Capítulo I: Antes del Viaje

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I: "Antes del viaje"

Nuestra vida está marcada, estas destinado a ser lo que tengas que ser, solo hay que resignarse a que las cosas caigan por su propio peso. Muchas veces deseé cambiar las cosas, que todo fuera diferente, pero al mismo tiempo no encontraba el sabor a pensar en la idea de que todo lo que tenía, hasta el entonces, cambiara. Por momentos es inevitable pensar que todo hubiese sido mejor si no hubiéramos hecho tal o cual cosa, pero... ¿y si el resultado de modificar ese error, esa acción que tanto nos atormenta, nos cambia la vida de manera tal que empeoraría las cosas? ¿O quizás, hasta no nos permita llegar a ser la persona que somos ahora? ¿O perder a la gente que tenemos a nuestro alrededor? ¿Nunca se imaginaron qué sería de ustedes si de un momento para otro el mundo que conocen, se distorsionara de tal manera que no podrían reconocer ni a su propia sombra? Uno se arrepiente de muchas cosas en la vida, pero no tendrían que desear modificar nada, pues algo parecido me pasó, y mi vida no es la misma desde el momento en el que subí al tren, las cosas fueron diferentes y no dejan de serlo. ¿Nunca pensaron que solo removiendo el pasado tendrían acceso a remodelar el futuro de manera inesperada? ¿Jamás pensaron en la posibilidad de ser dueños de su propio destino? ¿De hacer y deshacer a gusto para tener todo lo que se les ocurra en cuestiones de segundos? Cosas raras me sucedieron, cosas que ni en los sueños más alocados sueños podría llegar a responder las incógnitas que surgieron a partir de mi primer viaje. Ya no espero el milagro de retomar el rumbo de mi vida, sólo les cuento lo que pasó aquella vez, en donde mi vida dejó de ser monótona y sin sentido a una agitada con la responsabilidad del futuro en mis manos.

Día 24 de Noviembre. Solo faltaban tres días para comenzar mi aventura, tres días faltaban para que la coherencia en mi vida terminara, tres días antes de preocuparme por cosas que no tenían sentido, tres días que hubiese querido que duraran una eternidad.

Ya me encontraba en edad de recorrer mi camino como guionista en otro lugar. Muchos de los amigos que partirían hacia sus propios destinos no los volvería a ver, asique se nos ocurrió despedirnos de la mejor manera. Pasar unos días a las afueras de la ciudad, allí junto al bosque, nos pareció una idea fabulosa. Deberíamos llevar nuestras tiendas de acampe y sacos de dormir.

La ansiedad me caracterizaba, por ello estuve allí puntual como de costumbre a la hora pautada, esperando que llegaran los chicos que faltaban, entre todos éramos cinco. Al llegar el último, con bolsos en manos, decidimos partir, aprovechando que el día se prestaba para acompañarnos.

A medida que nos acercábamos al lugar, notábamos la desolación del lugar, no había muchas personas, solo un grupo de muchachos que acababan de poner un pie dentro del camping al igual que nosotros. Una mujer los acompañaba, se trataba de Charlotte. Ella y yo nos conocimos en la infancia, muchísimos años de compañía, se podría decir que era una hermana más en mi vida. Las cosas que hemos pasado juntos solidificaron cada vez más nuestra relación, desde pequeños compartíamos similitudes, éramos inseparables. Su cara expresaba sorpresa al ver que acomodaba las cosas cerca de su grupo de amigos. Se dirigió hacia mí y me saludo con toda la energía típica de ella.

Charlotte: - Hola Adriel! ¿Qué haces aquí? Tú deberías estar preparando las cosas para tu viaje ¿O acaso ya nos extrañas tanto que no te quieres ir? - sonrió con picardía.

Adriel: - No, para nada - me reí - los quiero mucho pero por ahora no me invadió la melancolía, sin ánimos de ofensa.

Charlotte: - Sé que nos vas a extrañar Adriel y querrás volver pronto, especialmente cuando no tengas donde ni con quién despejarte.

Adriel: - Obviamente los extrañaré boba, pero este viaje es muy importante, mi carrera depende de ello, perfeccionarme en ese lugar es lo mejor que me podría haber pasado.

La Sombra del Reloj: Un Oscuro pasadoWhere stories live. Discover now