Dulce tentación [#3]

De evelynxwrites

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Él la ve como su mejor amiga. Ella lleva años enamorada de él. Él dibuja. Ella escribe. Y el maravilloso arte... Mai multe

SINOPSIS
PROLOGO
capitulo 1
capitulo 2
capitulo 3
capitulo 4
capitulo 5
capitulo 6
capitulo 7
capitulo 8
capitulo 9
capitulo 10
capitulo 11
capitulo 12
capitulo 13
capitulo 14
capitulo 15
capitulo 16
capitulo 17
capitulo 18
capitulo 19
extra: tara&owen
capitulo 20
capitulo 21
capitulo 22
capitulo 23
capitulo 24
capitulo 25
capitulo 26
capitulo 27
capitulo 29
capitulo 30
epilogo I
epilogo II
PLAYLIST

capitulo 28

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De evelynxwrites

TYLER

Maddie sonríe con dulzura y la contemplo a través del computador, apreciando la forma en que su rostro se ilumina cada vez que las comisuras de sus labios se elevan. La echo de menos, a pesar de que hablamos cada día y mantenemos la costumbre de contarnos novedades.

Me dejó impactado cuando develó el secreto: Owen y Tara están saliendo. De todas las chicas que imaginé para él, Tara estaba a lo último. No porque sea una mala persona, sino porque sus caracteres son incompatibles –o eso aparentaban-, dado que se pasaban el rato discutiendo y mostrando desprecios el uno por el otro.

Además, comentó sobre esa fiesta de disfraces que harán el fin de semana y dijo que todo el mundo está emocionado por asistir. Incluso, anunciaron que premiaran los disfraces, provocando que la gente se altere en busca de alguna vestimenta distinguible.

Lo definen como <<el evento del año>> y <<la fiesta que nadie tiene que perderse>>.

Y aunque lamento no poder asistir, le insistí a Maddie en que debería ir a divertirse, pasar un buen rato con amigas. Estuvimos bromeando durante un largo rato sobre el disfraz que podría llevar y luego, tornamos la conversación hacia mi lado, riendo de la preocupación –un tanto exagerada- que Damon y Keira mostraron últimamente. Mi hermano, sobre todo.

—Me tratan como si tuviera seis años —me quejo, divertido—. Ya pasaron como cuatro días y Damon aún me sigue vigilando —agrego bajo el mismo tono, sospechando que él solo actúa de ese modo para molestar.

—Es lindo que estén cuidando de ti. Me tranquiliza. Así que deja que lo hagan —dice y en un parpadeo, su expresión se torna melancólica. Después del accidente, insistió en regresar a la ciudad para quedarse conmigo el tiempo que sea necesario. Costó convencerla de que no lo hiciera, pero le prometí que la distancia valdrá la pena. Así se lo dije durante una de esas video llamadas que se volvieron rutina para ambos. <<Estaremos juntos pronto y haber aguantado tendrá sentido. Te lo prometo>> aseguré; percatándome de evitar una decisión de la que luego pueda arrepentirse. Si regresa a la ciudad, se perderá exámenes importantes, para los cuales lleva tiempo preparándose.

Quiero que pueda entender que la prioridad siempre será ella. Uno mismo. Luego viene el resto. Puede sonar egoísta, pero es así. Fallarse a uno mismo hará que el resto de las relaciones fracasen.

—Sabes... —baja la mirada, distingo que suspira—. Me encantaría estar ahí, contigo. No puedo esperar —balancea su cuerpo levemente hacia los lados y percibo cierta tristeza, aquella que la hace lucir frágil y diminuta, y de pronto, todo lo que quiero hacer es abrazarla, colocarla en algún sitio impoluto donde nada ni nadie pueda lastimarla—. Podría posponer los exámenes, de verdad yo...

—Hey, mírame. Ya hablamos esto ¿recuerdas? —intento hacerla entrar en razón, otra vez. Comprendo que la universidad se volvió una especie de presión que soportar, pero debe recordar el motivo que la llevó a ese lugar: luchar por sus sueños—. Estoy orgulloso de ti, Maddie —digo con sinceridad y además, para traerle a la memoria lo maravillosa que es—. Tus poemas... Wow. Los estuve leyendo y, déjame decirte, me han provocado sensaciones que no conocía —sus facciones enseguida recuperan el color que le proporciona su sonrisa—. Tienes que seguir adelante con eso.

—Sí. Lo intento —su respuesta es de pocas palabras, típico de ella. Cada vez que recibe algún comentario acerca de su persona, se comprime. Es como si no pudiera creer que aquellas virtudes le pertenecen. Se mueve tímidamente, tirando su cabello pelirrojo y alborotado hacia a un lado. A diferencia de otros encuentros virtuales, lleva un pijama que devela partes de su cuerpo y muestra más detalles de su piel. Diviso las pequeñas manchas pecosas esparcidas a través de sus hombros, dibujan un camino en degradé hasta el comienzo de su pecho. Noto, incluso, que no lleva sujetador. Su piel es una invitación perfecta y tentadora a ser acariciada. Lo haría. Pero desde acá, todo lo que puedo hacer es tocar la maldita pantalla—. Estoy trabajando en corregir errores, pero... No lo sé, siento que aún le falta algo —se encoge de hombros.

—Bueno, estoy seguro de que encontrarás eso que dices que le falta —me gustaría poder ayudar de alguna forma, pero en lo que respecta escribir poesía, soy un total inútil. No tengo idea—. Y por cierto, estás hermosa.

Se sonroja.

—Pensé que no notarías el cambio —dice, refiriéndose a lo que viste.

—Solo un idiota no lo notaría —entonces volteo, al sentir que tocan la puerta—. De acuerdo Damon, ya es suficiente. Estoy perfecto —me atrevo a responder antes de que haga la típica pregunta de <<¿te sientes bien?>>.

—No es eso, Tyler. Te buscan. Roma —murmura, haciendo una seña para que me dé prisa. Maddie continúa del otro lado, expectante a la conversación. Odio tener que interrumpir esto.

—Ahora voy —digo a mi hermano y regreso hacia el computador—. Hey, tengo que tomarme un minuto. ¿Puedes esperar? —pregunto, porque no está en mis planes suspender la charla que llevábamos adelante. No será más que una pequeña pausa. Ella acepta, dice que aprovechará para corroborar algunas tareas en su agenda mientras espera.

Y como prueba de que regresaré pronto, me quedo en línea. No es algo extraño, solemos hacerlo. A veces simplemente estudiamos juntos. Ella se pone a repasar apuntes, yo los míos, y mantenemos las cámaras encendidas para vernos u acotar algo de vez en cuando. Es una buena manera de sentir su compañía. Funciona.

Roma está esperando en la sala de entrada, sentada en un sofá individual mientras chequea el celular. Me llama la atención descubrir que, a su lado, sobre el piso, descansa una maleta mediana. Apenas conectamos miradas, lo larga todo y tal como sospechaba, algo pasó. Dice que <<tuvo una pelea fuerte con su madre y le pidió que se vaya>>, luego, explica que no puede ir al apartamento de Asher y Ellie porque <<pasan la noche entera de fiesta y ella necesita descansar>> por último, pide perdón y pregunta si puede quedarse en casa. Será por una noche, ya que al día siguiente tomará el primer colectivo de regreso a la universidad.

Echo un vistazo al pasillo vacío, analizo la respuesta. Lo único que quiero es acabar con esto y volver a hablar con Maddie. Miro a Roma, completamente perdida y sin un lugar a donde ir. Recuerdo que, en la pequeña habitación del fondo desocupada, hay una cama que Lidia suele usar cuando pasa la noche en casa para cuidar de los niños.

—Está bien —accedo, actuando como lo haría un amigo—. Te muestro la habitación —doy una sonrisa amable y la acompaño.

Tan rápido como puedo, aparezco en mi cuarto. Cierro la puerta, recojo la laptop del escritorio y decido recostarme en la cama, acomodando el computador sobre mis piernas. Madeleine sigue ahí, concentrada, leyendo una libreta.

—Volví —digo—. ¿En que estábamos?

Parece indecisa al intentar retomar el habla. Titubea.

—Um, ¿pasó algo, Ty?

Por un instante, dudo en sí debo o no dirigirme hacia ese tema. Aunque finalmente comprendo que me corresponde contarlo. No lo sé, no se siente bien esconder una parte de mi vida porque ni siquiera estoy haciendo algo malo. Lo llamo ayudar a una vieja amiga.

—Es que una amiga tuvo en problema y me pidió ayuda. Necesitaba un sitio donde pasar la noche —comento, mantengo la decisión y voy hacia ello—. Roma —aclaro, segundos después.

MADELEINE

—¿Va a pasar la noche en tu casa? —cuestiono frunciendo el ceño y lo veo asentir. Respiro. Respiro atrayendo una larga corriente de aire a los pulmones. Tengo que estar calmada, pero vaya, no lo estoy. En absoluto—. Eso es... Suena a que pasan mucho tiempo juntos últimamente ¿no? —ni si quiera sé por dónde empezar. Tras el accidente, un montón de dudas se atoraron en mi garganta, cuestiones que evité para no provocarle un estrés innecesario.

—Sí, pero no lo planeamos, todo ha sido casualidad —trata de explicar, mientras pasa una mano entre su cabello, nervioso. Tengo la mala sensación de que nos estamos trasladando hacia una discusión y detesto lo amargo que sabe—. Maddie, te juro que somos amigos.

—No, Ty. No tienes que jurarme nada —suspiro, otra vez soy la tonta que quiere llorar imaginando lo que vendrá. Tyler siempre ha sido el primero en decirme que tengo el derecho a expresar lo que siento, porque es tan importante como los sentimientos de los demás. Y resulta que es verdad, guardar sentimientos es un comportamiento autodestructivo, es un camino directo a acabar ahogada en las cosas que nunca dije—. Te creo, ¿sabes? El problema es que no puedo... No puedo evitar sentirme celosa e insegura. Ella no es Ellie o cualquier otra amiga que puedas tener. Es Roma, tu ex. Y... Y sí no entendí mal, hasta hace unos meses aún se veían —una lágrima se desliza y la quito a velocidad extrema. Da tanto miedo saber que eres vulnerable y que no lo puedes controlar. Aunque de momentos permanezco callada y me cuesta poner en palabras altas lo que pasa en mi interior, él no interrumpe. Espera pacientemente. Escucha, aunque le duela hacerlo.

—Puedo pedirle que se vaya.

—No —manifiesto de inmediato—. Eso es cruel. Y aunque ahora mismo me gustaría que lo hicieras, sé que mañana me arrepentiré de haberte pedido algo así —al mismo tiempo, busco una explicación para conseguir que se ponga en mis zapatos—. A ver... ¿Cómo te haría sentir si de pronto te digo que pasaré la noche en el apartamento con Owen? —largo en un impulso. Al instante, llevo las manos y me tapo la boca, cayendo en la cuenta de que metí la pata.

<<Increíble, Maddie>>.

—¿Owen? —Tyler emite una carcajada. Es probable que crea que me volví loca. No obstante, permanezco taciturna y el clima de la conversación se torna rígido. Su carcajada se pierde en el vacío, el silencio que surge habla por sí solo—. Es una broma, ¿no?

Me encojo de hombros. Estos lugares incomodos son producto de los celos y la inseguridad. No necesitaba decir eso, pero es demasiado tarde para retractarme, él ya descubrió que pasó algo.

—Fue una confusión —los ojos del castaño se expanden, impresionados de una manera rota—. Intenté contártelo antes, pero la primera vez Tara interrumpió y la segunda tuviste el accidente —juego, nerviosa, con las puntas del pelo. Las enroco en el dedo índice y las suelto, repito el movimiento una y otra vez. Muerdo el labio inferior hasta casi lastimarlo.

—Suficiente.

—Tyler, escucha —pido, desanimada—. Él estaba triste, intenté consolarlo, y se confundió. Me besó, pero me alejé tan rápido como pude —revelo, subo las piernas e inclino las rodillas, pegándolas al pecho. Tyler no dice nada, el silencio aumenta mis ganas de echarme a llorar y que estemos haciendo esto mediante una video llamada lo hace todo aún más difícil—. Creo... Necesito que terminemos por hoy —entiendo que, de todo lo que dije anteriormente, esta es la decisión más acertada.

Quiero creer que tomar un descanso y pensar con la cabeza fría hará que mañana podamos solucionarlo.

—Sí, yo... Hablamos mañana —coincide.

La despedida es tan rápida como dolorosa. El llamado acaba, su imagen se disuelve en la pantalla y su voz se ausenta, dejándome con el sonido de mi respiración afectada seguida del primer sollozo que surge de manera natural tan pronto encuentro privacidad suficiente. Siempre fui de lágrimas fácil, en particular cuando nadie puede verme.

Esto tenía que ser diferente. Se suponía que le contaría lo de Owen como lo que fue, un hecho descabellado e impredecible, sin ningún tipo de sentido, porque ya no existen sentimientos de atracción. Le mencionaría lo asustado que se veía el chico y mi expresión de <<¿qué carajos fue eso?>> y reiríamos. Haríamos bromas al respecto, porque es como funcionamos. Así, quedaría en una divertida anécdota y no en una sorpresiva puñalada que hace daño.

☽♡☽♡☽♡☽

TYLER

Roma no mintió al mencionar que su único pedido era un lugar donde dormir. Al despertar, comprobé que se marchó a primera hora. La cama está hecha, cada cosa está en su sitio. No hay rastros de que alguien estuvo allí, de ese modo, es una completa ironía pensar el caos que desató esa fugaz visita.

Trajo como consecuencia la primera discusión entre Maddie y yo. Tengo fija la imagen de sus ojos humedecidos y la transformación radical de su rostro. Ya lo sé... Soy un imbécil.

Después de almorzar, la casa queda vacía. Los niños asisten al instituto. Keira se dedica a su trabajo, Damon al suyo. Hago un intento por avanzar en las tareas universitarias. Propongo el boceto de un diseño para un trabajo final que debo presentar la próxima semana, pero no obtengo mucho, más que un par de trazos desalineados que provocan ganas de arrugar el papel y echarlo a la basura.

Para variar, acabo con el teléfono entre manos. Tecleo a Maddie, borro. Tecleo a Owen, borro. Los mensajes colman mi paciencia. Necesito el contacto directo. Necesito estar allá para arreglar esto, pero el trato es que volveré el próximo lunes y aún faltan tres días para eso.

<<Llamando a Owen>> muestra la pantalla y sosteniendo con firmeza el celular, lo coloco decidido sobre el oído.

Espero un par de tonos, hasta que doy con él, que saluda con un despreocupado <<hola>>.

—¿Qué tal, amigo? —digo, apelando al sarcasmo. Demando una explicación de su parte o explotaré.

—Bien, ¿y tú?

—No tan bien —respondo y obtengo como respuesta silencio—. Tengo que hacerte una pregunta— más silencio—. ¿Cómo es eso de que besaste a mi chica? —el aire sigiloso de expande—. ¿Owen?

—Sí, eso. Fue mi culpa. Completamente mi culpa. Pero tengo una buena explicación —se adelanta, inquietado.

—Te escucho —apoyo el cuerpo sobre el borde del escritorio, sosteniéndome con una mano.

Entonces, Owen procede a relatar la situación. Cuenta que ocurrió un día en el que se encontraba con la autoestima por el suelo a causa de una chica con la que está saliendo -que resulta ser Tara. Maddie se preocupó e intentó animarlo mencionando cada virtud que ve en él, una por una. En ese momento, recordó lo mucho que le gustaba cuando la conoció –lo que me sorprende porque no lo sospeché nunca-, pero no lo interrumpo. Dice que fue un impulso, que se sintió atraído porque ninguna chica dijo cosas tan lindas sobre él.

—Pero no fue un beso, como tal. Bueno si, la tomé del rostro y pegué mis labios a...

—Basta, Owen. No quiero escuchar como besaste a Maddie —lo detengo, ya es demasiado. Imaginarlo me urge desagradable y debo reconocer que es difícil contener la postura—. Odio saber que lo hiciste, de hecho. No vuelvas a tocarla nunca más ¿está claro?

—Súper claro. Clarísimo. Nunca se volverá a repetir. Ni siquiera en sueños —acota torpemente. Es el tipo de persona que cuando arrasa con su sinceridad, no se detiene y la lleva hasta el fondo. No obstante, extirpa una especie de sonrisa. Al final, sé que no tuvo malas intenciones, mucho menos Madeleine.

A ella, ser amable y literalmente, un rayo de sol para los demás, le resulta una costumbre inalterable.

—Ahora necesito que me demuestres tu lealtad y me ayudes con algo.

☽♡☽♡☽♡☽

MADELEINE

¿Ya está? ¿Ya puedo correr desesperada, tragarme el orgullo y decirle lo mucho que lo quiero? No me agrada este juego de esperar. ¿Esperar qué? Si seguimos así, acabaremos consumidos por los malos entendidos y las palabras atragantadas.

Después del examen que me tocó dar, Briana pasó por la habitación que solíamos compartir. Se quedó conmigo, viéndome comer chocolate mientras ella se devoraba una bolsa de patatas fritas. Luego, se petrificó escuchando la situación que Tyler y yo estamos a travesando. La distancia. Roma en el medio. Owen y su idea disparatada de besarme. Ahí, rompió en carcajadas. La miré confundida, entiendo que Briana tiene un sentido del humor negro, pero esta vez, no alcancé a identificar la razón. <<Es gracioso. Son el uno para el otro. Realmente lo son>> volvió a reír. <<¿Se dan cuenta que llevan las cosas bien, pero se dejan influenciar por terceros? Me refiero a que, ambos son demasiado buenos>> expresó, disparando un montón de posibilidades que pasean en mi mente. Puede ser que esté en lo cierto. Nos quemamos por ayudar a otras personas. Ahí, le pregunté qué consejo me daría. Briana no lo dudó: <<Él tiene que reaccionar. Lo tuyo con Owen fue una equivocación. Punto. Pero Tyler está ayudando a su ex novia. Y por lo que dijiste, me da la sensación de que la chica intenta recuperarlo o algo así. Él le tiene que poner límites>>

Limites. Eso es.

<<Espera que él te llame. Hazte rogar un poco, chica>>.

Bien, tomé el consejo. Es cierto que yo, ya expresé como me sentía al respecto, ahora le toca a él dar el siguiente paso. Aunque con mi paciencia, no aguantaré demasiado. Al final, si debo tragarme el orgullo, sé que lo haré. Por Tyler lo haría.

Briana todavía está en la habitación cuando Tara llega hecha un hada madrina, diciendo que saldremos a la fiesta y que tiene el disfraz perfecto para la ocasión. Por primera vez, Briana coincide con ella: <<Deberías ir. Así te diviertes y te olvidas de todo el asunto. Mi novia y yo también iremos>>.

—Ya sé que estás pensando en decir no. Pero antes, al menos mira el disfraz que te conseguí. Vas a alucinar —exclama y sonríe emocionada—. Esto es una maravilla.

Tara quita el cobertor negro que cubre el traje que cuelga de una percha. Se trata de un precioso vestido blanco, combinado con un par de alas del mismo color. Me basta contemplarlo una sola vez para adivinar a que personaje pertenece. Es Julieta, de la película "Romeo + Julieta", una versión actualizada de la novela clásica de William Shakespeare. En dicho film, Leonardo DiCaprio interpreta a Romeo y sin dudas, es una de mis películas preferidas.

Nunca vi prendas más bonitas.

—Te lo dije. Estás alucinando —Tara sonríe victoriosa.

—¿Es acaso un disfraz de novia-ángel? No entiendo —Briana frunce el ceño, probablemente pensando que es ridículo.

—Es el traje que lleva Julieta, en la película Romeo más Julieta —explico, todavía sin aliento por lo bello que es.

—Ah sí, ya sé. Esa estúpida historia romántica —hace un gesto de asco, que ignoro. Continúo enamorada de lo que veo. Imagino lo bien que me sentiría llevándolo. Es esa clase de sueños que siempre tuve, pero nunca tuve ocasión para cumplirlo.

—Es mi película favorita. ¿Cómo lo supiste? —acorto la distancia, hasta tocar la prenda, percibiendo la suave textura de la tela.

—Eh, lo mencionaste alguna vez —se encoge de hombros—. Vaya que te dejé sin opción. Irás ¿no?

Sin responder, acerco el vestido hacia mi cuerpo y trato de hacer coincidir las siluetas. Tengo la sensación de que me irá bien. La sensación de que debería usarlo y experimentar el sueño de lucir como de película, al menos por una noche. Sonrío, porque recuerdo a Tyler diciendo que debo hacer lo que me haga feliz, sin importar la opinión del resto.

<<Tú estás primero>> dijo en alguna que otra ocasión.

Y lo haré. Seguiré su preciado consejo.

—De acuerdo. Voy a ir.

☽♡☽♡☽♡☽

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