El secreto de tus ojos (STONY)

By OldBearS

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El día en que Industrias Stark lanza un concurso para un puesto bastante tentador, Steve Rogers cruza los ded... More

Capitulo 1
Capítulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27

Capitulo 21

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By OldBearS

Capítulo 21.

Apenas habían pasado unos tres días desde que Romanoff y Sharon conocieron a Stark, y Steve consideró que había pasado más tiempo, pues sentía que a su alrededor estaban ocurriendo demasiadas cosas en poco tiempo.

La boda de Pepper estaba programada para el sábado de esa semana y, aunque ella seguía trabajando con su habitual empeño, las idas de Loki a la empresa aumentaron exponencialmente. Steve nunca había comprendido por qué las bodas debían complicarse tanto; incluso la de Sharon se volvió un caos cuando a última hora vieron que las flores que habían ordenado no combinaban con la decoración.

Otro hecho trascendental era que su paranoia —por que eso era lo más probable— había aumentado. Aquella sensación de que alguien le estaba observando se mantenía ahí, lo cual era improbable pues nunca vio que nadie le siguiera en lo absoluto. Pensó que era algún efecto psicológico de "sentirse observado" o mejor dicho, sentirse acusado por gustar de Tony, aunque aquello era algo que mantenían en secreto, por supuesto.

Pero de todas formas aquella sensación era bastante molesta.

No había hablado con Bucky en esos días, marcando una gran diferencia con los mensajes diarios que se enviaban hablando de cosas muy importantes o de simples nimiedades. Natasha le dijo que sólo necesitaba darle tiempo hasta que entendiera por sí mismo, y que luego volvería a ser el mismo de siempre. Y Steve en verdad deseaba aquello.

En esos tres días tampoco vio a Tony en el trabajo, pues alegaba que tenía algún compromiso importante que debía atender —aunque Steve pensó que era para escapar de Loki—. Por lo menos no habían dejado de reunirse por las noches en casa de Tony, e incluso había "conocido" a Jarvis, la nueva voz de la I.A. Pero Tony solo le dijo que el cambio de voz había surgido para distinguir una actualización de otra, y que no le comentará a Pepper o a Bruce acerca de aquel avance, pues quería sorprenderlos más adelante. Tony parecía no notar que Pepper le dirigía poco la palabra.

Aquel miércoles donde el genio tampoco se había presentado, Steve no tuvo oportunidad de comunicarse con él, pues la batería de su celular había muerto antes del mediodía, por lo que no sabía cómo le estaba yendo o si estaría desocupado en la noche.

Es increíble cómo me da ansias no saber de él en todo el día.

Planeó salir de trabajar y llegar a su departamento a cargar su teléfono y cambiarse de ropa, con la esperanza de hablar con Stark y ver si quería pasar algún rato con él. Tenía pase libre a su casa pero no sentía que podía usar aquel pase libre, por lo menos no por el momento.

De todas formas sus planes cambiaron de manera abrupta, pues se encontró a Natasha en la entrada del edificio y, aunque creyó por un momento que se trataba de su deseo de conocer a Bruce, sus facciones contraídas por la preocupación le demostraron que había algo más.

—He estado llamándote Steve y no contestas.

Ella habló en cuanto él se acercó, y su tono de voz no dejaba dudas de que no traía ninguna buena noticia.

—Me quedé sin batería. ¿Sucedió algo?

—Steve, no sé cómo decirlo, pero Bucky hizo una estupidez.

—¿A qué te refieres Nat?

Romanoff mordió su labio inferior mientras jugaba nerviosamente con la llave de su coche entre sus dedos, y Steve se preocupó, pues pocas cosas la ponían así de nerviosa.

—La foto donde tú y Tony se despiden, en la que se besan, se la envío a Sarah.

Aquellas palabras cayeron sobre él como una pared de ladrillos, tan fuerte y contundente que sintió la falta de aire inmediata a la opresión. Hablar aquel tema con su madre había rondado en su cabeza varias veces pero, a diferencia de sus amigos, temía más a la reacción de Sarah pues si bien con ellos tenía la duda de cómo podían reaccionar, con ella estaba completamente seguro de cómo sería su respuesta.

»Sharon intentó explicarme cómo sucedió, fue un accidente el que Bucky viera la foto en su teléfono y no se dio cuenta de lo que había hecho hasta que Sarah la llamó enojada, exigiendo una explicación. Al parecer intentó llamarte pero...

Su teléfono se había quedado sin batería en el peor momento.

—Tengo que hablar con ella. —dijo sin mirarla, parecía más bien estar hablando con el mismo.

—¿La llamarás?

—No, tengo que ir con ella y... hablarle.

—Vamos en mi auto, te acompaño. —le tomó del brazo sin esperar alguna objeción y lo acercó hasta el auto —no perdamos tiempo, es un viaje un poco largo.

—Natasha...

—No te dejaré ir solo, Steve.

Ella usó un tono que no admitía réplicas, y la expresión en su rostro demostraba lo decidida que estaba a acompañarlo, así que Steve asintió y aceptó la compañía de su amiga, reconociendo que en verdad no quería ir solo, aunque se escuchará como un cobarde.

Dejó su moto en el estacionamiento de la empresa y se subió al auto de Romanoff sin perder tiempo. El viaje fue silencioso y se veía más largo de la cuenta, Natasha no sabía que podía decir en ese caso, y Steve solo podía pensar en cómo enfrentarse a aquella situación. Se imaginó todo lo que podría estar pasando por la mente de Sarah y lo que le diría; pero, recordando las palabras de Tony, no era lo mismo pensarlo que vivirlo, así que en verdad no sabía que podría esperar.

Eran alrededor de las diez de la noche cuando se detuvieron frente a la casa de su madre, y después de apagar el motor del auto Natasha miró a Steve con aprehensión.

—¿Quieres que te acompañe y entre contigo?

—Prefiero entrar yo solo.

Romanoff asintió y lo vio bajar del auto y caminar hasta la puerta. Él tocó y escuchó el sonido de pasos dentro de la casa. Sarah le abrió la puerta sin preguntar y con una expresión en su rostro que denotaba que no le sorprendía su presencia, pero que tampoco se alegraba de que él estuviese presente.

Ella entró dejando la puerta abierta, indicándole sin palabras que esperaba que él entrará y así lo hizo. Nunca había sentido tanta adversión a entrar en la casa de su madre.

Sabía que la conversación no sería fácil, no se dejaría engañar. Su madre había visto una foto en donde su hijo cometía todo lo que ella aborrecía sin tapujos. Se sentía pequeño ante la inmensidad de su situación; incluso, se sentía asustado.

Al darse cuenta que su madre solo lo miraba, de pie, con los brazos cruzados y sin mostrar ninguna intención de querer hablar primero, Steve aclaró su garganta.

—Mamá, vine hasta aquí para...

—¿Hay alguna explicación para la foto que vi esta mañana? —preguntó con tono bajo pero notablemente furiosa.

Ella colocó sus brazos a un lado de su cuerpo y su cara reflejó una tristeza tan profunda que solo le había visto el día que su padre murió, como si ya supiera la respuesta que su hijo le daría, y ésta sería devastadora para ella.

Steve respiró profundo antes de hablar. Había sopesado la idea de decir alguna mentira, de explicarle que era un montaje o una simple broma, pero desistió al darse cuenta que él no estaba acostumbrado a engañar, y no podría mantener el engaño por mucho tiempo de todas formas.

—Él y yo... estamos saliendo.

El rostro de Sarah se deformó cuando sintió las lágrimas escalar hasta sus ojos, una risa sarcástica brotó de su boca sin detenerla mientras veía fijamente a su hijo.

—¿Es que esto es una broma?—preguntó, reteniendo las lágrimas— ¿Es que acaso te volviste loco? Dime, por amor a Dios, que esto es una broma de mal gusto y tú no estás saliendo con un hombre.

Steve dio un paso hacia ella, intentando tocarla para calmarla.

—Déjame explicarte ¿Si?

—¡¿Que me tienes que explicar?! —Sarah empujó las manos de Steve, alejándolo —¡¿Qué explicación tienes que darme para lo que me estás diciendo?! ¿Qué te has vuelto loco? ¡¿Eso es lo que piensas decirme?!

Nunca la había visto tan enojada y nunca, que Steve recordara, su madre le había gritado de aquella forma. Intentó calmarse para darse a entender pero la situación lo estaba sobrepasando.

—Solo déjame explicarte ¿Si? Es solo que... me enamoré de él. No había sido tan feliz como hasta ahora y... él no es malo, lo que tenemos no es malo. Es hermoso, me hace feliz...

—Steve...—su voz sonaba entrecortada, rota y ahogada por las lágrimas que caían ahora sin restricción. —¿Te estás escuchando? Estas hablándome de que estas con un hombre y que no es algo malo ¡Yo no te crié así! —Sarah sostuvo su cabeza entre sus manos, recordándole tanto a las crisis que tenía cuando su padre murió y él iba a abrazarla, solo que esa vez, ella no quería abrazarlo. Ella volvió a mirarlo, apretando fuertemente los labios en una delgada línea. —No te reconozco Steve.

—Pero si soy el mismo de siempre—escuchó su voz quebrada, aunque no estaba llorando. El rechazo de su madre quemaba como no se había imaginado. —No he cambiado.

Sarah levantó el rostro con los ojos apretados, intentando retener las lágrimas que continuaban inundando sus ojos e intentando respirar, pues sentía que se estaba ahogando. Cuando pensó que podría volver a hablar, lo miró casi con rabia.

—¿Vienes aquí y me dices que eres el mismo? ¿Viviendo en pecado? — Negó repetidamente con la cabeza, hasta que pareció concebir una idea y secó sus lágrimas con una mano antes de volver a hablarle; su semblante se había suavizado ligeramente. —Necesitas ayuda. —se acercó a él mientras seguía secando sus lágrimas y colocando una arrugada mano en su brazo. —Podemos ir con un cura, alguien puede ayudarte a... a superar eso.

Steve se enderezó, recordando la palabra que había usado Bucky para describirlo "degenerado".

Él no era un degenerado.

Él no necesitaba ser curado.

Él no estaba mal.

Él solamente amaba a alguien, y eso no era malo.

—Amar no es una enfermedad—dijo bajo pero determinado. —No estoy enfermo, mamá.

—¡Lo estás Steve! —gritó Sarah retrocediendo unos cuantos pasos—¡LO ESTAS!

—Amo a Tony, el amor no es una enfermedad.

El ligero ardor en su mejilla llegó antes de que pudiera ver a Sarah levantar la mano. Nunca, jamás de los jamases Sarah le había golpeado, hasta ese día. La fuerza de su madre no era tanta como para hacerle doler la mejilla, pero aquel acto sin precedente le hizo doler hasta el alma.

— ¿Mamá?

Sarah apretó los labios y miró hacia un lado, dando un paso hacia atrás.

—No me llames mamá—dijo sin vacilación —tú ya no eres mi hijo.

Steve no pudo aguantar más las lágrimas que peleaban por salir, y cuando las sintió caer las palabras de Sarah tomaron sentido en su cabeza.

—Pero...—dijo, un nudo en su garganta impidiéndole hablar — yo sigo siendo tu hijo, soy el mismo Steve con el que horneas galletas, con el que resistimos tras la muerte de papá. Al que llevabas a clases. ¡Dios mamá, mírame!

Ella lo miró furiosa, apuntando a la puerta con una mano temblorosa.

—No pongas el nombre de Dios en tu pecadora boca. Si algún día te arrepientes y te alejas de los caminos del pecado, puedes volver a ser mi hijo, por ahora te exijo que te marches.

Steve tragó sin creer lo que estaba sucediendo, giró sobre sus pies y atravesó la puerta para ir hasta el auto de Natasha sin mirar atrás, sabiendo que no le quedaba otra cosa por hacer.

Romanoff lo esperaba apoyada en su auto al otro lado de la calle, y no tuvo que preguntar nada cuando lo vio llegar hasta ella con semblante destrozado. Steve se subió al auto y limpió las lágrimas de sus mejillas con el dorso de su mano. Ella encendió el motor, dispuesta a llevarle a su casa y no dejarle solo en aquel momento pero, antes de arrancar, Steve habló.

—Llévame con Bucky.

Dijo aquello tan pronto cruzó la idea por su cabeza, sin detenerse a analizarla demasiado. Natasha asintió y aceleró, entendiendo que era necesario, y furiosa igualmente con Bucky. El viaje de regreso se hizo menos pesado por la falta de tráfico, pero no menos difícil. Los sentimientos de Steve oscilaban entre la rabia, el sentimiento de traición y las ganas de desaparecerse por un año, o quizás más. No entendía cómo había llegado a ese punto solo por elegir estar con alguien a quien quería. Ya no lloraba, en aquel momento solo miraba las calles sin verlas realmente, esperando el momento de llegar a la casa Barnes y pedirle una explicación a quien había considerado su mejor amigo por lo que había hecho.

Natasha le había enviado un mensaje rápido a Sharon diciendo lo que había sucedido con Steve y Sarah y que iban para allá; así que cuando llegaron a su destino y a pesar de que el reloj marcaba la una de la mañana, Sharon les abrió la puerta con la congoja y la pena reflejada en la cara, y Barnes lo esperaba en el sillón.

Steve se bajó del auto sin siquiera esperar a Nat, que tuvo que apresurarse para llegar a su lado en el instante justo en el que alcanzaban la puerta principal.

—Lo lamento tanto Steve— dijo Sharon con voz cortada. No había rastros de lágrimas en su rostro, pero sus ojos se veían ligeramente hinchados y parecía verdaderamente dolida por las acciones de su esposo. —Fue mi culpa, yo debí...

Él la vio, y su rabia disminuyó solo un segundo mientras le prestaba atención, pues sabía que Sharon no era culpable de nada, y que ella lo apoyaba.

—Tu no tienes la culpa Sharon— respondió él, su voz saliendo más furiosa de lo que pretendía. —¡Tu eres quien tiene toda la culpa!

Había entrado a la casa colérico, yendo directamente a la sala donde Bucky estaba sentado con los brazos cruzados. Este no se inmutó ni siquiera cuando el rubio se le acercó.

—No hice nada malo.

La indiferencia y tranquilidad en el rostro de Barnes le enfureció más, como si el hombre no creyera haber hecho nada incorrecto.

—¡Sabías lo que provocabas cuando enviaste esa foto!

—¿Y es que acaso jamás le ibas a decir?—Bucky clavó sus ojos en él, acentuando el pensamiento de que él pensaba que hizo lo correcto —¡Ves que es algo tan malo y repugnante que ni podías contarlo!

Steve apretó los puños a ambos lados. Sintió que Natasha se colocaba a su lado y que destilaba la misma furia que él tenía. Sus gritos provocaron que pronto se escucharan los llantos de Alan, a quien claramente habían despertado. Sharon se precipitó a la habitación del bebé dejando a los otros tres en la sala.

—No es que sea malo,—hablaba con los dientes apretados, intentando controlar su rabia— es solo que ella no estaba preparada. Yo le iba a decir a mi manera.

Bucky lo miró y negó con la cabeza antes de levantarse del sofá. Se quedó a unos pocos pasos de los otros dos, pero parecía querer acercarse al rubio y zarandearlo hasta "hacerle" entender.

—Nunca iba a estar preparada Steve, ninguno de nosotros lo estaba.

—Habla por ti mismo Barnes— desafío Natasha apuntándole con un dedo. —Aquí el único de mente cerrada eres tú.

Bucky se rió, una risa sarcástica y dolorosa a oídos de Steve, nada parecida a la risa que había escuchado de su amigo durante tantos años.

—El único cuerdo, querrás decir. —respondió mirando a los otros tres con reproche. —Steve necesita ayuda y ustedes lo están apoyando. ¡Le mandé esa foto a Sarah por qué pensé que quizás ella le hacía entrar en razón!

El sonido seco del puñetazo de Natasha retumbó en las paredes de la sala Barnes. Bucky no había visto a Romanoff acercarse y solo sintió el escozor en su mejilla. A diferencia de la bofetada que Sarah le dio a Steve, Natasha tenía mucha más fuerza y coraje que la anciana, además de que llevaba un anillo en su dedo índice, por lo que rápidamente apareció un hilo de sangre en la mejilla de Barnes, y el área se puso inevitablemente roja.

—¡Entra tú en razón maldito homofóbico! —gritó la pelirroja con la rabia brotando de cada uno de sus poros. Agitaba su mano dolorida por el golpe, y sonrió al ver el fino hilo de sangre que recorrió la cara de Barnes. — ¡Aquí el único que necesita ayuda eres tú!

Romanoff tomó la mano de Steve y lo condujo fuera de la casa hasta su auto. Lo vio entrar en automático, con la mirada desviada y los hombros caídos.

—Iremos a mi departamento— exclamó autoritaria, sin esperar una respuesta. —Te prepararé el sofá para que duermas.

Steve no protestó, apenas había escuchado las palabras y comprendido su significado. Recostó la cabeza en el asiento mientras se movían por las calles desiertas.

.............................................

Apenas durmió esa noche, no por la incomodidad del sofá de Natasha, si no por qué simplemente los pensamientos de su cabeza no cesaban.

Al día siguiente Romanoff lo encontró sentado en el sofá, con ojeras marcadas y la mirada perdida. Le hizo desayunar algo ligero —casi lo obligó — y le llevó hasta su departamento para que se cambiara de ropa antes de llevarlo a la empresa e irse ella misma a su propio empleo.

Cuando lo vio bajar frente a las puertas de Industrias Stark ella se preocupó.

—Steve...

—Estaré bien. —colocó una sonrisa en su cara, que no llegaba del todo a sus ojos, y dio media vuelta para ingresar al edificio.

Aprovechó que pudo trabajar todo el día en su oficina y evitó el contacto con algún ser vivo, pues aunque lo intentaba su cara no reflejaba felicidad por demasiado tiempo. Tony tampoco había ido aquel día y Steve, casi a mediodía, se percató que su teléfono seguía sin tener carga.

Suspiró pensando que quizás tendría alguna llamada o mensaje perdido, pero no tenía las suficientes fuerzas para salir y preguntar si alguien tenía algún cargador compatible con él. Así que esperaría a llegar a casa. Se quedó un poco más de su hora de salida sin darse cuenta debido a su concentración, y cuando salió del edificio ya estaba oscuro. Buscó su moto en el estacionamiento y condujo bajo una fina llovizna de junio.

No se esperó ver el Lexus de Tony estacionado frente a su departamento ni al genio verlo con cara de malhumor.

—¿Puedo saber por qué no te dignas a tomar mi llamada?

—Es una larga historia.

A pesar de que a Tony no le encantaba el departamento de Steve entraron para que éste último pudiera cambiarse de ropa y comiera algo, pues en todo el día no había probado bocado. Cuando estuvo seco y cambiado le contó todo a Tony, incluso el golpe de Natasha hacía Bucky y el millonario mencionó que la chica le caía aún mejor.

Tony lo consoló hasta que Steve se durmió entre sus brazos, y le besó la frente suavemente. Sacó su teléfono y le escribió un mensaje a Thor, necesitaba verlo al día siguiente. 

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