Capítulo VII: Oscura Ternura

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Octubre de 1958. Templo del Tiempo.

Melisa se encontraba abrigada con un edredón. Su cabello aún húmedo por la mezcla de rocío por la niebla y sudor por correr desesperada por el cementerio en busca de Adriel, y su aspecto desalineado, acompañaban la expresión de su rostro. Un agente se acercó a ella con un vaso de agua en las manos.

Demian: - Tome señora Melisa. Un poco de agua le asentará mejor.

Melisa: - No quiero.

Demian: - Pero le hará bien para tranquilizar la ansiedad.

Melisa: - ¡Dije que no quiero!

El pobre muchacho de cabello corto desprolijo pero presentable, quedó en silencio, esperando que la expresión de enojo de Melisa cesara para poder moverse del sitio. Sus celestes ojos apuntaban al rostro iracundo de la joven. La voz del Viejo Señor del Tiempo tomó participación en el lugar.

Señor: - Melisa por favor, Demian solo quiere ayudar. Demian te puedes retirar.

Melisa: - ¿Y qué quiere que haga?

Señor: - No puedes estar así, Adriel ya está bien. Afortunadamente no fue más que perder la memoria. Eso hizo más fácil su rememorización, sin daños colaterales.

Melisa: - Si, pero no fuiste tú el que hizo eso. Si se hubiesen tardado un poco más, yo hubiese estado en la misma situación. De hecho hay cosas que no puedo recordar, es todo muy confuso.

Señor: - Entiendo, pero no puedes hacer nada. Ya tengo agentes encargándose de las investigaciones. Y Adriel ya está viviendo una vida normal. Decidimos hacerlo de esta manera ya que sus recuerdos fueron borrados por completo.

Melisa: - ¿Y qué pretenden, que me quede de brazos cruzados mientras sé que el que me quiso borrar la memoria junto a Adriel está suelto?

Señor: - Eso no lo vamos a saber hasta que hallemos los datos necesarios para sacar conclusiones. Por mientras, por favor Melisa, voy a pedirte que te tomes un tiempo para relajarte.

Melisa brindó una mirada llena de furia.

Melisa: - ¿Relajarme? No me haga reír.

Señor: - No me obligues a que el pedido de descanso se transforme en una suspensión.

Melisa: - Me da igual. Quiero estar sola.

Señor: - Quédate unos días en casa de Martha, ella y Marshall son miembros del Gran Consejo, y unas personas de mi confianza.

Melisa agachó su cabeza en símbolo de resignación.

Melisa: - No entiendo que está pasando.

Señor: - Tranquila. Ya todo va a estar bien.

Melisa: - Si pero Adriel no va a volver.

Señor: - En cosas del destino, ni yo, que soy el Señor de Tiempo, puedo asegurar nada. Solamente hay que dejar que fluya.

Los ojos de Melisa entristecieron.

Melisa: - Si, ya lo sé - Quiebra en llanto.

Señor: - Ya hija, calmada.

Melisa: - Es que si tan solo recordara lo que pasó en el cementerio. ¡No puedo recordar lo que me dijo ese día!

El Viejo Señor del Tiempo la miró con tristeza, levantó su mano hasta acariciarle su mejilla, secándoles las lágrimas que recorrían su rostro, abrumadas de un triste sentimiento de frustración.

La Sombra del Reloj: Un Oscuro pasadoWhere stories live. Discover now