Duelo

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  —Por favor, guárdamelo por un momento. —Gustavo se quitó su relicario y se lo entregó a Amaris, quién asintió y aceptó el objeto pequeño.

El joven de tez morena desenvainó su espada, observando a Gustavo con una expresión afilada.

  —Encuentra un arma y peleemos. —Dijo.

  —Me retaste pensando que solo puedo crear criaturas, lo vi en tus ojos —Lo miró con seriedad y, luego negó con la cabeza—. Un arma, no es necesario. Combatiré con mis propias manos.

  —Demasiado confiando, jovencito. No voy a mentirte, soy un guerrero de tercera clase, además de ser alumno de unas de las más prestigiosas academias militares del reino de Atguila, la gran academia "Dembrat". —Dijo con orgullo.

  —Yo solo soy Gustavo Montes. —Mencionó sin arrogancia. El joven de tez morena frunció el ceño, nunca había escuchado un nombre tan extraño, pero rápidamente desechó esos pensamientos, no era momento de mantener su mente ocupada en cosas innecesarias.

  —Mi nombre es Erior Besdet. —Dijo, debía honrar el duelo y presentarse, así fuera con un don nadie.

Gustavo se colocó en guardia y esperó el inicio del combate. Desde que había aparecido en éste extraño mundo, sus sentidos y habilidades habían incrementado en gran medida, pero por alguna extraña razón, no se sentía un ser poderoso.

  —Empieza. —Dijo Gustavo al ver que Erior se mantenía estático.

El joven de la espada no esperó ni siquiera un segundo, dirigiéndose a atacar al instante, sus cortes eran precisos, con intenciones maliciosas cargados en cada uno de ellos. Gustavo evadió con un movimiento rápido de pies y, al encontrar una abertura, golpeó el estómago de Erior. El joven de tez morena retrocedió, había perdido un poco de aire, pero se forzó a mantenerse erguido, no podía manchar su reputación de imbatible y, menos con la persona que deseaba a su prometida.

  —Buen ataque, pero ya no iré fácil.

Amaris frunció el ceño por la actitud arrogante de Erior, ella había notado lo serio que había sido, por lo que le parecía una broma las palabras del joven.

  —Como desees. —Dijo Gustavo sin emoción.

Una vez más, los cortes se dirigieron a su cuerpo y rostro, pero ninguno acertó, ni se acercó en realidad. Erior frunció el ceño, ya estaba cansado que sus ataques fueran inútiles, por lo que se detuvo y saltó hacia atrás. Agarró su espada con ambas manos, respirando de manera calmada.

  —¡Erior, eso es injusto, no debes ocupar habilidades en un duelo de práctica! —Gritó Amaris.

  —¡¿Quién dijo que sería un duelo de practica?! —Sonrió el joven con malicia.

  —¡Señor Gustoc, retroceda! ¡Sin un arma le será difícil parar el ataque! —Gritó Amaris levemente preocupada, ni ella sabía porque se sentía así.

Gustavo retrocedió al instante de recibir la advertencia de Amaris, todavía era un ignorante referente a las habilidades, por lo que si la dama Cuyu decía que retrocediera, él lo haría sin dudar. Sin embargo, antes de dar un paso hacia atrás, una estela diagonal de luz azul se acercó con la intención de cortar su cuello. El joven pudo observar con detalle que la causante de la estela de luz era nada menos que la espada del joven Erior, quién también estaba enfrente suyo. Gustavo evadió con dificultad aquel repentino ataque, aventando su torso hacia atrás.

  —¡Imposible! —Erior no podía creer que su habilidad de guerrero de tercera clase fallara.
Gustavo se detuvo brevemente y miró con ojos filosos a su oponente.

El hijo de DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora