𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟸𝟹

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Nunca tuve tanta fé en el amor o en los milagros
(...)
Nunca quise que mi corazón lo aceptara
(...)
Pero nadar en tu amor es algo espiritual
(...)
Vuelvo a nacer cada vez que pasas la noche aquí

No me arrepiento.

La luna era la única fuente de luz en el dormitorio, por lo demás oscuro. El borde de las cortinas se mecía con el movimiento de la brisa que entraba por la ventana abierta. La suave caricia del viento era el único alivio para su piel acalorada y sudorosa.

Su corazón nunca había latido tan rápido en toda su vida, ni cuando salía a la cancha cuando el estadio estaba lleno, ni siquiera cuando corría a toda velocidad en la cinta. Era una mezcla de nervios y excitación que hacía que su corazón sintiera que iba a salirse del pecho. La mujer de la que estaba profundamente enamorada estaba sentada a horcajadas sobre su cintura mientras ella estaba tumbada en su cama, su ansiosa polla atrapada entre sus cuerpos aún vestidos mientras sus lenguas demostraban lentamente su amor mutuo.

Permite que Mei lleve la iniciativa y domine el beso, aceptando el cálido músculo de su boca y acariciándolo con la suya. Se aferra a las caderas de su amante, luchando contra el impulso de empujar el cálido cuerpo que tiene encima. Cada gemido de la pelinegra que vibra en su boca hace que su polla se contraiga en las restricciones de sus calzoncillos.

Las manos de Yuzu se deslizan por la espalda de Mei, abriéndose paso por debajo de su blusa. Quiere quitarle la prenda oscura del cuerpo y desabrochar el sujetador de la pelinegra para poder llevarse sus pechos a la boca, pero esta noche no había prisa. Mei le había pedido que le hiciera el amor y, aunque no estaba del todo segura de lo que eso implicaba, sabía que esta era una oportunidad no solo para decirle a Mei lo mucho que la amaba, sino también para mostrarle realmente sus verdaderas intenciones.

Las suaves yemas de los dedos acarician la esbelta espalda de la pelinegra mientras Mei deja que todo su peso descanse sobre la rubia, los dorsos de sus manos presionados contra la almohada mientras acarician la parte posterior de la cabeza de Yuzu. Quiere estar lo más cerca posible de la mujer que tiene debajo. Se separa del beso, chupando la lengua de Yuzu, para poder sentarse, con las manos apoyadas en el pecho de Yuzu. Mira a la rubia jadeante, que tiene los ojos cerrados con fuerza y las manos apoyadas en sus pálidos muslos.

"Mírame", pide Mei sin aliento.

Yuzu respira hondo, la sensación de los muslos de Mei a ambos lados de su polla le estaba haciendo perder el autocontrol, la visión de la belleza que tiene encima podría ser demasiado para soportarla, piensa. Abre lentamente los ojos para ver a Mei mirándola, con una tímida sonrisa en su rostro mientras se muerde el labio inferior. Sin decir nada más, la pelinegra sabe que tiene un público cautivado, se lleva la mano al dobladillo de su prenda y se la pasa por encima de la cabeza, dejándola caer al suelo. Las manos de Yuzu agarran con más fuerza los pálidos muslos mientras recorre con la mirada la carne recién revelada. Mei espera a que los ojos de Yuzu se encuentren con los suyos y, cuando lo hacen, echa la mano atrás, desabrocha el sujetador y se lo quita antes de dejarlo caer también al suelo. No puede evitar sonreír al sentir que el pene de Yuzu se contrae de nuevo entre sus muslos.

Porque tu sexo me lleva al paraíso

Sí, tu sexo me lleva al paraíso

Y eso se nota, sí, sí, sí

Porque tú me haces sentir como,

Si me hubiesen sido cerradas las puertas del cielo

Por mucho tiempo... Por mucho tiempo...

[CITRUS] - La experiencia de la noviaWhere stories live. Discover now