Capítulo 17

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A pesar de que Lena se volvió un poquito más blanda con Kara, enderezó su carácter y volvió a las andadas, pero no por ella, sino porque la rubia comenzó nuevamente a buscarle las cosquillas y a tirarle de la lengua con sus burlas y sacadas de quicio.

La pelinegra tuvo el pensamiento de que se llevarían un poco mejor después de todo, admitiendo de que le había gustado cómo se habían tratado; tan adorablemente que hizo que sus defensas bajaran, pero al parecer Kara le demostraba lo contrario y eso la hizo rabiar a tal extremo de que no volvería a confiar en sus presentimientos, encerrándose nuevamente en ella y prometiendo de que no volvería a bajar la guardia.

Pasó la semana, llegando las vacaciones de Navidad y con ello también el último día de clase de relajación donde todos los años los de cuarto se iban de spa al hotel más lujoso y alejado de National City.

El camino de esta mañana se hizo largo para Lena. No aguantaba todas las tonterías que soltaba Kara por la boca, desde que era una doña mandona porque no paraba de exigir a los alumnos que movieran sus culos hasta ser una doña amargada porque le gruñía o ignoraba sus chistes malos. Chistes que no eran graciosos porque se metía con ella.

Lena le contestaba, sí, incluyendo palabras desagradables, pero parecía que ya ni surgía ningún efecto. Estaba super insoportable. No sabía porque estaba tan... encima de ella, porque se estaba tomando tanta "confianza" si es que podría llamarse de alguna manera. Parecía que Kara lo hacía como si quisiera ir más allá, como si quisiera algo a cambio.

Y en realidad, sí. Se metía con ella por una razón en concreto. Ella quería saber cómo eran sus reacciones ahora porque después de aquella pequeña pelea, sintió algo diferente en su relación, incluso se podría decir que la pelinegra tenía sentido del humor algo peculiar ya que no lo sacaba del todo y le dio la posibilidad de darle la razón a Diana: de que sentía algo mínimo por ella, pero que no quería admitirlo porque claro, era de Kara de la que estábamos hablando.

Quería ponerla a prueba y, aunque la pelinegra hubiese soltado comentarios desagradables como que era una pesada, una idiota e insufrible como contraataque, no le soltó ninguna palabra hiriente como siempre hacía para quitársela de encima y, de verdad, Kara se lo estaba ganando; Lena tenía todas las papeletas para hacerlo. Sin embargo, no sucedió en toda esta semana ni esta mañana y ni siquiera la misma pelinegra no podía darle la respuesta de por qué no lo hacía porque ella tampoco lo sabía.

Lo único que no entendía Kara es porqué tenía la necesidad de descubrir que era lo que realmente sentía su compañera, porqué se tomaba tantas molestias en averiguarlo y porqué casi deseaba que las palabras de su mejor amiga fueran ciertas cuando ella se dijo que solo la atraía. Obviamente Kara negaba sus sentimientos hacia ella porque recordó que no se lo merecía después de haber sido una mala persona y esto no tenía sentido alguno en hacerlo sabiendo como era Lena, pero la curiosidad siempre mata.

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Nada más llegar al hotel, Lena y Kara repartieron las tarjetas a sus alumnos. Todos, entusiasmados, cogieron camino hacia sus habitaciones entre que Lena se encargaba de recoger las dos llaves que faltaban. Se apoyó en la mesa de la recepción esperando y apartando a Kara con una mano en el moflete porque la rubia no paraba de contarle chistes relacionados con hoteles mientras el recepcionista buscaba la reserva.

—Que disfruten de nuestra estancia —se despidió el joven señor, pero la pelinegra sacudió la cabeza.

—¿Y la otra tarjeta? —preguntó Lena frunciendo el ceño porque solo le había dado el de una habitación. El recepcionista le miró sin entender—. La otra llave —aclaró la pelinegra y ahora fue el joven quien frunció el ceño.

Se nos da bien odiarnos | Supercorp (Kara G¡P)Where stories live. Discover now