Capítulo VII: Oscura Ternura

Start from the beginning
                                    

Melisa: - Ni siquiera recuerdo el día, no puedo volver.

Señor: - No te castigues Melisa, lo que pasó en ese cementerio será una incógnita, solamente ustedes van a poder revelar el secreto cuando recuperen la memoria, por lo menos la tuya, el Ministerio no tiene intenciones de algún día restaurar la de Adriel.

Melisa: - No es justo.

Señor: - Ya lo sé hija. Paciencia. Solo te queda esperar, no hay otra opción.

Él tomó los hombros de Melisa para levantarla. Lentamente se puso de pie y juntos caminaron por el pasillo del templo hasta llegar a la puerta que se encontraba a la derecha del altar. El joven Demian se encontraba parado observando cómo la agente con aquel Señor desaparecían de la escena.

29 de Noviembre. Tren directo a la cuidad.

Mi sobresalto hizo que Melisa se despertara.

Melisa: - ¿Estás bien?

Adriel: - Si, no es nada, estaba por quedarme dormido nada más. Seguí descansando.

Repentinamente un pequeño dolor en mi pecho comencé a sentir, una extraña sensación me acongojaba, mi corazón parecía estar siendo atacado por la pena y el dolor. Empecé a respirar hondo para evitar preocupar a Melisa, pero mis intentos por calmar esa sensación quedaron en el olvido después de una fuerte puntada en mi cabeza. Mi quejido alertó a Melisa de lo que me sucedía.

Melisa: - ¿Qué está pasando?

No pude responder esa insignificante pregunta por la falta de aire en mis pulmones. Tomé el apoyabrazos con fuerza para descargar dolor. Unos extraños susurros se podían distinguir entre la gente que venía en el vagón, teóricamente durmiendo. Las luces comenzaron a prenderse y a apagarse repentinamente, como si una falla eléctrica atacara el tren. Miré hacia adelante donde una oscura figura se posaba en medio del pasillo.

Un macilento paisaje se presentó ante mí, el sonido de los rieles disminuyeron y las voces comenzaron a sonar más fuerte, retumbando en mi cabeza. Melisa tomó mi mano con fuerza recordándome que no me entraba solo. El dolor en el pecho se agravaba a medida que comenzaba a distinguir a quien pertenecía esa silueta. Mi dulce compañera levantó su mirada para ver que estaba sucediendo.

Melisa: - Adriel, no te muevas.

Yo seguía sin poder contestarle, mi garganta se hallaba apretada por la sensación de pesadez. Mis pulmones gritaban en reclamo de un poco de aire, mi cara enrojeció al no recibir oxígeno. Por un momento pensé que estaba por perder la conciencia. Pero una bocanada de aire entro en mi cuerpo como si la agonía me hubiese soltado para que volviera a respirar. La agitación se hizo presente en mí. Solo bastó un momento para que mi piel retomara su color normal.

Adriel: - Melisa, mantente a mi lado.

Melisa: - ¿Qué harás?

Adriel: - Solo haz lo que te digo.

La sombría figura nos miraba con fijación, el frio tomó participación en la escena, la mano de Melisa se entrelazó con la mía. Cuidadosamente nos levantamos, no podía permitir que le sucediera nada. El misterioso personaje dejó caer su cabeza hacia un costado lentamente. El imperial silencio se quebrantó con el sonido de su voz.

Terror: - Es demasiado extraño verme a mí mismo rodeado de vanos sentimientos, me dan ganas de vomitar.

Melisa: - Es Terror, nos encontró.

Adriel: - Esto realmente no me lo esperaba.

Terror: - ¿Realmente pensabas que no me iba a presentar? ¿Realmente pensaste que con tus oscuros sentimientos me alcanzaba y que nunca tendría que aparecer?

La Sombra del Reloj: Un Oscuro pasadoWhere stories live. Discover now