—Para empezar: odio que partan mis clases y eso lo sabes desde el primer día. Y lo segundo es porque, cuando vuelven, comienzan a comentar por qué demonios te los has llevado y mi clase se va al garete. Estoy cansada de amenazar con amonestaciones —explicó irritada mientras pasaba las hojas de su libro—. Así que, por favor, deja de hacerlo.

—Espera... ¿qué? —preguntó Kara casi en un chillido, llamando su atención cuando ella se acercó y Lena frunció el ceño sin entender qué diablos le pasaba—. ¿Acabas de pedirme "por favor" que no lo vuelva hacer?

—No.

—Joder, y no lo he grabado.

—Madre mía, eres inaguantable.

—Y tú insufrible, pero mira, ahora puedo decir que eres una mujer insufrible y un poquito amable —se burló con una sonrisa entre dientes y Lena exhaló furiosa, levantándose de su asiento.

—A la única persona que voy a pedirle un favor es a un Dios que no creo para ver si ocurre un milagro y cierres la boca, pesada.

—Si me lo dices "por favor" me callaré, estúpida —se acercó a ella con una sonrisa radiante y Lena gruñó, golpeando su pecho y haciendo que se quejara entre que borraba su sonrisa.

—No juegues conmigo porque no vas a ganar nunca, cansina —le volvió a golpear el pecho, pero Kara cogió su muñeca y tiró de ella, haciendo que Lena irremediablemente chocara con su cuerpo.

—Y, sin embargo, no he perdido nada, ¿no? —susurró Kara cerca de su rostro, chocando su aliento con su boca y la pelinegra tensó la mandíbula cuando la rubia se acercó. Ese ambiente denso estaba volviendo como en aquella vez, esa que le hacía respirar con dificultad al igual que la rubia.

Pero esta vez Lena no se iba a dejar llevar, ordenando y despertando a su cerebro de aquel hechizo en cuestión de segundos. No se iba dejar manipular por mucho que quisiese que Kara lo hiciese, que le reventara la boca con sus labios.

Era solo recordarlo y sabría que, si pasaba, finalmente acabarían mal como la última vez, pasarían días de tensión hasta volver a la "normalidad" y no quería estar en un tira y afloja y menos cuando seguramente tendría que darle explicaciones a Kara del todo el por qué cuando la encare de verdad.

Tenía que admitir que inexplicablemente se moría de ganas, pero de verdad que no podía hacerlo. No podía romper su promesa.

—Nunca has ganado, que es diferente —murmuró segundo después, zafándose de su agarre y sonrió mordiéndose el labio, haciendo que Kara arqueara las cejas dubitativamente, intentando descifrar su rostro—, porque siempre voy un paso por delante —y le golpeó el paquete antes de apartarse, haciendo que Kara se encogiera en el sitio.

Como siempre, su amiguito se intentaba asomar cuando discutía con ella y más cuando lo hacían tan cerca. Era evidente que Lena la excitaba irremediablemente, admitiendo que esa aura que la envolvían le hacían tremendas ganas de callarle la boca de la única manera que se le ocurría, como en el cuarto de mapas, y apostó que la pelinegra también lo habría hecho igual.

Pero ahora Lena le había dejado claro que de verdad iba por delante de ella. Intentaba controlarlo, pero no podía hacer dos cosas a la vez. O era centrarse en que no se notara o era discutir con Lena. Y siempre prefería discutir con ella. Suspiró y se sentó en su asiento mirando como la pelinegra también hacía lo mismo.

—No sé si es que, porque piensas que por el hecho de que sea una mujer intersexual, mi amiguito es más resistente, pero que te quede claro de que no es así. Duele igual como el de cualquier hombre —gruñó Kara acariciando la zona golpeada.

Se nos da bien odiarnos | Supercorp (Kara G¡P)Onde histórias criam vida. Descubra agora