confesiones
Capítulo 16 - Obediencia
Capítulo 17 - Secretos
Capítulo 18 - Dejarse ir
Capítulo 19 - Linaje
Capítulo 20 - Ojos Violetas
Capítulo 21 - Sol
Capítulo 22 - Heridas
Capítulo 23 - La Corte
Capítulo 24 - Rabia
Capítulo 25 - Té y Muñecas.
Capítulo 27 - Negociaciones
Capítulo 28 - Amor y Obsesión
Epílogo
Créditos

Capítulo 26 - Rescate

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By KryzizBonny

🦇 Antes de empezar: Además de la imagen de arriba, cada capítulo tiene un audio por si lo quieren escuchar al tiempo que leen. Solo hagan swipe izquierda en cada imagen y den play al video.

Solange tapó las ventanas de inmediato y sus amigas se alejaron de los deberes escolares en cuanto notaron a aquella persona a la que no se le veía la cara, envuelta en una cortina polvorienta y en mal estado.

Catrina se levantó, sus quemaduras le encendían la sed de sangre. Echó una mirada a sus apetitosas amigas y se tuvo odio por lo que estaba fantaseando.

—¿Quién es? —preguntó Telma.

—¿Es una broma? —Kenna miraba la indumentaria de Catrina.

—¿Es un stripper? —preguntó Elvira arqueando las cejas, moviéndolas de arriba a abajo y con una sonrisa perversa en su rostro.

—No y ew... no. ¿Qué demonios te sucede? —dijo Solange— No, escuchen. Ella... oh, maldición. Van a matarme.

—¿Ella? —preguntó Elvira desconcertada al tiempo que toqueteaba a la figura intentando hacer sentido.

—¡Que no es un stripper! Elvira, por favor, —dijo Solange con severidad—. Miren, hay muchas cosas que deben saber, pero no pueden salir de aquí.

—No te preocupes. ¿Quién les creería? —preguntó Catrina a Solange, dándole golpecitos en las manos a Elvira para que la dejara en paz.

—¡Mis padres! Toda la...

—¡Ay, ya! —exclamó Elvira y con una sonrisa pícara le quitó con fuerza la cortina a Catrina.

Los ojos de Kenna, Elvira y Telma se fijaron en ella una y otra vez. Pasaron por sus brazos, uno sangrando y el otro completamente tostado. Su cuello rojo al vivo. Sus ojos, nariz y oídos goteando sangre.
De pronto, cuando parecieron al fin entender que no era un sueño, todo se quedó en silencio. Un silencio que Telma rompió cuando cayó al piso inconsciente desde la cama.

—Bien hecho, genio —reclamó Solange a Elvira.

—Oh... oh, no. No es posible. Cat... yo la vi... muerta —balbuceaba Kenna señalando a Catrina y antes de que soltara un alarido, Solange ya estaba ahí tras ella tapándole la boca.

—¿Qué está pasando? —preguntó una muy alarmada Elvira.

—Esto ya se salió de control. Siento mucho lo que voy a hacer —se disculpó Solange antes de hacerle una llave rápida a Kenna para ponerla a dormir y dejarla en el suelo como Telma.

—Ni se te ocurra —le dijo Elvira saltando tras la cama, defendiéndose con el libro de álgebra de Baldor cuando Solange se acercó a ella—. Puedo tomar la información. Estoy impresionada, sí, pero porque no entiendo. Solo pido que me expliquen. Y perdonen las lágrimas, pero es que... —se tiró hacia Catrina y la abrazó—, esto es fantástico. Oh, no... demonios —añadió cuando notó que su playera blanca se quedó manchada de sangre—. Para ser sincera creo que me estoy dando una idea de lo que sucede aquí —dijo mientras examinaba sus colmillos y piel—, pero ¿cómo?

—Elv, lo siento, pero no hay tiempo, te explicaré después —dijo Catrina y se dirigió a Solange—. ¿Dónde está Jack?

—¿Y cómo voy a saberlo? —espetó Solange al tiempo que levantaba una ceja.

—Fue tras Cirse. Al parecer lo quiere para su ejército de vampiros. No tuvo opción, fue para protegerme.

—Ah, buena historia, ¿y? —por su expresión Solange pareció pensar en algo, pero su barrera mental no le dejaba a Catrina acceder—. Sigo sin entender cómo podría saberlo.

Catrina se detuvo y la miró sospechosamente. Solange se la devolvió, era la mirada dura característica de ella en cualquier discusión.

—Cirse mencionó una vez que la dinastía trabajaba para ella. Solo dime dónde está.

Solange hizo el parpadeo más lento del mundo.
—¿CIRSE LO MENCIONÓ O FUE JACK, TU AMADO? Que te quede algo bien claro, Catrina. Yo no trabajo para ella —dijo Solange, ofendida—. Además, ten algo de tacto. Él mató a mi hermano, ¿y vienes a preguntarme su paradero?

—Él es un vampiro y tu hermano era un cazador. Si no moría él, moría Jack. Fue un combate justo.

Solange abrió la boca y luego soltó una carcajada.

—¡¿Cómo te atreves?! —preguntó ella enfurecida—. Tienes unos ovarios bien grandes para venir a aquí decirme todo esto. Me hace de verdad revaluar nuestra amistad. ¿Sabes qué? ¡Por mí que se quede perdido y di que no te saco de aquí por la ventana con una estaca en ese hueco donde estuvo tu corazón! Largo.

Ambas se miraron con furia. Era un silencio tenso que Elvira rompió al aclararse la garganta, incómoda.

—Reencuentros... esto va genial... ¿Todavía estoy a tiempo para esa llave? Realmente me gustaría una —dijo desde el rincón.

—Lo siento, no quise hablar de más —se disculpó Catrina sin prestar atención a Elvira.—. Es solo que no sé qué hacer. ¿Entonces no sabes nada? —preguntó suplicante. Solange la vio indignada durante unos segundos, pero enseguida su rostro se suavizó—. Estoy desesperada. Por favor.

—¿Por qué quieres encontrarlo? Dime la verdad.

—Entonces sí sabes.

—Maldita sea Catrina. ¡Contéstame primero! —su corazón se escuchaba agitado.

Catrina tomó su mano y sonrió triste ante el tacto familiar de su palma caliente y pequeña.

—Lo amo, Solange.

Solange la miró temblando de ira.

—¿Lo amas? —bufó su amiga arrebatándole su mano—. ¿No crees que es MUY pronto para esa palabra?

—Es pronto, pero sé lo que siento. No puedo describirlo, es algo mucho más profundo que un enamoramiento, va más allá de la amistad o la admiración. Quiero salvarlo, no importa si tengo que dar mi vida por ello.

—¡No digas estupideces! —le gritó Solange— Eres de las personas que yo más amo, Cat. ¡Eres como mi hermana! Daría todo por ti. ¡Absolutamente TODO! ¿Qué te hace pensar que te ayudaría si eso significa arriesgar tu vida? Pídeme lo que quieras, excepto eso, jamás voy a hacerlo.

—La única razón por la que lo estoy buscando es porque Jack fue a entregarse a Cirse antes de que ella me use a mí. Por favor.

—Vaya, al fin. Algo de sentido común. Entonces cumple sus deseos y no te metas.

Catrina negó.

—Te lo imploro. Si él muere a manos de esa loca por mi culpa... no quiero imaginarlo ¡No podría vivir con eso! Por favor, no me condenes a perderlo sin pelear.

—¿Y qué no se te ha ocurrido que si te presentas, le facilites el usar tu demonio a Cirse y de todas formas él termine muerto, contigo al lado para completar la orden? ¿¡NO SE TE HA OCURRIDO ESO!?

—¡Pero hay una oportunidad! Sabré que hice todo lo que pude y que no me rendí.

Solange se cubrió la cara con las manos.

—Escúchala— dijo apática.

—Por favor.

—No.

—¿No? —preguntó Catrina con voz ahogada.

—¡NO! Porque ¿qué hay de mí, Catrina? ¿Me dejarás viviendo después de tu muerte o captura, sabiendo que yo causé todo? ¿No crees que ya he tenido suficiente?

En sus ojos había dolor, mucho dolor. No pudo espiar en sus pensamientos, pero sí en sus sentimientos y el miedo la estaba comiendo viva. Temía sobre todas las cosas que Catrina muriera y eso la conmovió.
Catrina la miró y se quebró. Tenía razón, estaba pidiendo mucho. Actuó de forma egoísta. Quizá hubiera sido mejor jamás ir ahí.
Solange al mirarla, también quebró y de sus ojos brotaron lágrimas.

—Por favor —esta vez la que suplicaba era Solange.

—Lo siento, lo siento... no te incomodaré más, yo veré qué hago, lo siento, de verdad lo siento. —dijo Catrina agachando la mirada cubriéndose de nuevo y yendo hacia la ventana, pero cuando estuvo a punto de abrir las cortinas, Solange la sostuvo del vestido.

—¿Irás de todas formas? —preguntó ella.

Catrina asintió y Solange suspiró con pesadez.

—No sé bien dónde esté, pero tal vez puedo adivinar —dijo en voz triste.

—¡Entonces tienes que decirme!

—No es por ser pesimista, pero donde esté Jack va a estar Cirse, ¡y no vas a hacerle ni un rasguño! No tienes la experiencia, no sabes pelear, eres muy débil para enfrentarla.

—¡Te puedo demostrar que te equivocas, he entrenado duro, sé que puedo hacerlo! —le dijo Catrina

Solange la miró apática.

—¿Entrenaste duro por unos meses y crees que vas a tener oportunidad? —preguntó, aquello le parecía ridículo, pero Catrina se veía esperanzada. Tendría que romperle esa esperanza para salvarla—. Está bien, veamos qué tanto entrenaste. Veamos ese "entrenamiento" del que tanto hablas.

—Chicas, chicas, sé que las cosas están muy tensas, pero no tienen que... —interrumpió Elvira.

—No, sí tenemos. Es la única forma en la que pueda demostrarle —interrumpió Catrina.

—¿No lo podemos dar por sentado? —preguntó Elvira.

—No —contestó Solange—. Quiero tener por seguro que no van a matarla en cuanto toque el lugar. Escucha, si logras mantenerme contra el piso por diez segundos te ayudaré, pero si llego a hacerte una herida, por más pequeña que sea en el cuello o el torso, olvidarás a Jack para siempre.

—Diez segundos es muy poco ¿Estás segura? ¿Tienes tus armas? —preguntó Catrina.

Solange la miró ofendida.

—¿Pero quién te crees que eres? Sí, sin mis 24 armas y sí, 10 segundos. Te vas a comer tus condescendientes palabras.

Catrina asintió nerviosa. Temía lastimarla. Después de todo había entrenado con un vampiro milenario, un vampiro sanguinario y una cazadora retirada.

En poco tiempo habían puesto a sus amigas a una distancia prudente de ellas. Elvira pretendía observarlas con reprobación, pero por dentro estaba emocionada, extrañaba sus días de peleas en la escuela. Nada como darle una buena desgreñada a alguien.

Solange sacó un sable, el blandirlo ligeramente en el aire hacía un sonido melodioso. Catrina asumió una posición de defensa y se concentró visualmente en la espada, omitiendo el sonido que su oído captaba.

Solange atacó, con tan solo un movimiento le hizo una herida ligera en los brazos, que protegieron exitosamente su torso. Catrina abrió la boca. No vio cuándo el sable la tocó, solo se cubrió por instinto al oír tronar el viento.

Catrina intentó tan siquiera tocarla en varias ocasiones, en cada una fue imposible, era muy rápida. Tenía que concentrarse.

Solange también intentó herirla en los lugares indicados muchas veces sin éxito y eso, después de unos minutos, la estaba frustrando.

—Te enseñó bien ese idiota —jadeó Solange—. Pero yo también he entrenado día y noche por varios años.

Todos sus golpes, Solange los bloqueaba, todos los ataques de espada, Catrina los esquivaba. Si seguía así, todo sería decidido por resistencia física y Catrina había perdido mucha sangre, no aguantaría mucho más.

Pensó en Torn y sus entrenamientos salvajes, de verdad esos bailes de salsa le habían ayudado.
Justo entonces, en ese momento de distracción, vio la hoja del sable a centímetros de ella, tocaría su cuello y eso significaría olvidar a Jack.
Con la manga de su vestido cubrió su mano y atrapó la hoja, giró y le arrebató el arma, pegándole con el mango en la frente, mandándola al suelo y cayéndole con las rodillas sobre sus brazos.

Solange abrió la boca. Parecía como si hubiera visto un fantasma.

—Ese... ese es el movimiento de la profesora Mina Helios.

—No sabía que la conocías— le dijo Catrina también sorprendida.

—¡Como sea! —dijo Solange molesta—. Esto no te va a servir, tienen que ser diez segundos — dijo intentando librarse, pero Catrina la oprimía fuerte. Solange rugió, la pateó, pero nada podría quitarla, no hasta que pasaran esos segundos.

—Solo tienes que darme su ubicación.

—¡NO! —gritó Solange aún forcejeando.

Los diez segundos pasaron. Catrina se puso de pie y le dio la mano para ayudarla a levantarse.

—No lo acepto Cat, jamás lo aceptaré.

—Hiciste una promesa.

—Sí, te diré dónde está, pero iré contigo. ¿Tú crees que eres la única a la que la culpa volvería loca? Ya perdí una vez a mi novio, a mi hermano y mi mejor amiga, si te vuelvo a perder, me muero.

—Bien, yo también iré entonces —dijo Elvira levantándose, estirándose y arreglándose la falda corta.

Catrina y Solange se miraron, y después de unos segundos de silencio soltaron una carcajada.

—ABSOLUTAMENTE NO —dijeron al unísono.

—No les estoy preguntando —dijo Elvira, quien parecía entretenida—. Díganme, ¿cómo van a llevar a este desastre sangrante por las calles con el sol bien alto? —señaló a Catrina—. Les recuerdo que ninguna de ustedes, genios, sabe manejar.

Ambas se quedaron de piedra.

¡Además, no voy a meterme! Me queda claro tras su pequeño show, que mi spray pimienta no va a poder ayudar en caso de llegar a un conflicto, pero ¿qué tal si algo pasa? Yo podría avisar a... ¿A quién se avisa en estos casos? ¿Buffy la caza-vampiros?

Solange la miró fijamente durante unos segundos.

—Tiene razón.

—¿De verdad? ¿Vamos a meter a Elvira en esto?

—Si algo sale mal, puede llamar a alguien de mi completa confianza.

—No podemos involucrar más cazadores, eres la única en la que yo confío.

—Pues tendrás que hacer eso mismo, confiar en mí. Créeme, será solo si estamos en peligro. Hay que irnos ya.

—¡Genial! —dijo Elvira sacando sus llaves.

—Oh, no vamos a ir en tu auto —le dijo Solange.

—¿Por qué no?

—¿Porque se está cayendo a pedazos? —le dijo Solange con su honestidad brutal característica—. Cada que nos lleva a algún sitio se le cae algo y la última vez lo tuvimos que empujar en el periférico. El lugar queda lejos, necesitamos un transporte confiable. Vamos, tenemos que salir por la ventana.

—¿Lejos? ¿Qué tan lejos? —preguntó Catrina con preocupación, cubriéndose de nuevo antes de abrir la cortina—. ¿Sabes dónde es?

Solange asintió con dificultad.

—Creo que lo sé. Desde que estuvieron aquí la vez pasada sucedieron muchas cosas.
He investigado, quería probarles que estaban equivocados, pero solo me di cuenta de que la equivocada era yo. En primera, sí, tenía razón la sanguijuela.

Catrina sonrió con melancolía ante ese apodo, Israel lo había usado también contra Jack.

—Estamos metidos hasta las chanclas —dijo Solange con coraje—. Las generaciones mayores han cooperado muchas veces con la Corte y otros vampiros. Te juro que las nuevas generaciones no teníamos idea de esto, solo seguimos instrucciones. Jamás pensé que se aliaran con los responsables de tantas muertes entre nuestros compañeros de equipo. Es repugnante.
Hace unas semanas vi a Cirse entrar en una fábrica abandonada. Lo reporté, pero se nos prohibió atacar o seguir investigando más al respecto. A veces se frenan las cacerías cuando no se tienen los planos o más información del edificio a atacar, pero tras lo que la sanguijuela me dijo ese día, decidí hacer mi propia búsqueda.
Con ayuda de un compañero, entré en la base de datos de la dinastía y encontré el nido de la Corte. Era la misma dirección. Ya la tenían registrada, ¡ya sabían!
Estoy segura de que si Jack "supuestamente" fue reclutado por Cirse, es ahí donde lo contendrá.

Catrina pudo sentir la angustia de Solange.

—Aunque algunos estén involucrados, no quiere decir que todos lo estén. Tú no lo sabías. —la consoló Catrina.

—¿Y qué tal si mis padres lo están? Es MUY posible y no sé si podría perdonar esa traición. No estamos en los mejores términos.

—Lo siento —le dijo Catrina. Jack ya le había contado de esas relaciones por mutuo beneficio, pero no era el tiempo ni lugar para explicarle eso a su amiga.

Solange asintió al tiempo que arrugaba los labios.

—¿Entonces crees que Jack está en esa fábrica? —preguntó Catrina.

—Estoy casi segura. Ninguna otra instalación perteneciente a la Corte podría albergar a un "ejército"

—Hay otra cosa, Solange —le dijo Catrina dudando—. Siento decirte esto tras lo que me acabas de contar. Quisiera que tuviéramos más tiempo y hablar con calma, pero no sé cómo termine todo esto y alguien me dijo que siempre tenemos que pensar en el peor escenario.

—¡Dilo ya!

—Se dice que ustedes tienen esta investigación sobre el virus vampírico. Similar a la investigación de Augusto Aldo... no sé si estés enterada, pero al parecer los cazadores quieren hacer algo con ella. Cirse lo mencionó. Parecía muy nerviosa.

Solange la miró con la boca abierta.

—¡Maldita sea! —gritó ella—. Sé a lo que te refieres, pero no, no tenía idea. ¡Ahora todo tiene sentido! Cuando regresábamos de una cacería oí algo de planes militares, lo ignoré porque pensé que se referían a usarnos a nosotros los cazadores y no me causó la mayor impresión, puesto que sería muy caro contratarnos para eso, pero ahora me aterra que estén conectados. Usar vampiros controlados como armas de guerra. ¡No dejaré que hagan eso!

—Nos preocuparemos por eso después —dijo Catrina antes de tomar a Elvira en brazos y saltar mientras ella le detenía las cortinas para mantenerla cubierta, Solange cayó a su lado y corrieron a la puerta de la cochera que su amiga abrió con un código.

Curiosamente Catrina jamás había visto esa parte de su casa y ahora sabía el porqué.
Cualquier garaje constaba de un pequeño espacio para uno o dos coches, pero aquello no era cualquier garaje. El lugar estaba lleno de todo tipo de autos, había desde un Vocho en estado chatarra, hasta un Lamborghini Murciélago. También tenía una larga colección de motocicletas.

—¿Cómo es que nunca vi este lugar? — preguntó Catrina, aquello la dejó sin palabras.

—No es normal que alguien tenga tantos autos. Los utilizan toda la familia y una gran parte de la dinastía. Tenemos más en talleres distribuidos por la ciudad.

—Demonios, olvidé la licencia en mi auto —dijo Elvira, tocándose los bolsillos sin quitar la vista del Lambo.

—No te preocupes, la policía no puede detenernos— explicó al tiempo que examinaba unas hojas y tomaba unas llaves de un mueble con varios cajones—. Usaremos el Charger, según estos datos se adecúa a nuestras necesidades y es mucho más discreto que otros. Además, si no mal recuerdo... —dijo arrancando a Elvira del Lamborghini y caminando hacia el otro auto, abriendo la cajuela. Había una maleta grande y un pequeño refrigerador ahí—. ¡Perfecto! Es el Charger para los cazadores-vampiros. Abrió la hielera y sacó una bolsa parecida a las de sangre con un líquido transparente para dárselo a Catrina.

—¿Qué es esto?

—Lo acaban de desarrollar, es sangre artificial. Ahora veo por qué apresuraron este proyecto, si controlan el virus pueden hacer más vampiros y alimentarlos convenientemente con esto. Es barato también.

Catrina la miró emocionada ante la genialidad de esa sangre sintética.
Mordió la bolsa y dio un gran trago, pero de inmediato sintió ganas de vomitar.
No era que no le pasara a la garganta o que sintiera algo malo como con la sangre muerta, sino que el sabor era lo más asqueroso que hubiera probado en su vida y muerte.
Era como un sabor fuerte y espeso entre medicina y un saborizante artificial de mango con pésima calidad. La textura se sentía aceitosa y con mini fragmentos de algo como coágulos y basuritas. Todas esas texturas chocaban y se dividían en la boca. Para acabar, ese gusto asqueroso como que se oxidaba en la lengua dejando un sabor de boca terrible. Era lo peor de lo peor.

—Es la mezcla tropical.

Catrina dio unas arcadas intentando con todas sus fuerzas de no vomitar, pues de verdad necesitaba ese nutrimento. Se lo empinó, pero de tan grotesco que sabía, se le olvidó cómo tragar. Pasó un segundo que se le hizo eterno y lo pasó. De inmediato se sintió mejor.

—¿Cuántas puedo tomar? —dijo con lágrimas en los ojos por el asco.

—Todas las necesarias, te necesito a full.

Catrina asintió y se llevó el resto al auto, esperaba de verdad que hubiese otros sabores que no fueran tan terribles.

Subieron al auto, Solange presionó un botón y una vocecita les aseguró que habían bloqueado la luz del sol aunque los vidrios siguieran transparentes. Catrina de inmediato sintió la diferencia, era como si la noche hubiera llegado. Su cuerpo finalmente descansaba y cuando sintió el aire acondicionado salir por las rendijas no pudo evitar relajarse y extenderse en la parte de atrás. Mordió otra bolsa de sangre artificial asquerosa. Ya sentía a sus tejidos reponerse.

Solange presionó otro botón para abrir la cochera y salieron de ahí rápido casi quemando llanta. Elvira fue rápida y habilidosa por dos minutos, luego llegaron a quedarse atascadas en el tráfico de un millón de horas característico de la Ciudad de México.

La sinfonía entre las bocinas de los autos siento presionadas frenéticamente, los motores encendidos y gente gritando vendiendo diferentes cosas entre los autos parados a vuelta de rueda, estaba en su punto más alto, era seguro la hora pico, entre las 8 y 9 de la mañana del domingo.
Catrina sabía que tenían prisa, pero no le quitó el sentirse embelesada por ver al sol una vez más y agradecía a la tecnología de los cazadores tales visiones. Ahora entendía por qué ciertos vampiros traicionaban a su especie y se volvían cazadores, los privilegios eran enormes.

—Un momento. ¿Qué hacían tan temprano en domingo haciendo deberes? —preguntó Catrina.

—Proyectos finales —le dijo Elvira—. Tienes suerte que no tengamos que entregar proyecto final hasta el miércoles, si no, te hubiéramos tirado por la ventana en cuanto entraste.

Solange rio y asintió.
—Definitivo. Ese proyecto de matemáticas del miércoles nos ha hecho llorar ya varias veces. Si morimos, te juro que mi fantasma va a ir a entregar ese trabajo.

Catrina sonrió, no extrañaba eso de la escuela, su tutor era increíble.

Tras el segundo servicio por parte de los lavadores de parabrisas que caminaban entre los autos y no avanzar nada, Elvira habló de nuevo.

—Sol, ¿dices que la policía no tiene autorizado detener este auto?

Ella asintió.

—¿Sin importar qué?

Solange negó.

Los ojos de su amiga brillaron y sonrió ampliamente.
Catrina y Solange, por su parte, se miraron recordando un detalle de Elvira. Algo que escucharon de ella cuando aún les llevaba un año en la escuela y todavía no eran cercanas.
Elvira corrió autos en competencias de "arrancones" clandestinas por casi dos años. Siempre usó el de su exnovio... hasta que lo destrozó.
Nadie más volvió a prestarle su coche, pero seguía siendo una de sus pasiones. Había visto "Rápido y Furioso" unas cincuenta veces y en varias ocasiones les dio a entender que se estaba viendo con el hijo de un corredor profesional de autos.

—¿Traen el cinturón de seguridad? —preguntó Elvira mirando a su alrededor, al tiempo que volvía a acomodar los espejos.

—Sí.

—Perfecto.

Elvira sonrió, giró el volante a la derecha y aceleró saltando el desnivel, cayendo a la calle vacía. Catrina y Solange soltaron un alarido. El impacto hizo rebotar al auto, pero sorpresivamente por dentro, no pasó mucho.

—Están diseñados para este tipo de maniobras, ¿verdad?

Catrina y Solange seguían prendidas de lo que pudieron agarrar dentro del coche, la segunda asintió.

—Sí, lo supuse. Ya había destrozado... digo, manejado un Charger antes, este se sintió diferente desde que lo encendí.

—¿No lo tenías por seguro? —preguntó Catrina con voz ahogada.

—Nah, pero me alegra que lo aguantara, qué auto más sexy.

Tras eso, Elvira no solo iba a unos "discretos" 250 km/h, sino también se subía a banquetas, camellones y cruzaba parques. Era habilidosa, sí, pero la policía empezó a perseguirlas después de un par de cuadras.

—¡Demonios!

—Creí que no tenían autorización de detenerte.

—No la tienen —dijo Solange, volteando hacia atrás —, supongo que mi familia sabe qué está pasando.

—¿Qué?

—Debieron descubrir a las chicas, además de que no limpiamos la habitación tras nuestra pelea.

—¿Quieres que me detenga y hable con el oficial? —preguntó Elvira.

—Imposible, si lo mandaron a detenernos... si llegaran a saber que Catrina está aquí.

—¿Qué pasaría?

—Tras la cabeza de Catrina hay un precio muy elevado, ridículo.

—¿No podemos sobornarlos? —preguntó Elvira.

—No, no podemos. Los cazadores pagan más.

—¿Y cuánto piden por ella?

Solange tomó aire.

—15 millones.

—¿¡De pesos!? —gritaron impactadas Catrina y Elvira

Solange asintió.

—Wow... hasta dan ganas de entregarte —dijo Elvira a través del espejo retrovisor sacando la lengua a Catrina.

—Como les dije, hay detalles muy sospechosos. No quiero dudar de la inocencia de mi familia, pero no puedes detenerte Elvira, verán, esa cantidad no es común que la ofrezca un mortal por la cabeza de un vampiro. Esa es la recompensa proveniente de un cazador u otro vampiro. La policía seguro ya les dio nuestra ubicación. Si no los perdemos, los cazadores nos encontrarán.

—Ok, el soborno queda fuera, pero ¿qué hay de...? —dijo Elvira mirando a Catrina y sonriendo con cierta malicia—. Podrías, tú sabes... morderlos.

—De ningún modo —dijo Solange.

—Pero, sería la única forma.

—No es verdad —reclamó Solange—. Nos meteríamos en más problemas.

Catrina estaba agitada.

—Bien, no se preocupen. Ahora mismo los pierdo —dijo Elvira con otra sonrisa que les dio escalofríos. Catrina y Solange solo esperaban salir vivas para contarlo.

Elvira llegó a un embotellamiento, la policía estaba tras ellas tocando la alarma y pidiéndoles que se orillaran. Ella les hizo señas de que no los escuchaba al espejo.

—¿Qué haces?

—Oh, ya verás.

Los oficiales avanzaron a su izquierda, pero en cuanto lo hicieron Elvira puso la reversa y presionó el acelerador.
Ella rio como loca. La pasión y la adrenalina eclipsaban su mente.
Al llegar al final de la calle dio un giro perfecto y salió en sentido contrario, esquivando autos habilidosa.
Con Elvira, viviendo su mejor fantasía, tardaron poco tiempo en llegar a su destino. Durante el trayecto, en los pocos momentos en los que perdían a los oficiales, Solange presionaba botones que aseguraba cambiaban el color y los números de placas. Cuando bajaron del auto, Catrina pudo observar el cambio con sus propios ojos. No veía con completa claridad porque la luz era mucho más de lo que sus ojos podían tolerar, pero era como una pintura hecha totalmente de píxeles. Las placas también daban la ilusión de estar grabadas cuando en realidad era una pantalla digital.

—Es aquella fábrica —señaló Solange hacia un viejo y desgastado edificio con los cristales rotos mientras abría una sombrilla para cubrir a Catrina.

Ella misma lo sentía, toda la calle olía a sangre de tal forma que seguro los mismos humanos la olían también.

Solo es una fachada, Cirse debe estar dentro. Aquí tenemos todas las armas que necesitaremos —añadió Solange mostrando una maleta alargada—. Hay estacas, espadas, dagas, cuchillos, cuerdas y de todo. ¿Qué te gusta? —dijo Solange vistiendo sus 24 armas y poniéndose la capa arriba.

—¿Cuál es el plan? —preguntó Elvira.

Solange sacó de la bolsa un pequeño llavero negro con dos pequeños focos y un botón.

—Catrina y yo entraremos juntas. Tú te quedarás aquí y presionarás el botón si este pequeño aparato muestra una luz roja.
Cat, sé lo mucho que quieres salvarlo, pero si vemos que hay más vampiros de los que podemos lidiar, saldremos de ahí, ¿está bien? No tiene caso que nos maten sin siquiera llegar a verlo.

—Está bien. Umm... ¿Tienes de la cuerda de metal que usan ustedes los cazadores?

Solange le dio una.

—Está bien. Muchas gracias, Solange. Lo aprecio mucho —dijo Catrina abrazándola.

—No tienes qué... —contestó su amiga cuando de pronto el abrazo se tornó asfixiante— ¿Qué haces? ¡Suelta!

La apresó en sus brazos y con la cuerda. Esperó unos segundos, Solange luchaba, pero finalmente cayó rendida. Se sentía terrible por aprovecharse de su confianza, pero era por su seguridad.

Elvira estaba boquiabierta, sacó su spray pimienta, sin embargo, la válvula le apuntaba hacia los ojos cuando la presionó. Ella soltó un grito y comenzó a toser.

—¿Qué haces? —preguntó Catrina ante tal escena.

—¡ENTRÉ EN PÁNICO!— chilló Elvira al tiempo que se tallaba los ojos.

—Escucha, cálmate. Solo lo hice para que no se meta. Jamás me perdonaría si le sucede algo. Por favor, cuida de ella —esa era su batalla y no dejaría que Solange arriesgara su vida. Agarró una botellita de agua, la destapó y se la entregó a Elvira.

—¡Pero Cat! Creí que...

—Si no quieres que haga lo mismo contigo Elv, te quedarás en el auto. No la desates, por más que te lo pida. No quiero que se metan. Yo ya estoy muerta, no puedo dejar que pierdan todo lo que yo perdí. ¿Queda claro?

—¡No es justo! —le dijo Elvira con los ojos irritados, lagrimeando—. Me preocupas Cat, más te vale salir viva y triunfante. Por favor, si las cosas no pintan para bien, regresa. Toma el llavero de Solange. Lo estaré vigilando en cuanto recupere la vista. Si tienes problemas... eh, bueno, nunca nos dijo qué sucede al presionar el botón. Ah, bien, cualquier cosa será mejor que nada.

Catrina asintió. Su misión le daba fuerzas.

Después de examinar por fuera la vieja fabrica, notó que las únicas formas de entrar eran por los pocos vidrios rotos o por la puerta principal, que sorpresivamente no tenía llave.

Abrió el cerrojo oxidado y empujó la puerta con cuidado echando un vistazo, dominaba un completo silencio.
El lugar estaba vacío a simple vista. De verdad parecía una fábrica abandonada con maquinaria roída, paredes con la pintura cayéndose y moho creciendo por varias esquinas, pero ella sabía que eso era solo una forma de encubrir lo que se encontraba ahí. Su sentido le decía que la parte bajo tierra era aún más grande y profunda.

Le preocupaba el hecho de que se mantuviera abierta la puerta principal, ¿significaba eso que tenían la confianza de poder eliminar a cualquiera que entrara?

Al doblar en una esquina pudo detectar a algunos vampiros ir hacia ella. Se alejó un poco, sabía que no se encontraba lejos de Cirse, pues a medida que avanzaba, el olor a sangre humana y perfume se hacía más fuerte, pero le fue imposible captar la esencia de Jack, había olores tan variados y penetrantes que no conseguía localizarlo.
¿Estaría... muerto?
Escuchó de nuevo los pasos. Se escondió tras una caja de madera apoyada en la pared y esperó intentando descifrar los aromas.

Además de la habitación de Cirse, una gran sección bajo las escaleras contenía a muchos vampiros y humanos. ¿Podría ser un calabozo? Escuchaba gritos, murmullos y el tirar de varias cadenas. Criaturas de esencia que no identificaba. Había también, ¿agua?

Los vampiros la pasaron de largo. Hablaban muy animados de las víctimas de la noche anterior que Cirse les había regalado.
Catrina salió siguiendo a su olfato. Bajó por unas escaleras de piedra que parecían no tener fin y llegó a una puerta de metal con decoraciones excesivas, muy diferente del estilo de la fábrica. No fue difícil forzar la puerta para abrirla. Mina le había enseñado bien.

Al abrirla, se quedó mirando detenida aquel lugar. Era un calabozo muy bizarro. En el piso había agujeros cubiertos por barrotes que al principio le dieron la impresión de ser coladeras.

En los agujeros se encontraban personas, pero por más que recorrió con la vista cada uno, ninguno era él. Manos intentaban sujetarla cuando pasaba cerca y no había forma de evadirlas fuera de su rapidez de reacción. Escuchaba plegarias y amenazas, alaridos y risas. No podía detenerse a ayudar, no tenía tiempo. Cada tanto tenía que suprimir sus propios gritos cuando la lograban tomar de sorpresa por los tobillos.

La frustración empezó a tornarse en una agonía terrible. Aquello era peor que un laberinto y sus sentidos la engañaban cruelmente haciéndola caminar en círculos y detenerse frente a paredes sin salida. Le recordaba a un hormiguero.

Entonces vio que un agujero, uno de lo tantos que estaba vacío, era relativamente más amplio, los barrotes eran incluso de un material diferente.

Abrió la reja sin tener que forzar la llave, vislumbro unas escaleras y bajó con suma precaución. El lugar se tornó blanco azulado; olía a agua estancada, cuerpos y sangre.

Lo que había ahí le daba escalofríos. La escalera rodeaba a toda la nueva habitación y en el centro había un pozo. Su sentido le indicaba que aquello era también una especie de prisión de agua.

¿Estaba en el sitio equivocado? Caminó alrededor varias veces, de arriba a abajo, sin hacer mucho caso al agua. Tal vez había otra puerta escondida en la pared. Olía una aglomeración de cuerpos. Se sentía justo bajo su nariz.

Se dejó caer derrotada en el escalón. No lo escuchaba, no estaba su aroma. La cabeza le daba vueltas, no podía pensar con claridad cuando lo único que su cuerpo quería hacer era tirarse a llorar.

Y justo entonces hubo algo, una pequeña conexión. Un pensamiento, no, algo más, le garantizaba que él estaba cerca.

Su oído captó el movimiento ligero de unas cadenas.
¡Era él! No sabía cómo, pero estaba segura. Corrió siguiendo aquel instinto ciego hasta que llegó a la plataforma que daba al agua, decidida metió su pie, pero su piel se sintió hervir.

Las cadenas se agitaron. ¡Él estaba ahí! ¡¿Lo tenían encadenado bajo el agua?!
¡Tenía que sacarlo!
Se lanzó de inmediato, el agua le provocaba un ardor en toda la piel y un entumecimiento en los músculos.
Abrió los ojos con gran dificultad, se sumergió y pataleó tratando de descifrar qué veía. El fondo se movió y subió con gran rapidez. Se dio cuenta de que lo que veía eran cadenas y a sus prisioneros nadando hacia ella.

No pudo reaccionar de la impresión, uno de ellos la agarró por el muslo y la hundió aún más sujetándola con fuerza. Catrina intentó patearlo, pero el agua amortiguaba el golpe. No podía distinguir mucho, pues sus ojos también quemaban. Más prisioneros la alcanzaron acorralándola y pronto sintió mordidas por todo el cuerpo. Su alrededor se empezaba a tornar escarlata. La desesperación le hizo tragar aquella terrible agua que le abrasaba por dentro. Cada vez, la luz de la superficie se debilitaba más y más.

Entonces algo la arrancó de las viciosas manos que la hundían. La sujetó fuerte contra su piel y se impulsó a la plataforma rompiendo sus cadenas.

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