Capítulo 13

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Narra Adriá

Solo puedo pensar, ¿cómo un beso puede trastornar tu mundo?

Los aplausos de los asistentes me sacan de la ensoñación en la que fui absorbida. Ni siquiera presté real atención a lo que el maestro de ceremonia esta hablando, solo me dejo guiar de Dareck quien me lleva hacia nuestra mesa. Mientras varias personas se paran a bailar.

Antes de llegar a nuestro destino, uno de los ancianos consejeros se acerca para presentarse ante Dareck.

—Buenas noches, majestades. —Odio con todo mi ser que se refieran con tantos términos hacia mi persona, y al parecer no soy la única. —Mauro Bertín, soy uno de los principales ancianos consejeros del Rey. —extiende su mano hacia mi esposo, quien lo escudriña de arriba abajo y le deja la mano extendida. Durante todo su intercambio nunca me dirigió la atención. El anciano para despistar mueve su mano y termina peinándose. —Señor Crane, estoy a su fiel servicio. Como esposo de nuestra querida princesa sé que será de gran ayuda en nuestro territorio.

—Muchas gracias, señor Bertín. Pero su fidelidad debería siempre ser hacia su soberano en primer lugar y hacia su futura reina. —expreso con claro disgusto. —Ahora, si nos excusa mi esposa desea sentarse y compartir con su familia.

—Sí, claro. Disculpen. —como si una fuerza mayor lo estuviese arrastrando, se retiró sin mencionar una palabra más. Este corto intercambio fue presenciado por otras personas que tenían el mismo interés de presentarse ante él, pero dieron la vuelta en U.

—¿Qué fue todo esto? —le pregunté interesada por saber por qué trató de forma tan fría a Mauro, que me alegro, pero tengo curiosidad.

—Porque siento una mala vibra de ese señor. Además, de que estaba ignorando a la princesa, quien debería haber sido la primera que saludara. —encoge sus hombros. —Añadiendo, de que por ética debe esperar ser presentado.

Me sorprende que conozca las normas por las cuales nos regimos. Pero tampoco es algo que cualquiera en este entorno no conozca.

—Bueno, prosigamos.

Reanudamos nuestro camino sentándonos en nuestra mesa, donde más tarde mi padre comenzó a presentarle a diferentes personalidades. Entre ellos estaba Duncan y su familia, quien solo se dedicó a observarme sin dirigirme la palabra. Nunca quise que nuestra amistad sufría fisura, pero creo que el bache en el cual caímos cada día se está ampliando más.

Luego de extensas presentaciones, la fiesta continuo con la cena y posteriormente con el brindis. Sin embargo, en este momento no me sentía plenamente bien porque las personas estaban augurándonos buenos deseos, mientras en el fondo me sentía como una farsante.

—Hija, necesito hablar con ustedes en mi oficina. —mi padre se dirigió hacia nosotros.

—Está bien, padre.

Seguimos a mi padre hacia su oficina, una vez sentados y total privacidad se dirigió hacia nosotros.

—Los convoqué a este lugar, porque es necesario que sepan que desde hoy vivirán bajo el mismo techo. —Su notificación me dejó con mal sabor en boca, sin embargo, estaba preparada para que algo de esta magnitud sucediera. —Es sumamente importante que el pueblo crea que su matrimonio es real. No quiero que haya especulaciones. Por lo que deberán mostrarse como una pareja enamorada, de modo que espero que cualquier asperezas entre ustedes sean capaces de arreglarlas sin mostrarle al público.

—Padre, me imaginé algo así. Pero ¿no podemos vivir aquí? —indago, porque no deseo irme a vivir con un desconocido en una casa donde solo estaremos él y yo.

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