Capítulo 5

80 6 6
                                    

Hola, espero que les guste este capítulo, puesto que estoy haciendo un gran esfuerzo y creo que me he ganado el premio a la paciencia con mi compu, la cual me ha dado muchos problemas y estoy escribiendo cuando ella me lo permite, si ahora ando lenta es por ella. En enero pretendo llevarla a arreglar, pero por el momento no me es posible, por lo que no tendré día de actualización. 

Narra Adriá

Podía sentir como una intensa luz quería filtrarse entre mis parpados, lo que provocó que termine abriendo lentamente mis ojos, asimismo un fuerte dolor de cabeza se apodero de mí. Mientras me enderezaba en la enorme cama, un pensamiento se repetía constantemente en mi mente: algo no se siente bien en mí.

Luego de unos minutos, después de inspeccionar la suite presidencial, es cuando entendí lo que no estaba en orden:

En primer lugar, Paty no se encuentra conmigo en la habitación. Segundo, debajo de la cobija estoy desnuda y por último, pero no menos importante, en mi dedo anular hay una sortija de oro que resplandece con los rayos del intruso sol, quien pareciera que se está burlando de mi actual situación.

Mi ritmo cardiaco aumento, por más que intentaba acordarme de lo que sucedió anoche no podía, es como si mi memoria se encontrara encriptada y he perdido la contraseña. Cada vez que intento forzar mi mente, se siente como si una neblina arropara todo mi cerebro dejando inservible los recuerdos, que en estos momentos son nulos. Aunque lo último que me acuerdo, es que después de ver bailar a Duncan con aquella rubia, comencé a tomar perdiendo la consciencia y hasta ahí llegan mis recuerdos.

Estoy asustada porque es la primera vez que me he emborrachado, además de la magnitud en que lo hice. Pero en realidad más allá de la ebriedad, mi estado es porque no sé qué rayos he hecho, me siento débil, agotada y me duele el cuerpo. Sin mencionar la sed atosigante que me persigue.

Al ponerme de pie, tuve que sostenerse para no caerme, me dolía demasiado mi entrepierna. Pego un grito, cuando noto la prueba irrefutable de que había perdido mi virginidad, en una noche de puro exceso; lo peor de todo, es que no me acuerdo de nada. Sé que dije que quería experimentar aquellas cosas que me he estado perdiendo, pero nunca se trato de hacerlas inconscientemente y que al final del día, o mejor dicho de la mañana, no recordara nada. Me dejo caer al suelo derrotada y frustrada por la situación, como quisiera hacer la peor rabieta de mi vida, sin embargo, respiro profundo y cuando abro los ojos mi vista se enfoca en un papel blanco que sobresale de debajo de la cama. No puede ser lo que creo. Cuando sostengo la hoja y leo el contenido, mi mundo se desploma y mi alma se quiere salir de mi cuerpo. En mis manos tengo un certificado de matrimonio, no cualquiera es el mío, mi nombre se encuentra legible, pero el del hombre no se entiende o en mi estado no puedo leerlo bien, solo se identifica la de mayúscula.

Después de pensar tanto,y sentir como si la cabeza me explotara, concluyo que es posible que me haya atrevido a confesar mi amor a Duncan, siendo este el posible desencadenante de una boda apresurada; aunque no entiendo por qué desperté sola. Aunque podría ser que, al despertar conmigo desnuda y con un certificado de matrimonio, él se haya sentido culpable, volviendo a su suite, la cual queda al lado de esta. Es la única explicación viable que encuentro en estos momentos, ya se que mi mente quiere creer esta teoría, porque de no ser así, mi padre se enojara como nunca conmigo.

Apurada me coloco el vestido que cargaba anoche, presurosa corro hasta la habitación de mi mejor amigo, quien tardo unos largos segundos para abrir la puerta. Inmediatamente me percato, de que es imposible que él sea con quien me case anoche. Esta todo desaliñado, semidesnudo y lo peor, tiene compañía en su cama, la misma rubia de anoche, la cual yace desnuda con su melena de oro cayendo sobre la almohada.

El legadoKde žijí příběhy. Začni objevovat