El dolor de una perdida

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  Gustavo tiró su sable de hoja gris, se había roto por el poderoso impacto, volviéndose inservible para sus planes. Apretó con ambas manos la empuñadura de su arma restante y, con un paso decidido apareció ante el hombre reptil.

  —Maravilloso, me has dado la oportunidad de matarte lentamente. —Sonrió de manera grotesca. El joven solo frunció el ceño con odio.

Levantó su planta del pie y golpeó con fuerza el cuerpo del hombre reptil, el individuo humanoide evadió con rapidez, levantando la parte inferior de su lanza para golpear el cuerpo de su contrincante, Gustavo bloqueó con eficacia aquel ataque. Todos los movimientos ejecutados por ambos individuos eran tan rápidos que todo lo que podían ver los presentes eran imágenes residuales.

Guardián bloqueó con su espada el cuerpo monstruoso de la salamandra, deteniéndola por unos pocos segundos. Cuando los exploradores observaron aquella escena, casi quisieron gritar por el miedo, algo era ver a dos individuos fuertes luchar, pero que uno fuera un poderoso monstruo y el otro un misterioso esqueleto con fuego azul saliendo de su cabeza, se volvía una escena descabellada.

  —Es la invocación del señor Sin nombre. —Dijo Amaris con calma.

Los presentes tragaron saliva, no podían aceptar tan fácilmente las palabras de la heroína de la ciudad, pero se forzaron a mantenerse fuertes, estaban en una batalla por sus vidas, por lo que no podían dudar.

  —Serzo —Gritó Nari—, colócate en la parte frontal, Letion lanza hechizos de protección a nuestros cuerpos, Gyan, apunta a sus ojos. Belet ataca por ambos flancos, heroína Amaris, haga todo lo posible para matarlo, por favor. —Blandió su espada y se colocó al lado de Serzo en la línea frontal, respirando profundo y preparándose para entrar a la batalla.

Guardián saltó y golpeó con su puño el poderoso cuerpo de la salamandra, la criatura de cuatro patas fue forzada a besar el suelo, pero con un movimiento rápido de su cola, hizo que el esqueleto volara por el cielo en un ángulo curvo. Amaris activó el hechizo que momentos antes había conjurado. Del cielo, cinco relámpagos cayeron, impidiendo que el enorme monstruo pudiera moverse y, con suma bestialidad, el sexto cayó, impactando por completo en el cuerpo de la salamandra. Los exploradores sonrieron, pero al ver la fría mirada del reptil, sus sonrisas se apagaron, ahora sabían que la batalla acababa de comenzar.

Gustavo esquivó una vez más, la lanza pasó justo al lado de su mejilla, se impulsó con sus piernas y se acercó al cuerpo del hombre reptil y, con rapidez asestó en su pecho diez estocadas rápidas. El individuo humanoide retrocedió, tocó su pecho y escupió un líquido verde, se apoyó con su lanza, debía admitir que su oponente era muy fuerte, pero no como antes, parecía que algo lo había debilitado, algo que agradeció, pues así sería más fácil matarlo. Apretó con fuerza su lanza y volvió a atacar, Gustavo bloqueó cada una de las estocadas, sin embargo, la última iba con trampa, por lo que al bloquearla dejó una abertura por ambos costados, cosa que aprovechó el hombre reptil, golpeando con su cola con pinchos el cuerpo delgado del humano. Gustavo fue lanzado a impactarse contra las rocas rojas, pero al ver una sombra en el cielo, rápidamente se levantó, arrojándose hacia el frente, evadiendo lo que se aproximaba. El sonido de un golpe seco sonó, acompañado de una cortina ligera de humo. El hombre lagarto sacó su lanza del agujero que había creado al intentar empalar a su enemigo y, con rapidez se volteó, pero no encontró ni rastros de su objetivo. Gustavo apareció repentinamente y, con su manopla asestó un poderoso golpe en su hocico, haciéndole tambalear, escupió y se limpió el líquido verde con su lengua larga de reptil. Se acercó una vez más, blandiendo su sable y haciendo un rápido corte horizontal, el hombre reptil bloqueó el ataque con su lanza, pero el joven no se dio por vencido, se dio media vuelta y, con el impulso ganado golpeó con su pierna el poderoso cuerpo del individuo humanoide. El hombre lagarto fue enviado a volar unos pocos metros, se levantó con calma, mientras su mirada se volvía más pesada y fría.

El hijo de DiosWhere stories live. Discover now